sábado, 30 de abril de 2016

Biblia, Leer, Libro, Marcador, Fe, Cristiano, Mesa

VOCES entre VOCES
"Es infinitamente más bello dejarse engañar diez veces que perder una vez la fe en la Humanidad". Heinz Zschokke


TEMAS TERTULIA 25-3-2016
El libro en blanco.
Los santos culpables.
Historia de un boligrafo.

TEXTOS TERTULIA 18-3-2016
El pájaro negro.
Rezar.
Vértigo.

EL PÁJARO NEGRO
Se posa en mi ventana, me despierta todas las mañanas con su canto intenso, su plumaje es brillante y bello. Yo le dejo la ventana abierta por si quiere entrar, pero no quiere, él sabe refugiarse y alimentarse, por eso quiere libertad.
A mi me gusta que venga, confía en mi, sabe que no voy a intentar cogerle, sabe que no va a perder su libertad.
María C.G.C.

HISTORIAS DE PÁJAROS NEGROS Y ARCO IRIS

Historia 1

Aquel pájaro negro no tenía amigos por ser negro.
Su silenciosa tristeza se convirtió en energía para crear un arco iris.
Kupukupu

Historia 2

Había un pájaro negro que tenía vértigo y no podía volar.
Pasaba su tiempo rezando.
Un día, cuando comprendió que la tierra giraba, los electrones giraban, y no había nada quieto en este universo, voló hasta alcanzar al arco iris . . . y sonrió.
Kupukupu

Historia 3

Antes, en la tierra sólo existían pájaros negros y pájaros blancos.
En el mundo de los pájaros negros, todos los pájaros eran negros.
En el mundo de los pájaros blancos, todos los pájaros eran blancos.
Un día, el cielo mostró su sonrisa de arco iris, y nació así el amor entre los pájaros negros y los pájaros blancos.
Desde entonces los pájaros cantan de alegría por tener colores.
Kupukupu

EL PÁJARO NEGRO
Hay personas a las que no les gustan los pájaros negros, dicen que son aves de mal agüero. Creo que no comprenden que son tan sólo animalilllos curiosos que quisieran ser noche, descifrar los misterios de la luna, de las alegrías, ilusiones, fiestas y placeres nocturnos de los humanos y la razón de que éstos, tan extraños, elijan esas horas sin luz para amarse . . .
Nekovidal – nekovidal@gmail.com

VÉRTIGO
Estaba en mi cuarto, escribiendo sobre la cama, cuando de repente desaparecían las paredes del edificio, quedando sólo el esqueleto metálico.
Me asomaba al borde de la cama y veía, cinco plantas más abajo, césped y un castaño recién plantado que crecía por momentos.
Yo era yo y el castaño, al mismo tiempo.
(Vértigo invertido)
Sara ViTa

VÉRTIGO
No me producen vértigo las alturas, sino la cortedad de miras de algunos humanos tristes que, siendo tan pocos, siembran tanto dolor en tantos de sus semejantes con sus enfermizos negocios de guerras, integrismos de todos los colores, codicia y poder.
Para sentir vértigo por la altura debería encaramarme a la imaginación de un niño, a la volatibilidad de una pregunta indiscreta, o a la creatividad de algún poeta borracho antes de que, ya de madrugada, se abrace, tambaleante, y con más necesidad que cariño, a una farola.
Nekovidal – nekovidal@gmail.com

REZAR
Rezar, lo que se dice rezar, no rezo desde la infancia, cuando entendía que era hablar con algún dios de igual a igual, pues sólo así se puede hablar libremente. Entonces no podía imaginar ni concebir a ningún dios como un tirano cruel, déspota, misógino y caprichoso. Luego vinieron las terroríficas clases de religión . . .
Dejé de rezar desde el día que me enteré que eran mortales todos los que se decían representantes de dioses inmortales. Algo no me cuadraba, primero pensé que mi corta edad no me permitía comprender ciertas cosas, luego sospeché que mi desconfianza podía tener algo que ver con mis raíces galaicas, pero al final me di cuenta de que, por desgracia era, simplemente, la cruda y dura realidad de los miedos humanos que les empujan a abrazar una religión, un consuelo legítimo, pero también a intentar imponerla a quienes le rodean, algo perverso. No he encontrado una sola religión que no tenga entre sus filas integristas convencidos de su derecho a imponer sus creencias, no deben estar tan seguros de ellas . . .
Así me convirtieron en un niño travieso, desobediente, preguntón y, finalmente, agnóstico, con sus consecuencias en reprimendas y castigos, casi todo ello, evidentemente, a mi pesar . . .
Nekovidal – nekovidal@gmail.com

EL PAJARO NEGRO

- José…, hay un ruido en el cuarto
- Ya voy, ya voy…
Sin mucha prisa, José fue hasta la habitación contigua, no temía que hubiera ladrones, ninguno es tan tonto para perder su tiempo robando a quienes nada tienen, el cuarto no era más que un juntadero de cosas viejas, que ellos atesoraban, pero nadie más querría.
Al entrar, José encontró que una vieja aspiradora se movía, había algo dentro de ella.
- No te preocupes mamá, es solo la vieja aspiradora azul que se mueve
- Fíjate que tiene dentro, no creo que se mueva por si sola
- Si mujer, estoy en eso
De sobra sabía José que su esposa tenía razón, así que despacio abrió aquel cacharro, temía que una rata se hubiera ganado dentro. Al abrirla, un pájaro muy negro, casi azul de tan negro, apareció bañado de motas de polvo añejo.
-¿Porqué abres mi casa… acaso no respetas la privacidad?
- Disculpa, no quise molestar – le dijo José sin apenas reparar en lo extraño que resultaba que el pájaro le hablara
- Es un pájaro negro… me pide que no le moleste
- Que raro que se haya metido allí, tal vez precisa refugio, incluso quizás esté hambriento, pregúntale si quiere comer algo
- ¿Estás bien?... ¿quieres comer?
- No, gracias, solo estaba buscando casa y encontré esta, que la verdad me acomoda muy bien
- Puedes quedarte con nosotros, vivimos solos y hay mucho espacio aquí
- Bien, gracias… si no les molesta…
- Para nada, puedes quedarte cuanto quieras
- María… pon otro plato a la mesa, se quedará con nosotros
Poco parecía importarle a José que aquel animal evidentemente no podía comer a la mesa con ellos, tampoco le extrañaba que hablara, estaba demasiado contento con la inesperada compañía como para reparar en esos detalles.
Pasaban los días y ambos ancianos, cada uno a su manera, se hicieron amigos y compinches de aquel animal. José le contaba sus viejas historias de pesca, tan inverosímiles que solo un pájaro podía creerlas. María en cambio lo ponía a colaborar en las tareas de la casa, a barrer o a pelar cebollas.
- José… siento unos ruidos raros en el patio
- Ya voy, ya voy
Al salir, José pudo ver que la vieja aspiradora daba saltos de más de un metro, así que se acercó a ella y preguntó
- Otra vez te has metido allí… ¿Qué haces?
- Bueno, llegó la hora de marcharme, así que me llevo mi casa, si no les molesta claro
- Es solo una vieja aspiradora que hace mucho no funciona, puedes llevarla, ese no es problema, pero… te extrañaremos, ¿por qué te vas?
- Es que ya es tiempo
- Mujer… se vá con la aspiradora…, dice que ya es tiempo…
María se acercó con los ojos llorosos
- ¿Nos dejarás solos? Estamos bien contigo
- También estoy bien con Uds., pero ya es hora, me llevo mi casa, si no les molesta
- Claro que no, es tuya si la habitas, para nosotros es solo un trasto mas, no la tiramos solo porque está ahí, es parte de nuestra vida, como tú… pero ahora ambos se van… no es justo…
- También me da tristeza, pero es la hora
- Bueno, si tiene que ser así…
María se dio la vuelta, no quería ver a su amigo partir, José se quedó mirando la extraña escena, solo para él tenía sentido que un pájaro metido dentro de una aspiradora la hiciera volar, finalmente él también se dio media vuelta y volvió a la casa, tampoco soportaba verlo partir.
Al levantarse de la siesta José miró al patio y con gran alegría vió que la aspiradora seguía allí. Seguro se arrepintió y decidió quedarse con nosotros pensó. Así que fue donde el desvencijado aparato
- Que alegría, decidiste quedarte con nosotros…
Se hizo un prolongado silencio, la cara de José fue mutando de una inocente alegría a la más profunda tristeza
- No está – gritó a su mujer desde el patio – pero la aspiradora sigue aquí
- Tal vez no pudo abandonarnos, le dio tristeza dejar solos a unos pobre viejos, déjala cerrada, no la abras.
- Pero no está…
- Sigue aquí tonto… no te das cuenta… debemos ayudarlo a irse… ya es hora, solo que no se anima… le da lástima por nosotros…
José no entendía a que se refería María, pero ya estaba acostumbrado a que no siempre la entendía, ella era un poco rara, bueno… ambos lo eran. María tomó una hoja de papel muy blanca y sobre ella, con trazos tan rápidos como firmes, dibujó un hermoso pájaro, el más hermoso que ningún humano pudiera haber dibujado, solo el amor era capaz de inspirar tanta belleza.
- Está bonito mujer, no sabía que dibujabas tan bien…
- Bueno, es que no dibujo, pero bueno, nuestro amigo lo merece
Terminado el dibujo María fue a la puerta que da al patio, un fuerte viento que se colaba por todos sus rincones venía desde la humilde casa, soplando hacia fuera, María soltó el dibujo y como una gran hoja marchita, remontó y remontó hasta perderse de la vista de la pareja de ancianos.
- Ahora si se ha ido, está donde debe estar… lástima que no pudo llevarse su casa…
- Era un dibujo muy lindo, el único recuerdo que teníamos de él…
- No te preocupes hombre, sé feliz, pronto nos reencontraremos con él…

Eduardo Abenia

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