VOCES
entre VOCES
"Es
infinitamente más bello dejarse engañar diez veces que perder una
vez la fe en la Humanidad". Heinz
Zschokke
TEMAS
TERTULIA 25-3-2016
El
libro en blanco.
Los
santos culpables.
Historia
de un boligrafo.
TEXTOS
TERTULIA 18-3-2016
El
pájaro negro.
Rezar.
Vértigo.
EL
PÁJARO NEGRO
Se
posa en mi ventana, me despierta todas las mañanas con su canto
intenso, su plumaje es brillante y bello. Yo le dejo la ventana
abierta por si quiere entrar, pero no quiere, él sabe refugiarse y
alimentarse, por eso quiere libertad.
A
mi me gusta que venga, confía en mi, sabe que no voy a intentar
cogerle, sabe que no va a perder su libertad.
María
C.G.C.
HISTORIAS
DE PÁJAROS NEGROS Y ARCO IRIS
Historia
1
Aquel
pájaro negro no tenía amigos por ser negro.
Su
silenciosa tristeza se convirtió en energía para crear un arco
iris.
Kupukupu
Historia
2
Había
un pájaro negro que tenía vértigo y no podía volar.
Pasaba
su tiempo rezando.
Un
día, cuando comprendió que la tierra giraba, los electrones
giraban, y no había nada quieto en este universo, voló hasta
alcanzar al arco iris . . . y sonrió.
Kupukupu
Historia
3
Antes,
en la tierra sólo existían pájaros negros y pájaros blancos.
En
el mundo de los pájaros negros, todos los pájaros eran negros.
En
el mundo de los pájaros blancos, todos los pájaros eran blancos.
Un
día, el cielo mostró su sonrisa de arco iris, y nació así el amor
entre los pájaros negros y los pájaros blancos.
Desde
entonces los pájaros cantan de alegría por tener colores.
Kupukupu
EL
PÁJARO NEGRO
Hay
personas a las que no les gustan los pájaros negros, dicen que son
aves de mal agüero. Creo que no comprenden que son tan sólo
animalilllos curiosos que quisieran ser noche, descifrar los
misterios de la luna, de las alegrías, ilusiones, fiestas y placeres
nocturnos de los humanos y la razón de que éstos, tan extraños,
elijan esas horas sin luz para amarse . . .
Nekovidal
– nekovidal@gmail.com
VÉRTIGO
Estaba
en mi cuarto, escribiendo sobre la cama, cuando de repente
desaparecían las paredes del edificio, quedando sólo el esqueleto
metálico.
Me
asomaba al borde de la cama y veía, cinco plantas más abajo, césped
y un castaño recién plantado que crecía por momentos.
Yo
era yo y el castaño, al mismo tiempo.
(Vértigo
invertido)
Sara
ViTa
VÉRTIGO
No
me producen vértigo las alturas, sino la cortedad de miras de
algunos humanos tristes que, siendo tan pocos, siembran tanto dolor
en tantos de sus semejantes con sus enfermizos negocios de guerras,
integrismos de todos los colores, codicia y poder.
Para
sentir vértigo por la altura debería encaramarme a la imaginación
de un niño, a la volatibilidad de una pregunta indiscreta, o a la
creatividad de algún poeta borracho antes de que, ya de madrugada,
se abrace, tambaleante, y con más necesidad que cariño, a una
farola.
Nekovidal
– nekovidal@gmail.com
REZAR
Rezar,
lo que se dice rezar, no rezo desde la infancia, cuando entendía que
era hablar con algún dios de igual a igual, pues sólo así se puede
hablar libremente. Entonces no podía imaginar ni concebir a ningún
dios como un tirano cruel, déspota, misógino y caprichoso. Luego
vinieron las terroríficas clases de religión . . .
Dejé
de rezar desde el día que me enteré que eran mortales todos los que
se decían representantes de dioses inmortales. Algo no me cuadraba,
primero pensé que mi corta edad no me permitía comprender ciertas
cosas, luego sospeché que mi desconfianza podía tener algo que ver
con mis raíces galaicas, pero al final me di cuenta de que, por
desgracia era, simplemente, la cruda y dura realidad de los miedos
humanos que les empujan a abrazar una religión, un consuelo
legítimo, pero también a intentar imponerla a quienes le rodean,
algo perverso. No he encontrado una sola religión que no tenga entre
sus filas integristas convencidos de su derecho a imponer sus
creencias, no deben estar tan seguros de ellas . . .
Así
me convirtieron en un niño travieso, desobediente, preguntón y,
finalmente, agnóstico, con sus consecuencias en reprimendas y
castigos, casi todo ello, evidentemente, a mi pesar . . .
Nekovidal
– nekovidal@gmail.com
EL
PAJARO NEGRO
-
José…, hay un ruido en el cuarto
-
Ya voy, ya voy…
Sin
mucha prisa, José fue hasta la habitación contigua, no temía que
hubiera ladrones, ninguno es tan tonto para perder su tiempo robando
a quienes nada tienen, el cuarto no era más que un juntadero de
cosas viejas, que ellos atesoraban, pero nadie más querría.
Al
entrar, José encontró que una vieja aspiradora se movía, había
algo dentro de ella.
-
No te preocupes mamá, es solo la vieja
aspiradora azul que se mueve
-
Fíjate que tiene dentro, no creo que se
mueva por si sola
-
Si mujer, estoy en eso
De
sobra sabía José que su esposa tenía razón, así que despacio
abrió aquel cacharro, temía que una rata se hubiera ganado dentro.
Al abrirla, un pájaro muy negro, casi azul de tan negro, apareció
bañado de motas de polvo añejo.
-¿Porqué
abres mi casa… acaso no respetas la privacidad?
-
Disculpa, no quise molestar – le dijo
José sin apenas reparar en lo extraño que resultaba que el pájaro
le hablara
-
Es un pájaro negro… me pide que no le
moleste
-
Que raro que se haya metido allí, tal vez
precisa refugio, incluso quizás esté hambriento, pregúntale si
quiere comer algo
-
¿Estás bien?... ¿quieres comer?
-
No, gracias, solo estaba buscando casa y
encontré esta, que la verdad me acomoda muy bien
-
Puedes quedarte con nosotros, vivimos solos
y hay mucho espacio aquí
-
Bien, gracias… si no les molesta…
-
Para nada, puedes quedarte cuanto quieras
-
María… pon otro plato a la mesa, se
quedará con nosotros
Poco
parecía importarle a José que aquel animal evidentemente no podía
comer a la mesa con ellos, tampoco le extrañaba que hablara, estaba
demasiado contento con la inesperada compañía como para reparar en
esos detalles.
Pasaban
los días y ambos ancianos, cada uno a su manera, se hicieron amigos
y compinches de aquel animal. José le contaba sus viejas historias
de pesca, tan inverosímiles que solo un pájaro podía creerlas.
María en cambio lo ponía a colaborar en las tareas de la casa, a
barrer o a pelar cebollas.
-
José… siento unos ruidos raros en el
patio
-
Ya voy, ya voy
Al
salir, José pudo ver que la vieja aspiradora daba saltos de más de
un metro, así que se acercó a ella y preguntó
-
Otra vez te has metido allí… ¿Qué
haces?
-
Bueno, llegó la hora de marcharme, así
que me llevo mi casa, si no les molesta claro
-
Es solo una vieja aspiradora que hace mucho
no funciona, puedes llevarla, ese no es problema, pero… te
extrañaremos, ¿por qué te vas?
-
Es que ya es tiempo
-
Mujer… se vá con la aspiradora…, dice
que ya es tiempo…
María
se acercó con los ojos llorosos
-
¿Nos dejarás solos? Estamos bien contigo
-
También estoy bien con Uds., pero ya es
hora, me llevo mi casa, si no les molesta
-
Claro que no, es tuya si la habitas, para
nosotros es solo un trasto mas, no la tiramos solo porque está ahí,
es parte de nuestra vida, como tú… pero ahora ambos se van… no
es justo…
-
También me da tristeza, pero es la hora
-
Bueno, si tiene que ser así…
María
se dio la vuelta, no quería ver a su amigo partir, José se quedó
mirando la extraña escena, solo para él tenía sentido que un
pájaro metido dentro de una aspiradora la hiciera volar, finalmente
él también se dio media vuelta y volvió a la casa, tampoco
soportaba verlo partir.
Al
levantarse de la siesta José miró al patio y con gran alegría vió
que la aspiradora seguía allí. Seguro se arrepintió y decidió
quedarse con nosotros pensó. Así que fue donde el desvencijado
aparato
-
Que alegría, decidiste quedarte con
nosotros…
Se
hizo un prolongado silencio, la cara de José fue mutando de una
inocente alegría a la más profunda tristeza
-
No está – gritó a su mujer desde el
patio – pero la aspiradora sigue aquí
-
Tal vez no pudo abandonarnos, le dio
tristeza dejar solos a unos pobre viejos, déjala cerrada, no la
abras.
-
Pero no está…
-
Sigue aquí tonto… no te das cuenta…
debemos ayudarlo a irse… ya es hora, solo que no se anima… le da
lástima por nosotros…
José
no entendía a que se refería María, pero ya estaba acostumbrado a
que no siempre la entendía, ella era un poco rara, bueno… ambos lo
eran. María tomó una hoja de papel muy blanca y sobre ella, con
trazos tan rápidos como firmes, dibujó un hermoso pájaro, el más
hermoso que ningún humano pudiera haber dibujado, solo el amor era
capaz de inspirar tanta belleza.
-
Está bonito mujer, no sabía que dibujabas
tan bien…
-
Bueno, es que no dibujo, pero bueno,
nuestro amigo lo merece
Terminado
el dibujo María fue a la puerta que da al patio, un fuerte viento
que se colaba por todos sus rincones venía desde la humilde casa,
soplando hacia fuera, María soltó el dibujo y como una gran hoja
marchita, remontó y remontó hasta perderse de la vista de la pareja
de ancianos.
-
Ahora si se ha ido, está donde debe estar…
lástima que no pudo llevarse su casa…
-
Era un dibujo muy lindo, el único recuerdo
que teníamos de él…
-
No te preocupes hombre, sé feliz, pronto
nos reencontraremos con él…
Eduardo
Abenia
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