domingo, 6 de julio de 2025

 VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

5 poemas de Paisaje personal, de Paula Ćaćić

21 Jun 2025

Laura di Verso

  

Dice Patricia Crespo Alcalá que “la poesía de Paula Ćaćić conecta visceralmente con el lector por medio de una cadencia íntima y un lenguaje sencillo y director, para entregarnos la cruda vulnerabilidad”. Y, para comprobarlo, nada como leer este magnífico poemario.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Paisaje personal (La Tortuga Búlgara), de Paula Ćaćić.

***

c u e r p o   d a d o

acepto el cuerpo dado.
me ocupo de él.
lo fuerzo a adoptar leyes incomprensibles,
a tragar heridas infligidas por el corte afilado
de la hélice de un avión de juguete.
lo ejercito.
lo estiro.
lo mordisqueo.
a veces escupo parte de la piel.
quiero que sea impenetrable,
plástico, perfecto,
que no sea un lienzo en el que aparezcan
presagios de mortalidad.
deseo que sea a la vez amado e insensible al tacto.
deseo que sea una coraza permanente,
bajo la cual me hundo más y más en la oscuridad
y desaparezco,
para incorporarme de nuevo al día siguiente,
admirar su mecanismo persistente,
que lubrico aquí y allá,
que protejo contra la oxidación, parásitos, enfermedades,
al que riego como a una planta.
a veces deseo ser mucho más que él.

***

m i   c u e r p o

mi madre lavó mi cuerpo con cuidado,
el cuerpo de una niña de trece años
después de una cirugía de columna.
estaba avergonzada,
aunque se tratara de mi madre.
no quería que viera
cómo empiezo a parecerme a ella,
cómo empiezo a mostrar indicios de mujer.
no quería que se preocupara porque creciera,
así que le dije
mamá, cuando un día seas mayor
yo también te cuidaré así.

***

c o l u m n a   v e r t e b r a l

recuerdo ese día haber bebido té helado,
sentada en el asiento trasero del coche.
recuerdo ese día haber pensado en serio lo jodida que estaba,
porque mi cuerpo estaba jodido.
ese día por primera vez estaba desnuda frente al médico,
ante las puertas dobles y solo esperaba que las abriera
algún impaciente paciente
que llevara mucho tiempo esperando turno.
entonces ese mismo paciente vería mis senos pequeños,
y yo desearía que la tierra me tragara de la vergüenza,
porque tengo 11 años y escoliosis
y me obligan a quitarme el sostén.
mi cuerpo es una instantánea azulada
sobre la cual deliberan e interpretan
cómo mi columna se desvió.
recuerdo sentirme culpable.
mamá decía: “¡paula, ponte recta!”
mamá sabía que yo era la más alta de la clase.
mamá no sabía que quería ser la más baja.
recuerdo bien ese día —
los médicos usaban reglas y transportadores
para medir lo jodida que estaba.

***

d í a   d e   l a   m a d r e

después de 9 meses llevándote,
estallé como una granada rojiza
en miles de pequeños granos.
me dijeron
que tengo instinto maternal,
pero se olvidaron de que soy solo una chica,
apenas una niña…
¿para qué querría una niña tener un hijo?
si ya ha olvidado todos los juegos…

después de 9 meses llevándote,
entrañas ensanchadas, sueños rotos, esperanzas lejanas,
me queda la ilusión de saber cómo retornará mi granada
a su estado anterior, montará sus alveolos y se regenerará.

después de 9 meses de llevándote,
no obtuve nada —di a luz,
solo reventé,
casi me ahogué en mi propia sangre.

te estoy mirando
deberías ser un hombre adulto, no un muchachito.
deberías saber que la granada es dura por fuera,
pero tan delicada por dentro
y que su sabor no es para cualquiera.
dime, ¿para qué querría una niña tener un hijo?
si ya ha olvidado todos los juegos…

***

r u t a   p e r d i d a

podía haberme marchado
igual que se largan
las chicas rotas.
podía haber desaparecido
en una noche
en una ciudad impredecible,
con viejas heridas,
con la vieja carga
impresa en los párpados.
podía haber escapado,
esconderme en algún rincón oscuro,
donde no me conozcan,
donde me puedan amar con premeditación.
y de nuevo,
todo sería igual,
como contigo,
como con él,
como con el anterior…
todas mis estaciones de paso
fueron refugios amargos,
una ruta perdida.

—————————————

Autora: Paula Ćaćić. Título: Paisaje personal. Traducción: Miguel Roán. Editorial: La tortuga búlgara. Venta: Todos tus libros.

BIO

Paula Ćaćić nació en 1994 en Vinkovci. Se graduó en Indología y Lenguas y Literaturas Eslavas Meridionales en la Facultad de Filosofía de Zagreb. Ha publicado poesía en diferentes revistas y portales de internet y ha participado en lecturas poéticas en Liubliana y Zagreb. Por su manuscrito Povratna karta (Billete de regreso) recibió un premio en los Encuentros de Poesía en Drenovci en 2016, y el libro Paisaje personal fue galardonado en las Jornadas de Josip e Ivan Kozarac en 2020. En 2018, su cuento “Na kraju sela” (Al final del pueblo) fue elegido el mejor en el festival Preprekova Jeseni. Además de poesía y cuentos, escribe críticas y reseñas cinematográficas de manera ocasional. Traduce textos literarios del búlgaro y del esloveno al croata. Ha traducido del esloveno el poemario Patnje mlade hana (Los sufrimientos de la joven Hana), de Katja Gorečan (2020), y ha participado en la traducción de la antología de poesía búlgara contemporánea Na posljednjem katu neba (En el último piso del cielo) (2022) y del poemario Galerija srca (La galería del corazón) de Marín Bodákov. Actualmente vive y trabaja en Praga.

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-paisaje-personal-de-paula-cacic/



TEMAS TERTULIA 12-7-2025

EL ARBOL DE LA VIDA

SILENCIO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 4-7-2025

ENIGMAS

ESTIGMAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


ENIGMAS

"No hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado, construido o inventado, a no ser para salir del infierno".
(Antonin Artaud)

 

Martilleamos la vida con la perseverancia de un creyente y una ingenuidad infantil que deslumbra.

De todo pretendemos hacer un paraíso y en todo hallamos una razón para seguir persiguiéndolo.

En todo nos negamos a la negación, porque la vida es afirmación o no es. Dolor, sinrazón o injusticia se niegan a si mismos ya que nada saben construir o dar, nadan saben crear.

Lo diremos todo, siempre perdidos en sombras que nos sirven de guía.

Somos, sin sospecharlo, constantes creadores de enigmas, forjadores de diminutas ilusiones de poder inimaginable.

Estamos vivos, pero somos, ante todo, supervivientes de la hecatombe cotidiana: el reducido pero creciente grupo de seres que cada día, contra toda duda y todo miedo, se niegan, recurrentemente a decir: “No puede ser” . . . y así creamos, mágicamente, cada día, todo cuanto es.

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ESTIGMAS


Desde niña, no sé si me vino dado de nacimiento o se produjo en la primera infancia, en el ojo izquierdo padezco lo que técnicamente se denomina ambliopía, y se conoce ordinariamente como ojo vago. Siendo diestra como soy, estuve convencida de que con el ojo izquierdo se veía peor que con el derecho hasta que a los trece años lo comenté en casa y saltó la alarma; a esa edad ya no había forma de corregirlo y, además, mi cerebro se había acostumbrado de tal manera que tampoco tenía estrabismo.


Con los años y las muchas horas de trabajo bajo la luz artificial de los halógenos han sobrevenido las cataratas oculares de las que me han operado hace unas pocas semanas; primero han atajado el ojo vago, ya que porcentualmente podía dar más problemas que el que no lo es y precisa un margen más amplio de adaptación.


A pesar de que usaba lente de contacto para paliar la ambliopía, la visión con ese ojo tras el implante de la lente intraocular es absolutamente diferente, sobre todo los colores, como si hubiera desaparecido de su Pantone particular el tono amarillento turbio. Comparar la visión de un ojo con otro es inevitable: miro la pared y si con uno creo que está pintada en blanco roto, con el operado la veo de un blanco radiante.


Esta comparativa me ha llevado a plantearme cuál será el color verdadero y de qué forma tan diferente vemos cada quien los colores, el mundo, a las personas. Y abundando en el tema, si una simple lente intraocular puede concluir en un cambio radical de visión, qué no podrá hacer en nuestra vida un cambio significativo en las coordenadas que manejamos.


Estoy casi segura de que estigmatizamos a los otros para convencernos de que nuestra forma de mirar es la correcta, declarando así insuperable el modo de vida que llevamos para sentirnos diferentes y superiores, una especie de culto sacrificial no corpóreo por el que creamos un chivo expiatorio en el que volcar la mugre que poseemos y de la cual creemos librarnos con ese pseudo ritual: si localizo al malo fuera de mí, pertenezco al grupo de los buenos; si al orate, al racional; si al ignorante, al listo. Y podría seguir indefinidamente ejemplo tras ejemplo.


Sin embargo, hay algo que me pone alerta y me mueve las tripas, y no es en sí generar estigmas, sino vivir conforme a aquellos que no están basados en mi propia percepción, los estigmas educacionales, los que no sé por dónde me llegaron, esos que nunca me he parado a analizar porque ni siquiera tengo conciencia de ellos; probablemente sean esas huellas invisibles las que en gran parte me han dado la pauta para ver el mundo, del mismo modo que mi cerebro, al observar el comportamiento diferente de mis manos, decidió que el ojo izquierdo por estar allí situado era menos preciso en su cometido que el derecho.


Puede que no tengamos capacidad para modificar ciertos comportamientos, pero podemos hacer más suave nuestro paso por el planeta si tomamos conciencia de que, como dijo Anaïs Nin: «no vemos las cosas como son, sino como somos».


03/julio/2025 para «VOCESentreVOCES»

Texto : Vicki Blanco

Imagen : Manu Mariscal


ESTIGMAS

El gran estigma que arrastra el ser humano es, sin duda, el de no conocerse. Varios libros sagrados de varias religiones expresan el comienzo de la naturaleza humana en el momento que surge la conciencia de ser, de existir, del propio ego y del ego de nuestros semejantes, saber que se es. Pero el siguiente paso, conocer realmente la propia naturaleza de la especie de la que formamos parte y, aún más difícil, conocerse a si mismo, conocer nuestra propia naturaleza interior, se encuentran todavía muy lejos para la inmensa mayoría de los humanos, lastrados todavía, en estas sociedades primitivas y antinaturales en que aún vivimos, por las necesidades básicas de supervivencia.

Si a ello sumamos la extraña costumbre de repetir errores ya cometidos, se ve muy lejano en el horizonte el día en que podamos decir con orgullo y modestia a la vez, que ya somos, al fin, humanos, dignos portadores de ese milagro de la vida al que llamamos conciencia.

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ESTIGMAS

Antes de que naciera la escritura


En aquel pasado lejano

Cuando no existíamos ni tu ni yo

Nació el ser humano del vientre del mundo.

Sin pecados

Sin defectos

Sin toxicidad

La tierra le había envuelto y

le había dejado creer en la buena fe.

Cabalgaba, vivía sus locuras,

En la cima de la montaña puso sus cimientos

Tapó su desnudez

cosió su ropa

con los hilos del sol

Llevaba la naturaleza como atuendo

con remiendos de sus preocupaciones

de su sangre

y de la savia del bosque.

En las paredes de sus días

dibujó y talló

mucha sabiduría y mensajes

en paz.

En aquella cueva se aisló,

en aquella gruta

vivió, creó,

grabó el secreto de la vida

en el techo de su cielo.

Vio la oscuridad,

conversó con ella,


conoció el miedo,

se fortaleció con él.

Vio el mundo a través de sus ojos,

vivió como un nómada ...

¿Habría sufrido? Quizás

¿Habría vivido feliz? ¿Quién puede saberlo?

¿Existía la mentira

antes de nacer la escritura?

¿Existía la traición?

¿Existía la huida?

¿Existía el fuego?

¿Existían las guerras?

Las respuestas están ahí.

Todo está ahí.


En aquella cueva,

cuyos alrededores

están tallados con secretos,

grabados con leyendas,

historias y noticias,

imagen del primer Adán

que dio el primer paso

para llegar hasta nosotros,

que inició el sueño

para hacerlo realidad,

que inició la palabra

para escribir.

El que intentó revelar a la roca

y tallar en ella: sonrisas

lágrimas y

huellas dactilares


El que intentó pintar en la roca

El color de la vida

El color de la soledad

El color de uno mismo

El color de la mañana

nuestro propio color,


que nunca conocimos

y nuestro sueño

Que nunca alcanzamos .....

Ouarda Assya


قبل ما تولد الكتابة


البارح من قديم

فذاك الماضي الغابر

ما كنت ال انا و ال انت

تولد بنادم من كرش الدنيا

بال ذنوب

بال عيوب

بال سمية

قمطته االرض

فرشت ليه النية


صال جال ,ركب هبالو

فراس الجبل دق وتادو

غطى عراه

خيط كساه

من ضي الشمس


لبس ثوب الغابة

المرقع من همه

من دمه

من سوالف الغابة


على حيوط ايامه

رسم نقش


شال حكمة و معاني

هاني

فذاك الكهف تخلوى

فذيك المغارة

عاش بدع

نقش سر الحياة

على سقف سماه


شاف الظلمة


دوا معاها

شاف الخوف

تقوى منه

شاف الدنيا بعينيه هو

....عاش البدو

يمكن تألم؟؟يمكن

يمكن عاش الهنا

شكون فينا يحكم

واش كان الكذوب ؟؟

قبل ما تولد الكتابة

واش كان الغدر؟

واش كان الهروب؟

واش كان الجمر؟

واش كانوا الحروب؟

الجواب تمة

كلشي تمة


فذاك الكهف

اللي حيوطه


منحوتة باألسرار

محفورة فراس التاريخ

قصص و أخبار

صورة بنادم األول

اللي بدا الخطوة

باش نوصلوا احنا

اللي بدا الحلمة

باش نحقوها احنا

اللي بدا الكلمة

باش نكتبوا احنا


اللي جرب يبوح للصخر

ينقش عليه: بسماته

دمعاته

بصماته


اللي جرب يرسم على الصخر

لون الحياة

لون الوحدة

لون الذات

لون غدة

لونا احنا

اللي ما عرفناه

وحلمنا احنا

.....اللي ما حققناه

Ouarda Assya


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


Libros que nos hacen más humanos, recomendados por Elif Shafak

La autora de origen turco publica 'Hay ríos en el cielo', epopeya en torno a una gota de agua que atraviesa distintas épocas de la humanida.

Elif Shafak (foto: Ferhat Elik)

Elif Shafak (foto: Ferhat Elik)

Guillermo ArenasEspaña / 30.06.2025 14:46:27

De la antigua Mesopotamia al Londres del siglo XIX y a las orillas del río Tigris en 2014 a través de una gota de agua. En Hay ríos en el cielo, la nueva novela de la escritora de origen turco Elif Shafak, la historia de la humanidad es resumida a partir de una partícula minúscula, una sencilla gota de agua que conecta puntos y lugares distantes en el tiempo y el espacio. Con ese ambicioso y singular punto de partida, la autora de El arquitecto del universo nos habla de imperios que caen, de la Epopeya de Gilgamesh, del papel de las mujeres en la historia y de la crisis climática, entre muchas otras cosas. A todas ellas se acerca con pasión y empatía, una receta necesaria en un mundo cada vez más polarizado. Hablamos con Shafak y nos recomienda libros que nos hacen más humanos.

Video: entrevista y libros recomendados

Elif Shafak: entrevista y libros recomendados

Elif Shafak (foto: Ferhat Elik)



Lo minúsculo y lo universal. Esa dualidad está en el centro de Hay ríos en el cielo, un libro que comenzó con la idea de dar voz a un elemento tan pequeño como una gota de agua. “Aunque este libro es épico en su alcance, en el sentido de que abarca países, siglos, culturas y milenios, todo comenzó con esa pequeña idea, con esa diminuta gota”, cuenta Shafak. “Me pregunté si podría ver el universo dentro de esa gota, como tal vez William Blake quiso ver el universo dentro de un grano de arena. Quizás fue un poco místico, pero lo que intento decir es que el agua es la historia de nuestra época. Y lo olvidamos. De hecho, la crisis climática es esencialmente una crisis hídrica, se trata principalmente de una crisis de agua dulce. Esa es la paradoja: por un lado, el nivel del mar está subiendo y, por otro, estamos viendo cada vez más inundaciones repentinas. Lo que pasó en España, en la hermosa Valencia, me rompió el corazón. No debemos olvidar que puede pasar en cualquier lugar”.

Hay ríos en el cielo

Hay ríos en el cielo

Elif Shafak

LUMEN

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Para Shafak el agua representa algo más que un elemento natural necesario. “Cuando miramos a nuestro alrededor, especialmente en Europa, y vemos esta abundancia de agua, nos da la impresión de que tenemos demasiada”, apunta. “Pero la paradoja es que tenemos poca agua para beber. Y para quienes venimos de Oriente Medio, esta es una realidad muy aguda. Porque de los diez países con mayor estrés hídrico del mundo, siete se encuentran en Oriente Medio y el norte de África. Nuestros ríos se están agotando. También veremos un aumento del extremismo si no hay agua. Esto también afecta la vida de las mujeres, principalmente porque son aguadoras. Por lo tanto, cuando no hay agua cerca, la distancia que una mujer tiene que caminar aumenta, lo que aumenta la posibilidad de violencia de género. En realidad, todo está conectado. Y, como narradora, solo quiero mostrar que estas conexiones existen. Me interesa mucho el ecofeminismo, que intenta conectar distintos puntos”.

Buscar la humanidad

Hay ríos en el cielo transcurre en tres momentos históricos muy distintos, desde el lodo del río Támesis en 1840 al Londres de la actualidad, o con Narin, una niña yazidí que vive e orillas del río Tigris. “Soy narradora, pero eso no significa que solo me interesen las historias.También significa que me interesan los silencios”, cuenta Shafak. “Siento eso con mucha fuerza, quizá porque soy una escritora turca. Turquía es un país con una historia muy larga, compleja y rica, pero eso no significa que tengamos una memoria muy fuerte. Todo lo contrario. En Turquía, somos una sociedad de amnesia colectiva. Toda nuestra relación con el pasado está llena de rupturas, y esas rupturas se llenan con interpretaciones ultranacionalistas y ultra religiosas del pasado que siempre hablan de un imperio glorioso, de nostalgia imperial”.

Como escritora, Shafak quiere plantearse preguntas. “¿Dónde están las historias de las mujeres? ¿Dónde están las historias de las minorías? ¿Cómo era el Imperio Otomano para un platero armenio, un molinero judío, un campesino árabe, un marinero griego o un agricultor kurdo? Cuando eres narradora, debes interesarte por los silencios y las historias no contadas”, explica. “Siempre me he sentido más atraída por la periferia que por el centro, por los márgenes, cualquiera que se sienta diferente, que sea tratado como diferente. Mi corazón se dirige naturalmente en esa dirección. Quiero comprender y escuchar su historia. La literatura tiene el poder de rehumanizar a las personas que han sido deshumanizadas”.

Para la escritora, que se ha posicionado en varias ocasiones contra la deriva autoritaria del gobierno turco, la literatura tiene un poder para humanizar que otras formas de comunicación no logran igualar. “Hay estudios científicos muy interesantes que demuestran que existe una conexión entre las emociones y la memoria”, apunta. “Por ejemplo, cuando escuchamos una charla, si esta se presenta con números, gráficos y estadísticas, al día siguiente hemos olvidado alrededor del 56% de la charla. Tres días después, hemos olvidado alrededor del 72%, o más del 70%. Pero si la misma conversación se transmite a través de historias, una historia personal, entonces recordamos, y recordamos por más tiempo. Nadie lo dijo mejor que Maya Angelou: “La gente olvidará lo que has hecho”, dijo. Puede que sí. Puede que incluso olviden lo que dijiste, pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir. Son esos sentimientos los que nos acompañan: nuestro dolor, nuestra ira, nuestra alegría, nuestro placer. Estas son las cosas que nos acompañan. Así que la literatura dice la verdad a su manera y nos conecta con otras personas”.

Por eso, Shafak cree que necesitamos la literatura “igual que necesitamos agua, aire y pan”. “Es igual de esencial. Un mundo sin empatía, un mundo donde nos volvemos insensibles unos a otros, un mundo marcado por la apatía, será mucho más difícil de vivir. Tal como yo lo veo, la literatura es el antídoto contra el entumecimiento”.

Libros que nos hacen más humanos, recomendados por Elif Shafak

  • Don Quijote de la Mancha, 1

    Don Quijote de la Mancha, 1

    Miguel de Cervantes

    Alianza Editorial

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    Siempre recomendaría leer Don Quijote por muchísimas razones. Me impactó profundamente como lectora y como escritora. Y creo que es un libro que no se puede leer solo una vez, hay que releerlo una y otra vez. Cada vez que lo lees, descubres cosas nuevas. Para mí, Don Quijote es muy importante porque me demuestra que una novela abraza la pluralidad, la imaginación y la audacia. Así que siempre ocupa un lugar muy especial en mi corazón.

  • Orlando

    Orlando

    Virginia Woolf

    Alianza

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    Otra novela de la que me encanta hablar es Orlando de Virginia Woolf. Me demostró que se puede ser libre como narradora. Es una historia muy fluida, muy acuática. Intenta trascender las fronteras geográficas y temporales. Hasta que leí Orlando, cuando era mucho más joven, no sabía que se podían escribir historias así.

  • Eterno anochecer

    Eterno anochecer

    Forugh Farrojzad

    narrativa

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    Recomendaría, aunque no es muy conocida en Occidente, a una poeta iraní llamada Forugh Farrokhzad. Era una rebelde y pagó un precio muy alto en Irán, en una sociedad muy patriarcal, por serlo. Se trata de una mujer, una poeta, que escribió sobre la sexualidad femenina. Escribió sobre el deseo femenino, se atrevió a escribir sobre él. Eran temas casi inéditos, y aún hoy, ya sabes, mucha gente la insultó por eso. Incluso hoy en día, es posible que te encuentres con gente que la calumnie. Me gustaría que más gente leyera su obra.

  • Rubayat

    Omar Jayyam

    Alianza Editorial

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    Otro poeta que podría recomendar es Rumi. La voz de Rumi, creo, es tan atemporal. Es tan universal. Hay algo muy compasivo en la poesía de Rumi. Y me gusta la inteligencia compasiva. Me gusta el humor compasivo. Creo que la amabilidad nos hace más fuertes y no deberíamos perderla de vista.

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