domingo, 27 de noviembre de 2022

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

"Quiénes son...", de Idea Vilariño (Uruguay, 1920-2009)


Quiénes son quiénes son

metidos en mi vida

imponiendo ternura

espectros como yo

momentáneos y vanos

iguales a las hojas que pudre cada otoño

y no dejan memoria.

Quiénes son quiénes son.

Son éstos y no otros

de antes de después

frutos de muerte son

sin remedio sin falta

irremisiblemente

antes o después

muertos

tan fugazmente cálidos alentando y erguidos

y amando

por qué no

amando sin pavor

sin conjugarse nunca

la otra alma el otro cuerpo

la otra efímera vida.

Quiénes son quiénes son.

Qué camada de muertos para el suelo que pisan

qué tierra entre la tierra mañana

y hoy en mí

qué fantasmas de tierra obligando mi amor.

Idea Vilariño, incluido en Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (Galaxia Gutenberg Círculo de lectores, Barcelona, 2002, selecc. de Eduardo MilánAndrés Sánchez RobaynaBlanca Varela y José Ángel Valente).FUENTE: https://franciscocenamor.blogspot.com/



TEMAS TERTULIA 2-12-2022

BICHOS

ARCOIRIS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



TEXTOS TERTULIA 25-11-2022

DIME

LO ESTOY PENSANDO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


NO ME LLAMES EXTRANJERO

No me llames extranjero, mírame bien a los ojos, mucho más allá del odio, del egoísmo y el miedo . . .y verás que soy un hombre, no puedo ser extranjero.

No me llames extranjero, traemos el mismo grito, el mismo cansancio viejo que viene arrastrando el hombre desde el fondo de los tiempos, cuando no existían fronteras, antes de que vinieran ellos, los que dividen y matan, los que roban, los que mienten, los que venden nuestros sueños, los que inventaron un día esta palabra: extranjero.

(Rafael Amor)

DIME

Letras, caminos y días dan a las personas sabiduría.

Música, yantar y amistad le dan la felicidad”

(Proverbio árabe)

Dime: ¿Qué te da vida realmente?

Dime: ¿Cuántos objetos de los que usas sabrías fabricar con tus propias manos?

Dime:¿Sabes disfrutar de lo heredado de nuestros antepasados?

Dime:¿Has comprendido ya que perteneces a una especie social y no eres nada sin tus semejantes?

¿Y que la naturaleza no admite trampas?

Dime:¿Por qué tenemos todos tanto miedo al primer paso siendo como somos una especie tan viajera?

Dime:¿Crees que lo que crees es la única realidad y no hay otra?

Dime:¿Crees que tenemos claro el límite entre hipótesis y evidencia?

Dime:¿Has encontrado algo más poderoso que la esperanza?

Dime:¿Sabes convivir con la evidencia de estar condenad@ a muerte?

Dime:¿Eres o tienes?

Dime:¿Por quién o qué entregarías tu vida?

Dime: ¿Por qué olvidamos cada día que puede ser un gran día . . . o el último?

Háblame claro y dime: ¿De verdad quieres que hablemos claro?

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LO ESTOY PENSANDO


Hace ya bastantes años que se está dando importancia a la neurociencia y los estudiosos del cerebro dicen que las decisiones que tomamos de manera instintiva son más poderosas y más certeras que aquellas que vienen dadas por un análisis exhaustivo de las posibles consecuencias de un acto. Quienes me conocéis sabéis que no descarto nada de lo que escucho o leo, entre otras cosas porque tengo conciencia de mi imposibilidad para ver la esfera completa que es la vida y, de esa manera, accedo a los diferentes paisajes; seguro que no es la única, pero es la mejor forma que conozco para llegar generar ideas propias.

Últimamente estoy en modo introspección, dejándome sentir, asumiendo mis emociones y trabajando para que sea yo quien las controle a ellas y no ellas las que me controlen a mí; a la vez, hago todo lo que está en mi mano para diferenciar mi instinto profundo, mi autenticidad, del asalto emocional generado automáticamente por la costumbre o por lo que de reptiliano hay en mí; en mi opinión, nada tiene que ver la huida instantánea cuando un peligro real acecha, con una retirada decidida, no en base a hechos tangibles, sino basada en la sensación energética que esos hechos provocan.

Pero, dando marcha atrás en el asunto, recuerdo -con poco cariño, pero con mucho agradecimiento- lo que una vez me dijo un conocido: «las decisiones se toman antes de tener conciencia de que lo estamos haciendo; aunque no te des cuenta, unos milisegundos antes de saberlo, ya has decidido qué hacer». La idea quedó en el tintero hasta que, escuchando una entrevista al físico Jean Pierre Garnier Malet sobre el desdoblamiento del tiempo, se reactivó aquel concepto. Puse la entrevista varias veces tratando de entender un poco el tema y no tuve más remedio que aceptar el hecho de que decidimos antes de decidir.

Solo me queda declarar que, al conocer este proceso humano, he optado por aprender a desdoblarme yo también, como el tiempo; claro que hacerlo añade algo de esfuerzo al trabajo de desarrollar la personalidad, pero a mí me facilita mucho el arte de vivir, ya que cuando digo «lo estoy pensando» a mí misma o a los demás -aunque es seguro que, lo sepa o no, ya he decidido-, me estoy concediendo el espacio necesario para instalarme en ese tiempo donde soy yo, sin serlo, donde me aseguro de que podré asumir las consecuencias de mis actos y sabré compartirme con los demás de la manera más limpia y humana posible.

27/noviembre/2022 – Vicki Blanco para “VOCESentreVOCES”


Más valía morir en la rebelión que vivir en la esclavitud“

(Isabel Allende, libro El bosque de los pigmeos)


LO ESTOY PENSANDO
 
La luz se balancea rítmicamente en un extraño e interminable baile sensual.

Desde la ventana, acuden a la llamada de la curiosidad todas las respuestas sin nombre.

La pequeña araña, que había tejido su tela en un rincón dos semanas antes, parece dudar ante lo evidentemente previsible.

Las suaves sinuosidades de las paredes acarician la vista con cada curva, con cada sombra.

El suelo, conjunto interminable de fragmentos abrazados por una simetría contestataria, se muestra como un mapa preciso de las cinco galaxias más cercanas.

El blanco inmaculado de la loza del baño parece retar a todos los demás colores.

Cada rincón de la habitación, creando mágicamente un espacio tridimensional, tiene su propia leyenda, y es a la vez cobijo e invitación a la vida.

Una diminuta y nerviosa hormiga corre por mi cuello hace un rato, pero no me creo con derecho a señalarle su camino ni a decidir su destino.

Mis manos acarician mis hombros negándose a separarse de ellos.

Yo sé que soy, pero no sé muy bien cómo ni para qué . . .

El doctor Rivas entró en la habitación de paredes acolchadas y dirigiéndose al joven que miraba indiferente el chaleco que le impedía todo movimiento, preguntó:

¿Cómo estás hoy, Raúl?”

Lo estoy pensando . . .”

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"Es mejor permitir que nuestras vidas hablen de nosotros a que lo hagan las palabras."

(Mahatma Gandhi)

LO ESTOY PENSANDO

Que nadie cambia por otro, que no vale con querer si dos personas no se entienden, que por mucho que uno lo intente no llega con intentarlo, que si no puede ser no será, que si te esfuerzas no harás más que perder el tiempo, que si no naciste con estrella siempre estarás estrellado, que cada cual ve la vida a su manera y nada puede cambiar eso, que todos esperamos que la próxima vez no vuelva a pasar lo mismo, pero pasa, que todo es inútil cuando no se quiere, que todos nos damos de bruces con la misma piedra una y otra vez, que lo que no se puede cambiar no cambia y que si no te quieren ahora no te van a querer después, que quien no quiere escuchar no escucha por mucho que tu quieras explicarte, básicamente que cada uno es como es y que no existen los milagros, solo ilusiones de un mundo mejor, ilusiones que son como un espejismo en un oasis, tristes esperanzas con las que todos podemos seguir viviendo autoengañándonos con un amor puro y sincero, comprensivo y sereno. Que para sentirse solo es mejor estar solo y que quién no quiere ver siempre estará ciego. Cada día veo todo esto más claro y cada vez quiero que esta realidad no me lastime y poder respirar sin el anhelo de la felicidad.

Eva Camba Paz

Ahora bien, cualquier dogma, basado primariamente en la fe y el sentimentalismo, es un arma peligrosa usada sobre los demás.“

(Isaac Asimov, Trilogía de la fundación)

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


MIRARSE EN AFRODITA O ADONIS

25 NOVIEMBRE, 2022 

Boticheli- Nacimiento de Afrodita

Por José Marcelo Ruiz

Mirarse en el espejo de Afrodita o de Adonis es hablar del culto a la belleza, y de la exigencia para alcanzarla. De un patrón estético que es impuesto por una sociedad a la que le importan más las apariencias y sus intereses económicos que la persona y su ‘ser’. La escritora estadounidense Naomi Wolf en su ensayo Mito de la belleza expone su visión feminista, y argumenta que las libertades, así como los logros sociales y laborales  alcanzados por las mujeres occidentales son aminorados por el culto al cuerpo. Puesto que la actual concepción sobre la ‘belleza’ es un valor normativo impuesto socialmente, que facilita que el patriarcado reafirme su hegemonía. Critica a la moda y a las industrias de la cosmética como instrumentos de explotación de la mujer. Cuyas imágenes publicitarias ejercen tanto poder que, incluso mujeres dueñas de sí mismas, con éxito y atractivas, esconden una parcela secreta: se odian a sí mismas porque están obsesionadas con el físico y sienten terror a envejecer.                                                                                     

  Otra visión tradicional sobre la belleza es la ofrecida por la religión, la cual es teológica, y cuya moral prohíbe la desnudez y el adorno bello del cuerpo de la mujer, por lo tanto, su concepción es misoginia. Ambas ideologías  actúan sobre el estado anímico en la mujer, que le conduce a trastornos psicológicos que agravan su salud. Por una parte, tiene que enfrentarse a la moral misógina de la religión. Y, por otra, a la norma estética de la sociedad, a la presión que ejerce la publicidad; así como a la explotación que padece.

  En la actualidad la preocupación por la imagen corporal es general, y se ha extendido también a los  hombres, habiendo jóvenes y adultos que padecen la obsesión de ‘Adonis’, (amante de Afrodita, que eternamente era joven). Paloma Prudencio García, de la universidad Francisco Vitoria (Madrid),  en su trabajo Culto al cuerpo: Salud o enfermedad, desarrolla un estudio pormenorizado de los trastornos patológicos por el ‘culto al cuerpo’ como: la vigorexia  (adicción obsesiva compulsiva de querer desarrollar la musculatura); las enfermedades causadas por una mala conducta de la alimentación (anorexia, bulimia…); y la problemática de la cirugía estética no necesaria. Obsesión  que los enfermos manifiestan por el deseo de alcanzar el estereotipo irreal de belleza. Exigencia que produce frustración, y como consecuencia provoca baja autoestima, ansiedad y depresión.

Lo anteriormente expuesto sobre belleza o salud, nos muestra  la presión social que padecemos y vivimos. Por lo tanto, es un asunto vital. Ello nos invita a preguntarnos: ¿Qué se está haciendo mal?, ¿qué acciones habría que realizar para lograr una sociedad saludable?

Acciones que impliquen liberación como: Exigir que con la salud no se comercie, porque es un bien social necesario. Aceptar que la belleza es  frágil, cambiante, subjetiva y, no debe estar sometida a ningún patrón. Aprender a envejecer; aceptando las etapas de la vida. Y dignificar la vida como expresa el poeta: “Yo busco las entrañas donde me dieron el ser. / Yo busco ese vientre fecundo de mujer que posee la creación. / […] Ella es la humanidad que se hace vida para siempre”.

                                                             José Marcelo Ruiz

Este artículo se la publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 25 de noviembre de 2022. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de pensamiento y opinión.

Fuente:https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/11/25/mirarse-en-afrodita-o-adonis/

El experimento del Botón Rojo

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Hay un objeto que divide el mundo, especialmente al de la comunicación y la publicidad, en dos grandes grupos de personas. Grupos intrínsecamente separados, esencialmente distintos. Estoy hablando de… ¡Tachan, tachan! (silencio dramático) ¡El Botón Rojo! Se trata de un botón imaginario que llevo un tiempo proponiendo en distintos debates y saraos a modo de experimento (o trampa, según se mire) y que tiene unas propiedades muy particulares.

Si lo aprietas, automáticamente desaparecen Google, Facebook, Twitter, Internet, la revolución digital, todas las mandangas que han nacido en los últimos años… y apareces de golpe y porrazo a finales de los ochenta, filmando mega-spots en Australia, a bombo y platillo, grabando un plano en las Bahamas y recogiendo premios por doquier. Un tele-transportador a los felices ochenta. Eso es lo que podría hacer el Botón Rojo por ti. Honestamente, si lo tienes delante, ¿tú qué haces? ¿Lo aprietas? ¿Ni pensarlo?

Las investigaciones indican que entre nosotros hay mucha gente que lo pulsaría sin dudar. Sus razones tienen. Sinceramente: si Internet hubiera desmoronado tu idílico modus vivendi y puesto en duda tu futuro más inmediato, ¿no te platearías darle al botoncito tú también? Cuando alguien te mira a los ojos, da un trago al Gin Tonic y confiesa “Joder ¡Lo aprieto ya!” hay que saber escuchar sus razones y comprender sus causas. Porque su decisión suele esconder desgarros emocionales por tanto cambio de golpe. También, esconde mucho talento hastiado de tanta papilla digital y seres bobo digitalizados.

El nuevo mundo es extremadamente complejo y, si bien está lleno de oportunidades, también lo está de piedras, recovecos y ratoneras. Además, no todo ha sido bueno. Un ejemplo: los Gurús 2.0. De esos hay muchos y sobran muchísimos. Si hubiera un Botón Caqui que se cargase al 70% de las ‘personalities’ surgidas, hasta yo lo pulsaba. Más ejemplos: la dependencia digital, el WhatsApp rompiendo cafés, los adolescentes subiendo fotos picantonas o tener el dedo pulgar atrofiado de tanto darle al ‘refresh’ para ver si alguien en China le ha hecho un Like a la foto de tu cena. Sí. Todo esto también está pasando. Y es grave.

Sin obviarlo, a mí me podéis contar entre los que no lo pulsarían ni borracho. Somos bastantes, claro. Muchos se quedan horrorizados al descubrir la  mera invención del Botón Rojo. “¡Rómpelo ahora mismo!” replican indignados. Son los apasionados de los últimos cambios, los nativos (y adoptados) digitales, los encantados con el lío. No conciben su vida sin todo lo bueno que los últimos años han generado, ni quieren que desaparezca nada. Incluso esperan más, conscientes de que esto está empezando y convencidos de que lo mejor está aun por llegar.

Más allá de sus efectos, a mí el Botón Rojo me encanta porque ayuda a dilucidar qué pesa más en una persona: si el cabreo por la incertidumbre recién llegada o la pasión por el potencial que ha traído consigo. En un lado están los que añoran, en el otro los que se ilusionan. En un lado los que se adaptan refunfuñando, en el otro los contentísimos por volver a ser aprendices.

Son formas tan distintas de gestionar una misma realidad que me atrevería a decir que cualquier empresa donde la mayor parte de los empleados lo pulsaría tiene un problema grave y necesita urgentemente  invertir esa tendencia. Porque si ya es difícil hacer cosas memorables poniendo toda la ilusión del mundo, mucho más es hacerlo con peros y a regañadientes. Especialmente en estos tiempos que corren, en los que quienes peleamos para sacar proyectos adelante tenemos que sortear todo tipo de miedos para detectar y rescatar ilusiones y ganas.

Por eso, cuando me cruzo con alguien que desea apretarlo, tras felicitarle por su honestidad contracorriente, le invito a una copa y trato de convencerle de que no lo haga. Necesitamos compañeros de viaje que no se lamenten por lo perdido y que se enamoren de lo que está por llegar. Necesitamos gentes profundamente convencidas de que lo que está pasando no es una putada, sino que la grandísima putada sería no estar aquí, ahora, viéndolo pasar.

Ignasi Giró es socio y director creativo de Honest&Smile.

FUENTE: https://www.yorokobu.es/el-experimento-del-boton-rojo/



domingo, 20 de noviembre de 2022

 

VOCES entre VOCES


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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

El aprendizaje no es importante, sobre todo ahora que tenemos tantos medios de conocimiento e información; lo importante es crear libertad intelectual y capacidad de pensar.” 

(Emilio Lledó, filósofo) 


"La gata", de Mohammed Miloud Gharrafi (Marruecos, 1966)


Esta gata es una buena para nada. Lo dije tantas veces. “Sí, en verdad, es una buena para nada” dice mi madre pasando una nueva herida sobre su mano. “Arrójala fuera cuando maúlle. Ya es suficiente”. Mi padre dice : “Déjala crecer. Deja que la soledad la domestique. Nos librará de los insectos y nos dará otros gatos".

¿Quién sabe? Tal vez esté mal de la panza por eso maúlla y tiene crisis de nervios cuando muerde. ¿No ves acaso que vigila de cerca el diario de la tarde, que no come al paso de un carro en Bagdad y que tose cuando ve un gato montando su gata en las películas de los sábados? Déjala simplemente vivir. Ella es como tú y yo. Ninguna otra lengua le es accesible cuando muerde.

Mohammed Miloud Gharrafi, incluido en Nueva York Poetry (9 de mayo de 2021, EEUU, trad. de Leandro Calle).

FUENTE: https://franciscocenamor.blogspot.com/


TEMAS TERTULIA 25-11-2022

DIME

LO ESTOY PENSANDO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


TEXTOS TERTULIA 18-11-2022

INCIDENCIAS

EL MARCAPÁGINAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

- “El amor es una forma de salir de ti, encontrar un vínculo enormemente intenso, poderoso y creativo a su vez, que da vida. Somos lenguaje y amor” 

(El Viejo Topo, Emilio Lledó, filósofo) 

INCIDENCIAS

La vida es incertidumbre, nunca sabes que puede ocurrirte o hacia dónde puede encaminarte, suceden incidencias a lo largo de toda nuestra existencia que influyen en nuestros objetivos iniciales, tanto en nuestra vida profesional como personal que van moldeando nuestras pretensiones, nuestras ideas y sueños de infancia. Algunas de las incidencias que pudieran parecer inicialmente negativas pueden moldear nuestro carácter para siempre, hacernos ser más sensibles, empáticos o hacernos comprender cosas que de ninguna otra manera llegaríamos a entender sin sufrirlas en nuestras propias carnes, en ese momento esas incidencias dejan de ser negativas para convertirse en enriquecedoras y transformadoras y nos convierten en una persona única cuyos esquemas mentales han sido modificados para siempre y es por ello que cada persona es fruto de miles de pequeñas incidencias sufridas a lo largo del tiempo, transformamos nuestro sentir y nuestro ser con cada mínimo cambio, somos el resultado de todos estas microtransformaciones que se suceden a lo largo de nuestra vida y eso nos convierte en individuos complejos, a mayor número de incidencias mayor complejidad, que incluso no nos asemeja necesariamente a nuestros semejantes con experiencias similares a las nuestras, de la misma manera que cada ola forma una silueta diferente en cada zona de costa que baña, esta complejidad que nos atribuyen estos cambios sufridos tanto negativos como positivos, establecen la belleza del ser humano, las personas más bellas son aquellas que han sufrido, han caído en la derrota y se han levantado, confiriéndoles sensibilidad, sabiduría y belleza.

Eva Camba Paz

Usted tiene poder sobre su mente, no fuera de los acontecimientos. Dése cuenta de esto, y usted encontrará la fuerza.“ (Marco Aurelio)

INCIDENCIAS

Aun cuando a cada instante nuestra mente busque con desesperación una certeza en cada paso, en cada acto, aún cuando anhelemos el consuelo de creer que sabemos, que conocemos, que controlamos algo, aunque sea mínimamente de cuando acontece en nuestra vida y alrededor nuestro, todo transcurre plagado de incidentes que no está en nuestras manos modificar.

Cada uno, de acuerdo a su naturaleza y a la estructura de su mente, que tampoco ha elegido, busca y va creando mecanismos de defensa que no son más que fantasías que nos consuelan de la certeza de nuestro fin, de la inevitable angustia existencial. Así, unos entregan su vida desinteresadamente por un bien común, unos derechos o una felicidad que saben de antemano que nunca disfrutarán, pero ese gesto de entrega y altruismo es suficiente para animarles a hacerlo. Otros crean fantasías con las que explicar todo en razón a un dios o dioses en un acto de arrogancia que se vuelve tóxico cuando pretenden imponer su ignorancia y fanatismo a sus semejantes. Otros se consuelan con la codicia, lejos de comprender que lo más importante nunca se puede comprar con dinero. Cada cual hace de su propia fantasía su aliciente y razón de ser, siendo muy pocos, realmente pocos, los que se preocupan de crear buenos cimientos a la existencia: conocerse a si mismos.

Mientras, incidente tras incidente, se va desarrollando y agotando nuestra existencia y, fantasía tras fantasía, creamos nuestra realidad.

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Es ridículo no intentar evitar tu propia maldad, lo cual es posible, y en cambio intentar evitar la de los demás, lo cual es imposible.“

(Marco Aurelio, libro Meditaciones)

EL MARCAPÁGINAS


 

Nunca había creído en ningún tipo de magia. Casualmente encontró aquel extraño marcapáginas dentro de uno de los tantos libros que compraba cada domingo en el Rastro madrileño.

Cuidado con lo que compras, tío”, le dijo con una sonrisa enigmática un joven yonqui que acompañaba al anciano vendedor de libros.

Y tú cuidado con lo que tomas, que se te va a caer la última neurona”, le respondió un tanto molesto.

Este libro tiene un marcapáginas mágico que le hará vivir las sensaciones de las páginas en que lo coloque”, le dijo el anciano.

Ya, y supongo que por eso el libro será mucho más caro. . .”contestó con ironía.

No, el libro cuesta lo mismo que todos los demás, dos euros, el marcapáginas es gratis y llevárselo es elección y responsabilidad suya”.

Me lo quedo, y sobre el marcapáginas, perdone, pero sólo creo lo que veo.”

Un tanto desconcertado pagó el libro, dejó el marcapáginas dentro y se alejó hojeándolo.

Cuidado con la última página, tío”, le gritó el yonqui.

Vete a la mierda, colgado”, murmuró entre dientes.

¿La última página?, pues justo ahí es donde va a ir el jodido marcapáginas, listillo”, pensó, y procedió a colocarlo en el sitio elegido.

No había caminado ni diez metros cuando se desplomó. Como en cada acontecimiento dominical del Rastro, cada cual representó su papel:

Una ambulancia, llamen a una ambulancia”, gritaba histéricamente una señora de mediana edad.

Yo no tengo saldo, que llame otro, contestó un adolescente que, a su lado, observaba con cierto morbo el cuerpo recién caído”.

¿Estará muerto?, preguntaba fascinada la joven que parecía ser su novia.

Aparten, que soy médico”, decía el Lucas, otro yonqui treintañero del que todos conocían su oficio de carterista. Mientras los tenderos habituales sonreían, el Lucas descargó, con gran disimulo, al hombre del peso de su cartera, al tiempo que afirmaba: “Voy a llamar a una ambulancia”, y se perdía entre la multitud.

Mucho antes que la ambulancia llegó una patrulla de la policía municipal madrileña, conocida por sus educados modales.

A ver, ¿se apartan o tenemos que decirlo de otra manera?”, fue el primer y último aviso antes de sacar las porras y empezar a dar golpecitos en las rodillas de los curiosos.

Al final llegó la ambulancia, que no pudo sino transportar un cadáver.

Uno de los policías recogió los pocos objetos personales que llevaba el ya difunto, el libro entre ellos, y, abriéndolo por donde se encontraba el marcapáginas vio que allí sólo estaba escrita una palabra: FIN.

Bueno, al menos le dio tiempo de acabar el libro. . .” susurró desganado el policía mientras trasladaban el cadáver.

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“Cuando el pensamiento es poderoso, se puede decir en cualquier lengua” (El Correo de Andalucía)

(Emilio Lledó, filósofo) 

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

¿Para qué sirve la filosofía?, por Bertrand Russell

  • 17 octubre 2022 

El Premio Nobel de Literatura hace una férrea defensa de la Filosofía como una disciplina para entender la vida, cuyo valor reside precisamente en las preguntas a las que intenta dar respuesta.

 

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Filósofo, matemático y escritor, el británico Bertrand Arthur William Russell fue una figurada destacada del siglo XX por su “revuelta contra el idealismo” británico, su apuesta por una filosofía científica y la aplicación del análisis lógico a los problemas metafísicos que siempre han cautivado al ser humano.

De origen noble, integrante de una de las familias aristocráticas más relevantes del Reino Unido, el Premio Nobel de Literatura y autor del ensayo filosófico Sobre la denotación también fue un destacado activista social pacifista contra la guerra, posicionándose además en contra del imperialismo.

En este artículo, extraído del libro Los problemas de la filosofía, el filósofo hace una férrea defensa de la Filosofía como la mejor manera de entender el mundo, la realidad y a nosotros mismos a través de la reflexión. Porque el valor de la filosofía recae en el valor de los problemas a los que pretende dar respuesta:

Habiendo llegado al final de nuestro breve resumen de los problemas de la filosofía, bueno será considerar, para concluir, cuál es el valor de la filosofía y por qué debe ser estudiada. Es tanto más necesario considerar esta cuestión, ante el hecho de que muchos, bajo la influencia de la ciencia o de los negocios prácticos, se inclinan a dudar que la filosofía sea algo más que una ocupación inocente, pero frívola e inútil, con distinciones que se quiebran de puro sutiles y controversias sobre materias cuyo conocimiento es imposible.

Esta opinión sobre la filosofía parece resultar, en parte, de una falsa concepción de los fines de la vida, y en parte de una falsa concepción de la especie de bienes que la filosofía se esfuerza en obtener. Las ciencias físicas, mediante sus invenciones, son útiles a innumerables personas que las ignoran totalmente: así, el estudio de las ciencias físicas no es sólo o principalmente recomendable por su efecto sobre el que las estudia, sino más bien por su efecto sobre los hombres en general.

 

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Esta utilidad no pertenece a la filosofía. Si el estudio de la filosofía tiene algún valor para los que no se dedican a ella, es sólo un efecto indirecto, por sus efectos sobre la vida de los que la estudian. Por consiguiente, en estos efectos hay que buscar primordialmente el valor de la filosofía, si es que en efecto lo tiene.

Pero, ante todo, si no queremos fracasar en nuestro empeño, debemos liberar nuestro espíritu de los prejuicios de lo que se denomina equivocadamente «el hombre práctico». El hombre «práctico», en el uso corriente de la palabra, es el que sólo reconoce necesidades materiales, que comprende que el hombre necesita el alimento del cuerpo, pero olvida la necesidad de procurar un alimento al espíritu.

Si todos los hombres vivieran bien, si la pobreza y la enfermedad hubiesen sido reducidas al mínimo posible, quedaría todavía mucho que hacer para producir una sociedad estimable; y aun en el mundo actual los bienes del espíritu son por lo menos tan importantes como los del cuerpo. El valor de la filosofía debe hallarse exclusivamente entre los bienes del espíritu, y sólo los que no son indiferentes a estos bienes pueden llegar a la persuasión de que estudiar filosofía no es perder el tiempo.

La filosofía, como todos los demás estudios, aspira primordialmente al conocimiento. El conocimiento a que aspira es aquella clase de conocimiento que nos da la unidad y el sistema del cuerpo de las ciencias, y el que resulta del examen crítico del fundamento de nuestras convicciones, prejuicios y creencias. Pero no se puede sostener que la filosofía haya obtenido un éxito realmente grande en su intento de proporcionar una respuesta concreta a estas cuestiones.

Si preguntamos a un matemático, a un mineralogista, a un historiador, o a cualquier otro hombre de ciencia, qué conjunto de verdades concretas ha sido establecido por su ciencia, su respuesta durará tanto tiempo como estemos dispuestos a escuchar.

Pero si hacemos la misma pregunta a un filósofo, y éste es sincero, tendrá que confesar que su estudio no ha llegado a resultados positivos comparables a los de las otras ciencias. Verdad es que esto se explica, en parte, por el hecho de que, desde el momento en que se hace posible el conocimiento preciso sobre una materia cualquiera, esta materia deja de ser denominada filosofía y se convierte en una ciencia separada.

Todo el estudio del cielo, que pertenece hoy a la astronomía, antiguamente era incluido en la filosofía; la gran obra de Newton se denomina Principios matemáticos de la filosofía natural. De un modo análogo, el estudio del espíritu humano, que era, todavía recientemente, una parte de la filosofía se ha separado actualmente de ella y se ha convertido en la ciencia psicológica.

Así, la incertidumbre de la filosofía es, en una gran medida, más aparente que real; los problemas que son susceptibles de una respuesta precisa se han colocado en las ciencias, mientras que sólo los que no la consienten actualmente quedan formando el residuo que denominamos filosofía.

 

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Sin embargo, esto es sólo una parte de la verdad en lo que se refiere a la incertidumbre de la filosofía. Hay muchos problemas —y entre ellos los que tienen un interés más profundo para nuestra vida espiritual— que, en los límites de lo que podemos ver, permanecerán necesariamente insolubles para el intelecto humano, salvo si su poder llega a ser de un orden totalmente diferente de lo que es hoy.

¿Tiene el Universo una unidad de plan o designio, o es una fortuita conjunción de átomos? ¿Es la conciencia una parte del Universo que da la esperanza de un crecimiento indefinido de la sabiduría, o es un accidente transitorio en un pequeño planeta en el cual la vida acabará por hacerse imposible? ¿El bien y el mal son de alguna importancia para el Universo, o solamente para el hombre?

La filosofía plantea problemas de este género, y los diversos filósofos contestan a ellos de diversas maneras. Pero parece que, sea o no posible hallarles por otro lado una respuesta, las que propone la filosofía no pueden ser demostradas como verdaderas.

Sin embargo, por muy débil que sea la esperanza de hallar una respuesta, es una parte de la tarea de la filosofía continuar la consideración de estos problemas, haciéndonos conscientes de su importancia, examinando todo lo que nos aproxima a ellos, y manteniendo vivo este interés especulativo por el Universo, que nos expondríamos a matar si nos limitáramos al conocimiento de lo que puede ser establecido mediante un conocimiento definitivo.

Verdad es que muchos filósofos han pretendido que la filosofía podía establecer la verdad de determinadas respuestas sobre estos problemas fundamentales. Han supuesto que lo más importante de las creencias religiosas podía ser probado como verdadero mediante una demostración estricta. Para juzgar sobre estas tentativas es necesario hacer un examen del conocimiento humano y formarse una opinión sobre sus métodos y limitaciones.

Sería imprudente pronunciarse dogmáticamente sobre estas materias; pero si las investigaciones de nuestros capítulos anteriores no nos han extraviado, nos vemos forzados a renunciar a la esperanza de hallar una prueba filosófica de las creencias religiosas. Por lo tanto, no podemos alegar como una prueba del valor de la filosofía una serie de respuestas a estas cuestiones.

Una vez más, el valor de la filosofía no puede depender de un supuesto cuerpo de conocimientos seguros y precisos que puedan adquirir los que la estudian.

De hecho, el valor de la filosofía debe ser buscado en una, larga medida en su real incertidumbre. El hombre que no tiene ningún barniz de filosofía va por la vida prisionero de los prejuicios que derivan del sentido común, de las creencias habituales en su tiempo y en su país, y de las que se han desarrollado en su espíritu sin la cooperación ni el consentimiento deliberado de su razón. Para este hombre el mundo tiende a hacerse preciso, definido, obvio; los objetos habituales no le suscitan problema alguno, y las posibilidades no familiares son desdeñosamente rechazadas.

 

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Desde el momento en que empezamos a filosofar, hallamos, por el contrario, como hemos visto en nuestros primeros capítulos, que aun los objetos más ordinarios conducen a problemas a los cuales sólo podemos dar respuestas muy incompletas.

La filosofía, aunque incapaz de decirnos con certeza cuál es la verdadera respuesta a las dudas que suscita, es capaz de sugerir diversas posibilidades que amplían nuestros pensamientos y nos liberan de la tiranía de la costumbre. Así, el disminuir nuestro sentimiento de certeza sobre lo que las cosas son, aumenta en alto grado nuestro conocimiento de lo que pueden ser; rechaza el dogmatismo algo arrogante de los que no se han introducido jamás en la región de la duda liberadora y guarda vivaz nuestro sentido de la admiración, presentando los objetos familiares en un aspecto no familiar.

Aparte esta utilidad de mostrarnos posibilidades insospechadas, la filosofía tiene un valor —tal vez su máximo valor— por la grandeza de los objetos que contempla, y la liberación de los intereses mezquinos y personales que resultan de aquella contemplación. La vida del hombre instintivo se halla encerrada en el círculo de sus intereses privados: la familia y los amigos pueden incluirse en ella, pero el resto del mundo no entra en consideración, salvo en lo que puede ayudar o entorpecer lo que forma parte del círculo de los deseos instintivos.

Esta vida tiene algo de febril y limitada. En comparación con ella, la vida del filósofo es serena y libre. El mundo privado, de los intereses instintivos, es pequeño en medio de un mundo grande y poderoso que debe, tarde o temprano, arruinar nuestro mundo peculiar. Salvo si ensanchamos de tal modo nuestros intereses que incluyamos en ellos el mundo entero, permanecemos como una guarnición en una fortaleza sitiada, sabiendo que el enemigo nos impide escapar y que la rendición final es inevitable.

Este género de vida no conoce la paz, sino una constante guerra entre la insistencia del deseo y la importancia del querer. Si nuestra vida ha de ser grande y libre, debemos escapar, de uno u otro modo, a esta prisión y a esta guerra.

Un modo de escapar a ello es la contemplación filosófica. La contemplación filosófica, cuando sus perspectivas son muy amplias, no divide el Universo en dos campos hostiles: los amigos y los enemigos, lo útil y lo adverso, lo bueno y lo malo; contempla el todo de un modo imparcial. La contemplación filosófica, cuando es pura, no intenta probar que el resto del Universo sea afín al hombre.

Toda adquisición de conocimiento es una ampliación del yo, pero esta ampliación es alcanzada cuando no se busca directamente. Se adquiere cuando el deseo de conocer actúa por sí solo, mediante un estudio en el cual no se desea previamente que los objetos tengan tal o cual carácter, sino que el yo se adapta a los caracteres que halla en los objetos.

Esta ampliación del yo no se obtiene, cuando, partiendo del yo tal cual es, tratamos de mostrar que el mundo es tan semejante a este yo, que su conocimiento es posible sin necesidad de admitir nada que parezca serle ajeno. El deseo de probar esto es una forma de la propia afirmación, y como toda forma de egoísmo, es un obstáculo para el crecimiento del yo que se desea y del cual conoce el yo que es capaz. El egoísmo, en la especulación filosófica como en todas partes, considera el mundo como un medio para sus propios fines; así, cuida menos del mundo que del yo, y el yo pone límites a la grandeza de sus propios bienes.

En la contemplación, al contrario, partimos del no yo, y mediante su grandeza son ensanchados los límites del yo; por el infinito del Universo, el espíritu que lo contempla participa un poco del infinito.

 

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Por esta razón, la grandeza del alma no es favorecida por esos filósofos que asimilan el Universo al hombre. El conocimiento es una forma de la unión del yo con el no yo; como a toda unión, el espíritu de dominación la altera y, por consiguiente, toda tentativa de forzar el Universo a conformarse con lo que hallamos en nosotros mismos.

Es una tendencia filosófica muy extendida la que considera el hombre como la medida de todas las cosas, la verdad hecha para el hombre, el espacio y el tiempo, y los universales como propiedades del espíritu, y que, si hay algo que no ha sido creado por el espíritu, es algo incognoscible y que no cuenta para nosotros.

Esta opinión, si son correctas nuestras anteriores discusiones, es falsa; pero además de ser falsa, tiene por efecto privar a la contemplación filosófica de todo lo que le da valor, puesto que encadena la contemplación al yo. Lo que denomina conocimiento no es una unión con el yo, sino una serie de prejuicios, hábitos y deseos que tejen un velo impenetrable entre nosotros y el mundo exterior. El hombre que halla complacencia en esta teoría del cono cimiento es como el que no abandona su círculo doméstico por temor a que su palabra no sea ley.

La verdadera contemplación filosófica, por el contrario, halla su satisfacción en toda ampliación del no yo, en todo lo que magnifica el objeto contemplado, y con ello el sujeto que lo contempla. En la contemplación, todo lo personal o privado, todo lo que depende del hábito, del interés propio o del deseo perturba el objeto, y, por consiguiente, la unión que busca el intelecto.

Al construir una barrera entre el sujeto y el objeto, estas cosas personales y privadas llegan a ser una prisión para el intelecto. El espíritu libre verá, como Dios lo pudiera ver, sin aquí ni ahora, sin esperanza ni temor —fuera de las redes de las creencias habituales y de los prejuicios tradicionales —serena, desapasionadamente, y sin otro deseo que el del conocimiento, casi un conocimiento impersonal, tan puramente contemplativo como sea posible alcanzarlo para el hombre. Por esta razón también, el intelecto libre apreciará más el conocimiento abstracto y universal, en el cual no entran los accidentes de la historia particular, que el conocimiento aportado por los sentidos, y dependiente, como es forzoso en estos conocimientos, del punto de vista exclusivo y personal, y de un cuerpo cuyos órganos de los sentidos deforman más que revelan.

El espíritu acostumbrado a la libertad y a la imparcialidad de la contemplación filosófica guardará algo de esta libertad y de esta imparcialidad en el mundo de la acción y de la emoción. Considerará. sus proyectos y sus deseos como una parte de un todo, con la ausencia de insistencia que resulta de ver que son fragmentos infinitesimales en un mundo en el cual permanece indiferente a las acciones de los hombres.

La imparcialidad que en la contemplación es el puro deseo de la verdad, es la misma cualidad del espíritu que en la acción se denomina justicia, y en la emoción es este amor universal que puede ser dado a todos y no sólo a aquellos que juzgamos útiles o admirables. Así, la contemplación no sólo amplia los objetos de nuestro pensamiento, sino también los objetos de nuestras acciones y afecciones; nos hace ciudadanos del Universo, no sólo de una ciudad amurallada, en guerra con todo lo demás.

En esta ciudadanía del Universo consiste la verdadera libertad del hombre, y su liberación del vasallaje de las esperanzas y los temores limitados.

Para resumir nuestro análisis sobre el valor de la filosofía: la filosofía debe ser estudiada, no por las respuestas concretas a los problemas que plantea, puesto que, por lo general, ninguna respuesta precisa puede ser conocida como verdadera, sino más bien por el valor de los problemas mismos; porque estos problemas amplían nuestra concepción de lo posible, enriquecen nuestra imaginación intelectual y disminuyen la seguridad dogmática que cierra el espíritu a la investigación; pero, ante todo, porque por la grandeza del Universo que la filosofía contempla, el espíritu se hace a su vez grande, y llega a ser capaz de la unión con el Universo que constituye su supremo bien.

 

Por María Toro

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