sábado, 25 de julio de 2009

¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?

¿CÓMO SEGUIR VIVIENDO?

Así, fugaz como lo poco que has aprendido, eterno como la materia que te forma, delicado como el equilibrio que te recuerda que en cualquier momento se acaba el juego.

Transformando con cierta magia difusa la amargura en resignación, la desesperación en esperanza y la paciencia en arte. Intentando bañar todo con la huidiza alegría imprescindible.

Sufrir, mucho si hace falta, por los errores propios y ajenos, pero sólo lo justo para aprender, ni un segundo más.

Nunca angustiarse por lo que ha de venir, porque sea lo que sea, ha de venir . . . y siempre nos sorprenderá.

Y si seguir viviendo se hace, al final, sólo por costumbre, bienvenida sea la misteriosa costumbre que, sin saber muy bien porqué, nos invita a seguir viviendo.
Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

jueves, 16 de julio de 2009

¿Y USTED . . . ?

¿Y USTED . . . ?



Yo también escupo hacia arriba y pago las consecuencias.

Admiro la honestidad, pero más a menudo de lo que quisiera, no tengo el valor de ser tan consecuente como quisiera.

Sé que todo el planeta es mi patria, pero no todas las tribus y sus músicas me conmueven por igual.

Creo que amo y me convenzo de que no lo puedo hacer mejor, que es más fácil que seguir aprendiendo.

No vendería ni mataría a nadie por dinero, pero escucho la oferta.

Hago algo y digo que no puedo hacer más, pero no lo intento.

No soporto a los fanáticos que no soportan a los fanáticos.

A mi orgullo lo llamo dignidad, y al ajeno, orgullo.

Reniego de la violencia, pero creo en las excepciones.

No tengo más fe que la depositada en el ser humano, una locura . . .

Y a pesar de todo, me considero digno de estar en la cola de la vida, digno de vivir . . .

¿Y usted?



Nekovidal 2007 – nekovidal@arrteslibres.net

miércoles, 15 de julio de 2009

UTOPIAS Y REALIDADES


Hace apenas un par de siglos, cuando se alzaron las primeras voces manifestando que era indigno de la condición humana que una persona pudiera comprar a otra en un mercado y disponer de su vida como de la de cualquier otro objeto de su propiedad, no sólo se les llamó utópicos, ilusos e ingenuos, se les recordó, con cierta aunque insuficiente lógica, que nunca se cambiaría aquello que había sido costumbre durante miles de años, desde el mismo nacimiento de la humanidad.
Hoy, la sola idea de comprar un ser humano nos repugna y parece, simplemente, absurda.

Hace exactamente un siglo, en la época de nuestros abuelos, cuando surgía en los distintos parlamentos europeos el debate sobre la posibilidad de otorgar derecho a voto a las mujeres, el proceso histórico se repitió una vez más: quienes eran tachados de utópicos, ingenuos y alejados de la realidad proponían la equiparación de derechos de esa mitad de la humanidad injustamente alejada de las decisiones sociales. Los conservadores de entonces, al tiempo que insultaban y se mofaban de los hombres y mujeres progresistas, aseguraban que tal cosa nunca sería realidad.
Hoy nos parece tan natural que las mujeres voten que ni los grupos ultraconservadores se atreven a cuestionarlo.

Esos dos cambios sociales, posiblemente los de mayor trascendencia en la historia de la humanidad, no se produjeron tras una cruenta guerra mundial, a pesar de que afectaban, a todas las sociedades humanas del planeta, sino mayoritariamente mediante el diálogo.

Hoy en día son cada vez más numerosos los grupos que plantean que es necesaria una reestructuración de los sistemas democráticos para transformarlos, mediante el voto electrónico a través de sistemas informáticos, en sistemas de participación continua de los ciudadanos, en sistemas verdaderamente democráticos, que evitarían tanto leyes injustas como el estallido de conflictos bélicos que sólo benefician a ciertas corporaciones empresariales.
Lo denominan “democracia directa” o “democracia participativa”.
Hay quien les tacha de utópicos e ingenuos.

Quienes hacemos del estudio de la historia un trabajo, un placer, o ambas cosas, sabemos que ese ha sido el continuo y repetido proceso que ha hecho evolucionar las sociedades humanas.

El tiempo ha venido a mostrar que al final el ingenuo no es quien plantea una idea aparentemente utópica o una solución basada en el diálogo en vez de en la fuerza.

Los verdaderos ingenuos, la historia lo ha demostrado reiteradamente, han sido quienes han creído poder detener la evolución, quienes aún no han aprendido aquella magistral lección que Aristóteles nos enseñó en una sola frase:
"Lo único permanente es el cambio".

Nekovidal - nekovidal@arteslibres.net


lunes, 6 de julio de 2009

EL ROBO DEL SIGLO.

*EL ROBO DEL SIGLO.

Ya hace cientos de siglos que se está cometiendo el robo del siglo: lo llevan continuamente a cabo los críos miedosos de siempre, los que padecen todos los síntomas del miedo: codicia, autoritarismo, envidia, necesidad de controlar, mandar o manipular, necesidad de un dios único excluyente, en definitiva, tristeza.
Recluídos en sus prisiones mentales crean guerras, dolor y pobreza, saquean y almacenan compulsivamente riquezas materiales que necesitarían vivir siglos o milenios para poder utilizar. Su filosofía es monótona y repetitiva: “el mundo siempre ha sido así y nunca cambiará, si yo no robo, otro robará”, y de tanto repetirla no sólo terminan creyéndolo ciegamente, sino que acaban por crear parte de ese mundo alienado y agresivo del que hablan.
Su ceguera les impide ver que nada ha sido así como es ahora, que cambia a cada instante y que el cambio de esta época es tan evidente y acelerado que basta recordar como vivían nuestros padres para comprobarlo. Pero para ver es necesario abrir los ojos.
Los crios asustadizos roban y sus miedos les impide ver que nunca podrán robar nada de especial valor. Salvo el alimento, el resto no llegarán a alcanzarlo, ni a imaginarlo siquiera, porque con cada ración de comida, vacuna, dólar o euro que acumulan sin necesitarlo están comprando un billete que les aleja del resto de las riquezas, esa que nos conmueve mediante un escrito, un cuadro, una melodía o un gesto de amistad, esos pequeños placeres que los pobres crios miedosos no pueden sentir ni compartir, por eso se consuelan robando.
Y lo más extraño es que son esos los seres que más llaman la atención, a los que llamamos alteza o señor ministro, a los que algunos besan su anillo, a los que tanto admiran cuando ven llegar en sus automóviles enormes transportando espíritus diminutos.
No deberíamos olvidar lo que tan acertadamente nos avisara Von Hardenberg: “Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un pigmeo”
Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net

domingo, 5 de julio de 2009


TERROR EN LAS FILAS
El terror comenzó con la primera pregunta: ¿por qué?, y todos, aterrorizados, inventaron respuestas: yo lo sé, yo lo sé . . . Y transcurrieron milenios luchando por la respuesta única, porque sólo una, decían, podía ser la verdadera.
Un día, el loco del pueblo preguntó: “¿Y no será que la misma pregunta es la respuesta . . . ?”
“Todo es como es porque no podía haber sido de otra manera, si no, hubiera sido diferente.”
El loco fue nombrado alcalde y desde entonces intenta, en vano, presentar cada mañana su dimisión irrevocable.
Nekovidal 2009 – nekovidal@arteslibres.net