domingo, 27 de marzo de 2022

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/

PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com

GENEALÓGICA

las hijas del nuevo mundo
son blancas como las luces de los shoppings
pálidas como los panes de mc donald′s
translúcidas lágrimas finales de best sellers

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
fuimos oscuras habitantes de hotel
tuvimos negras maneras de mirar
queríamos la vida en símbolos extraños
películas de bergman

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
querían una historia sumergida en channel
casarse vírgenes con una réplica de cary grant
tener muñecas rubias de mejillas rosadas
mascadoras de chicle leyendo mujercitas

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo
queríamos las curvas mullidas de la marylin
y el aspecto latino de una amante del che

pero ellas
las nietas de la decadencia
las hijas del imperio del nuevo mundo
sólo desean ser
delgadas como un tallo
livianas como el ala de una mariposa
anhelan despertar
con los dedos más largos cada día
para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas
y vomitar sin voluntad
lo que resta del siglo.

Laura Yasan

FUENTE: https://www.poemas-del-alma.com/laura-yasan-genealogica.htm


"VERDADES INEXPLICABLES" Collage, Nekovidal

GENEALÓGICA

las hijas del nuevo mundo
son blancas como las luces de los shoppings
pálidas como los panes de mc donald′s
translúcidas lágrimas finales de best sellers

las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
fuimos oscuras habitantes de hotel
tuvimos negras maneras de mirar
queríamos la vida en símbolos extraños
películas de bergman

las paridoras frígidas de las madres huérfanas de las hijas del nuevo mundo
querían una historia sumergida en channel
casarse vírgenes con una réplica de cary grant
tener muñecas rubias de mejillas rosadas
mascadoras de chicle leyendo mujercitas

las hijas huérfanas de las madres frígidas del viejo mundo
queríamos las curvas mullidas de la marylin
y el aspecto latino de una amante del che

pero ellas
las nietas de la decadencia
las hijas del imperio del nuevo mundo
sólo desean ser
delgadas como un tallo
livianas como el ala de una mariposa
anhelan despertar
con los dedos más largos cada día
para hundirlos hasta el fin de sus amígdalas
y vomitar sin voluntad
lo que resta del siglo.

Laura Yasan

FUENTE: https://www.poemas-del-alma.com/laura-yasan-genealogica.htm

"Que el diccionario detenga las balas".(Acción Poética)


TEMAS TERTULIA 1-4-2022

IMPREVISTOS

CANSANCIO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


Pide consejo al que sabe corregirse a si mismo.”

(Leonardo da Vinci)


TEXTOS TERTULIA 25-3-2022

IDIOMAS

LA MEJOR ACTUACIÓN DE MI VIDA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

                                                     

IDIOMAS


Decía Federico Fellini que un idioma distinto supone una visión diferente de la vida. Al parecer, está científicamente comprobado que cada idioma desarrolla una forma de sentir que, a su vez, se refleja en la comunicación, no solo en las palabras, también en el tono de voz y en la gesticulación, algo fácilmente comprobable si se observan los múltiples matices y expresiones corporales tan desiguales que se dan en las distintas zonas de un mismo país.


Siguiendo mi costumbre de extrapolar las certezas a campos dudosos, voy a permitirme divagar sobre los idiomas para añadir un concepto que he dado en llamar «jerga emocional»; esto no es otra cosa que la mezcla del idioma propiamente dicho, ya sean palabras recogidas en el diccionario o vocablos extraoficiales, con la emoción personal e intransferible que cada voz produce en nosotros y que, inevitablemente, abraza nuestro discurso queramos o no.


Es sabido que lo que aprendemos de niños queda grabado para siempre en nuestra memoria aunque no lo recordemos. Tirando del hilo de esta idea, tiene sentido pensar que cuando decimos «agua» la palabra no solo lleva la carga del líquido elemento, sino que está impregnada de las emociones que vivimos cuando por primera vez comprendimos lo que significaba y pudimos relacionarla bien con la agradable sensación de satisfacer una necesidad o, por el contrario, con la imposibilidad de hacerlo y el desapacible contacto con la sed.


Por lo tanto, decir «agua» no tiene el mismo peso específico para todo el mundo, como ocurre con aire, con jabón, con beso, con odio, con amor… Esto significa que entendernos con otra persona es sumamente complicado por muy despacito que hablemos y muy buena pronunciación que tengamos. En realidad, no existe nadie capaz de comprender a otro ser humano en su totalidad, pues no es posible ver las luces y las sombras que contienen sus palabras, ni sentir los afectos y los desamores que conformaron su particular vocabulario.


Pensar que comprendemos a los otros o que somos comprendidos por ellos no es más que una quimera, una realidad virtual que nos ayuda a no sentirnos absolutamente solos con nuestros pensamientos. Somos propietarios de una «jerga emocional» exclusiva, creadora y también conductora de los conceptos que exponemos al mundo, no estaría de más tomar conciencia de que cuando hablamos somos interpretados, igual que nosotros interpretamos las palabras ajenas. Si tenemos esto en cuenta sucederá un auténtico milagro: el respeto se hará verbo.


Al saber que toda palabra va cargada de emociones que nunca seremos capaces de descifrar, pondremos más interés en escuchar al otro y mucho más cuidado en lo que decimos y en cómo lo decimos, dando lugar a una suerte de comunicación, combinación de escucha sincera e intención de darse a conocer, que transformará una conversación ordinaria en un hecho absolutamente extraordinario. Parece una simpleza, pero no lo es; también parece fácil, y tampoco lo es.

23/marzo/2022 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»

Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.” (Leonardo da Vinci)

LA MEJOR ACTUACIÓN DE MI VIDA

1981 es un año muy recordado por los españoles, especialmente el mes de febrero.  La vida, a la que no le suele faltar ese sentido del humor del tipo “¿no quieres sopa?, pues toma dos platos”, hizo que ese año me encontrara padeciendo el servicio militar. Al margen de lo ocurrido en el cuartel en que estaba recluido durante ese mes de febrero, que es otra historia, recuerdo un hecho sucedido un par de semanas antes.

Entonces ya me encontraba trabajando en la oficina de la P.M.A. Plana Mayor Administrativa, un nombre rimbombante con que llamar a un grupo de doscientos y pico soldados de todas las profesiones imaginables cuya función era el mantenimiento del cuartel. Por caminos que no vienen a cuento, había llegado a cabo furriel y a tener como función, dentro de la oficina, el decidir semanalmente quien podía ir de permiso a su casa durante el fin de semana y quien no: otra broma de la vida: un libertario administrando la libertad ajena.

Intentaba ser escrupuloso en mi trabajo, pues era enorme el valor que allí dentro tenía la libertad. Nunca admití un soborno, aunque ofertas no faltaron, y la experiencia me sirvió para comprobar empíricamente la validez de muchas ideas que componían mi ideología: la concentración del poder social es un estado antinatural y enfermizo en el que, al final, tan víctima es quien lo ejerce como quien lo padece.

Un viernes por la mañana, cuando se preparaba la documentación de los permisos, llegó una orden de las oficinas del coronel, el mando de mayor graduación del cuartel y el responsable último del mismo,  diciendo que ese fin de semana no se marchaba nadie. Los papeles ya estaban preparados, y entre ellos figuraban los pases para firmar de tres chicos canarios que llevaban, el que menos, cuatro meses sin ir a su casa. Eran un pequeño grupo a los que yo había asegurado que, cuando pidieran un permiso lo tendrían, habida cuenta de que no podían disfrutar de uno cada quince días, que era lo habitual, ya que el coste económico del viaje a su casa lo hacía imposible para ellos.

Para su desgracia, que luego sería la mía, el azar quiso que justo esa semana pidieran los tres canarios el permiso, y haciendo memoria recordé que dos de ellos me habían contado los pormenores: una madre enferma y una novia a punto de no soportar tanta espera: tenían que volver como fuera a las islas ese fin de semana.

Separé los tres pases del resto, que habían quedado automáticamente anulados con una sola orden que no vino acompañada, desde luego, por ninguna explicación. Me fumé un cigarrillo mirando los pases y pensando que hacer para que esos chicos pudieran salir de allí ese fin de semana, hice un par de llamadas pero la respuesta de los compañeros de las distintas oficinas era la misma: “No sabemos que coño pasa, pero no dejan salir a nadie.”

Cometiendo un error que repetiría un par de veces más a lo largo de esos catorce meses militares, que era el creer que la razón o la lógica pueden tener un hueco en un ejército, cogí los tres pases y me fui directamente a hablar con el coronel. Llegué a la puerta de su despacho y, tras llamar y decir las palabras que exigía el protocolo militar: "¿da su permiso mi coronel"?, entré. El soltó un seco “Usted dirá, artillero”, y continuó con lo que estaba haciendo, firmando unos papeles. Por mi parte, comencé la exposición del asunto que hasta allí me había llevado, explicándole cuanto tiempo habían estado esos chicos sin ver a su familia, exagerando un poco el drama de la madre enferma y cambiando a la novia por una hermana, enferma también. El tipo me escuchó con aparente atención, y ya hacia el final de mi discurso se recostó hacia atrás en su butaca y me miró de una forma que ya me hizo presentir que aquello no iba bien. Cuando hube terminado le miré a los ojos, otro pecado imperdonable en el ejército, y esperé su respuesta: se levantó lentamente, el color de su cara empezó a cambiar y a pasar por tonos cada vez más vivos y de repente dio un grito de ¡FIRME, ARTILLERO! Ahora era él quien soltaba, a gritos, una parrafada: qué qué me había creído, que si no había recibido reiteradamente una orden, la de permisos cancelados, que había circulado durante la mañana por todas las oficinas, que si no había oído hablar de la cadena de mando que debía seguirse para hablar con cualquier superior, que si la jerarquía, que si las normas, que si  . . .  Según iba soltado su discurso yo iba calculando: me quedan seis meses de mili, con suerte, me sacarán del calabozo una semana antes de licenciarme, comprendí que desde el punto de vista de ellos, lo que acababa de hacer era imperdonable, más teniendo en cuenta que no tenía ni siquiera el galón de cabo, a pesar de tener funciones de cabo furriel: me había negado a hacer el examen alegando que no tenía tiempo porque tenía que estudiar magisterio con un pase especial que había conseguido para poder salir a las clases, otra historia curiosa.

Su discurso lo terminó como lo empezó, a gritos, y con la frase: “Retírese, y no se mueva de su batería, pronto recibirá órdenes”. Taconazo, media vuelta y, según pongo la mano sobre el pomo de la puerta oigo que me dice, gritando, claro: “Artillero, ¿de donde es usted?” Yo, que lo daba todo por perdido y empezaba a estar ya más  cabreado que acojonado, me volví y con la voz más fuerte que pude soltar le espeté: “De la República Oriental del Uruguay, mi coronel”, y me marché.

En realidad mi matrícula era M, de Madrid, 36, y ya era en Madrid donde había vivido más tiempo de mi vida, aunque los primeros años de mivida los pasé en Uruguay, hijo de emigrantes esapñoles. Además, ya por entonces tenía muy claro el peligro que escondía el concepto de patria, pero, sabiéndome perdido, pensé, con una rapidez que me asombró a mi mismo, que al menos podría darme ese último gusto, esa especie de ufanía de los derrotados que ya por entonces tan sabiamente había definido Benedetti, ese sí, uruguayo de pura cepa.

La clave, por supuesto, no estaba en el hecho de presentarme como extranjero, sino en el de poder presentarme como republicano ante un elemento del todavía ejército franquista, donde la palabra república no sonaba mejor que demonio o herejía, y poder decirlo dentro de la más absoluta legalidad y sin faltar a la verdad. En eso consistió la actuación, porque cada vez que alguien me pregunta de dónde soy y me siento, no puedo evitar actuar, sin ninguna intención de engañar, pero actúo, porque si me limito a decir “ciudadano del mundo”, creen que es una respuesta evasiva o graciosa, y no lo es. Por otra parte, ¿cómo explicar que me siento realmente del mundo y desde luego gallego, madrileño, uruguayo, andaluz y hasta japonés y que no hay en ese sentimiento ningún conflicto o contradicción?

Bajé las escaleras del cuartel calculando qué llamadas tenía que hacer para dejar la vida mínimamente ordenada para los siguientes meses, yo mismo había visto pasar por la oficina documentos en los que se aplicaba con dureza la ley militar, condenando a chavales a estar semanas o meses en una cueva insalubre por cualquier nimiedad. Sólo me preocupaba que me soltaran antes de seis meses. Pasaron las horas, el día siguiente y hasta tres días esperando sin recibir noticia alguna.

Y nunca llegó el parte de arresto, mi castigo se limitó a esos tres días sufriendo por lo que nunca habría de llegar, eso fue lo que terminé aprendiendo de esa situación: que la mayoría de nuestros sufrimientos provienen del temor a lo que pueda ocurrir y de tanto pensar y angustiarnos, acabamos siendo nuestros propios carceleros, como yo lo fui de mi mismo durante aquellos tres días.

Muchas veces he reflexionado desde entonces sobre la razón de que aquel coronel decidiera finalmente no imponer ni siquiera un mínimo castigo: tal vez comprendió que lo reclamado era justo, tal vez era el típico machote que pensó:¡qué cojones le ha echado!, tal vez se dijo: es normal que no sienta España, es extranjero, o tal vez pidió mi ficha al SIM (Servicio de Inteligencia Militar), que incluía las fichas policiales donde ya figuraban unos antecedentes por razones políticas, los únicos que he tenido en mi vida y de los que en realidad había sido absuelto y pensó: si jodo a éste, igual paso de Artillería a Aviación, como Carrero dejó la Marina para echarse a volar . . . supongo que nunca lo sabré.

Al cabo de seis meses me licencié sin mayores problemas, habiendo sido el único cabo furriel del ejército español que no fue cabo y el único soldado raso, que yo sepa, que saltó el escalafón militar de la base a la cúspide y sobrevivió para contarlo.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

ENTREVISTA A EVARISTO GUERRA (PINTOR)

Entrevista realizada por José MARCELO RUIZ

De izquierda a derecha: José Marcelo Ruiz y Evaristo Guerra Zamora

EVARISTO GUERRA - Pintor y autor de la exposición «Colores veleños».

«Cuando creo, dejo en mis obras mi alma y trasmito el ser de la Naturaleza, con autenticidad y sinceridad «.

«Me gustaría que se me recordara como un creador que ama la Naturaleza; un apasionado de la luz y del paisaje de mi tierra”.

Pregunta.- He visitado la exposición Colores Veleños, que está expuesta en Málaga en las salas Migorance del Archivo Municipal, y he sentido al contemplar las obras una serenidad absoluta. ¡Cómo la intensidad de la luz que reflejaba sus paisajes me cegaba el alma! Hábleme de esa luz tan nuestra, de ese estado de serenidad que trasmite.

Respuesta.-  La luz  del paisaje veleño y de la Axarquía es una luz violácea, donde el monte con sus colores calientes  se une con el mar. El blanco es la luz intensa  del sol que le da y matiza el rojo de la tierra y el azul del mar, y ello consigue la degradación violácea de los fondos de los cerros. Esta matización del sol logra que los colores sean intensos y que apenas exista la sombra. Ello produce la sensación de ceguera debido a la pureza de los colores. Esto da serenidad en el espectador. Mi acto creativo es tragarme todo ese colorido y vomitarlo en mis obras; dejando mis sentimientos como hondas raíces.  

P.-  Haga usted una mirada retrospectiva de sus obras, en las distintas etapas de su vida. Hábleme de esa evolución creativa. ¿Qué constantes se han mantenido siempre?

R.-  Desde muy niño, sentí la necesidad de pintar, soñaba con colores. En esta etapa, pintaba lo cotidiano. Después pintaba retratos familiares. Cuando llegue a Madrid percibí  que mis obras  no tenían originalidad, porque eran lo mismo que  pintaban los demás pintores. Entonces volví a Vélez y descubrí que lo que buscaba estaba en mi tierra: su paisaje y su luz.  

Contemplo el paisaje y su luz, y los estudio de tal manera que los interiorizo. Me habla ese arcoíris de colores y surge el diálogo mientras  paseo; me siento como si fuera un tronco de árbol caminando dentro del bosque. Mi constante en mi pintura ha sido y es la presencia de la luz de mi tierra veleña y axárquica. Y al crear, no veo el  el paisaje desde la ventana, sino voy a su encuentro;  soy árbol y penetro dentro del bosque. La luz, el bosque y el paisaje quedan en mí. 

P.-  Como usted ha expresado en su creación hay un lenguaje, un diálogo que mantiene con el paisaje natural, e incluso se da una lucha y una búsqueda constante para captar la luz y su belleza, y mostrarnos como se manifiesta. Hábleme de la  razón de ser que le motiva.

R.- Necesito estar con el paisaje natural: los árboles, las plantas, las montañas y su luz… En ese estado de recogimiento, a solas con él, comienza el diálogo. Precisamente, en esas vivencias, es cuando percibo que la `Naturaleza´ es la verdad. Porque ella se manifiesta con autenticidad y entrega; ofreciendo sus frutos sin pedir nada a cambio. La razón de ser que  me motiva para pintar y crear es  el amor que le profeso.

P.- ¿Cuál es su concepción sobre el arte?

R.- El arte es el autorretrato del alma. Porque cuando creo, dejo en mis obras mi alma y trasmito el ser de la Naturaleza. Para ello, hay que hacerlo con autenticidad y sinceridad, revelando la verdad encontrada.

 P.- ¿Cuáles son los valores que deben poseer un  creador?

R.- Como he expresado, el artista como creador debe tener presente: ser sincero consigo mismo; ser original; tener compromiso y entrega en su quehacer creativo, manteniendo una lucha constante en su búsqueda; amar lo que hace; ser  generoso al entregar el mensaje y la verdad  revelada. Pero debe hacerlo con humildad.

P.- Deja usted un legado  de un gran valor artístico-creativo con una identidad y personalidad inconfundible. ¿Es usted consciente de ello?

R.- Todo creador toma conciencia de su obra desde el momento que se compromete con su destino. Que no es otro que desvelar las grandes preguntas que se hace el ser humano. Soy consciente que en mis obras no es cuestión sólo de técnicas; hay esa verdad encontrada: la Naturaleza es la razón de ser de la existencia de la vida. E ir en contra de ella, supone la perdición de la especie humana. Esto es lo que yo lego en mis obras: “Que hay que amarla”

P.- ¿Cómo le gustaría que le recordara?

R.- Como un creador que ama la `Naturaleza´; un apasionado de la luz y del paisaje de mi tierra veleña-axárquica. Que mis obras sirvan como motivación a las generaciones posteriores, para que la cuiden y la amen.

                                                                José Marcelo Ruiz

Esta entrevista se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 11 de marzo de 2022.  Mi agradecimiento al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

FUENTE:

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/03/11/entrevista-a-evaristo-guerra-pintor/



domingo, 20 de marzo de 2022

 

VOCES entre VOCES

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¡ADIOS!

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...

ALFONSINA STORNI

Esta poeta argentina nacida en 1892 en Suiza es uno de los íconos de la literatura posmodernista. Con una infancia difícil y con carencias y luego una vida con recurrentes enfermedades, su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino. Algunos de sus poemas a resaltar son: ¡Adiós!Alma desnudaLa caricia perdidaRazones y paisajes de amorQuejaTu dulzuraDolor y Frente al mar.


TEMAS TERTULIA 25-3-2022

IDIOMAS

LA MEJOR ACTUACIÓN DE MI VIDA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



"NADIE ES MÁS POBRE QUE LOS MUERTOS"           Collage, Nekovidal

TEXTOS TERTULIA 18-3-2022

DESTINO

GATOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



DESTINO

Tenemos la costumbre de poner nuestra esperanza en el futuro basándonos en el pasado, sin darnos cuenta de que todo pasado es absolutamente irreal, ya que cada vez que recordamos un hecho, además de recubrirlo con nuestra emoción, le quitamos detalles, le ponemos adornos y lo estiramos o encogemos según lo flexible que esté nuestra alma. El futuro no es menos irreal que el pasado, pero le echamos más imaginación aún y, encima, lo compartimos con otras personas otorgándole el contundente sobrenombre de «proyecto» o «propósito de vida».


En su novela «Todos los nombres», Saramago decía que «Las viejas fotografías engañan mucho, nos dan la ilusión de que estamos vivos en ellas, y no es cierto, la persona a quien estamos mirando ya no existe»; si trasladamos esa idea al futuro, podremos ver sin mucha dificultad que cuando llegue ese futuro que organizamos desde el presente, quien vivirá allí no será la misma persona que lo está planificando hoy, de manera que es muy probable que ese futuro no le valga a quien quiera que seamos en ese momento, si es que llegamos a ser y a estar entonces.


Todo este lío del ayer y del mañana mezclado con lo poco que soy capaz de entender de la teoría de la relatividad, y entendiendo que los seres humanos tenemos una percepción tan limitada que necesitamos ponerle medida a todo para situarlo a la altura de nuestra comprensión, me lleva a concluir de que el único tiempo que existe es el presente y, cuando digo presente, digo el minuto, el instante, el nanosegundo en el que pasa todo y, a la vez, no pasa nada.


Lo único seguro del pasado es que nacimos, nos encarnamos; lo único seguro del futuro es que moriremos, nos desencarnaremos. Pero ni siquiera sabemos si existe eso llamado alma, o si nuestra energía seguirá reverberando eternamente en el universo, o si pasaremos a formar parte de un todo en otro plano que nuestra pequeña mente no es capaz ni de imaginar, o si se apagarán todas nuestras conexiones para siempre jamás. Tal vez todo ocurre a la vez, la vida y la muerte, el ser y el no ser. Esa es la cuestión.


Mientras tanto, ante ese incierto destino que para mis ojos no es más que un espejismo, me hago eco de Mircea Cărtărescu cuando dice: «Vivir es la única respuesta posible a las preguntas existenciales». Y mucho mejor hacerlo con conciencia, paz y serenidad, añado yo. Vivamos cada instante y dejemos a Fortuna que enrede caprichosa en la cocina del Olimpo preparando menús; ya veremos si tenemos apetito cuando llegue la hora del almuerzo.


19/marzo/2022 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


DESTINO

TU DESTINO

Tu destino lo escriben los dioses, me dijeron, pero me fué imposible hablar con ninguno de ellos para preguntarles sobre mi vida, mi muerte o, al menos, comprobar si admitian sugerencias.


Tu destino está en manos de un único y verdadero dios, me dijeron, pero volví a encontrarme sólo con silencio o con las palabras altisonantes e hipócritas de quienes se autoproclamaron sus representantes en este mundo, todos ellos ni más ni menos mortales que yo. Con el tiempo aprendí a hablar con él, es un buen tipo, acabó incluyéndome en su grupo de Whatsapp.


Tu destino está escrito en tus genes, me dijeron los mismos que hasta no hace mucho llamaban ADN basura al que no tenían capacidad de interpretar ... por educación, callé.


Tu destino lo escribieron tus padres durante tu infancia y lo va retocando cada ser que transita por tu vida, me dijeron varios seres que transitaron mi vida y, por tanto, escribieron, según ellos, con sus actos y palabras, mi destino.

Estoy llegando a la paradójica conclusión de que mi destino es interrogarme, hasta el último día de vida, sobre mi destino.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

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GATOS

Menos mal que sólo soy un gato






Yo sé que soy tan sólo un gato.

Vivo con un grupo de humanos desde tres días después de nacer, cuando fui brutalmente separado de mi madre y mis hermanos.
Ya tengo cinco años, y mi idea sobre los humanos no ha mejorado en absoluto: son realmente estúpidos, y lo que es peor, crueles. Ellos creen que los gatos y los demás animales no podemos pensar y comunicarnos, el engreimiento es otra de sus virtudes, pero nada más lejos de la verdad; tenemos que ocultar nuestras capacidades ya que la experiencia nos ha demostrado que los humanos temen aquello que no llegan a comprender, y destruyen todo lo que les produce temor; si se enteraran, nos someterían a crueles experimentos o, simplemente, nos exterminarían, como ya han hecho con otras especies, e incluso con tribus enteras de sus semejantes.

El grupo, familia, como lo llaman ellos, con que vivo, no tiene problemas de alimentación y viven, materialmente hablando, muy bien, pero es asombrosa su obsesión por perder el tiempo trabajando más para comprar más cosas que luego no tienen tiempo de usar.
El jefe del grupo es abogado, una extraña profesión que consiste en mentir lo mejor posible para defender a otros humanos que han hecho algún daño al grupo donde viven, a fin de que no sean encerrados en jaulas que ellos llaman cárceles; lo más curioso es que Roberto, que así se llama mi amo, considera un verdadero triunfo personal que un asesino defendido por él quede libre, siendo el hecho de su culpabilidad o inocencia algo secundario para él. Nunca he logrado comprenderlo.
Julia, mi ama, es funcionaria, a veces me lleva en una cesta al lugar donde trabaja para que sea manoseado impunemente por sus amigas. Por lo que pude deducir, su trabajo consiste en salir a desayunar y comprar el periódico, leer el periódico, comentar con sus compañeras el periódico, pintarse las uñas, y protestar ante su jefe, que aparece dos días a la semana por la oficina, de la cantidad de trabajo que se va acumulando por falta de personal; ocasionalmente escribe, entre suspiros, algo en el ordenador.
Los niños, por su parte, acuden a un edificio sumamente ruidoso por su presencia que en una ocasión, siendo muy pequeño, tuve la desgraciada oportunidad de visitar, uno de los días más terribles de mi infancia. Allí, teóricamente, han de ser instruidos por un grupo de adultos llamados profesores para saber enfrentarse, cuando sean mayores, a las dificultades que les presente la vida. En la práctica parece ser un lugar donde son depositados los niños para que sus padres puedan descansar hasta el siguiente encuentro con ellos, pues los humanos rara vez consiguen convivir en armonía con sus crías, desbordados por la energía que éstas emanan.
Los seres humanos son, y esto ni ellos mismos lo niegan seres muy, muy extraños.

Y si creen que exagero, les contaré como es una semana cualquiera con el grupo de humanos con que vivo, una pareja y dos crías que, a pesar de tener ya cuatro y siete años se encuentran, como todos los humanos a esa edad, en un muy primitivo y lamentable estado de desarrollo.

El lunes comenzó como todos los lunes: gritos para despertar a los niños, que ya por costumbre se agazapan debajo de las sábanas en cuanto oyen las voces de sus padres. Roberto, malhumorado, murmurando: "Joder, otro lunes", y Julia que, con los ojos semiabiertos, le mira y no dice nada. Este suele ser el día de las peleas matrimoniales que, sistemáticamente sólo abarcan dos temas: que ella gana más en su trabajo que él en su bufete, lo cual, no sé porqué, molesta sobremanera a mi amo, y un antiguo novio de Julia, que ella ya tiene más que olvidado, pero que mi amo se resiste a dejar en el baúl de los recuerdos; el esquema es, invariablemente, cada lunes, el mismo:
-Márchate con él si tanto le querías.- dice mi amo al tiempo que disimula su miedo ante la sola idea de ser abandonado por Julia.
-Déjame en paz.- responde ella aparentando indiferencia, pero halagada por el ataque de celos de su marido.
Yo suelo optar por marcharme al jardín y esperar, pues ya he tenido oportunidad de comprobar, cuando era más joven, que los humanos son propensos a descargar sus iras en cualquier víctima inocente, y aún recuerdan mis riñones alguna injusta patada de lunes.

     Los martes no son mucho mejores, el ambiente en la casa es todavía tenso, y sólo el ruido de los juegos de Rebeca y Andrés, los hijos de mis amos, dan una nota de humor que, cuando deciden sustituir sus juguetes por mi cansado cuerpo, se transforma en humor negro.
     Los martes por la noche mi amo ve, invariablemente, su programa favorito de televisión, una extraña máquina que obsesiona a los humanos pero posee la virtud de mantenerles callados, con lo cual dejan de decir sandeces unos minutos.
     Se trata de un curioso programa, que ellos llaman informativo, que cuenta como viven, o mejor dicho, sufren, las personas en otras partes del planeta.
     Eso que ellos llaman guerra es una de las tantas cosas sobre los humanos que todavía no he conseguido comprender del todo.
     Los gatos tenemos nuestras disputas, desde luego, si llega un forastero a poner en tela de juicio el liderazgo del rey de nuestro barrio habrá una terrible pelea, pero será entre ellos dos, a ninguno se le ocurriría decirnos que todos los demás gatos debemos luchar, como hacen los soldados humanos, para mantener sus privilegios, por otra parte, también es cierto que ninguno de nosotros sería tan necio como para hacerles caso.
     Mi amo finge interés durante todo el programa, pero yo he observado que las pupilas se le dilatan especialmente cuando salen escenas monstruosas de sus hermanos de especie destrozados por alguno de sus mortíferos inventos para matar, y su mirada me da miedo. . .

     El miércoles pasado fue un día un tanto especial: hubo una extraña visita. Era un señor bajito y malhumorado con el que, a pesar de su manifiesta impertinencia, mis amos se mostraban muy amables y condescendientes, y resultó divertido ver el temor de mi amo a pesar de ser mucho más fuerte que ese al que definieron, una vez se hubo marchado, como "jodido inspector de Hacienda". No llegué a comprender cual era el tema que trataban, pero entre mis amos se creó un ambiente de complicidad ante el enemigo común que consiguió, por fin, hacer desvanecer los restos de la pelea del lunes.
     Esa es otra de las curiosidades humanas: la necesidad de un enemigo común para lograr reconocer a sus propios amigos.

     El jueves fue un día muy bullicioso. Mi amo apareció por casa cargado de regalos, pues había ganado un caso y, según él, debía celebrarse que un ladrón volviera a estar libre. Hubo regalos para todos: para los niños sofisticados juguetes electrónicos, con los que acabará jugando mi amo pero, y esto es realmente curioso, sólo a escondidas cuando no haya nadie en casa; es extraño que se avergüence de jugar, noble costumbre que los gatos conservamos durante toda nuestra vida, y no se avergüence, sin embargo, de su canallesco trabajo.
     El regalo para mi ama fue macabro y de mal gusto: un abrigo hecho con pieles de animales que, tras olerlo, pude comprobar, aliviado, que no eran gatos. Otra rareza humana. Y a sí mismo se obsequió mi amo con un enorme aparato de gimnasia que, a buen seguro, no utilizará hasta el comienzo del verano, cuando vaya a asarse, untado en grasa, bajo el sol de alguna playa; entonces descubrirá, como cada año, que en las personas abúlicas como él, la gastronomía no es buena compañera de la estética.

     El viernes suele ser un día animado dentro de la monotonía semanal; como los niños no tienen que madrugar al día siguiente para ir a la escuela, se quedan hasta tarde viendo la televisión con sus padres. La elección de los programas suele ser motivo de disputa, pero ésta nunca pasa a mayores: se termina viendo, simplemente, el que ha elegido mi amo, que suele ser alguna violenta película de acción. Dentro de unos días, en cuanto tenga ocasión, les dará a sus hijos un discurso sobre lo malo de pelearse en la escuela, y que todo se puede solucionar mediante el diálogo; los niños le escucharán boquiabiertos, pero no por asombro ante su madurez y sabiduría, como él cree, sino porque no aciertan a compaginar en su infantil cabeza humana lo que dice su padre con lo que hace.
     En cualquier caso yo pagaré, como siempre, las consecuencias, ya que los niños se empeñarán en repetir conmigo las crueles escenas que han visto en la pantalla y, claro, a mi siempre me toca el papel del malo.

     A los sábados los llamo yo el día-sorpresa, porque nunca se sabe como va a terminar. Por la mañana dejan a los niños en casa de sus abuelos y mis amos se marchan a lo que ellos llaman divertirse que consiste en comer y beber excesivamente para poder, a la mañana siguiente, caminar defectuosamente.
     Sobre lo que en mi pobre naturaleza hacen una vez que vuelven a casa mencionaré tan sólo un patético ejemplo: cuando mi amo se empeñó en perseguirme por toda la casa para ponerme una de sus ridículas prendas de vestir, una corbata, y acabó siendo rescatado del tejado por los bomberos. . .

     Pero no crean que soy un pesimista, ya sé que hay humanos buenos y razonables, pero, a pesar de ser mayoría, su voz rara veces se oye, ahogada por los gritos y vilezas de una minoría obsesionada por el poder, como el más miserable gato pendenciero.
     Aunque no cabe duda que desde un punto de vista ecológico, el ser humano es una de las especies más dañinas que se han dado en este planeta en todos los tiempos, ayer por la tarde, mientras estaba solo en casa, observé desde la ventana donde estaba sentado dos hechos que me hicieropn meditar mucho sobre la naturaleza humana : al cruzar la calle un joven minino, hijo de una familia de gatos que viven en la calle desde hace años, fue atropellado por un coche. El conductor, un jovencito humano con una música estridente en su coche, en compañía de otros tres igualmente ebrios, no sólo no frenó para evitar el atropello, sino que giró para provocarlo, tras lo cual profirieron un extraño grito de alegría. Fue horrible . . .
     Yo no podía salir para ayudarle, encerrado como estaba, y me limité a subir a la azotea, desde donde comencé a llamar con maullidos a los padres del gatito, pero antes de que llegaran se acercaron a auxiliar al herido una anciana humana con quien parecía ser su nieta. Lo recogieron con cuidado y se dispusieron, por lo que pude oír, a llevarlo a un veterinario mientras le acariciaban para consolarle.
     Eso es lo más extraño de los humanos: que en la misma especie conviven los seres vivos más crueles y destructivos y también los seres más nobles, amables y solidarios. Y eso es lo único que me permite seguir confiando ocasionalmente en ellos y en el futuro que puedan brindar a nuestro planeta. Algún día aprenderán a tratar a sus semejantes más egoístas y crueles como a enfermos que son, olvidando el erróneo concepto de maldad.
     Algún día aprenderán con respecto al resto de la naturaleza y a sus propios semejantes la primera y más importante norma de convivencia, la más simple pero difícil de llevar a cabo: saber vivir y dejar vivir.

     Hoy es domingo y todos se han ido de paseo al parque. Aquí, acurrucado sobre la alfombra, pienso en mi vida, la vida de los humanos, y la vida en general. Pienso que tal vez yo sólo sea, como dicen ellos, un animal irracional, tan sólo un gato que no puede comprender muchas cosas de la existencia humana . . .
     Pero a veces también pienso: menos mal que sólo soy un gato.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


 EL POETA,  LA CONVIVENCIA CON LA MUERTE. EMILIO PRADOS.

12 MARZO, 2022 JOSEMARCELORUIZ DEJA UN COMENTARIO

Por José MARCELO RUIZ

Emilio Prados

Cuando se habla o  se escribe sobre la muerte se evita mencionarla por su nombre, porque se tiene   respeto o bien temor de invocarla; esto hace que se recurra a eufemismos. Pero la experiencia de convivir con su presencia se convierte en un hecho vital, porque las circunstancias obligan al diálogo entre  la muerte y su interlocutor elegido.

Y Emilio se estuvo muriendo siempre. Lo decía. Pero no fue tampoco un aprendiz de la muerte, ni alguien que se adelanta a ella por la meditación, por esa «meditación sobre la muerte » que nace propiamente de no querer morir de verdad. […]  Emilio la vivía, vivió la muerte desde muy joven, ayudado por la enfermedad que lo hizo su elegido. Mas la « Montaña Mágica». Consideraba su esencial estancia en ella – allá en  Davos Platz – porque allí comenzó a escribir poesía, dato que revela cómo su poesía nació de la presencia constante con la muerte, de su compañía”. Esta cita  que pertenece al bellísimo artículo El poeta y la muerte. Emilio Prados, de la pensadora María Zambrano, el cual está recogido en su libro España, sueño y verdad, es un ejemplo de experiencia vital.  La autora nos habla  de cómo el poeta convive con la muerte,  y del diálogo surge la hondura de su poesía y su personalidad como poeta.

La presencia de la muerte hace cuestionar la temporalidad, cada instante vivido es un segundo nacimiento, una conquista ganada a favor de la sabiduría y de la vida. Esta actitud he visto en enfermos terminales, de cómo el tiempo desaparece para volver, de nuevo, a nacer. Dar gracias por ese día que ve amanecer.

Esta actitud de conquista es un ejemplo de cómo debemos valorar la vida, aceptando el diálogo de que se vive y se muere cada instante. Pero lo importante es dejar la herencia del saber adquirido. Siendo la motivación del poeta: nacer cada día.

Emilio Prados como expresa María Zambrano en el artículo mencionado concibió la vida como una conquista: “La poesía de Emilio Prados nace de ese instante del segundo nacimiento en que el tiempo y la libertad saltan a la vez; sobrevienen como un océano en que así renacido queda depositado en el pleno misterio del nacimiento, en las aguas de la vida, en la inmensidad del tiempo. Vuelta, Tiempo son los libros iniciales de Prados donde nace de ese instante. […] Renunció a recorrer el tiempo para quedarse así, dentro de él, a riesgo de quedarse en su infinitud. Mas encontró el centro del tiempo, ese centro en que el tiempo se abre hacia dentro y hacía más allá. “¡En lo infinito, / el tiempo vive su paloma abierta/ el corazón sin nombre de su olvido!”, escribe en Circuncisión del tiempo, pasada ya más de la mitad de su vida”.

Esta motivación de  nacer cada día, le conduce a esa búsqueda de ir más allá de su nacimiento, a esa actitud de que el hombre es mendigo de su propio ser. La pensadora dice del poeta, Emilio Prados, que     “su «camino» era el de ir a hundirse hacia más allá del nacimiento; allí donde el cuerpo y el alma comienzan a separarse, a no reconocerse apenas. La memoria del olvido- Memoria del olvido- fue siendo su lugar natural, su patria verdadera, en la cual buscaba la unidad de su ser en la unidad del universo, queriendo ser por el amor en el amor, criatura de este universo en el ser. En Emilio Prados se veía como en pocos que el hombre es el mendigo de su propio ser. Mas unos mendigan para sustraer y ganar, y otros, los perfectos como Emilio, por amor que se va encendiendo a medida que se consume.”

La poesía surge en ese silencio, en esa soledad y abandono, y en este estado dialoga  el poeta con la muerte, como argumenta la pensadora: “Y desde esa hondura, desde ese silencio, su pensamiento salvaba la poesía. El poema alcanzaba a realizarse por una tensión del pensamiento. La exigencia del pensamiento ayudaba a nacer la poesía”.

La actitud ante la vida y la muerte es lo que hace definir al poeta, y  no es poeta quien sabe versificar, sino quien acepta el peso de la muerte y el compromiso de vivir la condición humana, como bien expresa María Zambrano en su libro Hacia un saber sobre el alma, donde define la personalidad del poeta, nos dice: “Poeta, es alguien que padece en su vida de hombre mortal, sujeto a todas las relatividades de la condición humana, el peso de lo más comprometedor, la responsabilidad más exigente; la que proviene de decir lo aún no dicho, de expresar lo que gemía el silencio, en las fronteras mismas de lo inefable…. Condenado por Dios a ser filósofo, dijo de sí mismo alguien que en verdad lo era”. Estas cualidades y exigencias son las que debe tener presente todo ser humano que se sienta y se precie como poeta.

Emilio Prados, como expresa María Zambrano en el mencionado artículo, fue filósofo y poeta: “Pues  que tuvo que ser filósofo para ser poeta, como hay quien tuvo que ser poeta para ser filósofo, y esta dos cosas él bien la sabía”.

Este artículo ha surgido como una lectura atenta del artículo mencionado El poeta y la muerte. Emilio Prados, de la pensadora María Zambrano, el cual está recogido en su libro España, sueño y verdad. El cual os invito a leer.

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la revista LA GARBÍA de pensamiento y literatura nº 11, febrero 2022.

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