domingo, 2 de junio de 2024

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

729 ES EL CÓDIGO COMERCIAL DE ISRAEL, TODOS LOS CÓDIGOS DE BARRAS DE LOS  PRODUCTOS QUE EXPORTAN EMPIEZAN POR ESE NÚMERO.

LA CAUSA ÚLTIMA DE LAS GUERRAS SIEMPRE ES EL DINERO, NO COMPRES PRODUCTOS DE ISAREL MIENTRAS SEA UN ESTADO GENOCIDA.

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EL ARTE DE VIVIR:

"MÁS ALLÁ DE LAS CREENCIAS"


Al principio teníamos todas las respuestas a las preguntas de la vida. Bueno, en realidad teníamos sólo una respuesta que servía para todo: "Es cosa de los dioses."

Pero, en realidad, era una respuesta que no nos decía nada útil.

El ser humano, que es un animal curioso por naturaleza, creó entonces la duda, la llave del conocimiento.

Era necesario empezar a pensar que tal vez las cosas no eran como parecían, que otra verdad era posible detrás de la verdad aparente aceptada por la mayoría.

Así, haciéndonos preguntas y buscando respuestas, nació la filosofía, la madre de todas las demás ciencias, el origen último de todo cuanto rige el comportamiento humano,

Todos creemos en algo, todos tenemos alguna ideología, la que sea, y alguna religión o idea ética, pero: ¿De qué estamos seguros?

Si lo pensamos detenidamente, casi de nada, sólo de haber nacido y de estar condenados a morir. A pesar de eso, seguimos pensando, dudando y aprendiendo hasta nuestro último día.

Lo único que diferencia a una persona razonable de un fanático es si tiene la capacidad y la valentía de poner en duda, en algún momento, sus propias ideas, abriendo así su mente a nuevos horizontes.

Esta exposición es, simplemente, una invitación a dudar, o sea, una invitación a pensar y crecer.

ARTES LIBRES

THE ART OF LIVING:

‘BEYOND BELIEFS’.

In the beginning we had all the answers to life's questions. Well, actually, we had only one answer that fit all: ‘It's up to the gods’.

But, in reality, it was an answer that didn't tell us anything useful.
The human being, who is a naturally curious animal, then created doubt, the key to knowledge.
It was necessary to begin to think that perhaps things were not as they seemed, that another truth was possible behind the apparent truth accepted by the majority.
Thus, by asking questions and searching for answers, philosophy was born, the mother of all other sciences, the ultimate origin of everything that governs human behaviour,

We all believe in something, we all have some ideology, whatever it is, and, some religion or ethical idea, but what are we sure of?
If we think about it carefully, almost nothing, only that we are born and doomed to die. In spite of that, we keep on thinking, doubting and learning until our last day.
The only thing that differentiates a reasonable person from a fanatic is whether he has the capacity and the courage to question, at some point, his own ideas, thus opening his mind to new horizons.

This exhibition is, quite simply, an invitation to doubt, that is, an invitation to think and grow.

ARTES LIBRES

 


TEMAS TERTULIA 7-6-2024

POETAS MALDITOS

DUDAS Y DEUDAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 31-5-2024

AMOR Y HUMOR

DESTINO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

AMOR Y HUMOR

MICAM (Microrrelatos amorosos)

* Ninguno sabía ni había aprendido qué era el amor, puesto que nadie les había enseñado, salvo la naturaleza lo imprescindible para sobrevivir, pero todos creían saberlo con absoluta certeza, creían dominar ese arte que cuesta toda una vida aprender.

* Amor platónico busca su plato de lentejas sin chorizo.

* Masoquista salvaje busca dominatrix sumisa.

* Colchón fugitivo busca celda acolchada para romance sin roces.

* Tornillo derviche busca rosca enrollada para rollo serio.

* Agujero negro busca pala blanca que le dé consuelo.

* Idea fugaz busca planeta receptivo.

* Sinrazón busca explicación pertinente.

* Loro parlanchín busca sorda de hermosa sonrisa para comunicación matrimonial cotidiana.

* Idea perdida busca un perdido idealista para rellenar huecos vitales.

* Ganas de llegar con secreto busca meta complacida.

* Pulga saltarina busca perrito cariñoso, abstenerse perros de agua.

* Una naranja se enamoró de una mandarina pero el limón, que siempre ha tenido un carácter agrio, decía que eso no era natural.

* Entre una lechuga y una vaca, nos pongamos como nos pongamos, y por mucho amor que haya por medio, no puede haber más que una relación caníbal.

* Don Riego se enamoró de Doña Regadera, se demostró una vez más cual era el verdadero sexo fuerte y ambos acabaron como ella.

* El saltamontes se enamoró de la rana al descubrir que tenían un juego en común, pero su amor, a pesar de tantos saltos, nunca llegó muy lejos y, según algunas vecinas muy amigas del saber, tuvo incluso sobresaltos.

* Tanto a unos como a otros, cuando se declaran enemigos, es el amor, a pesar de todo, y aunque ellos ni lo sospechen, lo que les mueve . . . un amor enfermo.

* El búho admiraba de la luciérnaga, cada noche, esa luz que él nunca podría tener. Aún así supo disfrutar de su amor por ella y así se ganó el buho su fama de sabio.

* Hay árboles que se enamoran de su sombra sólo porque siempre está a su lado.

* Dicen que una quimera se enamoró de una hermosa utopía y que de ese amor nació esta extraña realidad.


Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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AMOR Y HUMOR

TE AMO POR TU ALMA

Te amo por tu alma

que empapa de pureza tu cuerpo.

Te amo por tu alma

que impregna de belleza tu mirada.

Es por el amor a tu alma que amo todo de ti.

Pero tu alma, al fin y al cabo, es Él en ti.

Y a través de amarte a ti,

siempre lo amo a Él.

El saludo en la India de Namasté significa que “lo divino en mi reconoce con respeto lo divino que hay en ti”. En la tradición de la India el amor hacia los demás implica un reconocimiento de que esa persona tiene dentro a la Divinidad.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.



DESTINO


Me gusta expresar lo que pienso, por eso escribo; y es que conversar me resulta cada vez más complicado. Además de la consabida interpretación que todos hacemos de las palabras ajenas, últimamente percibo en muchas personas un desmedido afán por la imposición, algo que me invita a utilizar el silencio como herramienta con el fin evadir si no una pelea, sí, tal vez, una salida de tono que solo serviría para engordar al ego de quienes parecen tener pocos escrúpulos a la hora de hacer daño.


Meses atrás decía que de la guerra no me preocupan únicamente los muertos, también me encoge el alma pensar en los sobrevivientes y, sobre todo, en los niños que han de convertirse en los adultos de mañana.


Cada día una persona querida me envía las efemérides de esa fecha: nacimientos, muertes y conflictos bélicos, y cada mañana me duele comprobar que los seres humanos vivimos en guerra permanente desde los anales de la historia. Se viene luchando por el poder, por la tierra, por los animales, por la religión… por tener razón, en definitiva, para alcanzar posiciones de carácter quebradizo y temporal, ya que nada es eterno, todo ello a expensas de dejar un reguero de muerte y destrucción.


Luego, escucho charlas o leo artículos sobre cómo nos afectan los traumas de la infancia a lo largo de la vida, o cómo es posible que nos convirtamos en narcisistas perversos sin casi despeinarnos, o cómo poco a poco podemos instalarnos en un comportamiento autodestructivo.


De cerca nadie es normal, rezaba el título de una obra de teatro, y es que es imposible serlo. Venimos de guerras domésticas y de luchas externas, estamos cargados de duelos y quebrantos de cientos de generaciones, nos relacionamos con otros que también viven como pueden, seguimos haciendo lo posible y lo imposible por llevarnos al otro mundo las posesiones por las que hemos vendido nuestra alma y nuestra calma, aunque sabemos que quienes lo intentaron antes solo consiguieron que sus tumbas fueran saqueadas y hoy sus bienes y ellos mismos estén expuestos en museos.


Así es que, a veces, cuando se me lía mucho la cabeza, me niego a dar crédito a que nuestro destino sea repetir barrabasadas no importa cuánto tiempo dure la humanidad; otras me vengo abajo y asumo que es lo que hay y no queda otra que tirar pa’lante con las anteojeras puestas; las más, me hago eco de Estanislao Figueras y, remedándole, digo bajito para no discutir: «estoy hasta los ovarios de todos nosotros».


02/junio/2024 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»

DESTINO

Cuando las palabras bailan

y bailando pierden altura,

planeando amerizan,

y en el mar se estrellan,


De esas gotas de espuma,

justo antes del silencio,

nacen los sueños humanos.


Quisiera aprender a ser,

tan sólo, un corcho náufrago

que, indolente, flota sobre todos ellos.


Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net

DESTINO

No existen las cargas neutras
Desde el principio de los tiempos
Un juicio en la línea de tiempo uno
Rebotando en la línea de tiempo dos
El sustrato mojado de nuestro ser
Lamentable caricatura la que dejamos salir
Puntos suspensivos, puntos de cruz,
Puntos finales, puntos de luz
Subo a las carencias de Finlandia
Consumiendo mañanas fuertes
Ayer hizo palanca en hoy
Izamos pañuelos de rendición
Solo quedan ratones en los silos
Perdimos las riendas de un nuevo yo

Sara V.T.

https://iderinaweb.wordpress.com


DESTINO

Clandestino del papel,

refugiado sin tierra ni calor.

Estoy malo de desencanto.

Estoy malo de inviernos en primavera.

Estoy malo de añoranzas.

Potrea en mi cabeza sin rienda

este no reconocido dolor.

Rojo de fiebre, sufro recortado de vida,

sin más vencidas esperanzas.

Sudo arcoiris en blanco y negro.

Estornudo estrellas más que oscuras.

Tan pronto sobrevivo en tu polo norte,

como muero cerca de tus frías puertas del sol.


JJC – Juan Jiménez Caballero


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

«LA CORRECCIÓN POLÍTICA ES INCOMPATIBLE CON LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA»

La escritora Marta Sanz reflexiona en ‘Retablo’, su último libro, sobre la deriva de las complejas relaciones humanas que se tejen en las ciudades en un momento social crítico y cambiante.


En los dos cuentos que componen ‘Retablo’ (Páginas de espuma), ilustrado por Fernando Vicente y escrito por Marta Sanz (Madrid, 1967) se analizan asuntos tan complejos como la gentrificación, los afectos, la fricción entre maneras antagónicas de hacer y estar en el mundo, el paro o la falta de perspectivas de futuro para los jóvenes. Abordados con una mirada crítica y un delicioso sentido del humor, la escritora madrileña nos describe ambos territorios, el castizo y el ‘vintage’, en busca de un lugar común en el que ambas actitudes puedan convivir. Si es que eso es posible.

¿Qué te molesta de los hípsteres?

En realidad, así en general, nada. Estoy rodeada de hípsteres, convivo con ellos… pero no he tenido mucho trato, así que estos cuentos están escritos con una mirada lanzada desde fuera, y se aborda el tema con una voluntad claramente paródica. He tratado de reflejar la representación de ese mundo que se va transformando muy deprisa y que nos hace prematuramente viejos a quienes somos maduros pero no ancianos, al tiempo que convierte en seres en extinción y extraordinarios a antiguos pobladores del centro de las ciudades. Lo que me resulta inquietante de los hípsteres es esa especie de representación de una cultura, quizás demasiado suave o un poco pastelera, que es capaz de anular idiosincrasias castizas, paletas y populares que me interesan mucho.

Que amenazan la supervivencia de los bares como dios manda.

Por ejemplo. Los hípsteres han provocado una reformulación muy curiosa de la hostelería, como el auge de nuevas tabernas, regentadas por personas que lo que hacen es una impostura de lo que antiguamente fue el local, es decir, de la taberna de toda la vida. Es lo mismo pero más limpito. Asisto a estas mutaciones con inquietud.

Los barrios (los más céntricos, sobre todo) se están llenando de locales con una acentuada atmósfera profiláctica…

Sí, hay algo inquietante que relaciona esa percepción de la realidad con el género de terror, esa asepsia y amabilidad en las formas de los hípsteres que da miedo. Tengo la sensación de que por debajo se encubren las violencias del sistema a través de una epidermis cultural tranquilizadora. Me hace recordar constantemente la metáfora terrorífica del género negro de que nada es lo que parece.

Cómo han cambiado las cosas… No sé si las nuevas generaciones conocerán esos trucos cotidianos que aparecen en estos dos relatos, como envolver los plátanos en papel de periódico para que no se pongan negros, por ejemplo. ¿Se está perdiendo la cultura popular?

«Se ha producido una escisión entre el aprendizaje natural de las cosas de la vida y la comercialización de todo como un producto vendible»

Más que perdiéndose, creo que se está convirtiendo en algo especializado que se vende. En lugar de formar parte de la vida cotidiana, esa sabiduría que se transmitía de abuelos a madres y de madres a hijas ahora forma parte de un plan curricular doméstico que se vende en cursos especiales y kits estupendos para saber cómo tienes que conservar los alimentos en tu casa. Se ha producido una escisión entre el aprendizaje natural de las cosas de la vida y la comercialización de todo como un producto vendible, incluso esos saberes que antes se transmitían casi por ósmosis de una generación a otra.

A Matilde, uno de los personajes del libro, le disgustan mucho los tópicos. ¿Cómo nos manejamos con ellos? ¿Hasta qué punto son útiles?

En estos dos cuentos de Retablo hay un lugar común: la desconfianza en el tópico, ese prejuicio que convierte las culturas en un espacio reducido, que identifica España con Andalucía. Frente a eso está la sospecha de que dentro de ellos sí que siempre hay algo que tiene que ver con las cosas que suceden en la realidad. Se juega con la confrontación, con el deseo de salir de tópicos reduccionistas que te encorsetan, que no te permiten avanzar y que convierten cada cultura en una especie de casticismo paleto. Al tiempo, se expresa cierta resistencia hacia la forma de una supuesta evolución que recibimos muchas veces de una manera acrítica y que nos hace ser igual de papanatas.

Por cierto, ¿por qué las mujeres de cierta edad –como la canción de Divine Comedy- no usan tacos?

Vivimos en una sociedad en la que nos creemos todos supermodernos y supertecnológicos y pensamos que el futuro ya está aquí. Si lo está, el futuro es muy chorra. Tenemos la sensación de estar viviendo en él, pero no podemos olvidar que vivimos en un país con cuarenta años de democracia y no nos hemos quitado aún la costra de una cierta ranciedad nacionalcatólica que eliminó la sexualidad y las expresiones de las mujeres: les inculcó que no podían usar expresiones soeces o groseras, educándolas en una forma de ser razonable y comedida sin mucho sentido del humor. Uno de los síntomas más evidentes de que una determinada voluntad feminista está impregnando los lenguajes de la realidad es ese empoderamiento de las mujeres en el sentido del humor, empezando a salir de esa moral del sacrificio, del verlo todo negro, del no decir nada chirriante.

Pero ese feminismo, ¿no se nos está yendo de las manos? Pienso en que, hoy en día, por ejemplo, es difícil que se publicara una obra como Lolita.

La corrección política es incompatible con la expresión artística y literaria. El feminismo en apenas un año ha conseguido algo muy bueno que nada tiene que ver con el puritanismo que se le imputa: colocar en la palestra la cultura y plantear la idea de que puede haber libros, pinturas o películas ideológicamente comunistas, machistas, feministas, pero que al tiempo puede haber interpretaciones que se acerquen a esas construcciones culturales con una mirada crítica distinta. El feminismo ha conseguido no radicalizar el comportamiento políticamente correcto en el mundo de las artes y plantear la necesidad de desarrollar estrategias de lectura crítica. Eso es lo que me interesa, y me molesta que se asocie la corrección política al feminismo.

Una de las ilustraciones de Fernando Vicente para ‘Retablo’.

¿Leer es bueno por definición?

Hace unos cuantos años, escribí un texto titulado Algunas razones para no leer en el que intentaba explicar que quizás la manera de poder despertar la curiosidad hacia la lectura en los adolescente es sacar el concepto de literatura de ese corsé humanista que identifica el leer con ser sabio y ser sabio con ser bueno. No es necesariamente así: leer te puede hacer mucho bien o mucho mal, depende de los textos que leas, de los mimbres a partir de los que partas… Leer buenos libros te va a transformar y no saldrás indemne de ellos, pero eso no significa que la literatura sea siempre edificante ni que te convierta en san Francisco de Asís.

Basta pensar en la cúpula nazi, tan refinados, tan exquisitos, tan cultos…

Hay que sacar de la simplificación y vivificar el concepto de lectura, es decir, recordar que requiere un margen de decisión y de esfuerzo grande. Cuando lees con entrega y sentido crítico, la literatura te transforma… pero no desde una visión arcangélica. Por otra parte, cuando usamos ejemplos como el que acabas de utilizar, me da miedo que haya gente que llegue a la conclusión de que hay que separarse de los libros. Hoy en día se confunde permanentemente la opinión con el conocimiento y se estigmatiza más a quienes intentan construirlo, entronizando el elogio de la ignorancia y a quienes hacen gala de no haberse leído un libro en su vida.

¿Qué opinas sobre los poetas de Instagram y los youtubers que escriben versos? Hay quien dice que el comienzo de la gran devaluación de la literatura en general y de la poesía en particular comenzó cuando se concedió el Nobel a Bob Dylan.

«Hoy en día se confunde permanentemente la opinión con el conocimiento»

Que le dieran el Nobel a Dylan a mí no me molesta. En el origen de la literatura está la música y, como escritora contemporánea, me interesan muchos las mezclas de los géneros dentro de la literatura y el desdibujamiento de los límites entre las disciplinas artísticas: la música presta momentos a la literatura, la literatura al cine, el cine a las artes plásticas… En esos límites que se van mezclando nacen momentos de creatividad muy iluminadores, tanto para quien trabaja con esos materiales como para quien los recibe. Pero, al tiempo, tengo la sospecha de que se intenta hacer todo asequible de una manera que se neutraliza ese esfuerzo sano que a veces tenemos que hacer al enfrentarnos a objetos culturales. Tiene que haber un pequeño margen para lo que no entiendes, que es lo que te estimula para seguir raspando hasta llegar al fondo del texto y de ti mismo.

Ese descomponer límites del que hablas es fabuloso, pero tú misma recordabas hace tiempo que hay algunos que son necesarios para delimitar realidades opuestas: izquierda/ derecha, rico/pobre, trabajador/empresario…

Me sentí molesta por la primera campaña de Podemos que decía que no hay izquierdas ni derechas, sino arriba y abajo. Claro que hay arriba y abajo, y la brecha que los separa cada vez es más grande… Pero también hay izquierdas y derechas, también con una brecha que se ensancha cada vez más. La diferencia ideológica es operativa y hay que reivindicarla para que no se produzca, entre otras cosas, una ultraderechización, fenómenos como Vox, como la ultraderecha francesa, como Trump… Hay que ser conscientes de que vivimos en una sociedad llena de aristas donde se producen fricciones y tener la lucidez para no caer en la homogeneidad publicitaria que nos deja tranquilos, pero que es falsa.

Volviendo al libro, ¿qué hay de los afectos vecinales?

Soy una escritora que se jacta de estar muy pegada a la realidad, a los ruidos y a las cosas que ocurren en la calle, de vivir con las ventanas abiertas para enterarme de todo. Por eso, esta transformación de los afectos vecinales la he vivido en mi propia comunidad, en Malasaña. Cuando llegué, notaba en el patio de luces esa red de afectos, para lo bueno y lo malo, con conversaciones de ventana a ventana muy agradables o enconadas entre vecinos. En los últimos años, ese tipo de comunicación directa, ese vínculo fuerte que se establecía entre todos se ha ido diluyendo en una especie de resentimiento que queda detrás de la puerta de cada uno y que explota en las reuniones de comunidad.

Quizás no sólo suceda en las comunidades de vecinos. El miedo al contacto con el desconocido se ha extendido más allá.

Sí, y eso también se ve en estos dos cuentos: la idea de cómo hemos perdido la necesidad de un vínculo fuerte, la necesidad de tocarnos al hablar, de mirarnos a la cara. Creo que tiene que ver con un mal uso de las redes, que han ocasionado una enorme transformación en un tiempo vertiginoso. Incluso a mí me cuesta más hablar por teléfono, tiendo a utilizar los mensajes y me da pereza propiciar encuentros cara a cara, incluso con relaciones amistosas y afectivas. Necesitamos tener una especie de mampara protectora, algo así como una vida en diferido, algo que siempre nos tiene que proteger. Estamos moviéndonos peligrosamente a sociedades —como dice la escritora Leila Slimanide— de superficies deslizante: somos como patinadores que se deslizan por la superficie, sin implicarnos, donde el compromiso se diluye. Pretendemos pasar por la vida sin enfangarnos demasiado.

Esa colonización de términos en inglés, también muy hípster, ¿podría ser una de las microviolencias de las que hablas en los relatos?

«Quemar un coche es violencia, pero también lo es la situación que lo permite y que engendra el propio sistema»

Absolutamente. Tenemos una sentimentalidad muy impostada porque asumimos una lengua y unas construcciones culturales que no son nuestras, pero que sentimos como propias. Parece que nuestro mundo es el del imperio, y en ese sentido, creo que deberíamos reivindicar nuestra idiosincrasia lingüística, social y cultural. Lo que se llamaba despectivamente el costumbrismo, es decir, los modos propios que pueden combinarse con el cosmopolitismo y con la mirada abierta para generar objetos culturales verdaderamente críticos. Todo es una cuestión de dinero y de poder: al final, desde el punto de vista cultural y lingüístico, somos muy papanatas y no nos damos cuenta de que todo nos llega de quien tiene la sartén por el mango.

Otro de los asuntos que aparecen en los relatos es la gentrificación. ¿Hasta qué punto podemos reapropiarnos de los barrios? ¿Hasta qué punto las violencias legitimadas como los alquileres abusivos, los desahucios o la propia gentrificación han de contestarse en ese mismo lenguaje, con violencia?

Estamos sometidos a formas de violencia encubiertas que se normalizan, y una de las cosas que tenemos que hacer quienes escribimos es visibilizarlas. El filósofo Zizek analizaba en un texto la respuesta al sistema de los muchachos franceses de los barrios de la periferia de París, cuando incendiaron coches como locos. Él dice que lo raro es que hubieran tardado tanto en hacerlo, dadas sus deplorables condiciones de vida: sin proyecto de futuro, sin trabajo, sin capacidad para culminar relaciones afectivas porque no tienen dónde hacerlo. Quemar un coche es violencia, por supuesto, pero también lo es la situación que lo permite y que engendra el propio sistema. Ahora bien, entendiendo esto, estoy en contra de los discursos del odio. Hay que buscar estrategias para conversar con los fascistas, buscar maneras de reapropiarnos de los barrios y de resignificar nuestros lugares de convivencia. Las que aparecen en los relatos son un poquito bestias… Digamos que son una licencia poética. Respecto a la gentrificación, creo que es un fenómeno muy complejo. Hay que recordar que hemos destruido nuestro sector Primario y Secundario, somos un país del sector servicios, ahora tampoco podemos echarnos las manos a la cabeza. ¿Qué esperábamos? El turismo es lo que da de comer a este país, por eso hay que encontrar un punto medio para no perder nuestras señas de identidad, nuestra convivencia y la conciencia de que esto es inevitable. Tiene que estar todo muy bien regulado para evitar tropelías como la de los pisos de alquiler turístico pero, nos guste o no, el proceso de gentrificación es imparable.


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