domingo, 31 de diciembre de 2023

 VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/ 

PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: 

nekovidal@gmail.com



LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

8 poemas de Nadia Sol Caramella

27 Dic 2023

/

JUAN DOMINGO AGUILAR

Nadia Sol Caramella es una poeta, editora, docente y gestora cultural nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1986. Publicó La maleza del jardín (Elemento Disruptivo, 2021), Técnicas de supervivencia (Promesa Editorial, Argentina; 2020. Liliputienses, España; 2021. Granuja Editorial, México; 2022), Lo que el silencio puede darnos (Editorial Mutanta, 2020), La orfandad de las flores (Alma de goma ediciones, 2020), Federación de cazadoras (Ausencia editora, 2017), Tiempos de Caza (Subpoesía, 2017) y Temporada de ciervos en el bosque (La Fuerza Suave, 2015). Dirige desde hace 14 años Escrituras Indie, medio de difusión de arte y literatura, edita en Difusión A/terna Ediciones, editorial de plaquetas de nueva literatura latinoamericana. Como gestora cultural produjo ciclos audiovisuales de poesía, ferias de publicaciones y eventos literarios en distintas ciudades de Latinoamérica. En 2018 y 2021 ganó la beca de creación del Fondo Nacional de las Artes. Actualmente coordina talleres de escritura y se encuentra trabajando en su próximo poemario.

***

la encontré en un rincón
detrás de la puerta
era chiquita, oscura y deforme
temblaba a pesar del calor
daba pequeños saltos
y emitía un quejido intermitente
la tomé en mis manos
y la solté en el jardín
junto a los malvones
ahora la soledad crece en el barro
bajo la lluvia del domingo
como las otras flores

***

esta noche
parece insinuarme algo
miro al cielo
las nubes me arrebatan un pedazo
de luna y con ella su luz
es curioso
mi gata juega entre las plantas
casi no puedo distinguirla
por un instante
me sorprende la belleza
de lo que tiende a perderse
en la oscuridad

***

un pájaro voló
hasta un techo alto de tejas azules
y se estrelló
su cuerpo todavía con vida
cayó al suelo
pude ver el momento justo
en que su corazón dejó de latir
fue extraño
no sentí pena
solo curiosidad por la muerte

***

muñecas de infancia
vestidas de luto
sillas apiladas en un rincón
el jardín y la gracia
de una rama seca
el disfraz de este día
sin planchar en el ropero
juegos de niña
y un pájaro muerto
a los pies del rosal
el resplandor del barrio
y la soledad de las antenas

***

si hay un dios para cada paisaje
este sería rosa,
afiebrado por la belleza del loto
en primavera

***

ningún poema
puede salvarnos
pero puede decir:
los domingos por las noches
soy especialista en la ausencia
puedo diseccionarla
analizar sus partes
y verla multiplicarse
por toda la casa

***

la semilla
en la herida de la tierra
florece

***

es posible que el tiempo
eche raíces en lugares insólitos
mientras vos acomodás tu pelo
para contemplar las plantas del jardín
puede que la vida no sea más que eso

https://www.zendalibros.com/8-poemas-de-nadia-sol-caramella/

TEMAS TERTULIA 5-1-2024

DUDAS

PUEBLOS Y CULTURAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 29-12-2023

MIOPIA

EUROPEOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Fragmento de un mural de homenaje al historietista Francisco Ibáñez en la fachada del Centro Cultural Ramón Alonso Luzzy de Cartagena (España), creado en 2021 por Raúl Estal

MIOPÍA


Hace muchos años, un cura llamado Jaime que en aquellas fechas viajaba con frecuencia a Panamá para ayudar a los menos favorecidos, nos contaba a un grupo de adolescentes dispuestos a cambiar el mundo, pesara a quien pesara, que los «indiecitos» tenían una mirada diferente a la de los europeos porque veían un horizonte mucho más lejano que el de la gran ciudad colmada de edificios seccionadores de paisajes.


Por alguna razón aquella idea se me metió en el cuarto de atrás de la memoria y años después, mirando al mar desde el espigón del pueblo costero que me acoge entendí que existen tres niveles de mirada: lejana, media y cercana, o lo que es lo mismo: la que busca la línea del horizonte, la que se deleita en el agua del mar y la que se entretiene con la arena o con las rocas.


Ahora, en estos tiempos en los que mientras unos disfrutamos de la iluminación y los turrones, otros pasan sus vacaciones de verano en las antípodas y no pocos están siendo golpeados por el hambre y las guerras feroces, se me ocurre pensar que del mismo modo que se puede desarrollar una miopía física por mirar muy de cerca las letras, no es descabellado intuir que de tanto mirarnos el ombligo hayamos desarrollado una miopía emocional generalizada que nos permite seguir viviendo como si nada malo ocurriera a nuestro alrededor sin ni siquiera tener que mirar para otro lado.


Es posible que el último resfriado me haya dejado débil; es posible que estas Navidades sienta más nostalgia de días felices; es posible que los años hayan aumentado mi sensibilidad; y es posible que la soledad me esté pasando factura. Seguramente es una mezcla de todo esto lo que, a ratos, me hace sentir mucho pudor y cierta vergüenza por el hecho de pertenecer a un género humano que, a veces, casi nunca, me parece tan humano como se define a sí mismo.


30/diciembre/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»

MIOPIA

¿Por qué hay hambre en el mundo si sobra comida?

¿Por qué seguimos arrasando todo nuestro entorno, la herencia de nuestros hijos, mientras decimos que les queremos?

¿Por qué los dioses, o los extraterrestres, no se manifiestan públicamente?

¿Por qué quienes más hablan de libertad son quienes más la destruyen?

¿Por qué la codicia, el egoísmo o el consumismo no se consideran enfermedades mentales?

¿Por qué todo el mundo dice buscar el amor pero nadie lo siembra?

¿Por qué dicen que Putin es un criminal de guerra pero Netanyahu no?

¿Por qué Netanyahu, siendo judío, se empeña en dar la razón a los nazis copiando sus métodos?

¿Por qué no regaste ese geranio y ahora te lamentas de que ya no te regale flores?

¿Por qué los esclavos se vuelven todos tiranos cuando tienen un látigo en la mano?

¿Por qué la miopía humana les hace valorar lo que tenían después de perderlo y no antes?

¿Por qué llamamos amar a controlar, dominar o hacer que la otra persona baile a nuestra música, siendo todas las músicas hermosas?

¿Por qué me quieres parar...”si no se para la Tierra, ni los cielos, ni la mar...”?

¿Por qué los ciegos oyen mejor y los sordos ven perfectamente?

¿Por qué no se ha prohibido todavía la fabricación de armas?

Por qué no votamos los ciudadanos los Presupuestos Generales del Estado, en que se gasta nuestro dinero, en vez de a señores de todos los colores pero todos al servicio de otros señores que deciden guerras, crisis y, en general, el destino humano mientras nos hablan de democracia?

¿Por qué el dinero puede viajar libremente por todo el mundo pero las personas no?

¿Por qué nos educamos como esclavos y luego nos sorprendemos de que actuemos como tales?

¿Por qué todavía creemos que los países son reales pero las utopías no lo son?

¿Por qué los verdugos y militares cobran todos salarios pero los músicos y poetas no?

¿Por qué ni la vida renaciendo cada primavera nos convence de su grandeza?

¿Por qué permitimos que roben la infancia a los niños mientras añoramos la nuestra?

¿Por qué nos hacemos tantas pregunta pero ignoramos la última e inevitable respuesta?

No, nuestro problema no es de miopía, sino de absoluta ceguera.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTES LIBRES www.arteslibres.net

MIOPIA

ABSURDO 4

No fue un robo, fue un hurto
Un poquito de corazón, un poquito de alegría
No hubo violencia, no hubo embustes
No pasa nada, hay corazones como de lagartija

Hoy el cielo está en escala de grises
Algunos lo llamarán bruma
El ricino aún no se ha marchitado
Esperar al destino es un consuelo triste

Nos resguardarnos ansiando exponernos
Nos ocultamos rezando ser visibles
No es por vosotros,
Es por nosotros

Los chicos de hoy en día…”
Resbalan esas palabras por labios
Que ya no se consideran dignos
De llamarse, de besar, de sentirse “chicos”

Secos, ¿el qué? ¿Los corazones?
No, muy típico
Secos los sueños, secos los deseos
Seca la música, secos los ojos

La vejez que no halla su lugar en este domingo
Amarillean los tejidos sosteniendo las almas frágiles
Yo no había ordenado construir este pantano
No soplaba el viento al nacer este aeropuerto
Se amplifican los tubos y los cambios
Al mil por ciento, elevados a la Unión Soviética caída

Sara V.T.

https://iderinaweb.wordpress.com

MIOPIA

Mentimos

Incluso

Observando

Pedantes

Insultos

Amorosos

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTES LIBRES www.arteslibres.net


EUROPEOS

Hace muy poco tiempo que los europeos, siempre tan etnocéntricos, hemos abierto, al menos en parte, los ojos a nosotros mismos.

Hace poco más de un siglo, en la época de nuestros bisabuelos, estuvieron de moda, entre otras curiosas costumbres, los llamados “dientes Waterloo”, dentaduras postizas hechas con los dientes de los soldados muertos en dicha batalla ; los caballeros a la moda las preferían a las artificiales, mucho más baratas.

Otra curiosa costumbre ocasionó la destrucción de gran parte del legado arqueológico egipcio, al convertir en polvo cientos de momias, pues se creía en las propiedades curativas de tal sustancia. Tal acto de necrofilia no se consideró en ningún momento síntoma de barbarie.

En la misma época acicaladas damas escuchaban entre escandalizadas y morbosamente encantadas las historias que valientes caballeros viajeros narraban sobre salvajes pueblos primitivos que devoraban seres humanos, sin apuntar el detalle de que no solían tener otra alternativa de supervivencia ante la imposibilidad de abastecerse de las suficientes proteínas animales, mientras que el uso supuestamente medicinal de cadáveres pulverizados no tiene más razón de ser que la ignorancia misma, pudiéndose considerar, sin duda, como síntoma de primitivismo.

Pero siempre suele ser al mirarnos a nosotros mismos, individualmente o como grupo, cuando con mayor miopía juzgamos.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTES LIBRES www.arteslibres.net

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

LENTITUD Y ATENCIÓN COMO REBELIÓN EN UN MUNDO ACELERADO

Por todos lados nos presentan el tiempo como algo que se pierde. Nos empujan a olvidar que hay actividades con las que, en su pausado ejercicio, el tiempo se gana, se conquista y enriquece.

Nos hemos acostumbrado peligrosamente a imprimir y acoger ritmos rápidos, vertiginosos y poco conscientes en nuestra vida. Nos movemos de un lado a otro sin recapacitar en la importancia del tránsito: de casa al trabajo o al centro de estudios, y vuelta a casa, hipnotizados y narcotizados, en los escasos entreactos de los que disponemos, con un sinfín de aplicaciones y aparatos tecnológicos que mantienen nuestra capacidad de desear constantemente despierta y espoleada en medio del infierno de lo igual.

Twitter, Instagram y un sinfín de redes sociales aportan material en apariencia siempre novedoso, sin que paremos mientes en que lo que se nos ofrece no es más que lo mismo camuflado bajo capa de algo singular. Hoy, el negocio estriba en adueñarse de nuestra atención a través de este perverso mecanismo.




Cuando nos dicen que «la vida son dos días» tengo la impresión de que intentan contagiar una prisa que no siempre se necesita. Leer y pensar despacio, amar despacio, tomar un café o pasear despacio. Es muy urgente recuperar la capacidad para disfrutar de la lentitud de los procesos. De vivir sin prisa(s). De alimentar la lentitud. Por todos lados nos presentan el tiempo como algo que se pierde: «Escucha resúmenes de libros para no perder tiempo», «Pide comida para no perder tiempo», «Miles de podcasts educativos para no perder tu tiempo estudiando», etc. Nos empujan a olvidar que hay actividades con las que, en su pausado ejercicio, el tiempo se gana, se conquista y enriquece.

«Cuando parece no haber tiempo para pensar, se nos empuja a elegir entre recetas y fórmulas que no necesitan elaboración propia»

En paralelo, este hiperaceleracionismo ha afectado sobremanera la forma en que nos relacionamos. Los nexos humanos se han convertido –o corren el riesgo de convertirse definitivamente– en meras conexiones tan espontáneas como efímeras que no permiten ahondar en la biografía del otro, que nos conservan encerrados en una intimidad encapsulada, aprisionada, que se asfixia por falta del oxígeno que procura el contacto en profundidad con la alteridad, con el otro (que es, también, un yo mismo). Una intimidad que se ve incapaz de abrirse al otro porque precisa, en medio de una sociedad que galopa desbocada, de nuevas conexiones que sigan alimentando un yo que únicamente se ve satisfecho a través de la permanente apertura a diversas e insignificantes novedades, y que además se viste de inocente entretenimiento mientras descompone sutilmente el entramado social.

Por otro lado, en una lectura política, la rapidez con la que corre nuestro mundo beneficia a los dogmatismos de toda índole. Cuando parece no haber tiempo para pensar, se nos empuja a elegir entre recetas y fórmulas que no necesitan elaboración propia. El do it fast encierra una terrible servidumbre intelectual y emocional de la que se benefician todo tipo de populismos y emporios económicos. Necesitamos, por ello, la lentitud del pensar para situarnos con plena consciencia en nuestro presente; debemos tomarlo como parte del ejercicio de nuestra responsabilidad individual, social y ciudadana.

Para entrenarse en la lentitud es imprescindible el papel de la educación como mecanismo que puede oponerse al efecto destructivo y desmembrador del aceleracionismo. El cerebro rápido no puede calcular las consecuencias de sus actos: reacciona mecánicamente, no actúa responsablemente. En términos fisiológicos, pueden llegar a darse atrofias cerebrales de carácter funcional que provoquen una hipofunción del pensamiento lento, que nos impidan recuperar la capacidad para un actuar lento y pausado, tan importante, por ejemplo, en la toma de decisiones.

«El cerebro rápido no puede calcular las consecuencias de sus actos: reacciona mecánicamente, no actúa responsablemente»

Por supuesto, en términos evolutivos el pensamiento rápido es propio de –y necesario para– la supervivencia, pero afortunadamente queremos (y necesitamos) más que sobrevivir. Nuestros procesos mentales están cambiando por el uso indebido de la tecnología. Nos estamos haciendo indolentes, el cerebro vaguea y lo convertimos en una caja de repetición. Como escribió la malagueña María Zambrano, resbalamos por la vida en lugar de agarrar con firmeza y sensatez las riendas de nuestra responsabilidad. Reducir nuestra paciencia cognitiva es sinónimo de facilitar nuestra esclavitud intelectual y emocional.

La auténtica y más relevante batalla que hoy se libra tiene como objetivo captar, moldear y monopolizar nuestra atención. Y ello está muy relacionado con el ritmo que decidimos imprimir a nuestra vida: a mayor rapidez, menor atención a los procesos y actividades que desarrollamos, y una escasa atención hace de nosotros marionetas abúlicas y perezosas que se dejan llevar por los continuos estímulos a los que se ven sometidas. No hay más que pensar en cuánto se han empeñado en vendernos el llamado multitasking como una virtud laboral y existencial: hacer mucho sin centrar nuestra atención en nada. Que no es más que, digámoslo claro, entregar nuestra acción a la deriva.

Como escribe Charo Rueda Cuerva, catedrática de Psicología Básica en la Universidad de Granada, en Educar la atención con cerebro (Alianza Editorial, 2021): «En el rango de habilidades cognitivas potenciales del ser humano, la atención tiene un papel fundamental. Es el cimiento sobre el que estriba toda la construcción del entramado cognitivo propio de nuestra especie». Y añade: «En este sentido, la atención nos ayuda a ser más inteligentes».

«Reducir nuestra paciencia cognitiva es sinónimo de facilitar nuestra esclavitud intelectual y emocional»

No hay que engañarse. Hay una clase de ruido, causante de un existir acelerado y distraido, adormecido, sin pausa ni sentido de la autonomía, que sólo puede silenciarse y sanarse lejos de una pantalla. Lo repetiré una vez más: hoy la auténtica lucha es por nuestra atención. Por eso, una buena educación, enriquecedora (en contenidos) y crítica (en enseñanza de actitudes), ha de fomentar el cuestionamiento sobre la espinosa cuestión de a quién permitimos que se adueñe de nuestra atención. Es necesario e inaplazable recuperar la lentitud en los procesos de la vida. La rapidez es una estrategia que se instaura para consumir –y ser consumidos– de forma incesante y desaforada.

Acaso por eso se siga temiendo tanto en términos políticos el influjo educativo de las humanidades, cada vez más maltratadas en términos curriculares: porque nos invitan a hacernos dueños de nuestra libertad, porque fomentan el abandono de la homogeneización, impulsan la curiosidad, eluden la neurosis de vivir anclados al momento presente y nos proyectan a horizontes compartidos y comunes, ralentizan los tiempos de vida, reducen la vehemencia consumista, alientan el empuje por conquistar nuestra atención, hacen el mundo más rico y diverso e impulsan la creación de nexos interpersonales.

Tal vez sea esta la rebelión que necesitamos: practicar la lentitud y cultivar la atención a través de una educación centrada en ambas prácticas. Para que, como escribió Simone Weil en su Meditación sobre la obediencia y la libertad, no pueda mantenerse «el sentimiento de impotencia» de la ciudadanía, «primer punto de una política hábil por parte de los amos». Nuevas formas individuales de vivir la realidad implicarán nuevas formas de relacionarnos, más valiosas, conscientes y comprometidas. Y aquí está, quizá, el meollo de la cuestión, que también apuntó Weil en un fragmento de la década de 1930: «Sólo puede haber un progreso social, pequeño o grande, si la presión desde abajo es lo suficientemente fuerte como para imponer nuevas condiciones a las relaciones sociales».


https://ethic.es/2022/07/lentitud-y-atencion-como-rebelion-en-un-mundo-acelerado/

No hay comentarios:

Publicar un comentario