domingo, 15 de octubre de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD

"En Creta, con el Minotauro", de Jorge de Sena (Portugal, 1919-1978)


I


Nacido en Portugal, de padres portugueses,

y padre de brasileños en el Brasil,

seré tal vez norteamericano cuando estuviera allá.

Coleccionaré nacionalidades como se cambian camisas,

se usan y se tiran, con todo el respeto

necesario a la ropa que uno viste y que prestó servicio.

Yo mismo mi patria soy. La patria

de la que escribo es la lengua en la que por azar de generaciones

nací. Y por la que hago y por la que vivo es este

coraje que tengo de la poca humanidad de este mundo

cuando no creo en otro, y sólo otro querría que

este mismo fuera. Pero, si un día me olvido de todo,

espero envejecer

tomando café en Creta

con el Minotauro,

bajo la mirada de dioses sin vergüenza.


II


El Minotauro me comprenderá.

Tiene cuernos, como los sabios y los enemigos de la vida.

Es mitad toro y mitad hombre, como todos los hombres.

Violaba y devoraba vírgenes, como todas las bestias.

Hijo de Pasifae, fue hermano de un verso de Racine,

que Valéry, el cretino, lo consideraba uno de los más bellos de la "langue".

Hermano también de Ariadna, lo envolvieron en un ovillo que se chingó.

Teseo, el héroe, y, como todos los griegos heroicos, un hijo de puta,

se rio en su hocico respetable.

El Minotauro me comprenderá, tomará café conmigo, mientras

el sol serenamente baja sobre el mar, y las sombras

llenas de ninfas y de efebos desempleados,

se ocultarán dulcísimas en las tazas,

como el azúcar que menearemos con el dedo sucio

por investigar los orígenes de la vida.


III


Es ahí donde yo quiero reencontrarme por haber dejado

la vida por el mundo repartida en pedazos, como decía

aquel pobre diablo que el Minotauro no leyó, porque,

como toda la gente, no sabe portugués.

Tampoco yo sé griego, según las más seguras informaciones

conversaremos en volapuk, ya

que ninguno de los dos lo sabe. El Minotauro

no hablaba griego, no era griego, vivió antes que Grecia,

de toda esa mierda docta que nos cubre desde hace siglos,

cagada por nuestros esclavos o, por nosotros cuando somos

los esclavos de los otros. En el café,

nos contaremos el uno al otro nuestras penas.


IV


Con patrias nos compran y nos venden, a falta

de patrias que se vendan suficientemente caras para tener vergüenza

de no pertenecer a ellas. Ni yo ni el Minotauro,

tendremos ninguna patria. Sólo el café,

aromático y bastante fuerte, no de Arabia ni de Brasil,

de la Fedecam o de Angola, ni de ninguna otra parte. Pero café

con todo y que yo, con filial ternura,

veré escurrirle desde la quijada de buey

hasta las rodillas de hombre que no sabe

de quién heredó, si del padre o de la madre,

los cuernos retorcidos que le ornan la

noble frente anterior a Atenas y, quién sabe,

a Palestina, y otros lugares turísticos,

inmensamente patrióticos.


V


En Creta, con el Minotauro,

sin versos y sin vida,

sin patrias y sin espíritu,

sin nada ni nadie,

más que el dedo sucio,

he de tomar en paz mi café.


Jorge de Sena en Peregrinatio ad Loca Infecta (1969), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).


Otros poemas de Jorge de Sena

La nave de AlcobaçaSobre un verso de Sophia de Mello Breyner

https://franciscocenamor.blogspot.com/

TEMAS TERTULIA 20-10-2023

INTEGRISMO

DUDAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 13-10-2023

AMIGOS

SINCERIDAD

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

AMIGOS

Tomás miraba la punta de la flecha que le atravesaba el hombro. “Ya no sale pus, la herida ha dejado de supurar”.

Las hierbas eran buenas”, dijo Capac mientras cambiaba las tiras de algodón sucio que hacían las veces de un vendaje.

Pero los dos sabían que apenas les quedaban unas horas de vida, hasta el amanecer como mucho. A un lado de ese cerro andino, las tropas castellanas del virrey tenían claro su objetivo: no se podía permitir que quedara impune el crimen de Tomás de Lezo: matar a un castellano por defender a un indio, por mucha razón que éste pudiera tener.

Al otro lado del cerro, agazapados entre la primera espesura de la selva, los paisanos de Capac tampoco albergaban dudas: era un traidor. Se le había dado la oportunidad de participar en la inminente derrota definitiva de los españoles, en la gran matanza limpiadora que clamaba la misma madre tierra, pero se había negado, y su única disculpa había sido su amistad con Tomás, para el que había pedido que se le respetara la vida. "No, o mueren todos los castillas o nunca nos quitaremos su yugo".

La claridad les sorprendió ya despiertos, cada uno mirando, espalda con espalda, a un lado del cerro. Repartieron las últimas hojas de coca, que masticaron con parsimonia y apuraron la calabaza de tinto riojano. Tras un abrazo, con una mirada tan sólo quedó decidido: cada uno bajaría por el lado del cerro donde se encontraba la gente que se decía su gente. Si había que morir, mejor hacerlo luchando contra el enemigo más cercano, nuestra gente, nuestro pueblo, nuestra patria, los nuestros, nuestra locura.

Así, pensaron, al menos no quedarán más semillas de odio al otro sembradas y algún día germinará la que enseñe que el enemigo en realidad no existe, pero si aún necesitas creer en él, comprende al menos que puede estar en cualquier parte, incluso dentro de ti. Esa duda puede ser la primera que abra poco a poco la mente de un pueblo.

El combate fue corto, apenas un par de gestos y golpes defensivos: todo buen guerrero sabe de la importancia de elegir el momento de luchar y el momento de renunciar a la lucha y sabe también que ese conocimiento se suele pagar con la vida. La cabeza de Capac quedó clavada en una estaca de la selva, la de Tomás fue llevada a Lima y exhibida públicamente para escarmiento. 

Tomás y Capac habían afianzado, en apenas diez años, una relación que tres siglos después, sus descendientes aún habrían de necesitar meses sólo para ponerle nombre: al final, decidieron llamarlo Encuentro de Culturas. En realidad, era sólo amistad, verdadera amistad.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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AMIGOS


Se hace noche la tarde, carmín

en las copas vacías, hojarasca,

ventanas sin aire, pero mis venas

te llevan calle adentro, pulso

adentro y en los tejados

una luna de pájaros se refleja

en los muros de la piedra, la luz es

un tizón, la noche arde en los ojos

de las salamandras, y yo aprendo

a amarte prendida en las farolas,

buscando tu boca, camino arriba,

noche abajo, a orillas del Darro.


    Mari Ángeles Castillo

     


SINCERIDAD

Hace tiempo que ya no creo que exista la sinceridad humana, no porque considere que somos seres despreciables, falsos o mentirosos, sino porque cuanto más vamos conociendo y aprendiendo sobre el funcionamiento de nuestra mente a través de la llamada neurociencia más evidente es que vivimos en una fantasía continua autocreada y que dicha fantasía puede llegar a niveles de enajenación difíciles de imaginar. Todo ser humano está profundamente convencido de la certeza y objetividad de sus planteamientos y conclusiones al margen de lo que la realidad presente ante sus ojos, se han identificado hasta doscientos sesgos cognitivos que nos empujan a falsear las evidencias para confirmar nuestra elección y decisión a cada paso.

Tal vez sólo el budismo y el estoicismo se atrevieron a plantar alguna duda sobre eso que llamamos realidad, el resto de filosofías, ideologías y religiones optan por seguir refugiadas en sus certezas, prefiriendo a menudo una falacia cómoda que una realidad que le haría cuestionarse su actitud o sus actos. Somos, básicamente, creencias, a menudo impregnadas de fanatismo.

Un ejemplo entre muchos: un pueblo, el judío, dice ser el elegido por su dios, que es, por supuesto y para ellos, el único dios verdadero, para ser los amos del mundo, el resto de la humanidad, los gentiles, nosotros, estamos todos destinados a ser sus esclavos, eso dicen, sus sagradas escrituras y no hay más que hablar. Muy pocas veces lo expresan así en público ante el resto de la humanidad, pero sí en privado cuando todos los presentes son judaístas. La mitad de su parlamento actual lo componen grupos ultranacionalistas o ultrarreligiosos, todos convencidos de tal hipótesis.

Hoy Palestina vuelve a desangrarse, como en todas las guerras, la primera víctima de ambos bandos es la verdad y los niños, también de ambos bandos, son los únicos inocentes.

Cuando los nazis decían una barbaridad muy similar nos parecía deplorable, este caso, por alguna extraña razón, no. Otro tanto se puede decir de quienes quieren imponer un estado islámico o de la dictadura telógica actual de Irán o Arbia Saudí, o los al menos doce siglos de tiranía inquisitorial integrista cristiana en toda Europa.

Y todos estaban o están convencidos, muy sinceramente, de tener razón.

Personalmente creo que ninguno la tiene, pero sé también que ésa es tan sólo mi fantasía, mi sincera fantasía.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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SINCERIDAD

Polares

Ahuyentar la sombra del asombro

Jazmines que resurgen evocados


Fragancia perseguida,


Muerte esquiva


Perdimos rostros y nos reencontramos


Ante la decadencia engañada


Por unos minutos cansados pero vivos


Involuntaria esperanza que nos visita


Desde la cúpula de un cielo medio abierto


Perecen los espejos ante los nadies


Se cierran las sendas inmóviles


En este contrabando de abrazos


No quisimos marcharnos lejos


Donde el valor pudiera agazaparse


Donde el miedo supiera alzar el vuelo


No quisimos


No pudimos


Rendirnos al abrigo de un amor perdido


Sara V.T.

SINCERIDAD

SIN MOLESTAR

Caminar sobre la nieve sin ruido,

esconder la voz en el silencio,

ocultar el movimiento en la quietud.

Vivir para no molestar.

Y si nadie me ha visto nunca,

será suficiente con que Tú me recuerdes.


La vida del buscador espiritual tiene que ser, en primer lugar, ética. Vivir sin hacer daño, incluso pasar desapercibido y sin ego. Este aspecto corresponde al concepto de Yama y Niyama que en la tradición recogida por el sabio Patanjali explica cómo tiene que comportarse un yogui moralmente.


Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.




  • MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Libertario: O cómo el saqueo semántico de la ultraderecha nos está dejando sin palabras

  • Antes, la palabra libertario definía a alguien como Buenaventura Durruti o Federica Montseny. Hoy, se presentan así el candidato argentino de ultraderecha Javier Milei y sectores de Vox

Ilustración de Fede Yankelevich

7 de octubre de 2023 22:17h
Actualizado el 08/10/2023 13:27h

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Hasta hace nada, la palabra libertario era sinónimo del movimiento anarquista: revolucionarios de izquierda en lucha obstinada contra el capitalismo. Hoy, es frecuente oírla como etiqueta de la extrema derecha ultraneoliberal capitalista.

Antes, la palabra libertario definía a alguien como Buenaventura Durruti o Federica Montseny. Hoy, se definen así el candidato argentino de ultraderecha Javier Milei y sectores de Vox.

Pero, ¿cómo pudo esta palabra pasar de representar una cosa ayer para representar hoy todo lo contrario?

Siempre es bueno empezar por el diccionario, vamos a ello.

Tiene la palabra el diccionario

Según el diccionario de la Real Academia Española, libertario es “en el ideario anarquista, aquel que defiende la libertad absoluta y la supresión de todo gobierno y de toda ley”. Y según el diccionario de la Academia Francesa, libertario es aquel “que considera ideal una sociedad donde no existiría ley ni poder constituido y donde no se pondría ningún freno a la libertad individual. Los anarquistas afirman tener dicha doctrina”.

En inglés, en cambio, según el diccionario Merriam-Webster, libertario es “un defensor de la doctrina del libre albedrío, que defiende los principios de la libertad individual, de pensamiento y acción. Un miembro de un partido político que defiende los principios libertarios”.

Vemos que mientras que en nuestro diccionario y el de nuestros vecinos la palabra sigue asociada al anarquismo, en el inglés no se lo menciona y se hace alusión a miembros de un partido político libertario. Y, ojo a esto, en vez de libertad habla de libre albedrío.

En estos matices podemos rastrear la polisemia que permite que la palabra libertario nombre a dos antagonistas: proletarios anticapitalistas y burguesía capitalista. Y esto tiene su historia. Allá vamos.

Un paseíto por el pasado

Resumo aquí un puñado de siglos de Historia. Tras batallitas y follisqueos varios, los reinos europeos se fueron anexando y creciendo, lo que les obligaba a obtener cada vez más recursos. Incrementaron las rutas de comercio existentes e inauguraron nuevas saliendo a conquistar tierras y pueblos lejanos. Así llegamos a los imperios y al absolutismo monárquico. De pronto, unos franchutes muy avispados inventaron la ilustración: pusieron a parir a la monarquía y se sacaron de la manga movidas tales como los derechos del Hombre, la igualdad, la fraternidad y la libertad. Aquí surge la idea loca de que se podía ser libre en vez de ser súbdito de un soberano haragán. Es el nacimiento del liberalismo.

Los monarcas europeos prohibían a sus colonias en el nuevo mundo comerciar libremente con otros reinos y les imponían precios e impuestos. La peña se vino arriba y montó revoluciones. Primero en Estados Unidos, después en Francia y, más tarde, en las colonias españolas en América. Derrocaron gobiernos, crearon nuevos países y se organizaron en nuevos sistemas políticos como la democracia. Aunque eran democracias parciales disfrutadas por unos pocos. Aquellas revoluciones marcaron la irrupción de la burguesía en la esfera del poder, hasta ahora en manos de la oligarquía.

Pero entonces a James Watts se le ocurrió perfeccionar la máquina de vapor de Newcomen y se lio parda: estalló la revolución industrial y, con ella, nacieron las clases sociales que conocemos hoy en día. Surgirá aquí la palabra libertario.

Se viene el proletariado

La revolución industrial prendió como la pólvora y los países occidentales se industrializaron a saco. Aquí empieza, también, la crisis climática que tenemos encima. Algunos hijos de la burguesía invirtieron en maquinaria y se convirtieron en capitalistas. Se empezó a fabricar en serie y, gracias al ferrocarril, se expandió el mercado a una velocidad de vértigo. Pero todas estas máquinas necesitaban mano de obra y quien extrajera el carbón de las minas. Trabajaban de sol a sol y por dos centavos. Ahora, al terrateniente que explotaba al campesinado se le sumó el capitalista que explotaba a los trabajadores.

Fue entonces que el francés Saint-Simon le dio una vueltita más a lo que habían escrito sus antecesores ilustrados y tuvo la idea loca de que a la clase trabajadora había que reconocerle sus derechos y necesidades. ¿Cómo lograrlo? Aquí nacen las ideas de izquierda y, con ellas, el anarquismo.

La palabrita en cuestión

Por entonces las bondades del liberalismo eran un privilegio exclusivo de las élites que, además, tenían el poder político. Saint-Simon y los suyos defendían que había que cambiar la función del Estado: de ser el brazo armado del poder económico para reprimir los reclamos obreros, tenía que pasar a garantizar el reparto justo de recursos y beneficios.

A mediados del XIX apareció otro franchute, Pierre Joseph Proudhon, que fue un poco más allá: se le ocurre que la mejor manera de descentralizar el poder político es atomizando el Estado en un federalismo que garantice la participación ciudadana. Fue el padre del anarquismo.

Ley de vida: El viejo Proudhon se les quedó blandengue a las nuevas generaciones. Y fue otro anarquista francés, Joseph Déjacque, el que se definió a sí mismo como libertario en contraposición a Proudhon al que tachaba de liberal. Y la palabrita prosperó en aquel ecosistema cultural convulso donde muchos intentaban pensar nuevas formas de organización social más justa. Pero los Estados, títeres de las élites económicas, reprimieron con todo a los movimientos obreros que surgieron gracias a estas ideas. Lejos de desaparecer, la palabra libertario se impuso.

La palabrita se impone

La prohibición de los periódicos anarquistas en la Francia de finales del siglo XIX impulsó el uso de la palabra libertario entre la prensa ácrata como forma de evadir la censura. Surgieron periódicos, revistas, libros y ateneos que llevaban la palabrita en cuestión como sinónimo de anarquista.

La palabra se extendió al resto de Europa. Y con la inmigración masiva de obreros europeos al nuevo mundo, las ideas anarquistas y la palabra libertario llegaron a Sudamérica. A principios del siglo XX, los sindicatos anarquistas eran los que contaban con más afiliados y los que más guerra daban al establishment. Fueron, también, los más combatidos por las fuerzas de represión del Estado.

Mientras tanto, en el mundo anglosajón, libertario aparecía ya asociado a otra esfera diametralmente opuesta: la religiosa. Veámoslo.

La palabra libertario en el mundo anglosajón

En la Gran Bretaña de finales del siglo XIX, en el marco del debate filosófico dentro del protestantismo, se puso de moda la palabra libertario entre aquellos que defendían el libre albedrío otorgado por Dios a sus hijos en contraposición a aquellos que defendían que las acciones humanas estaban determinadas por la voluntad divina. De ahí que el diccionario inglés hable de libre albedrío y no de libertad.

Por aquel entonces, el británico Herbert Spencer había pillado el darwinismo y, sacándolo de contexto, lo llevó al campo económico y social apuntando al Estado como el culpable de contener la potencialidad individual a la hora de comerciar y prosperar. Apareció, también, la Escuela Austríaca, tan fans del libre mercado como del individualismo. Sin embargo, para más confusión, la mismísima palabra liberal estaba por cobrar un sentido específico al otro lado del charco.

La propiedad de la palabra ‘liberal’

Ya en el siglo XX y en Estados Unidos, el presidente Roosvelt implementó el 'New Deal' para sacar a su país de la Gran Depresión. Ahora el Estado tutelaba las relaciones laborales y se ponía al frente de la producción creando puestos de trabajo y garantizando condiciones dignas para los trabajadores que, al tener más tiempo y dinero, se convertían en consumidores que, a su vez, elevaban la demanda interna impulsando la producción. Idea que también había tenido el británico John Mainard Keynes. Roosvelt empezó a utilizar la palabra liberal para identificar al partido Demócrata, quedando fijada como sinónimo de las políticas progresistas que puso en práctica para sacar a su país de la crisis.

La aparición de esta nueva función del Estado como tutelador de la economía y mediador entre clases logró dos cosas: enfadar a las élites que perdían beneficios en favor del proletariado y, a la vez, reducir la combatividad de los movimientos obreros alejándolos de la tentación de una revolución social. Una tentación muy real: hacía poco más de una década que había triunfado la revolución en Rusia.

Por otro lado, el movimiento anarquista estaba por tener un revés importante a nivel mundial¿Qué pasó?

Caída del anarquismo

Pasó la Guerra Civil Española, que dejó una amarga enseñanza en el movimiento ácrata: incluso con la solidaridad del proletariado internacional, el fascismo y su poderosa maquinaria de represión resultaron invencibles. Los que no murieron en el frente terminaron en campos de concentración nazis o represaliados por Mussolini y Franco. Lo mismo pasó en América latina y otro tanto pasó en la Unión Soviética de Stalin.

En Estados Unidos, al elevar el nivel de vida de los obreros, pocos querían jugarse la vida por una utopía pudiendo comprarse un coche y una lavadora a plazos. Lo mismo pasó en Argentina cuando el primer gobierno de Perón implementó las ideas keynesianas elevando el nivel de vida de la masa trabajadora.

Llegada la década de los 60, la Revolución Cubana despertó, una vez más, la idea de la revolución. Pero ahora el anarquismo era muy minoritario y lo que la petaba era la idea del Estado como el único capaz de articular un cambio sistémico.

En los 70, la economía mundial entró en crisis y las derechas liberales darían un nuevo salto. Se viene el neoliberalismo.

Adiós al monstruo

Tras una inédita redistribución de la riqueza en favor de los trabajadores gracias al Estado de Bienestar, la economía empezó a hacer aguas por diferentes factores. En la Universidad de Chicago surgió una nueva corriente económica influenciada por Spencer y la escuela Austríaca. Los de Chicago, contrarios a Keynes, predicaban una liberalización a tope del mercado: el neoliberalismo que propagarán Thatcher y Reagan.

Pero las potencias industriales necesitaban de materias primas tiradas de precio. Imponer esta nueva receta en los países latinoamericanos tenía un escollo difícil de superar: los nuevos movimientos revolucionarios nacidos al sol de la revolución cubana. Los golpes de Estado en América Latina fueron instrumentados por Estados Unidos. La represión continental del llamado Plan Cóndor, responsable del genocidio perpetrado por Pinochet, Videla y demás golpistas, acabaron con la posible resistencia al nuevo modelo neoliberal.

Poco después, la Unión Soviética terminó por desmoronarse y con la caída del muro de Berlín desapareció el fantasma del comunismo.

Los de Chicago aplaudían con las orejas.

La actualidad

Sin la amenaza del monstruo soviético, ¿para qué seguir perdiendo dinero en favor de las mayorías sociales? Ya no es el fantasma de la revolución lo que se interpone entre ellos y su ambición, ahora es el Estado de Bienestar.

La derecha se ha quedado con la libertad de mercado del liberalismo despreciando las demás libertades y asociando la palabra libertad sólo a la primera. Suelen obviar que el mismísimo Adam Smith ponía un límite a la mano invisible del mercado: que estuvieran en riesgo los recursos planetarios.

Con una clase trabajadora identificada como clase media y donde la figura del trabajador es reemplazada por la del consumidor, la derecha sacó a relucir sin resistencia la palabra libertario como etiqueta de la idea de abolir el Estado como límite a la expansión capitalista. Logra así disfrazar su conservadurismo reaccionario de rebeldía revolucionaria. Es la misma perversión de Donald Trump llamándose anti establishment siendo él un empresario millonario del establishment.

Toda una perversión que está importando la ultraderecha internacional.

La perversión

Guillermo Fernández Vázquez, en su libro Qué hacer con la extrema deecha en Europa: el caso del Frente Nacional (Madrid, Lengua de Trapo, 2019), llama a este saqueo de palabras por parte de la ultraderecha ‘OPA semántica’, gracias a la cual Marine Le Pen logró distanciarse del liderazgo de su padre y ampliar las bases y los votos de su partido utilizando términos como ‘mujer’, ‘trabajadores’ o ‘pueblo’ que son propias del progresismo.

No es casual que Javier Milei niegue a los desaparecidos de la dictadura argentina y reivindique la figura de Carlos Menem: la primera fue la encargada de barrer con la resistencia a la implantación del neoliberalismo en Sudamérica y el segundo fue el encargado de implementar la agenda neoliberal de privatizaciones de los servicios públicos y entrega de los recursos del país a las multinacionales.



Tal vez sería bueno no comprar el marco semántico de esta ultraderecha reaccionaria disfrazada de nueva y alternativa y seguir reivindicando la palabra libertario como parte de la tradición obrera, en memoria quienes se dejaron la vida literalmente para que nosotros tengamos hoy los derechos que esta misma ultraderecha nos quiere arrebatar demoliendo el único dique que tenemos para contener su depredación: el Estado de Bienestar.

Y más en tiempos en que la supervivencia de nuestra especie en el planeta exige un cambio drástico del paradigma de producción y consumo y una redistribución de los recursos que acabe con la desigualdad. O, lo que es lo mismo, acabar con el neoliberalismo y su afán depredatorio que defienden aquellos que hoy se disfrazan de alternativa novedosa bajo la palabra libertario.


https://www.eldiario.es/cultura/libertario-saqueo-semantico-ultraderecha-dejando-palabras_1_10579283.html



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