domingo, 26 de diciembre de 2021

 

VOCES entre VOCES

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TEMAS TERTULIA 31-12-2021

FIN

CÁRCELES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


"LA HOGUERA DE LAS SOLEDADES" Collage, Nekovidal

"Sea extravagante: ponga una coherencia en su vida". (Nekovidal)

LA VIDA, ESE PARÉNTESIS.

Cuando el no ser queda en suspenso

se abre la vida ese paréntesis
con un vagido universal de hambre

somos hambrientos desde el vamos
y lo seremos hasta el vámonos
después de mucho descubrir
y brevemente amar y acostumbrarnos
a la fallida eternidad

la vida se clausura en vida
la vida ese paréntesis
también se cierra incurre
en un vagido uiniversal
el último

y entonces sólo entonces
el no ser sigue para siempre.

Mario Benedetti

"Un pequeño descuido de mamá o papá, te sientes abandonado durante unos minutos mientras eres una indefensa criatura de meses, y te ves condenado, sin sospecharlo siquiera, durante el resto de tu vida a buscar un tipo de cobijo, amistad o amor que no puedes identificar al desconocer el origen de tu carencia.

Es la aparente crueldad del azar sobre las especies primitivas. Saber prevenir y evitar ese dolor es a lo que deberíamos llamar civilización". (Nekovidal)

TEXTOS TERTULIA 24-12-2021

DIAGNÓSTICO

CREENCIAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

DIAGNÓSTICO

AUTODIAGNÓSTICO

 

¿Está todo bien? Puede ser, pero si parece perfecto, desconfíe, no es propio de este universo la perfección, o sea el equilibrio perfecto.

 

¿Hay dolor? Atento al mensaje: hay que averiguar el origen. Puede ser el primer aviso, pero también el último.

 

¿Su trabajo, además de proveerle sustento, le produce placer o, al menos, le deja cierto tiempo para el esparcimiento? Si no es así, cambie de trabajo.

 

¿Le engañan? No se apure, le han dado una lección gratuitamente.

Y no olvide: “Si me engañas una vez es culpa tuya, si me engañas dos, es culpa mía”.

 

¿Encuentra que todo o casi todo es demasiado serio como para encontrar algo de humor en ello? Es que está mirando negativamente.

Aprenda a reírse primero de si mismo y el resto vendrá por si sólo.

 

¿Ya ha encontrado su lugar en el mundo? Entonces todo está bien.

Si no, mejor buscarlo cuanto antes, es la brújula de cada existencia.

 

¿Tiene dudas? Tranquilo, es síntoma de salud mental. Sólo un idiota puede estar completamente seguro de todo.

 

¿Se siente feliz y no sabe muy bien el porqué? No se preocupe, pero haga una pequeña prueba: si su felicidad implica en mayor o menor forma la felicidad de otras personas, sean quienes sean, está en el mejor camino posible en la vida.

Si, por el contrario, su felicidad empieza y termina en usted, cambie de actitud, significa que se ha auto secuestrado sin darse cuenta y posiblemente padezca el síndrome de Estocolmo.

 

Y sobre asuntos tan vitales como secundarios, la salud del cuerpo, por ejemplo, recuerde que éste siempre camina de la mano de la mente, nunca enferman separadamente, busque en uno el reflejo del conflicto del otro y nunca se equivocará en su autodiagnóstico.


Nekovidal - nekovidal@gmail.com

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CREENCIAS

A las palabras líquidas.

La palabra,

y no la piedra.


La palabra

tuviera la saciedad

del agua.


Y no la piedra,

latente nieve cristalina

que guarda la memoria.

La palabra líquida

como el agua que brota,

es manantial de agua pura

celosamente guardada,

callada y escondida.


Y, tú, poesía,

fuente locuaz

de la música,

de la perfección del número

del universo…

Tú, líquidamente te derramas

en la palabra pura.


Del poemario A la voz sonora del agua

José Marcelo Ruiz




CREENCIAS

CREENCIAS, CONVICCIONES Y CONVENCIMIENTOS.

Compare estas dos listas: una es la de los miedos más extendidos entre  la población que habita el Primer Mundo; la otra es la de las cosas que deberíamos temer realmente, en razón al número de muertes que provoca. 

Encuesta sobre miedos :

Lo más temido:

1.     Energía nuclear

2.     Destrucción de la capa de ozono

3.     Acción del sol sobre la piel

4.     Ingeniería genética

5.     Guerras

6.     Conducción de automóviles

7.     Agresiones

8.     Sida

9.     Terrorismo

10.                       Accidentes caseros

 Lo que realmente deberíamos temer:

1.     Tabaquismo

2.     Ausencia de ejercicio físico

3.     Bebidas alcohólicas

4.     Ingestión de grasas

5.     Ingestión excesiva de alimentos

6.     Contaminación ambiental

7.     Conducción de automóviles

8.     Tabaquismo pasivo

9.     Energías nuclear y eléctrica

10.   Contaminación del agua potable

 No se preocupe, usted, como yo, como cualquiera, creerá lo que necesite creer, esa convicción le proporcionará una cierta sensación de seguridad y acabará convencido de que aquello que se encuentra fuera o lejos de sus creencias está equivocado.

No se preocupe, es usted un ciudadano normal, la duda nunca hará mella en su mente, que se irá marchitando entre tantas certezas, como la de cualquier ciudadano normal.

Nekovidal - nekovidal@gmail.com

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domingo, 19 de diciembre de 2021

 

VOCES entre VOCES

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TEMAS TERTULIA 24-12-2021

DIAGNÓSTICO

CREENCIAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


"?" Collage, Nekovidal.

Probablemente de todos nuestros sentimientos, el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”.

(Julio Cortázar)


A UN POETA MUERTO 

(Dedicado a F. García Lorca)

Así como en la roca nunca vemos
La clara flor abrirse,
Entre un pueblo hosco y duro
No brilla hermosamente
El fresco y alto ornato de la vida.
Por esto te mataron, porque eras
Verdor en nuestra tierra árida
Y azul en nuestro oscuro aire.

Leve es la parte de la vida
Que como dioses rescatan los poetas.
El odio y destrucción perduran siempre
Sordamente en la entraña
Toda hiel sempiterna del español terrible,
Que acecha lo cimero
Con su piedra en la mano.

Triste sino nacer
Con algún don ilustre
Aquí, donde los hombres
En su miseria sólo saben
El insulto, la mofa, el recelo profundo
Ante aquel que ilumina las palabras opacas
Por el oculto fuego originario.

La sal de nuestro mundo eras,
Vivo estabas como un rayo de sol,
Y ya es tan sólo tu recuerdo
Quien yerra y pasa, acariciando
El muro de los cuerpos
Con el dejo de las adormideras
Que nuestros predecesores ingirieron
A orillas del olvido.

Si tu ángel acude a la memoria,
Sombras son estos hombres
Que aún palpitan tras las malezas de la tierra;
La muerte se diría
Más viva que la vida
Porque tú estás con ella,
Pasado el arco de tu vasto imperio,
Poblándola de pájaros y hojas
Con tu gracia y tu juventud incomparables.

Aquí la primavera luce ahora.
Mira los radiantes mancebos
Que vivo tanto amaste
Efímeros pasar junto al fulgor del mar.
Desnudos cuerpos bellos que se llevan
Tras de sí los deseos
Con su exquisita forma, y sólo encierran
Amargo zumo, que no alberga su espíritu
Un destello de amor ni de alto pensamiento.

Igual todo prosigue,
Como entonces, tan mágico,
Que parece imposible
La sombra en que has caído.
Mas un inmenso afán oculto advierte
Que su ignoto aguijón tan sólo puede
Aplacarse en nosotros con la muerte,
Como el afán del agua,
A quien no basta esculpirse en las olas,
Sino perderse anónima
En los limbos del mar.

Pero antes no sabías
La realidad más honda de este mundo:
El odio, el triste odio de los hombres,
Que en ti señalar quiso
Por el acero horrible su victoria,
Con tu angustia postrera
Bajo la luz tranquila de Granada,
Distante entre cipreses y laureles,
Y entre tus propias gentes
Y por las mismas manos
Que un día servilmente te halagaran.

Para el poeta la muerte es la victoria;
Un viento demoníaco le impulsa por la vida,
Y si una fuerza ciega
Sin comprensión de amor
Transforma por un crimen
A ti, cantor, en héroe,
Contempla en cambio, hermano,
Cómo entre la tristeza y el desdén
Un poder más magnánimo permite a tus amigos
En un rincón pudrirse libremente.

Tenga tu sombra paz,
Busque otros valles,
Un río donde del viento
Se lleve los sonidos entre juncos
Y lirios y el encanto
Tan viejo de las aguas elocuentes,
En donde el eco como la gloria humana ruede,
Como ella de remoto,
Ajeno como ella y tan estéril.

Halle tu gran afán enajenado
El puro amor de un dios adolescente
Entre el verdor de las rosas eternas;
Porque este ansia divina, perdida aquí en la tierra,
Tras de tanto dolor y dejamiento,
Con su propia grandeza nos advierte
De alguna mente creadora inmensa,
Que concibe al poeta cual lengua de su gloria
Y luego le consuela a través de la muerte.

Luis Cernuda

El conocimiento crea el juicio, la ignorancia el prejuicio y el miedo, el fanatismo. (Nekovidal)


TEXTOS TERTULIA 17-12-2021

UNIVERSO

HERIDAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.





"Sólo temo a mis enemigos cuando empiezan a tener razón". (Jacinto Benavente)


UNIVERSO

EL UNIVERSO A ESCALA

Cuando a veces observas tu mano

y ves tan sólo una modesta huella,

y alzas luego la vista, y embriagas tus ojos

con lejanos cuásares, galaxias y estrellas.

Cuando observas que un simple gesto,

una palabra, una invitación, una mirada,

provocan un cataclismo inimaginable,

torna todo extraño, lúcido o cautivo

o hace brotar lágrimas, risas o, quizás,

la ira infantil de un gemido.

Creerás que tu minúscula mano

o ese tenue candor, sonrisa o rechazo

son eternos micro o macromundos,

y hasta te creerás minúsculo,

o un dios eterno y vagabundo,

o que necesitas aprender a mirar.

Pero cuando tu mente no deambule,

y aprenda a caminar sin miedos,

verás en el menor insecto algo puro,

un universo, perfecta arquitectura.

También en todo tu mundo cotidiano,

por el que tanto sufres y luchas, verás,

tan sólo un esquema imprescindible,

que contiene a todos los insectos,

todas las risas, toda vida, todo ser,

Pero nunca podrán esos universos,

tan minúsculos, enormes y eternos,

ofrecerte una oportunidad de ver algo,

que tu mente en blanco no se atreva a crear.


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"Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo". (Julio Cortázar)

HERIDAS


Existen heridas de todo tipo, grandes, pequeñas, profundas, superficiales, exógenas, endógenas, leves, graves; y pueden afectar al cuerpo o afectar al alma, cuando no a ambos a la vez, sea cual sea la forma en la que se manifiesten.


Ambas tienen el mismo proceso de curación; lo primero es limpiar y desinfectar la zona afectada por la lesión, no solo la herida propiamente dicha, algo poco agradable por lo general; después poner el potingue y vendaje adecuados que, en ocasiones, habrá que cambiar con frecuencia durante la primera etapa; por último, echarle cariño, besos y paciencia hasta la cicatrización.


Todos tenemos el cuerpo decorado con pequeñas cicatrices que se han vuelto casi imperceptibles al estirar la piel con el paso de los años, de hecho, algunas solo se hacen visibles cuando las buscamos con ahínco pues fueron curadas de forma adecuada dejando esas sutiles marcas que ahora, entre risas, evocan alguna lejana caída que, agradecida de volver al presente, nos regala el olor a infancia.


Sin embargo, no es así con las heridas del alma. Éstas se ignoraron o, lo que es peor, se nos enseñó a llevarlas a gala, como si el sufrimiento fuera un atributo maravilloso, de modo que absorbimos el dolor como si fuera un vestido del que estar orgulloso, en el más absoluto convencimiento de que el malestar es lo normal y solo queda neutralizarlo o, mejor, insensibilizarlo; incluso la sociedad está conforme y, en lugar instruir en el manejo de las emociones, proporciona pócimas para ocultarlas.


Hablo de algo que conozco bien. Durante años presumí de mis úlceras del alma en la creencia de que con ellas conseguiría mayor graduación en el ejército de humanos lisiados que puebla el mundo. Mentira, las llagas ni adornan ni dan categoría. Un poco por tesón y otro poco por fortuna, conocí la existencia del mejor desinfectante de espíritus, el amor propio, con el que además se pueden dar puntos de sutura y unir los pedazos de un corazón roto.


Tanto me sorprendió y me emocionó saber que es posible reconstruir el tejido emocional que, ahora, en cuanto siento que algo no funciona como debería, entro al quirófano de las almas, que viene a ser zambullirme en el desdoblamiento de mí misma, con el fin de obtener el mimo y los cuidados que me faltaron o no supe recibir en su momento y cuya falta dejó mis heridas al aire.


Quien me quiere y me ha conocido mostrando bubones en el proceso curativo se asusta, a veces, si comienzo a hablar de cicatrices -por si cayera en el pozo de la tristeza nuevamente- y tengo que salir al quite: no te asustes, solo quiero celebrar contigo haber conseguido esta marca que no es otra cosa que el certificado de haber puesto fin a aquello que dolió.


Es un lujo haber aprendido que, para sanar antiguas heridas que quedaron sin desinfectar, existe esa estupenda medicina llamada «amor propio» que no necesita de prescripción facultativa y puede tomarse a demanda sin más efecto secundario que sentirse en paz.


19/diciembre/2021 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



"La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos". (Antonio Machado)

HERIDAS

HERIDOS DE VIDA


Por cada caricia no dada, cada sonrisa no compartida, cada herida no curada, cada dolor no consolado, cada duda no resuelta, cada golpe recibido, cada silencio ante cada pregunta, cada amanecer sin ilusión, cada atardecer sin descanso, cada sombra sobre nosotros, cada...

Así arrastramos todos nuestras heridas, supurando unas, ya cicatrizadas otras, por ese sendero al que llamamos existencia, como ciegos intentando alcanzar un sentido digno a nuestra vida con nuestro bastón de arrogancia e ignorancia tallado en miedo y dudas, con el único y mínimo consuelo vital de la esperanza.


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HERIDAS

Antonio Sevilla,

en su memoria.

Quiero sembrar los campos

de palabras.

Palabras con raíces,

para que cuando yo me haya ido

hablen de mi ausencia.


¡Dejad la puerta abierta

para que entre esa ladrona

que roba el alma!


Que se llevará un desengaño:

la casa está vacía

y no hay nada para llevarse.


Que mi alma florece

en esos campos,

sembrados con palabras.

Palabras con raíces.


Del poemario A la voz sonora del agua

José Marcelo Ruiz


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

El arte de no enfermarse


Si no se quiere enfermar; hable de sus sentimientos. Las emociones y sentimientos que están escondidos y reprimidos, terminan en enfermedades como: gastritis, úlcera, dolores lumbares, dolor en la columna. Con el tiempo, la represión de los sentimientos degenera hasta el cáncer. Entonces, vamos a sincerar, confidenciar, compartir nuestra intimidad, nuestros secretos, y nuestros errores. 

El diálogo, el hablar, la palabra, es un poderoso remedio y una excelente terapia.Si no se quiere enfermar; tome decisiones. La persona indecisa permanece en duda, en la ansiedad, en la angustia. La indecisión acumula problemas, preocupaciones, agresiones. La historia humana es hecha de decisiones. Para decidir es preciso saber renunciar, saber perder ventajas y valores para ganar otros. 

Las personas indecisas son víctimas de dolencias nerviosas, gástricas y problemas de la piel. Si no se quiere enfermar; busque soluciones. 

Las personas negativas no consiguen soluciones y aumentan los problemas. Prefieren la lamentación, la murmuración, y el pesimismo. Es mejor encender un fósforo que lamentar la oscuridad. Una abeja es pequeña, pero produce lo más dulce que existe. 

Somos lo que pensamos. El pensamiento negativo genera energía negativa que se transforma en enfermedad.Si no se quiere enfermar; no viva de apariencias. Quien esconde la realidad, finge, hace poses, quiere siempre dar la impresión de estar bien, quiere mostrarse perfecto, bonachón, etc., pero está acumulando toneladas de peso. Una estatua de bronce con pies de barro. 

Nada peor para la salud que vivir de apariencias y fachadas. Son personas con mucho barniz y poca raíz. Su destino es la farmacia, el hospital, y el dolor.Si no se quiere enfermar; acéptese. El rechazo de sí mismo, la ausencia de autoestima, hace que nos volvamos ajenos de nosotros mismos. Ser uno mismo es el núcleo de una vida saludable. 

Quienes no se aceptan a sí mismos, son envidiosos, celosos, imitadores, competitivos, destructivos. Aceptarse, aceptar ser aceptado, aceptar las críticas, es sabiduría, buen sentido y terapia.

Si no se quiere enfermar; confíe. Quien no confía, no se comunica, no se abre, no se relaciona, no crea relaciones estables y profundas, no sabe hacer amistades verdaderas. Sin confianza, no hay relacionamiento. La desconfianza es falta de fe en sí y en los otros. 

Si no se quiere enfermar; no viva siempre triste. El bueno humor, la risa, el reposo, la alegría, recuperan la salud y traen larga vida. La persona alegre tiene el don de alegrar el ambiente donde vive. “El buen humor nos salva de las manos del doctor”. La alegría es salud y terapia.


Dr. Dráuzio Varella


¿Tener un diario o transcribir disciplinadamente los sueños son comportamientos profundamente egoístas?

Socialmente (y efectuando una generalización posiblemente injusta) el escritor puede considerarse un ser egoísta, ególatra, misántropo incluso. Cuántas historias no se conocen de escritores y escritoras que prefieren la paz de estos desiertos, la soledad y el aislamiento y que aun encontrándose acompañados parecen ausentes y distantes, ensimismados, habitando las regiones inaccesibles de su vida interior. Cuántas historias no se conocen de escritores que, geniales en su vida intelectual (o por lo menos destacados) son sin embargo un desastre en su vida emocional, incapaces como parecen (o son) de establecer un lazo con el prójimo, con el semejante, entregados como dicen estar a nada más que su obra (que, visto desde fuera, no parece otra cosa más que una extensión de sí mismos).

Puede ser, en efecto, que esto sea cierto. Al menos en parte. Los escritores tienen el defecto social de poseer una intensa vida interior: lo que viven lo viven quién sabe si docenas o cientos de veces, recreando un suceso hasta dar con la fabulación que satisfaga su visión de mundo o la visión de mundo que quisieran transmitir (y ese, quizá, sea el lazo último que redime al escritor: la voluntad de transmitir). En cierta forma esa es la razón de su autismo (permítaseme la licencia médica): un corpúsculo en la mente del escritor que lo impulsa, a veces sin él quererlo, a dejar de vivir en el mundo para vivir en su mundo, una potencia que lo toma y lo arrastra no fuera de sí, sino a sus propias profundidades, lo arroba pero no en un sentido místico, sino en sentido negativo, a un fondo en el que posiblemente no encuentre nada —para, pese a todo, convertir esa nada en algo.

Pero si hago del “escritor” el sujeto de estas divagaciones la verdad es solo por comodidad discursiva. Lamentablemente ese es un estado del espíritu que ahora se considera exclusivo de unos cuantos a quienes convencionalmente se considera escritores profesionales, a pesar de lo contradictorio que pudiera sonar dicha noción. Escritor, a fin de cuentas, es quien escribe por la sola razón romantizada de tratar de entender la contingencia y el caos de la existencia, su carácter absurdo. Escritor es quien suple el diván y la charla con el psicoanalista o el amigo con una libreta y una pluma. Quien gracias al ejercicio de la escritura (o a pesar de este) consigue aclarar o enturbiar aún más los conflictos de los que se cree preso.

En este sentido, uno de los comportamientos antonomásticos del escritor, también uno que podría caer, al menos superficialmente, en el rubro de la egolatría, es el de tener un diario, actualizarlo más o menos día a día, reservar una de sus horas para pasar por el filtro de la escritura (transcribir) hechos que originalmente fueron presencia, gestos, sucesión inasible del tiempo. ¿Qué comportamiento más egoísta, más solipsista, que guardar para sí ese fragmento ínfimo de la realidad que presuntuosamente el escritor cree que le tocó vivir solo a él? “Siglos de siglos y sólo en el presente ocurren los hechos; innumerables hombres en el aire, en la tierra y el mar, y todo lo que realmente pasa me pasa a mí”.

Y por si esto no fuera suficiente, hay quienes añaden una derivación a esta conducta, una suerte de corolario escritural, de subcategorización, que consiste en practicar la escritura de sueños. Tomar la pluma o sentarse frente a un teclado para rememorar tan fielmente como sea posible lo recién soñado, para, en una fase ulterior, encontrar o inventar las conexiones entre las fantasías oníricas y lo realmente vivido. ¿Por qué esta persona en este sueño? ¿Por qué en este lugar? ¿Por qué un tablero de ajedrez?

Pero si ya antes aventuré que la disculpa para el misantropismo o egoísmo del escritor pudiera encontrarse en su propósito último de transmitir algo —de él mismo redimir a otros por la vía de su sufrimiento convertido en escritura, en comunicación, con todo el mesianismo que esto conlleva— en el caso de este último aspecto de la vida del escritor tal vez haya un significado todavía más trascendente —y al mismo tiempo profundamente íntimo.

Pienso qué tan egoísta o narcisista puede considerarse la escritura o recreación de un sueño, aparejado con el sostenimiento de un diario. Me digo ―a la luz de lo último que yo mismo escribí o descubrí, a lo cual no hubiera llegado, posiblemente, de otro modo― que, después de todo, poco o nada, al menos si se considera que ambas tareas redundan ―socrática, vedánticamente― en el mejor conocimiento de uno mismo, acaso también en la paz con uno mismo, la condición necesaria para ser capaces de conocer otras cosas, acaso también para entrar en paz con otras personas.

Twitter del autor: @saturnesco

Escribir está sobrevaluado. Se trata de un ejercicio valioso en sí mismo y por varias razonas, qué duda cabe, pero pienso que desde hace un tiempo, décadas quizá, son muchas las personas que creen que escribir es más un talento que una capacidad, una suerte de don o de habilidad reservada a un puñado de privilegiados, un gremio que, por otra parte, se ha encargado de reproducir y perpetuar este prejuicio, chapando la escritura con los oropeles del oficio y la profesión, dictaminando desde sus tribunales el supuesto valor que puede tener algo que se ha escrito.

Escribir, es cierto, no es una capacidad natural, al menos no en ese sentido de lo natural que, en contraste, posee el lenguaje oral. Aprendemos a hablar por imitación y al hilo de los días, pero el lenguaje escrito alguien más tiene que enseñárnoslo. O al menos esa es la consigna y también el pretexto por el cual se cuelan la marginación y la exclusión. Por siglos y aún en nuestra época, el analfabetismo ha funcionado también como un mecanismo de control social, una forma de mantener a raya, una regla de etiqueta no escrita que en la frivolidad de algunos sirve incluso para distinguir clases sociales y descubrir el origen de una persona.

¿Pero qué decir del analfabetismo de los letrados? ¿Qué decir de quienes saben leer y escribir y sin embargo no leen ni escriben? O leen pero no escriben. Así como hay campañas de promoción a la lectura y gobiernos y organizaciones civiles preocupados por los pocos libros que se leen en determinados países, quizá deberían emprenderse también cruzadas para que la gente escriba, masivamente. ¿O escribir no es tan importante como leer?

Sí, escribir es tan importante como leer, y probablemente más todavía, sobre todo si consideramos el carácter liberador de ambas actividades. Escribir es, potencialmente, más liberador que leer porque la lectura en nuestro tiempo también es territorio de la programación mental y la ideologización. ¿Sirve leer si lo que se lee son los libros de Paulo Coelho y Dan Brown? Serviría si algún día los libros de Paulo Coelho se terminaran y el lector se viera forzado a explorar lo desconocido y lo ignorado. Pero lo cierto es que ni los libros de Paulo Coelho se terminarán nunca (porque otros como él se multiplicarán ad infinitum) y el lector de este tipo de literatura se ha vuelto tan refractario a un nivel mínimo de dificultad que, aventuro, preferiría dejar de leer a, digamos, probar suerte con Kafka.

Por eso considero la escritura como un espacio, si no ajeno a la colonización del pensamiento, al menos más propicio para hacer evidente esta colonización ―y, si es el caso, subvertirla, rebelarnos contra ella. Escribir para hacer patentes las ideas que no son del todo nuestras y sin embargo son las mismas con las que pensamos y actuamos a diario. Un dominio en el sentido literal del término: la soberanía absoluta del yo, con sus heredades y sus bastardías, su autocontrol y sus vastas regiones inexploradas, un rincón o un universo autónomo, libre según la medida de nuestra propia libertad.

¿Y hay quienes piensan que pueden valorizar todo esto? En cierto sentido nadie tiene la capacidad para valorar lo que escribes porque nadie es capaz de escribir como escribes. En la escritura comprometemos lo que somos, y no exagero. Las palabras que usamos son las palabras que escuchamos en nuestra infancia, las que leímos en nuestros primeros libros, las que repetía el más querido de nuestros amigos. En las palabras que usamos está esa parte de nuestra vida que pasamos en las bibliotecas, en las salas de cine, en las calles y las cantinas y los mercados, en las correrías de madrugada. No las frases de la mujer que creíamos que nos amaba, sino las palabras que elegimos para contarnos la historia de una mujer que creíamos que nos amaba. La sintaxis desde la cual intentamos entender el mundo. Los regaños de nuestros padres y nuestros maestros. Las trasposiciones. Las metáforas. Los equívocos. Los errores. Eso, lo que somos y lo que creemos ser, lo que los otros creen que somos, lo que quisiéramos ser, lo que nunca fuimos, lo que nunca seremos, es parte de la red a veces compleja y casi siempre absurdamente simple que se vuelve real cuando escribimos.

Por eso la escritura libera.

Por eso nadie puede escribir como escribes.