domingo, 27 de agosto de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD

5 poemas de Nuria Ortega Riba

5 poemas de Nuria Ortega Riba

Nuria Ortega Riba es una poeta nacida en Almería en 1996. Graduada en Filología Hispánica por la Universidad de Almería y tiene un máster en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera por la Universidad de Granada. Actualmente cursa en esta misma ciudad un doble máster de Profesorado y Estudios Literarios y Teatrales. En 2021 recibió el Premio Adonáis por su poemario Las infancias sonoras (Rialp, 2022). Algunos de sus poemas aparecen en las revistas AnáforaLitoralEstación Poesía, Piedra del molino Casapaís. Además de poesía, escribe narrativa: ha escrito relatos y microrrelatos que figuran en antologías. Al mismo tiempo mantiene una estrecha relación con las artes plásticas, practica la pintura, tanto tradicional como digital, y está muy interesada en las relaciones entre la imagen y la palabra escrita.

***

EL AFILADOR

—¿Cuáles son tus sonidos favoritos?

—No sabría decirte.

—¿Cuáles te recuerdan a tu infancia, a tu hogar?

—Pues…

las llaves de mi madre al llegar a casa por la noche,
la risa de mi abuela, el silbido de mi abuelo,
las piedras del chalet cuando jugaba a los piratas,
las olas rompiendo, pero solo en mi mar,
el inicio de alguna canción de La Oreja de Van Gogh,
la música de ambiente del centro comercial,
el cucú de las mañanas de julio y agosto,
las cigarras, la lluvia,
las voces de los niños,
los columpios oxidados
y el afilador.

—¿Entonces?

—No sabría decirte.

***

A CIERTA HORA

Eran unas calles naranjas.
Naranja de cáscara de naranja.
Naranja de brasa en los tejados.

A cierta hora,
el sol da de refilón en la torre de la iglesia.
A la misma cierta hora,
las voces se apagan, sobreviene la calma,
el silencio enfila plazuelas sin sombra.

Nosotros, los niños,
en el quiosco compramos unas pipas.
Sonreímos. Sentados en el respaldo de los bancos
nos preguntamos:
¿Seremos los mismos dentro de diez años?
¿Recordaremos todo esto?
¿Nos enamoraremos?

Eran unas calles naranjas
de preguntas sin respuesta.

***

MIRO UNA BOLA DE CRISTAL EN UN BAZAR

Pequeña bola de cristal en un estante,
diminuto ecosistema contenido.
Un abeto, una cabaña, un tronco cortado en el suelo,
rodeados por una cúpula transparente.
Si la pones bocabajo, eres dios o el demiurgo:
cae la nieve porque así tú lo has querido.

Miro la bola de cristal en el estante.
Me resulta muy gracioso.

Tener un pequeño mundo en la palma de tu mano
solo cuesta uno con setenta.

***

EL ESPEJO

Cada palabra es un modo, más o menos honesto, de autorretratarse.

Marta Sanz

Aprendo a mirarme
como una gacela aprende a caminar.
Dejo que me engulla el malestar,
lo moldeo
a mi manera,
construyo un castillo,
una catedral,
una ciudad subterránea que espero emerja
humanamente desde el fondo.

Toco mi piel en el espejo,
dibujo mis líneas y creo
que soy papel,
que puedo dibujarme
como dibujo a otras,
con los mismos ojos cargados de cariño,
si solo busco,
si solo trato de querer esta hierba
que me crece por el cuerpo,
si solo logro comprender
que en el negro de mis ojos también está la luz.

Hoy,
cada noche
y lo que queda,
aprendo a mirarme.

Ojalá un día sea capaz de ver en mi boca
un pájaro que emprende el vuelo por primera vez.

***

LOAIARA

Igual que en gallego existe una palabra
para llamar al primer rayo que asoma tras la lluvia,
igual que en japonés existe otra
para hablar del sol que se cuela entre las hojas,
igual, en definitiva,
que alguien que señala algo de su mundo,
yo tuve que saber ponerle nombre
al amor por esta luz después del abandono.

Nunca me he encontrado con alguien tan ignorante que no pudiese aprender de él."

(Galileo)

TEMAS TERTULIA 1-9-2023

CALOR

SINCERAMENTE MI@

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Si asumes que no existe esperanza, entonces garantizas que no habrá esperanza. Si asumes que existe un instinto hacia la libertad, entonces existen oportunidades de cambiar las cosas. (Noam Chomsky)

TEXTOS TERTULIA 25-8-2023

CAMBIO DE PLANES

INTERMITENTES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


La vida es eso que pasa mientras estamos haciendo otros planes.”

(John Lennon)

CAMBIO DE PLANES


Los seres humanos más que hacer planes intentamos dominar la vida y la naturaleza. Planificamos una playa donde hubo acantilados; y la hacemos. Planificamos una urbanización en el cauce de un río; y la hacemos. Un estacionamiento en una rambla, una papelería cerca de un establecimiento de pirotecnia, un centro deportivo donde hubo un cementerio y una vida en línea ascendente tanto emocional como económica y laboralmente, y allá vamos.


Hace varios -muchos- años, en un curso sobre personalidad y relaciones humanas al que asistimos con la finalidad de aprender a relacionarnos lo mejor posible con los demás, uno de los asistentes, un jesuita divertidísimo y una de esas personas que por su forma de vivir hacen que sigamos creyendo en la gente, no pudo resistirse ante unas directrices que daba la ponente sobre cómo conducir la vida y dijo: «tú organiza, organiza, que luego la vida llega y manda». Una de las frases más inteligentes que he escuchado.


Yo creo que es necesario vivir con un propósito, pero ese propósito tiene que ir acorde con la vida no imponiéndose a ella; porque esos «planes» que le dicen a la naturaleza cómo tienen que ser las cosas no dan resultado; la playa-no playa atrae porquería; la inesperada crecida de un río aparentemente seco se lleva por delante decenas de viviendas y de vidas; los coches aparcados en lo que fue rambla son arrastrados al mar por lluvias torrenciales, un petardo despistado cae en el almacén de folios y el centro deportivo sobre el cementerio destila cierto aroma a pompas fúnebres.


El intento de conseguir una vida en línea ascendente merece mención aparte, ya que la estabilidad que pretendemos nos lleve a la felicidad sólo nos conduce al bienestar, al goce de los sentidos, pero no nos ensancha el corazón. Afortunadamente «la vida llega y manda» cambiando planes y situaciones, poniéndonos frente a nosotros mismos -siempre y cuando no tengamos miedo de mirarnos- y descubriéndonos potenciales que se aburrían en la confortabilidad de lo lineal; entonces sacamos recursos desconocidos al campo de juego: buscamos nuevas formas de trabajo, solventamos situaciones económicas (si no son extremas, claro está) o nos recuperamos de una pérdida afectiva que nunca nos creímos capaces de superar.


Propósito de vida sí, pero jamás intentes esclavizarla, porque ella arrollará todo aquello que pretenda quitarle su auténtica esencia: la libertad de fluir y cambiar.


25/agosto/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



La vida es lo que ocurre mientras no tenemos el móvil en las manos”.

(Bunbury)


CAMBIO DE PLANES

Si tan sólo la mitad de los planes que hacemos a lo largo de nuestra vida se hubieran hecho realidad el paraiso estaría lleno, o dicho con otras palabras, nadie se hubiera quedado fuera.

Es admirable la ilusión, esperanza e ingenuidad que derrochamos a lo largo de la vida haciendo planes . . . Hasta que aparece la realidad y resulta que esa carrera que estudiamos con tanta ilusión no resultó ser lo que esperábamos, ni tenía tantas salidas laborales, ni apenas nos ha servido de nada en la vida, por mucho que el saber no ocupa lugar siga siendo una verdad indiscutible ; ése amigo de la infancia que creíamos para toda la vida deja de serlo porque su novia le exige que no se siga juntando con esos amigotes de antes; ser padre o madre, con ser hermoso, no era lo que esperábamos, sobre todo a partir de la adolescencia de las criaturas; el dinero, fruto de tantos años de trabajo, está ahí, pero no cunde como debiera; las ideas políticas y sociales por las que hubiéramos en otro tiempo dado la vida en otro tiempo para construir una sociedad justa resulta quie fueron secuestradas, manipuladas y prostituidas en boca de políticos que, además, nunca se jugaron nada; el amor de nuestra vida no era más que una persona dependiente que necesitaba una víctima con la que alimentar sus frustraciones y heridas como tú posiblemente y sin darte cuenta también hiciste con ella; en la religión cada uno hace sus cuentas una vez descubierta la farsa de todas las religiones institucionalizadas, consigues el número de teléfono de algún dios o diosa y sigues adelante; etc., etc. Al final, como dice el tango, ves que todo es mentira . . .

Y pasa el tiempo. Cuando al fin te puedes comprar esa moto o esa ilusión de juventud ya no tienes juventud para disfrutarla, los atardeceres son hermosos, pero tu vista ya no es la misma; están bien las reuniones y tertulias interminables con los amigos, pero ya ni ellos ni tú tenéis la energía necesaria para aguantar hasta tarde.

Un buen día descubres que en este juego de final inevitable, eso que llamamos vida, ésta tiene la costumbre de darte una sorpresa de vez en cuando, de transformar tus ilusiones en pesadillas o, también de vez en cuando, darte un regalo cuando menos te lo esperas.

Entonces es cuando aprendes, si aprendes, a relajarte, que es lo más parecido a aprender a vivir, tomas conciencia de que mañana tal vez no veas amanecer al tiempo que te das cuenta de que amargarte por ellos es una soberbia estudiez, tus cansados sentidos disfrutan ahora más de la vista de esa flor incauta que está floreciendo al lado de una carretera y que seguro que te recuerda a alguien que has conocido; tal vez oigas menos la música, pero la escuchas y disfrutas más; tus amigos, más o menos reales, sinceros u oportunos ya no son tan buenos o malos, comprendes que arrastran su mochila como tú la tuya, empiezas a creer más en personas sanas o enfermas que en personas buenas y malas; has viajado tanto que disfrutas tanto de un documental como de un viaje a un sitio similar a tantos en los que has estado antes y agradeces no tener que pasar ese calor o ese frío para poder disfrutar viéndolo; disfrutas plenamente tanto de la enorme energía de un niño sano, un monumento a la vida, como de un anciano sabio, un monumento a la esperanza y todo, paradójicamente, valiendo aparentemente menos, pasa a valer mucho más.

Si has llegado a ese punto del camino ya no ansías casi nada, tal vez, como mucho, algún regalo sorpresa de la vida, nada más, pero ya no sufres si no llega y, a fin de cuentas sabes que lo más a lo que puedes aspirar es a morir con una sonrisa en los labios y sin un ápice de miedo ante lo inevitable porque ya has comprendido que sólo los necios o los locos se angustian por lo inevitable.

Mientras, esperando sin prisa ni pausa esa sonrisa final te asombras a diario, como ni imaginabas que te pudieras asombrar en tu juventud, de lo maravillosa y hermosa que puede ser, a pesar de todo, a cada instante, la vida.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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INTERMITENTES

Lirios

¿Saben qué?

Tenían razón.

Los que querían aguar fiestas y funerales. Los que no querían mirar, los que querían oír pero no callar, los que no querían hablar sin haber sido testigos del silencio. Los que segaron margaritas para que no volvieran a ser deshojadas, los que hablan de clavos sin haber tocado martillos, los que en abril recuerdan las páginas de un bloc y sucios calendarios. Los que esparcen cenizas en el juego, los ciegos que se dejaron el bastón en el costurero, las plañideras sin cebollas que se exiliaron en el campanario.

Pero se olvidaron.

De que en la cara B de la luna, creciendo tímidas,
en ocasiones asoman pequeñas acuarelas que tejen azucenas.

Sara V.T.

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INTERMITENTES

VIBRACIÓN

La existencia es una telaraña de vibración

que se extiende como un manto.

Si vamos a su centro encontramos Om

y en sus bordes hay solo un leve recuerdo del sonido.

Poetas de las palabras

que ponéis nombre a las cosas

sin saber que ya lo tienen.

Pasad de los bordes al centro

y del centro al centro de vosotros.

Ahí todo está expresado en una sola palabra.


Las tradiciones espirituales dicen que todo fue creado a partir de un sonido. Para los hindúes este sonido es Om. El sonido tiene una vibración que se extiende a partir de un centro. En ese centro es desde donde se percibe de cerca la Creación.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.

¿Queremos tener una sociedad de individuos libres, creativos e independientes, capaces de apreciar y aprender de los logros culturales del pasado y contribuir a ellos, o queremos gente que aumente el PIB? No es necesariamente lo mismo.

(Noam Chomsky)

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Todos somos Robin Hood

Un estudio muestra que las personas tienden de forma natural a quitar al que más tiene y dar al que menos posee



Dar y quitar. Es el juego más tonto del mundo. Tanto, que ni siquiera se sabe cuándo se gana. Pero ahí está la gracia: dar un dinero ficticio a los jugadores, y ver qué hacen con él y con el de los demás. El resultado, cuando no hay otros intereses, es que los participantes tienden a igualar las cantidades: le quitan al que más tiene, y le dan al que menos. En este ficticio bosque de Sherwood, Robin Hood no hubiera necesitado de los abusos de los normandos para actuar.

Sólo la rabia ante la injusticia en el reparto explica la actuación de los voluntarios

El ensayo ha sido realizado en la Universidad de San Diego en California. Su objetivo era buscar cuáles son las motivaciones que mueven a las personas cuando no hay un interés particular. Para probarlo, los investigadores reclutaron a 120 estudiantes de distintas facultades que no se conocían entre sí. Y les asignaron, por azar, una cantidad variable de dinero falso -lo que los antropólogos llamaron unidades monetarias-.

Luego comenzaba el juego: un proceso sin normas en los que cada uno podía decidir qué hacía con lo suyo y con lo de los demás, pero sin verse la cara y cambiando de grupo cada vez, para que no influyeran manías o simpatías. El resultado fue el siguiente: los que más tenían recibieron una media de 8,9 ataques de otros participantes que querían reducir sus posesiones, frente a 1,6 acciones para reducir el dinero que sufrieron los que tenían una cantidad por debajo de la media. Por el contrario, los más pobres recibían 11,1 regalos de media por partida; mientras que los más ricos sólo se beneficiaban de cuatro ofertas.

Los científicos ya habían descrito comportamientos similares, pero en situaciones en las que tener más era bueno y tener menos era malo. Además, en esos casos muchas veces interviene un concepto de falsa solidaridad: se tiende a dar al que menos tiene porque así, juntando pocas cantidades, se puede conseguir una presencia fuerte y ser tenido en cuenta.

Pero en este caso no hay factores externos. Es la pura voluntad de los jugadores la que tiende a igualar las cantidades. Aun cuando no saquen ningún beneficio ni causen ningún perjuicio. La justicia retributiva está, de alguna manera, inscrita en nuestro funcionamiento.

Para asegurar las conclusiones, los científicos hicieron varias rondas del juego. Repartieron cantidades distintas en grupos diferentes aunque formados por los mismos participantes. Ni siquiera el hecho de saber que el juego no llevaba a ninguna parte hizo que cambiaran los patrones de conducta. Al final, la tendencia era siempre la misma: quitar a los ricos y dar a los pobres.

La única variable recogida en el estudio, que ha publicado Nature, depende de lo que cada jugador tiene en cada momento y la diferencia con las cantidades que se asignan a los demás: a menos unidades monetarias, más agresivo será su comportamiento para quitar dinero a los ricos, y viceversa: si uno sabe que forma parte del grupo con más dinero, se vuelve más generoso con los menos favorecidos.

Los autores del trabajo sólo encuentran una explicación para la conducta de los jugadores. En otros experimentos había factores, como la rabia o las manías personales, que podían justificar esta necesidad de dañar a los que más tienen. Este factor se mantiene en este juego. Aun sin conocer a los que más tienen, los jugadores manifestaron que sentían cierto enfado con los más favorecidos.

En una escala del 1 al 7 (1 sería me da igual, y 7 me cae fatal), el 46% de los participantes afirmaban que, de alguna manera, se sentían molestos por la injusticia del reparto. Cuando la diferencia entre los que más tenían y los que menos era mayor (lo que los científicos definen como un escenario de gran injusticia), esta rabia aumenta, y un 75% se sentía molesto.

Este enfado hacia los que más tienen ha sido el único motivo que se ha podido justificar para el resultado del experimento. Los jugadores que afirmaban estar más enfadados tenían una mayor tendencia a quitarle dinero a los más ricos. Pero también eran los que más frecuentemente favorecían a los que habían recibido menos.

Al final, el sentido de justicia no era más que una reacción egoísta ante la rabia experimentada. Lo mismo que si hubiera habido algo que ganar.

Fuente: EL PAIS- Madrid  

domingo, 20 de agosto de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD

"La naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural." (Confucio)



TEMAS TERTULIA 25-8-2023

CAMBIO DE PLANES

INTERMITENTES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


TEXTOS TERTULIA 18-8-2023

ORGULLO

SILENCIOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


ORGULLO
 Treinta y cinco años. Ése era el tiempo transcurrido desde aquella lejana tarde en que le dijo “No, es imposible, no puedo hacerle eso a mis padres”. Desde hace ya mucho sabía que lo de sus padres era

sólo una excusa, un juego de autoengaño, porque ella recordaba exactamente todo cuanto había pasado por su cabeza aquella tarde, todo, y la negativa de sus padres no era la razón de más peso de cuantas rondaban entonces su mente. La valentía que había demostrado para recordarlo y reconocerlo contrastaba con su cobarde y mezquina actitud de entonces, porque lo que verdaderamente la había impulsado a decir “no” era que Miguel era pobre, un pobre hijo de jornalero pobre, y ella una señorita de clase media acomodada de provincias.

Lo peor es que ella le quería, le quería con esa pasión que sólo el tango sabe expresar. Hubiera matado o muerto por él, pero no soportaba la idea de una vida de estrecheces económicas, aún cuando fuera al lado del ser al que amaba.

Le dijo “no”, y el destino no podría haberle deparado una lección más cruel. Habían llegado hacía apenas unas hora y ya circulaba por la ciudad toda la información sobre su vida, sus hijos, tan guapos ellos, y su riqueza, empresario de éxito, propietario de varias patentes e innovaciones tecnológicas.

    “De niño ya le gustaba montar aparatos raros. “
     “Pues su mujer es guapísima, parece una estrella de cine. “
     “Y si es tan famoso, ¿por qué no sale en las revistas?
     “Es que sale en las científicas y en las de economía. “
     “Ah . . . “

Se escondió durante días en casa, evitando bajar a la tienda alegando jaqueca para evitar encontrarse con él, pero ellos venían a pasar todo el mes en la ciudad, alojándose en el parador, y estando la tienda en una de las calles principales sería difícil evitarle. A las dos semanas ya no le quedaban disculpas ante su marido, ese hombre, en otro tiempo de cierta fortuna, que la dejó embarazada hace años, condenándola a un matrimonio sin amor y tras un aborto traumático, sin hijos.

     “Ve al médico o vístete y baja a la tienda ahora mismo.” le dijo. Decidió bajar.

     Ocurrió el día anterior a la partida de ellos, y nunca llegaría a saber si fue casualidad o él no quería marcharse sin verla.
     No recordaba ningún momento anterior de su vida en que lo hubiera pasado tan mal como el rato, apenas un minuto, en que le presentó a su mujer y a sus hijos.

     Del resto apenas recordaba nada salvo su mirada. Nunca la amabilidad había hecho tanto daño a un ser humano. Sus preguntas sinceras, sin un ápice de rencor, y esa mirada final llena de lástima y ternura.

     Hubiera preferido arrogancia, crueldad, algo que le demostrara que a quien había rechazado por miedo a la pobreza no era, además de rico, una gran persona, pero sólo encontró respeto y lo que es peor, ni el más mínimo indicio de lo que fue en su momento un apasionado amor, se le notaba enamorado de su mujer.

     Ellos nunca volvieron a pasar sus vacaciones en la ciudad, y ella sabía que era para no herirla, él siempre había podido leer en sus ojos.

     Muchos años después, siendo ambos ya ancianos y viudos, se encontraron en la residencia de esa capital de provincias donde él había decidido pasar sus últimos días. Para él la vida continuaba y se acercaba a su fin. Para ella se reiniciaba, tras un paréntesis de cincuenta y tres años, y nunca se atrevió a preguntarle, mientras acariciaba su mano, si había vuelto por ella o fue tan sólo el azar quien le había brindado esa segunda oportunidad.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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SILENCIOS


Algunos silencios de la vida son atroces y se graban en el recuerdo: el silencio temeroso de una infancia abusada, un grito sofocado en la garganta; el desesperanzado silencio de una adolescencia invisible a los ojos de los adultos clamando por el reconocimiento de su identidad.


Otros, aunque también permanecen en la memoria, son gozosos y vibrantes: el silencio proveniente de un contacto carnal, explosión de pasión que se sofoca en los labios de la persona amada; el callado recuerdo de aquel viaje clandestino a ese lugar no permitido.


Los silencios de la madurez ocultan cosas más prosaicas, menos hondas: la juerga encubierta de la noche anterior o la procedencia de una ganancia extra.


Pero tras pasar muchos años silenciando lo importante y hablando de cosas que a uno no le importan en absoluto, llegan los silencios más valiosos del mundo, esos a los que, en mi opinión, se refería Hemingway cuando dijo: «Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar».


A saber: silencio porque no me apetece que sepas lo que pienso; silencio porque lo que diría sería doloroso para ti y alteraría mi conciencia; silencio porque no tengo que justificar mi decisión; silencio porque las provocaciones me resbalan; silencio porque ni te entiendo ni me entiendes; silencio porque te entiendo y me entiendes; silencio porque doy valor a mi criterio; silencio porque, aunque lo parezca, no hablamos el mismo idioma; silencio porque me da la gana.

Son silencios voluntarios, sublimes y defensivos porque, como dijo Stanislaw Lec: «A los silenciosos no se les puede quitar la palabra».


18/agosto/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



SILENCIOS

ESCUCHAR EL UNIVERSO

Quieta mente sin palabras,

que escucho el sonido de mi respiración.

Quieta respiración silenciosa,

que escucho el sonido de mi corazón.

Quieto corazón sin pálpito,

que escucho el sonido de mi despertar.

quieta yo, entonces te escucho a Ti.


Cuando meditamos acallamos la mente, tranquilizamos la respiración, relajamos las emociones y finalmente despertamos del sueño de la vida y en esa quietud podemos escuchar el espíritu del Universo.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.



MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

HOMBRES Y MUJERES


No somos enemigos, simplemente no nos comprendemos.

Somos distintos y percibimos el mundo de forma diferente, pero eso es lo enriquecedor, siempre que estemos dispuestos a ponernos en su lugar, en el de ellas o en el de ellos. Allan Pease da las pistas para conocernos a nosotros y al sexo contrario, para comprender por qué actuamos así con quien nos rodea.

¿Cuáles son las diferencias cerebrales más notables entre hombres y mujeres?

Las mujeres tienen de 14 a 16 zonas cerebrales especificadas para el lenguaje, mientras que los hombres tienen de seis a siete. Ellas pueden decir hasta 8.000 palabras al día, mientras que un hombre solo usa unas 3.000. Por eso, las mujeres a menudo dicen que los hombres no hablan y ellos dicen de ellas que nunca se callan. Por otro lado, la mujer puede organizar diferentes tareas a la vez, mientras que el hombre no puede hacer dos cosas a la vez. Él está más enfocado a tareas únicas y específicas. Otra gran diferencia es la referente a la percepción. El hombre, debido al papel que desarrolló en la evolución, tiene la capacidad de ver tridimensionalmente y se basa en la especialización. Como cazador perseguía un objeto a larga distancia y tenía que protegerse de no ser atacado. La mujer no suele ser buena en esta habilidad porque no era una capacidad que necesitara. Por eso, suele tener más dificultad para orientarse o tiene que girar un mapa para poder leerlo.

Nuestras diferencias cerebrales harán que percibamos el mundo de manera diferente.

Sí. Las mujeres perciben en base a los colores, olores, tacto, relaciones humanas y sentimientos; mientras que el hombre lo hace en objetivos y metas y en alcanzar ser un líder debido al proceso evolutivo. Desde el principio de la evolución, la mujer estuvo al cuidado de los hijos, lo que marcó su percepción. Con solo observar a los hijos tenía que saber cómo se sentían interpretando su lenguaje corporal. El resultado es que la mujer es sensitiva y experta en la traducción del lenguaje corporal. El hombre, en cambio, era cazador. Anuló casi por completo su visión periférica para no distraerse y poder concentrarse en perseguir únicamente a sus presas. Tampoco tenía que relacionarse, así que no tuvo que desarrollar su sensibilidad. En consecuencia, el hombre no es tan perceptivo ni sensible.

¿Cómo deberíamos comunicarnos con cada sexo?

En la conversación con una mujer no hay turnos, sino participación. Si hablas a una mujer, no esperes turnos y no le impongas soluciones demasiado pronto. Para la mujer, la manera de comunicarse de los hombres, ser tan directo, le resulta demasiado agresiva, por eso opta por un estilo indirecto.

Claves para comunicarnos

Si entendemos que cada sexo tiene una manera diferente de comunicarse podremos adaptarnos a su lenguaje para ser entendidos. Un hombre que quiere mantener una relación personal con una mujer tendrá que tener en cuenta que para ella el discurso indirecto forma parte de su estructura mental. Además, su cerebro también le permite hablar y escuchar al mismo tiempo y saltar de un tema a otro. A diferencia del sexo masculino, la mujer no habla por turnos ni busca soluciones en esos momentos. Para ella hablar es un modo de participación. Cuando una mujer se comunica con un hombre espera que él la escuche con atención, que utilice sonidos que le demuestren que la escucha y que también realice movimientos corporales que indiquen asentimiento. Debido a que el vocabulario no posee una zona localizada en el cerebro femenino, las mujeres no definen con precisión una palabra. Se toman licencias poéticas y utilizan la exageración para dar más énfasis. Sin embargo, deben tener precaución porque los hombres interpretarán cada una de sus palabras de forma literal. Para mantener una comunicación correcta y una discusión constructiva, el hombre tiene que entender que la mujer usa palabras sin referirse a su sentido estrictamente literal. La mujer, por su parte, tiene que aprender a discutir con un hombre lógicamente, a desarrollar sus argumentos uno a uno, a ser más específica, a no dar rodeos y ofrecer soluciones. Para impresionar a un hombre se le debe dejar claro el tema de la conversación y el momento en el que se va a tratar. Así, la estructura lógica masculina hace que se sienta considerado.

La mujer es diez veces más sensible al tacto

La mujer posee una piel mucho más delgada que la del hombre y, como consecuencia, es diez veces más sensible al tacto. Por eso, para ella es tan importante el contacto físico y le da más importancia a abrazar a su pareja, su hijo o amigos. En el mundo occidental, por cada hombre que toca a otro, hay de cuatro a seis mujeres que toca a otra; de ahí cuando una mujer se enfada con un hombre suele decirle: “No me toques”, algo que el hombre no entiende. Otro aspecto en el que ambos sexos se diferencian enormemente es que la mujer suele esperar a que él descifre sus señales verbales y corporales y, así, anticiparse a sus necesidades, como lo haría ella; olvida que los hombres no poseen unos sentidos tan desarrollados. De hecho, muchas veces la mujer se calla pues cree que él sabrá interpretar lo que desea. Pero estas indirectas no son percibidas por él, que llega a ser tachado de “insensible”. En estos casos, él argumenta que no puede leer la mente. Es cierto que no puede, pero sí puede entrenarse para ser más consciente.

 

Allan Pease es el experto en lenguaje corporal más reconocido del mundo. Es autor de cinco bestsellers internacionales que han llegado al número uno en ventas, entre ellosPor qué los hombres no escuchan y las mujeres no entienden los mapas, escrito en colaboración con su esposa Bárbara Pease.