domingo, 25 de febrero de 2024

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

5 POEMAS DE Rumi

12 Feb 2020 LAURA DI VERSO


5 poemas de Rumi

Fue uno de los más célebres poetas místicos persas. Un gran erudito de la religión musulmana. A continuación reproduzco 5 poemas de Rumi.


Cuando estemos muertos

Cuando estemos muertos,
no busques nuestra tumba en la tierra,
pues has de encontrarla en el corazón de los hombres.

El despertar

En el alba de la felicidad,
Me diste tres besos para despertar
A ese momento de amor.
Traté de recordar en mi corazón
Lo que había soñado durante la noche,
Antes de estar consciente
De este movimiento de la vida.
Encontré mis sueños
Pero la luna me alejó,
Me elevó hacia el firmamento
Y me dejó allí suspendido
Viendo cómo mi corazón había caído en tu camino,
Cantando una canción.
Entre mi Amor y mi corazón
Sucedían cosas que lentamente
Me hicieron recordar todo.
Me diviertes con tus caricias,
Aunque no pueda ver tus manos.
Me has besado con ternura,
Aunque no haya visto tus labios.
Te escondes de mí,
Pero eres tú por quien sigo viviendo.
Quizás llegará el momento
En que te canses de besarme,
Y estaré feliz aunque me insultes;
Solo te pido: mírame siquiera.

Acuna mi corazón

Anoche, recostado sobre el techo
Pensaba en ti
Y vi una Estrella especial,
La llamé para que te lleve un mensaje;
Postrándome ante ella le pedí que lleve mi gesto
A aquél Sol de Tabriz
Para que con su luz
Pueda tornar mis oscuras piedras en oro.
Descubrí mi pecho para mostrarle mis cicatrices;
Le pedí noticias
De mi Amante sediento de sangre.
Mientras esperaba,
Iba de aquí para allá
Hasta que el niño en mi corazón quedó silencioso
Y durmió como si estuviera meciendo su cuna.
Ay Amado, amamanta al niño del corazón
Y no detengas nuestro cambio.
Has cuidado a cientos
No dejes que se detenga conmigo.
Al final, el pueblo de la unión es el lugar para el corazón
¿Por qué retienes este corazón desconcertado
en el pueblo de la desintegración?
Me he quedado enmudecido,
Pero para librarme de esta sequedad
¡Oye Tabernero! pásame el narciso del vino.

Mi corazón, quédate cerca

Mi corazón, quédate cerca al que conoce tus caminos
Ven bajo la sombra del árbol que conforta con flores frescas,
No pasees despreocupadamente por el bazar de los perfumeros,
Quédate en la tienda del azucarero.
De no encontrar el verdadero equilibrio, cualquiera puede engañarte:
Cualquiera puede adornar algo hecho de paja
Y hacerte tomarlo por oro.
No te inclines con un tazón ante cualquier olla hirviendo
En cada olla sobre el fogón, encontrarás cosas muy diversas:
No en todas las cañas hay azúcar, no en todos los abismos hay cimas;
No todos los ojos pueden ver, no en todos los mares abundan perlas.
¡Ay ruiseñor, con tu voz de miel oscura! ¡Sigue lamentándote!
¡Sólo tu éxtasis puede penetrar en el duro corazón de la roca!
¡Ríndete y si el Amigo no te acoge,
Sabrás que tu interior se está revelando como un hilo
¡Que no quiere pasar por el ojo de una aguja!
¡El corazón despierto es una lámpara, protégela con la basta de tu manto!
Apresúrate y escapa este viento porque el clima es adverso.
Y cuando hayas escapado, llegarás a una fuente
Y allí encontrarás un Amigo que siempre nutrirá tu alma
Y con tu alma siempre fértil, te convertirás en un gran árbol que crece interiormente
Dando dulce fruto por siempre.

Susurros de amor

El Amor susurra a mi oído:
“Es mejor ser presa que cazador.
Sé el Tonto mío.
¡Deja de ser el sol y se un grano de arena!
Reside junto a mi puerta como indigente.
no quieras ser vela, sé polilla,
para que pruebes el sabor de la Vida
y conozcas el poder secreto del servicio.”

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TEMAS TERTULIA 1-3-2024

EL ARTE DE VIVIR

SIMBOLISMOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


O darás un paso adelante hacia el crecimiento o retrocederás hacia la seguridad”.
(Abraham Maslow)


TEXTOS TERTULIA 23-2-2024

EL ARTE DE AMAR

SEQUÍA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

EL ARTE DE AMAR

"No penséis en dirigir los caminos del amor; es el amor quien, si os encuentra dignos, dirigirá vuestros caminos." Gibran Khalik Gibran, El Profeta (1923).


Al enamorarnos, lo primero que solemos regalar a la persona amada es nuestro sentido común y nuestra inteligencia.

Luego, generalmente, le sigue el ofrecimiento por nuestra parte de cuanto nos gustaría recibir de esa persona amada.

Cuando la pasión llega a su apogeo se puede llegar a tener la sensación de imposibilidad de regalar nada, pues ya nos hemos entregado por completo a nosotros mismos, y nos consolamos mediocremente regalando objetos materiales.

En unas décadas, cuando la industria farmacéutica nos ofrezca la posibilidad de moldear a nuestro gusto el propio estado de ánimo, uno de los fármacos más solicitados será, sin duda, un antídoto para el enamoramiento, suponiendo que para entonces el ser humano no se haya alienado tanto como para hacerse insensible también a tales experiencias.


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EL ARTE DE AMAR


Desde hace algún tiempo tengo el convencimiento de que el secreto de la vida consiste en aprender a amar, algo que lleva emparejado el amor a uno mismo o, dicho de otra forma, reconocerse digno de amor. En «El arte de amar», Erich Fromm mantenía la teoría de que: «Para la mayoría de la gente, el problema del amor consiste fundamentalmente en ser amado, y no en amar…»; es decir, que andamos por la vida pendientes de que los demás nos validen y tacañeando nuestros sentimientos.


Confieso que mi construcción del amor ha ido variando con los años, no solo por el paso del tiempo, también han tenido mucho que ver las vivencias que, si bien en gran parte provinieron de hechos fortuitos y ajenos, me colocaron -y me siguen colocando- en la tesitura de elegir cómo afrontarlas.


Hasta que no me planté ante mí misma y me miré de frente, no fui capaz de ver que nada de fuera me iba a hacer sentir amor si yo no era capaz de generarlo para darlo y para dármelo. De pronto entendí que amar no se trata de convertirse en la persona que otro espera que seamos, ni de convertir a alguien en quien nosotros queremos que sea; nadie puede ser quien no es, pero lo que se es hay que serlo al cien por cien. También comprendí que amar es un verbo que, como el verbo vivir, solo se puede conjugar en gerundio; no es un «te amo» y ya está, sino una construcción continua, un «te estoy amando».


Pero para amar es fundamental tomar conciencia de que uno viene de fábrica con la capacidad de amar incorporada; y cuando digo esto no me refiero a teorías individualistas ni a prácticas «abraza árboles», sino al amor símbolo de vida del que hablaba Ortega: «…máximo ensayo que la naturaleza hace para que cada cual salga de sí mismo hacia otra cosa…» Sí, eso es lo que quiero decir, salir de uno mismo desde la vida y hacia la vida para poner en escena el arte de amar, con el noble propósito de ofrecer lo que somos de verdad y repartir a manos llenas el amor que llevamos dentro.


24/febrero/2024 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


"Aléjate de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños." 

(Gibran Khalil Gibran)


EL ARTE DE AMAR
"El amor no es en esencia una relación con una persona específica, es una actitud, una orientación del carácter que determina la relación de una persona con el mundo en su totalidad, no con un "objeto" amoroso. Si una persona ama sólo a otra pero es indiferente al resto de sus semejantes, su relación no es amor, sino una relación simbiótica o un egotismo ampliado.

. . .

Si puedo decir a alguien: "Te amo", debo poder decir: "Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mi mismo". Si no, no es amor.

. . .

Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor. Esos elementos son: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento."

                                                        (Erich Fromm, "El arte de amar")

Descubrí este libro en mi adolescencia, y forma parte de ese puñado de textos que cambió radicalmente mi vida.

Desde entonces, cuando tengo que decidir si un acto o actitud de cualquier persona, hacia mi o hacia otra, es o no un saludable acto de amor, condición imprescindible para conocerla, la hago pasar por ese filtro de las cuatro condiciones del amor, y nunca ha fallado.

A lo largo de décadas, el olvido ocasional de ese análisis sí que me ha creado problemas, así que hoy, al tiempo que lo comparto, lo recuerdo, y que cada cual saque de él el  bienestar o sabiduría que pueda y sepa obtener.

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EL ARTE DE AMAR

ESPÉRAME AMOR 

Espérame amor, en la alborada.

Para ti seré, honda agua,

luz sin bridas, ámame sin piedad

que el amor se reconoce y solo,

en la mañana canta.


Para ti seré, este ramo que danza 

de puntillas en el aire,

veleta que azota, el nardo

más dulce. 


Para ti, que de nubes estoy plena 

y vuelan tus manos coronando mi pecho.

Búscame mientras la vida muere

y yo, inmortal en tus brazos. 


MAÑANA DE LUZ 

¿Qué mañana de luz 

traes a mi noche?


¿Qué tiempo de dulce caña 

sube por mis venas?

Solo en mis manos crecen 

las espigas, los surcos de mirlos 

y las amapolas.


¿Qué tendida claridad me abraza 

si en las noches recojo estremecida,

el perfil de la luna, la ardida luna,

que hallé en tus ojos? 


Autora: Mari Ángeles Castillo. 

(Poemas recogidos en mi libro " El Vals" de Jákara Editores) 


EL ARTE DE AMAR

CELOS

Roberto, sospechando lo peor, comenzó a ser víctima de unas de las peores enfermedad del amor, unos celos virulentos que le hacían acercarse al personaje shakesperiano de Otelo a pasos agigantados. Barruntaba que algo tenía que haber, para desecharlo luego de su mente, pero sólo de forma provisional, pues las más oscuras sospechas volvían recurrentemente a romper el frágil equilibrio de sus desquiciadas emociones.

Otra nueva y extraña ausencia, pocos días después, ahondó aún más en su herida, y sus sospechas pasaron a ser, en su mente enferma, certezas. Laura, mientras tanto, parecía cada día más radiante, esplendor sublime que él identificaba como resultado de largas horas de sexo frenético, el mejor tratamiento de belleza, según se decía.

Transcurrían los días, aumentaba la belleza de ella y la expresión de locura en el rostro de él, mientras ambos, haciendo uso de la exquisita educación recibida en los más caros colegios religiosos, fingían hipócritamente una calculada indiferencia ante la evidente metamorfosis del otro.

En tan sólo dos semanas la situación se hizo insoportable dentro de la desquiciada mente celosa de Roberto, que comenzó a sopesar la posibilidad de terminar con su dolor definitivamente, no sin antes castigar como se merecía a la arisca pecadora.

Visitó a su anciana e idolatrada madre, de la que se despidió con lágrimas en los ojos y, aprovechando un descuido de ella, se hizo con la pistola que había sido de su difunto padre, capitán del ejército.

Decidió que lo haría tres días después, el día de su cumpleaños, que posiblemente sería, como en las últimas ocasiones, una monótona cena formal para dos.

Llegado el día, se bajó de su automóvil y, dirigiéndose hacia su casa, vio aparcado el deportivo de Luis, de quien sospechaba desde hacía años que pretendía de su esposa algo más que una inocente amistad. Su ira, centrada en el frío metálico de su bolsillo, le impidió ver varios vehículos, también familiares para él, aparcados a lo largo de la calle. “Les sorprenderé in fraganti, así todo será más rápido, nos ahorraremos explicaciones y falsas historias, y de paso me daré el gusto de pegarle un par de tiros al Luis, que le tengo ganas hace tiempo ... me gustaría ver los periódicos de mañana: un crimen de honor, mi padre estaría orgulloso...” Entró sigilosamente en su casa, que encontró completamente a oscuras, lo que reafirmó sus sospechas, para recibir, de repente, un fogonazo de luz en la cara: “¡Feliz cumpleaños!” gritó al unísono un coro de voces.

Perdona, cariño, se disculpó Laura mientras le besaba, he estado algo distante estos últimos días, ocupada en prepararte esta sorpresa. Feliz cumpleaños, ya sabes que te quiero como el primer día, y hasta moriría por ti . . .”

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LA SEQUÍA

La sequía había reducido drásticamente nuestro espacio vital. Yo era aún muy joven, pero lo recuerdo perfectamente. El hambre fue haciendo estragos entre nosotros, y pronto hasta la convivencia dentro de las mismas familias se hizo insoportable.

Lo peor eran las incursiones de vecinos hambrientos en busca de comida, si no había nada que entregar o compartir, alguno de nosotros pasábamos a ser su alimento. Vivíamos aterrorizados.

De mis tres hermanos, sólo uno sobrevivió, también mi padre, a duras penas, aunque arrastró secuelas el resto de su vida.

Al fin, un extraño día con un cielo de mil colores, volvieron las lluvias, subió nuevamente el nivel de la charca, todos volvimos a tener alimentos suficientes y, lo que es más importante, ya no estábamos a merced de esos sanguinarios peces que nos devoraban cada día, pudiendo así completar nuestro ciclo vital y transformarnos en robustas ranas adultas.

Y conforme desaparecían los miedos, empezábamos a sentirnos libres y ya no era posible hacernos daño, pues ahora, gracias a la lluvia, volvíamos a ser dueños de nuestro destino.

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LA SEQUÍA

NO ES

Duelen las muertes cuando no hay difunto
Duelen las despedidas cuando el otro no lo sabe
Duele la esperanza cuando no es compartida
Duelen las memorias cuando se pierden en el pozo

Sara V.T.

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LA SEQUÍA

ME DESPERTÉ

Quería llegar a ser y no encontraba nada en mí, salvo un vacío.

Aunque sabía que dentro mío había algo,

pero desconocía como convertir ese vacío en ese algo.

Después de practicar ser Tú durante años,

me di cuenta que Tú también estás en todos los vacíos.

Y me desperté del sueño de vivir impenitente.


Dentro de todos los seres humanos está el espíritu. A veces nos sentimos vacíos, sin propósito alguno. No es cierto. Dentro de la forma está la esencia.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

LA SOCIEDAD CRONOPÁTICA

El tiempo se ha convertido en un dispositivo de control y opresión. Vivimos en el seno de sociedades cronopáticas. A mayor aceleración de los procesos, mayor es la rapidez con la que debemos actuar. Y más rapidez acarrea menor tiempo de reflexión.

Azuzada desde instancias empresariales y políticas, pero también desde el ámbito pseudoterapéutico –que sin rubor nos impele a habitar lo inhabitable sin cuestionarlo–, se ha instaurado una cruel obsesión por tener que gestionar nuestro espectro emocional como si se tratara de una empresa. Esta percepción de la existencia como un tentáculo más de la racionalidad económica nos ha hundido en una desagradable y endémica angustia: sentir que nuestro tiempo de vida, nuestro tiempo cronológico, debe estar vinculado estrictamente a la productividad, la eficacia y el rendimiento. Al igual que nuestro deseo, el tiempo se ha convertido en una herramienta de sometimiento.

A diario convivo con adolescentes a los que hemos transmitido esta obstinación por «ganarnos la vida», por sacar(nos) provecho continuo y por transformar cualquier ámbito de la vida en trabajo, en beneficio, en acumulación. Los trastornos de ansiedad y depresión, e incluso de personalidad, están a la orden del día en la población joven (pero también en la adulta) a causa de la relación instrumental que establecemos con nuestra vida: nuestro cuerpo y nuestras emociones han devenido objeto de especulación, se han transfigurado en capital. La existencia misma se ha trocado en un trabajo, en un oficio, en un apremiante quehacer supeditado a los valores del lucro y la usura –que nunca quedan satisfechos, que siempre piden más, que nos dejan vacíos y a la deriva–.



En este proceso de consumo y consumismo desaforado somos nosotros quienes acabamos consumidos. La frontera entre el tiempo de ocio y el tiempo de trabajo se ha volatilizado: todo ha sido tragado y asimilado por el imperativo de la producción, de la eficiencia y la utilidad. Hemos normativizado este asfixiante modo de vivir (porque solo en el incesante consumo-que-nos-consume encontramos una breve satisfacción en medio de nuestra orgánica insatisfacción), y las prisas, la mórbida medición de cualquier proceso y la rentabilización de cualquier proceso se encumbran como los ideales de nuestra época, junto con las alarmas, las agendas, las notificaciones y toda clase de dispositivos disciplinantes que examinan y evalúan sin descanso nuestros tiempos de vida y, lo que es más preocupante, nos indican si los hemos adaptado al precepto contemporáneo de lo estilizado y lo conveniente, de lo rentable. De lo deseable para el capital. El precio a pagar es nuestro agotamiento: cargamos con cuerpos agotados y con ánimos desgastados que se ven empujados a entregarse un sinfín de procesos compensatorios que nos permitan no sentirnos cansados, vacíos. Exánimes (léase: carentes de alma, inanimados).

La frontera entre el tiempo de ocio y el tiempo de trabajo se ha volatilizado

Este yugo temporario, de tener-que-ganarnos-constantemente-la-vida, hace que nos sintamos exhaustos, apáticos, quemados, tristes. Sin alegría. Desvinculados. Solos. Además, la percepción de la realidad como un escenario en el que siempre se gana o se pierde ha mutado nuestra vida en un lugar inhóspito, incómodo, incluso hostil, donde todos somos enemigos potenciales, donde los vínculos de comunidad quedan desarticulados. No por casualidad Hesíodo se refiere a Cronos (Teogonía, 138) como «el más terrible de los hijos» de Gea y Urano, «de mente retorcida». El tiempo cronológico nos devora. «No doy abasto», «No tengo tiempo». Quién no habla hoy del tiempo que no tiene. Como si fuera una propiedad. Otra más de cuantas nos poseen (y desposeen).

El uso de las pantallas no es aquí inocuo. El problema sustancial que se esconde tras el cotidiano hecho de pasar horas embaucados por dispositivos electrónicos no es el entretenimiento superfluo, sino la creación y recreación constante de un tiempo vacío en el que, como sujetos, quedamos desligados de la acción. La creciente adicción a las pantallas nos aleja de nosotros mismos, de la potencia afectiva del hacer. Nos han acostumbrado a existir en tiempos cortos y en ritmos vertiginosos, en un acontecer incesante e inacabable, repetitivo, angustiante. En un tiempo ajeno a la vida. En un tiempo que vuela, en un tiempo inoperante.

El tiempo se ha convertido en un dispositivo de control y opresión. Vivimos en el seno de sociedades cronopáticas. Las ideas normativas –silenciosamente establecidas– de que «el tiempo es oro» o «sé tu propio empresario» esconden una avasallante esclavitud productiva. Por eso es tan importante educar, en familias y colegios, en un concepto de vida que trasciende la tiranía rentabilista. El estrés es hoy el elemento natural de nuestras vidas. Su normalización ha impuesto la rapidez (como pauta del paso del tiempo) y la rentabilidad (como valor) para enjuiciar el mérito, atractivo y enjundia de cualquier proceso vital. Así surge el alevoso negocio: cómo «gestionar» el estrés, cómo compensar nuestros malestares sin cuestionarlos, porque solo nos cabe acatarlos. La concepción rentabilista del tiempo, asociada a la productividad, mide nuestra existencia en la cantidad de bienes y experiencias que consumimos (podcasts, libros, películas, viajes, amantes). Es un tiempo que devora, nos agota y agobia y que acelera artificialmente nuestra vida bajo parámetros exclusivos e irrespirables de producción. De subordinación.

La normalización del estrés ha impuesto la rapidez y la rentabilidad para enjuiciar el mérito

Seré muy claro: la rapidez de los tiempos que nos han grabado a fuego (en nuestros cuerpos y en nuestras emociones) tiene mucho que ver con la capacidad de los distintos poderes establecidos para manipular a los individuos intelectual y emocionalmente. A mayor aceleración de los procesos, mayor es la rapidez con la que debemos actuar. Y más rapidez acarrea menor tiempo de reflexión. O dicho en los términos que defiende este artículo: una mayor rapidez implica más facilidad para enfermar cronopáticamente a la ciudadanía. Vivir nuestra vida bajo un tiránico cronometraje alecciona cuerpos y emociones, y nos insta a consumirnos en un tiempo impuesto desde fuera, sin posibilidad de inaugurar tiempos nuevos y propios, tiempos de sentido al margen de la productividad. El tiempo de la acción, al decir de Hannah Arendt, de lo inesperado.

Oigo a los niños divertirse en las calles de las ciudades que visito, lugares cada vez más sujetos al tránsito continuo, a la imposibilidad para jugar y deleitarse; ciudades preparadas para el consumo, para deambular y errar, sin espacio para detenerse. Los niños cuentan hasta 10, hasta 15, hasta 20, sin prisa, para que sus amigos se escondan e ir en su busca, y pienso en qué momento ese tiempo de ilusión, expectativa, de espera y sobre todo de juego se transforma en el tiempo de los adultos, tiránico, omnímodo, depredador. Reapropiarnos del tiempo como un espacio de posibilidad que trasciende las descarnadas relaciones de rentabilidad es el primer paso para poder resistir activamente frente a la normalizada percepción economicista del tiempo. Cronopatía es, por tanto, sinónimo de dominación. Cuando el tiempo es objeto de negocio, el individuo es la moneda con la que se paga.

Mientras escucho a aquellos niños recuerdo la lección de Michael Ende en Momo: «Yo pensaba que esos señores grises se equivocaban: no hay que ahorrar o ganar tiempo, sino vivirlo». O a Thomas Mann en La montaña mágica: «Decimos: el tiempo pasa. Pero ¿dónde está escrito que lo haga? Tan solo aceptamos que lo hace para garantizar un orden, nuestras medidas no son más que puras convenciones». Y siempre evocador, de fondo, el eco de la pausada voz de María Zambrano: el peor de los totalitarismos es la imposición de un tiempo ajeno al de nuestra propia vida.

https://ethic.es/2024/02/la-sociedad-cronopatica-tiempo-y-opresion/?_gl=1*14kg35k*_up*MQ..*_ga*MTgyNjc2NzM0My4xNzA4ODc3MzE2*_ga_0LL6WCT924*MTcwODg3NzMxMi4xLjAuMTcwODg3NzMxMi4wLjAuNDE3NzgxOTA1

domingo, 18 de febrero de 2024

 VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

5 poemas de Casa Árbol Persona, de José Manuel Gallardo

01 Feb 2024

LAURA DI VERSO

  

5 poemas de Casa Árbol Persona, de José Manuel Gallardo


En Casa Árbol Persona, José Manuel Gallardo demuestra que la escritura puede ser un acercamiento a la comprensión de nosotros mismos, aunque en muchas ocasiones se trate de un acercamiento fallido. Con ilustraciones de Esther Pérez-Cuadrado, este libro propone un recorrido silencioso a través de lo visto, lo vivido y lo percibido.

En Zenda reproducimos cinco poemas de Casa Árbol Persona (Huerga & Fierro), de José Manuel Gallardo.

***

Escribir: adentrarse en el sonido.
El teclado del ordenador repiquetea constante haciendo una música compuesta por las
pausas del pensamiento o la cadencia del número de letras de las palabras que
componen el poema.
Escribir: adentrarse en el sonido.
La pluma avanza por el papel y se desliza en líneas curvas, discontinuas, produciendo
un leve rasguido que es también la música del pensamiento sobre la página.
Escribir: adentrarse en el sonido del pensamiento.

***

III

He llegado a entender
que el azar a veces es prolijo
y permite que una composición
creada por alguien
quizá una tarde de verano,
de palabras dispuestas en la página,
hablase de mí;
milagro
de la comunicación en diferido.

***

Y ahora que ha crecido el árbol,
dime, pájaro errante,
dime si será tu casa
o si ha crecido en balde.

***

INCOLORA

Si te acercas,
si tu mano acaricia la corriente,
el río es transparente.

***

Si soy un cuerpo,
si todo lo que aquí soy y aquí dejo
es lo que mi cuerpo —yo— percibe;
si estos versos que os dejo,
y los movimientos que realicé al dejarlos
son mi forma de ser —soy yo—,
de expresar que mi cuerpo está en el mundo.
Si soy un cuerpo,
tomadme así: anatomía, fisiología,
neurología, experiencias vividas,
intencionalidad corporal.
Si esto es así,
si soy un cuerpo,
abridme y mirad cómo en mis vísceras,
en las circunvoluciones de mi materia gris
no hay nada que no podáis ver
cómo envejece y se pudre,
cómo este cuerpo en movimiento
que soy yo
es mi consciencia corporal e intencionada.
Si esto soy yo,
si soy un cuerpo,
un árbol,
una casa.

—————————————

Autor: José Manuel Gallardo. Título: Casa Árbol Persona. Editorial: Huerga & Fierro. Venta: Todos tus libros.

BIO

José Manuel Gallardo, licen­ciado en Filología Hispánica, Máster en Enseñanza del Español como Lengua Ex­tranjera, Máster en Gestión y Dirección de Centros educativos simultanea su trabajo como profesor de Secundaria y Director del Colegio Virgen de Atocha FESD con su actividad de creación literaria. Ha publicado los poemarios Límites (accésit XVIII premio Joaquín Benito de Lucas de poesía 2002), Números ro­jos (2012), Infinitos monos (2016) y Leve (2020). Sus poemas aparecen en antolo­gías como Dos poemas y un café (2012) o Los poetas hipocondríacos (2018). Cola­bora habitualmente con diversas revistas digitales y con distintos artistas.

https://www.zendalibros.com/5-poemas-de-casa-arbol-persona-de-jose-manuel-gallardo/


TEMAS TERTULIA 23-2-2024

EL ARTE DE AMAR

SEQUÍA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 16-2-2024

INTEGRISMOS

CODICIA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Demuéstrale a un sabio que se equivoca y te lo agradecerá toda la vida, demuéstraselo a un necio, y te odiara toda la vida” 

(Luis Zárate)

INTEGRISMOS

Milagro de piel, sangre y sueños.

Un mono desnudo con determinación de existir en la duda.

Nos persigue la esperanza de andar erguidos.

Dos ojos rasgados de vida.

Dos ojos abiertos a un espacio tan inmenso que nos duele.

El aullido en un orgasmo que llegó hasta la luna.

Un escarbar en el barro con las manos,

para desenterrar nuestros deseos y nuestros huesos.

Resistir en tierra de amor. En tierra de nadie.

Somos agua. Una promesa de tierra en el gran océano.

Seres mágicos que sonríen, lloran y cantan.

Una respiración de fuego que nos incendia el pecho.

Metáfora. Una descarga eléctrica abriendo la flor

de cada pensamiento en nuestra cabeza.

Un embrión de hombre pájaro en el vientre eterno.

Preguntas lanzadas a la cara del aire.

Un estómago que digiere como puede la existencia.

Somos niños, que no se acostumbran a dormir sin un beso.

JJC


INTEGRISMOS

El integrismo se da en absolutamente todas las religiones e ideologías: es minoritario, agresivo y fanático en sus convicciones.
Pero antes de juzgar esos integrismos, los ajenos, que sin duda son injustificables, deberíamos mirar el estado y momento evolutivo en el que estamos nosotros mismos, los occidentales, y especialmente algunos pueblos muy condicionados todavía por la influencia de ciertas religiones, como Estados Unidos, Italia, Polonia, Irlanda y España, entre otros: recordar que la sociedad española ha sido un buen ejemplo de integrismo religioso durante más de la mitad del recién terminado siglo XX. Hasta 1975 la mujer española no podía ni asistir a una reunión de comunidad de vecinos sin el consentimiento de su marido, ni denunciar el maltrato, ya que se justificaba socialmente y solía encontrarse con una sonrisa despectiva en las comisarías, ni abrir una cuenta bancaria siquiera, etc. etc.¿Nos hemos olvidado ya que en muchas iglesias de Italia, Polonia y España las mujeres deben cubrirse para entrar? ¿Por qué una mantilla, el tocado de una monja o un velo de novia son simples prendas de vestir y el pañuelo de una mujer musulmana o el mismo burka símbolos del más ciego integrismo?¿Quién tiene contacto directo con algún dios para decidir hasta dónde se debe cubrir o esconder un cuerpo que es, para los creyentes, paradójicamente y según dicen, la obra misma de Dios?

Todos los integrismos nacen de las mismas fuentes: miseria económica e intelectual. Hace mil años, en Occidente, la mujer era mucho más respetada en las zonas de religión musulmana, Andalucía, entonces llamada Al Andalus, por ejemplo, que en las zonas cristianas, donde los integristas cristianos de entonces las llevaban a las hogueras, mucho más a las mujeres que a los hombres, por considerarlas fuente del mal, la tentación y el pecado.

Cuando los pueblos musulmanes que hoy dicen que cuentan con elementos integristas eran los que disfrutaban de la tecnología, la ciencia y el arte que traían de Oriente, la zona más evolucionada del mundo entonces, tuvieron que soportar incursiones terroristas de pueblos bárbaros e integristas dedicados al saqueo, que nosotros apenas estudiamos, las llamamos Cruzadas, y se nos ha olvidado pedir disculpas siquiera por varios siglos de brutalidad sin nombre.

Se podría alegar que se están comparando actitudes actuales con las de hace mil años, pero, por desgracia, son igualmente innumerables las pruebas de integrismo cristiano en la actualidad, miremos tan sólo algunos ejemplos del último siglo: el Papa Pio XII bendiciendo los aviones fascistas italianos que poco después bombardearían población civil en Etiopía o España; el silencio del Vaticano ante los diferentes holocaustos provocados por el ejército nazi; la más alta jerarquía eclesiástica española bendiciendo durante cuarenta años a un dictador sangriento y, hoy mismo, la obscena autojustificación de los casos de pedofilia que a diario se descubren en el interior de una institución que se empeña, hipócritamente, en autodenominarse cristiana y religión del amor.

Pongamos algunos ejemplos de grupos integristas y terroristas cristianos, nuestras alqaedas:

En Irak se mantiene en armas una de las guerrillas cristianas que existen en el mundo. Este grupo se llama Zowa y también es conocido como Movimiento Democrático Asirio.

En el Congo actúa la guerrilla del CNDP, comandada por L. Nkunda, que está acusado de varias masacres. Es pastor religioso, como sus oficiales y un gran número de sus guerrilleros que son cristianos evangelistas. Sus lazos con los neocon estadounidenses son muy fuertes así como las giras que realiza por aquel país para su financiación.

Y como tercer ejemplo, en Uganda, desde 1987, Joseph Kony fundó la Lord's Salvation Army, sucesivamente transformada en United Salvation Christian Army y finalmente en LRA (Lord Resistance Army), movimiento armado de inspiración cristiana que emprendió una áspera guerrilla contra las tropas gobernativas.

Los integristas cristianos, los iluminados que hace menos de un siglo aún hacían encendidos sermones contra los recién descubiertos fármacos anestésicos o analgésicos, exaltando las virtudes del dolor, lo sabían muy bien: la ciencia y los derechos humanos eran su enemigos, como lo siguen siendo hoy día, tanto de integristas cristianos, judíos, como musulmanes o de cualquier otra religión.

Hay detalles que solemos olvidar sobre esta repentina confrontación de nuestra cultura con la religión musulmana desde el 11 S. ¿No había integristas musulmanes antes? ¿Por qué ahora se nos pretende mostrar como despiadada una religión que siempre ha tenido este tipo de elementos extremistas como cualquier otra, e incluso menos que muchas? ¿A quién beneficia este estado de cosas? ¿De verdad es una cuestión de integrismo o es que a determinados grupos les interesa mantener el odio y la confrontación para seguir con los negocios más rentables que ha creado el ser humano, los negocios sangrientos surgidos de las guerras...?

Cabe preguntarnos por la razón de que, repentinamente, surja de la nada un enemigo, siempre tan rentable para quien ostente un poder vertical.

Al poco tiempo de finalizar el mayor negocio del siglo XX, la fabricación de armas durante las décadas de la Guerra Fría, los gigantes financieros surgidos de dicho comercio vieron peligrar sus hasta entonces enormes beneficios. Un enemigo resultaba imprescindible, como es imprescindible la prohibición de determinadas substancias para la supervivencia de los cárteles de las drogas ilegales y demás mafias. El nuevo enemigo permitiría reciclarse a la industria armamentista de forma que pasara a producir mil artilugios destinados, supuestamente, a salvaguardar la seguridad colectiva y, en la práctica, efectivos mecanismos de control social. Al mismo tiempo tales medidas para enfrentarnos al demonizado enemigo funcionarían como alimentadores de miedos y paranoias colectivas que acabarían transformando a la población en dóciles grupos fácilmente manipulables. Hay que reconocer que, de momento, todo está saliendo según lo previsto por estos grupos de poder, no consiguiendo hacer dudar mínimamente a la mayoría de la ciudadanía ni siquiera, algunos errores garrafales de la puesta en escena, no siendo extraño escuchar a personas a las que se les supone cierta cultura duras arengas contra la religión musulmana, olvidando que es, al igual que el cristianismo, una religión sincrética que recogió en su momento lo mejor de las religiones anteriores, pero seis siglos más tarde, con la consiguiente ventaja en cuanto a la experiencia, de ahí que pudiera convivir durante siglos con las ideas científicas y tecnológicas que recogía de Oriente, mientras el cristianismo condenaba a la hoguera cualquier invitación al racionalismo. En este sentido, hasta podríamos afirmar que el islamismo es una forma más evolucionada de cristianismo, del que recoge buena parte de su herencia.

Casualmente, para quien así quiera verlo, el imperio del momento es de los muy pocos países que no tienen frontera con países musulmanes, no habiendo ni uno sólo en su continente. No olvidemos que las dos Guerras Mundiales significaron pasos de gigante de Estados Unidos para transformarse en la primera potencia que aún hoy es, y una tercera afectando a Europa y Rusia, o una sublevación de alguna de las regiones musulmanas de China les iría muy bien para sus fines.

Todo este juego da lugar a sociedades del Primer Mundo alienadas, manipuladas y mirarndo al dedo que señala la luna, víctimas de una manipulación emocional que ni sospechan y les hace, por ello, más vulnerables. Siempre es más fácil de alimentar el miedo y otras emociones que la razón.

 

Creo que deberíamos ser más objetivos y cuidadosos al atacar pensamientos que consideramos integristas, buscar y recopilar con cuidado la información, intentar mirar la situación en perspectiva y tener cuidado de no caer en la trampa de la costumbre mental, que siempre nos llevará al camino cerrado que se autoalimenta en su ceguera, no olvidar cómo surgió el conflicto que pretendemos analizar, a quien beneficia y a quien perjudica, y no olvidar, sobre todo, que juzgar a un pueblo o cultura por una minoría de sus componentes es, simplemente, estúpido. Si no tenemos estas mínimas precauciones podemos, sin darnos cuenta, acabar nosotros sumergidos en ese mismo pensamiento integrista que creemos combatir con nuestra ira e indignación. Todos creemos que nuestras ideas y nuestro límite es el correcto, y así comienza a gestarse todo integrismo religioso o ideológico.

El reciente genocidio en Palestina es otra lección magistral: el pueblo judío, al que se nos presentó como la gran víctima de la Segunda Guerra Mundial con us 6 millones de muertos (a pesar de que el pueblo ruso puso, como mínimo 25 millones y fue el verdadero vencedor del nazismo) es ahora verdugo y durante décadas se ha negado a compartir tierra con otros pueblos con tanto o más derecho a vivir en ella. El problema, pues, no es que determinado pueblo o religión sea bueno o malo, sino que el integrismos y el fanatismo pueden afectar, como enfermedad que es, a cualquier ser humano y sólo se combate con una medicina: la educación racional y humanista.

Aprendamos esa lección de la historia: que la confrontación y el odio a quien no comparte nuestras ideas o sentimientos religiosos, por justificado que pueda parecernos, sólo han traído dolor y muerte a lo largo de los siglos, y no olvidemos que posiblemente no habrá idea más integrista que no admitir un mínimo de duda en nuestros pensamientos y llegar a creer que nosotros nunca podemos caer en el integrismo o ser víctima de la peor manipulación.

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CODICIA

ESTAMOS EN SUS MANOS

17 FEBRERO, 2024 

Por José Marcelo Ruiz

Deberíamos plantearnos el modelo de sociedad actual y la relación que mantenemos. Quiero referirme  a las observaciones del catedrático de Historia Yuval Noah  Harari en su libro 21 lecciones para el siglo XXI, donde habla sobre el poder que ejercen los gigantes de la información: captan nuestra atención para proporcionarnos de forma gratuita servicios y diversión, y después revenden nuestra atención a los anunciantes. Pero su verdadero negocio no es en absoluto vender anuncios, sino acumular grandes cantidades de datos sobre nosotros, información que vale más que cualquier ingreso publicitario. Argumenta que nosotros “no somos sus clientes; somos su producto”.  

      El poseer la tierra dividió la sociedad en aristócratas y plebeyos. Y el control de los medios de producción de las fábricas y de las máquinas en capitalistas y proletariado. En la actualidad, los datos eclipsan a la vez a las tierras y las máquinas como los bienes más importantes, porque quienes poseen los datos ostentan el poder. La política se convierte en una lucha por controlar la economía y recopilar información.

    Desde el instante en que utilizamos ordenadores, teléfonos móviles y dispositivos inteligentes para trabajar y relacionarnos, esa dependencia está anulando nuestra privacidad y libertad. A medida que fluyen datos de nuestro cuerpo y cerebro a los dispositivos mediante sensores biométricos, más fácil les resultará a las empresas y a los organismos gubernamentales conocernos, manipularnos y tomar decisiones en nuestro nombre. Pero su objetivo principal es vender los datos a las empresas de bioingeniería que, en un futuro cercano, podrán anticipar y descifrar nuestra forma de ser y de pensar, mediante el análisis de nuestros corportamientos y nuestros organismos con el uso de la Inteligencia Artificial. Humanos y máquinas podrían fusionarse de una manera tan completa, que los humanos, quizás, no lograrán desconectarse de la red.


     Pensarás al leer este artículo que es una opinión muy pesimista. Y, es así, si lo vemos desde la perspectiva de una pérdida de nuestra privacidad y libertad. Porque, humanamente, la privacidad y la libertad son valores esenciales para nuestra educación y para desarrollarnos como personas. Una libertad que posibilite participar y ayudar a nuestras comunidades; accediendo a la justicia y disfrutar de cada uno de los derechos fundamentales. Poder expresarnos, difundir, buscar, recibir y compartir ideas sin miedo ni injerencias ilegítimas.

    Si queremos evitar la concentración de toda la riqueza y el poder bajo el dominio de una pequeña élite, la clave es regular la propiedad de los datos. Pero las injerencias ilegitimas que atacan nuestra privacidad son tan difíciles de controlar; poniendo trabas a nuestra libertad de comunicar y de acceder a la información veraz, si no es a cambio de perder nuestra privacidad. Esto dificulta su regulación. La cruel realidad es que ¡estamos en sus manos!

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 16 de febrero de 2024. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2024/02/17/estamos-en-sus-manos/


CODICIA

CARTA A UN BANQUERO

 

Muy Sr. mío:

                Usted no me conoce personalmente, soy uno de sus miles de   clientes, una de esas personas que le entrega sus ahorros de toda la vida o del último mes, si los hay, y con ellos, unido a los de miles de ciudadanos más, ha creado usted su negocio.

                      Al ser usted una persona cuya cultura se da por supuesta, seguro que tendrá conocimiento de que su profesión ha sido, a lo largo de la historia, y en muy diferentes culturas, una de las más despreciadas, considerándose durante siglos a los banqueros y prestamistas los penúltimos en la escala social, sólo por delante de los esclavos. Nuestros antepasados, inmersos en un mundo duro y hostil, donde sobrevivir suponía un tremendo esfuerzo diario, despreciaban profundamente a quien vivía del trabajo ajeno, y como posiblemente también sabrá, durante siglos, a lo largo de la Edad Media europea, la usura fue de los delitos más duramente castigados. Me dirá usted, con cierta lógica, que eran otros tiempos, el mundo era más primitivo, más simple y el ser humano poco más que un animal luchando por su superviviencia.

                 No será necesario que le recuerde tampoco, desde mi modesta posición de historiador, cómo aquellos primeros banqueros, muchos de ellos clandestinos al principio, fueron transformando su lucrativo negocio en poderosas organizaciones que acababan decidiendo, incluso, quién había de reinar o gobernar, o qué pueblos habrían de padecer una guerra o genocidio a fin de mantener y aumentar el poder de dichas organizaciones.  Así llegamos, como usted sin duda sabe, al presente, donde se permiten decidir, ya sin disimulo, quienes habrán de ser los presidentes o primeros ministros de turno, sin pasar por el trámite de unas elecciones supuestamente democráticas.

                        Pero es de otra forma como me quiero dirigir a usted, no desde el reproche o la confrontación, sino buscando cuanto, como humanos, tenemos en común que, si lo hacemos desde un punto de vista pragmático y dialogante, redundará, sin duda, en un beneficio mutuo, por extraño que pueda parecer a simple vista.

                        Usted, como yo, y como todos nuestros semejantes, por el hecho de nacer en este planeta estamos supeditados a la vida del mismo, la salud del planeta no es ya un asunto de jóvenes ecologistas, es un asunto vital cuyo desenlace, por mucha información que creamos tener, se nos escapa. Ya hemos conseguido identificar todas las extinciones habidas en nuestro planeta desde su formación y sabemos, sin lugar a dudas, que ha habido algunas peores que la que estamos provocando nosotros, pero ninguna a un ritmo tan acelerado. Nos encontramos en una encrucijada, y si se cumplen las peores previsiones, de poco servirán las disculpas que cada uno alege llegado el momento, será una condena sin apelación.  Por el poder que usted ostenta, muy por encima de muchos gobernantes, su responsabilidad es también mayor, y tal vez lo que menos llegue a imaginar es que algunas de sus decisiones pueden dar lugar, en un futuro más o menos cercano, a la muerte de millones de personas, entre los que pueden encontrarse sus mismos descendientes. Por favor, reflexione.

                         Usted posiblemente sea una persona de ideas conservadoras, pues bien es sabido que la banca siempre ha tenido esa tendencia natural a ponerse del lado de ideologías que pretenden mantener las cosas como está o incluso volver a lo más tradicional si cabe. Esa es una actitud, señor mío, sumamente llamativa en usted, porque si algo ha caracterizado a la banca a lo largo de los siglos es el aprender de los errores cometidos y adaptarse a los cambios.

Le invito a echar un vistazo a la historia: La banca apoyó a las monarquías europeas contra las ideas de la revoluciones que se dieron en los actuales Estados Unidos y Francia, pero con el tiempo, ese modelo fue el adoptado por la mayoría de los países. Ustedes se opusieron a la abolición de la esclavitud, que consiguieron retrasar, pero fue abolida tras una lucha de dos siglos. Se opusieron también a la igualdad racial, pero es, al menos teórica y legalmente, un hecho en casi todo el muno. Se opusieron al derecho a voto de las mujeres, la mitad de la humanidad, pero ya es un hecho. Se opusieron, de la mano de estamentos religiosos, al divorcio, que no sólo se intituyó, sino que es, estadísticamente hablando, más practicado por personas conservadoras que por parejas progresistas. Puede dar la impresión de que han apostado siempre a caballo perdedor, pero no es el objeto de este escrito hacer reproches, sino invitarle a comprender que, desde un punto de vista histórico, el cambio es una condición permanente. Ahora una nueva idea, un movimiento ciudadano nuevo, está surgiendo en el llamado Primer Mundo, lo llaman democracia directa y propone que sean los ciudadanos quienes decidan en que se gasta su dinero social, el dinero público resultante de la recaudación de impuestos, hoy por hoy parece utópico, pero posiblemnte se irá extendiendo, de una forma u otra, al cabo del tiempo.

Usted se opone, piensa que esos ciudadanos son sus enemigos, pero olvida que no es un odio personal el que sienten hacia usted, tan sólo exigen un mínimo de justicia, que no arruinen sus vidas para poder aumentar unas décimas el porcentaje de beneficio anual. Pero por encima de eso, esas personas reclaman un sistema social más avanzado, más evolucionado, que antes o después ha de llegar, permitiendo decidir a todos los ciudadanos cuanto afecta a su vida social. Si usted admite el derecho a voto, ¿por qué no admitir que ese derecho se practique más a menudo a través de sistemas informatizados? Seguro que se tomarán decisiones que le perjudicarán, pero a cambio, por ser como somos, una especie social, las decisiones de la mayoría serán casi siempre beneficiosas para la mayoría, y eso le incluye a usted y sus familiares.

Si lee con detenimiento la historia humana y la experiencia que nos transmite, se convencerá sin la menor duda de que esa idea, antes o después, saldrá adelante y se convertirá en una realidad, y ante eso tiene usted dos opciones: navegar al ritmo de la historia u oponerse a ella, por el primer camino posiblemtne podrá conservar usted parte de su fortuna e incluso algún privilegio, por el segundo, forzará a un cambio más radicalizado que a nadie beneficiará. Por favor, reflexione.

                             Usted, como yo tiene hijos, y posiblemnte nietos, para los que deseará, sin duda, el mejor futuro posible. Como sin duda sabrá, en los últimos años se está dando en el mundo un fenómeno de acumulación de riqueza que nos ha hecho retroceder a índices de los años veinte del siglo pasado. Puede pensar que si esa acumulación se da en usted y su familiares supondrá algo beneficioso para ustedes, pero la historia nos demuestra que ese es un proceso sumamente peligroso que origina tensiones que desembocan inevitablemente, en cambios sociales drásticos, sangrientos en muchas ocasiones, ¿es ése el futuro que desea?

Una suma de diez millones de euros es más que suficiente para garantizar no sólo la supervivencia, sino verdadero bienestar material a cualquier ser humano. Si, a partir de ahí, seguir acumulando riqueza crea esas peligrosas tensiones sociales, no parece muy acertado continuar por ese camino.

Me dirá que desconozco los mecanismos reales por los que se mueve el mundo, que el hombre es un lobo para el hombre, etc., etc., pero yo le hablo desde la experiencia histórica, algo concreto, mientras que usted me habla de la supervivencia de un sistema que es, matemáticamente hablando, insostenible, porque eso que llamamos crecimiento económico tiene como frontera el mismo planeta, y antes o después ha de cambiar a otro modelo, cualquiera, pero sostenible o, simplemente, nos extinguiremos. Por favor, reflexione.

                      Usted, y en eso tal vez no nos parezcamos, posiblemente se sentirá atraído por la idea de pasar a la historia, de ser recordado no sólo como un banquero más, uno entre cientos, uno más, por poderoso que llegue a ser, sino como alguien merecedor de ser conservado en la memoria colectiva de nuestra especie. Ese puesto lo ocupará el banquero o banqueros que sepan adelantarse a la historia, que no se queden encerrados en la mera acumulación de riqueza, sino que sepan plantar, con imaginación e inteligencia, un modelo social de convivencia que redunde en bienestar social. No le hablo, supongo que ya lo sabrá, de repartir generosamente su riqueza, sino de crear mecanismos  que aseguren la paz, el bienestar y la cultura entre los seres humanos. Por favor, reflexione.

                          Nuestros mundos y nuestras vidas pueden parecer muy alejados y diferentes, pero compartimos mucho más de lo que imaginamos.  Usted o yo podemos caer víctimas de una enfermedad, y tal vez nos espere una muerte evitable si determinado laboratorio, tal vez incluso uno cercano o dependiente de su banco, no ha fabricado ese medicamento que nos podría curar, porque no es rentable por ser demasiado efectivo, sin duda sabe que esas cosas suceden a diario. Ambos podríamos morir víctimas de la codicia, y de poco le serviría su enorme fortuna, no se podría desarrollar ese medicamento en semanas. Usted, como yo, puede ser víctima de cualquier acto delictivo, y nos puede costar también la vida. Como sabrá, la delincuencia es endémica donde campa la miseria y la frustración, y son las llamadas sociedades del bienestar  las más seguras en ese sentido. Por supuesto usted puede pagar escoltas y hasta ejércitos, pero el rencor que millones de personas van acumulando  hacia usted y su profesión es tan peligroso como imprevisible.

Usted, como yo, toma a diario alimentos envasados en recipientes que ya sabemos que son tóxicos a largo plazo, posiblemente conocerá el resultado de los análisis hechos a eurodiputados hace unos años, en los que detectaron en sus cuerpos hasta setenta componentes tóxicos, a pesar de ser todos ellos personas que habían llevado una vida materialmente acomodada. La mayoría de esos tóxicos no contamos con la tecnología necesaria para eliminarlos, ni se dedican apenas medios a investigarlas, hay quien considera que no son rentables dichos estudios. Esos venenos que circulan por su sangre y la mía nos condenan a ser las primeras generaciones de un ser humano tan consumido como consumista, hace que ya el 40% de los hombres europeos tengan problemas de fertilidad, y que vayan naciendo generaciones de seres débiles y condenados a la extinción. También sucedió antes entre los patricios, la aristocracia de la antigua Roma, víctimas de las lujosas y carísimas tuberías de plomo para canalizar el agua a sus viviendas. Los plebeyos, que bebían el agua directamente de los pozos, sobrevivieron. . .

                             Como ve, tenemos en común mucho más de lo que, en principio podríamos pensar. Por ello le invito a cambiar, aunque sea levemente, su punto de vista, que sin duda condicionará sus acciones.  En unos años usted, como yo, no seremos más que el recuerdo de nuestros actos, nada más, poco importará que nuestra tumba sea de mármol o simple tierra. No tiene sentido acumular cuanto, ni podremos disfrutar, ni hará que sobreviva de nosotros un recuerdo amable en quienes nos den sepultura. Muy posiblemnte no recordará usted el nombre de ningún gobernador británico de la India mientras fue colonia británica, pero Gandhi está en su memoria, en la mia y estará también en la de nuestros descendientes. Ése es el destino humano, y no lo digo en un sentido romántico o metafórico, a través de la ciencia ya hemos podido demostrar, matemáticamente mediante la Teoría de Juegos, y neurológicamente con el descubrimiento de las neuronas espejo, la importancia de la sociedad en nuestra especie, nada somos los unos sin los otros, y llegados al punto de desarrollo en que nos encontramos, sólo los que lo comprendan sabrán navegar en la historia futura. Quienes se opongan, las llamadas personas neofóbicas, temerosas de los cambios,  conseguirán retrasarlo, tal vez unas décadas, tal vez un siglo, pero no podrán detenerlo, nunca pudieron antes. El resto de la humanidad seguirá su camino, antes siervos, después ciudadanos que delegaban las decisiones, quieren ahora ser ciudadanos que tomen las decisiones que les afectan, y lo conseguirán, porque han elegido el camino que está en la misma estructura natural de su especie: la colaboración y el apoyo mutuo.

El motivo de la presente no es otro que invitarle a que se informe, a que reflexione,  y pueda participar constructivamente de ese cambio, de ese paso evolutivo, que espero sepa comprender y del  que depende nuestro futuro y el de de nuestros descendientes.

                              Sin otro particular, le saluda muy atentamente;

                                            Un ciudadano.                        

                      

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

El humano es una de las especies más mojigatas del reino animal

21 de julio 2016    /   CIENCIA     por Eduardo Sáenz de Cabezón          



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En verano la gente se pone juguetona. Los expertos dicen que más que el calor es el relajo, el ambiente fiestero, las horas de luz y lo ligeritos de ropa que vamos. El caso es que la frecuencia de los encuentros sexuales, ya sean reproductivos o no, es mayor durante el verano. Y claro, seres inquietos como somos, la imaginación se dispara, la creatividad se excita y la variedad se multiplica. Uno no tiene más que acudir a las webs especializadas en porno y consultar la lista de categorías en las que se clasifican los vídeos que ofrecen para darse cuenta de la inventiva humana en cuanto a lo que al encuentro carnal se refiere.

Pero créanme si les digo que lo nuestro no es nada, ni de lejos, comparado con el resto del reino animal, el vegetal e incluso el de los hongos. Los mamíferos somos unos sosos, unos mojigatos. Y eso que contamos con maravillas como el pene prensil de los tapires (digno de una categoría propia en el pornomundo) o la pacífica orgía permanente de los bonobos. Aun así, en global, nuestra vida sexual es mucho más animada que la de algunas especies de lagartos y serpientes, que se reproducen mediante una especie de clonación sin intervención sexual.

Bajo el mar, la vida amatoria es mucho más espectacular. De lo más bestia es, seguramente, el pene de los percebes, ocho veces más largo que su cuerpo, o el que tienen ciertos gusanos de mar, afilado como un estilete, con los que estos animalitos luchan en auténticos duelos de fálicos espadachines subacuáticos.

La naturaleza ha inventado formas de reproducirse alucinantes, mortales y placenteras, multitudinarias y solitarias, silenciosas y estridentes, coloridas y amigas de la oscuridad. Pero de entre todas ellas, me tiene loco la forma de reproducirse de Ophiocordyceps unilateralis, un hongo insignificante que vive en algunas selvas tropicales. ¿Han jugado a The Last of Us en la PlayStation, ese juego de apocalipsis zombi tras una epidemia provocada por un hongo? ¿O han oído hablar de las hormigas zombis?

Atentos al asunto: Para reproducirse, Ophiocordyceps se introduce en una hormiga, penetra en su cuerpo y daña su sistema nervioso y su cerebro de forma que pasa a controlar su comportamiento. Una vez controlada, el hongo hace que la hormiga, convertida en su zombi, abandone la colonia, se desplace sin voluntad hasta alguna planta de la selva, suba a una hoja, la muerda con todas sus fuerzas y se quede allá, colgada de las mandíbulas, como esas antiguas artistas de circo que daban vueltas sujetas por los dientes a una argolla.

Al poco tiempo, la hormiga morirá, y desde el interior de su cabeza, atravesando el cráneo sin vida, Ophiocordyceps construye una especie de estaca estrecha y vertical, rellena de esporas, que al cabo se abre, diseminando la semilla del hongo desde lo alto, en una explosión de vida fúngica nacida del cuerpo inerte de la hormiga.

Todo esto ocurre en menos de cuatro o cinco centímetros. Esto le quita gran parte de la épica, pero de todas formas la idea es espectacular y el resultado magnífico, sobre todo teniendo en cuenta que las hormigas son una de las especies que dominan nuestro planeta.

Apenas cuatro o cinco centímetros, sí, precisamente la medida media del pene de un gorila. Uno de esos machos alfa de espalda plateada que se golpean el pecho intimidantes en medio de una selva que creen que dominan, pero que en realidad está dominada por los insectos… o por los hongos. No somos nada.

FUENTE: https://www.yorokobu.es/hormigas-zombis/