domingo, 9 de julio de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD

Cuatro poemas de Carlota Figuerola

Carlota Figuerola viernes 23 de junio de 2023

Hacia donde el sol se pone

He perdido.
A pesar del esfuerzo.
Quizá la última batalla,
probablemente, la guerra.
Contra la cordura, contra el gozo,
contra el amor también.

Perdí.
Herida y acabada, en medio del lodo,
de cara al suelo, lloro.

Me declaro vencida
delante de ti y me retiro
hacia la soledad
de grises confortables.
Ya nunca más placer ni duelo
en mi nervio candente.
Fueron escudos y lanzas suficientes.

No obstante,
soy espacio. La derrota
me convertirá en libre.
Y cuando llegue la tarde
recurrente, perdurable,
yo volaré hacia el mar,
al sudoeste, a donde el Sol se pone,
buscando el último rayo,
persiguiendo sirenas.

 

Desde este hogar de cenizas

Alguien me dijo “te amo”
y ni recuerdo quién.
Hace ya tanto tiempo…
O quizás no. La vida
se mezcla entre silencios
ya sin marco, ni márgenes,
toda ella bruma y polvo.
Alguien me dijo “te deseo” y era verdad,
posiblemente.
La tierra, enloquecida, giró bajo mis pies,
se embriagaba el aire con tan sólo acercarme.
Y eran copos las palabras, cuando
alguien me decía “te quiero”. Y, sin embargo,
yo lo creía.

Y él tuvo la sombra de mi árbol en verano,
la madera en invierno
de las ramas más secas, fundiéndose en las llamas,
para darle calor.

Ahora
cuando, desde el hoyo tan gélido
de este hogar de cenizas de mi pecho,
digo “te amo”, no me escucha ya nadie.
Si grito “te quiero”, ningún eco me responde jamás,
todo me rehúye
y la tarde se retira en otra compañía
sin remordimiento.
El Sol ya no desea mi opaca piel azul
y se eclipsa en silencio
indiferente.

 

Volverá el sol

Es de noche. Todo reanuda
el reposo, la víspera quizás
se convierte en silencio.
Y no es larga la noche…

Volverá el Sol,
intenso.
Volverá aquella luz
a desvelar mil formas
que la noche ha tragado,
volverán los sonidos,
la ciudad a reír.
Y todo será de nuevo,
acogedor, ruidoso,
acelerado, terrible
y empezará a moverse
como sorprendido,
extraño.
El reloj tomará
su lugar como ayer,
más gastado, más frágil,
momentáneo y fugaz.
Pero el Astro, inconsciente,
dibujará allá arriba
su arco de victoria.
Hasta que vuelva la vida
a sumergirse en pausa,
cada vez más constante,
cada vez más segura,
con una inmensa, inmensa,
invisible,
enorme luna nueva.

 

De espaldas

Va pasando el mundo.
Y yo, de espaldas,
veo circular la vida tan rápido,
que la retina,
incapaz de atraparla,
se adentra en el silencio
de las luces sin forma.
Colores y más colores
se mezclan a lo loco
y todo es blanco, es día,
deprisa, tan tan deprisa…
Y yo de espaldas siempre
detrás de los cristales
viendo el mundo pasar.
Sin tregua,
cada vez más más rápido,
cada vez más más cerca…
Hasta que todo pare.

Carlota Figuerola

Escritora y artista plástica española (Ripoll, Girona, 1958). Es pintora y dibujante formada artísticamente en Barcelona. Desde 1979 ha realizado en su país diversas exposiciones individuales y participado en colectivas. Ganadora de numerosos premios en certámenes de pintura. Ha incursionado en la enseñanza de actividades artísticas y es miembro de diferentes colectivos artísticos. Textos suyos han sido publicados en diversos medios. Autora del poemario Rincones invisibles (2022)

https://letralia.com/letras/poesialetralia/2023/06/23/cuatro-poemas-de-carlota-figuerola-2/



TEMAS TERTULIA 14-7-2023

TORMENTAS Y TORMENTOS.

ESPECIES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



TEXTOS TERTULIA 7-7-2023

FUEGO

EL TELEGRAMA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



FUEGO


En estos días estoy leyendo «El olvido que seremos», de Héctor Abad Faciolince; si la película me gustó, el libro me está apasionando, no tanto por poseer una literatura excelente, sino por la posibilidad de releer una y mil veces la naturalidad con la que el autor escribe sobre las contradicciones usuales de la vida. Habla, por ejemplo, de cómo la alegría puede volverle a uno inmune al rencor, de cómo un médico puede rechazar el contacto directo con los enfermos y al mismo tiempo sumergirse en una vehemente lucha social por la prevención de las enfermedades, de cómo se puede ser espiritual en lo terreno y terrenal en lo espiritual.


Lo que me llama la atención es el constante fuego vital que late en la forma de pensar y sentir de Héctor Abad padre, un fuego que me recuerda a la idea de Jean Cocteau: «Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa. Decidí salvar el fuego. No tengo donde vivir, pero el fuego vive en mí. Y me defiende discretamente de todo lo impuro. Mi futuro ya no es importante. Sólo cuenta la intensidad del instante».


Ese fuego es un fuego que le invita a vivir con total coherencia y consciencia, sin voces, sin insolencia, sin frases zafias o fuera de tono, pero con gran contundencia; un fuego nacido en las mismas entrañas, tan profundo como el de los volcanes dormidos, un fuego vital sobre el que apoya cada palabra, cada hecho, con una solidez tal que asusta e incomoda al mundo hasta el punto de llegar a ser criticado desde todos los ángulos y finalmente asesinado.


Esta lectura me está haciendo confirmar que muchas veces confundimos la fuerza de la vida con invadir el ánimo ajeno, que nos hacemos un lío entre argumentar y amenazar y que creemos que dar voces es levantar el grito, sin comprender que no hay grito más elevado que ejercer la libertad con criterio, con seguridad, con absoluto respeto hacia la vida humana y sin más alegato que un generoso y absoluto silencio.


07/julio/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



FUEGO

Mantenido, impenetrable, energético y brillante. Metáfora del amor, de la fuerza y del calor del hogar, puede combustirse y apagarse dejando el ambiente lúgubre y tenebroso o avivarse y consumirse chispeando e iluminando la más negra de las noches.

El fuego del amor, tan necesario para que la llama no se apague echando la leña necesaria para que no se disipe y permanezca proporcionando la energía y el calor de los corazones que suenan al mismo ritmo, fuego vibrante que calienta el ambiente e ilumina el alma.

No te consumas nunca dejando cenizas de momentos pasados que puedan emborronar los recuerdos más felices y las sonrisas más sinceras, esas que llevan la felicidad incrustada en sus comisuras y que son reflejo de momentos únicos.


Eva Camba Paz



FUEGO

Eronoele – La Aguadora - Parte 2: Eronoele visita a la gente.

En la historia de las aguadoras hubo una vez más una gran fiesta para renovar la alianza entre los humanos, las aguadoras con sus cántaros y Neptuno, el regente de las aguas. Hubo baile, risas y fiesta. Fue una fiesta feliz. En este festival, Eronoele conoció a una mujer humana, Gertrude, que la impresionó con todo su conocimiento sobre las plantas y sus poderes curativos. Eronoele charló con Gertrude, a quien todos cariñosamente llamaban Trudi, y quedó fascinada por el ingenio y sabiduría de Trudi, su gran conocimiento de lo que estaba sucediendo en el mundo humano y su conocimiento de las hierbas medicinales. Cuando la gente y las aguadoras se cansaron de bailar, reír, contar historias y cantar, todos se despidieron. Solo las dos jóvenes, Eronoele y Trudi, no finalizaron la fiesta, tenían tanto que contarse. . . Cómo el nuevo día mostraba sus primeras luces en el horizonte, decidieron marcharse acordando volver a verse muy pronto. Eronoele tenía un gran deseo de visitar el mundo humano y con mucho gusto aceptó la invitación de su nueva amiga, la próxima primavera quería visitar a Trudi. El tiempo pasó volando y llegó el momento, viajaría al mundo de los humanos, pero, ¿cómo? Ninguna de las aguadoras sabía cómo viajar a la tierra de los hombres. Algunas de las aguadoras más antiguas decían que sólo Neptuno podía hacerlo. Eronoele fue a la playa y llamó a Neptuno con todo su corazón, con todo su amor. El mar se onduló y al momento siguiente apareció sobre las olas la cabeza de Neptuno. Eronoele le saludó con gran deleite. Por supuesto, Neptuno sabía sobre el viaje planeado. Los cántaros y las aguadoras no habían hablado de otra cosa últimamente. Y así Neptuno las trajo a la tierra de los hombres. Tuvo que cerrar los ojos por un momento y contar hasta 21, 22, 23, y ya estaba de pie en un mar diferente de un olor muy distinto. El aroma de plantas desconocidas y maravillosamente fragantes llenó su nariz, un aroma seductor en el calor del mediodía. Neptuno se despidió de ella diciéndole que siempre podría llamarlo a una orilla con el amor en su corazón. Escuchó voces riendo detrás de ella y se dio la vuelta, era Trudi con dos amigas: Uli y Petra. Trudi entonces corrió por la arena caliente hacia ella mientras Neptuno desaparecí en el mar. Eronoele fue muy bien recibida, desde el primer segundo se sintió cómoda y aceptada. Subieron el camino arriba hasta la casa de Trudi que estaba entre olivos y limoneros, al lado de un pequeño arroyo. Otras mujeres las esperaban en la casa con té de menta frío con limón. La gente conversó y admiró los regalos que ella había traído consigo. Todas las nuevas impresiones y el viaje habían hecho que Eronoele se cansara un poco. Después de que todas hubieron comido, Trudi las condujo a su habitación. Eronoele se lavó las manos y la cara y se acostó en su cama, se durmió enseguida. La siesta corta le sentó muy bien. Descansada y llena de curiosidad y entusiasmo, entró en la cocina, quería visitar la fuente.

Eronoele, Trudi, Petra y Uli salieron de la casa y subieron por el camino hacia las montañas. Eronele notó la humedad y el frescor que ofrecía el agua de manantial,era agradable: el frescor, la humedad y el ligero olor a musgo. Eronoele llenó todos sus sentidos con este aire que era dulce, húmedo y seductor. De repente levantó la vista, perturbada por algo que no encajaba en absoluto con esta naturaleza idílica. Sin prestar atención a Trudi, dejó el camino y se dirigió a un claro. Su cara era de indignación porque vio plástico, botellas vacías, latas, papel y hasta pilas usadas en este hermoso lugar, todo tipo de basura que la gente descuidada simplemente dejaba atrás después de sus excursiones. Trudi había corrido tras Eronoele y ahora también contemplaba los restos no deseados. Sin decir palabra, Eronoele, Trudi, Petra y Uli recogieron la basura. Cuando se recogió una gran pila de basura, la miraron y se quedaron en silencio durante bastante tiempo hasta que Eronoele rompió el silencio: quería crear una obra de arte a partir de la basura recolectada para concienciar a la gente y hacerla reflexionar. A todas les pareció una buena idea. Construyeron una especie de torre con toda la chatarra. Miraron su trabajo conjunto con satisfacción y quisieron embellecer la instalación de basura con un poco de color a la mañana siguiente. Esta obra de arte sin duda llamaría la atención y tal vez cambiara el comportamiento de las personas que arrojaban su basura a la naturaleza. Observaron las coloridas mariposas bailando juntas bajo el sol de la tarde, disfrutaron del momento y escucharon el zumbido de los insectos y el canto de los pájaros. Saltaron con los pies en el manantial y se salpicaron con agua. Riendo, se sentaron en el pasto verde y agradecieron a la Madre Tierra y al universo por este hermoso día.

Regresaron felices a casa y hablaron sobre embellecer la obra de arte de basura. Después de una pequeña cena, un día lleno de acontecimientos llegó a su fin. Nuevas aventuras en la tierra de los hombres esperaban a Eronoele.

Elke Weintenkopf


EL TELEGRAMA




Tardé en reaccionar cuando leí su nombre en la prensa: había caído en una emboscada más de una de las tantas guerrillas financiadas por una multinacional cualquiera en una zona diamantífera de África. Una de esas empresas que justifican sus canalladas y su codicia con el falso pretexto de que gracias a su política disfrutamos de un alto nivel de vida en los países desarrollados.

Horas después llegaba un telegrama a la sede de la ONG:
“El doctor Carlos Beltrán ha sido asesinado junto a doce de sus pacientes . . . “

Hay personas que sin pretenderlo provocan envidia, incluso en aquellos que no solemos padecer tan insana costumbre. Son ese tipo de seres que irradian energía y confianza con su mera presencia. Algunos se consuelan creyéndoles engreídos, pedantes o soberbios, pero en el fondo todos sabemos que no lo son. En el fondo, simplemente, quisiéramos ser como ellos. Son muy pocos, y pocos son los que en su vida llegan a conocer a una de estas personas y menor aun el grupo de los que, sin saber porqué, fuimos señalados por el azar para ser sus amigos.

Carlos y yo estudiamos medicina juntos, juntos conocimos a nuestras futuras compañeras, juntos nos metimos en política, viviendo la Transición con la intensidad propia de la juventud, creyendo ingenuos que no sólo enterraríamos la dictadura, sino sus cicatrices de odio silenciado e injusticia añeja. El tiempo nos enseñó que a las heridas sólo el tiempo las cura y transforma en cicatrices y que las injusticias sólo cabe transformarlas, mediante la memoria, en una lección indeleble, única forma de que no vuelvan a repetirse. Aprendimos también que no existe una verdad, sino tantas como seres humanos, y que sólo cabe buscar una forma de convivencia en que quepan las ideas de todos poniendo como único límite el bien común.
     Juntos aprendimos, en definitiva, a vivir. . . .

     Tras terminar la carrera no me sorprendió su decisión de marcharse a uno de esos rincones del mundo donde vida y muerte se confunden y que quisiéramos hacer desaparecer o, cuanto menos, olvidar que existen. Sólo sentí un profundo miedo a la soledad, una cierta sensación de orfandad ante su partida. Habíamos hablado de ello muchas veces, sobre la conveniencia o efectividad de elegir un camino tan extremo, sobre si no se podrían salvar más vidas trabajando en una clínica y enviando parte de nuestro sueldo mensualmente, en vez de arriesgar nuestras vidas para salvar, posiblemente, a la mitad de personas, trasladándonos a una zona en guerra.

     “Pero alguien tiene que estar allí para hacer efectiva la ayuda que se reciba desde los países ricos” dijo, con esa demoledora lógica que le caracterizaba.

     No tuve el valor de seguirle y una vez más dio muestra de su nobleza no guardándome el más mínimo rencor por ello e intentando, incluso, darle mayor importancia de la que tenía a mi trabajo recaudando fondos en la sede de la ONG. Me sentí ante él, por primera vez en mi vida, débil y cobarde, muy cobarde.

     Cada mes recibía, con la puntualidad que permitía el servicio de correos de la zona donde se encontrara, una carta. Decía que éramos creadores de universos, porque cada ser humano es un mundo, un universo único e irrepetible y cada vida que salvamos es a su vez el origen de una cadena de vidas, hechos y circunstancias que no podemos ni alcanzar a imaginar. Y en cada carta escribía el número de vidas salvadas en las últimas semanas: 38,52,24,49,35,. . .

     Por no perder la sana costumbre de crear controversia, que a tan largas y fructíferas conversaciones había dado lugar entre nosotros, le señalé en una carta la posibilidad de que hubiéramos salvado, entre esas vidas, la de algún futuro dictador, asesino o genocida. Su respuesta fue simple y lapidaria: “En cada uno de nosotros anidan esos sentimientos enfermizos junto a la solidaridad y la fraternidad: nuestra vida es, ante todo, una consecuencia de lo vivido. Para evitar el peligro del que me hablas deberíamos extinguirnos, y no tendría mucho sentido quitar vida con la pretensión de protegerla . . . “

     Carlos hacía mucho tiempo que no creía en el bien y el mal, decía que tan sólo existen la salud y la enfermedad, que un ser humano mentalmente sano nunca iniciaría una guerra para obtener beneficios económicos, nunca acumularía bienes de los que no podría hacer uso ni aunque viviera quinientos años mientras ve como mueren sus semejantes por carecer de vacunas que cuestan apenas un dólar, sólo un enfermo carente de un mínimo de empatía podría hacerlo.

     Ha muerto, le han matado junto a doce de sus pacientes . . .
     Extrañamente, no tengo la sensación de su muerte como vacío o lejanía, como sentí, hace tres años, la distancia cuando nos separamos.
     No tengo la menor duda de que algún día, tal vez dentro de un par de siglos, su nombre y recuerdo formarán parte de lista de los grandes seres de nuestra especie, cuando se escriba la verdadera crónica de la humanidad, sustituyendo en los libros de historia los nombres de políticos, militares y genocidas por los de nuestros antepasados que hicieron con su esfuerzos y vidas posible cada paso adelante del ser humano.

     Ni ha muerto ni nunca morirá, seguirá eternamente vivo mientras quede un ápice de humanidad entre cualquier ser que pise este planeta. Estoy tan convencido de su supervivencia que olvido, una vez más, las formas sociales, y nadie comprende que sonría mientras entierran su cuerpo, tan sólo su cuerpo.

 Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

"Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro." (Platón)


PREPARARSE PARA EL CAMBIO

3 JULIO, 2023 JOSEMARCELORUIZ 

Por José Marcelo Ruiz

Ante las expectativas  de un futuro incierto y no predecible, debido a que la única constante que se da es el cambio, surge la preocupación de prepararnos y preparar a las nuevas generaciones para un mundo de transformaciones sin precedentes y de incertidumbres radicales. La pregunta que hemos de plantearnos es: ¿qué hemos de aprender nosotros y enseñar a nuestros hijos para sobrevivir y prosperar en el presente siglo, y en el venidero?  

   El futuro es incierto, porque una vez que la tecnología consiga modificar cuerpos, cerebros, y mentes, ya no podremos estar seguros de nada, ni siquiera de aquello que parecía fijo y eterno. Estamos ya en el inicio de realizar migraciones al ciberespacio, de experimentar cambios sensoriales por implantes informáticos. Este cambio será tan profundo podría muy bien cambiar la estructura básica de la vida, haciendo de la discontinuidad su característica más destacada. Las consecuencias de este cambio conllevan niveles altísimos de estrés, y exigen una  gran dosis de adaptación. Por lo tanto, se necesitará una gran capacidad de aprender de manera constante. Afrontar experiencias nuevas como algoritmos que manipularan las emociones con precisión.


   Este mundo nuevo, que parece una ficción, se presentará con una cruda realidad que nos obligará a sobrevivir o morir. Para sobrevivir necesitaremos flexibilidad y equilibrio mental; aceptar lo desconocido;  prever el posible peligro de convertirnos en rehenes de la tecnología. Y para responder a las preguntas: ¿cómo preparar a las nuevas generaciones, y qué enseñarles? Los pedagogos expertos indican que se debe enseñar “las cuatro ces”: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad. Hacer hincapié en habilidades de uso general para la vida, como la capacidad de habérselas  con el cambio. Las decisiones que tomemos en las próximas décadas moldearan el futuro de la propia vida. Si las nuevas generaciones carecen de una concepción cabal, el futuro de la vida se decidirá al azar.

  Otra cuestión, que se nos plantea, es en qué confiar. Poner la confianza plena en la tecnología conduce, como he expresado, en convertirnos en rehenes de ellas. Habría que confiar en nosotros mismos, en nuestras posibilidades humanas. Para ello, hay que recurrir al consejo que nos dio el filósofo Sócrates “conócete a ti mismo.”Actualmente esta acción de conocerse  se hace urgente, debido a la competencia que nos hace los medios informáticos, que no sólo hackea el teléfono móvil, el ordenador o la cuenta bancaria. En realidad, vivimos en la época de hakear, porque los algoritmos observan adónde vamos, qué compramos, con quién nos vemos. Pronto supervisarán todos nuestros pasos, nuestra respiración, los latidos del corazón. Su pretensión es ejercer una total autoridad sobre nosotros; conociéndonos mejor que nosotros mismos.

Tú decides, conformarte y ceder la autoridad a los algoritmos y que ellos decidan por ti y “ser feliz a su manera,” o conocerte a ti  mismo antes que lo hagan ellos. Pero, para ello, debes viajar ligero de equipaje. Dejar atrás tus ilusiones. Pesan mucho.

                                                                José Marcelo Ruiz

Nota bibliográfica: 21 lecciones para el siglo XXI, de Yuval Noah Harari.

Este artículo se ha publicado en la prensa escrita NOTICIAS 24 (Comarca de la AXARQÍA), el viernes, 30 de junio de 2023. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de pensamiento y opinión.  

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2023/07/03/prepararse-para-el-cambio/


Sí, soy racista

Publicado el 14 de junio de 2023

El espacio Málaga Solidaria de La Opinión de Málaga se hace eco de las palabras de nuestro compañero Ángel Galán, técnico de Sensibilización, en la columna Yo soy racista. Puedes encontrarlo AQUÍ y a a continuación:

No se sorprendan. Soy racista, machista, clasista… ¿cómo no iba a serlo? Son tantos los comportamientos aprendidos de forma automática en una sociedad que desde hace relativamente poco está siendo crítica ante estos comportamientos que se me hace prácticamente inimaginable no serlo. Aquí lo normal es y ha sido, de forma sutil o sangrante, atacar la diferencia: alto, bajo, gordo, calvo, negro, maricón, moro, histérica, machirulo… Podemos expresar asco de las imágenes que, gracias a que Vinicius es quién es, se han mostrado y se han hecho virales por el mundo entero, pero fingir sorpresa o justificarlo me parece fuera de lugar. Esto sucede cada día, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada barrio.

Sí, yo también soy racista y clasista y machista… aunque, no se confundan, no me siento orgulloso de serlo y además soy consciente que esos comportamientos no son ni legítimos, ni legales, ni siquiera son útiles en la sociedad en la que vivimos actualmente: una España diversa, compleja, rica y orgullosa, y por qué no decirlo, un poquito hipócrita.

En este país quisimos que de repente palabras como racista, machista, clasista fueran algo indeseable y evitable, las convertimos en insultos y nos olvidamos que esas palabras sólo describen y señalan a las personas que realizan discursos, comportamientos y actitudes ofensivas y discriminatorias hacia otras personas por su ideología, religión o creencias, la etnia, origen, sexo, orientación o identidad sexual, género, enfermedad, discapacidad… Desterramos las palabras, pero no los comportamientos. ¿Cómo iban a desaparecer de repente? Nos quedamos, a fuerza de campañas de “No al racismo”, que ser racista era malo y que era un insulto que alguien te dijera racista (o machista, o clasista). Y ahí surgieron frases tan icónicas como: “Yo no soy racista PERO…” o: “Yo cómo voy a ser racista si tengo un amigo (ponga aquí el adjetivo que usted quiera)…”. Y, claramente, si el objetivo era acabar con el racismo, el clasismo, el machismo, etc ,esta estrategia no ha funcionado.

Ahora vivimos con estupefacción, y hay hasta quien justifica, el escarnio: esa burla cruel y humillante, que se ha puesto de manifiesto en un partido de fútbol y vemos el dolor y la rabia de Vinicius al sufrir los insultos y asistir al coro de normalizadores que le dicen “no pasa nada hombre”, “no exageres”, un dolor que corroboro todos los días en las personas sencillas y humildes que se acercan a Málaga Acoge. A todos ellos y ellas, y aunque no se suficiente, les pido perdón en mi nombre y también en la parte que me toca de país y les agradezco a todas y todos ellos que a pesar de la rabia y de la impotencia sigan poniendo ganas de querer sentirse parte de esta sociedad. Digo “sentirse” porque ya son parte de esta sociedad y aunque todavía tengo comportamientos racistas, machistas, clasistas, quería aprovechar esta tribuna malagueña para recordarnos todos los avances que en los últimos años hemos realizado como sociedad, que todavía queda mucho y viendo ese dolor y esa rabia sabemos que no son suficientes y que en ese camino hacia una sociedad mejor para todas y todos hace falta todavía compromiso, confianza y, sobre todo, humildad. Humildad para sabernos imperfectos y compromiso y confianza para, a pesar de ello, esforzarnos cada día por ser mejores. Sí, somos racistas, machistas y clasistas. Sigamos esforzándonos para ser un poquito menos cada día.

https://malaga.acoge.org/si-soy-racista/

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