domingo, 22 de enero de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

"Un coche se quema", de Francisco Cenamor (España, 1965)



Aquel coche ardiendo junto a la estación es un poema.

La única ocupante se ha salvado de milagro,

como nos salvamos tantas veces de la soledad de nuestro propio destino.

Los transeúntes pasan junto a él como pasamos por nuestras vidas,

sin ver que nos jugamos el futuro a cada paso.

Otros coches tratan de dejar atrás las llamas,

como ese pasado a punto de estallar que siempre se nos olvida

Pero el coche estalla y nos miramos aterrorizados sin saber a donde huir.

Como la cortina de humo son nuestras esperanzas,

nuestras ilusiones se escapan mientras el cuerpo doliente queda en el suelo.

La policía, los bomberos, la ambulancia llegan tarde al lugar de los hechos.

Retirado el coche, las manchas del suelo se asemejan a nuestras vidas:

los peatones que no lo han visto arder las rodean

sin pararse a pensar qué pudo haber pasado


Francisco Cenamor en Ángeles sin cielo (Ediciones Vitruvio, Madrid, 2003).

Otros poemas de Francisco Cenamor y artículos sobre su obra

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 “Creo decididamente en la enseñanza pública, en una enseñanza en la que no sea el dinero el que cambie las perspectivas o los tipos de enseñanza, porque además no suele cambiarlo”

(Filosofía & co) (Emilio Lledó, filósofo) 


TEMAS TERTULIA 27-1-2023

EL TÚNEL

VENGANZA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



TEXTOS TERTULIA 20-1-2023

MAR

UNIVERSO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Vive una buena vida honorable. Entonces, cuando seas mayor y pienses en ello, podrás disfrutarlo por segunda vez”.

(El Dalai Lama, Tenzin Gystaso)


MAR


Yo me vine a vivir cerca del mar un poco por decisión propia y un poco obligada por las circunstancias. Creo yo que así es la vida, nadie es absolutamente libre. Algunos días echo de menos el bullicio de la gran ciudad, pero si me detengo a analizarlo, lo que realmente extraño es la juventud que me habitaba cuando estaba dentro de ese bullicio. Otros días echo de más esta forma de vida monótona y previsible que llevo y la comparo con aquellos días de agitación, hasta que caigo en la cuenta que lo que me ralentiza no es el lugar, sino los años. Y yendo más al fondo, si hay algo que me perturba es tener la memoria abarrotada de recuerdos y que algunos no estén bien archivados.


Dicen los estudiosos de la epigenética que los recuerdos los fabricamos, que no son reales. Al parecer procesamos los hechos dependiendo de nuestras emociones y capacidades y así guardamos las vivencias; después, cada vez que sacamos a la palestra un recuerdo le cambiamos algo, una pizca, un pequeño detalle casi imperceptible, y lo volvemos a guardar modificado, de tal modo que la siguiente vez que recordamos el recuerdo ya no es el mismo de la vez anterior. Si este proceso es así, resulta que nada de nuestro pasado existió y, sin embargo, los hechos son en gran parte el motivo por el que tomamos decisiones.


A mí me cuesta mucho entender todo esto, y confieso que no me importa demasiado si mis recuerdos son reales o no, lo son para mí y eso es suficiente; pero quisiera que esta memoria mía se pudiera resetear como la de los ordenadores o, al menos, tener la posibilidad de mandar algunos archivos a la papelera para que cuando voy a rescatar un bello recuerdo este no aparezca salpicado de incómodas reminiscencias: miradas, voces, gestos o hechos que ya no le valen a nadie para nada.


Pero como no existe ese reseteo humano que anhelo, me he buscado un método que me ayuda a despejar el ambiente mental de molestos merodeadores; cuando aparecen estas memorias arduas voy hacia el mar y, mirando el horizonte, dejo el mundo a mi espalda y recuerdo el poema de Manuel Machado:


«…Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar nada...!»


21/enero/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»

Hay siete mil millones de personas en el mundo, y ninguna busca sufrir. Ninguna elige tener problemas. Muchos problemas, incluso graves, son de nuestra propia creación. Esto sucede por ignorancia. Podemos superar la ignorancia, pero hace falta decisión y un gran esfuerzo”.

(El Dalai Lama, Tenzin Gystaso)

MAR

Y el mar no sabía qué hacer con tantas frases que se había llevado de la orilla, con tantos nombres qué habían borrado sus olas y decidió devolverlas de algún modo, pensó en perfumar sus aguas y devolver un aire limpio y aromático pero la sal no se lo permitió. Decidió entonces transmitir tranquilidad. pero a veces se sentía agitado por el viento que doblegaba su voluntad.

Finalmente comenzó a componer con sus olas un ritmo personal y característico que la gente pudiera disfrutar, que les relajara y permitiera dormir incluso por las noches y que aunque el viento soplase fuerte no supusiera malestar, y fue así como pudo perdonarse a si mismo por haber borrado tantas frases de amor, tantos pequeños poemas y nombres de personas amadas.

Eva Camba Paz

Éramos yo y el mar. Y el mar estaba solo y 

solo yo. Uno de los dos faltaba”. 

(Antonio Porchia)

UNA MIRADA AL MAR


 Toda su vida había sido una constante y melancólica mirada al mar: esperando a su padre pescador cuando era niña, la ilusión del retorno de la seguridad y la consiguiente sensación de inseguridad tras la partida, una infancia entre paréntesis . . .

Años después esperaría a sus hermanos, que, apartados de los juegos infantiles por la tiranía de la la pobreza, habrían de pasar a los juegos de hombres, esos en los que la muerte no tiene vuelta atrás. Uno nunca regresó, y en el fondo del mar, junto a él, reposarían para siempre las risas de toda la familia.

También a su pequeño gran amor, el único, en realidad, lo esperó mirando al mar, cuando decidió emigrar al otro lado del mundo soñando con un mundo mejor. Dieciséis años después le escribió para decirle que no le esperara más, cuando a ella ya sólo le quedaba tiempo para esperar.

Cada mañana de cada día miraba al mar con sus ojos cada vez más cansados y un alma callosa que ya no sabía que buscaba realmente con la mirada.

Un día pensó: “¿Me mirará también a mi el mar?, ¿Me estará esperando?” y emprendió el camino de reencuentro con su hermano y con tantas otras ilusiones ahogadas.

Los pescadores dijeron que había sido un golpe de mar, pero quienes la conocían siempre sospecharon que había sido un golpe de memoria el que la había empujado a echar una última mirada al mar.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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"Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos".(Eduardo Galeano)

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Un artista contemporáneo pintó un cuadro –La Luz del Mundo– que muestra a un hombre en un jardín a medianoche. En su mano izquierda sostiene una lámpara mientras que con la derecha está llamando a una pesada puerta.

El día en que se mostraba esta obra por primera vez se encontraban presentes varios críticos de arte. Cuando se descubrió la cortina que lo escondía, uno de ellos se acercó al artista para decirle:

-Señor Hunt, ¿por qué no ha terminado la obra? 

-Está terminada –contestó el artista.

-Pero si no hay pomo ni cerradura en esa puerta –señaló el crítico.

-Eso –dijo el artista– es la puerta del corazón humano y sólo puede ser abierta desde dentro.

                 (Farifax Downey/El Corazón Humano)

Las neuronas espejo

Las neuronas espejo o especulares las descubrió Giacomo Rizzolati en 1996, a través de experimentos con monos en la Universidad de Parma (Italia). Como su mismo nombre indica, son las que nos permiten comprender a nuestros semejantes, viéndonos reflejados en ellos y a ellos en nosotros. Este descubrimiento ha llegado a ser considerado tan importante para la psicología, según especialistas como Vilayanur Ramachandran,  como el descubrimiento del ADN para la biología, ya que ha conseguido demostrar que somos unos seres sociales por naturaleza, teniendo la cualidad de ponernos en el lugar del otro (empatía).

Este descubrimiento viene a desmitificar, entre otros prejuicios, la importancia de la originalidad, ya que demuestra que la imitación es un buen paso inicial para aprender antes de dar el paso siguiente de elaborar nuestras propias ideas.





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