domingo, 15 de enero de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas:

LA PAZ.”

(Albert Einstein)‏

"Alta metafísica del trapo", de María Eloy-García (España, 1972)


he visto entonces el signo

de toda la ropa tendida

su coyuntura modificada

una manga al borde oh pablo gargallo

como un marat sin espacio

inflado por el aire

un suéter opina que hacia allí

hacia nada la nada del suéter

camisas muestran su detrás y su debajo

honestamente advierten todo su poliéster

la vida es una sencillez de pinzas

un simple juego de poleas

por el que la funda destrozada

de un colchón se desliza/

la imposible cabeza bocabajo de una americana

no se relaciona

autonomía de unas bragas confirman

el pobre estado de su infeliz autoestima

hace un momento suicidio de pinzas

y calcetín izquierdo/

la muerte puede ser como la vecina

del primero que acumula calcetines


y el más allá cuando esos calcetines

se los ponen sus hijos

entonces la vida surge de una lavadora

motor primero y la arruga es la orogenia

y el móvil de la vida

la plancha es dios cuyo libro sagrado

es el de instrucciones

la iglesia es el detergente quitamanchas

y la mancha la llevamos todos -defecto de fábrica-

porque hay que vender detergentes

el paso del tiempo está programado

hasta la feliz y centrifugante catarsis

y por fin cualquier desdichado anorak

cualquier sábana desafortunada

se desprende de aquel hilo

se desentiende de aquellas frágiles poleas

y es claro que aquella vieja última

y también primera porque vive en el primero

espera en el ojo del patio que todo lo ve

para abrirnos las puertas de su casa infinita


María Eloy-García en Metafísica del trapo (2001), incluido en La voz y la escritura 2006. 80 nuevas propuestas poéticas desde los viernes de la Cacharrería  (Ediciones Sial, Madrid, 2006).

https://franciscocenamor.blogspot.com/2022/07/poema-del-dia-alta-metafisica-del-trapo.html



TEMAS TERTULIA 20-1-2023

MAR

UNIVERSO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Si quieres ser feliz un día, emborráchate.
Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda la vida, hazte jardinero,”
(Proverbio taoísta)

TEXTOS TERTULIA 13-1-2023

ESTO Y AQUELLO

MISIONEROS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


ESTO Y AQUELLO

Esto es bueno, aquello es malo.

Esto te da vida, aquello te la quita.

Esto te da calor, aquello te da frío.

Esto te quiere, aquello te odia.

Esto es tuyo, aquello, no.

. . .

¿Y si al final resulta que todo es igual de valioso e indispensable?

¿Cómo podríamos apreciar la amistad si no fuera proque existen falsos y malos amigos?

¿Cómo podría existir la vida en sus infinitas formas si no fuera porque existe la muerte?


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La sonrisa es la distancia más corta entre dos personas”.
(K. Gilbran)

ESTO Y AQUELLO


A mí me gusta mucho la vida. Ahora bien, cuando digo vida quiero decir la energía que maneja todo lo que está fuera de ser deslucido por la mano del hombre. Hablo, cuando digo vida, de ese milagro que supone la supervivencia de tantas especies distintas dentro de la nave espacial que es nuestro planeta, un vehículo gigante en el que navegamos a través del Universo sin destino fijo y en espiral circular continua alrededor del Sol.


Me estremece y me sobrecoge esta visión.


Dicen que lo que más tememos es la muerte y que por eso la vivimos adornándola lo máximo posible. Pero yo creo que hay algo a lo que tememos más aún, no saber en qué lugar exacto estamos en el Universo, ni para qué y, en un intento desesperado de averiguarlo, nos lanzamos a la búsqueda de vida en otros lugares (tanto miedo da la soledad en el infinito) o tratamos de explicar nuestros orígenes mediante teorías de la evolución más o menos creíbles, aunque solubles en el tiempo.


Por eso me resulta tan absurdo el comportamiento humano. Se escapan a mi comprensión los motivos que llevan a las guerras y batallas para conquistar territorios, la insaciable necesidad de tener más y más posesiones y las mil y una formas de cargarnos la lanzadera que nos transporta. No me refiero solo a las guerras que salen en las noticias, que también, me desasosiegan mucho las pequeñas guerras cotidianas que tenemos entre nosotros por esto y aquello: por unas palabras que no nos dijeron y esperábamos o por esas que nos dijeron y no queríamos oír, porque alguien no reaccionó según nuestro criterio o lo hizo como nos hubiera gustado hacerlo y no supimos.


Pretendemos ser dueños de la vida sin darnos cuenta de que es la vida la que se manifiesta a través de nosotros y ella es la auténtica dueña. Jugamos a ser superiores, magníficos y poderosos, tanto que algunas veces hacemos reír de tan soberbios, como cuando, aun sabiendo que la Tierra gira alrededor del Sol, tenemos los santísimos de decir que el astro rey «sale y se pone» y, además, organizamos por qué punto cardinal lo hace y controlamos su horario. ¡Manda huevos! Que diría el señor Trillo.


14/enero/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



ESTO Y AQUELLO

Consejos útiles para dejar el abandono o abandonar la dejadez:
* Introducir la sana costumbre de dudar.
* No olvidar que permanecer es sólo una fantasía de nuestra mente.
* Adormecer los hábitos para que despierten los sueños.
* Deshacer los miedos que desde niños esculpieron en nuestra mente.
* Cerrarse sólo a las ideas que nos llevan tan lejos que nos hacen insensibles a lo más cercano.
* Hacer surgir con cada acto algo mejor que nosotros mismos a nuestro alrededor.
* Concebir la idea de que tal vez todo no sea más que una ilusión.
* Hacerse un examen cada día para no temer a ningún examen final.

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"Ser consciente de la propia ignorancia es un gran paso hacia el saber". (Benjamin Disraeli)


EL MISIONERO


Un joven sacerdote de dos misas diarias que se hacía cargo de una envejecida y tranquila población española ya no encontraba sentido a su vocación cuando a la parroquia llegó un misionero que llevaba más de veinte años en África, las historias que empezó a contar no diferían demasiado de cualquier otra que mezclara miseria, enfermedad, falta de recursos e impotencia ante la adversidad pero para este misionero supuso un revulsivo y una ilusión que ya no recordaba por emprender una aventura hacia lo que consideraba su verdadera oportunidad de recuperar la vocación perdida. Tras una noche sin dormir se decidió a pedir su ingreso en una misión, fuera donde fuera, y le asignaron una en la India. Tras un mes de burocracia eclesial le dio la bienvenida a su predecesor en la aburrida parroquia y se dispuso a correr la aventura de su vida, la que le iba a devolver su vocación perdida tras una década de servicio en la que se había acomodado a la pequeña población y a sus insulsas necesidades. Viajó muy temprano en avión hasta la capital y después de otros tres días de viaje, en tren, en autobús y finalmente en todoterreno llegó hasta uno de los más remotos pueblos del Himalaya, una población de no más de doscientos habitantes dedicados al cultivo donde solo había tres horas de electricidad diaria y un teléfono para emergencias. Cualquiera se hubiera sentido abrumado por este cambio tan brusco de comodidades pero para nuestro sacerdote todo formaba parte de su camino hacia la renovación de su vocación perdida. Pronto se dio cuenta de que la tarea encomendada entrañaba mucha más dificultad que la de acostumbrarse a un clima adverso y a una cultura completamente diferente a la suya, la gente a la que debía ayudar tenía necesidades reales de supervivencia y no les quedaba ni tiempo ni energía para albergar ninguna fe remota, veneraban a sus dioses tibetanos y decidió abandonar la idea de imponer el dogma de su iglesia y centrarse en la ayuda humanitaria que podía proporcionar un habitante de un país desarrollado. Fueron pasando los días, los meses y su ardua tarea le tenía tan absorto que incluso había abandonado sus quehaceres personales propios del sacerdocio, ya casi ni oraba, solamente en alguna ocasión por la noche para calmar su conciencia. Una mañana que se encontraba en su casa aseándose para salir a ayudar en la construcción de un pozo, una joven con los ojos más salvajes y bellos que jamás hubiera visto, llamó a su puerta pidiendo ayuda porque su hermano se había quedado atrapado en una zanja, nunca antes había visto a aquella joven y para aquel entonces el sacerdote ya tenía tanta experiencia como enfermero que la gente le pedía ayuda para este tipo de cosas. Salieron ambos corriendo con las pocas herramientas de las que disponían y tras una hora de trabajo consiguieron salvar al joven y a su pierna de un destino peor. Los padres del joven le invitaron a comer al día siguiente cuando fue a revisarle la herida de la pierna y en aquella comida se dio cuenta que no podía dejar de mirar aquellos ojos. Esa noche volvió a quedarse sin dormir pero esta vez con una felicidad en el pecho que no había sentido en su vida, le gustaba su trabajo, ayudar a la gente pero se había dado cuenta de que había abandonado su fe y ni siquiera la echaba en falta.

Cuando la joven de los hermosos ojos vino a traerle unas flores de agradecimiento por salvar a su hermano, el roce de sus manos le devolvió a ese estado de la noche anterior donde el corazón parecía no caberle en el pecho y supo sin ninguna duda que su camino no era el de la iglesia, su misión era y sería hasta que se muriese, ayudar a la gente y amar a aquella mujer.

Eva Camba Paz

EL MISIONERO


De todos los lugares que había recorrido como misionero, la región de Tampala siempre era la que primero acudía a su memoria. Allí, hacía más de cuarenta años, cuando llegó por primera vez a la parte del mundo que la providencia había elegido para que evangelizara, se había encontrado con dos aldeas de población similar, pero formas de vida muy diferentes: mientras en la aldea norte existía una rígida jerarquización, tanto en la sociedad como en familias y clanes, la aldea sur era su antítesis: una sociedad relativamente igualitaria donde incluso las mujeres disfrutaban de ciertos derechos. En ambas intentó extender la palabra de Dios, pero la reacción en ellas fue completamente diferente: en la aldea norte fueron suficientes un par de regalos al reyezuelo y al chamán para conseguir que se prohibiera a las mujeres mostrar impúdicamente sus pechos que desde el principio de los tiempos llevaban al aire, mientras que en la sur su propuesta, tratada en asamblea, fue recibida con carcajadas y algunas miradas de cierta lástima que el orgullo del misionero no pudo soportar.

El proceso de evangelización fue también diferente en cada pueblo: en el norteño bastó convencer al rey de que el dios cristiano había decidido que él reinara sobre sus súbditos para que obligara a bautizarse a todos ellos. En la aldea sur, por el contrario, tras escucharle atentamente, se decidió por unanimidad que podía hacer todos los rituales de su extraña religión, incluso un templo si así lo quería, pero no imponerla al resto de los vecinos, para frustración del entusiasta misionero. De nada sirvieron los obsequios y menos aún las amenazas con un infierno del que todos preguntaban donde se encontraba y si él había estado allí para describirlo con tanta precisión y detalle.

En el díscolo y pagano poblado sureño, además, vivía una chica que desde el primer día causó cierto desosiego al joven misionero, siempre sonriente y curiosa ante sus extrañas palabras. Fue la primera a la que intentó convertir y bautizar, pero no sólo no lo consiguió, sino que recibió como pago a su esfuerzo una humillante caricia en la cara mientras le decía sonriente: “Eres como un joven guepardo asustado al que le gusta rugir como un león.”

El misionero desistió, al cabo del tiempo, de evangelizar la aldea sureña, donde acudía una vez los domingos para celebrar una misa a la que sólo asistían por curiosidad dos ancianas que nunca llegaron a bautizarse y Tika, la joven que durante semanas había ocupado los sueños del misionero, y a la que decidió considerar una peligrosa tentación enviada por Satanás, una prueba de Dios a su fe.

Pocos meses después llegaron a la región las acciones de una guerrilla, financiada por cierta multinacional minera asentada al otro lado de la frontera. Bien informados sobre los fondos que el misionero había recibido para construir una iglesia, tuvieron con él un encuentro en que le dieron a elegir entregarles el dinero o decidir cual de las dos aldeas bajo su tutela habría de ser arrasada. Él se sabía seguro e inmune en su condición de hombre blanco ciudadano de un país europeo.

Tres días meditó el misionero sobre qué decisión tomar, tres días en los que recorrió ambas aldeas sintiendo como cada sonrisa y saludo de la aldea sur se iba transformando en ofensas en su mente enferma, mientras la falsa mansedumbre de la aldea norte era mirada como el fruto de la piadosa obra que Dios había designado para él. Al cabo de tres días, en un nuevo encuentro con uno de los líderes guerrilleros, tomó la decisión: no entregaría el dinero. “Bien, padre, elija entonces la aldea que destruiremos y que llevará en su conciencia el resto de su vida”, le dijo el mercenario creyendo poder hacerle cambiar su decisión. “La aldea sur”, dijo con voz levemente temblorosa, “ . . . y que Dios les proteja”. “No creo que Dios envíe armas para protejerles, pero usted tiene el dinero que puede salvarles la vida, padre”. “Ese dinero es para construir una iglesia. No puedo salvar vidas si a cambio condeno almas” dijo con un argumento que a él le pareció de una lógica irreprochable. La aldea fue arrasada al siguiente amanecer: los niños y niñas secuestrados para servir de soldados o esclavas sexuales, el resto de la población masacrada. El misionero recorrió la aldea entre ascuas y cadáveres mutilados haciendo la señal de la cruz sobre cada cuerpo inerte. Entre ellos encontró el cadáver violado y mutilado de Tika, el amor que en su cobardía nunca tuvo el valor de reconocer.

A lo largo de los años siguientes el misionero levantó en África decenas de iglesias, convirtiendo a miles de personas a la fe verdadera, llegó a obispo y, ya en su vejez, a venerable cardenal. Hoy su voto en un cónclave decidió quien habría de ocupar el Sillón de Pedro, el más alto honor que un católico puede alcanzar, y mientras votaba, incomprensiblemente, el nombre de Tika, olvidado durante décadas, golpeaba sus sienes y oídos insistentemente. “Me encuentro algo indispuesto”, susurró a su secretario y amante secreto desde hacía años, “ . . . me retiraré temprano a mis aposentos”.

Los rayos del sol morían un día más tras la Basílica de San Pedro, inundando nuevamente de sombras el Vaticano, ese extraño lugar donde hace muchos siglos no brilla la luz.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



CLAROSCUROS

Tenía el deseo de mejorar el mundo

y en ese empeño me perdí.

Separé lo malo de lo bueno

sin darme cuenta de los tonos intermedios.

Pensé que, en la vida, ilusa de mi,

no había claroscuros.

Y me convertí en el látigo de los otros

hasta que caminé con los zapatos de mis víctimas

y entendí el dolor de ser,

a veces buenos y a veces malos.


 Un salto al infinito ( poemas meditativos)

Alexandra Di Stefano Pironti

Ediciones Carena



EL DESPERTAR DE MORFEO

13 ENERO, 2023 JOSE MARCELO RUIZ 

Por José Marcelo Ruiz

Pensar en la existencia de la humanidad y su evolución, desde los ‘Neandertales’ hasta el ‘Homo sapiens’ actual, me hace sentir que vivo un sueño. Esto me acerca a la Teogonía: esos dioses creados por el sentimiento del ser humano, con objeto de justificar su existencia y la de los seres vivos que habitan este bello planeta. Y, como hablo de sueño, recurro a Morfeo que nos hace soñar cada día, y recuerdo las palabras del poeta: “Morfeo me reveló que, en un principio, no existía ni el día ni la noche, ni el cielo ni la tierra. Todo era sueño. El sueño reinaba sobre todas las cosas”. Metáfora que me vale para expresaros la importancia que los sueños han tenido y tienen en la vida humana, para dar respuesta  a las preguntas: ¿Cuál es el origen del ser humano?, ¿a dónde camina? Preguntas que la ciencia pretende responder, pero nos sentimos insatisfechos.

La ciencia nos demuestra que el ser humano, igual que todos los seres vivos, está sometido a la selección natural, que impone la biología con sus fuerzas físicas y reacciones químicas. Pero dicha insatisfacción ha motivado que, en el presente siglo XXI, ese límite ha sido trascendido. Ahora se está empezando a quebrar las leyes de la selección natural, sustituyéndolas por las leyes del diseño inteligente. (Según recoge el profesor y escritor israelí Yuval Noah Harari en su libro Sapiens. De animales a dioses, donde recoge una breve historia de la humanidad).


Actualmente, se está sustituyendo la selección natural por el diseño inteligente, que se realiza utilizando la ingeniería, ya sea biológica, o biónica como la de cíborgs (donde se combinan partes orgánicas con partes inorgánicas); y la ingeniería de creación inorgánica.

La ingeniería biológica es la intervención humana deliberada a nivel biológico, (es decir, la implantación o manipulación de genes), destinada a modificar la forma, las capacidades, las necesidades o deseos de un organismo. La ingeniería de ciborgs o vida biónica consiste en poner implantes: marcapasos, implantes cocleares (de oído), brazos biónicos; así como microchips para la visión o electrodos en el cerebro… Sin embargo, de todos los proyectos que, actualmente, están en desarrollo, el más revolucionario es el intento de diseñar una interfaz directa en dos sentidos: cerebro humano-ordenador y viceversa. Cuyo interfaz permitirá que el ordenador lea las señales eléctricas del cerebro humano y, a la vez trasmitir sus señales con conexiones directas por internet al cerebro humano). Otra tercera vía, que supera el límite de las leyes naturales, es producir seres completamente inorgánicos: crear un cerebro artificial, que sea similar al humano. El cual posea el mismo potencial e, incluso superior, y que  actúe y se comporte como un humano. Por ejemplo, el ‘Proyecto Cerebro Humano’ fundado en 2005, que en 2013 recibió 1.000 millones de euros de la Comunidad Europea.

Hace 70.000 años, ‘Homo sapiens’ era todavía un animal insignificante. En esta nueva ‘Era’ está a punto de convertirse en un dios para crear y destruir. Pero ignora qué hacer con su poder. ¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la prensa impresa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 13 de enero de 2023. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas culturales, de opinión y de pensamiento.

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2023/01/13/el-despertar-de-morfeo/

Preguntas para combatir la estupidez humana

  • En tiempos de aseveraciones simples, plantearse las dudas de los filósofos suena a temeridad. Pero acertar en las preguntas, aunque no se obtengan las respuestas, es un primer paso para corregir errores



El rincón de pensar 1Fede Yankelevich

Neus Tomàs

14 de enero de 2023 21:47h


Esta nueva sección está pensada para invitar al lector a tomarse una pausa. Otra cosa es que se consiga pero la intención siempre será esa. Dándole vueltas a cuál podía ser el primer artículo y sin caer en la pretensión de aleccionar a nadie surgió una idea poco novedosa (es bueno empezar con la ambición justa), la de incitar a la reflexión a partir de preguntas casi tan antiguas como la propia humanidad. Que sean las idóneas es tener ya medio camino hecho. 

En tiempos de aseveraciones simples y réplicas categóricas, plantearse las dudas de los grandes filósofos puede sonar a temeridad. No debería serlo sino es que uno se crea en disposición de la verdad (¿cuál es la fuente de la verdad?) o piense que ya nació enseñado (bienvenido a la docta ignorancia”). 







Leszek Kolakowski (Polonia,1927-Oxford, 2009) fue un filósofo que transitó del marxismo al humanismo. Aunque la obra que le dio más prestigio y problemas fueron los tres tomos de ‘Las principales corrientes del marxismo’ (Alianza editorial), su último libro, ‘Las preguntas de los grandes filósofos’ (reeditado por Arcadia), es el que permite viajar desde Sócrates a Karl Jaspers, aproximarse a las ideas de treinta pensadores que no siempre obtuvieron respuestas e incluso formularon algunas que solo nos conducen a nuevos interrogantes. ¿Qué es la verdad? ¿Y la razón? ¿Cuáles son sus límites? Y ya puestos, ¿Qué papel juega la moral y cómo influye en el progreso?

A diferencia del libro de Kolakowski, aquí no se trata de un recorrido cronológico sino que pretende ser un laboratorio donde compartir dudas. Vayan por delante las disculpas a los filósofos profesionales por el exceso de brocha gorda. Es un artículo que ni tan siquiera busca parecerse a una clase. Tómenselo como un homenaje porque es lo que aspira a ser.

Si esto va de clásicos (y va de clásicos) y aunque no se citen por orden de nacimiento (que no aparecen por ese orden) empieza por Sócrates (469-399 A. C.) porque sabía más de lo que decía o de lo que nos han contado puesto que todo lo que conocemos de él es por terceros. Ese ‘no saber nada’ del que presumía para explicar su búsqueda de la verdad a partir de la ignorancia y que ahora sería tildado de postureo obligaba a sus interlocutores a explorar conclusiones e incluso a corregir errores. Dar por hecho que de esta manera obtenían algo parecido a una verdad sería una suposición propia de Twitter. Más interesante sería el hilo que podría surgir a partir de sus reflexiones sobre la ignorancia como causa del mal que cometemos los humanos. Su tesis es que nuestra mediocre razón no nos permite diferenciar entre el bien y el mal. Y ahí va la primera pregunta: ¿Si eso fuese así, significaría que somos inocentes hagamos lo que hagamos? 

Los creyentes tienen el salvavidas de Dios para contestarla. Sirve para esta y para otras muchas. Tomás de Aquino (1225-1274), cuyos seguidores siguen siendo legión, defendía que fe y razón van de la mano. En base a su tesis, nada escapa del control de Dios y por lo tanto la moral y la verdad están sometidas a las normas divinas. Una parte del conocimiento, esto es, de la verdad, lo adquirimos a través de la razón y otro nos viene dado por “revelación sobrenatural’. Antes de llegar a Santo, el fraile y teólogo de referencia afirmó además que el bien tiene una inclinación natural a expandirse. De ser así, ¿esto también es aplicable al mal? Y si todo depende de Dios, ¿quién determina qué está bien y qué está mal?

Para los no creyentes, la cosa se complica. Incluso los fans de la Ilustración y de aplicar la razón (ya sea cuando se pueda o cuando parezca imposible) son incapaces de responder a la pregunta de qué sabemos a ciencia cierta y qué solamente creemos saber. David Hume (1711-1776), para algunos uno de los filósofos más importantes en lengua inglesa, lo intentó y para resumirlo la conclusión es que la razón es un instrumento que nos ayuda a entender y a conseguir lo que queremos. Pero, ojo, solo con la razón no basta. Sirve para diferenciar entre lo verdadero y lo falso pero no para saber qué es bueno y qué es malo. Hume dudaba de todo, también de la supuesta sabiduría de sus antecesores. Como principio para funcionar en la vida no está mal si no te acaba convirtiendo en un descreído de todo. El filósofo escocés dejó esta frase para la posteridad y los libros de citas: “La razón es y solo debe ser la esclava de las pasiones”.

De ser como lo cuenta Hume, surge la siguiente cuestión: ¿De qué es capaz y de qué no es capaz la razón humana y cuáles son sus pretensiones y sus límites? ¡No me dirán que esta no tiene tela! Culpen a Immanuel Kant (1724-1804), el mismo que Albert Rivera nombró como referente en un debate electoral aunque fue incapaz de mencionar una sola de sus obras. Si tuviésemos que recomendarle una sería la Crítica de la razón pura’, a la que el autor dedicó 11 años. Aunque es muy densa consigue lo que este filósofo pretendía y es enseñar a pensar (o al menos intentarlo). Le molestaba que sus estudiantes tomasen apuntes en vez de debatir. Esto daría para reflexionar sobre los modelos educativos pero ya habrá ocasión. Para responder a su pregunta, Kant considera que hay que tener en cuenta el espacio y el tiempo porque son formas necesarias de nuestra experiencia. Combinando lo que recibimos por medio de los sentidos y lo que aportamos nosotros de serie podemos llegar a su misma conclusión: “Todo nuestro conocimiento comienza merced a los sentidos, pasa luego al entendimiento y culmina después en la razón”.

Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) no intentó responder a las preguntas de Kant y directamente invitó a darle a la vida nuestro propio sentido sin preocuparnos por las reglas del bien y del mal que hemos heredado. Con voluntad todo es posible (o eso defendía él). Esa sería su explicación de por qué evolucionamos como especie. Aprendemos a sobreponernos y a no limitarnos a tener siempre las mismas aspiraciones. En teoría no cabe la frustración porque solo con la voluntad ya vamos autoafirmándonos. Resumido así puede recordar a un manual de autoayuda pero con menos ideas triunfan muchos gurús superventas.

Llegados a este punto, como conclusión final, siempre queda el pesimismo de Schopenhauer (1788-1860). En un tratado corto y entretenido recuerda que incluso cuando se tiene razón se necesita de la dialéctica para defenderla. Es la esgrima intelectual que los filósofos clásicos planteaban en preguntas como las aquí formuladas. Y entonces, como ahora, que te den la razón no significa que la tengas. Esa será la única verdad irrefutable que intentará guiar esta nueva sección.


https://www.eldiario.es/cultura/preguntas-combatir-estupidez-humana_1_9860434.html

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