sábado, 25 de agosto de 2018


VOCES entre VOCES



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TEMAS TERTULIA 31-8-2018
LA MODA
ENCIENDE LA LUZ
MICRORRELATOS


"Casi todos los países, antiguos y modernos, han sido hechos por extranjeros". (Augusto Monterroso)








Quién es el desconocido
que abre la puerta de la celda para dar un
paseo al aire libre de dos segundos, y luego
la vuelve a cerrar—
                                               y el atardecer
del patio de la cárcel entre altos muros
lo recordamos como visiones deslumbrantes.

Quiénes son—
el médico con su bata blanca
que impersonal
traza la curva de la fiebre en nuestros rostros,
y el director detrás de su escritorio que,
sin levantar en ningún momento la voz,
saca nuestros pensamientos leyéndolos del archivo.

Mientras se juega esta partida de póquer con nosotros
como apuesta
en el salón de los espejos opacos.

Mira, el aire se condensa húmedo sobre la frente,
y la postura aumenta hora a hora.
Se llenan todos los impresos, se juega
con todas las cartas.
Aquí se juega científicamente y sin
comodín. Sin trampas
nos despojarán de todo.
Aquí cada uno es su propio
carcelero, irreconocible
y anónimo.

Paal Brekke en Skyggefektning (1949), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).


"No hay cosa que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su propia vida." (Cicerón)


TEXTOS TERTULIA 24-8-2018

INTERNET
RAZONES
MICRORRELATOS


INTERNET

Internet convirtió en realidad el sueño milenario del ser humano de tener el saber a su alcance y gratis, el sueño de trabajar sin estar en el centro de trabajo, el sueño de enviar una carta sin sobre, papel ni sello, el sueño de tener una biblioteca, una filmoteca y una pinaconteca ante nosotros sin movernos de casa, el sueño, incluso, de relacionarse con personas sin verlas siquiera pero, ¿es esto último un sueño realizado o el principio de una pesadilla?

Nekovidal - nekovidal@gmail.com ARTES LIBRES www.arteslibres.net




RAZONES

Basadas en el “como dios manda” que, en realidad, significa “ así es como yo lo hago”, las razones para actuar están, casi siempre, descarriadas; detrás de una persona obsesionada por el deporte y la dieta es fácil encontrar experiencias dolorosas en torno a la obesidad, en el fondo del perfeccionista suele morar la tendencia natural a la chapuza, pegado al extremado trabajador duerme un haragán, el andrajoso es la sombra del pulcro y el decente lleva un degenerado latiendo en sus entrañas. Y… viceversa. El caso es que ninguno de nosotros estamos a salvo de esta suerte de súper compensación: todo aquello de lo que alardeamos es una fullería para tapar nuestra esencia innata y convencernos de que estamos haciendo lo correcto, es más, lo absolutamente correcto.
Con el paso de los años nos vamos reafirmando en nuestro papel de tal manera que no nos queda más salida que inventar razones para argumentar los comportamientos y, de esa forma, convertir el temor a ser imperfectos en un estandarte de valentía. El problema reside en que, al poner en práctica una conducta que no es la nuestra originaria, la llevamos al límite y la exageramos, como exageramos la imitación de un deje o cualquier otro rasgo que nos resulte ajeno, y, quizás, envidiable.
¿Será eso? ¿Será que envidiamos lo que no somos y la envidia nos lleva a dejarnos la vida en el intento de conseguirlo? ¿O será tal vez que el individualismo que nos ha tocado vivir degenera en prepotencia?
Me gusta mucho observar lo que me ha llevado a descubrir comportamientos -practicados sin excepción por cada uno de nosotros en algún momento de la existencia- que me llenan de perplejidad, por ejemplo: la vehemencia con la que insistimos en imponer criterios, la falta de respeto a los gustos y costumbres de los demás, la credencial que nos concedemos para meter la nariz en puchero ajeno, la absoluta falta de tacto con la que emitimos juicios, la forma categórica con la que etiquetamos a nuestros semejantes… No, no es la envidia la que nos mueve sino una imperiosa necesidad de sentirnos únicos y diferentes, superiores y admirados. No, no hay razones, hay una sola razón: el miedo atávico a la muerte y a que ésta nos convoque sin habernos sentido profundamente amados.

24/agosto/2018 – Victoria Blanco para “VOCES entre VOCES”


RAZONES

LA JUSTICIA Y LA RAZÓN
Audio:

Rafael Cotilla


RAZONES

* Nunca podrás darme mejores ni más convincentes razones que tus actos bondadosos.

* No sé si es razonable creer en una razón suprema, pero sé que quienes creen poseerla se arrogan el derecho a quitar vidas en su nombre, sea un dios, una patria, o una ideología supuestamente suprema, verdadera y, para ellos, razonable. Eso sí sé, sin la menor duda, que no es razonable.

* ¿Qué razones tenemos aparte de la fantasía única e irrepetible que proyecta nuestra mente para ceer que cuanto creemos es razonable?

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RAZONES

La sangre tiene razones que hacen engordar las venas Pena sobre pena y pena hace que uno pegue el grito, La arena es un puñadito… pero hay montañas de arena. (Atahualpa Yupanqui, “Coplas del payador perseguido”)

Así se colman los vasos de la impotencia, del abuso, de la insatisfacción y de la frustración. Pero cuál es la verdadera razón de las razones. Vivimos rodeados de razones sin razón.

Si esta razón que me impulsa
no es la razón que me dan
por qué razón he de dar
razón de mi caminar.
Mas con razón he de andar
libre, como el pensamiento,
que sin razón le da el viento
y echa sueños a volar.
No me pregunten razón
De este claro entendimiento.
Como, lloro, río, duermo,
También canto, escribo, siento
Mientras otros van yo vengo
Todo es normal sin razón.

Haydée Acosta


RAZONES

Si fueras una hormiga,
te ahuyentaría con canela.
Tristeza.
No es difícil encontrar tu lobo negro,
cuando me nievas en el alma.
Uno se desenamora,
y no se sabe porqué,
no le importa abrazarse desnudo a un cactus,
si huele a la esperanza de un cuerpo.
Pero yo ya no sufro
si no te vuelvo a ver, princesa.
Me bebo el mundo
en tu zapato de cristal.

JJC – Juan Jiménez Caballero


MICRORRELATOS

Sobre una de las mesas del bar, las dos tazas blancas aguardaban silenciosas el comienzo del diálogo tan esperado. Una mano temblorosa, rompió la quietud tibia de la loza y juntando unos labios a su borde suave, le susurró un secreto íntimo y temeroso. Otra mano atrevida, alzó por el asa como una sortija la otra taza inquieta, al tiempo que sostenía entre los dedos un cigarrillo que se consumía lentamente. Las dos tazas vacías se quedaron en silencio mientras unos pasos acelerados se alejaban por el pasillo.

Haydée Acosta


MICRORRELATOS

Resumen de vida en pareja:
Creían quererse tanto que olvidaron aprender a querer antes de quererse, el preámbulo de saber amar. El final era previsible . . .

Nekovidal - nekovidal@gmail.com ARTES LIBRES www.arteslibres.net


MICRORRELATOS

Soy yo, ¿me dejas entrar?
Le susurré en medio de la noche
y con sus ojos humedecidos
me dejó entreabierta su puerta
para que asomara esta simple
silueta del desafío.

José María Rico


MICRORRELATOS

Microcarta:
No esperes que me suelte de tu mano,
ni que deje de escribirte,
ni que me rinda,
ni que te haga caso.
Ni marrón, roja, celeste o esperanza.
Yo soy cuando soy tuya.
Quiero verte . . . volvamos a intentarlo.
Un abrazo y verte, sólo eso.

Lourdes Pérez

Tras la muerte, posiblemente no exista circunstancia más igualadora entre los seres humanos que el enamoramiento: quien lo disfruta o padece, poco puede hacer anteponiendo circunstancias económicas, sociales o culturales.
Simplemente, como la misma muerte, como la misma vida, es y libera esclavizando. (Nekovidal)





Seguramente muchas cosas
buscan ser cantadas por mí:
lo que retumba sin palabras,
lo que afila la piedra en lo oscuro,
lo que a través del humo irrumpe.
Mis cuentas aún no tengo hechas
con el fuego, el viento y el agua;
así sucede que en mis sueños,
de pronto, se abren anchas puertas
ordenándome que siga el rastro
de la estrella de la mañana.

Anna Ajmátova, incluido en Antología de la poesía soviética (Ediciones Júcar, Madrid, 1974, versión de Rafael Alberti y María Teresa León).

Otros poemas de Anna Ajmátova
Abúlicos piden clemencia...Apretó las manos bajo el velo oscuro...Bocetos de Komarovo, Cruz  (8), DedicatoriaEn lugar de prefacioEpílogo (II), La sentenciaTodo esto solamente tú lo adivinarás...Tres otoños

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