domingo, 25 de agosto de 2024

 VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

729 ES EL CÓDIGO COMERCIAL DE ISRAEL, TODOS LOS CÓDIGOS DE BARRAS DE LOS  PRODUCTOS QUE EXPORTAN EMPIEZAN POR ESE NÚMERO.
LA CAUSA ÚLTIMA DE LAS GUERRAS SIEMPRE ES EL DINERO, NO COMPRES PRODUCTOS DE ISAREL MIENTRAS SEA UN ESTADO GENOCIDA.

1973", de Verónica Zondek (Chile, 1953)


(poner el móvil en horizontal para leer)


No sé por qué

          por qué aparece este recuerdo:


                                                          beduinos en medio del desierto

                                                                                      ojos tan negros/

                                                                           limón en mano

                                                                                            extendida/ bocas

                                                con palabras que

                                                                                          no entiendo.


Calor.


Será el calor

me digo

el que dibuja la memoria.


Será el agua

         el agua caliente que vierto hoy sobre el mate amargo

         el paladar que toca el habla de antaño

         el té caliente y azucarado

que parsimoniosos sirven

y sorben

y soplan hacia adentro mientras me observan.

Será la extensión

                           amarillenta y caliente frente a mis pies

esa que nunca empieza ni acaba y en un instante se enrosca

al cuesco doloroso y profundo de ese año inolvidable

                                                                         tan redondo

                                                                         tan tangible

                                                                         tan horror inconmensurable.


Tiempo.


Los años que desfilan por el campo verdoso de mis ojos

los detalles de otro daño y un amor

los días en que gritos inéditos rondan la pieza de un hospital

las entradas a un campo concentrado en el que nunca pensé.


Verónica Zondek, incluido en Nayagua. Revista de poesía (III época, nº 35, febrero de 2023,  Fundación Centro de Poesía José Hierro, Getafe).

https://franciscocenamor.blogspot.com/

TEMAS TERTULIA 30-8-2024

INERCIA

UNA CAJA DE CERILLAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

TEXTOS TERTULIA 23-8-2024

AYÚDAME CON LA CORONA

NO ES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

AYÚDAME CON LA CORONA

RUDRAKSHA

Mis manos se han acostumbrado

a tocar Tus ojos.

Ciento ocho veces cada día yo te siento,

y Tú me sientes.

Tú estás en una sarta de cuentas esféricas.

Yo te siento a Ti y Tú me sientes a mí.

Si yo dejo de sentirte, olvido quien soy.

Si Tú dejas de sentirme, te olvidas de mí.

Mi sarta de semillas Rudraksha es un guiño de:

¡Aquí estoy!


Rudraksha es una semilla que sirve en la India para hacer rosarios que se utilizan para repetir mantras y plegarias. Con cada semilla, en total son 108, el practicante va repitiendo con la máxima concentración el mantra, un sonido ligado a la Divinidad. La palabra Rudra es uno de los nombres del dios Shiva y la palabra aksha significa las lágrimas de Shiva.


Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.

NO ES


No es necesario ser estricto con las normas, sí lo es hacer las cosas dentro unos márgenes horarios.


No es posible leer el pensamiento de una persona, sí lo es escucharla con la intención de entenderla.


No es obligatorio prestar apoyo a alguien, sí lo es no convertirlo en deuda una vez prestado.


No es un imperativo reparar lo que ha sido roto por otro, sí lo es no destrozar lo que está intacto.


No es ofensivo vivir de forma que se considere oportuna, sí lo es tratar de imponer el sistema propio.


No es alarmante cambiar de opinión, sí lo es instalarse en la intermitencia de ideas.


No es que existan personas tóxicas, es que se puede ser alérgico hasta al elemento más benigno.


25/agosto/2024 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


NO ES

Duelen las muertes cuando no hay difunto
Duelen las despedidas cuando el otro no lo sabe
Duele la esperanza cuando no es compartida
Duelen las memorias cuando se pierden en el pozo

SVT

https://iderinaweb.wordpress.com/2024/08/15/rojiblanco/

NO ES

Un estudio, hecho por una profesora alemana, asegura que ver pechos femeninos durante diez minutos puede hacer que los hombres mayores de cuarenta años vivan cinco años más. Yo pensaba que era un estudio hecho por adolescentes, pero no, es una respetable y presumiblemente bien dotada profesora alemana.

Desde ahora sí que se puede decir eso de que: “No es vicio, es ejercicio”. Por resumir, según ella, si ven tetas de infarto, tienen menos infartos. Sigo buscando donde incluir tan saludables diez minutos en mi agenda . . .

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net


NO ES


IR y VENIR

Fuiste porque estabas seguro. Volviste porque estás en la duda.

Fuiste para acelerar el Todo. Volviste porque el trigo no apremia su crecimiento.

Fuiste por estar a muchos pasos del jubileo. Volviste buscando la masa crítica.

Fuiste dispuesto a fragmentar. Volviste a equivaler.

Fuiste conjeturando. Volviste verificando.

Fuiste a testimoniar. Volviste oteando una ley emancipadora.

Fuiste con el significado. Volviste por el significante.

El dar todo por hecho es siempre el error del apuro.

Peregrinar y volver atascan la medida armónica... 

necesitan del Otro.

Juan Disante

https://verbosa-mudez.blogspot.com/search?updated-max=2024-04-26T17:54:00-07:00&max-results=500


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


SONIDOS AL TIEMPO

Por José Marcelo Ruiz

Margarita García-Galán es colaboradora del periódico Noticias 24 (Comarca de la Axarquía) y autora de un nuevo libro SONIDOS AL TIEMPO (Edición Libros de la Axarquía, Colección Argumentos) donde recoge sus últimos artículos publicados. Libro que tiene una bellísima portada del pintor veleño Antonio Hidalgo.

  Francisco Gálvez, director del periódico Noticias 24 y autor del prólogo, habla sobre la literatura de Margarita García Galán, de sus artículos, y muy acertado dice: “Escribir sobre la literatura de Margarita es como describir los rojos de un atardecer mediterráneo. A la manera de Pessoa que sólo quiso soñar, sus palabras son sueños, danzan, se cuelan por los intersticios del alma del lector y sacuden los corazones con una sensibilidad exquisita. […] Pareciera, por momentos, aquel Bertrand Russel crepuscular, abrumado por el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una inmensa piedad hacia el dolor del mundo, porque su pluma planea sobre el bien y el mal, sobre la belleza y el gris, trazando una paleta de colores que se derrama por las páginas con una prosa poética exuberante”.

  La temática de sus artículos es íntima y humana. Es íntima porque desnuda su alma, lo hace como ella dice: “Poner el acento donde quiero que esté… Alegres o tristes, nostálgicos y melancólicos, siempre apasionadas, mi pluma y yo cantamos un blues de amor a la vida. Y, de alguna manera, las dos desnudamos el alma en el papel.” Y es humana porque le duele la injusticia social, así como expresa también su gozo sobre la bondad que nos ofrece la vida; manteniendo un equilibrio emocional, por una parte denuncia el mal y, por otra, nos deleita con su canto al amor y a la belleza. Lo consigue creando una prosa poética bien estructurada, libre de artificios, y con una honda capacidad de comunicación que consigue atrapar al lector desde la primera frase; consiguiendo conducirle en la lectura hasta la última palabra, donde el lector se sentirá reflejado o cuestionado.

  Inicia sus artículos recurriendo a la nostalgia, y con acento de melancolía afloran los recuerdos de su infancia, que a modo de sueños son expresados. Esto lo hace poético. Como expresa María Zambrano en su obra Algunos lugares de la poesía: “El poeta sueña con su infancia y quiere recuperarla, entrar de nuevo en el jardín irreconquistable que hay al comienzo de su vida”.

  Escribe por necesidad vital de decir lo que su corazón siente. Lo narra con naturalidad, hablándonos de la belleza del paisaje natural y humano; salvar la belleza; salvar el aire; de la pena y el dolor; del amigo; de ese campo de amapolas; de la primavera a pesar de todo… Que unas veces, son ecos de actualidad o sonidos que duelen; otras veces son suspiros al aire o latidos… Con ninguna pretensión de trascendencia… Pero, al fin, son Sonidos al Tiempo. Que el ‘Tiempo’ se lleva con ese canto nostálgico de amor a la vida.

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado el periódico Noticias 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 22 de agosto 2024.  Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2024/08/23/sonidos-al-tiempo/


«CUANTO MÁS ENTRISTECIDOS ESTEMOS, MÁS TÉCNICAS DE DISCIPLINAMIENTO EMOCIONAL VAMOS A BUSCAR»

Mariana Toro Nader

@MarianaToroN

En un mundo de «dictadura felicifoide», que nos quiere siempre felices, productivos y funcionales, el filósofo Carlos Javier González Serrano defiende el pesimismo como herramienta intelectual. En su libro ‘Una filosofía de la resistencia’ (Destino, 2024), el autor propone pensar y actuar contra lo que él llama la «manipulación emocional» sostenida por la hiperestimulación, el ruido permanente, el rapto de la atención y las nuevas dinámicas de la sociedad de consumo. Hablamos con él sobre cómo reconquistar el deseo y la libertad en medio de la «emotiocracia».

¿En qué consiste la «emotiocracia»? ¿Quiénes conforman los ministerios de lo que llamas el «gobierno emocional»?

El gobierno emocional está compuesto por las instituciones económicas y las instituciones políticas que buscan extraer de nosotros el máximo beneficio. Es verdad que hay empresas e instituciones políticas que pueden no funcionar bajo este criterio. El problema es cuando lo único que está detrás de sus intenciones es dirigir lo que hoy se llama el «mercado de conductas», que tiene que ver con cómo dirigir nuestra voluntad hacia un lugar determinado. ¿En qué consiste la emotiocracia en relación con todo esto? En que se utilizan las emociones, sobre todo las consideradas negativas, como la tristeza, la desazón, la frustración, la incertidumbre, para llevarnos por el camino que ellos quieren. ¿Cómo lo consiguen? A partir de la creación de necesidades absolutamente espurias, innecesarias, y a través de la sociedad algorítmica, se mercadea con nuestras emociones de tal manera que nuestro deseo quede a expensas de los deseos de las empresas y las instituciones políticas.

«Se mercadea con nuestras emociones de tal manera que nuestro deseo quede a expensas de las empresas y las instituciones políticas»

Inmersos en lo que Shoshana Zuboff llama el «capitalismo de la vigilancia», en el que cada minuto de nuestro tiempo es potencialmente monitoreado y monetizable –incluso el ocio– , ¿cómo plantar cara ante lo que llamas la «manipulación intelectual y emocional»?

El primer paso es darnos cuenta de que esto está sucediendo. Estamos más vigilados que nunca, muchas veces con fines lucrativos, pero estamos muy a gusto porque alimenta el parque de atracciones en el que estamos sumergidos. No solo personaliza la experiencia digital, sino que también nos sentimos refugiados por toda una pléyade de empresas e incluso de partidos políticos que parece que, gracias a esa vigilancia, están velando por nuestros intereses, cuando en realidad lo que están haciendo es todo lo contrario, es diversificar sus intereses y derivarlos a la población para que parezcan nuestros. Esto es lo auténticamente preocupante. Así que primero es el momento de la conciencia y después el momento de la acción.

Dices que somos sujetos sedados, distraídos de lo importante y atentos siempre al mundo virtual. ¿Necesitamos un marco legal para proteger nuestra atención y nuestra libertad cognitiva?

Creo que se necesitan leyes sobre todo educativas. Porque aquí estamos en la fina línea entre la libertad de acción, de movimiento y ciertas maneras de hacer económicas y políticas que restringen también nuestra capacidad de atención, nuestra capacidad intelectual. Yo creo que esto debería estar blindado desde el punto de vista educativo. Si lo que estamos haciendo con las leyes educativas es justamente blindar las competencias digitales, que todo quede supeditado a la gamificación, al entretenimiento, mientras el conocimiento –que es el eje central de la educación– queda supeditado a ser buena mano de obra en el futuro, lo que estamos haciendo es supeditar todas nuestras herramientas intelectuales, que son las que pueden poner un freno frente a esa manipulación. En segundo lugar, fomentar la atención a otros estímulos que no sean la inteligencia artificial, el universo digital, porque todo esto está sometido también a la rapidez y esta lo único que hace es ahondar en nuestra crisis del deseo. Todo en la esfera digital está supeditado a un rápido recorrido entre la aparición del deseo y su rápida satisfacción. Y sabemos muy bien que en la vida no es así. Yo tengo cada vez más estudiantes a los que les cuesta aguantar los dos años de bachillerato porque les parece muchísimo y no te digo ya un grado universitario. Y luego están meses o incluso años buscando trabajo. Entonces lo que estamos creando son seres humanos frustrados. Lo que hay que hacer es reeducar nuestro deseo. El problema de la sedación es cuando tú voluntariamente quieres permanecer en esa esfera de customización de la realidad.

«La rapidez lo único que hace es ahondar en nuestra crisis del deseo»

Hablando de la crisis del deseo, escribes que «los seres humanos somos máquinas deseantes». Entonces, ¿cómo se aprende a elegir? ¿Se puede enseñar a decidir?

Claro que se puede, pero la pregunta es: ¿estamos dispuestos como adultos a hacerlo? No debemos olvidar que somos el espejo en el que se miran los adolescentes. La tecnología no es neutral. Cuando nosotros tenemos un teléfono móvil, una tablet o un ordenador delante, tenemos las posibilidades que nos da ese dispositivo. Entonces estamos eligiendo solo aparentemente. Cuando lo primero que hago en la mañana es coger el móvil y ver las notificaciones, ahí no estoy eligiendo, lo que estoy haciendo es delegar mi capacidad de decisión en una máquina donde parece que está mi vida diluida. Hablo en el libro de María Zambrano, de ese dejarse resbalar en vez de coger la vida por las riendas y atreverte tú a querer decidir.

Para el investigador en ética de Oxford –y extrabajador de Google– James Williams, las distracciones a corto plazo nos impiden hacer lo que queremos hacer; pero, a largo plazo, nos impiden desear lo que queremos desear. Tú afirmas que hay que despertar la «auténtica libertad», es decir, la independencia de juicio, deseo y acción. ¿Cómo se despierta?

La auténtica libertad es darse cuenta de que tenemos libertad. Porque en muchas ocasiones nos sentimos tan sedados dentro de esa experiencia personalizada que no queremos tener el valor para querer decidir. Creo que está muy relacionada la incapacidad de elegir con la tristeza. La gente está cada vez más triste cuando tiene que salir de esa esfera digital en la que parece que decidir es tan fácil. Los jóvenes –y también los adultos– tienen silenciado el teléfono móvil cada vez más porque les da miedo recibir una llamada, tener que confrontar con el otro. Cuando estamos dejando de querer elegir, en lo que nos convertimos es en seres frustrados porque nos damos cuenta, como tú muy bien has dicho, que muchas veces no somos dueños de nuestro deseo, que en realidad aquello que parece que deseamos no lo es realmente. Esto nos convierte en seres tristes. Cuando nos entristecemos dejamos de compartir con la gente genuinamente, porque relacionarnos confronta nuestra mismidad con la mismidad de otras personas y nos convierte en contendientes. Cuando yo levanto la vista del teléfono móvil, me encuentro con una mirada y tengo que hacer algo con esa persona que me está confrontando. Y esto cada vez a los chavales les da más miedo, teniendo en cuenta también la pandemia.

Además, en una época de incertidumbre y precariedad, el llamado constante por «salir de nuestra zona de confort» resulta no solo paradójico, sino cruel…

Es cruel y me llama la atención que sea gente especializada la que está llamando a salir de una zona de confort que es tan difícil de construir. El peligro de esto es que está creando sujetos absolutamente desorientados. Ya no sabemos dónde tenemos que estar primero, no sabemos definir qué es nuestra zona de confort, porque ¿cuánto tengo que ganar en mi trabajo para que sea confortable? Porque me están diciendo permanentemente, por otro lado, que me tengo que estar reinventando permanentemente. No tendré un sueldo digno hasta que sea el empleado perfecto y pleno, pero si todo el rato me tengo que estar reinventando, ¿cuándo voy a ser un trabajador pleno? Yo creo que al final es un juego muy perverso que desde ese gobierno de la emotiocracia está manipulando nuestras expectativas. Algún día llegarás a ser pleno, algún día llegará tu felicidad; sin embargo, nunca llega. Y a partir de ahí es donde surge todo este mercado de las emociones y el mercado de las conductas.

¿Crees que el uso –y abuso– actual de la precariedad como concepto hace que nos desactivemos políticamente, es decir, que, a fuerza de repetición, simplemente pensemos que así son las cosas, que «eso es lo que hay»? Como si hubiera un cierto catastrofismo que nos lleva a no abogar por una salida sino más bien a optar por el «sálvese quien pueda».

Totalmente. Yo aquí soy pesimista en términos antropológicos, pero no en términos metafísicos. Quiero decir: no creo que todo esté perdido. Creo que el ser humano es como es y que hasta cierto punto somos enemigos, que todos luchamos por un mejor trabajo, por una posición social. Pero llega un momento en que tú miras a la cara de la otra persona y te tienes que preguntar: ¿yo quiero sumar más sufrimiento a la vida de la otra persona o quiero hacer del mundo un lugar más habitable? Evidentemente, cuando hablamos de esta frustración que tenemos por la precariedad, por condiciones económicas y sociales complicadas, yo creo que tenemos que utilizarlo no como un filón pesimista en términos de catastrofismo, de «mira cómo estamos, no podemos solucionar nada», sino todo lo contrario: «mira cómo estamos, nos tenemos que unir en comunidad para hablar de las cosas que nos preocupan y después actuar». Lo que reivindico permanentemente es un pensamiento alegre que justamente luche contra esa tristeza en la que buscan tenernos. Cuanto más entristecidos estemos, más técnicas de disciplinamiento emocional vamos a buscar para poder habituarnos a lo que no deberíamos habituarnos. Entonces, aunque sepamos que el ser humano va a seguir haciendo guerras, que van a seguir unos luchando contra otros, yo me haría la pregunta: ¿tú quieres estar en esa cadena? ¿Quieres ser hobbesiano o quieres crear un mundo mejor a partir de la concordia, a partir de cierto optimismo pesimista? Me gusta mucho este juego paradójico. Tenemos que ver con esperanza el futuro, pero nunca dejando de lado lo que somos, animales que en términos biológicos buscan su supervivencia.

«El conocimiento sirve para al menos saber en qué tipos de servidumbres estás cayendo»

Al final del libro citas a Friedrich Schiller cuando dice que las humanidades nos ayudan a pasar de ser esclavos a ser legisladores de nuestra libertad. Y tu postura es tajante: «Una educación sin una carga lectiva considerable en humanidades nos entrega al vasallaje intelectual y emocional». ¿Por qué?

Cuando hablo de las humanidades, sobre todo me refiero al enfoque humanístico: se pueden dar matemáticas, biología, desde un enfoque humanístico. Aquí el problema es olvidar la pregunta por el porqué. Cuando tengo que enseñar también tengo que educar, o más bien en gerundio: mientras estoy enseñando también estoy educando. El problema es que el conocimiento está quedando a un lado y lo importante es el famoso know how, saber cómo hacer las cosas sin saber necesariamente qué se está haciendo ni el conocimiento que está debajo. Entonces, cuando en la educación el conocimiento queda al servicio de crear buena mano de obra futura, siempre nos situará en el futuro. Y esto lo sienten y lo ven los estudiantes; cuando están estudiando una asignatura lo único que ven es la aplicabilidad: «¿Y para qué me va a servir esto?». El enriquecimiento en el presente se ve como algo mucho más innecesario, algo de lo que se puede prescindir: «Yo no necesito aprender, no necesito conocer, yo lo que necesito es saber hacer cosas para poder enfrentarme a una vida futura lo más plenamente posible y a poder ser ganando mucho dinero». Yo me plantearía por qué las nuevas generaciones tienen tanta obsesión por el dinero. Cada vez hay más adicción a juegos, a apuestas, en adolescentes y jóvenes. Cada vez hay más frustración por no poder llegar a los estándares económicos que se cree que tiene gran parte de la población. Y yo creo que las humanidades aquí pueden hacer mucho para plantearnos qué tenemos que hacer en la sociedad y dejar de ser seres beligerantes que están unos enfrentados a los otros y empezar a ver en términos de de comunidad.

¿Qué les respondes a tus estudiantes cuando preguntan «para qué me va a servir aprender sobre Kant, sobre Sócrates, etc.»?

Yo siempre les digo que la pregunta es errada, que el conocimiento justamente sirve para no servir. Yo creo que es la lección más enriquecedora que se pueden llevar: no tenemos que preguntar para qué me sirve este conocimiento o aquel otro, sino que me tengo que preguntar en qué medida me puedo dar cuenta de aquello que estoy haciendo sin querer hacerlo. Para darme cuenta justamente de si estoy ejerciendo mi libertad o estoy delegando mi libertad en otros, en otras instituciones políticas, económicas e incluso educativas. Lo más importante es salir de esa «indolencia natural» que nos pide, como a los bueyes o a las cabras, estar tumbados. El ser humano es el ser que constitutivamente se atreve a decir no a la indolencia natural y a acoger su libertad con responsabilidad. El conocimiento sirve para al menos saber en qué tipos de servidumbres estás cayendo.

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