VOCES entre VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
EXPOSICIÓN EL ARTE DE VIVIR
Generalmente consideramos el arte como la cualidad especial de algunas personas de expresar mediante la pintura, la música, la literatura o cualquier otro medio algo que conmueve o emociona a la mayoría de sus semejantes.
No solemos considerar, sin embargo, que amar, escuchar, ayudar o, simplemente vivir aprendiendo a dejar vivir, sea un arte.
Pero sin duda lo es.
Quien ha vivido sembrando a su alrededor más diálogo, respeto y cariño que discordia, conflictos o indiferencia ha actuado a lo largo de su existencia, como un auténtico artista. Es más, esa expresión del arte, la que nos hace transformar lo que las circunstancias y la vida nos han brindado en bienestar, no sólo para nosotros, sino también para quienes nos han tocado como compañeros de viaje en el segmento de tiempo que constituye nuestra vida es, sin la menor duda, la máxima expresión artística posible, porque nadie puede imaginar siquiera que repercusión tendrá en la infinitud del tiempo cada una de las acciones positivas, generosas y constructivas que van jalonado nuestra existencia.
A menudo, como sucede con cualquier expresión considerada oficialmente artística, una acción no es comprendida y su efecto en quien la siente es extraño o confuso, otras veces son de una belleza luminosa, como cuando alguien salva una vida poniendo en peligro la propia.
Tal vez ese panadero, ese albañil, ese bombero, esa ama de casa o usted mismo, cualquiera que en algún momento ha ayudado a un vecino o un desconocido sin esperar nada a cambio, nunca verá sus obras expuestas en un museo, pero esas obras, esos granos de arena, son imprescindibles, aunque no seamos a menudo conscientes de ello, para la continuidad, el bienestar y la misma supervivencia de la humanidad.
Esta exposición es un modesto homenaje a todos ellos, a esos artistas tan desconocidos como imprescindibles, a quienes han sabido transformar, a menudo anónimamente, sus vidas en un verdadero arte, el arte de vivir.
"El soldado muerto", de Sophia de Mello Breyner Andresen (Portugal, 1919-2004)
Los
infinitos cielos clavan los ojos
en su rostro absoluto y ciego
Y la brisa besa ahora su boca
Que nunca más nadie ha de besar.
Tiene aún dos manos cóncavas
de posesión de impulso de promesa
De sus hombros se desprende una espera
que dividida en la tarde se dispersa.
Y la luz, las horas, las colinas
Son como llanto, en torno a su rostro
Porque él fue jugado y fue perdido
y en el cielo pasan aves repentinas.
Sophia de Mello Breyner Andresen en Mar novo (1958), incluido en Antología breve de la poesía portuguesa del siglo XX (Instituto Politécnico Nacional, México, 1998, selec. y trad. de Mario Morales Castro).
Otros
poemas de Sophia de Mello Breyner Andresen
Canto, Eurídice
en Roma
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TEMAS TERTULIA 24-11-2023
LIBERTAD
CÁRCELES
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS TERTULIA 17-11-2023
OVEJAS NEGRAS
CREENCIAS
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
OVEJAS NEGRAS
Llegan
el peso y el recuerdo de los fracasos
Anunciando porvenires en
escala de grises
Hacen gala las fotografías en sepia
De la
ternura de sumergirnos en el pasado
Cogidas
con pinzas las inquietudes pero
Tan familiares que no sabríamos
despedirlas
Cogemos unas tijeras, vano intento
Podrían llenar
estadios solo con mirarlas
Transpiramos
miedo, dicen sus canes
Vinieron de París a darnos lecciones
especiales
Nunca nacerán pollitos de huevos rotos
Guardad
frambuesas del campo bajo el colchón
Regordete
era el niño de la memoria
Le picaban los ojos al pararse en cada
escaparate
Intentaba alinear planetas buscando lo que todos
Mas
no le gustaban las luces navideñas rojas
Mirar
sin ver no es peor que ver sin mirar
Vamos esculpiendo el tiempo a
ratitos
Recorremos la Ruta de la Seda propia cada
cual
Inundándonos de tesoros en alta mar
Sara V.T.
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OVEJAS NEGRAS
Paradójicamente, entre las ovejas negras de cada pueblo, sociedad, grupo o familia es donde solemos encontrar menos borregos.
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OVEJAS NEGRAS
Olvidamos
Vivir
Encerrados
Juntos
Ante
Sueños
Nunca
Encontraremos
Grandeza
Royendo
Ásperas
Sensaciones
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OVEJAS NEGRAS
Las ovejas negras
cuentan lobos para dormir.
Una historia no deja que los lobos sean buenos.
¿Cómo se baila cuando te cantan las cuarenta. ?
... soy inocente de la muela del juicio ;
para ser justo; alma de cántaro, no te tapes los ojos.
Se acabará el frío, con la justicia
de un descomunal abrazo.
Pepín Espinosa
CREENCIAS
No
sé si vosotros hacéis algunas cosas de una manera que nada tiene
que ver con una decisión consciente y, sin embargo, siempre la
hacéis de esa forma, supongo que sí; por el contrario, también
supongo que otras las hacéis en modo rebeldía, esto es, en contra
de algo que, aunque ya no ocurra, os quisieron imponer y no
aceptabais en su día.
Parece ser que cuesta mucho, si es que se consigue, distinguir las actuaciones inconscientes de las conscientes, pues la plasticidad de nuestro cerebro es tal que si algo se introduce en él cuando en la dependencia física y emocional reside la diferencia entre vivir o morir, de adulto hay que hacer un extenso trabajo de autoconocimiento para llegar, si no a solucionarlo, al menos a entender que no somos tan libres como pensamos.
Me recuerdo con dos amigas en el metro camino del cine comentando sobre el caldo de verduras; en mi casa el caldo no era tal porque se añadía algo de sustancia y no se trituraban las verduras, mientras que otra casa se hacía sin condumio como puré y en la tercera se añadía lechuga. Éramos jóvenes, viscerales y, sobre todo, queríamos llevar razón, de modo que convertimos aquello en un conflicto personal que se vino al cine con nosotras y empañó la pantalla.
Ninguna
de las tres sabíamos cocinar bien, tal vez por eso defendíamos a
capa y espada lo que consideramos único, exacto e invariable. Hoy
que llevo años buceándome y me preparo los platos como más me
gustan y, en mi opinión, como mejor me alimentan, no tengo problema
en escuchar ideas que quizás pudieran mejorar mis espaguetis con
gambones o mi forma de nadar o la manera en la que camino, sin
sentirme agredida por ello y sin pensar que se va a tambalear mi
mundo por introducir un cambio.
Y es que no creamos nuestras creencias hasta que no somos capaces de diferenciar si realmente las creencias son nuestras o somos nosotros de ellas; si nos pertenecen o les pertenecemos y capitanean nuestra vida convirtiéndonos en entusiastas exaltados a los que sólo conceden el derecho a cantar una dulce canción en el bauprés de nuestro Titanic particular.
Termino
este texto haciéndome eco de unas palabras de Jung que me parecen
muy apropiadas: «El
fanatismo es una sobrecompensación de la duda».
18/noviembre/2023 - Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»
CREENCIAS
Hace unos cinco siglos, durante la conquista de América por parte de los ejércitos de soldados y misioneros españoles, se produjeron anécdotas realmente interesantes, como suele ocurrir en el encuentro de culturas distantes y de puntos de vista también alejados. Se cuenta que en cierta ocasión un misionero católico reprochaba a un príncipe azteca la brutalidad que impregnaba los actos de su religión, que incluían sacrificios humanos y ritos antropófagos. Hoy sabemos que tal actividad, llamada también canibalismo, se da en culturas deficitarias de proteínas animales, como método para suplir tal carencia, más que como resultado de un supuesto primitivismo o salvajismo de dichas culturas. Tras tal reproche, el misionero pasó a enumerar las grandezas de su religión, a la que tenía, obviamente, por la única verdadera. Al llegar el momento de exponer el significado de la consagración de la hostia y posterior comunión, el noble azteca no pudo reprimir una expresión de asombro:
“¿Realmente ese trozo de masa de harina se transforma, mediante el ritual que llamáis consagración, en el cuerpo y la sangre de vuestro dios, o es tan sólo una comparación, algo simbólico ?” “Realmente así ocurre, por la gracia de Nuestro Señor, no es una metáfora” afirmó el misionero. “¿Y decís que mi religión, además de no ser verdadera, es cruel y salvaje porque comemos el corazón de nuestros enemigos, a los que damos muerte, igual que vosotros, mientras que la vuestra es la religión del amor, cuando devoráis a diario a vuestro dios, para expulsar luego sus restos de vuestro cuerpo, mezclados con vuestros excrementos?”
El sacerdote quedó sin respuesta y el príncipe azteca, tras ser debidamente bautizado a la fuerza, fue quemado en una hoguera, a fin de purificar su alma pagana y para mayor gloria de la religión del sacerdote católico, que seguía llamándose a sí mismo misionero del amor y la fraternidad universal.
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CREENCIAS
LA VIDA: ¿ FICCIÓN O REALIDAD?
Por José Marcelo Ruiz
A lo largo de nuestra historia los seres humanos hemos procurado dar una explicación al universo y encontrar un sentido a la vida. Para lograrlo, hemos recurrido a nuestra capacidad de crear relatos de ficción y, con un deseo de conformidad, creérnoslos. Razón por la que caemos, a veces, en la torpeza de no diferenciar la fabula de la realidad. Esta torpeza ha conducido a un fanatismo de creencias extremas que, ante la duda y la incertidumbre para encontrar la verdad, impuso la fe. Las religiones han considerado siempre que la fe es una virtud cardinal y, por el contrario, a la duda la ven como uno de los peores pecados posibles. Los sistemas de gobiernos totalitarios, como el fascismo, reaccionaron de forma violenta contra las ideas dudosas; exigiendo una fe absoluta en sus relatos ideológicos. Históricamente, los rituales y los sacrificios de los mártires por la fe o por la patria se han utilizado para reforzar las creencias en lo religioso, así como en el ideario político. Pero eso no demuestra que por sufrir por la fe en Dios o por la nación, las creencias sean verdades absolutas. Quizás, simplemente, estemos pagando el precio de nuestra credulidad.
Gracias al surgimiento de la ciencia y de la cultura moderna, la fe comenzó a considerarse cada vez más una esclavitud, mientras que la duda acabó viéndose como una condición previa a la libertad. Cualquier cosa que limite la libertad humana para sentir, pensar, desear o inventar… nos restringe para alcanzar el conocimiento de la verdad sobre la vida y el universo en que vivimos. De ahí, que la libertad frente a tales limitaciones sea el ideal supremo. El problema reside en que el fanatismo se nutre de creencias falsas, y esto está tan arraigado en la genética humana que crea identidades culturales y sociales. Identidades sustentadas por intereses económicos.
Estos argumentos nos invitan a pensar, a preguntarnos sobre el sentido de la vida, a conocernos mejor y plantearnos, de manera filantrópica, acciones globales para mejorar el mundo en que vivimos. Porque la vida y la muerte no son asuntos de ficción. Así como el sufrimiento es lo más real que existe, y por lo tanto, es lo que más nos preocupa. Por ello, debemos comprender la vida y la muerte como realidades evidentes; aceptando el sufrimiento con estoicismo. Ese sufrimiento que nos esclaviza y nos hace inventar un relato ficticio: creer en un universo con una esencia eterna, y de cuya eternidad formamos parte. Pero tal vez la realidad sea muy distinta, porque en el universo todo cambia y nada es perdurable. Por lo tanto, podemos optar por vivir y aceptar nuestra condición humana y el drama que padecemos: el universo no tiene guión. De modo que nos corresponde a la humanidad escribirlo, y quizás ésta sea, verdaderamente, nuestra vocación y sentido de la vida.
José Marcelo Ruiz
Este artículo se ha publicado en NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), 17 de noviembre de 2023. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.
https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2023/11/17/la-vida-ficcion-o-realidad/
CREENCIAS
LA SED DE SABER
La sed de saber no se inventa en un día
y tampoco se sacia en mil años.
Me deja ciega y muda para este mundo;
sorda y distante.
El interés por el conocimiento espiritual es algo que, cuando crece en las personas, nubla el interés por otras cosas de la vida.
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
LA RAZÓN HUMANA NO ES TAN PERFECTA COMO CASI SIEMPRE SE LE CONSIDERA Y, POR EL CONTRARIO, POSEE FISURAS ESTRUCTURALES POR LAS QUE SE CUELA EL ERROR, EL EQUÍVOCO, LA FALSEDAD; O QUIZÁ NO SEA ASÍ Y ESTO QUE CONSIDERAMOS DESDEÑABLE SEA SOLO OTRA EXPRESIÓN DE NUESTRO DEFICIENTE PENSAMIENTO.
Si bien, por un lado, el pensamiento racional fue uno de los mecanismos decisivos en el proceso de supervivencia, su posterior sofisticación determinó una manera de pensar muy señalada, una forma del raciocinio que es la única que conocemos pero no la única que adivinamos, una paradoja que nos hace imaginar lo que podría ser sin definirlo cabalmente.
Nietzsche, Foucault y otros filósofos mostraron cómo el pensamiento racional tiene formas muy específicas, que no existe un pensamiento por antonomasia a pesar de que esto lo podamos expresar únicamente desde esta manera de pensar.
Quizá por eso la lista que presentamos a continuación tiene un doble sentido. Por una parte, sí, reunir esos vicios y trampas de la razón que, como dice el título, nos impiden ser totalmente racionales: falacias, prejuicios y tendencias que nos inclinan hacia un “lado oscuro” donde las cosas parecen ciertas y verdaderas pero solo por una sutil deficiencia en la argumentación.
Por otro lado, sin embargo, también quisiéramos recalar en esa carga negativa que por siglos se ha imputado a estas expresiones del pensamiento racional. En La verdad y las formas jurídicas, Foucault emprende una entusiasta defensa de los sofistas, tan despreciados por el pensamiento occidental dominante (el Platónico, siguiendo la argumentación de Nietzsche), y en quienes el francés vio a los depositarios del cariz más auténtico de la razón occidental, aquella que esconde entre su supuesta limpidez lógica rasgos que le son consustanciales como su relación íntima con el poder.
Se trata, en suma, de un ejercicio de autorreflexión sobre la razón humana, nuestra razón, por tanto tiempo tenida en un altar propiciatorio pero que no es, en modo alguno, la única posible ni mucho menos válida.
Falacia de confirmación
Aceptémoslo: a muchos nos encanta discutir, pero solo con quienes sabemos que, secreta o abiertamente, están de acuerdo con nosotros. Buscamos a nuestros pares: en capacidad intelectual, en acervo cultural, en posiciones políticas, en credos, y no siempre encontramos agradable salir de esta zona de confort. A este comportamiento psicológico Leon Festinger lo denominó “disonancia cognitiva” y, en términos generales, tiene como consecuencia un reforzamiento de nuestra visión de mundo, la cual se ve poco desafiada.
Falacia de grupo
Parecida a la anterior, esta falacia se remite a las épocas tribales de nuestra especie e incluso a características aún más elementales como el efecto de la oxitocina sobre el comportamiento. Este neurotransmisor nos impulsa a apoyar a quienes forman parte de nuestro grupo (nuestra tribu) y, por el contrario, a rechazar a quienes no forman parte de este.
Falacia del jugador
Como los jugadores consumados, la repetición de un suceso nos hace creer que detrás de esta existe un sentido, un patrón que predice el suceso siguiente. Lanzamos una moneda en cuatro ocasiones y a partir de los resultados creemos que podemos predecir el resultado de la quinta (contradiciendo el cálculo irrefutable de que las probabilidades siguen siendo 50/50). Se trata también de una práctica mental parecida a la que Poe relata al inicio de La carta robada, en la parte donde habla del niño que siempre ganaba en el juego de “¿Par o impar?”.
Racionalización post-compra
Uno autoengaño sumamente contemporáneo: ese en el que nos convencemos, por todas las vías posibles, de que de verdad necesitamos o necesitaremos eventualmente ese artículo costoso y en el fondo totalmente inútil que acabamos de adquirir. Visto más ampliamente, es una manera de sentirnos mejor ante la que sabemos una decisión y se liga con trastornos como el Síndrome de Estocolmo.
Probabilidad de negligencia
En este espejismo del pensamiento, nuestro cerebro no nos permite entender que, estadísticamente, es menos probable morir en un accidente automovilístico o en un acto terrorista que, digamos, por caer de las escaleras o por un envenenamiento accidental. La probabilidad de negligencia se refiere, según el psicóloga social Cass Sunstein, al hecho de que exageramos los riesgos de actividades relativamente perjudiciales al tiempo que sobredimensionamos las más peligrosas.
Tendencia a la observación selectiva
Hay días en que nos reparamos más que otros en determinadas circunstancias y, erróneamente, tendemos a creer que estas no sucedían con la frecuencia con que suceden en ese momento. Adquirimos una prenda —un par de zapatos, una playera, etc.— y empezamos a ver esta misma por todos lados. Una mujer se embaraza y de pronto advierte todas las de su género que en sus escenarios cotidiano también están embarazadas. La mayoría de las veces, sin embargo, esta no se reconoce como una casualidad fortuita sin mayor trascendencia.
La falacia del statu quo
El pensamiento conservador por excelencia, aquel que está cierto en que las cosas están bien como están, en que este es “el mejor de los mundos posibles”, una regularidad cognitiva que se expresa en decisiones que optan por evadir el cambio y mantener las rutinas que nos dan seguridad en nuestra existencia diaria.
La inclinación a la negatividad
Por un curioso mecanismo a un tiempo mental y social, es sumamente común que el cariz negativo de las cosas sea más atractivo que el positivo. Una mala noticia, por ejemplo, es mucho más conocida que una buena, en cualquier nivel de socialización. Al parecer no se trata de un asunto que se explique únicamente por el morbo (esta es solo una consecuencia paralela), sino que culturalmente hemos aprendido a creer que las malas noticias son, en esencia, mucho más importantes o profundas, según algunos una reminiscencia evolutiva de los tiempos en que saberse mover entre la negatividad del mundo significaba mayores probabilidades de adaptarse y sobrevivir.
Efecto Bandwagon
Como ya lo documentó con erudición y lucidez Elias Canetti en Masa y poder, el individuo modifica notablemente su comportamiento y su manera de pensar cuando forma parte de una multitud, cuando esta lo abraza y lo convierte en uno de sus anónimos integrantes. El efecto bandwagon (que tomó su nombre, un poco azarosamente, del vagón que en el tren del circo transportaba a la banda musical) dicta que la probabilidad de que una persona adopte una creencia o conducta se encuentra en proporción directa de cuántos otros ya la tengan, esto eso, existe una tendencia psicológica a seguir o imitar las acciones o ideas de otros porque o preferimos conformarnos con lo existente o porque es imposible no derivar nueva información a partir de lo que los demás piensan y hacen.
Falacia de proyección
Vivimos siempre con nosotros mismos, con lo que somos y lo que pensamos, y solo con un esfuerzo más o menos mayor, es posible asomarnos un poco fuera de nuestros propios límites y atisbar un reflejo de la otredad. De ahí que sea común suponer que los demás piensan casi de la misma manera que nosotros y, en consecuencia, que estarán de acuerdo en lo que defendemos y rechazamos.
La tendencia del momento actual
A esta tendencia también podría denominársele del hedonismo, e incluso parece tener raíces clásicas, filosóficas y poéticas. Según algunos estudios, el ser humano tiende a dejar el sufrimiento para después y preferir el placer para el ahora, en otras palabras, difícilmente nos imaginamos en situaciones futuras que podrían alterar nuestros comportamientos y expectativas actuales. Así, por poner un ejemplo simple, una investigación de 1998 mostró que cuando se trata de elegir alimentos para la semana próxima, 7 de cada 10 personas optan por la fruta, pero si la elección se refiere al día corriente, también 7 de cada 10 se inclinan por un chocolate.
Efecto de anclaje
Como si echara un ancla para estabilizarse antes de un proceso racional, nuestra mente tiende a fijar una serie determinada de factores, circunstancias, creencias, etc., para establecer comparaciones y jerarquizaciones, las cuales son inamovibles e innegociables. Vamos a una tienda, por ejemplo, y prácticamente el único elemento de comparación entre productos similares es el precio, y todo lo demás repentinamente desaparece ante nuestros ojos y nuestro entendimientos.
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