VOCES
entre VOCES
TEMAS
TERTULIA 19-5-2017
¿QUÉ
QUEDA?
ABANDONO
OLOR
A CAFÉ
"La
poesía no quiere adeptos, quiere amantes".
(Federico García Lorca)
(Federico García Lorca)
TODO
ASUSTA
Asusta
que la flor se pase pronto.
Asusta
querer mucho y que te quieran.
Asusta
ver a un niño cara de hombre,
asusta
que la noche…
que
se tiemble por nada,
que
se ría por nada asusta mucho.
Asusta
que la paz por los jardines
asome
sus orejas de colores,
asusta
porque es mayo y es buen tiempo,
asusta
por si pasas sobre todo,
asusta
lo completo, lo posible,
la
demasiada luz, la cobardía,
la
gente que se casa, la tormenta,
los
aires que se forman y la lluvia.
Los
ruidos que en la noche nadie hace
-la
silla vacía siempre cruje-,
asusta
la maldad y la alegría,
el
dolor, la serpiente, el mar, el libro,
asusta
ser feliz, asusta el fuego,
sobrecoge
la paz, se teme algo,
asusta
todo trigo, todo pobre,
lo
mejor no sentarse en una silla.
(Todo
asusta, 61)
Gloria
Fuertes
"He
hecho un curso de lectura veloz y he leído Guerra y paz en veinte
minutos. Habla de Rusia".(Woody Allen)
TEXTOS
TERTULIA 12-5-2017
LA
SIEGA
¿QUIÉN
RIE EL ÚLTIMO?
¿TIENE
ESO IMPORTANCIA?
LA
SIEGA -¿QUIÉN RIE EL ÚLTIMO?-¿TIENE
ESO IMPORTANCIA?
¿Quién
ríe el último?
¿Tiene
eso importancia?
Ninguna,
al final todo no es más que una siega de ciegos.
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LA
SIEGA
"Voces
entre Voces" 12/05/17
No
esperó la mañana,
comenzó
de noche la siega,
cuando
no está seca la paja,
maduro
el grano en la era,
no
espero la guadaña.
Castizo
donde los hubiera
de
su boca ni una queja
siempre
tenía palabras
para
quien oírlas quisiera,
gran
corazón de alma brava.
Del
real hasta hasta la medula,
jaleaba
con vehemencia,
y
cuando venían mal dadas
todos
notaban tu ausencia,
los
nervios te agarraban.
Engañados
a todos tenias
trabajando
en la cocina,
el
jaleo era tu vida,
compañero
en la cuadrilla
y
buen maestro en la vida.
A
tus setenta y seis años,
qué
bien guardado lo tenias,
un
buen recuerdo has dejado
entre
los que te conocían,
ve
en paz Maestro Cocina
Diego
Francisco Guevara de Bonis
LA
SIEGA
Los
humanos, aunque se les informó reiteradamente a través de los
sueños de algunos de sus sacerdotes, los llamados chamanes, se
negaban a creerlo: cada cierto tiempo llegaba la siega y ellos eran
las cosecha.
Con
el mismo derecho con que ellos mismos segaban millones de vidas cada
día para alimentarse, mientras lo justificaban autoproclamándose
una especie superior, otras especies, varias, hacían lo propio con
ellos.
No
les interesaba su cuerpo, sino las diferentes energías de su
espíritu.
Algunas
especies recorrían millones de años luz para recolectar agridulces
pasiones humanas, tan variopintas, otras apreciaban el sabor amargo
de la ira y provocaban guerras para conseguir una buena cosecha. Las
había que pagaban altos precios por el dulzor del amor, siempre tan
intenso en los humanos. Para otras era la contradictoria libertad de
los suicidas la que constituía un manjar único.
Observando
a lo lejos el diminuto planeta al que se acercaban, el grupo
expedicionario miraba con cierta incredulidad.
“¿De
verdad se niegan a creerlo?”
“Sí”,
dijo el más experimentado, “es una especie tan primitiva como
curiosa, la negación y el autoengaño inundan toda su mente”.
“Pero,
¿por qué creen que otros no harán con ellos lo mismo que ellos
hacen con otras especies?” “Es absurdo . . .”
“La
lógica no es una de sus características, aunque ellos están
convencidos de que sí”.
Ya
a punto de entrar en la atmósfera del planeta y conectar el campo de
invisibilidad, el más joven de la tripulación se volvió al resto
y, apenas susurrando, preguntó: “Y a nosotros, ¿quién nos
cosecha?”
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¿QUIÉN
RIE EL ÚLTIMO?
Si
me oyes a deshora. Si te llego tarde,
será porque mi despertador es un pájaro loco.
Lo siento,
esta visto que no sé rezar ni escribir nada serio.
Mientras la vida nos engorda.
Me tendré que fustigar, cada noche,
con un látigo de algodón dulce.
Ya me siento mejor,
he hecho con mis palabras un cóctel molotov.
Y he tirado nuestros corazones para que jueguen los gatos.
J.J.C.
- Juan Jiménez Caballero
¿QUIÉN
RIE EL ÚLTIMO?
El
que sabe reír.
El
profeta que no cree en profecías.
El
sacerdote que renunció a crear dioses.
El
que, a pesar de todo, ha aprendido algo.
El
anciano que mantuvo vivo en su interior algo de su infancia.
El
niño, sabio en su aparente ignorancia.
Pero,
¿quién ríe el último?
El
que muere sonriendo . . .
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¿TIENE
ESO IMPORTANCIA?
Nada
más entrar en la casa me di cuenta, no había vuelta atrás.
El
olor, las luces, las sombras, la humedad, el sonido amortiguado, los
colores sin sentido...
Olía
a metagusano de la humedad adolescente, enfermo, en fase terminal.
La
luz que entraba por la ventana luchaba a brazo partido con la
oscuridad viscosa que reinaba en la sala y casi nunca salía
victoriosa. Polvo de estrellas muertas en el aire. Escolopendras
ondulantes reptando por las roídas cortinas.
Las
sombras se carcajeaban silenciosas tras los muebles vetustos y los
jarrones de falsa porcelana, rotos. Algunas vibraban muy lentamente,
como cuerdas de piano de cola, sin sonido. Sapos negros en las
esquinas.
La
humedad era la reina de aquel antro. Goteras que formaban charcos
hediondos. Paredes empapeladas desnudándose impúdicamente, dejando
ver las leprosas paredes. Siseos de vívoras tras los armarios
carcomidos.
Cualquier
movimiento ruidoso dentro de la casa quedaba amortiguado
automáticamente y se convertía en un chapoteo pantanoso, en sonido
irreconocible. La casa parecía que tuviera dentro una especie de
silenciador, como las pistolas de los asesinos.
Los
colores iban y venían sin mucho sentido. Tenían vida propia. Su
intensidad pasaba por distintas fases, dependiendo del ángulo de
visión.
Por
fin el dormitorio. En semi penumbra. Absurdamente limpio y ordenado
dentro de aquel caos infernal. En el centro, la cama, impecablemente
hecha. La colcha, de color azul oscuro, empezaba a recibir pequeños
copos de nieve que entraban por la claraboya. Me tumbé en ella
relajado y, poco a poco, el manto de nieve me fue cubriendo.
Me
invadió un agradable aroma a... ¿cardamomo?, ¿bergamota? En la
cocina alguien trasteaba con los cacharros. Seguramente preparando un
té. Lo más probable es que no me quedara ya tiempo para paladearlo.
¿Tiene eso importancia?
José
Luis Álvarez
¿TIENE
ESO IMPORTANCIA?
Hace
ya tiempo que hay más charlatanes que chamanes, más ideas que
idealistas y más sombras que sombreros.
Por
un lado del túnel del tiempo van entrando óvulos y espermatozoides
que se emparejan al azar y por el otro van saliendo ancianos
decrépitos vacíos de esperanza, todos a punto de embriagarse de
muerte.
La
música y la poesía rinden eterno homenaje al amor en un baile de
ciegos y cojos sin disfraces ni máscaras.
El
eco no cesa de repetir el estruendo de misiles estallando y gritos
demenciales de enajenados que se creen en posesión de la única
verdad que les ha desvelado cualquiera de los tantos dioses únicos y
verdaderos.
Los
perros y gatos miran indiferentes la locura humana, sobradamente
satisfechos, un humano bien domesticado, piensan, siempre les dará
techo y comida a cambio de consolar mínimamente su lacerante
soledad.
Sobre
aromas, hoy tenemos en oferta el de una especie demasiado joven
parasitando un planeta ajado y agotado que mira su posible futuro con
nostalgia.
Cada
humano lo explicará absolutamente todo con la certeza absoluta del
ignorante. Apenas se escuchan, atropellándose entre ellos,
profundamente convencidos de sus convicciones y de lo absurdo y
errado de las ajenas.
La
extinción, mientra tanto, es una probabilidad más que va subiendo
en las apuestas y otras especies ya esperan su turno para reinar . .
.
¿Tiene
eso importancia?
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¿TIENE
ESO IMPORTANCIA?
DEL
UNO AL DIEZ
Siete
son los enanos
Tres,
son tres cerditos
Uno
es Torre Bruno
Cinco,
lobitos y la loba
Nueve,
la bruja y la escoba
Cuatro
eran los fantásticos
Seis
, por el sexto sentido
Dos
son tontos muy tontos
Ocho,
con esto y un bizcocho
Y
el diez, empiezo otra vez…
José
María Rico
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