sábado, 4 de febrero de 2017

VOCES entre VOCES

TEMAS TERTULIA 10-2-2017
LEALTAD
¿Y POR QUÉ?
MÁS VALE TARDE QUE NUNCA



Vosotros, que surgisteis del marasmo en el que
  nosotros nos hemos hundido, cuando habléis de nuestras  debilidades, pensad también en los tiempos sombríos de los que os habéis escapado. (Bertolt Breht, A los hombres futuros)




QUE NO SOY YO

A veces pienso que tengo suerte
sin una perra y aún me divierte mi profesión
desde una noche en la que Dios quiso
comprometerme con el hechizo de una canción.

Y ahora que habemos de ser sinceros
que a mí también me mueve el dinero y la vanidad
pa'no ser menos que mis amigos
que se conforman con un suspiro de libertad.
Y una lucecita que apenas se ve
cuando estoy a solas va diciéndome:
que no soy yo, que aún no soy yo.


A veces pienso que lo más grande
de que dispone el hombre es el hambre de conocer
que abrir un libro es abrir las alas
sobre las cosas que nunca acabas de poseer.

Y empiezas a edificar tu mundo
de las ideas en un segundo de intuición
para acabar bajo los cimientos
esclavizando tus sentimientos a la razón.

A veces vibro con cualquier cosa
una mirada se me hace hermosa si mira en paz
por un cachorro que se extravía
que así yo entiendo a mis alegrías, vaivén fugaz.

Y porque sufro y me pongo al lado
del oprimido y amordazado que se echa a andar
porque él ha hecho que el mundo gire
y hay que cantarle pa'que no olvide su malestar.

Y una lucecita que apenas se ve
cuando estoy a solas va diciéndome:
que no soy yo, que aún no soy yo.

(CANCIÓN, Joan Baptista Humet) (1975)

Cada persona debe decidir si va a caminar por la luz del altruismo creativo o en la oscuridad del egoísmo destructivo.” (Martin Luther King)


TEXTOS TERTULIA 3-2-2017

¿LÓGICO?
DÍMELO TÚ.
¿QUÉ FUE DE LOS OVNIS?


¿LÓGICO?

Fernando el marino
-Fernando “el marino” ha desaparecido-. Ese es el rumor que corría de boca en boca en plazas, bares, calles y mercados del pueblo. Yo conocía a Fernando y sabía que no iba a desaparecer así como así por arte de birlibirloque. Empecé a preguntar entre los vecinos y parece ser que había varias versiones. La más “creíble” aseguraba que Fernando se tiró por la borda del mercante donde trabajaba. Se comentaba, sin rubor, que en una de las travesías se había enamorado de una sirena pelirroja (algunos juraban, por su santa madre, que era rubia).

En su último viaje decidió arrojarse al mar y reunirse con ella para siempre. También comentaban que la sirena era muy “apañá”. Otros y otras, no sé con qué argumentos, contaban que no es que fuera “apañá” sino que tenía muchas amistades en el mundo submarino. Por ejemplo, las estrellas y caballitos de mar le echaban una mano en las tareas domésticas. Para solucionar gestiones burocráticas abisales, contaba con algún ejemplar de pez dragón o de calamar de cristal. Para los asuntos más superficiales, pero no menos importantes, contaba con la inestimable ayuda de los delfines. La fogosidad de la sirenita era bien conocida por todos en el pueblo, no sé a santo de qué; así que, entre unas cosas y otras, se daba por hecho en el pueblo que Fernando “el marino” jamás volvería a tierra.

Esta era la versión que más adeptos tenía, aunque había otras aún más descabelladas. Yo, la verdad, no sé qué pensar de todo esto. Solo sé que ahora tengo un amigo menos, y no es que me sobren los amigos.

A todo esto, paseando por el parque al atardecer, vi a dos operarios cortando unas excrecencias que habían crecido en la base de un árbol. Les pregunté qué eran esos bultos y me contestaron que al árbol le habían salido dos testículos enormes; el Alcalde les había ordenado que los cortasen inmediatamente, ya que el pueblo empezaba a ser el hazmerreír de la provincia, entre un árbol con “huevos” y la historia de Fernando “el marino” y la sirena pelirroja.

En fin, qué les voy a contar a ustedes que ya no sepan.


José Luis Álvarez


¿LÓGICO?

LOS TRES ERRORES DE LOS RENACIDOS PARTIDOS ULTRANACIONALISTAS OCCIDENTALES:

1º ERROR: ¿Saben qué es realmente un inmigrante?

Un ser humano, hasta que llega a una edad productiva, es una gran carga
económica para la sociedad en la que nace. Se requieren miles o
decenas de miles de euros para cuidar, instruir y alimentar a una
persona desde que nace hasta que se integra en la cadena productiva,
generalmente entre los 16 y los 25 años, cuando comienza a
reintegrar a la sociedad lo que en él o ella se ha invertido.


Si un país o cualquier grupo humano recibe a una persona ya adulta y
con cierta formación, aunque sólo sea saber leer y escribir, está
ahorrándose todo ese coste, pues ese ciudadano empieza a producir
desde el mismo momento de su llegada, y seguirá siendo más rentable
para esa sociedad que un nativo de ella durante el resto de su
existencia, aún cuando llegue a vivir cien años y cobre hasta
entonces su correspondiente paga de jubilación, siempre habrá un
coste que ha ahorrado al grupo.


Por ello, un inmigrante es la mejor inversión posible, de hecho un
regalo, para el país que le recibe.
Por eso, el imperio aún actualmente hegemónico, los Estados Unidos de América, es una sociedad creada y sustentada por un flujo continuo de emigrantes, quienes, haciendo uso de esa ventaja de partida, han sabido aprovecharla durante su corta pero vertiginosa historia para convertirse en la primera economía y potencia mundial.

Si la sociedad receptora tiene, además, una pirámide de población
envejecida, como es el caso de muchos países del llamado Primer
Mundo, no abrir las puertas a la inmigración es, a medio plazo, una
condena a la miseria material, y a largo plazo, un suicidio
colectivo.


Respetar a los inmigrantes de nuestra sociedad, sea ésta cual sea, no es tan
sólo una cuestión de ética, empatía, humanidad o solidaridad, es
una cuestión de inteligencia económica e incluso, en algunos casos,
de supervivencia.
Cualquier buen economista, no condicionado por ideologías, conoce bien estos hechos, es una simple cuestión de cálculo.
Esto, evidentemente, lo desconoce el Sr. Trump y los líderes de partidos xenófobos europeos. Ése es su primer y gran error.

2º ERROR: El caduco mito de las razas.

Los avances enormes en la genética durante los últimos años nos han
traído sorpresas de todo tipo: Por ejemplo, que el 90% de los irlandeses y el 70% de los británicos son, genéticamente hablando, de origen gallego o de la cornisa norte de la Península Ibérica respectivamente, o que toda la población europea procede de tan sólo cinco mujeres originales, las llamadas Cinco Evas de Europa. Todos los europeos somos, por decirlo en pocas palabras, una sola familia.


Pero para quien aún cree en razas superiores e inferiores hay otros resultados aún más interesantes: Como sabemos, la mayoría de la humanidad somos descendientes de un reducido grupo de antepasados que emigraron, por diferentes razones, de África.
Es como si de una paleta de cien colores, cinco decidieran emprender un
viaje cromático y combinarse entre sí fuera de la paleta.
Lógicamente, la mayoría de esos colores, la mayor variedad, permaneció en el lugar de origen, África.
Variedad genética significa riqueza genética, menos variedad da lugar a
enfermedades y taras, mayor variedad y mezcla da lugar a organismos
más fuertes y con más posibilidades de sobrevivir, tanto en nuestra
especie como en cualquier otra de este planeta que utilice la sexualidad como forma de reproducción. Por ello, la inmensa mayoría de las personas resistentes naturalmente al virus del SIDA, por poner sólo un ejemplo, se han encontrado en África. Por ello, si cayéramos en la estupidez de creer o necesitar creer, que existen razas superiores o inferiores, deberíamos admitir que, en varios aspectos, la raza negra es superior a las demás.
Pero aún hay más sorpresas: genéticamente hablando, es posible que
usted se encuentre más cerca de su vecino libanés o paquistaní que
de su otro vecino de su misma nacionalidad. La razón es que el color
de la piel, que tanto nos llama la atención, significa en realidad tan sólo un segmento mínimo de una cadena de miles, y otros muchos segmentos, como la tendencia a ciertas enfermedades, resistencia al dolor, inteligencia, o dureza de los huesos, no son percibidos a simple vista, pero pueden, en su conjunto, ser más comunes en dos personas de extremos del mundo que entre dos cercanas, incluso de la misma comarca.
Son ya muchos los genetistas que afirman que, en vista de los últimos
descubrimientos sobre nuestra especie, no se debería usar entre nosotros el término "raza", pues no se corresponde con la realidad desde el punto de vista científico.


Esto, evidentemente lo desconocen todos los líderes xenófobos y ultranacionalistas actuales como lo desconocían los nazis, aunque a éstos, justo es decirlo, les amparaba en su ignorancia el escaso desarrollo de la genética en aquella época, pero hoy en día no hay más justificación que el fanatismo y/o la ignorancia.


Por otra parte, es bien conocido, y cualquier psicólogo lo puede corroborar, que el racismo suele germinar en personalidades acomplejadas y lastradas con algún tipo de conflicto, nacido posiblemente de un trauma, miedo, o complejo no superado. Son tan sólo enfermos, pero la sociedad puede, y debe, defenderse de las nefastas consecuencias de su enfermedad.

3º ERROR: Las paradojas de la historia.


El tercer error lo cometen esos líderes xenófobos, neonazis o ultranacionalistas por desconocer tanto la historia como las bases de la sociología.
Los resultados de las penúltimas elecciones en la mitad de los países
europeos fueron muy preocupantes, y marcaron el principio de una epidemia que habría que tratar inmediatamente antes de que se extienda.
En al menos doce países, los partidos claramente ultranacionalistas, racistas y xenófobos, han tenido los mejores resultados desde la II Guerra Mundial, normalmente como consecuencia del hundimiento de la socialdemocracia, la misma que, paradójicamente, había construído a lo largo de varias décadas las
"sociedades del bienestar" más ricas y estables de Occidente. Estos son los datos con los respectivos porcentajes de votos: Noruega (22,9%), Austria (28,2%, repartidos en dos partidos), Suiza (29%), Suecia (5,7%), Finlandia (19%, con un crecimiento del 500%), Dinamarca (13,9%), Holanda (15,5%, casi el triple de lo que tenía), Reino Unido (5%), Bulgaria (9,4%), Grecia (5,6%), Lituania (12,68%) y Hungría (16,6%, con un crecimiento del 700%).
Los resultados de las próximas elecciones se esperan aún mucho peores, manteniéndose al margen de esta nueva locura colectiva tan sólo algunos países de la Europa mediterránea, tal vez por contar con mucha más experiencia en cuanto a convivencia y mezcla y asimilación de culturas, ya que son, al fin y al cabo, la cuna de la cultura occidental.

Para todos esos ciudadanos que empiezan a caer nuevamente en la demencia que ya arrasó Europa hace más de ochenta años, la lección se presenta ante sus ojos si aprenden a mirar mediante el análisis de la experiencia y la memoria histórica y no mediante las emociones desbordadas por el miedo o la frustración: Los terroristas no son siempre esos señores de piel obscura y semblante serio que surgieron mágicamente de la mano de la CIA en Afganistán, el peor monstruo puede estar entre nosotros, y puede tener la piel tan clara como turbias las ideas.


El caso de los Estados Unidos es igualmente llamativo: El imperio más grande y poderoso de la historia lo es por haber sabido integrar en una idea común de convivencia a ciudadanos de todo el planeta, aportando cada uno la iniciativa, diversidad y riqueza de su propia cultura de origen.
Aparentemente Europa, lugar de origen de la mitad de sus habitantes, debería ser el bloque más cercano y aliado, pero quienes ostentan el poder en Estados Unidos no olvidan, aunque al parecer Europa sí, que su poder como superpotencia se fraguó en las dos guerras mundiales a costa de la tragedia europea. Si algo temen especialmente los poderes americanos es que la Unión Europea se tranforme en una unión real y dé el siguiente paso histórico lógico, la unión con Rusia, una vez que ha superado ésta su etapa soviética. El resultado sería una potencia tal que sólo China podría igualar, en un futuro, en poder y recursos. De ese temor nació la idea de crear en nuestras fronteras un nuevo tipo de terrorismo que dificilmente llegará a cruzar el Atlántico como una amenaza real, no olvidemos que, "casualmente", Estados Unidos no tiene ninguna frontera con un país musulmán.


Las tragedias ocurridas primero en Madrid y Londres y más recientemente en Bruselas, París o Niza, no son más que sangrientas cortinas de humo que nos invitan a mirar el dedo que señala la luna, pero nunca a la luna, al origen del problema.
La verdadera cara de esas ideologías que señalan al inmigrante, al extranjero, al diferente, como en otro tiempo, no tan lejano, al judío o al disidente político, como el culpable de todos los males, como el chivo expiatorio en quien volcar cualquier frustración individual o colectiva, esconde oscuros intereses de todo tipo, a veces inimaginables para el ciudadanos de a pie.
Por citar tan sólo dos ejemplos entre docenas: La prensa occidental, en su inmensa mayoría en manos de grandes corporaciones, y a la que de libre le queda tan sólo el nombre, demoniza continuamente a los rusos y a Putin, pero los hechos, la evidencia histórica, es que han sido soldados rusos el único ejército occidental que, sobre el terreno, ha puesto sus muertos para detener la vergonzosa destrucción de un país como Siria donde, con sus defectos y virtudes, convivían pacíficamente todas las ramas del islamismo y varias comunidades cristianas. Nunca contará la prensa los mezquinos intereses que se esconden en el origen de esa guerra.
Arabia Saudí, por su parte, una dictadura real donde la mitad de la población, las mujeres, tienen menos derechos que en la Europa medieval, no es, sin embargo, motivo de crítica por parte de la misma prensa, incluso cuando bombardea y destruye a su vecino Yemen, incluyendo hospitales y escuelas, siempre y cuando, claro está, utilice para ello armas estadounidenses, británicas, españolas o francesas.
La lista de ejemplos similares es, por desgracia, tan extensa como vergonzosa . . .
Por ello, debemos estar atentos cuando a diario pretendan saturarnos de noticias y falsas informaciones sobre lo malos que son los musulmanes, pretendiendo que olvidemos que la inmensa mayoría de ellos son gente pacífica, y que también existen grupos integristas, violentos, e incluso terroristas, de ideología cristiana. Seamos cautos cuando, parapetados en oscuros intereses, nos repitan hasta la saciedad lo destructuvo que es el islamismo, una religión tan o tan poco pacífica como el cristianismo, haciéndonos olvidar que hace tan sólo un siglo la situación de la mujer no era mejor en nuestras sociedades occidentales y que ese siglo de retraso de esos pueblos ha estado provocado por el colonialismo británico, francés y actualmente estadounidense. Reflexionemos, antes de empezar a odiar, sobre el origen del problema y el modo de resolverlo, no sobre contra quién dirigir nuestra ira, nuestra frustración o nuestro odio.
El odio, producto de la ignorancia o la enajenación, puede surgir en
cualquier ser humano, como una enfermedad, y no debe ser el aspecto exterior de los individuos, sino los hechos y la base del respeto mutuo, lo que nos sirva para juzgar e intentar comprender la compleja situación en que nos encontramos y los verdaderos artífices de la misma, los intereses ocultos tras ella, a fin de evitar que vuelvan a repetirse errores del pasado.
Aparentemente no podemos hacer mucho, pero aprender a reflexionar, ser tan autocríticos como críticos y desconfiar de cuanto nos dicen los medios de des/información puede ser un buen primer paso para intentar evitar una previsible tragedia.
Porque luego, una vez sembrados el odio y los prejuicios, de poco nos servirá sorprendernos de que vayan llegando al poder individuos de dudosa salud mental que, en unos sistemas de semidemocracia como los nuestros, donde algo tan serio como una declaración de guerra no se consulta a todos los ciudadanos, volverán a regar la historia con dolor y destrucción.
Como suele repetir un amigo inglés residente en Málaga: "Cuando leas un artículo en un periódico o escuches una noticia en la televisión o la radio, averigua antes de juzgar y emitir una opinión quien firma el cheque de ese periodista . . . "


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¿LÓGICO? . . . DÍMELO TÚ

Te emocionas con la visión de un cuadro, la fragancia de un perfume o la interpretación sublime de un aria, pero te deja indiferente el sufrimiento o la muerte de un ser vivo, incluso de un semejante tuyo.
¿Lógico? . . . Dímelo tú.

Condenas religiones, ideologías y filosofías que no te has molestado en estudiar ni conocer, sólo por miedo a ser diferente en un grupo donde la igualdad significa alienación, un grupo, el de tu especie, al que sólo los diferentes han hecho evolucionar a lo largo del tiempo.
¿Lógico? . . . Dímelo tú.

Admites parejas formadas por personas del mismo sexo, pero niegas rotundamente la poliandria o la poligamia, la posibilidad de que una mujer o un hombre puedan tener varias parejas de mutuo acuerdo. Hablas de libertad al mismo tiempo que la limitas, incluso en el plano más íntimo y personal.
¿Lógico? . . . Dímelo tú.

Demonizas algunas drogas, pero sólo algunas, mientras otras las consideras “normales” y hasta las consumes. No dudas siquiera cuando te explican que todas las culturas humanas siempre han tenido sus propias drogas y que eso nunca creó conflicto social alguno hasta que un millonario americano, aliado con la mafia y un grupo de políticos corruptos, decidió, hace ochenta años, y con el único fin de enriquecerse aún más, crear una absurda prohibición que desencadenó una guerra que aún hoy continúa. Pero mantienes tu postura irracional con la certeza de un fanático.
¿Lógico? . . . Dímelo tú.

Riges y decides a diario mil aspectos de tu vida personal, pero permites que otros gobiernen tu vida social, que tomen, una y otra vez, decisiones que sólo a ellos beneficia y a ti te perjudican y arruinan. No sólo no quieres renunciar a una esclavitud impuesta mediante una pésima y obsoleta educación desde la infancia, sino que atacas a cualquiera que petenda ayudarte a quitarte las cadenas.
Dices y te crees libre, pero no buscas la libertad, sino tan sólo amos de diferentes colores ideológicos.
¿Lógico? . . . Dímelo tú.

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DÍMELO TÚ

Hoy paseaba por la arena de la playa, la mar con una inmensa quietud lamía la arena en su ir y venir incesante, sin embargo, a su alrededor y esparcidos en toda su inmensa extensión, yacían los restos de su furia desatada de los últimos días.
Me he sentado en la lontananza de una duna a contemplarla y mi mente se ha hecho una con ella, entre palabras pronunciadas en silencio nos hemos sentido identificadas en nuestras confidencias, hemos sido mucho más que hermanas.
Somos intensamente pasionales, pero por fuera no parecemos bravas...
Los que nos contemplan lánguidas en nuestro ir y venir, solas, se creen con derecho a lanzar en nuestro interior los desechos, piedras, basura, risas, toda su falta de respeto.
Ambas tragamos todas las inmundicias sin mostrar nuestro desasosiego, aunque poco a poco la tristeza y la ira nos hacen enseñar lágrimas saladas que nadie seca, ni observa. Sólo cuando nos ven perder la calma, a la mar con sus olas bravas y a mí, con mi ausencia callada donde grandes surcos salados ensucian mi cara, los que nos contemplan, con miedo se alejan para dejarnos rompernos o romper las cosas solas...
Mi mar ha extendido toda la suciedad guardada en su seno fuera, ha vomitado toda la rabia contenida en su amada arena y de nuevo apacible va y viene con la dulzura de antes, pero ahora no engaña a nadie porque ha dejado esparcidas sus penas y ella ha recuperado su esencia, apasionada, calmada, temible y brava... Yo, mientras me pienso, en estas aciagas fechas, también he mostrado con infinita rabia mi aparente calma, se acabó hacer creer que nada pasa, ahora, como el mar, sólo permanecerá a mi lado quién me acepte brava, apasionada, con arrugas en el rostro que son rastro de mis risas, de mis llantos, que nadie quiera ocultar mis ojeras de cuando la pena me roba el sueño, que no traten de que calle las verdades mías, porque odio las cosas dichas a medias, no tendré razón muchas veces, pero porque la verdad no es blanca o negra, es mi verdad o la tuya o la suya, pero son nuestras y a quienes nos acepten, a veces les tendremos cerca o les daremos la opción de tenerles lejos.
Ninguna de las dos queremos renunciar a nuestra belleza extraña, a nuestra calma o a nuestro tormento... a los que no les gustemos, les invitamos a irse lejos y abrazar las llanuras de margaritas hermosas, serenas, cuerdas y sin trastornos del alma, pero que se rompen cuando las azota el viento, nosotras (la mar y yo) cuando violento sopla, le enfrentamos abrazándole y con pasión le poseemos y así será hasta el final de los tiempos...
María Martín

DÍMELO TÚ

Dame besos, besos, y besos
hasta que caiga la noche
y me atrapes en tu lengua aterciopelada.

Si acaso te espero en la esquina
de la eternidad,
por si pasas...

José María Rico


¿QUÉ FUE DE LOS OVNIS?

Señoras y señores, esto es lo más terrorífico que nunca he presenciado... ¡Espera un minuto! Alguien está avanzando desde el fondo del hoyo. Alguien... o algo. Puedo ver escudriñando desde ese hoyo negro dos discos luminosos... ¿Son ojos? Puede que sean una cara. Puede que sea...” (La guerra de los mundos – H.G. Wells)

El 30 de octubre de 1938 la narración del profesor Pierson (Orson Welles) de la muerte de los invasores puso fin, tras casi una hora, a la de angustiada escucha de más de millón y medio de estadounidenses.
Nosotros, en este país de la piel de toro, estábamos embarcados en una guerra “incivil” a la que aún le quedaba casi un año de vida y mucho tiempo de muerte, teníamos suficiente con el terror de los obuses así es que no nos enteramos de aquello hasta pasados algunos años. Fue a mediados de los 50 cuando el tema de los extraterrestres tomó fuerza en nuestra sociedad y lo hizo con tantas ganas que en la siguiente década los avistamientos de OVNIS ocuparían gran parte de las noticias y los marcianos se harían dueños de una buena franja de la programación tarde-noche de TVE (entonces la tele no era eterna) con series como Los invasores o Rumbo a lo desconocido y dibujos animados como Los supersónicos. El interés se prolongó hasta bien entrados los 80 trayéndonos a V, Doctor Who, Alf,en clave de humor, y ese indestructible guiño cinematográfico capitaneado por un emotivo E.T. más bueno que el pan cuyo comportamiento chocaba con lo que nos habían contado de aquellos seres malignos procedentes de un planeta maldito que llegaban a nuestra casa con la única misión de extinguir a la raza humana. Porque eso fue lo que nos contaron inicialmente y lo que nos confirmó, ya metidos en los 90, Expediente X.

Los tripulantes de las extrañas naves que se divisaban habitualmente en zonas desérticas, eran seres que habían destruido su hábitat y buscaban un lugar en el que poder vivir; una vez encontrado el territorio adecuado la única opción era dejarlo limpio de polvo y paja e instalarse cómodamente. Nuestro amado planeta azul resultó ser su tierra prometida, de modo que tenían que estudiarnos a fondo para preparar una ágil y económica estrategia de extinción, así es que mala suerte para quien a las tres de la madrugada se topara en una carretera comarcal con un objeto no identificado porque de seguro sería abducido y sometido, en un habitáculo atestado de seres sin sentimientos y sin voz, a experimentos terribles que le dejarían afectado de por vida si es que tenía la suerte de salir vivo de allí.

Hace tiempo que no hablamos de OVNIS, posiblemente los extraterrestres se hayan cansado de nosotros, ya no quieran bañarse en nuestros mares contaminados o les asuste abducir a un individuo con el aspecto de Donald Trump; las noticias no nos cuentan nada sobre seres que quieran vivir en la Tierra, al contrario, nos informan de que somos nosotros los que acariciamos el sueño de marcharnos a vivir a Marte porque aquí no hay dios ni extraterrestre que viva. Se me ocurre pensar que allá por 1956 Don Siegel, en su película La invasión de los cuerpos, dejó caer una advertencia a través de la palabra de los invasores: “Hacemos lo mismo que los humanos, agotamos los recursos del mundo y los consumimos. La diferencia es que nosotros lo hacemos más rápido y de forma más eficiente.” 
Creo yo que los humanos les hemos tomado la delantera a esos infelices.

Madrid, 2 febrero 2017
Victoria Blanco



¿QUÉ FUE DE LOS OVNIS?

Se dice que es saludable, enriquecedor y recomendable tener amistades de todas las ideologías, filosofías e incluso religiones, debatir comparando diferentes formas de mirar la vida en vez de encerrarnos en la extraña y muy frecuente costumbre de reunirnos sólo con quien comparte nuestra forma de entender la vida, excluyendo al resto con un más o menos rotundo “No comprenden nada”.
Además de en ideologías políticas, religiones y equipos de fútbol, creo que en pocos temas se nota más esa polarización de las ideas que en el de los OVNIS y sus supuestos tripulantes extraterrestres.
Tanto me asombran las posturas de un extremo como las del contrario, la de quienes ven la mano extraterrestre en cada paso dado por nuestra especie a lo largo de su historia evolutiva como las de quienes niegan la existencia de esos vecinos galácticos entronándonos a nosotros, tan sólo una especie más de primates medianamente evolucionados, a la categoría de caso especial y único en un universo que, según vamos conociéndolo, cada día nos muestra sorpresas inimaginables hace tan sólo unas décadas.
Personalmente, ni creo que todo objeto volador no identificado sea evidencia de la supuesta visita de vecinos de nuestra galaxia u otra, ni que las docenas de entrevistas que he visto de testimonios de individuos de todo tipo narrando sus extrañas experiencias de encuentros con otros seres supuestamente extraterrestres puedan ser catalogadas como alucinaciones o consecuencia de algún tipo de desequilibrio mental. Entre ellas, las más interesantes, sin duda, las de personas completamente escépticas sobre la existencia de vid extraterrestre hasta ese momento del encuentro o contacto.
Un dato tan sólo, que sé que me condenará a la etiqueta de “creyente”, pero que no es más que un hecho astronómico objetivamente científico: Si llenamos una piscina olímpica de arena, cada uno de esos granos de arena correspondería a una estrella de, y sólo de, nuestra galaxia, una más entre, como mínimo, 100.000.000.000 de galaxias del universo conocido hasta ahora por nosotros.
Creer que entre esos millones de estrellas, hablando sólo de nuestra galaxia, hemos sido un caso especialmente único no deja de asombrarme como uno de los gestos que no sé muy bien si catalogar de infantil ingenuidad o de sonrojante arrogancia intelectual, posiblemente consecuencia de milenios dominados por nuestro primitivo pensamiento mágico religioso, con apenas unos años de pensamiento científico (sí, va por tí, apreciado hermano).
Prefiero mantener cautela sobre los posibles contactos que ha habido entre nuestra especie y nuestros vecinos, pero no albergo la menor duda sobre el desarrollo de la vida, en miles o millones de formas inimaginables para nosotros, a lo largo y ancho de lo que llamamos universo.
Para terminar, me gustaría plantear una hipótesis que he comprobado que pone muy nerviosas a personas de todas las ideologías y creencias, supongo que por lo bien alimentados que mantenemos nuestros egos: ¿Y si este planeta, con una especie tan primitiva como arrogante, la nuestra, incapaz siquiera de conservar el entorno que le proporciona sustento, una especie que se autodenomina “Reyes de la creación” al tiempo que se cree especial en un universo cuyas dimensiones no puede ni concebir, si este planeta, digo, no fuera más que una granja de otra u otras especies, que posiblemente se alimentarán de la energía desprendida por nuestras emociones, sean éstas constructivas o destructivas? Si nosotros nos alimentamos de especies a las que consideramos menos evolucionadas, ¿no tienen el mismo derecho otras especies a hacer lo propio con la nuestra?
En fin, apreciados, primitivos y emocionales terrícolas, bienvenidos a esta hermosa granja azul . . .

Nekovidal- nekovidal@gmail.com
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