VOCES
entre VOCES
El
largo plazo es una guía engañosa para los temas de actualidad. A
largo plazo todos estaremos muertos. John
Maynard Keynes (1883 - 1946), economista británico
TEMAS
TERTULIA 15-7-2016
BRINDIS
BOLA
DE CRISTAL
CARTA
DE DESPEDIDA
VOCES
entre VOCES
Si
crees que a nadie le importa si estás vivo, prueba a no pagar las
letras del coche.
James
Harold Wilson (1916 - 1995), político laborista británico y primer
ministro dos veces.
TEXTOS
TERTULIA 8-7-2016
¿POR
QUÉ VINO EL VINO?
CLIENTE
FIJO
CUALQUIER
COSA
¿POR
QUÉ VINO EL VINO?
¿Por
qué viene el vino a sacar lo mejor y lo peor de las personas?
¿Por
qué vino el vino, siendo noble como es, a ser la droga sacramental
de la que terminó siendo la más agresiva de las religiones
occidentales?
¿Por
qué se llama simposium a una reunión de elementos engreídos que
creen ser expertos en un tema, cuando era originalmente una saludable
reunión de amigos para disfrutar y compartir la alegría y sabiduría
que conlleva libar unas cráteras de vino?
¿Por
qué vino el vino a tejer alianzas y pactos con Morfeo y no con
Afrodita? Jodido vino peleón . . .
¿Por
qué vino el vino, preguntas, Irene? Pues porque se enteró de que en
el Vinoleto había nacido algo parecido a una tertulia y sabe que
ninguna está completa sin su presencia.
Nekovidal
- ARTES LIBRES - nekovidal@gmail.com
CLIENTE
FIJO
CUANDO
YO DESAPAREZCA
Cuando yo desaparezca de vuestras vidas
quizás me convierta en una pequeña luz
en la lejanía.
Pero será cuando yo desaparezca.
Cuando esté en el olvido para vuestras vidas
quizás la brisa del jazmín os lleve a algún
recuerdo mío.
Pero será cuando esté en el olvido.
Ese día en que desaparezca, ya está en camino.
Y nada lo detendrá, porque así está
escrito en el destino.
Cuando yo desaparezca de vuestras vidas…
Ay! Cuantos lamentos y paños,
Derrochareis por mi falta de ausencia.
Cuando yo desaparezca, todo
Quedará en el olvido.
José
María Rico
CLIENTE
FIJO
Una
vez me lo contaron como una anécdota real, otra como un simple
chiste, puesto que la realidad siempre supera a la ficción, supongo
que puede haber sido ambas cosas. Me limito a contarlo tal y como lo
oí:
Un
hombre tenía la extraña costumbre de llegar a un bar y pedir
siempre dos copas, bebiéndose ambas.
Día
tras día repetía su extraño ritual hasta que al cabo de un tiempo,
habiendo ya confianza, pues se le consideraba un cliente fijo, el
camarero se atrevió a preguntar: “Disculpe, ¿por qué pide usted
cada día dos copas en vez de pedir una a una las que quiera beber?”
“Mire,
es que yo tengo un amigo al que aprecio como a un hermano, vive y
trabaja al otro lado del mundo, en América, y al partir nos
prometimos que siempre que nos tomáramos una copa en un bar
pediríamos dos, una para cada uno, y las beberíamos en recuerdo de
nuestra amistad”.
“Ah,
comprendo, una gran amistad sin duda”, respondió el camarero.
Al
cabo de un tiempo, el hombre llegó un día al bar a su hora habitual
y pidió sólo una copa. El camarero, preocupado, le preguntó: “¿Es
que le ha pasado algo a su amigo?”
“No,
está bien, hace un par de días recibí carta suya, es que esta
mañana he ido al médico y me ha dicho que tengo que dejar de
beber.”
Nekovidal
- ARTES LIBRES - nekovidal@gmail.com
CUALQUIER
COSA
SIMPLES PALABRAS
No
son silencios las palabras
que
desprenden rencores
y odios
Precisamente
no son silencios
aquellas
que emanan destrozos
y
derrumban esperanzas
en ellas.
Pero
sí
son las de silencios
Las
que “aman”
Las
que sólo con una mirada
Desprenden
paz , armonía
Seguridad
en sí mismas.
Son
aquellas tan simples
que
sin escucharlas…
Te
enamoras.
José
María Rico
¿CUALQUIER
COSA?
MARIPOSAS
De colores son las mariposas.
Van llegando en el momento del silencio
donde la soledad de mi corazón alberga el alma
donde el estrés desaparece, y comienza ya a
asomar la calma.
Versos y letras que vuelan por el aire
esperando a su turno para ser colocadas
son como las mariposas de mil colores
que ninguna de ellas quieren ser atrapadas
por la pluma de esta aprendiz de poeta.
Y sólo ellas en su intenso vuelo rasante
todas y cada una de ellas acarician mi corazón
y mi alma, algunas quieren hablar de mil amores
alguna otra del sol brillante y la luna plateada
muchas de ellas de penas, sinsabores
y de alegría y fiesta, las más osadas y atrevidas.
Interrogaciones, puntos, comas, vocales y consonantes
vuelan hasta la morada de mi mente y yo sólo
uso como pluma para escribir mis sentimientos donde
voy mojando en la tinta que no es otra que la sangre
que de mi corazón brota, mientras sigo intentando coger
las mil y una mariposas y por colores ordenarlas
dentro del ¡¡¡CORAZÓN de mil colores!!!
De colores son las mariposas.
Van llegando en el momento del silencio
donde la soledad de mi corazón alberga el alma
donde el estrés desaparece, y comienza ya a
asomar la calma.
Versos y letras que vuelan por el aire
esperando a su turno para ser colocadas
son como las mariposas de mil colores
que ninguna de ellas quieren ser atrapadas
por la pluma de esta aprendiz de poeta.
Y sólo ellas en su intenso vuelo rasante
todas y cada una de ellas acarician mi corazón
y mi alma, algunas quieren hablar de mil amores
alguna otra del sol brillante y la luna plateada
muchas de ellas de penas, sinsabores
y de alegría y fiesta, las más osadas y atrevidas.
Interrogaciones, puntos, comas, vocales y consonantes
vuelan hasta la morada de mi mente y yo sólo
uso como pluma para escribir mis sentimientos donde
voy mojando en la tinta que no es otra que la sangre
que de mi corazón brota, mientras sigo intentando coger
las mil y una mariposas y por colores ordenarlas
dentro del ¡¡¡CORAZÓN de mil colores!!!
María
Martín
CUALQUIER
COSA
Cualquier
cosa es por lo que discuten, aparentemente al menos, en la mayoría
de los parlamentos.
Cualquier
cosa puede dar lugar a una disputa en una pareja que, aparentemente
también, se aman.
Por
cualquier cosa discuten los niños, cuestiones aparentemente
pueriles. . . .
Cualquier
cosa pueda dar lugar al inicio de una guerra, la vanidad y el orgullo
de un par de reyes dementes y hasta un simple partido de fútbol.
Cualquier
cosa te puedes encontrar caminando por cualquier calle: Una moneda
que, si está de cara, dicen, te traerá suerte, un paquete de tabaco
con algo de droga dentro, un anillo, una cartera, una navaja, una
carta sin remitente ni destinatario o el amor de tu vida, cualquier
cosa, incluso la muerte.
Cualquier
cosa es, precisamente, eso, cualquier objeto o idea de valor
incierto, cualquiera de los miles de elementos, gestos y actos que
van componiendo nuestras vidas.
Lo
triste es que en medio mundo, hoy en día, la vida humana sea poco
más que eso: Cualquier cosa.
Nekovidal
- ARTES LIBRES - nekovidal@gmail.com
¿UTOPÍA?
El
desencanto universal con el sistema político, que caso tras caso
demuestra ser corrupto e ineficaz hasta el cansancio, nos vuelve una
y otra vez sobre la pregunta ¿Cómo elegir a los mejores? Mas allá
de que es difícil siquiera definir mejores, ¿mejores en qué?,
subyace en la pregunta la idea de que el sistema funciona, que son
los hombres los que fallan, y con ello la esperanza de que aparezcan
“los salvadores” a rescatarnos.
El
desastre universal que vivimos debería llevarnos a pensar que no es
así, existen en el propio sistema, son inherentes a él, factores
que hacen a su mal funcionamiento, no hay manera de hacerlo andar
bien.
Quienes
así opinamos, pensamos que deberíamos gastar mas energía en
decidir que hacer, en lugar de gastarla en elegir a quienes decidan
por nosotros y en ese sentido miramos con buenos ojos la idea de una
Democracia Directa.
Pero
los más veteranos en estas lides hemos aprendido, a fuerza de
golpes, que nos enfrentamos a un gran problema, a la mayoría de los
ciudadanos no les interesa la cosa pública, prefieren delegar,
llegados a su casa tras las labores diarias se sientan a ver TV y no
están dispuestos a informarse, discutir y decidir responsablemente,
prefieren el ocio, un ocio que, al cabo de los años, les acaba
resultando carísimo.
En
resumen, los directistas (partidarios de la democracia directa)
cometimos el mismo error que los reprensativistas (partidarios de la
democracia representativa, el sistema vigente actualmente): idear un
sistema que funciona con personas que no existen. De igual forma que
no contamos con un conjunto suficiente de hombres probos y
capacitados para gobernar, tampoco hay una masa crítica de
ciudadanos informados e interesados, dispuestos a dar su tiempo
desinteresadamente.
Para
complicarlo mas aún, decidir todo entre todos, para sus detractores,
tiene sus riesgos, entonces se proponen diversas formas de voto
calificado, una idea muy antigua, excluir a los iletrados, a los
tontos y ¿por qué no, ya que estamos, a los pobres, a los negros, a
los judíos, y un pasito más a los homosexuales y, ya que estamos,
nos libramos también de las mujeres?
Suena
conocido ¿no? En la medida en que todos sufrimos los resultados de
las decisiones tomadas por la clase política, sea cual sea su
ideología, es evidente que todos debemos tener el derecho de decidir
sobre la cosa pública. Lo que sí es aceptable es que no sea una
obligación, es decir, que a quienes no les interese, se
autoexcluyan, evitando así los desvíos que produce la manipulación
sobre quienes no se informan.
Siguiendo
con esta línea de pensamiento, planteamos la siguiente cuestión:
¿recuerdan que alguien les haya preguntado si desean ser
representados?, ¿recuerdan haber firmado una Cesión de Derechos a
favor de cualquier tipo de representantes políticos?, ¿no es más
bien que el sistema nos obliga a votar por ellos y sólo podemos
expresar nuestra disconformidad mediante el voto nulo?
Sucede
que “LA DEMOCRACIA” no es otra cosa que la democracia
representativa, se asume que la representación es su forma normal,
natural, mientras que la democracia directa es considerado algo de
los antiguos griegos y de anarquistas trasnochados.
En
otras palabras, se asume que delegar el derecho a decidir sobre la
cosa pública, sobre la propia vida social, es lo normal, de hecho,
nadie lo cuestiona, posiblemente como consecuencia de sistemas
educativos creados y controlados por los mismos que pretenden
perpetuarse en ese status quo como en otro tiempo, y durante
milenios, lo hizo la aristocracia, no
hay un sólo trabajo donde quede claro que es un Derecho que nos han
conculcado.
Hoy
vivimos la era de la reivindicación de nuestros derechos, incluso en
áreas hasta hace poco impensadas, la igualdad de género, por
ejemplo, pero nadie parece reparar en el hecho de que un derecho
fundamental, como es decidir sobre la cosa pública, está
restringido a elegir a quienes lo harán por nosotros, con un
mecanismo bastante deficiente por cierto, y un par de elementos de
democracia directa muy difícilmente aplicables dada los mecanismos
implementados.
Hemos
revolucionado el mundo de los derechos hasta un punto en que un
travesti puede estar al frente de una oficina pública, no es
impensable que en un futuro sea presidente, pero no hemos logrado
algo tan simple como tener derecho a decidir sobre el farolito que
ilumina (o no) la calle enfrente a nuestra casa o si queremos que la
marihuana se venda libremente o no.
Creo
que es hora de exigir la revisión de ese contrato nunca firmado,
exigir nuestro derecho a autorepresentarnos políticamente, como ya
existe, por ejemplo, a nivel judicial. Eso no va en detrimento de
quienes quieren seguir siendo representados, allá ellos, pero
nosotros desconocemos ese contrato y exigimos su inmediata
suspensión, con la correspondiente devolución de nuestro derecho a
decidir.
Se
preguntarán ahora: ¿Y cómo se hace eso? Bueno, habrá que debatir
e instrumentarlo, quizás se requiera de reformas constitucionales,
pero el primer paso ha de ser, incuestionablemente, el debate, como
hace tan sólo un siglo lo hubo, y mucho, sobre el derecho a votar de
la mitad de la Humanidad, las mujeres. Un método sería que todos
los que así pensamos firmemos una declaración jurada de adhesión a
un sistema alternativo, que supondría abstenernos de votar en las
elecciones e integrarnos en una Asamblea Virtual de Ciudadanos, cuyo
voto valdría la cuota proporcional de los representantes sustituidos
por los ciudadanos que quisieran asumir tal derecho. Eso comenzando
con el poder legislativo, de ser exitoso se podría extender a los
demás.
Dicho
de otra manera, supongamos que en cierto país cada diputado
representa 50.000 votantes, asumamos que 150.000 se suman a este
sistema, bueno, hay 3 diputados menos (que además son 3 sueldos
menos) y su voto es el voto de esa Asamblea, lo que ese grupo de
ciudadanos libremente decidieran sobre sus vidas.
Cuantos
más ciudadanos exijan la devolución de su soberanía, más directo
será el sistema, sin afectar a aquellos que quieran seguir siendo
representados.
Mencionamos
esta idea no porque sea la mejor, sino a modo de ejemplo, el método
se verá en su momento, lo que debemos lograr primero es ponernos de
acuerdo sobre el fondo de la cuestión, ¿QUEREMOS O NO QUE NOS
DEVUELVAN NUESTRO DERECHO A DECIDIR?... Queda planteada la pregunta.
Agradecemos
cualquier colaboración y participación en este debate.
Eduardo
Abenia <eduardo@abenia.net>
DEBATE
(Debate
escrito, el verbal se perdió en la noche de Nerja, entre vino y
bocanadas de humo. Difícil adivinar cual de los dos será eterno.)
Victoria
Blanco:
Totalmente
de acuerdo con Eduardo.
Yo
quitaría las interrogaciones al título porque las utopías
cosmopolitas se vienen reclamando desde que una cabeza pensante
vio que el poder se aprovechaba de todo y de todos, pero para
llevarla a cabo habría que permitir que todas las personas
desarrollaran sus capacidades intelectuales, cosa que JAMÁS van a
permitir; en 1497 Savonarola lo dejó claro con la hoguera de las
vanidades.
El
pragmatismo desde John Dewey , padre de la pedagogía
progresista, hasta Richard Rorty, luchador incansable por la
igualdad de derechos humanos, ha tratado de promover, al mismo
tiempo, la crítica y la responsabilidad mediante una división entre
lo privado y lo público, dejando al ámbito privado las demandas de
auto-creación, de transformación, de crítica radical y al de lo
público las demandas relativas a la solidaridad, la responsabilidad,
la reciprocidad, la eliminación de la crueldad y la humillación.
Pero
no hay modo de establecer entre ellas una división fácil para
integrar en el mismo "paquete", por un lado, nuestros
deseos de solidaridad y justicia social y, por otro, nuestras más
queridas peculiaridades privadas. No hay manera de conseguir una
unión coherente entre leer libros que nos golpean y descolocan y
ayudar a los desfavorecidos, entre mis personales manías
intelectuales y mi implicación con la mejora del mundo real.
Conseguir
respeto recíproco y solidaridad, a la vez, cada vez está más lejos
de ser una probabilidad, ya se encargan, ellos, los que mandan, de
llenarnos la cabeza con necesidades que no tenemos y con odios que no
nos corresponden para que, entre guerra y guerra de peones, crezcan
sus beneficios.
Un
abrazo a todos y gracias por ayudarnos a seguir pensando y sintiendo.
Victoria
Blanco
Nekovidal:
La
tiranía de la costumbre se impone en nuestras mentes como ni
acertamos a sospechar siquiera. La propuesta de Eduardo es de tal
peso lógico que ningún político de cualquier color ideológico
puede oponerse o rebatirla sin faltarnos al respeto a los ciudadanos,
sin decirnos a gritos o mediante estudiados eufemismos que no somos
más que un rebaño de imbéciles incapacitados para ejercer nuestras
más elementales funciones sociales, incapacitados para decidir sobre
nuestras propias vidas.
Pero
no lo harán, recurrirán a disculpas y discursos vacíos para
mantenernos pasivos, frustrados, miedosos, todo lo necesario para que
nada cambie mientras cada cuatro años todos los profesionales de la
mentira seguirán prometiendo un cambio que nunca llegará de su
mano, el juego perfecto, que todo aparente cambiar para que todo siga
igual.
Que
jueguen con nuestro dinero, fruto de nuestro trabajo, dilapidándolo
en sus vergonzoso juegos sangrientos es terrible, que jueguen con
nuestras ilusiones es triste e indigno, que nos tomen por imbéciles
es el resultado lógico de la inercia en que nos han educado y
domesticado, que nos digan que vivimos en sociedades libres es un
monumento al cinismo.
La
filosofía a la que nos invita esa élite privilegiada que elige, un caso único, sus
propios sueldos y condiciones laborales no siendo más que nuestros
empleados, es evidente: Opina, pero obedece.
Ante
propuestas como las de Eduardo tendrán que dar un paso más,
quitarse parte de la máscara y decirnos a la cara: Votadnos,
imbéciles, creed en la falacia de nuestros argumentos, ni se os
ocurra pretender poseer el derecho inalienable a decidir sobre
vuestras vidas, fuisteis criados como esclavos y como esclavos
viviréis, convencidos de que sois libres, los esclavos perfectos, ya
no necesitamos perseguiros, encarcelaros y mataros como a vuestros
abuelos y abuelas, vosotros lo haréis mientras creéis comprender
como funciona todo, mientras repetís cuanto queremos que repitáis.
Y
al que se resista ya nos encargaremos nosotros de desprestigiarle,
humillarle y llamarle idealista, siempre ha funcionado hasta ahora,
repetiremos miles de veces nuestras mentiras a través de nuestra
prensa, casi toda, y seréis vosotros mismos quienes os encargaréis
de lincharle.
Votad,
ilusos, votad . . .
Nekovidal
Así puede salvarte la vida el amor por la palabra escrita
Leer y escribir a mano no es solo una inversión en inteligencia. Hasta la depresión tiene miedo de los libros
"Siempre
me había considerado un amante de la lectura, pero hace unos años
constaté que existía una gran diferencia entre que te gusten los
libros y que los necesites. En mi caso, me identifico con las
personas que dependen de los libros para disfrutar de una vida
plena”. Es el testimonio que acompaña al escritor Matt Haig
(Sheffield, Reino Unido, 1975) desde que a los 24 años cayó en una
depresión que superó gracias a la lectura y la escritura. Sus
miedos, esperanzas y satisfacciones fueron sintetizadas 15 años más
tarde en el reciente libroRazones
para seguir viviendo (Seix
Barral), que Haig escribió porque, afirma, “las palabras, a veces,
realmente pueden liberarte”.
Libros contra el ombliguismo
Aunque
leer o escribir puede que no sean el antídoto mágico a la
infelicidad o la depresión, lo cierto es que cuando Haig habla de
libros, lo hace desde un agradecimiento sincero, casi reverencial,
por haberle devuelto las ganas de vivir. Pero, ¿cómo pueden
salvarnos la vida? Parece que el quid de la cuestión reside en cómo
y dónde ponemos el foco de nuestra atención. Al menos, así lo cree
Haig: “Cuando leía no pensaba en otra cosa. Me di cuenta de que
los límites del mundo (mi mundo) iban mucho más allá de aquellos
que mi mente había levantado. Leer me distraía, me calmaba. Y al
escribir sentía como si mis pensamientos fueran más lento de lo
normal”. Una observación en sintonía con la visión que apunta
Rita Otero, psicóloga y coordinadora del taller de psicoescritura
en Minerva
Psicólogos,
quien identifica la ralentización del pensamiento como una de las
virtudes de la escritura: “El movimiento articular de la mano a la
hora de escribir tiene una velocidad mucho menor que nuestros
pensamientos, y esto favorece el desarrollo de ideas más serenas y
meditadas”.
Leer
ficción mejora la facultad de entender y predecir emociones y
pensamientos en los demás
El
investigador Facundo Manes corrobora estas teorías desde el punto de
vista de la neurología. “La escritura manual, al ser más lenta,
nos obliga a sintetizar y reorganizar la información”. Según el
neurocientífico, “un estudio reciente llevado a cabo por Pam
Mueller y Daniel Oppenheimer, publicado en la revista Psychological
Science, estudió
las diferencias entre escribir a mano o en el teclado de un
ordenador. Los investigadores pidieron a un grupo de universitarios
que tomara nota de una charla TED, la mitad a mano y el resto con
ordenador. Los resultados evidenciaron que los primeros transmitieron
mejor comprensión conceptual de la información, y quienes
escribieron en el ordenador la transcribieron de manera más literal
y mostraron menor comprensión. En otro estudio, las investigadoras
Karin James y Laura Engelhardt, de la Universidad de Indiana (EE UU),
demostraron que la escritura manual favorece el aprendizaje: los
alumnos que toman apuntes a mano recuerdan más y logran una
comprensión más profunda de los contenidos.
Leer, mejor en voz alta
La
psicóloga Otero también comparte las bondades de la lectura. Pero
señala una interesante distinción entre las terapias narrativas.
Por un lado, existe una corriente que ve en la escritura un acto
terapéutico per
se, y
por otro, la tendencia (que ella defiende), que estipula que para que
sea realmente curativa, debería ir acompañada de su lectura en voz
alta a otras personas ajenas al texto. “A lo largo de los años he
podido comprobar cómo leer en voz alta a los compañeros de taller
tiene un efecto positivo e inmediato en aspectos tan importantes como
la empatía, el apoyo mutuo, la comprensión y el fortalecimiento de
las relaciones interpersonales”. Aspectos relevantes, pero no menos
que la información que se desprende de “los quiebros e inflexiones
de la voz o los cambios de velocidad que se producen en ciertos
párrafos”, apostilla.
Sea
en voz alta o para sus adentros, Matt Haig explica que mientras
sufrió depresión y volvió a casa de sus padres devoraba todo tipo
de libros tanto de ficción como de no ficción. Como buen
“adolescente pródigo” leía, entre otros, El
guardián entre el centeno (J.
D. Salinger) o Rebeldes (Susan
E. Hinton). Solo tenía (y mantiene) una excepción: jamás tocó
libros en los que apareciera el suicidio. “Pensaba que si leía las
historias de Ernest Hemingway o Sylvia Plath acabaría como ellos”.
Según
un estudio publicado en 'Psychological Science', tomar apuntes a
ordenador limita la comprensión
Emociones casi reales
Cuando
Haig escribió su libro tenía muy claro que quería mostrar el lado
más positivo de su experiencia: “Empecé a narrar mi historia
desde abajo, partiendo del momento más difícil y duro. A partir de
ahí, la cosa solo podía mejorar”. Escribirlo, pero sobre todo
plasmar sus pensamientos hace tres lustros cuando trataba de salir de
la depresión, le permitió llevar a cabo una valiosísima descarga
emocional. Como dice la psicóloga Rita Otero, “el papel no juzga,
escucha en silencio, permite volcar en él todo aquello que necesita
ser expresado”.
El
neurólogo Facundo Manes confirma que la lectura puede ayudar a
superar situaciones difíciles. Se basa en estudios como el realizado
con más de 4.000 adultos en la Universidad de Liverpool (Reino
Unido), que demostró que las personas que leían regularmente tenían
menores sensaciones de estrés y depresión que aquellos que no leían
con regularidad. “Cuando leemos se activa toda nuestra maquinaria
cerebral, lo cual incluye no solo las áreas asociadas al lenguaje y
a la memoria, sino también a nuestras experiencias en general y a
nuestras emociones”.
Especialmente
interesantes son las conclusiones de ciertas investigaciones, que
menciona Manes, y que demuestran “que cuando leemos acerca de una
experiencia se activan las mismas áreas cerebrales que se activarían
si la estuviéramos viviendo realmente. Por ejemplo, cuando leemos
verbos de acción como 'correr' o 'comer', se activan las mismas
áreas que nos permiten mover los pies o la boca, o cuando leemos
palabras como 'jazmín' se activan las especializadas en el
procesamiento olfativo”.
Otro
estudio publicado en Science reveló
que quienes leían novelas de ficción mejoraban su capacidad de
entender y predecir emociones y pensamientos en sus congéneres.
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