domingo, 4 de junio de 2023

 

VOCES entre VOCES


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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD


5 poemas de Luciana Jazmín Coronado

15 Mar 2023

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JUAN DOMINGO AGUILAR



5 poemas de Luciana Jazmín Coronado

Luciana Jazmín Coronado es una poeta nacida en Buenos Aires en 1991. Es licenciada en Letras por la UBA. Publicó dos poemarios: La insolación (Viajero Insomne, 2014) y Catacumbas (Valparaíso, 2016), ganador del I Premio Hispanoamericano de Poesía de San Salvador. Obtuvo la beca de creación artística Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores (Córdoba, España, 2017) y la Residencia de Escritores de la UNESCO y la UGR (Granada, España, 2019). Parte de su obra ha sido traducida a diversos idiomas y publicada en antologías y revistas literarias internacionales. Presentamos una selección de tres poemas de Los hijos imperfectos, su próximo libro que será publicado en 2023 por RIL Editores en España y por Modesto Rimba en Argentina, y dos textos de Catacumbas.

***

QUIÉN

¿Quién está desesperado?
¿Quién deja morir el paisaje
y arrima el sol
hacia la hora donde no se dice
ni se contempla
el temblor del sitio donde nacimos?
¿Quién pide deseos
sobre el hoyo olvidado
en las alcancías del mar?
¿Quién abraza el castigo
de partir sin volver,
de un viento que ya no estremece
ningún pétalo?

***

REZO

Invoca la pureza antigua.
Acepta que no puedes permanecer.

No te arranques
de tu yo, de tu último rezo.

Mira a tu planeta suelto en el oleaje, mira
la piedra del mundo envuelta en la desmemoria.
Junta a los santos, pídeles
que pronuncien los nombres sobre las cunas. 

Haz de tus ojos alguaciles de oro, observa
las palabras
hasta pulverizar la verdad. 

Para entrar en la fe
debes ser un retazo cosido en movimiento,
un lunar
en un desierto de carne fría.

Deja que los frutos crezcan a la misma hora.
Primero serán detalles, luego caerán todos juntos:
se abrirán, como limbos, sobre los azulejos.

***

FANTASÍA

Cuando extirpen mi árbol
saldrán insectos a borbotones,
quedará una capa de larvas blancas
como crías de ángel a la intemperie.

***

SOY LA ALQUIMISTA

cuando me abandona
papá muere

luego revive
es una flor nocturna
se le alargan los pétalos
como billetes gruesos
y me abraza
dejándome la sombra

a papá lo mato y lo revivo
soy su alquimista

papá tiene que morir en el viento
ya hice varias mutaciones
de un resto logro una joya

papá debe morir ser piedra dejar de ser pantera
no a los ojos felinos no a la astucia

papá ya no es porque de tanto mentir
fue árbol le cosieron la boca

***

DIÁLOGO

¿Qué haces?
—Quiero entregar mi cuerpo.

¿A quién?
—A un punto de la noche.

¿Y pedirás deseos?
—No.

Ahora estás estupefacta, sin cara.
—Tengo frío de mí.

¿Y qué es lo que queda?
—Quedo yo
incorpórea
elemental como el vértigo.

¿Y qué harás después?
—Seré otra cosa.

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TEMAS TERTULIA 9-6-2023

GRACIAS

LUCES Y SOMBRAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



TEXTOS TERTULIA 2-6-2023

CASOS O CAOS DE COSAS.

LO SABÍA.

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

CASOS O CAOS DE COSAS


La música es música porque tiene silencios -sin ellos sólo sería un ruido infernal-, que la danza hace visibles, la respiración pausas y la acción de caminar momentos de inmovilidad; lo mismo ocurre en la comunicación, para crear un compás amable deben existir momentos de escucha activa. Camus decía que «El silencio es la conversación de las personas que se quieren. Lo que cuenta no es lo que se dice, sino lo que no es necesario decir»; demasiado romántico para un existencialista, aunque él no se sintiera identificado con ese movimiento. pero interpretar el silencio ajeno está lleno de peligros, en mi opinión esta frase es un arma de doble filo.


El pensamiento humano es caótico. Está demostrado científicamente que no tenemos control sobre él casi la mitad del tiempo de vigilia, un tiempo en el que va y viene a su antojo paseándose por el pasado y el futuro, por el presente no, ya que el presente no puede ser pensado, sólo puede ser vivido; de modo que si nos arriesgáramos a seguir la idea de Camus, esto es interpretar el pensamiento ajeno, no estaríamos haciendo otra cosa que instalarnos en nuestras emociones, bien balanceándonos plácidamente o bien empuñando una ballesta, según nuestro estado de ánimo.


Muchas parejas, amistades y relaciones familiares se han destruido por no mantener una conversación a tiempo, una puesta en claro del porqué y el cómo, no tanto para imputar al otro como para explicar nuestro sentimiento con relación a algo concreto. Si bien hay quien mantiene la teoría de que el tiempo todo lo cura, yo no lo creo así, más bien estoy convencida de que si no hablamos, aunque olvidemos el hecho, no olvidaremos la emoción que provocó en nosotros y ésta germinará al compás de nuestro caótico pensamiento dando a luz una composición unilateral de lo ocurrido que conllevará un comportamiento acorde.


Algo parecido al cuento de aquel individuo al que, en el tiempo en que aún no había móviles, una noche cerrada se le pinchó una rueda del coche en medio de la nada y no llevaba el gato mecánico; al fondo del camino vio la luz de una vivienda aislada y se dirigió caminando hacia ella; durante la caminata el tipo iba rumiando una posible respuesta de los habitantes de aquella casa ante su petición de ayuda, rumias en las que lo negativo fue ganando peso a cada paso; cuando llamó a la puerta y abrió un tipo adormilado que amablemente le dio las buenas noches y le preguntó qué deseaba, él respondió: «sabe lo que le digo, que se meta el gato por donde le quepa».


Más de una vez me he descubierto actuando, de palabra o de obra, en base a pensamientos desordenados y sombríos que he fabricado alrededor de una situación no verbalizada y no resuelta en el momento oportuno, haciendo tan veraces y tan míos los sentimientos generados a raíz de ese caos mental que pasado un tiempo se hace muy difícil, casi imposible, ver y sentir la historia de otra manera. Abogo, sin dudarlo, por esos tiempos de silencio que evitan una respuesta inapropiada o demasiado contundente y el daño que ocasionan, pero de ahí a creer que podemos organizar correctamente en nuestra cabecita lo ocurrido entre dos o más personas hay un abismo.


¡Somos un caso! Tenlo en cuenta y no permitas que el caos de tus pensamientos te lleve a hacer cosas que arruinen aquello que has ido construyendo con tiempo y cariño.


04/junio/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


CASOS O CAOS DE COSAS.

En las grandes ciudades, disfrazado de simple prisa, el caos se extiende como pandemia sin vacuna. Arrastrados por la urgencia por llegar a ninguna parte, sólo algunos niños parecen ser inmunes a la locura colectiva.

Los gorriones ya han desaparecido, nunca viven en ciudades muy contaminadas. La costumbre revuelve el potaje de pasiones y frustraciones.

La muerte, de la mano del tiempo y segura de su triunfo, observa con indiferencia la locura humana.

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CASOS O CAOS DE COSAS.

 Eronoele – La Aguadora. (Primera parte)

Eronoele creció viendo como llevaban el agua su madre, su abuela, su tía y sus amigas. Todas las mujeres de su familia y de la familia de sus amigas llevaban el agua para que bebieran las personas, así como la tierra arenosa y reseca. Amaban ver florecer los desiertos. No existía ningún camino que estuviera demasiado lejos, y ningún cántaro les resultaba muy pesado. Con entusiasmo y alegría llevaban el agua allá donde hiciera falta. Escuchaban la llamada de la sed y la sequía.

 Con el paso del tiempo Eronoele se convirtió en la aguadora más inteligente y agraciada de todas. Sentía que su verdadero propósito en la vida era llevar agua. Cada necesidad de agua llegaba a sus oídos, sin importar lo pequeña que fuera. Sabía calmar la sed.

Un buen día, que comenzó como cualquier otro día, Eronoele perdió la ilusión por llevar el agua. Había voces extrañas que susurraban en sus oídos, y muy dentro de ella sabía y presentía, que esas voces estaban diciendo la verdad. “¡El agua está contaminada!”, “Tan sucia está el agua de vuestros cántaros que no podrá calmar vuestra sed”, le decían. Llevar el agua se convirtió en una carga, y las voces extrañas fueron acallando la llamada de la sequía. La carga fue creciendo y poco a poco Eronoele perdió la convicción de que llevar el agua fuera su destino. Al final explotó y abandonó por completo su hasta entonces papel en la vida. Dejó su cántaro en la orilla y no volvió a llevar ni una gota más de agua.

 Eronoele se sentó con los pies en el agua y decidió no hacer nada. No quería pensar, ya fuera en la suciedad del agua o en la llamada de la sequía. Cerró los ojos y habló sobre trivialidades con el viento. Las demás aguadoras observaban el cántaro de Eronoele, abandonado en la orilla, y a Eronoele, que se entretenía con el viento.

Al poco tiempo las demás aguadoras comprendieron que es lo que le pasaba a Eronoele, y muy dentro de sus corazones, todas sabían que las voces extrañas tenían razón. El agua estaba contaminada. Resultaba agotador llevar agua sucia. Poco a poco las aguadoras fueron perdiendo el interés en llevar el agua, abandonaron sus cántaros en la orilla y se sentaron al lado de Eronoele.

 Al principio era  divertido. Las voces de la sequía ya no llegaban a los oídos de las aguadoras. Las aguadoras se autoengañaron y experimentaron el alivio de que ya nunca más tendrían nada que hacer. También los cántaros de las aguadoras se divertían en el agua. Al poco tiempo éstos oyeron la llamada de la sequía. Todos los cántaros, viejos, jóvenes y muy viejos, se entristecieron, pues no podían llevar el agua al sediento sin ayuda, y en su interior ellos también sabían que el agua estaba contaminada. Al no conocer ninguna forma de eliminar la suciedad se pusieron cada vez más tristes. Se sentían inútiles y perdidos. Dentro de su inmenso sufrimiento comenzaron a llorar. Lloraron y lloraron hasta que Neptuno, el dios del mar, no pudo soportar el sonido de su llanto. Él tampoco podía calmar la sed de las personas, de la tierra, de los animales ni del planeta. Sólo podía calmar el sufrimiento de los cántaros, llevándolos de nuevo a su reino. Quería contarles la historia de la alianza entre los hombres, la tierra, las aguadoras y él, el gobernante de las aguas.

Un días, Neptuno se llevó todos los cantaros: nuevos, pequeños, grandes, viejos y muy viejos, con una gran ola. Al principio las aguadoras ni se dieron cuenta. Al cabo de un tiempo se percataron de que la orilla estaba vacía y que habían perdido sus cántaros.  Asustadas y confundidas buscaron entre los arbustos y las hierbas de la orilla. Saltaron al agua y bucearon tan profundo como pudieron. La búsqueda duró horas, pero no dio resultados. Mientras tanto el dios de las aguas seguía contando  bonitas historias, tanto antiguas como nuevas. Porque, ¿cuándo había tenido Neptuno la posibilidad de hablar y divertirse con sus cántaros de agua? Las aguadoras se sentaron en la orilla y, como antaño, volvieron a escuchar la llamada de la sequía. Al mismo tiempo  descubrieron que el agua había ido contaminándose cada día más. ¿Qué debían hacer ahora? Se pusieron tristes, algunas lloraron, otras debatían sobre lo que se podía hacer para solucionar el problema. Se produjo una gran confusión. Eronoele llegó a la conclusión de que las aguadoras más ancianas contaran historias, creía firmemente que la solución a sus problemas se encontraba en alguna de esas historias.
Una de las historias más antiguas de las aguadoras hablaba de una alianza entre los hombres, la tierra, las aguadoras y Neptuno, hablaba del propósito y la finalidad de las aguadoras, de la contaminación de los hombres y de la renovación de esta alianza.
Realizaron una recopilación de estas historias y las analizaron exhaustivamente. De repente,  Eronoele lo vio todo claro y supo que tenían que visitar a Neptuno y que debían consultarle. De esta manera se pusieron todas en camino. El tumulto creado en la orilla no le pasó desapercibido a Neptuno. Pero no percibió sólo el ruido y la confusión de las aguadoras en la orilla, ya que también los hombres habían iniciado el camino hacia Neptuno para buscar solución a la contaminación de las aguas.
Eronoele encontró a Neptuno en su sala de conchas, donde se encontraban también todos los cántaros de su mundo. De esta manera se inició un largo debate, al que al poco tiempo se le unieron los hombres. Se habló sobre la contaminación y la suciedad de las aguas, y los hombres encontraron formas para mantenerlas limpias. La aguadora Eronoele, Neptuno y los hombres querían renovar la antigua alianza. El reencuentro entre las aguadoras y sus cántaros estuvo acompañado de gran alegría y cariñosos saludos. Se celebró una gran fiesta, nunca se había visto una igual, para rememorar la renovación de la alianza entre los hombres, las aguadoras junto con sus cántaros, y Neptuno. Las aguas se mantuvieron limpias y las aguadoras llenaron sus cántaros, llevando con gran alivio, alegría y amor el agua allá donde ésta se necesitara. El agua limpia calmó la sed de las personas e hizo florecer las plantas y las flores. La limpieza de las aguas hizo que las aguadoras estuvieran contentas y llevaran con entusiasmo sus cántaros. A su vez, encontraron tiempo para hablar, cantar y bailar. Incluso, en ocasiones, se les permitió a los hombres unirse a ellas. Neptuno se sentó contento en su sala de conchas y pudo sentir el amor, la alegría, la suerte y la enorme y renacida satisfacción del mundo. 
Elke Weitenkopf



CASOS O CAOS DE COSAS.



CASOS O CAOS DE COSAS.

QUÉ ME MOTIVA

Mi motivación se debe a que no hay nada que me motive.

He vivido muchos cielos y muchos infiernos.

Los cielos se convirtieron en infiernos,

los infiernos se transformaron en cielos.

De ahí mi desconfianza ante el placer y el dolor.

Nada duró más que un abrir y cerrar de ojos.

No siento que lo pasajero me represente.

Cuando el abrir y cerrar de ojos ya no exista,

yo todavía existiré.

Pues ese estado interno de la meditación

me mantendrá hasta que alcance mi meta.


Estar motivado por las cosas que nos pueden conducir hacía una vida espiritual abre un camino de búsqueda. Para que este camino conduzca a algún sitio, uno tiene que estar desmotivado por todo lo demás.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.


LO SABÍA.

Sabía que me lo iba a decir

Lo supe en cuanto su secretaria me llamó para decirme que me presentara en el despacho de su jefe. Sabía exactamente lo que me iba a decir, lo que nunca hubiera acertado a imaginar era el cómo ni la respuesta que yo le daría.

Siéntese, por favor”.

Encendí un cigarrillo, el último del paquete, entonces fumar tabaco aún no era delito ni falta de educación o consideración siquiera. Y llegó la primera sorpresa: sin decir nada sacó un cartón de tabaco de uno de los cajones de su despacho, extrajo un paquete y me lo dio.

No, gracias, tengo otro paquete abajo, en la oficina”.

Acéptelo, por favor, se lo ruego”.

Luego vino un largo y pausado discurso sobre la filosofía empresarial de la banca, de ese banco concretamente, su idea de colectivo familiar aunque no fuéramos familia, de compañerismo aunque no fuéramos compañeros y de honestidad permanente, aunque yo no había disfrutado del placer de conocer una sola persona honesta dentro de esa institución en tres años y medio.

El seguía hablando y hablando como si le pagaran por cada palabra que pronunciaba, yo iba por el tercer cigarrillo y seguro que tenía la mirada de un gato cuando observa algo moviéndose entre la maleza, justo antes de identificar si es una presa comestible o un depredador mayor del que hay que huir inmediatamente.

Al fin llegó, como me temía, la personalización del discurso: empezaba a hablar de mí, en realidad sólo de mi vida laboral. Tras alabar mi cociente intelectual y los resultados de mis tests de acceso a la banca, con poco más de catorce años, se paró como recordando un refrán, que seguro que sería ese de que una imagen vale más que mil palabras y, tras reflexionar un segundo, sacó de otro cajón de la mesa una carpeta voluminosa, de unos quince centímetros de grueso y ya deformada por las sucesivas consultas: era mi historial laboral, en realidad mi historial sindical, el relato detallado de todas las historias e historietas de todo tipo en las que había participado en esos tres años y medio.

Desde Palma me han dado orden de que lleguemos a un acuerdo, la central se mostrará económicamente más generosa de lo que estaría obligada por ley, y todos sabemos que por ley, con este expediente, o sólo la décima parte de él, no debería pagar nada, pues se trataría de un despido procedente”.

Entonces aquel recuerdo me vino a la mente con la claridad y naturalidad de las buenas ideas, y pronuncié aquella palabra cargada de fuerza en la memoria:

¿Cuánto?”

No se dio cuenta del significado de la pregunta, por eso siguió hablando, y negociando como si tal cosa, pero yo recordaba perfectamente aquel día en que sorprendí una conversación suya con el director del Departamento de Valores, otro ejecutivo cincuentón que también tenía por aficiones los prostíbulos y la generosa  financiación de los Guerrilleros de Cristo Rey. Por aquel entonces yo era un adolescente radical que apoyaba otro tipo de grupos, y entre ellos estaba Mujeres Libres, un conjunto de compañeras libertarias con más valor y dignidad cada una de ellas que toda  la llamada izquierda parlamentaria, y entonces la izquierda no lo era sólo nominalmente, ni nadie se avergonzaba hipócritamente por etiquetarse como tal.

A mí, lo que más me pone de las putas es preguntarles ¿cuánto?, casi más que echarles un polvo luego”, había dicho en su momento el tipo que ahora tenía delante de mí.

La negociación fue rápida, estaba claro que si un jefe de personal que yo sabía de buena tinta que me odiaba, se comportaba no ya educadamente, sino con amabilidad incluso y hasta tratándome de usted, es que estaba en una situación comprometida y obligado desde  la central de Palma de Mallorca a solucionar el problema como fuera. El problema era yo y mi despido, una muerte laboral más que anunciada y que a esas alturas yo era el más sorprendido de que no hubiera llegado ya.

¿Cuánto cree usted que es lo apropiado?”, preguntó.

¿Cuánto me tendrían que pagar si no existiera ese expediente?”

Unas 150.000 pesetas pero,  . . .  eso es del todo inadmisible”.

Pues esa es mi condición, y una carta de recomendación en que se diga claramente que renuncio voluntariamente a mi puesto de trabajo”.

Pero . . . “

Sabía que él aceptaría casi cualquier cosa: si yo hubiera pertenecido a uno de los dos sindicatos mayoritarios, que habían aceptado unos meses antes el modelo de transición tan aparente y falsamente democrático, no hubiera tenido nada que hacer, pero el sindicato al que pertenecía tenía otra forma de enfocar las cosas, y su fe en la justicia incluía su fe en los milagros: si una empresa presionaba y puteaba a un trabajador por sus actividades sindicales, primero se recurría a la ley burguesa, todavía leyes franquistas por aquel entonces, y una vez agotada esa vía, ocurrían milagros: un subdirector, tras recibir la visita de tres señores muy serios con barba y maletín, palidecía y daba orden a sus subalternos de que se dejara de molestar inmediatamente a ese trabajador incómodo, o de que le invitaran a marcharse de la empresa a cambio de cualquier indemnización que pudiera pedir. Los mayores milagros se daban cuando esos elementos abandonaban su camisa azul y entraban, al menos, en el juego demócrata burgués. Son métodos mafiosos, decían algunos enlaces sindicales de sindicatos que entonces aún se autodenominaban marxistas sin avergonzarse. Claro, ¿aún no te has dado cuenta que vivimos en un país que lleva cuarenta años secuestrado por un grupo mafioso tan sanguinario como cateto? Esa es otra de las tantas caras desconocidas de nuestra santa Transición: la milagrosa conversión de cientos o tal vez miles de empresarios a las ideas democráticas por la vía tan rápida como efectiva de no saberse ya ni intocables ni inmortales.

Hice ademán de levantarme.

Espere, espere, por favor”.

Fingió que lo meditaba un par de segundos y dijo:

De acuerdo, de acuerdo. Lástima que tenga usted unas ideas tan raras, con su inteligencia y su capacidad negociadora hubiera llegado muy alto con nosotros”.

Y entonces, con ese ímpetu absurdo de la juventud, que tan bien nos sirve para crearnos enemigos inútilmente, me lancé:

¿Cuánto?”

Pues . . .  150.000 pesetas . . .¿no?”

¿Cuánto?”, repetí.

150.000 y la carta ¿no es eso lo acordado?”

Insistí una vez más:

¿Cuánto?”

¿Por qué me sigue preguntando? Ya he aceptado todas sus condiciones”.

Me levanté y le dije:

Para comprobar si era cierto lo que le oí comentar con el Sr. Peña hace un tiempo, pero no, no siento nada, debe ser que sólo funciona con putas de cierta categoría”.

¿Cómo . . . ?”

No me quedé esperando a ver cuanto tiempo tardaba en pillarlo, pero la vez siguiente que le ví, dos días después, me echó tal mirada de odio que hizo cierto lo de que si las miradas mataran . . .

Él murió dos años después de cáncer de pulmón, es peligroso mirar con tanto odio al nieto de una meiga, lo peor que se puede hacer a un enemigo es ser espejo de su furia sin aceptar tan envenenado regalo;  yo me quedé un rato más por aquí, el suficiente para poder contarlo, treinta años después, a un grupo de amigos en una tertulia.

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

Educación en la diversidad, la receta de Miss Raisa para una sociedad tolerante

La rapera feminista musulmana lucha por acabar con los estereotipos de género y raciales a través de su música, sus libros y el contenido que crea en redes sociales.

10 de abril 2023    /   IDEAS     por Juanjo Villalba          



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A veces la vida nos depara momentos duros, pero, a la vez, contribuyen a hacernos personas más fuertes, más resistentes e incluso más inspiradoras para los demás. Justamente por eso, ser una mujer musulmana e inmigrante en una sociedad tan compleja como la española, le ha brindado a Imane Raissali Salah, el verdadero nombre de la cantante y escritora Miss Raisa, un punto de vista único. 

Miss Raisa, educación en la diversidad

Para aquellos que todavía no la conozcan, Imane nació en Tánger, Marruecos, en 1996 y vive en Barcelona desde 2004. Estudia Psicología, pero fundamentalmente se ha dado a conocer desde 2019 por su música y por el contenido que genera en redes sociales como TikTok, donde acumula más de medio millón de seguidores. Ahora, tras haber publicado un libro de poemas, Pondré los colores (Montena, 2022), se ha animado a escribir Porque me da la gana (Lunwerg, 2022), un libro en el que pasa revista a su vida hasta el momento con el objetivo de servir de inspiración a quien quiera acercarse a su historia. 

Imane nunca ha tirado por la vía fácil: defendió los derechos del colectivo LGTBIQ+, tras lo que recibió amenazas de muerte y el rechazo de cierta parte de la comunidad musulmana, y también decidió quitarse el hiyab, que llevaba desde los doce años, lo que provocó un alud de comentarios en redes. Ahora, por fin, ya libre de todas las expectativas que pesaban sobre sus hombros, quiere dar testimonio de todo ese proceso.

«Decidí escribir este libro más que nada como ejercicio de autoaceptación, de volver a recordar lo que ha sido mi vida, y decir vale, he vivido esto y esto y esto, y aun así sigo conservando la sonrisa, y aun así sigo teniendo ilusión por la vida y sigo siendo un ser muy optimista», explica desde Barcelona. «Creo que en el texto se refleja cómo mi actitud y mi personalidad han sido claves para la superación de muchos de los retos vitales que se me han presentado.

Para mí escribir este libro es como cerrar un círculo, decir ‘esta es mi historia y te la cuento sin pelos en la lengua’, con la máxima transparencia y la máxima admiración hacia mí misma, algo que a casi todos nos cuesta un poco decir».

Miss Raisa, educación en la diversidad

Imane llegó a Barcelona con 8 años y en su nuevo país se encontró con un montón de retos a nivel personal, académico, de diversidad cultural, de lengua… Pero tuvo que adaptarse, no tenía otro remedio. Unos años después, ya inmersa en la adolescencia, tuvo que sobrellevar, además, la muerte de su padre. «Fue un golpe muy duro porque era un pilar muy importante para mí. Me defendía, me protegía mucho y me hacía sentir muy bien», recuerda. 

Pero su nueva situación también la hizo convertirse en una mujer menos tímida, más independiente, que apostó por centrarse en sus estudios y en su trabajo. Lo de dedicarse a la música surgió en su vida de forma algo inesperada. «Realmente yo nunca he pensado que quería ser artista», reconoce, «es una cosa que simplemente ha ocurrido. Me encanta la música, es mi mayor pasión, escucharla y cantarla, pero lo de componer es más una cuestión autoterapéutica. Me ayuda mucho escribir y hablar conmigo misma, cantar mis penas y cantar mi rabia y cantar mis enfados para canalizar, de alguna manera, esas emociones».

Miss Raisa, educación en la diversidad

Todo comenzó hace unos tres años, cuando subió a YouTube su canción No lo soy pero, más por un reto personal que por otra cosa. «Quería dejar de tener miedo, quería superar el qué dirán», afirma. «He sido criada en el miedo al qué dirán, y el hecho de romper con eso me ha hecho sentirme mucho más libre.

A partir de entonces, he ido sacando temas nuevos siempre que me apetecía. A raíz de la música se me ha ido conociendo en otras facetas como la escritura o la creación de contenido en redes sociales. O también en mi faceta de conferenciante, por ejemplo. Digamos que la música me ha dado una visibilidad que me ha abierto las puertas para acercarme a mundos muy muy interesantes y que me han hecho crecer muchísimo a todos los niveles».

Miss Raisa, educación en la diversidad

Raisa reflexiona sobre el concepto de la integración y sobre el sentimiento de ser extranjero en todas partes. También sobre cómo el hecho de ser mujer ha contribuido a todo esto. «Cuando vine con 8 años ni siquiera sabía lo que significaba ser inmigrante o extranjero, las connotaciones que implicaba», explica. «Aunque en clase se hablaba de inmigración e integración, no sentí que hablaran de mí en ningún momento.

Después comienzas a hacerte más mayor y te vas dando cuenta de cómo te mira la gente, cómo ponen una mirada llena de prejuicios sobre ti. Son ellos los que te dicen: “eres inmigrante”. Y, además, con una connotación negativa, porque luego también hay inmigrantes de primera y de segunda, claro.

El hecho de ser mujer es una etiqueta más que te dificulta las cosas. Ser mujer inmigrante y con velo son otras dos etiquetas que aún te limitan más. Yo, al final, solo quiero ser reconocida como una buena persona y nada más, pero parece que estas malditas etiquetas siempre están ahí y son muy difíciles de quitar».

Miss Raisa, educación en la diversidad

No obstante, Imane apuesta por la educación para acabar con este tipo de problemas. «Yo creo que el miedo y la inseguridad son los que hacen que las personas discriminen a otras. Sienten que el extranjero, por ejemplo, les va a quitar algo que es suyo. Ese miedo es lo que hace que la gente acabe discriminando y tratando mal a los demás. Si tuviéramos una sociedad mucho más consciente y educada en diversidad cultural, seríamos más tolerantes con nosotros y con todo el mundo», afirma. 


«Igualmente, entiendo que la política también genera problemas donde no los hay. Algunos políticos se dedican a alimentar el odio, el racismo y el machismo con sus discursos. Y al final, las personas con menos formación, las personas más ignorantes (ignorar es la peor pandemia), acaban escuchando esos discursos y acaban discriminando a otros. No juzgo a esas personas, sinceramente; yo siempre estoy bastante predispuesta a conocer, a sentarme y a explicar. Conozco otras realidades y es muy importante conocer las de otros para tener una perspectiva mucho más amplia. Condeno totalmente la discriminación, pero también creo mucho en la reeducación y en las segundas oportunidades, así que esforzarme al máximo y estar predispuesta a ayudar a las personas a salir de la ignorancia es algo que me encanta», concluye.

https://www.yorokobu.es/miss-raisa/

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