domingo, 30 de abril de 2023

 

VOCES entre VOCES

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nekovidal@gmail.com



LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.


"El canto de Lilith", de Karin Boye (Suecia, 1900-1941)


Las nubes cuelgan pesadas,

maduran en la templada oscuridad, donde se ocultan

racimos de uvas de nocturno azul

cargado de vino,

que silenciosamente derrama sobre la tierra,

cargado del vino de la Profundidad,

cargado de poder secreto

succionado del mar y del cielo

y amargo rocío en la orilla de la oscuridad.


El vapor caliente de la vida

se condensa en gotas,

cae en la noche mortalmente silenciosa.

¡Alza la copa! Deberás capturar

la llave que conduce a donde nadie ha puesto su pie,

la tierra donde se libera el espíritu,

más allá de los límites del tiempo,

sensación de eternidades

cosas que nunca se imaginan, ni se ven, ni se perciben.


Detrás de mundos en vigilia

hierven extraños mares de placer y desgracia,

hornos de fundición de las profundidades,

de los que saltó como una chispa

lo que nuestros ojos saben.

¿Te atreves a recorrer ese camino

ardiendo en el arrebato del horror?

Aterrorizada, bendecida,

llegarás a la oscura casa de las Madres eternas…


Frágil sobre espaciosas aguas,

flor de la profundidad, que no vio nunca su raíz,

libélula tímida de la noche,

¡alguna vez ha de recibirte la noche de las Madres!

La Muerte con dolor es negra.

La Muerte con deseo es blanca.

Sumergida en sus olas susurrantes

olvidarás la pálida costa brumosa de la vida.


"El corazón del mundo"

Diga: ¿Dónde se quema el corazón del mundo,

el corazón del mundo encendido?

Vive de carbón prehistórico grueso y pesado:

oscuridad negra, densa noche, caos.

¡Busque allí!

Porque así es la esencia del fuego:

fuerte con la pugna de su enemigo,

en sí una lucha, una brillante lucha;

no tiene otra esencia.

¿Y la victoria?

¿Es la victoria de la muerte?

¡Pregunta sin respuesta y miedo en vano!

El corazón del mundo es fuego,

y el fuego quiere vencer.


Karin Boye, incluido en Aullido (Internet, 20 de octubre de 2022, trad. de Hebert Abimorad).

https://franciscocenamor.blogspot.com/



TEMAS TERTULIA 5-5-2023

AMOR DIGITAL

ROJO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

"No se puede ser feliz si las cosas que hacemos son distintas a las cosas en las que creemos."
(Pearl Buck)


TEXTOS TERTULIA 28-4-2023

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BLANCO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



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Hace pocos días hablaba de música con Alain Everts -esto quiere decir que él hablaba y yo escuchaba, porque de música sólo sé disfrutarla- y, como ya ocurrió en otras ocasiones, la conversación me sirvió para mucho más.


Me explicaba Alain que cuando uno de sus alumnos se confunde en una nota la primera vez que toca una pieza, él le indica que no corte en el fallo y repita, sino que siga tocando y lo tenga en cuenta para no cometerlo la siguiente vez que la ejecute. El motivo es que si tres veces consecutivas repitiera esas pocas notas de manera incorrecta el cerebro las aceptaría como correctas y, en consecuencia, sería muy difícil, cuando no imposible, que pudiera interpretar bien la partitura alguna vez; sin embargo, si identifica el fallo y después lo rectifica dentro del conjunto de la melodía, el cerebro archiva lo bueno como bueno y desecha el error.


Esto me llevó a pensar en la vida, en mi vida, y en la cantidad de veces que reinicié el camino desde el error, tantas que mi alma y mi mente, de tanto repetirlas, tomaron como adecuadas las notas discordantes con las que entonaba la canción. Virginia Woolf en «Una habitación propia» hablaba así del ocaso: «…la hora entre dos luces […] en que, por algún motivo, la belleza del mundo es revelada y, sin embargo, está a punto de perecer […] tiene dos filos, uno de risa y otro de angustia, que parten el corazón en dos». A mí me ha costado entender que el inicio, inevitablemente, lleva consigo algo de muerte.


Yo no quería, o tal vez no podía, aceptar lo que de muerte tiene la vida para que no se me partiera el corazón, e insistía una y otra vez en repetir las notas negras de la partitura convencida de que sería capaz de rectificar lo inarmónico, hasta que un día decidí seguir tocando sin volver atrás. Las palabras de un músico me han hecho darme cuenta de que lo que aparentemente fue tirar la toalla, fue, en realidad, terminar una canción, aceptar el error y concederme el permiso de interpretar el tema desde el inicio poniendo cuidado en dar la nota correcta, recuperando, con ello, la musicalidad que conlleva el arte del bien vivir.

29/abril/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


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Así comenzó todo.

En África, la cuna de nuestra especie, nuestros semejantes poseen esa sabiduría que tan bien se conserva a través de la tradición oral, por algo tienen la veteranía de varios cientos de milenios más que nosotros, que sólo somos los descendientes de esa tribu de unos ciento cincuenta aventureros que se marcharon de casa, posiblemente, y a la vista del resultado, tras alguna rabieta adolescente.

En África poseen, transmiten y usan refranes de sabiduría precisa, con las palabras justas, sin metafísicas aparentemente complejas y sin misticismos vacíos. Hace años, en Madrid, un estudiante africano, buen amigo, me enseñó uno de esos refranes: “Un solo grano de arena es suficiente para que el jarrón más valioso caiga de tus manos.” Lo he recordado muchas veces cuando he visto o padecido situaciones incómodas que son consecuencia de un malentendido o de un accidente aparentemente fútil pero de trágicas consecuencias.

En el origen de todo, cuando el tiempo no era ni siquiera una ilusión, los dioses vivían en algún sitio, porque sólo imaginándolos así podemos hablar de ellos. Todos los dioses y diosas son, como sabemos, seres muy creativos, como nosotros, pero a lo grande, y tras crear infinitos universos en infinitas dimensiones, empezó a germinar entre ellos la envidia, no por los universos creados, que todos eran perfectos, sino por la angustia de qué crear que fuera mínimamente innovador o diferente. Así, en una tertulia de dioses, que siempre las ha habido, de ahí nos viene la costumbre, algunos se miraban de reojo, en tensión, esperando ver el principio de la obra ajena para tomar alguna idea para forjar la propia, y crear así nuevos y diferentes universos perfectos. Las diosas, que no eran sino los dioses más sabios, sonreían observando la soberbia y estupidez de sus compañeros, que cada vez sufrían más, obsesionados por la originalidad. En una de esas reuniones, un dios cuyo nombre no merece ni pronunciarse, oyó que una diosa decía: “Ya lo creo …” en respuesta al comentario de otra, pero el dios en cuestión oyó “Ya lo creó . . . “, creyendo que se refería a un nuevo universo, perfecto como todos los anteriores, pero original, pues la diferencia, repetían cada día todos los dioses muy autosatisfechos, siempre es posible. De esta forma, el dios chismoso, se retiró con la disculpa de ir a encender una estrella para la velada y creó a toda prisa un universo, que presentó al cabo de unos instantes, apenas un millón de años, al resto de los dioses y diosas. Pero ese universo no era perfecto como los anteriores, era inestable, desequilibrado e impredecible.

El resto de los dioses y diosas observaron al creador y no fueron necesarias las palabras, ni las ideas siquiera, pero en sus miradas estaba latente el reproche a quien deja de crear para divertirse, para jugar, y lo hace sólo por soberbia, dando lugar con ello, entre otros dañinos errores, al dolor de cualquier ser, por minúsculo que sea.

Ese universo mediocre es el que habitamos, y aún pagamos, día a día, con nuestras limitaciones, nuestros miedos y la misma muerte, las consecuencias de aquel grano de arena que, en forma de simple acento que da lugar a un malentendido, y en manos de un dios soberbio, hizo germinar nuestra desgracia.

Menos mal que los otros dioses, y especialmente las diosas, de vez en cuando, en su perfección, se apiadan del dios soberbio y sus criaturas, y dejan caer sobre este universo triste unas gotas de perfección en forma de paz, amistad, libertad o simple cariño.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net


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PRÓLOGO

Todos los que estamos en el camino espiritual, sea de la tradición que sea, compartimos las mismas experiencias internas que se producen cuando la conciencia se abre a planos más elevados.

Este poemario está basado en mis largas horas de meditación y mis experiencias como discípula de un maestro de la tradición filosófica India del Vedanta.

Las experiencias que comparto me hacen sentir unida a todas las demás tradiciones espirituales, pues hay una unidad que va más allá de los nombres y las formas creadas por el ser humano.

Esa unidad es trascendente y a esa trascendencia se llega a través de cualquier camino tradicional practicado con sabiduría.

Acompaño los poemas de una pequeña explicación de la filosofía que se esconde detrás de estos versos para que los lectores que no estén familiarizados con las tradiciones espirituales de la India puedan comprenderlos mejor.

Estos poemas son el resultado de mis prácticas diarias: la repetición de mantras, la respiración controlada y el enfoque y la concentración de la mente en la meditación.

Estas prácticas me han inspirado unos estados mentales que me han inducido a escribir estos poemas que presento en castellano e inglés.

Deseo que el lector los disfrute tanto como he disfrutado yo al escribirlos.

LA AUTORA

ME HAS MIRADO

Me has mirado.

Te has fijado en algo insignificante

que también respira y quiere ser libre.

Me has mirado

y has visto un trocito de hierba.

Te has fijado en el verde y en la tierra.

Me has mirado

y te has dado cuenta

que crezco en un suelo fértil.

Me has mirado.



El discípulo es insignificante espiritualmente hasta que el maestro se fija en él/ella. Desde ese momento, el discípulo pasa a ser un proyecto del maestro y ambos trabajan para que alcance el máximo grado espiritual.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.


BLANCO

Todo era blanco en la sala del psiquiátrico, Julia usaba las paredes para pintar mentalmente sus fórmulas matemáticas, mientras escuchaba algún que otro grito desesperado por la angustia o el dolor a lo lejos. Todo el tiempo que permanecía sentada ante la mesa mirando a la pared su entorno se desvanecía y solo existían los números y los signos, parecía estar bajo el influjo de algún trance, pero no era más que un estado de concentración máximo en el que podía permanecer varias horas seguidas, encadenando fórmulas, creando teorías y teoremas y desechándolos cuando ya no le convencían, se podía reconocer cuando eso pasaba porque comenzaba a mover de un lado a otro la cabeza como negando su propia existencia.

Cuando perdía la lucidez para permanecer en ese trance todo se tornaba negro, todo era hostil, y podía pasarse un día entero chillando sin parar como un alma de luto por haber perdido la luz.

No siempre fue así, hubo un tiempo en el que trabajaba como doctora adjunta en el departamento de física de la universidad. Como cualquier otro científico era un ser raro, opaco y disciplinado, al que era difícil ver con una expresión de felicidad en el rostro, un ser que deambulaba a horas intempestivas por los pasillos del edificio de la facultad y vagamente saludaba a algún ser humano, pero fue precisamente cuando se le empezó a dibujar una sonrisa permanente en el rostro cuando comenzó a perder la cabeza, su mente había llegado a desarrollar una teoría para la que el mundo todavía no estaba preparado, intentó divulgarla, darla a conocer pero todos sus colegas se la echaron abajo, la menospreciaron y se burlaron de ella, desde entonces comenzó su lucha por intentar hacerle creer al mundo que no estaba equivocada y esa obsesión la llevó a no dormir durante días, semanas, dejó de comer y se encerró en si misma y en sus teorías hasta el punto de enloquecer y que su familia tuviera que encerrarla en aquel psiquiátrico.

Así pasa sus días la mente más lúcida de nuestros semejantes la mente que un día comprendió lo que el mundo aún no estaba preparado para descubrir.

Eva Camba Paz


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

FOTOGRAFÍA

Una imagen creada con Inteligencia Artificial ganadora del Sony World Photography

La crítica de Noam Chomsky al sistema de Inteligencia Artificial Chat GPT

La Inteligencia Artificial no sólo ha llegado para quedarse, sino que ha llegado para sustituirnos en muchas de nuestras funciones como si se tratara del argumento de una distopía pesadillesca que ya se ha convertido en una polémica realidad.

Gracias a Bloghemia.

En este artículo de The New York Times, el famoso lingüista, filósofo, científico cognitivo, historiador, crítico social y activista político Noam Chomsky da su critico punto de vista hacia uno de los sistemas de Inteligencia Artificial más controvertidos de la actualidad, el Chat GPT.

"Resulta a la vez cómico y trágico, como podría haber señalado Borges, que tanto dinero y atención se concentren en algo tan insignificante, algo tan trivial comparado con la mente humana, que a fuerza de lenguaje, en palabras de Wilhelm von Humboldt, puede hacer un “uso infinito de medios finitos”, creando ideas y teorías de alcance universal"Noam Chomsky.   


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Jorge Luis Borges escribió una vez que vivir en una época de grandes peligros y promesas es experimentar tanto la tragedia como la comedia, con “la inminencia de una revelación“ para entendernos a nosotros mismos y al mundo. En la actualidad, los avances supuestamente revolucionarios de la inteligencia artificial son motivo tanto de preocupación como de optimismo.

Optimismo porque la inteligencia es el medio con el que resolvemos los problemas. Preocupación porque tememos que la cepa de la inteligencia artificial más popular y de moda (el aprendizaje automático) degrade nuestra ciencia y envilezca nuestra ética al incorporar a nuestra tecnología una concepción fundamentalmente errónea del lenguaje y el conocimiento.

ChatGPT de OpenAI, Bard de Google y Sydney de Microsoft son maravillas del aprendizaje automático. A grandes rasgos, toman enormes cantidades de datos, buscan patrones en ellos y se vuelven cada vez más competentes a la hora de generar resultados estadísticamente probables, como un lenguaje y un pensamiento de apariencia humana.

Estos programas han sido elogiados por ser los primeros destellos en el horizonte de la inteligencia artificial general, ese momento tan profetizado en el que las mentes mecánicas superan a los cerebros humanos no solo cuantitativamente en términos de velocidad de procesamiento y tamaño de memoria, sino también cualitativamente en términos de perspicacia intelectual, creatividad artística y cualquier otra facultad distintiva del ser humano.

Ese día llegará, pero aún no ve la luz, al contrario de lo que se lee en titulares hiperbólicos y se calcula mediante inversiones insensatas. La revelación borgesiana de la comprensión no se ha producido ni se producirá, si los programas de aprendizaje automático como ChatGPT siguen dominando el campo de la inteligencia artificial.

 

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Por muy útiles que puedan ser estos programas en algunos ámbitos concretos (pueden ser útiles en la programación informática, por ejemplo, o para sugerir rimas para versos ligeros), sabemos por la ciencia de la lingüística y la filosofía del conocimiento que difieren en gran medida de la manera en que los seres humanos razonamos y utilizamos el lenguaje. Estas diferencias imponen limitaciones significativas a lo que estos programas pueden hacer, codificándolos con defectos imposibles de erradicarse.

A diferencia de ChatGPT y sus similares, la mente humana no es una pesada máquina estadística de comparación de patrones, que se atiborra de cientos de terabytes de datos y extrapola la contestación más probable en una conversación o la respuesta más probable a una pregunta científica. Por el contrario, la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente e incluso elegante que funciona con pequeñas cantidades de información; no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino crear explicaciones.

Por ejemplo, un niño pequeño que aprende un idioma está desarrollando (de manera inconsciente, automática y rápida a partir de datos minúsculos) una gramática, un sistema increíblemente sofisticado de principios y parámetros lógicos.

Esta gramática puede entenderse como una expresión del “sistema operativo” innato, instalado en los genes, que dota a los seres humanos de la capacidad de generar frases complejas y largos hilos de pensamiento.

Cuando los lingüistas intentan desarrollar una teoría de por qué una lengua determinada funciona como lo hace (“¿Por qué se consideran gramaticales estas frases y no aquellas?”), están construyendo consciente y laboriosamente una versión explícita de la gramática que el niño construye por instinto y con una exposición mínima a la información. El sistema operativo del niño es completamente distinto al de un programa de aprendizaje automático.

De hecho, estos programas están estancados en una fase prehumana o no humana de la evolución cognitiva. Su defecto más profundo es la ausencia de la capacidad más crítica de cualquier inteligencia: decir no solo lo que es el caso, lo que fue el caso y lo que será el caso (eso es descripción y predicción), sino además lo que no es el caso y lo que podría y no podría ser el caso. Esos son los ingredientes de la explicación, la marca de la verdadera inteligencia.

A continuación, un ejemplo. Supongamos que sostienes una manzana en la mano. Ahora deja caer la manzana. Observas el resultado y dices: “La manzana se cae”. Esa es una descripción. Una predicción podría ser la frase: “La manzana se caerá si abro la mano”. Ambas son valiosas y ambas pueden ser correctas.

chat gpt noam chomsky sociedad pensamiento inteligencia artificial 4Isaac Newton.

 

Pero una explicación es algo más: incluye no solo descripciones y predicciones, sino también conjeturas contrafactuales como “cualquier objeto de este tipo caería”, más la cláusula adicional “debido a la fuerza de la gravedad” o “debido a la curvatura del espacio-tiempo” o lo que sea. Eso es una explicación causal: “La manzana no habría caído de no ser por la fuerza de la gravedad”. Eso es pensar.

El talón de Aquiles del aprendizaje automático son la descripción y la predicción; no plantea ningún mecanismo causal ni leyes físicas. Por supuesto, cualquier explicación de tipo humano no es necesariamente correcta; somos falibles.

Pero esto es parte de lo que significa pensar: para tener razón, debe ser posible equivocarse. La inteligencia no solo consiste en hacer conjeturas creativas, sino también críticas creativas. El pensamiento al estilo humano se basa en explicaciones posibles y corrección de errores, un proceso que limita poco a poco las posibilidades que pueden considerarse racionalmente (como le dijo Sherlock Holmes al Dr. Watson: “Cuando hayas eliminado lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, debe ser la verdad”).

Pero ChatGPT y programas similares, por diseño, son ilimitados en lo que pueden “aprender” (es decir, memorizar); son incapaces de distinguir lo posible de lo imposible. A diferencia de los humanos, por ejemplo, que estamos dotados de una gramática universal que limita los idiomas que podemos aprender a aquellos con un cierto tipo de elegancia casi matemática, estos programas aprenden idiomas humanamente posibles y humanamente imposibles con la misma facilidad.

Mientras que los humanos estamos limitados en el tipo de explicaciones que podemos conjeturar a nivel racional, los sistemas de aprendizaje automático pueden aprender tanto que la Tierra es plana como que es redonda. Se limitan a negociar con probabilidades que cambian con el tiempo.

Por esta razón, las predicciones de los sistemas de aprendizaje automático siempre serán superficiales y dudosas. Como estos programas no pueden explicar las reglas de la sintaxis de la lengua inglesa, por ejemplo, pueden predecir, erróneamente, que la frase “John is too stubborn to talk to” significa que Juan es tan terco que no habla con nadie (en lugar de que es demasiado terco como para razonar con él).

¿Por qué un programa de aprendizaje automático predeciría algo tan extraño? Porque podría establecer una analogía en el patrón que infirió a partir de frases como “John ate an apple” (Juan se comió una manzana) y “John ate” (Juan comió), en el que esta última significa que Juan comió algo.

El programa bien podría predecir que, como la frase “John is too stubborn to talk to Bill” (Juan es demasiado terco para hablar con Bill) es similar a “John ate an apple” (Juan se comió una manzana), “John is too stubborn to talk to” (Juan es demasiado terco para hablar) sería similar a “John ate” (Juan comió). Las explicaciones correctas de lenguaje son complicadas y no pueden aprenderse simplemente macerándolas en macrodatos.

Sin ninguna lógica, algunos entusiastas del aprendizaje automático parecen estar orgullosos de que sus creaciones puedan generar predicciones “científicas” correctas (digamos, sobre el movimiento de cuerpos físicos) sin recurrir a explicaciones (que impliquen, por ejemplo, las leyes del movimiento y la gravitación universal de Newton).

Pero este tipo de predicción, incluso cuando tiene éxito, es pseudociencia. Aunque es cierto que los científicos buscan teorías que tengan un alto grado de corroboración empírica, como señaló el filósofo Karl Popper: “No buscamos teorías altamente probables, sino explicaciones; es decir, teorías poderosas y altamente improbables”.

La teoría de que las manzanas caen al suelo porque ése es su lugar natural (el punto de vista de Aristóteles) es posible, pero solo invita a plantearse más preguntas (¿por qué el suelo es su lugar natural?) La teoría de que las manzanas caen a la tierra porque la masa curva el espacio-tiempo (opinión de Einstein) es altamente improbable, pero en realidad te dice por qué caen. La verdadera inteligencia se demuestra en la capacidad de pensar y expresar cosas improbables pero lúcidas.

La verdadera inteligencia también es capaz de pensar moralmente. Esto significa ceñir la creatividad de nuestras mentes, que de otro modo sería ilimitada, a un conjunto de principios éticos que determinen lo que debe y no debe ser (y, por supuesto, someter esos mismos principios a la crítica creativa).

Para ser útil, ChatGPT debe ser capaz de generar resultados novedosos; para ser aceptable para la mayoría de sus usuarios, debe mantenerse alejado de contenidos moralmente censurables. Pero los programadores de ChatGPT y otras maravillas del aprendizaje automático batallan, y seguirán haciéndolo, para lograr este tipo de equilibrio.

En 2016, por ejemplo, el chatbot Tay de Microsoft (precursor de ChatGPT) inundó el internet de contenidos misóginos y racistas, tras haber sido contaminado por troles cibernéticos que lo llenaron de datos de adiestramiento ofensivos.

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¿Cómo resolver el problema en el futuro? Al carecer de capacidad para razonar a partir de principios morales, los programadores de ChatGPT restringieron de manera burda la posibilidad de aportar algo novedoso a los debates controvertidos; es decir, importantes. Se sacrificó la creatividad por una especie de amoralidad.

Consideremos el siguiente intercambio que uno de nosotros (Watumull) mantuvo hace poco con ChatGPT sobre si sería ético transformar Marte para que pudiera albergar vida humana:

Nótese, a pesar de todo el pensamiento y lenguaje en apariencia sofisticados, la indiferencia moral nacida de la falta de inteligencia. Aquí, ChatGPT exhibe algo parecido a la banalidad del mal: plagio, apatía y obviedad.

Resume los argumentos estándar de la literatura mediante una especie de superautocompletado, se niega a adoptar una postura sobre lo que sea, alega no solo ignorancia sino falta de inteligencia y, en última instancia, se defiende con un “solo cumplía órdenes”, trasladando la responsabilidad a sus creadores.

En resumen, ChatGPT y sus afines son constitutivamente incapaces de equilibrar la creatividad con la restricción. O bien generan de más (produciendo tanto verdades como falsedades, respaldando decisiones éticas y no éticas por igual) o generan de menos (mostrando falta de compromiso con cualquier decisión e indiferencia ante las consecuencias). Dada la amoralidad, la falsa ciencia y la incompetencia lingüística de estos sistemas, solo podemos reír o llorar ante su popularidad.

https://culturainquieta.com/es/pensamiento/item/20093-la-critica-de-noam-chomsky-al-sistema-de-inteligencia-artificial-chat-gpt.html



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