viernes, 8 de diciembre de 2017


TEMAS TERTULIA 15-12-2017

UNA ROSA

KOAN

MICRORRELATOS


Preocupado por una sola hoja no verás el árbol (Vagabond)




La cumbre del Poder
a que aspiran los hombres
es ser príncipe o rey,
con fama, glorias y comodidades,
pero sin libertad.
Yo prefiero algo mejor:
Tomar una barquilla,
disfrutar de la luna
y, cantando alto al viento,
alejarme de este mundo.


Guan Zhongji, incluido en Poesía clásica china (Ediciones Cátedra, Madrid, 2002, ed. y trad. de Guojian Chen).



En la vida no hay nada que temer, sólo comprender. Es hora de comprender más y temer menos” (Marie Curie) 

TEXTOS TERTULIA 8-12-2017

CONVERSACIÓN TELEFÓNICA
DE COLOR ROBLE
MICRORRELATOS



CONVERSACIÓN TELEFÓNICA


Sí, dígame.
Dígame.
No, dígame usted.
No, dígame usted.
Por última vez, dígame.
Dígame usted.
. . .
Usted no sabe comunicarse.
No, es usted quien no sabe comunicarse.
. . .
PI, PI, PI . . .
(EJEMPLO DE TÍPICA CONVERSACIÓN HUMANA)

Nekovidal - nekovidal@gmail.com ARTES LIBRES www.arteslibres.net


CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

LLAMADA

Oye, a ti te lo digo,
eres luz. Eres deseo.
¿Lo sientes? Eres rabia.
Hay una fiera que ruge dentro de mí y de ti.
Vamos a seducirnos y despedazarnos.
Mira, yo soy partidario de la canción y la lucha.
De la esperanza, la vida y la fuerza en el abrazo.
Sueño de día que todo es posible,
pero de noche, de noche, cuando estoy solo,
me despierto.
Ven aquí y abre de una patada mi puerta.
Ven y sácame afuera,
que a veces me devora la tristeza.
Vamos a la calle a rompernos las mentiras
y las máscaras.
Vamos como niños,
a mancharnos la ropa y tirarnos piedras.
Oye, si me llamas te leo desnudo un verso.
Te escribo
haciendo el pino con mis dudas unas promesas.
Llámame y te enseño, lo que llevo guardado
aquí, muy adentro.
Mira,
tenemos que vernos, frente a frente, las caras,
porque esta falta de alegría hay que solucionarla.
Te doy a escoger
entre pistola con flores o sonrisas de sable.
Vamos a quedar
y nos comemos a besos las palabras.
Sí, para alimentarnos yo pondré el corazón
y tú la salsa.
Vamos a pecar,
de nada tienen culpa nuestros cuerpos.
Amada desconocida, en esta cita a ciegas
me reconocerás
por el vestido de lunares y mi nariz de payaso.

J.J.C. - Juan Jiménez Caballero


CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

¡Mi móvil! , ¿dónde está mi móvil? Se preguntó Ana mientras recordaba una vez más los años vividos junto a Mario. Buscó y rebuscó en los diferentes compartimentos de su bolso, en los bolsillos de su abrigo, en la mesa revuelta del salón, en el cuarto de baño, en la mesita del dormitorio y entre los libros apilados en el cesto, por si se le hubiera escurrido entre ellos. También miró en el suelo, debajo y detrás de la cama, volvió a la sala, revisó las bolsas de su compra y tampoco estaba allí. Por último se sentó en la cocina, en la misma silla que ocupaba cuando tomaban juntos el café de la mañana, la misma en la que se sentaba a comer algo a solas desde hacía varios meses, cada vez que el hambre vencía a la pena. Las lágrimas le corrían ahora por las mejillas, se las bebía sin darse cuenta con el resabio salado de ese mar de preguntas sin respuesta que inundaba el vacío de su corazón.
Él le había dicho aquella tarde: -Hola cariño, dónde andas. No importa, te quiero igual. ¿Sabes lo mucho que te quiero? Hasta después mi amor. –
Esas palabras, las últimas que escuchó decir a Mario en el buzón de voz de su teléfono móvil, eran, sin que él lo hubiera sabido siquiera, el mayor consuelo que a ratos encontraba cuando la impotencia y la congoja la sumían en desesperación. Una y otra vez escuchaba aquel mensaje y se reconfortaba interiormente.
El accidente había borrado casi todo ; ese después era tan sólo la antesala de espera al más allá, ese mensaje de amor era su salvavidas en medio del naufragio. Y ahora, sin poder pulsar aquella tecla, Ana se sintió por primera vez completamente sola sin saber si sería capaz de sobrevivir a la tragedia.


Haydée Acosta

DE COLOR ROBLE

De color roble son tus ojos, esos ojos que cuando me miran y yo los miro, sin hablar, te digo:
Tengo paciencia para regalarte, amor para darte, una sonrisa sincera para  no cansarte, ilusión para ilusionarte, caricias para estremecerte, besos para sentirte y pasión para amarte.
Tengo algunas cosas más, ésas que tu me enseñastes.
Tengo tu sabor, tu calor y tu esencia.
Tengo un camino para seguir, una brújula para no perderme y un sexto sentido que tú ya conoces.
Y todo lo guardo, como un tesoro, en tus ojos de color roble.

Mari Carmen Gómez Castro. M.C.G.C.


DE COLOR ROBLE

¡Dejad de vender miedos y patrañas a los ciudadanos!
¿Dejad de hacer del engaño vuestra única religión, banqueros y sacerdotes!
¡Dejad a las personas su derecho a decidir su vida social, a equivocarse, siempre lo harán menos que vosotros!
¿Quién no aprendió a caminar cayendo una y otra vez?
Pero vuestros errores, a menudo sangrientos, se repiten . . .
¿Quién votaría una declaración de guerra si, en una verdadera democracia, se le preguntara a los ciudadanos?
¿Quién permitiría el hambre en un mundo donde sobran y se tiran alimentos?
¿Quién dudaría en tomar todas las decisiones necesarias para preservar la vida en el planeta?
Pero vuestros errores, a menudo sangrientos, se repiten . . .
Sois seres tristes enfermos de codicia. ¡dejad de acumular riquezas obsesivamente!
¡Vuestros hijos nunca podrán ser felices en un mundo contaminado y lleno de personas infelices!

Éstas y otras cosas gritaba aquel pobre hombre frente al parlamento de una autodenominada democracia del Primer Mundo.
Aunque en esa época no se solía encerrar a casi nadie por motivos psiquiátricos, a él le encerraron, por su bien, dijeron, de por vida.
Decían que era incapaz de comprender la realidad . . .
Unos años después murió aquel pobre hombre, al que llevaron al cementerio en un modesto ataúd de pino cuando su cuerpo ya empezaba a descomponerse.
Otro cuerpo entraba también en descomposición pocas horas después, el de uno de los hombres que estaba sentado dentro de aquel parlamento cuando se dio la orden de encerrar a aquel pobre desgraciado. Ese parlamentario, un respetable ciudadano según la prensa, había participado o colaborado, indirectamente al menos, en tres guerras, de las que había obtenido grandes beneficios, las víctimas, civiles la mayoría, se contaban por miles.
Su final de viaje fue muy diferente al de aquel pobre hombre: a él lo enterraron en un ataúd de color roble . . .

Nekovidal - nekovidal@gmail.com ARTES LIBRES www.arteslibres.net


MICRORRELATOS

NOLI ME TANGERE (MICRORRELATO)


El juez dictaminó que no había existido acoso porque yo, voluntariamente, había dejado aquella parte del cuerpo a la vista de todos.
No corrían buenos tiempos para la empresa, sólo quedaban vestigios de lo que fue y unas manos intrusas que hacían sombras chinescas sobre los restos del naufragio; él relataba con énfasis las conquistas de un tiempo en que su atractivo físico fue innegable, mucho antes de que en su rostro quedara reflejada la avidez de poder y de que la naturaleza permutara una excelente verticalidad por un desagradable arqueo cervical que proporciona apariencia de ave de rapiña a quien lo posee.
Yo, sentada en mi puesto de trabajo, le escuchaba con tanta atención que debió de captar que, en realidad, estaba recordando al hombre que había sido en un pasado no muy lejano; se aproximó por mi lado izquierdo, mi vestido dejaba los brazos al descubierto, lentamente deslizó el dorso de sus dedos índice y corazón desde mi hombro al codo mientras me desnudaba con la mirada dándome a entender que le pertenecía como todo lo que había en aquel despacho.
De un golpe aparté la mano que me amedrentaba. Salí corriendo. Lo denuncié.

Madrid, 5 diciembre 2017 – Victoria Blanco


MICRORRELATOS

Al amor,
como a los locos,
se le quita la razón.
Le sacamos de paseo
un día y le editamos poemas. 
Se fue
y nos repartimos el perro...
ella se llevó mi corazón.
Yo me quedé con los ladridos.

J.J.C. - Juan Jiménez Caballero



MICRORRELATOS

Sentado en el porche
(Letra y música.- Babelain)

Estoy sentado en el porche/esperando a la eternidad
un indio me pregunta/por el camino de la verdad
Iba harto de hongos/casi no podía andar
le dije que descansara/que la verdad podía esperar

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Le invité a un tequila/y no se quiso sentar
se lo bebió de un trago/ y se puso a caminar
Le dije a voz en grito/que si encuentra a la verdad
que venga y me la presente/y así podremos charlar

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Al cabo de un tiempo/el indio volvió a pasar
mientras yo seguía esperando/a que llegara la eternidad
Le pregunté si había encontrado/lo que había ido a buscar
y me dijo que sólo mentiras/ y ni rastro de la verdad

Yo ya no me fio/ de lo que dice el manual
de instrucciones para vivir/viene explicado fatal

Nos tomamos unos tequilas/y nos pusimos a charlar
salieron las estrellas/ y se pusieron a brillar
Pasamos un buen rato/y pudimos olvidar
tanta búsqueda y espera/de verdad y de eternidad.

Yo ya no me fio...

José Luis Álvarez - http://totovaca.blogspot.com.es/


MICRORRELATOS

* Un punto tenía complejo de final, un complejo fatalista.
Dos puntos tenían complejo de sentencia rotunda.
Fueron necesarios tres puntos para abrir todas las puertas, por eso no hay cuatro . . .

* El microrrelato más micro aún no ha pasado de la M.

Nekovidal - nekovidal@gmail.com ARTES LIBRES www.arteslibres.net



La paz viene del interior. No la busques fuera 

(Siddhārtha Gautama)



No es que quieran que dejes de rotar en una silla giratoria a una velocidad
distinta que el mundo distante, no presentan objeciones a que te sientas
en una órbita original al girar sobre un eje propio, ni que después abras
pensativo una lata cilíndrica de paté haciéndola rotar en tu mano, ellos
también a veces hacen girar sus globos terráqueos y los detienen con el índice
para elucubrar un rato acerca de la región que señalaron al azar
no tienen problema alguno con tu murmurante desiderata sobre
si lo que gira es la lata de paté o el abrelatas, sobre el pequeño disco dentado
que se desprende del resto de esa lata cuando abierta, no quieren ver
tus planes a la hora de otra primavera adjetivada, ni tienen especial interés
en plantarte un dispositivo de rastreo satelital para seguir tus pasos
por ramblas de balnearios atlánticos donde supo haber
videobares, disquerías, locutorios, ni ubican
a esos automóviles contratados por los motores de búsqueda que salen con cámaras
de trescientos sesenta grados en el techo a fotografiarlo todo, no quieren saber
las canciones que almacena tu pequeño reproductor de acero cromado y plástico
blanco, no están necesariamente al tanto del diagnóstico que dice que lo anómalo
no es estar desconectado de la realidad sino, a un nivel macro, estar demasiado
conectado ni esperan que se entienda por realidad un lanchón de asalto adentrándose
lentamente en una mesopotamia, que se entienda por realidad camelias
sobreexcitadas por el viento, por realidad a un grupo de hijos etíopes haciendo
que esperan un micro en una circunvalación específica habiendo perdido toda noción
de especificidad, con sus parkas estropeadas, pasándose un cigarro, clavándose
en la yema de los dedos los dientes de la tapita redonda de una botella recién
abierta, no ponen en duda la frágil camaradería nocturna que tejieron hace un rato
comiendo corazones de pollo ensartados en palillos de madera, no contextualizan
ese manifiesto, no teorizan sobre el entumecimiento, no leen todo lo que dice
el vicepresidente de Bolivia, no sintetizan la tenacidad, no acampan a las puertas
de abisinia, ni azuzan leopardos semidomesticados con el tamborileo de
sus panderetas, no queman tabloides, no se duermen con las manos entrelazadas
sobre el pecho mirando propaganda, ni les preocupa que ahora te pasees
con dulce parsimonia, la almohada todavía marcada en la cara, arrastrando los talones
por los pasillos de un supermercado buscando una marca específica de sopa
de fideos instantánea japonesa, y tampoco es que quieran evitar
que prepares, el temperamento hecho un témpano, esa sopa antes de ponerte
a leer un manual para perfeccionar maniobras de evasión, lo que sea
no, no, no, nada de eso, no
simplemente quieren que te mueras.

Martín Gambarotta en Para un plan primavera (2011), incluido en Penúltimos 33 poetas de Argentina  (UNAM, México, 2014, selec. de   Ezequiel Zaidenwerg).

Otros poemas de Martín Gambarotta
Punctum (19), Un cuerpo reacciona cuando algo lo infecta...


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