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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
"Verano", de Ida Vitale (Uruguay, 1923)
Todo
es azul,
lo que no es verde
y arde,
I.N.R.I.
-igne natura renovatur integra-
en este aceite grave del verano;
cae el que pesa el vuelo de los pájaros
y blasfema del pájaro sin vuelo,
cae la excrecencia verbal =
la agorería = el trofeo,
la joya sobre la vieja piel de siempre.
Quien se sienta a la orilla de las cosas
resplandece de cosas sin orillas.
Ida Vitale, incluido en Las ínsulas extrañas. Antología de poesía en lengua española (1950-2000) (Galaxia Gutenberg Círculo de lectores, Barcelona, 2002, selec. de Eduardo Milán, Andrés Sánchez Robayna, Blanca Varela y José Ángel Valente).
Otros poemas de Ida Vitale
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TEMAS TERTULIA 27-6-2025
DIGO
ESCUCHO
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS TERTULIA 20-6-2025
CUESTAS
VIAJES
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
CUESTAS
No me cuesta admitir la adversidad, pero me cuesta mucho admitir las desgracias creadas por la sinrazón humana.
No me cuesta el trato con personas de fe religiosa, a pesar de ser agnóstico, pero no soporto el trato con quien usa la fe ajena para el lucro propio.
No me cuesta demasiado transigir, pero sigo siendo intransigente ante la intransigencia.
No me cuesta reírme de la vida, pero se me hiela la sonrisa ante el humor negro con que ésta, a veces, reparte los papeles de su tragicomedia.
No me cuesta amar, pero me cuesta mucho soportar las formas enfermas del amor: el odio, la envidia y la posesión, entre otras.
No me cuesta nada admitir las diferencias, pero soy incapaz de admitir la desigualdad.
No me cuesta mucho creer en las personas, pero me cuesta muchísimo recuperar la confianza en ellas una vez perdida.
No me cuesta regalar, pero me cuesta discernir el regalo justo que agrade sin ofender a quien lo recibe.
No me cuesta olvidar dolores pasados, pero me cuesta mucho seleccionar cuales he de conservar como lecciones y cuales desechar por ser sufrimientos estériles.
Lo que más me cuesta, en definitiva, es resignarme a creer que la vida tenga que ser sólo una empinada cuesta sin retorno.
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CUESTAS
¿Con qué nos enfrentamos?
Por José Marcelo Ruiz
Estamos sometidos a lo que el estadounidense Chistopher Lasch denomina ‘cultura publicitaria del consumo’. Cuyo método consiste en potenciar el deseo para adquirir mercancías que, aparentemente, nos hagan sentirnos mejores. Nos ‘educa’ como masas en un apetito insaciable, no sólo de poseer bienes, también de vivir nuevas experiencias de realización personal. Esto ha dado pie a una sociedad dominada por las apariencias, y el espectáculo.
Una sociedad del espectáculo que afecta también a la ‘cosa pública’. La política, cuya finalidad es administrar bien los bienes y servicios de la comunidad. Recordemos que la palabra ‘polis’ en griego antiguo significa ciudad, y el ‘político’ se entendía como un buen ciudadano. Actualmente estos conceptos pierden todo su valor significativo, y están adquiriendo, tristemente, una concepción peyorativa. Esto es como consecuencia de la propaganda que se hace, propia de partidos con concepción totalitaria, y que consiste en publicitar informaciones prejuiciadas: los denominados ‘bulos’. Bulos que se utilizan como recursos con el objetivo de desacreditar al oponente político; apelando a nuestras emociones, así como a nuestro deseo honesto de estar informados. Por otra parte, se paraliza o se da una mala administración de los bienes públicos. Todo ello nos produce un estado de incertidumbre e inseguridad socioeconómica; debilitando la convivencia democrática y el bienestar.
La cultura de la publicidad y del consumo nos ofrece un espejo deformado por una ‘cultura narcisista’. Chistopher Lasch comenta en su obra La cultura del narcisismo que“todos, actores y espectadores por igual, nos miramos en el espejo. En ellos buscamos reafirmar nuestra capacidad de cautivar o impresionar a otros, rastreando ansiosamente alguna mancha que pueda restar méritos a la apariencia que nos esforzamos por proyectar. La industria publicitaria alienta de forma deliberada esta preocupación por las apariencias”.
Y como consecuencia de vivir en un ‘mundo de apariencias’ nacen los neuróticos narcisistas. Nos dice el autor que “el narcisista admira y se identifica con ‘ganadores’ por el temor a que se le califique de perdedor” y añade que sus sentimientos incluyen la envidia y su admiración se transforma en odio si el sujeto admirado hace algo para recordarle su propia insignificancia. De hecho, Lasch señala que cuando un asesino es un neurótico narcisista, con su crimen se apropia de parte del glamour de su víctima asesinada.
Otro tema de actualidad es la dependencia que padecemos de las redes sociales, así como el poder de control que estas ejercen sobre nosotros. Esas redes sociales que nos unen, a través de sus corazones y ‘me gusta’ alimentan nuestro lado más narcisista, y nos alejan de una relación saludable.
Vivimos en una sociedad que propone el consumo como la respuesta a las penurias habituales de soledad, enfermedad, fatiga, insatisfacción sexual… Al mismo tiempo que crea nuevas formas de insatisfacción, como el sentimiento de inutilidad o vacío. La publicidad institucionaliza la envidia y sus ansiedades asociadas. Pero, como me expresó un amigo, debemos quitárnoslas de un ‘guantazo’ mientras contemplamos el nuevo día que amanece. Y después, mirar hacia adelante.
Este artículo se ha publicado en el periódico digital NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía) , el 17 de Junio de 2025. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.
https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2025/06/17/con-que-nos-enfrentamos/
VIAJES
No son los viajes a lugares lejanos más o menos exóticos, ni experiencias, tan de moda, que nos hagan “sentir vivos”, ni el Camino de Santiago, también muy de moda.
El único viaje que realmente vale la pena llevar a cabo es el interior, el que nos lleva al autoconocimiento, todo lo demás son sucedáneos de la vida.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
Trastornos del control de impulsos: síntomas, causas y tratamiento
Este tipo de cuadros clínicos pueden tener señales y causas diversas.
Un impulso se caracteriza por ser algo que todas las personas viven o sienten en algún momento a lo largo de su vida, y se trata de llevar a cabo una acción de forma emocional o, por decirlo de otra forma, hacer algo “sin pensar”.
Habitualmente, la persona es perfectamente capaz de gestionar estos impulsos, dejándose llevar en mayor o menor medida. Sin embargo, en algunas personas esta capacidad se ve altamente alterada, pudiendo desencadenar un desorden mental conocido como trastorno del control de impulsos.
¿Qué es el trastorno del control de los impulsos?
El trastorno del control de impulsos se define, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), como aquellos trastornos en los que la persona experimenta grandes dificultades o no es capaz de soportar o resistirse al impulso de cometer una acción que acabará siendo nociva para la propia persona o para los demás.
En casi todas estas alteraciones de la conducta, el paciente experimenta una sensación de tensión o de gran activación previa a la realización de la acción, seguida de una emoción o sentimiento placentero, de gratificación o, incluso, de liberación.
No obstante, en ocasiones el paciente puede sentir sentimientos de culpabilidad y auto-reproches. Sin embargo, no es una condición obligatoria del trastorno del control de impulsos.
La sintomatología suele crónica y en un gran número de veces intrusiva, llegando a interferir en diferentes áreas de la vida del paciente. Asimismo, las personas afectadas por un trastorno de control de impulsos tienden a poseer un déficit en la capacidad para controlar sus emociones, lo que unido a los síntomas propios del trastorno puede provocar también un serie de alteraciones emocionales.
En la mayoría de los casos, la afección comienza en la etapa de la infancia o la adolescencia y los síntomas tienden a agravarse con el tiempo.
Clasificación
A pesar de que existen numerosas alteraciones psicológicas caracterizadas por un déficit en el control de los impulsos, algunos de los trastornos de control de impulsos más conocidos son los siguientes.
1. Trastorno explosivo intermitente
En el trastorno explosivo intermitente la persona experimenta capítulos recurrentes de conductas impulsivas, caracterizadas por ser de carácter agresivo y virulento. Asimismo, también puede acometer arrebatos de manifestaciones verbales coléricas y reacciones desproporcionadas a cualquier situación.
Algunos de sus síntomas incluyen rabietas, violencia doméstica o lanzar y romper cualquier objeto que el paciente tenga a mano.
2. Cleptomania
A pesar de ser uno de los trastornos con más fama dentro de los trastornos del control de impulsos, la cleptomanía es una alteración compleja que se define como la incapacidad de refrenar o dominar el impulso de robar.
Una persona cleptómana experimenta un irresistible impulso de robar, en muchas ocasiones, con el objetivo de apaciguar sus emociones. Asimismo, una peculiaridad poco conocida de la cleptomanía es que el paciente suele sentir culpabilidad tras acometer el robo.
3. Tricotilomanía
La tricotilomanía se caracteriza porque la persona es incapaz de reprimir el impulso de tirarse del cabello, llegando a arrancarlo y provocándose decalvaciones. Es alteración está muy asociada a la tricofagia, en la que la persona además de arrancarse el pelo lo ingiere de forma compulsiva.
4. Piromanía
Otro trastorno psiquiátrico sumamente conocido es la piromanía, en el cual el paciente siente el impulso de originar incendios, experimentando una sensación placentera, de alivio y de calma.
5. Ludopatía
La ludopatía también es conocida como juego compulsivo, y en ella la persona siente una incontrolable urgencia o necesidad de realizar o persistir en conductas relacionadas con el juego, aunque esto implique un grave deterioro en su vida o grandes pérdidas a nivel económico.
6. Dermatilomanía
Esta es una afección poco conocida en la que la persona siente la necesidad compulsiva de arañarse, rozar, pellizcarse o rascarse la piel.
7. Onicofagia
Caracterizada por el hábito, a veces, compulsivo, de morderse las uñas. La onicofagia es posiblemente el trastorno de control de impulsos más extendido y seguramente el más aceptado socialmente.
8. Compras compulsivas
Impulso irrefrenable de comprar de forma espontánea, sin ningún tipo de premeditación. Se suele conocer con el nombre de oniomanía.
9. Síndrome del acaparador compulsivo
En este síndrome la persona tiende o tiene la obsesión de recolectar y almacenar objetos de manera desmesurada; sin importar que estos carezcan de cualquier valor, o bien sean nocivos o perjudiciales para la salud.
En estos casos las personas pueden llegar a vivir hacinadas en sus casas, rodeadas de cientos de objetos apilados por el hogar. Asimismo, también pueden llegar a recoger animales, sosteniendo a una gran cantidad de animales, en muchas ocasiones bajo condiciones de poca salubridad.
Síntomas de estos trastornos
Debido a la gran cantidad y diversidad de alteraciones del comportamiento que engloban los trastornos del control de impulsos, existen una infinidad de síntomas y signos propios de estos. Y estos variarán en función del tipo de afectación que sufra la persona.
Esta sintomatología se puede dividir en síntomas físicos, conductuales, cognitivos y psicosociales.
Síntomas físicos
Marcas como cardenales, contusiones o magulladuras
Cicatrices de quemaduras consecuencia de experimentar con el fuego
Síntomas conductuales
Capítulos de furia explosiva
Comportamiento colérico frente a cualquier persona, animal u objeto
Conductas de robo
Mentiras
Experimentar constantemente con fuego o generar incendios
Síntomas cognitivos
Falta de control de impulsos
Falta de concentración
Ideas intrusivas
Esquemas de pensamiento obsesivos
Esquemas de pensamiento compulsivos
Síntomas psicosociales
Inquietud
Temperamento irritable o agresivo
Aislamiento y soledad
Desapego emocional
Causas
El origen y evolución de los trastornos de control de impulsos puede encontrarse en diferentes causas, pudiendo ser genéticas, físicas y ambientales.
1. Causas genéticas
Del mismo modo que otros trastornos psiquiátricos son susceptibles de originarse por causas genéticas, diversos estudios han afirmado existencia de una influencia genética en el inicio y desarrollo de los trastornos del control de impulsos.
2. Causas físicas
Mediante la utilización de técnicas de neuroimagen se ha podido constatar que los pacientes que manifiestan síntomas propios del trastorno de control de impulsos revelan diferencias en el cerebro a nivel estructural.
Esta diferenciación podría interferir en la funcionamiento normal del cerebro, incluyendo la correcta actividad de los neurotransmisores encargados del control de los impulsos.
3. Causas ambientales
El contexto o entorno en el que vive la persona es un elemento susceptible de ejercer una gran influencia en esta, convirtiéndose en un agente importante a la hora de moldear la conducta de los pacientes.
Tratamiento
Al igual que ocurre con la gran diversidad de síntomas, el tratamiento para el trastorno del control de impulsos dependerá de la manera en la que este se exteriorice.
Asimismo, en contadas ocasiones la persona acaba solicitando asistencia o ayuda profesional, dándose solamente en aquellos casos en los que el trastorno ha llegado a interferir demasiado en la vida del paciente o en aquellos en lo que ha llegado a saltarse la ley.
Aún así, se ha demostrado que las intervenciones más eficaces son aquellas que combinan un abordaje psicológico con un tratamiento farmacológico que disminuya las compulsiones del paciente.
Isabel Rovira Salvador. (2017, octubre 24). Trastornos del control de impulsos: síntomas, causas y tratamiento. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/clinica/trastornos-control-impulsos
https://psicologiaymente.com/clinica/trastornos-control-impulsos
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