domingo, 6 de noviembre de 2022

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.


TEMAS TERTULIA 11-11-2022

POR LOS PELOS

CLAVE DE SOL

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


Sólo hay una guerra que puede permitirse el ser humano: la guerra contra su extinción.“ 

(Isaac Asimov)


"In memoriam Ruanda", de Nimrod (Chad, 1959)

El resplandor azulea en la nuca de un niño
Y el fuego de la tarde ya no tiene esperanza

Aquel verano la hemorragia fue silente
Y la luz enterraba al mantillo

Era como una risa idiota bajo el yeso,
Cuando ya no se ríe —pobre carne—,
Un diente puro en lo más claro del espacio

¿Y qué botín fue aquel, colmado, a rebosar?
¿Qué flor frotada por el hierro junto a nuestros oídos?

Arrasábamos, por plácidas colinas,
En el desierto. Sólo se oye el clamor
De los osarios—el mantillo es carnívoro.

Nimrod en Tránsito al infinito (1999), incluido en Letras libres (Edición para España, febrero de 2003, selec. de Landry Wilfrid Miampika, trad. de Javier del Prado).

FUENTE: https://franciscocenamor.blogspot.com/2018/02/poema-del-dia-in-memoriam-ruanda-de.html


TEXTOS TERTULIA 4-11-2022

    LA BOMBONA

    BAILANDO LA VIDA 

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


El Alzheimer colectivo es todavía mucho peor que el Alzheimer individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo es un país condenado” 

(Filosofía & co,Emilio Lledó, filósofo) 


LA BOMBONA EN LLAMAS


La Bombona era el local más vivo del barrio y donde casi, casi todo, ya había sucedido. El nombre había sido originalmente La Bomba, y procedía de finales del siglo XIX, época de contubernios y asonadas militares, trasiego político y romanticismo e idealismo desbordados.


En sus sótanos se habían reunido a menudo grupos de liberales cuando la palabra significaba, todavía, verdaderos defensores de la libertad.

Tras la proclamación de la Primera República el propietario decidió ostentar con orgullo un nombre que en aquella época era sinónimo de resistencia ante la tiranía secular del fanatismo religioso y una aristocracia tan caduca como ignorante y brutal.

Tras un siniestro paréntesis de cuarenta años en La Bombona se reunían todo tipo de personas, desde jubilados sedientos de ruido de juventud a jóvenes sedientos de la experiencia de aquellos pocos ancianos supervivientes de la Guerra Civil que podían, al fin retornar a su tierra.

Todas las ideologías consideradas de izquierdas estaban allí reflejadas, pero también la de un falangista que nunca se llegó a quitar el yugo y las flechas de la solapa, ni decía más palabras que las imprescindibles para pedir el siguiente chato de vino, todo cabía en el barrio como lección de la convivencia que se intentaba reconstruir. Pero no es menos cierto que hubo eternas discusiones bizantinas sobre si era legítimo o no que se le permitiera entrar a aquel falangista allí ocuparon docenas de noches de tertulia en el comedor del local.

También un señor trajeado, bombero honorario y monárquico convencido, formaba parte de la clientela. Nos referíamos a él como el Sr. Alcalde, un apelativo más que merecido por la dignidad de su porte, al menos antes de terminarse los tres o cuatro primeros güisquis.

Y había más, mucho más entre su clientela: los más jovencillos del barrio, muchos de ellos enganchados al caballo e intentando vender el botín de sus correrías; refugiados cubanos en su primera época y sandinistas después; algunas prostitutas ocasionales que descubrían asombradas y complacidas, de mano de los jóvenes más radicales, que su oficio no era más indigno que la falsa sonrisa que vendía la secretaria de un ejecutivo.

Y los transeúntes, como una pareja de escritores daneses procedentes de Marruecos que quemaron en una noche, asombrados por la acogida recibida, cuanto llevaban para fumar un año en su tierra. Un ex sacerdote, ahora marxista convencido, y un ex marxista empeñado en que descubriéramos al verdadero dios del amor.

Enfrente a La Bombona vivía una gallega enorme con un amante japonés diminuto, desatando en cada paso la imaginación y curiosidad de quien les viera. Varios pintores a cual mejor y más alcohólico y muchos escritores, la mayoría con poco tiempo para escribir entre copa y copa; un escultor que había renunciado a una fortuna de unos cinco millones de euros porque decía que en su familia eran todos unos fascistas y que se alimentaba ahora a base de zanahorias y coñac Fundador; etc., etc.

La Bombona fue desalojada por varias redadas policiales, en la que poco ilegal se encontraba, salvo alguna idea extraña difícil de identificar. El local llegó a ser la obsesión personal de Billy el Niño, uno de los policías más famosos, corruptos y torturadores de la Transición. Llegó en una ocasión a detener a todo el bar al completo, sin más motivo que su voluntad y, como no cabíamos en los cuatro coches celulares que había llevado, nos dio la dirección de la comisaría, a unas manzanas, y nos dijo que nos trasladáramos allí, como así hicimos, presentándose una pequeña multitud . . . cada uno con su cuba libre en la mano.

La Bombona había recibido muchas amenazas y varios avisos de bomba, como era de esperar, pero allí sólo explotaban mentes y las ideas no daban miedo. Quien estuviera en asuntos más serios o complicados, siempre lo hacía a título personal y al margen del local.

Un mal día, no fue una bomba, pero sí un incendio el que acabó con La Bombona. Los peritos encontraron restos de gasolina y fue suficiente para desatar todo tipo de especulaciones y sospechas.

Una semana después, tres sedes de cierto grupo de ultraderecha también ardieron misteriosamente, eso también fue la Transición.

En la televisión, donde no salió el atentado a La Bombona pero sí el incendio de los locales ultraderechistas, se oyó gritar a cierto joven de impecable camisa azul: “Esto han sido los rojos hijos de puta de La Bombona”

A su manera La Bombona, triste y calcinada, puso su grano de arena en aquella época tan turbia como viva y volvió a recuperar, de alguna forma, su espíritu libre de un siglo antes y, de alguna manera, su nombre original de La Bomba.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

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Nunca permitas que el sentido de la moral te impida hacer lo que está bien.“ 

(Isaac Asimov)


BAILANDO LA VIDA

Cuando comencé este escrito sabía lo que quería expresar, pero no cómo hacerlo, entre otras cosas porque no entiendo de música. Me parecía tan necesario hablar de compases y de octavas para explicarme que busqué un tutorial con el que paliar mi desconocimiento; solo conseguí aprender a qué se llama acento dentro de un compás y cómo identificarlo. En definitiva, seguía en el punto de partida. Quería escribir hoy y mis neuronas parecían no enterarse de mi urgencia; se me ocurrió salir a la calle con el cuaderno bajo el brazo y la intención de sentarme frente al mar a esperar que la musicalidad de las olas me ayudara.

Pero la vida es impredecible y, como dice Muñoz Molina, vivimos permanentemente al borde de un cambio drástico; antes de terminar mi paseo en busca de ritmo me encontré con una pareja de conocidos, hablamos unos minutos y surgió tomar un café. En la seguridad de que la compañía humana es siempre la mejor opción, opté por compartir café convencida de que la decisión suponía un adiós a la inspiración.

Hemos comenzado hablando de la vida, de la adaptación a nuevas costumbres -tanto ellos como yo somos foráneos en esta localidad-, de sueños y propósitos de vida, en fin, de todo eso que se habla cuando uno quiere conocer a otros y darse a conocer a sí mismo. Y de pronto, como por arte de magia, me entero de que el señor es compositor musical y yo le pregunto cómo es posible componer una melodía que no existe, y le comento que soy capaz de entender cómo se crea un cuadro -la mujer es pintora- y cómo sale un texto de un bolígrafo o un ordenador, pero no de ver cómo una mente puede generar una pieza musical diferente a todas las demás piezas musicales.

Con una humildad que ha reforzado mi confianza en el género humano -mucho más tras conocer su trayectoria profesional- y una marcada serenidad, me ha explicado que el secreto estaba en que las composiciones que escuchó desde los ocho a los veinticinco años se grabaron en su mente y que todo cuanto tuvo que hacer para crear nuevas piezas fue recuperar las notas que anidaban en su memoria, alterar un poco el orden, mezclarlas de forma conveniente y variar una pizca los tempos. Et voilà! Ni más, ni menos. Y sin darle más importancia a la cosa, con una inaudita sencillez y de un plumazo, me ha ayudado a comprender cómo se crea música y cómo se baila la vida.

Uno de los dichos preferidos de mi padre era: «la vida es un tango y el que no lo baila es un tonto». Pues bailemos la vida, pero hagámoslo bien creando una melodía bailable, extrayendo de nuestra memoria los más preciosos recuerdos y haciendo la mezcla que mejor se adapte a los tiempos, añadiendo después las variaciones oportunas para que suene bien a nuestros oídos y los pies se muevan casi sin querer; al fin y al cabo, como dice Eduardo Mendicutti: «La memoria no es más que otra manera de inventar», una frase que resume a la perfección lo que Alain me ha explicado hoy en directo. Gracias, Alain, por tu clase magistral y por tu permiso para usar la información.

06/noviembre/2022 – Vicki Blanco para VOCESentreVOCES»

BAILANDO LA VIDA

El baile de la vida tiene mil formas, máscaras y colores: A veces suave como un vals, otras sensual como un tango o una bachata, otra resolutivo como un kazachok, otras lento como un bolero o una balada pero siempre, siempre, se requiere bailar y, más importante aún, comprender que nuestro baile, sea el que sea, y por mucho que nos guste, no es más que uno entre tantos.

Nada paraliza más el baile de la vida que creer que el nuestro es el único o bailar sólo uno cerrando las puertas al resto de la variedad musical. Ni siquiera la sed adolescente de nuevas experiencias tan propias de nuestras sociedades enfermas puede disimular una realidad vacía que, en el fondo, todos presentimos.

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


HABLEMOS DE LA SALUD

30 OCTUBRE, 2022 JOSEMARCELORUIZ 

Por José Marcelo Ruiz

Los avances vertiginosos de la ciencia y de la tecnología exigen una gran capacidad de adaptación a la sociedad, a la cual no todas las personas están preparadas. Por otra parte, el liberalismo como sistema económico impone la competitividad social y laboral. Ante tales circunstancias las consecuencias son las desigualdades sociales y económicas, y una vida acelerada que genera estrés y ansiedad. Ello nos invita a hablar sobre la salud.

Hablar de la salud implica afrontar la asignatura pendiente: la salud mental. Debemos exigirnos una auténtica reflexión sobre el tema. El ‘Día Mundial de la Salud 2022’ se celebró el pasado 10 de octubre, se centró en la infancia, la adolescencia y la juventud; priorizando el bienestar mental. Los expertos en la materia dicen que es necesario y urgente crear conciencia social sobre las enfermedades mentales. Es un problema social de gran magnitud que afecta a un gran número de personas, porque una de cada cuatro personas padece una enfermedad mental a lo largo de su vida, sin distinción social, e independientemente de su raza, su cultura o su nivel económico.

El Plan de Acción sobre Salud Mental elaborado por OMS, su finalidad es disminuir las brechas de atención y combatir el estigma social. Menciona que aún existen aspectos por resolver como el descuido de los servicios de atención a la salud mental; las violaciones de los derechos humanos; y la discriminación de la que son objeto las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales. Lamentablemente, hoy en día se sigue apartando y señalando al enfermo mental, quien debe afrontar la enfermedad en sí misma, e incluso no declararla por miedo al rechazo.

Hemos creado un modelo de sociedad donde las apariencias imperan, eludiendo la verdadera realidad del malestar que sentimos; apostando por un conformismo generalizado como norma. Hablamos de felicidad cuando es un modo de engañarnos a la evidencia, para no reconocer las cifras del suicidio. Según el INE cada día se suicidan en España una media de once personas, o lo que es lo mismo, una cada dos horas y quince minutos.

Hay un problema, todos nos creemos sanos (o queremos aparentarlo). Pero formamos parte de una sociedad que está enferma, basada en los prejuicios y en las desigualdades, donde no respetamos las diferencias. Como miembros que somos de esa sociedad, también estamos enfermos.

Marta Carmona Vázquez, psiquiatra, nos dice: “Quedarse sólo con el estrés, del día a día, es una visión demasiado simplista del problema, ya que el verdadero detonante es también el contexto social tremendamente generador de desigualdad, y este sí es un factor que genera sufrimiento psíquico y que deteriora la salud mental de la población”. También el psiquiatra Carmelo Ortiz afirma que “es un error individualizar ese descontento generalizado, el cual tiene que ver con los problemas sociales, con las condiciones laborales  y el estilo de vida que nos  exige la sociedad”.

Para que pensemos en construir una sociedad saludable, te cito al filósofo alemán Arthur Shopenhauer que dice: “El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad”. ¡Hagámoslo!

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 28 de octubre  2022. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez, por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/10/30/hablemos-de-la-salud/


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