domingo, 11 de septiembre de 2022

 VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.


TEMAS TERTULIA 16-9-2022

DUDAS

HIPOCRÁS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

«Lo que más odia el rebaño es aquel que piensa de modo distinto; no es tanto la opinión en sí, sino la osadía de querer pensar por si mismo, algo que ellos no saben hacer».  

(Arthur Schopenhauer)


LA MENTIRA Y LA VERDAD. 

La mentira le dijo a la verdad : "Vamos a darnos un baño juntos, el agua del pozo es muy agradable. La Verdad, todavía sospechando, probó el agua y descubrió que era realmente agradable. Así que se desnudaron y se bañaron. Pero de repente, la Mentira saltó del agua y huyó, vistiendo las ropas de la Verdad.  La Verdad, furiosa, salió del pozo para recuperar su ropa. Pero el Mundo, al ver la Verdad desnuda, miró hacia otro lado con ira y desprecio. La pobre Verdad regresó al pozo y desapareció para siempre, ocultando su vergüenza. Desde entonces, la Mentira corre por el mundo, vestida como la Verdad, y la sociedad está muy feliz ... Porque el mundo no desea conocer la Verdad desnuda. 



  Pintura: La verdad que sale del pozo, Jean-Léon Gérome, 1896.


OLVIDO QUE SOY OLVIDO“

(Acción poética)


TEXTOS TERTULIA 9-9-2022

ESCRIBIR

PIPAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

ESCRIBIR


Escribir es como el «ungüento amarillo», vale para casi todo. Las letras son memoria cuando se vuelcan en un diario; terapia si se utilizan como escritura automática; acceso al espiritismo si son «Los otros» quienes nos las dictan. Para mí es una forma de gritar en silencio.


Al escribir, digo sin hablar cosas que siento y, sobre todo, las que no comprendo o aquellas que, aunque comprendo, soy incapaz de justificar, quizás porque no tienen justificación alguna y, por lo tanto, tampoco solución, ya que lo que carece de motivo rara vez puede ser resuelto.


Descubrí la escritura a la vez que me enteré de que los niños no vienen de París. Tendría alrededor de cinco o seis años. Se me ocurrió plasmarlo en un papel, sin maldad, pero con toda la crudeza con que me había sido explicado. La interpretación de aquel texto por parte de los adultos fue tan fiera y desproporcionada que entendí, casi sin querer, que tenía entre manos un potente medio de expresión.


Escribir tiene un par de ventajas si se compara con conversar; la primera es que nadie interrumpe el discurso, con lo cual, no se pierde el hilo; la otra es que se puede releer lo escrito y matizar las palabras para que la reacción de quien lo lea no sea tan fiera y desproporcionada como la de esos adultos que interpretaron mi primer texto, posiblemente, desde su oscuridad.


Pero, aunque esto de escribir parezca camino de un solo sentido, no lo es, al menos para mí; hay una parte que me es devuelta, un alimento emocional, no solo por el hecho de que alguien lea lo que escribo -que también-, sino por las respuestas que recibo, los comentarios tan variados y distintos, entre ellos y con respecto a lo que yo he querido decir.


Es esa amalgama de ideas las que, unidas a mis propias experiencias, me animan a continuar haciendo pinitos con las palabras. Gracias por ello.


11/septiembre/2022 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


ESCRIBIR


Escriben los mortales con palabras, dibujos y cantos todas sus fantasías.

Escriben la esperanza, el dolor y el amor, poniendo mayúsculas, la verdadera partitura y melodía de la vida.

Todos escriben y crean, destruyen y se consuelan, esperando que el fin de todo no llegue en el más inesperado de los momentos: ahora.

En definitiva y al final, sólo escribe el tiempo, a golpes de segundos, de instantes irrepetibles que nos condenan, irremediablemente, a muerte.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net


Si quieres saber lo que Dios piensa del dinero, solo mira a las personas a las que se lo dio”.
(Dorothy Parker)

PIPAS

Después de comer acabamos de hacer lo que nos habían pedido; transportar las pipas de vino y aceite del almacén a la tienda y nos fuimos mi hermana y yo a sentar en el muro de la finca mientras nos comíamos una bolsa de pipas, era un día soleado de verano y nos lo estábamos pasando pipa recordando las fiestas del pueblo. De repente, del camino lateral vimos salir a un anciano, había estado removiendo en la tierra y había sacado una bomba antigua, en el momento en que iba a tirar de la pipa le gritamos desesperadamente para que no lo hiciera, el anciano se asustó con nuestros gritos y afortunadamente no lo hizo. Nos acercamos a él y nos contó que había encontrado la bomba enterrada en los campos de maíz y que creía que era una especie de cantimplora, nos agradeció nuestra ayuda y llamamos a la policía para que se llevaran la bomba, vinieron dos hombres sin uniforme pero con sus pipas a la cintura y nos dijeron que si volvíamos a encontrar algo parecido les volviésemos a avisar. Nos marchamos para casa con la satisfacción de haber vivido una pequeña aventura y se lo contamos a nuestros padres, mi madre estaba limpiando la pipa de su chirimía para tocar y mi padre estaba fumando en su pipa escuchando nuestra historia con una media sonrisa dibujada en su cara.

Eva Camba Paz


PIPAS

COMIENDO PIPAS SIN PARAR


Yo lo vi todo mientras comía pipas sin parar. Las pausas entre los crujidos de las pipas al quebrarse llegaron a estar en concordancia con las pausas del diálogo que mantenían ellos. Yo no era, en realidad, más que un testigo al que ambos ignoraban, concentrados como estaban en sus conflictos e intereses, un testigo cuya presencia no parecía importarles en absoluto.
El más alto colgó el teléfono. El otro, apuntándole de repente con una pistola con silenciador, le dijo:
Así que “yo lo liquido . . .”
“No es lo que crees”, le replicó, sorprendido, su amigo. “Rufo me preguntaba si podía liquidar el problema yo sólo”.
“Ya, y el problema soy yo.”
“No, el problema es que tienes que devolver el dinero, eso no es negociable, pero el resto se puede solucionar”.
“Aunque lo devuelva estoy condenado y vendréis por mi”.
“No, ése es el acuerdo: devuelves el dinero, unas disculpas y asunto concluido”.
“No lo creo”.
“Es verdad, mira . . . “dijo mientras se acercaba a la mesa del despacho. En el mismo cajón estaba la prueba de su inocencia, la que podía disipar las sospechas de su amigo y un revolver cargado. Me pareció que ni él mismo sabía cuál de las dos opciones elegiría tras abrir el cajón: poner la grabación de la conversación telefónica recién concluida o disparar a quien le encañonaba, su amigo de la infancia, con quien había recorrido tantos correccionales y cárceles.
Abrió el cajón y en ese mismo instante oyó el disparo al tiempo que sentía una punzada en su costado. Ahora sí se había decidido: empuñando el revólver aprovechó su último hilo de vida para apretar el gatillo contra quien acababa de dispararle. Los dos se desplomaron casi al unísono.
Y yo lo vi todo . . .
Mientras retiraban los cuerpos, un policía un tanto malhumorado me miró y dijo: “Y con este loro, qué hacemos? No hace más que comer pipas sin parar”.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

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