domingo, 20 de marzo de 2022

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/

PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com


¡ADIOS!

Las cosas que mueren jamás resucitan,
las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama
dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,
los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,
las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!
¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más! ...

ALFONSINA STORNI

Esta poeta argentina nacida en 1892 en Suiza es uno de los íconos de la literatura posmodernista. Con una infancia difícil y con carencias y luego una vida con recurrentes enfermedades, su poesía está impregnada de lucha, audacia, amor y una reivindicación del género femenino. Algunos de sus poemas a resaltar son: ¡Adiós!Alma desnudaLa caricia perdidaRazones y paisajes de amorQuejaTu dulzuraDolor y Frente al mar.


TEMAS TERTULIA 25-3-2022

IDIOMAS

LA MEJOR ACTUACIÓN DE MI VIDA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



"NADIE ES MÁS POBRE QUE LOS MUERTOS"           Collage, Nekovidal

TEXTOS TERTULIA 18-3-2022

DESTINO

GATOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



DESTINO

Tenemos la costumbre de poner nuestra esperanza en el futuro basándonos en el pasado, sin darnos cuenta de que todo pasado es absolutamente irreal, ya que cada vez que recordamos un hecho, además de recubrirlo con nuestra emoción, le quitamos detalles, le ponemos adornos y lo estiramos o encogemos según lo flexible que esté nuestra alma. El futuro no es menos irreal que el pasado, pero le echamos más imaginación aún y, encima, lo compartimos con otras personas otorgándole el contundente sobrenombre de «proyecto» o «propósito de vida».


En su novela «Todos los nombres», Saramago decía que «Las viejas fotografías engañan mucho, nos dan la ilusión de que estamos vivos en ellas, y no es cierto, la persona a quien estamos mirando ya no existe»; si trasladamos esa idea al futuro, podremos ver sin mucha dificultad que cuando llegue ese futuro que organizamos desde el presente, quien vivirá allí no será la misma persona que lo está planificando hoy, de manera que es muy probable que ese futuro no le valga a quien quiera que seamos en ese momento, si es que llegamos a ser y a estar entonces.


Todo este lío del ayer y del mañana mezclado con lo poco que soy capaz de entender de la teoría de la relatividad, y entendiendo que los seres humanos tenemos una percepción tan limitada que necesitamos ponerle medida a todo para situarlo a la altura de nuestra comprensión, me lleva a concluir de que el único tiempo que existe es el presente y, cuando digo presente, digo el minuto, el instante, el nanosegundo en el que pasa todo y, a la vez, no pasa nada.


Lo único seguro del pasado es que nacimos, nos encarnamos; lo único seguro del futuro es que moriremos, nos desencarnaremos. Pero ni siquiera sabemos si existe eso llamado alma, o si nuestra energía seguirá reverberando eternamente en el universo, o si pasaremos a formar parte de un todo en otro plano que nuestra pequeña mente no es capaz ni de imaginar, o si se apagarán todas nuestras conexiones para siempre jamás. Tal vez todo ocurre a la vez, la vida y la muerte, el ser y el no ser. Esa es la cuestión.


Mientras tanto, ante ese incierto destino que para mis ojos no es más que un espejismo, me hago eco de Mircea Cărtărescu cuando dice: «Vivir es la única respuesta posible a las preguntas existenciales». Y mucho mejor hacerlo con conciencia, paz y serenidad, añado yo. Vivamos cada instante y dejemos a Fortuna que enrede caprichosa en la cocina del Olimpo preparando menús; ya veremos si tenemos apetito cuando llegue la hora del almuerzo.


19/marzo/2022 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


DESTINO

TU DESTINO

Tu destino lo escriben los dioses, me dijeron, pero me fué imposible hablar con ninguno de ellos para preguntarles sobre mi vida, mi muerte o, al menos, comprobar si admitian sugerencias.


Tu destino está en manos de un único y verdadero dios, me dijeron, pero volví a encontrarme sólo con silencio o con las palabras altisonantes e hipócritas de quienes se autoproclamaron sus representantes en este mundo, todos ellos ni más ni menos mortales que yo. Con el tiempo aprendí a hablar con él, es un buen tipo, acabó incluyéndome en su grupo de Whatsapp.


Tu destino está escrito en tus genes, me dijeron los mismos que hasta no hace mucho llamaban ADN basura al que no tenían capacidad de interpretar ... por educación, callé.


Tu destino lo escribieron tus padres durante tu infancia y lo va retocando cada ser que transita por tu vida, me dijeron varios seres que transitaron mi vida y, por tanto, escribieron, según ellos, con sus actos y palabras, mi destino.

Estoy llegando a la paradójica conclusión de que mi destino es interrogarme, hasta el último día de vida, sobre mi destino.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net


GATOS

Menos mal que sólo soy un gato






Yo sé que soy tan sólo un gato.

Vivo con un grupo de humanos desde tres días después de nacer, cuando fui brutalmente separado de mi madre y mis hermanos.
Ya tengo cinco años, y mi idea sobre los humanos no ha mejorado en absoluto: son realmente estúpidos, y lo que es peor, crueles. Ellos creen que los gatos y los demás animales no podemos pensar y comunicarnos, el engreimiento es otra de sus virtudes, pero nada más lejos de la verdad; tenemos que ocultar nuestras capacidades ya que la experiencia nos ha demostrado que los humanos temen aquello que no llegan a comprender, y destruyen todo lo que les produce temor; si se enteraran, nos someterían a crueles experimentos o, simplemente, nos exterminarían, como ya han hecho con otras especies, e incluso con tribus enteras de sus semejantes.

El grupo, familia, como lo llaman ellos, con que vivo, no tiene problemas de alimentación y viven, materialmente hablando, muy bien, pero es asombrosa su obsesión por perder el tiempo trabajando más para comprar más cosas que luego no tienen tiempo de usar.
El jefe del grupo es abogado, una extraña profesión que consiste en mentir lo mejor posible para defender a otros humanos que han hecho algún daño al grupo donde viven, a fin de que no sean encerrados en jaulas que ellos llaman cárceles; lo más curioso es que Roberto, que así se llama mi amo, considera un verdadero triunfo personal que un asesino defendido por él quede libre, siendo el hecho de su culpabilidad o inocencia algo secundario para él. Nunca he logrado comprenderlo.
Julia, mi ama, es funcionaria, a veces me lleva en una cesta al lugar donde trabaja para que sea manoseado impunemente por sus amigas. Por lo que pude deducir, su trabajo consiste en salir a desayunar y comprar el periódico, leer el periódico, comentar con sus compañeras el periódico, pintarse las uñas, y protestar ante su jefe, que aparece dos días a la semana por la oficina, de la cantidad de trabajo que se va acumulando por falta de personal; ocasionalmente escribe, entre suspiros, algo en el ordenador.
Los niños, por su parte, acuden a un edificio sumamente ruidoso por su presencia que en una ocasión, siendo muy pequeño, tuve la desgraciada oportunidad de visitar, uno de los días más terribles de mi infancia. Allí, teóricamente, han de ser instruidos por un grupo de adultos llamados profesores para saber enfrentarse, cuando sean mayores, a las dificultades que les presente la vida. En la práctica parece ser un lugar donde son depositados los niños para que sus padres puedan descansar hasta el siguiente encuentro con ellos, pues los humanos rara vez consiguen convivir en armonía con sus crías, desbordados por la energía que éstas emanan.
Los seres humanos son, y esto ni ellos mismos lo niegan seres muy, muy extraños.

Y si creen que exagero, les contaré como es una semana cualquiera con el grupo de humanos con que vivo, una pareja y dos crías que, a pesar de tener ya cuatro y siete años se encuentran, como todos los humanos a esa edad, en un muy primitivo y lamentable estado de desarrollo.

El lunes comenzó como todos los lunes: gritos para despertar a los niños, que ya por costumbre se agazapan debajo de las sábanas en cuanto oyen las voces de sus padres. Roberto, malhumorado, murmurando: "Joder, otro lunes", y Julia que, con los ojos semiabiertos, le mira y no dice nada. Este suele ser el día de las peleas matrimoniales que, sistemáticamente sólo abarcan dos temas: que ella gana más en su trabajo que él en su bufete, lo cual, no sé porqué, molesta sobremanera a mi amo, y un antiguo novio de Julia, que ella ya tiene más que olvidado, pero que mi amo se resiste a dejar en el baúl de los recuerdos; el esquema es, invariablemente, cada lunes, el mismo:
-Márchate con él si tanto le querías.- dice mi amo al tiempo que disimula su miedo ante la sola idea de ser abandonado por Julia.
-Déjame en paz.- responde ella aparentando indiferencia, pero halagada por el ataque de celos de su marido.
Yo suelo optar por marcharme al jardín y esperar, pues ya he tenido oportunidad de comprobar, cuando era más joven, que los humanos son propensos a descargar sus iras en cualquier víctima inocente, y aún recuerdan mis riñones alguna injusta patada de lunes.

     Los martes no son mucho mejores, el ambiente en la casa es todavía tenso, y sólo el ruido de los juegos de Rebeca y Andrés, los hijos de mis amos, dan una nota de humor que, cuando deciden sustituir sus juguetes por mi cansado cuerpo, se transforma en humor negro.
     Los martes por la noche mi amo ve, invariablemente, su programa favorito de televisión, una extraña máquina que obsesiona a los humanos pero posee la virtud de mantenerles callados, con lo cual dejan de decir sandeces unos minutos.
     Se trata de un curioso programa, que ellos llaman informativo, que cuenta como viven, o mejor dicho, sufren, las personas en otras partes del planeta.
     Eso que ellos llaman guerra es una de las tantas cosas sobre los humanos que todavía no he conseguido comprender del todo.
     Los gatos tenemos nuestras disputas, desde luego, si llega un forastero a poner en tela de juicio el liderazgo del rey de nuestro barrio habrá una terrible pelea, pero será entre ellos dos, a ninguno se le ocurriría decirnos que todos los demás gatos debemos luchar, como hacen los soldados humanos, para mantener sus privilegios, por otra parte, también es cierto que ninguno de nosotros sería tan necio como para hacerles caso.
     Mi amo finge interés durante todo el programa, pero yo he observado que las pupilas se le dilatan especialmente cuando salen escenas monstruosas de sus hermanos de especie destrozados por alguno de sus mortíferos inventos para matar, y su mirada me da miedo. . .

     El miércoles pasado fue un día un tanto especial: hubo una extraña visita. Era un señor bajito y malhumorado con el que, a pesar de su manifiesta impertinencia, mis amos se mostraban muy amables y condescendientes, y resultó divertido ver el temor de mi amo a pesar de ser mucho más fuerte que ese al que definieron, una vez se hubo marchado, como "jodido inspector de Hacienda". No llegué a comprender cual era el tema que trataban, pero entre mis amos se creó un ambiente de complicidad ante el enemigo común que consiguió, por fin, hacer desvanecer los restos de la pelea del lunes.
     Esa es otra de las curiosidades humanas: la necesidad de un enemigo común para lograr reconocer a sus propios amigos.

     El jueves fue un día muy bullicioso. Mi amo apareció por casa cargado de regalos, pues había ganado un caso y, según él, debía celebrarse que un ladrón volviera a estar libre. Hubo regalos para todos: para los niños sofisticados juguetes electrónicos, con los que acabará jugando mi amo pero, y esto es realmente curioso, sólo a escondidas cuando no haya nadie en casa; es extraño que se avergüence de jugar, noble costumbre que los gatos conservamos durante toda nuestra vida, y no se avergüence, sin embargo, de su canallesco trabajo.
     El regalo para mi ama fue macabro y de mal gusto: un abrigo hecho con pieles de animales que, tras olerlo, pude comprobar, aliviado, que no eran gatos. Otra rareza humana. Y a sí mismo se obsequió mi amo con un enorme aparato de gimnasia que, a buen seguro, no utilizará hasta el comienzo del verano, cuando vaya a asarse, untado en grasa, bajo el sol de alguna playa; entonces descubrirá, como cada año, que en las personas abúlicas como él, la gastronomía no es buena compañera de la estética.

     El viernes suele ser un día animado dentro de la monotonía semanal; como los niños no tienen que madrugar al día siguiente para ir a la escuela, se quedan hasta tarde viendo la televisión con sus padres. La elección de los programas suele ser motivo de disputa, pero ésta nunca pasa a mayores: se termina viendo, simplemente, el que ha elegido mi amo, que suele ser alguna violenta película de acción. Dentro de unos días, en cuanto tenga ocasión, les dará a sus hijos un discurso sobre lo malo de pelearse en la escuela, y que todo se puede solucionar mediante el diálogo; los niños le escucharán boquiabiertos, pero no por asombro ante su madurez y sabiduría, como él cree, sino porque no aciertan a compaginar en su infantil cabeza humana lo que dice su padre con lo que hace.
     En cualquier caso yo pagaré, como siempre, las consecuencias, ya que los niños se empeñarán en repetir conmigo las crueles escenas que han visto en la pantalla y, claro, a mi siempre me toca el papel del malo.

     A los sábados los llamo yo el día-sorpresa, porque nunca se sabe como va a terminar. Por la mañana dejan a los niños en casa de sus abuelos y mis amos se marchan a lo que ellos llaman divertirse que consiste en comer y beber excesivamente para poder, a la mañana siguiente, caminar defectuosamente.
     Sobre lo que en mi pobre naturaleza hacen una vez que vuelven a casa mencionaré tan sólo un patético ejemplo: cuando mi amo se empeñó en perseguirme por toda la casa para ponerme una de sus ridículas prendas de vestir, una corbata, y acabó siendo rescatado del tejado por los bomberos. . .

     Pero no crean que soy un pesimista, ya sé que hay humanos buenos y razonables, pero, a pesar de ser mayoría, su voz rara veces se oye, ahogada por los gritos y vilezas de una minoría obsesionada por el poder, como el más miserable gato pendenciero.
     Aunque no cabe duda que desde un punto de vista ecológico, el ser humano es una de las especies más dañinas que se han dado en este planeta en todos los tiempos, ayer por la tarde, mientras estaba solo en casa, observé desde la ventana donde estaba sentado dos hechos que me hicieropn meditar mucho sobre la naturaleza humana : al cruzar la calle un joven minino, hijo de una familia de gatos que viven en la calle desde hace años, fue atropellado por un coche. El conductor, un jovencito humano con una música estridente en su coche, en compañía de otros tres igualmente ebrios, no sólo no frenó para evitar el atropello, sino que giró para provocarlo, tras lo cual profirieron un extraño grito de alegría. Fue horrible . . .
     Yo no podía salir para ayudarle, encerrado como estaba, y me limité a subir a la azotea, desde donde comencé a llamar con maullidos a los padres del gatito, pero antes de que llegaran se acercaron a auxiliar al herido una anciana humana con quien parecía ser su nieta. Lo recogieron con cuidado y se dispusieron, por lo que pude oír, a llevarlo a un veterinario mientras le acariciaban para consolarle.
     Eso es lo más extraño de los humanos: que en la misma especie conviven los seres vivos más crueles y destructivos y también los seres más nobles, amables y solidarios. Y eso es lo único que me permite seguir confiando ocasionalmente en ellos y en el futuro que puedan brindar a nuestro planeta. Algún día aprenderán a tratar a sus semejantes más egoístas y crueles como a enfermos que son, olvidando el erróneo concepto de maldad.
     Algún día aprenderán con respecto al resto de la naturaleza y a sus propios semejantes la primera y más importante norma de convivencia, la más simple pero difícil de llevar a cabo: saber vivir y dejar vivir.

     Hoy es domingo y todos se han ido de paseo al parque. Aquí, acurrucado sobre la alfombra, pienso en mi vida, la vida de los humanos, y la vida en general. Pienso que tal vez yo sólo sea, como dicen ellos, un animal irracional, tan sólo un gato que no puede comprender muchas cosas de la existencia humana . . .
     Pero a veces también pienso: menos mal que sólo soy un gato.

Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


 EL POETA,  LA CONVIVENCIA CON LA MUERTE. EMILIO PRADOS.

12 MARZO, 2022 JOSEMARCELORUIZ DEJA UN COMENTARIO

Por José MARCELO RUIZ

Emilio Prados

Cuando se habla o  se escribe sobre la muerte se evita mencionarla por su nombre, porque se tiene   respeto o bien temor de invocarla; esto hace que se recurra a eufemismos. Pero la experiencia de convivir con su presencia se convierte en un hecho vital, porque las circunstancias obligan al diálogo entre  la muerte y su interlocutor elegido.

Y Emilio se estuvo muriendo siempre. Lo decía. Pero no fue tampoco un aprendiz de la muerte, ni alguien que se adelanta a ella por la meditación, por esa «meditación sobre la muerte » que nace propiamente de no querer morir de verdad. […]  Emilio la vivía, vivió la muerte desde muy joven, ayudado por la enfermedad que lo hizo su elegido. Mas la « Montaña Mágica». Consideraba su esencial estancia en ella – allá en  Davos Platz – porque allí comenzó a escribir poesía, dato que revela cómo su poesía nació de la presencia constante con la muerte, de su compañía”. Esta cita  que pertenece al bellísimo artículo El poeta y la muerte. Emilio Prados, de la pensadora María Zambrano, el cual está recogido en su libro España, sueño y verdad, es un ejemplo de experiencia vital.  La autora nos habla  de cómo el poeta convive con la muerte,  y del diálogo surge la hondura de su poesía y su personalidad como poeta.

La presencia de la muerte hace cuestionar la temporalidad, cada instante vivido es un segundo nacimiento, una conquista ganada a favor de la sabiduría y de la vida. Esta actitud he visto en enfermos terminales, de cómo el tiempo desaparece para volver, de nuevo, a nacer. Dar gracias por ese día que ve amanecer.

Esta actitud de conquista es un ejemplo de cómo debemos valorar la vida, aceptando el diálogo de que se vive y se muere cada instante. Pero lo importante es dejar la herencia del saber adquirido. Siendo la motivación del poeta: nacer cada día.

Emilio Prados como expresa María Zambrano en el artículo mencionado concibió la vida como una conquista: “La poesía de Emilio Prados nace de ese instante del segundo nacimiento en que el tiempo y la libertad saltan a la vez; sobrevienen como un océano en que así renacido queda depositado en el pleno misterio del nacimiento, en las aguas de la vida, en la inmensidad del tiempo. Vuelta, Tiempo son los libros iniciales de Prados donde nace de ese instante. […] Renunció a recorrer el tiempo para quedarse así, dentro de él, a riesgo de quedarse en su infinitud. Mas encontró el centro del tiempo, ese centro en que el tiempo se abre hacia dentro y hacía más allá. “¡En lo infinito, / el tiempo vive su paloma abierta/ el corazón sin nombre de su olvido!”, escribe en Circuncisión del tiempo, pasada ya más de la mitad de su vida”.

Esta motivación de  nacer cada día, le conduce a esa búsqueda de ir más allá de su nacimiento, a esa actitud de que el hombre es mendigo de su propio ser. La pensadora dice del poeta, Emilio Prados, que     “su «camino» era el de ir a hundirse hacia más allá del nacimiento; allí donde el cuerpo y el alma comienzan a separarse, a no reconocerse apenas. La memoria del olvido- Memoria del olvido- fue siendo su lugar natural, su patria verdadera, en la cual buscaba la unidad de su ser en la unidad del universo, queriendo ser por el amor en el amor, criatura de este universo en el ser. En Emilio Prados se veía como en pocos que el hombre es el mendigo de su propio ser. Mas unos mendigan para sustraer y ganar, y otros, los perfectos como Emilio, por amor que se va encendiendo a medida que se consume.”

La poesía surge en ese silencio, en esa soledad y abandono, y en este estado dialoga  el poeta con la muerte, como argumenta la pensadora: “Y desde esa hondura, desde ese silencio, su pensamiento salvaba la poesía. El poema alcanzaba a realizarse por una tensión del pensamiento. La exigencia del pensamiento ayudaba a nacer la poesía”.

La actitud ante la vida y la muerte es lo que hace definir al poeta, y  no es poeta quien sabe versificar, sino quien acepta el peso de la muerte y el compromiso de vivir la condición humana, como bien expresa María Zambrano en su libro Hacia un saber sobre el alma, donde define la personalidad del poeta, nos dice: “Poeta, es alguien que padece en su vida de hombre mortal, sujeto a todas las relatividades de la condición humana, el peso de lo más comprometedor, la responsabilidad más exigente; la que proviene de decir lo aún no dicho, de expresar lo que gemía el silencio, en las fronteras mismas de lo inefable…. Condenado por Dios a ser filósofo, dijo de sí mismo alguien que en verdad lo era”. Estas cualidades y exigencias son las que debe tener presente todo ser humano que se sienta y se precie como poeta.

Emilio Prados, como expresa María Zambrano en el mencionado artículo, fue filósofo y poeta: “Pues  que tuvo que ser filósofo para ser poeta, como hay quien tuvo que ser poeta para ser filósofo, y esta dos cosas él bien la sabía”.

Este artículo ha surgido como una lectura atenta del artículo mencionado El poeta y la muerte. Emilio Prados, de la pensadora María Zambrano, el cual está recogido en su libro España, sueño y verdad. El cual os invito a leer.

José Marcelo Ruiz

Este artículo se ha publicado en la revista LA GARBÍA de pensamiento y literatura nº 11, febrero 2022.

Editor y coordinador: Andrés García Baena. Coordinador versión digital: Andrés García Serrano.   Avda. Miguel Cano- Edificio Marbella nº 6- Escalera Izquierda 4º 1- 29602 Marbella (Málaga).

Correo electrónico: revistalagarbia@gmail.com


https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/03/12/el-poeta-la-convivencia-con-la-muerte-emilio-prados/

No hay comentarios:

Publicar un comentario