domingo, 27 de junio de 2021

 VOCES entre VOCES

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TEMAS TERTULIA 2-7-2021

MOLESTIAS

PAPALAGUI

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.PAPALAGUI



"Mira, el problema es que Dios le da a los hombres un cerebro y un pene y solo sangre suficiente para recorrer uno a la vez". (Robin Williams)

"La bigamia es tener una esposa de más. La monogamia es lo mismo". (Oscar Wilde)

 



YO LA MUJER DE BARRO


"Se estremecieron las espesuras y las sombras' 
Yo la mujer de barro
hecha y guardada por los siglos y siglos
surgida del mismo tiempo
con una costilla de más, me dice Adán
y una semilla de nancite para Eva
yo la mujer de barro
con un grito de triunfo me persigno
por la señal de mis piernas
Por la santa cruz de mis caderas
Con el clamor de mi ombligo que se ahueca
y exclama araña tus ojos
Soy la furia del tiempo sin cabeza
Como una cara sin rostro
o un final de amores sin espejos.
Viva vivo y he vivido en el barro
a través de los ríos y las estaciones
y las capas geológicas y las erupciones
y los sinfines de culturas que no acaban
y las que apenas principian
en medio de todo el ruido
Yo, mujer, cargo la furia de amamantarte y amarte
hombre de barro, mi esclavo y mi señor
yo tu señora y tu esclava
mujer arcaica o clásica o moderna
siempre orgullosa de mi hoguera temblando
en el centro de Venus mi temblor.
Mujer de barro yo, descabezada
guardo y dibujo fertilidad de luceros
descabellada, quebrada y recocida
de mi amor inicial sembré los frutos
sigo sembrando y pariendo
y recogiendo y regando
en este comal de silencios
aquí volteada a la izquierda
con la piel siempre inmensa
sumergida en el canto de barro, carne y caminos
sólo me asusto de las cosas que no entiendo
como la cibernética
o el átomo envuelto
o mis hijos con la rodilla en el suelo
sólo y de nada me asusto
me persigno. 

Rosario Murillo


TEXTOS TERTULIA 25-6-2021

DIVORCIO

LA CARA, ESPEJO DEL ALMA.

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.




DIVORCIO


Entró en la cafetería donde solía desayunar y, mientras con la mirada perdida introducía los terrones de azúcar en el café pensó: “Así se está deshaciendo mi vida, como este azucarillo, pronto no quedará nada . . . ”. Cuando se disponía a tirar el sobre del azúcar en el cenicero, vió que había en él algo escrito:

"No penseis en dirigir los caminos del amor; es el amor quien, si os encuentra dignos, dirigirá vuestros caminos." Gibran Khalik Gibran, El Profeta (1923).

Y como aquella inolvidable vez, cuando apenas tenía ocho años, comprendió, como una iluminación, que ella era ella, y que esa separación ya irrevocable de sus padres y de cuanto la había atado a algo externo, la convertía en alguien único y más grande dentro del universo.

Así lo comprendió, ahora debía dar otro paso, separarse física, pero sobre todo anímicamente, de la persona con la que había compartido media vida, y esa separación, ese paso, si era de crecimiento, no había razón para que fuera doloroso, como no lo fue aquel de su infancia.

No tenía derecho al rencor hacia su pareja, pero tenía derecho a seguir su camino. No tenía derecho a la ira, pero sí a la libertad de continuar su proceso vital, que esa persona ya no quería ni sabía compartir.

Lo comprendió, respiró hondo, salió a la calle y, como haciéndole un guiño, el sol asomó levemente tras un mar de nubes grises, tal vez queriendo recordarle que en toda oscuridad habita una luz, y que no puede existir la una sin la otra.

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DIVORCIO

Cuando miré sus ojos, no estaba en ellos,

cuando me miré en el espejo, no era yo.

Rompí a llorar, no me conocía,

me había perdido entre tantas lágrimas.

Oí su voz que me decía

miles de reproches, vacías palabras.

Sentí el miedo que da el fracaso,

la soledad y la mentira.

Por una vez escuché los latidos de mi corazón

llenos de prisas.

Y miré a mi hijo con sus ojos atentos,

y me dijo: mamá, ¿te has portado mal?

Susurré, no hijo mío, tú estate tranquilo,

que esto al final mamá lo arreglará.

Enjugué mis lágrimas y me armé de coraje,

me cubrí de una piel hecha de hiel y espinas,

recordé que en tacones la distancia es más grande,

Y volví a ser mujer, dueña de mi propia vida.

Milagros



LA CARA, ESPEJO DEL ALMA.

Cada cinco minutos me cuento los dedos de la mano.

No se por qué debería faltar uno...

Tengo la mirada llena de paredes

y un gato que me vacila desde el sol del tejado.

Echo de menos un espejo,

para que me repita lo que no digo.

Me estoy dando cuenta de que si no decimos nada,

no tenemos nada que decir .

Hoy busco pensamientos para estas palabras

antes de que la Gestapo prohíba sonreír.

Quién soy yo para juzgarme.

( Aunque sientas sapos,

escupe mariposas )

Una bandada de elefantes indios, volando por los cielos

¡Ah no! , son los vecinos

y estoy contento cuando

 mi rosal da limones ...

todo el mundo lo sabe

los buitres cuentan cadáveres

para poder dormir.

Si por lo menos fuésemos

girasoles.

Me estoy volviendo a enamorar de mi...

es lo que tiene el Síndrome de Estocolmo

JJC – Juan Jiménez Caballero



LA CARA, ESPEJO DEL ALMA


De siempre se ha dicho que la cara es el espejo del alma; cuando era niña no lo comprendía muy bien porque los conceptos infantiles se ciñen al objeto al que se le adjudica un nombre, quiero decir que para mí un espejo era lo que había en la puerta del armario del dormitorio de mis padres o en la pared del cuarto de baño, pero ¿la cara el espejo del alma? Sinceramente, tardé algunos años en captar el significado.


Luego vi que sí, que los rostros reflejaban el interior de las personas con una precisión casi inaudita; la expresión de los ciegos denotaba la inseguridad que produce la falta de visión, en la de los niños se marcaba la avidez de conocimiento, la incultura daba una forma determinada al mentón cuando no a la frente, y en todas, sin excepción, podía verse la ira, la pasión, la tristeza…


Hubo un tiempo en el que me entretenía inventando historias sobre las almas que me eran inconscientemente mostradas por sus dueños; sin saber el porqué se me acabó esa afición hasta que, de pronto y también sin motivo aparente, quise retomar el gusto.


¡Cuánto desencanto sentí al darme cuenta de los estragos que la cirugía estética y los cosméticos habían ocasionado! Casi todas las personas eran parecidas; entre la eliminación del vello en las zonas convenientes y el aumento del mismo en las que dejan de tenerlo ya sea por genética o por tiempo, los hilos de oro bajo la piel, el bótox, las carillas me parecía ver copias del mismo rostro en todas partes; para no mentir, diré que se percibían algunos detalles particulares, aunque debidos a los adornos más que a expresiones naturales por las que entrever el alma.


Pero mi tenacidad luchó para encontrar el modo de averiguar el estado de los espíritus sin necesidad de cruzar una palabra con quienes los portan, y lo encontró: los pies. Sí, ellos también son el espejo del alma. Es curiosísimo cómo a través de estas extremidades se visibiliza el interior de los seres; la forma de colocarlos, el modo de moverlos, la manera de echar el paso. ¿Alguien ha visto un desfile de modelos donde no se cuide la posición de los pies? En este caso hablan de estética. ¿O algún premio Nobel con los zapatos sucios? Aquí de cultura. ¿Y en la playa con las chanclas no veis la diferencia? En plena naturaleza nos dicen quién es cuidadoso y quién dejado consigo mismo.


He de decir que estoy fascinada porque, en esta ocasión, por mucho que la cirugía intervenga, lo más que podría pasar es que viéramos los pies sin juanetes, sin durezas o sin uñas encarnadas, pero jamás les podrán quitar el derecho de ser, no solo el espejo, sino también los portadores del alma.



28/junio/2021 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»




Fotografía: Señoritas del Lyceum de Madrid, 1935

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


*

Como buen humano siempre escribo el presente creyendo sembrar el futuro fluyendo entre mil infinitos efímeros y un paraíso ocasional.

*

Casualidad llamamos los humanes a la causalidad que somos incapaces de comprender.

*

Olía a ternura la tarde, a brisa fresca y buenas intenciones, olía a paz.

Nekovidal - nekovidal@gmail.com

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CRÓNICAS DE CRAIG


Tuve muy buenas experiencias con los mendigos cuando estaba en Oriente, dos de las cuales siempre se quedarán en mi memoria.

El primero era un hombre de Delhi, que probablemente fue el primer mendigo con el que tuve algún tipo de relación. (Como comentario al margen, ya me había reunido con una familia de indios acomodados, uno de los cuales, un médico llamado Dolly, había conocido a mis padres en un viaje en autobús por Europa algunos años antes. La hermana menor, Jolly, me presentó a un amigo de ella, un tipo alto y afeminado, cuya madre era magistrada de la Corte Suprema, y ​​amigos de los Ghandis. Y algo que me dijo siempre se me quedó grabado en la memoria, porque dijo: “Sabes, mucha gente viene a India busca suciedad y mendigos. Y ellos encuentran suciedad y mendigos. Pero, si miras más allá de la suciedad y los mendigos, encontrarás que la India tiene mucho que ofrecer ”. Y tenía tanta razón en eso. Pero, pensando en ello ahora, en retrospectiva, creo que lo que Rajiv (¡el nombre acaba de volver!) probablemente nunca haya sabido, es cuánto tienen que ofrecer los mendigos.) En cualquier caso, este mendigo en el que estoy pensando pasó su tiempo en Pahar Ganj, un área al lado de la estación de tren en Nueva Delhi, pero en gran parte una parte de la vieja Delhi, donde yo y muchos otros hippies viajamos y nos alojábamos en pequeños hoteles.

Todas las noches, solía bajar a una esquina y sentarme en los escalones de un pequeño banco para ver el desfile interminable. No sé si has estado en India, pero realmente es un lugar alucinante. Colores y sonidos, olores y personas de todas las formas y tamaños. Y hubo desfiles matrimoniales y desfiles sagrados, y solo un flujo continuo de personas y un puesto de lassi de pie en la esquina. Todas las noches, ese mendigo venía a verme. No tenía piernas y caminaba sobre las palmas de sus manos. Y siempre tenía una gran sonrisa. Y me pedía dinero, de vez en cuando, pero lo justo para comprarse algo de comida callejera, o un bidi, los pequeños cigarrillos enrollados en hojas que las mujeres hacían en sus casas con la basura de las fábricas de cigarrillos, y nada más. Luego se marchaba y buscaba lo que fuera, y luego regresaba y se sentaba conmigo mientras fumaba o comía. Siempre con esa gran sonrisa. Nunca recuerdo, por extraño que parezca, cómo me comuniqué con tanta gente, ya que estuve en la India durante probablemente un año, en total, en los tres viajes que hice allí, y siempre viajé solo, y la mayoría de las personas que conocí no hablaba inglés, pero siempre había una comunicación maravillosa, de alguna manera, a menudo sin el uso de palabras.

En cualquier caso, ese fue mi primer mendigo, y realmente me abrió para darme cuenta de que los mendigos son personas. Y no solo eso, sino personas que pueden enseñarte mucho sobre lo que es realmente importante en la vida.


VERSIÓN ORIGINAL:


I had some very good experiences with beggars when I was out east, two of which will always stick in my memory. The first was a fellow in Delhi, who was probably the first beggar I had ever actually had any sort of relationship with. (As an aside, I had already met with a family of well-off Indians, one of whom, a doctor named Dolly, my parents had met on a European bus tour some years earlier. The younger sister, Jolly, introduced me to a friend of hers, a tall, effeminate fellow, whose mother was a Supreme Court justice, & friends of the Ghandis. And something he said to me has always stuck in my memory too, because he said, “You know, many people come to India looking for dirt & beggars. And they find dirt & beggars. But, if you look beyond the dirt & beggars, you will find that India has very much to offer.” And he was so right in that. But, thinking about it now, in retrospect, I think that what Rajiv - the name just came back! - probably never has known, is how much the beggars, themselves, have to offer.) In any event, this beggar I am thinking of spent his time in Pahar Ganj, an area right cross from the train station in New Delhi, but very much a part of old Delhi, where I & a lot of other hippies & travellers were staying in small hotels. Every night, I used to go down to a corner, & sit on the steps of a little bank, to watch the never-ending parade. I don’t know if you have been in India, but it really is a mind-boggling place. Colours & sounds, & smells, & people of every shape & size. And there were marriage parades, & holy parades, & just a non-stop flow of people. And a lassi stand across on the corner. And every night, this beggar would come to see me. He had no legs, & walked on the palms of his hands. And he always had a big smile. And he would ask me for money, from time to time, but just enough to buy himself some street food, or a bidi, the little leaf-rolled cigarettes that women made in their houses from the sweepings of the cigarette factories, & nothing more. And he would go off & find whatever it was he wanted, & then return & sit with me as he smoked or ate. Always with that big smile. I never remember, strangely-enough, how I communicated with so many people out there, as I was in India for probably a year, altogether, in the 3 trips I made there, & always travelled alone, & most of the people I met didn’t speak English, but there was always a wonderful communication, somehow, often without the use of words. In any event, that was my first beggar, & he really opened me up to the realisation that beggars are people. And not only that, but people who can teach you a whole lot about what is really important in life. 

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