domingo, 13 de junio de 2021

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/


PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com



TEMAS TERTULIA 18-6-2021

EGO

DESAPRENDER

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

"No es sexo prematrimonial si no tienes la intención de casarte".
(George Burns)

"Mi madre nunca vio la ironía en llamarme hijo de puta".
(Jack Nicholson)


DANZA DEL VIENTO , collage, Nekovidal


NOCHE OSCURA

¡Qué negra noche! Se diría

que el Tiempo la ha alargado sumándole su vida
y, vuelve, al terminar, a su principio;
habla la gente de su longitud
cuando sólo el crepúsculo ha pasado.
La sombra de las nubes se hizo más densa,
no distinguían los ojos el cielo de la tierra
y, al brillar el relámpago a lo lejos,
parecía un negro etíope sonriendo entre lágrimas.
Entonces con la espada de la resolución
la cabeza corté de esas tinieblas
y con su sangre he teñido
la túnica de la aurora.
Para el hombre de miras elevadas
no hay nada que produzca más desdichas
que el viaje nocturno:
cuando muere el apoyo de la voluntad,
no es posible iniciarlo.
Saludo a quien encuentro según lo que en él veo,
no hay nada extraño en eso:
el agua adopta el color del recipiente.

Ibn Sara As-Santarini


(Recopilación y traducción de Teresa Garulo)

FUENTE: https://www.poemas-del-alma.com/ibn-sara-as-santarini-noche-oscura.htm


TEXTOS TERTULIA 11-6-2021

MANOS

RAZONES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


MANOS

La mágica ingeniería de unas manos.

Los cinco dedos de cada mano , uno tras o otro, como las hormigas, obreros de caricias.

La mano que amamanta y da besos o cría cuervos.

Nos mece los sueños. Reparte suerte.

La mano que te tiende la mano para el precipicio.. .

Quedo fascinado cuando me miran.

Mis manos saben y yo no tengo ni idea.

Son ojos sin un punto ciego.

Juego de manos.

Capaces de operar a corazón abierto.

Cuál es peso de nuestras manos vacias.

La mano atada de la razón de los sin nombre.

Una que da y la otra que quita.

Una mano cerrada es un puño.

La mano del tamaño de un pecho.

JJC - Juan Jiménez Caballero


LAS RAZONES


Todo el mundo las tiene, no hay nadie que carezca de ellas.

Las encontrará variadas, las hay para todos los gustos, ideologías, religiones y equipos de fútbol.

No se compran ni cotizan en bolsa, pero todo el mundo las regala.

Son volátiles y tienen fecha de caducidad, pero quien las posee las cree eternas.

Siembran por igual vida que destrucción, pues no se ha encontrado hasta ahora una acción sin su correspondiente reacción.

Se sienten como una verdad absoluta pero todas se alimentan de mentiras.

Algunas le parecerán blancas y otras negras, porque siempre olvidamos que las vemos sólo a través de nuestros ojos y que existen muchos más colores.

Sólo se sabe de un humano que reconoció que sus razones y sus principios podían adaptarse a las circunstancias, un tal Marx, Groucho, por supuesto.

Todas te hacen esclavo de la ignorancia cuanto más crees conocerlas. Algunas, las peores, las que nunca te invitan a dudar, te hacen mirar al dedo que señala la luna cuando caes en la trampa de creer que sólo las tuyas son las correctas.

Las sanas no se encuentran luchando sino cediendo, compartiendo, aprendiendo.

El que diga que no tiene ninguna, simplemente, miente.

Son tus, mis, sus o nuestras razones.

Nekovidal nekovidal@gmail.com


RAZONES

Aun teniendo dos oídos y una sola boca -por algo será esa proporción-, hablamos más que escuchamos; nuestro único interés es, al parecer, soltar a tontas y a locas la carga emocional que nos embarga en aquel momento y listo. Pero, en realidad, no vale de mucho aliviar los enredos del pensamiento si se vuelve a casa habiendo reconfirmado que nuestro enredo es un enredo muy superior en calidad al del resto del mundo, al contrario, es algo realmente dañino.


Escuchar a los demás nos pone alas, nos deja ver paisajes que jamás soñamos conocer y nos confiere la capacidad de adentrarnos en nuestra propia alma a través de la voz de otros; emocionarnos con nuestras historias contadas, recontadas, aumentadas, adornadas, solo consigue dar latiguillo al autobombo y hacer crecer el ego hasta llevarnos a considerar insignificantes las ideas ajenas.


No sé muy bien las razones -yo las llamaría sinrazones- que nos impulsan a esto, pero, me atrevería a asegurar que todo lo que sea achicar a alguien, minimizarlo, descalificarlo, no es otra cosa que una argucia para subsanar un complejo de inferioridad camuflado, una forma absurda y poco efectiva de compensar los vacíos emocionales que todos los seres humanos, por el hecho de serlo, tenemos; de otro modo seríamos ángeles.


Pero uno no se hace grande comparándose con aquellos a los que consigue pisotear, uno se hace grande comparándose con el que fue y reconociendo el valor del trabajo que ha realizado para llegar a ser quien es; el engrandecimiento no es sino averiguar el don que uno posee para ponerlo al servicio de uno mismo y de los demás, a la vez que localiza y lima las aristas más punzantes del carácter con el fin de caminar por el mundo haciendo el menor daño posible.


Visto lo visto y más que aceptada mi dificultad para entender y adaptarme a los comportamientos habituales, he condensado mis deberes humanos en dos razones vitales: levantarme cada día reconociéndome una principiante en el arte de vivir y acostarme cada noche con un poco más de conciencia de mí misma.

12/junio/2021 - Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


RAZONES

Los árboles enamorados.

https://youtu.be/guBgb095VBo

Raquel de la Vega


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

CRÓNICAS DE CRAIG

No pude dormir ni un momento anoche. No es que te culpe, David. Sé que los chiles jugaron un papel importante. Pero tampoco puedo dejarte totalmente libre de culpa.

¡Oh, Dios! Acabo de recibir una llamada de un técnico telefónico, en Oregon, probando el teléfono de mi primo, Jack. Dice que Jack está comiendo algo, pero probablemente me llamará cuando regrese, ahora que su teléfono funciona correctamente. Probablemente me hable durante una hora, cuando llame. Al menos está mejorando en su tiempo, porque solo son las 11:00 p.m. A veces llama a las 4:00 de la mañana. No puedo dejar de aclarar que hay una diferencia de 9 horas entre aquí y Portland.

Bendito sea. Tiene 85 años y está en una residencia, que dice que le cuesta $ 6,000 al mes, y sabiendo que soy vegetariano, le encanta entrar en largas descripciones de la gran hamburguesa que le dieron para el almuerzo. Si no me está hablando de cazar patos o destripar truchas o algo por el estilo. Es un granjero de verdad, y aunque se mantiene alejado de la política, algunas cosas que su hija ha mencionado me indican que es un Trumpster incondicional. ¡La mente se aturde con la edad! Lo aprecio mucho, pero ... De todos modos, sabrá por qué he sido tan breve, si es que llama.

Mira, David, amigo mío, has abierto una lata de gusanos con esta charla de escribirte cosas. Este es el tipo de cosas que puede esperar. ¿Qué quieres decir con que estás cambiando tu dirección de correo electrónico, David? ¿David? ¿Estás ahí, David? Lo siento. (De vez en cuando tengo que deslizar un “lo siento”, para que la gente sepa que yo era canadiense antes de convertirme en español, y no se sorprenderán de que no me preocupen demasiado las corridas de toros. o peleas de gallos, o cualquiera de esas otras cosas buenas españolas. Chorizo, jamón serrano, cosas así. ¡Barf! Lo siento.)


Didn’t get a wink of sleep. Not that I am blaming you, David. I know the chillies had a big part to play. But I can’t let you totally off the hook, either. 
Oh, Crikey! Just had a call from a telephone technician, in Oregon, testing my cousin, Jack’s phone. He says Jack is out having something to eat, but will probably call me when he gets back, now that his phone is working properly. Probably talk to me for an hour, when he does call. At least he is getting better at his timing, because it is only 11:00 P.M. He has been known to call at 4:00 in the morning. Can’t quite keep it straight that there is a 9 hour difference between here & Portland. Bless his heart. He is 85, & in a residence, which he says is costing him $6,000 a month, & knowing that I am a vegetarian, loves to go into long descriptions of the great hamburger they gave him for lunch. If he isn’t talking to me about shooting ducks or gutting trout or some such thing. He’s a real old farmer, & though he stays away from politics, some things his daughter has mentioned indicate to me that he is a dyed-in-the-wool Trumpster. The mind boggles! Love him dearly, but……… Anyway, you’ll know why I have kept this so short, if he does call. 

See, David, my man, you have opened a can of worms with this talk of writing things to you. This is the kind of thing you can expect. What do you mean you’re changing your email address, David? David? Are you there, David? Sorry. (I have to slip in a “sorry” from time to time, so that people will know that I was a Canadian before I became a Spaniard, & they won’t be shocked that I don’t really care too much for bullfighting, or cockfighting, or any of those other good Spanish things. Chorizo, jamón serrano, stuff like that. Barf! Sorry.) 


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Estimad@s compañeros de letras y otros vicios:

 Me permito recomendaros este libro y, si os interesa, la suscripción a https://lecturassumergidas.com/ 

 

Salud/os y un abrazo.

REBECCA SOLNIT, CÓMO “PERDERNOS” PARA CONVERTIRNOS EN OTRAS PERSONAS



FOTO POR DAVID BUTOW – TEXTO POR EMMA RODRÍGUEZ © 2020 / 

Quiero hablaros de un ensayo sobre las transiciones y las transformaciones; sobre los caminos que emprendemos dejando otros atrás; sobre lo que desaparece para dar paso a algo nuevo. Un ensayo sobre las edades de la vida lleno de revelaciones, de sutilezas, de despertares, de profundidades en las que sumergirnos, de preguntas y respuestas que abren múltiples y estimulantes hilos de pensamiento. Quiero hablaros de Una guía sobre el arte de perdersede Rebecca Solnit, todo un descubrimiento este verano extraño, este verano de 2020 en el que todo ha sido diferente, en el que hemos mirado al mar con los ojos cargados de las sombras del presente, con desoladoras noticias de fondo, con el ánimo encogido en una maraña de dudas y de miedos, con una intensa sensación de pérdida.

Muchas veces las lecturas, los libros, acuden a nosotros cuando los necesitamos. La intuición es como una brújula que nos conduce hacia ellos y vamos pasando sus páginas con la honda sensación de reconocernos. Lejos estaba Solnit (San Francisco, EE.UU, 1961), de imaginar que en el horizonte futuro aguardaba una terrible pandemia, capaz de arrasar con miles de vidas, convicciones, seguridades… Pero su entrega, publicada en 2005 bajo el título original A Field Guide to Getting Lost, y que ahora llega en su traducción al castellano de la mano de Capitán Swing, es capaz de apresar el estado de ánimo colectivo en el que estamos inmersos.

El ensayo de la autora estadounidense es un regalo en cualquier momento, es capaz de traspasar las épocas porque está lleno de autenticidad y de hallazgos que parten de la propia experiencia, de la búsqueda en zonas tapadas por el misterio del existir, pero ahora especialmente nos ofrece valiosos puntos de luz, compañía y complicidad para atravesar el tiempo de espera en el que estamos inmersos, en esta fase de ruptura, de quiebra, ante cambios que no somos capaces de identificar plenamente, anhelando encontrar una salida, un asidero, un rumbo, más conscientes que nunca de que la vida es vulnerabilidad, riesgo, un no saber hacia dónde vamos, ideas esenciales que habíamos olvidado en este siglo XXI acelerado, altamente productivo y tecnologizado. 





«EL ARTE DE PERDERSE» ES UN ENSAYO SOBRE LAS TRANSICIONES Y LAS TRANSFORMACIONES; SOBRE LOS CAMINOS QUE EMPRENDEMOS DEJANDO OTROS ATRÁS; SOBRE LO QUE DESAPARECE PARA DAR PASO A ALGO NUEVO.

Rebecca Solnit, que colabora en la revista Harper” habitualmente, es autora de otros ensayos como Los hombres me cuentan cosasEsperanza en la oscuridad Un paraíso construido en el infierno, este último sobre las consecuencias del huracán Katrina y los lazos comunitarios creados en torno al desastre. El medio ambiente, la política, el feminismo y el arte, son temáticas que le interesan y se ha implicado como activista en campañas de derechos sociales y contra la guerra. Hay fogonazos de todo esto en el libro que nos ocupa, una entrega donde ha buceado en sus orígenes, en sus álbumes familiares, en sus huecos, en sus dolores, en sus descubrimientos, para hablarnos de las historias que nos construyen, que nos definen, que nos hacen ser como somos.

El título, Una guía sobre el arte de perderse, nos lleva a pensar en el deseo tan común de cambiar de vida, de país, de identidad, y empezar de cero en cualquier otro lugar (tema que ocupa otro interesante ensayo, Pequeño elogio de la fuga del mundo, de Rémy Oudghiri, que también forma parte de esta edición de “Lecturas Sumergidas”). Hay páginas que tratan de ello, del ansia de huir y de estar lejos de lo conocido de la propia autora. Pero esta es solo una parte. La obra de Solnit es mucho más abarcadora. Aborda las pérdidas en un sentido amplio: pérdidas de recuerdos, de personas, de lenguas, de lugares, de culturas, de valores, de ideales… Y nos conduce a lo que vamos dejando de ser, a lo que abandonamos para empezar de nuevo, para seguir avanzando.

La biografía, la realidad y los sueños, se entrelazan en este ensayo que nos entrega los hallazgos de su autora y nos hace pensar en el acto generoso de la escritura, en las misteriosas conexiones entre quien realiza la entrega y quien la recibe, autor y lector. Da la impresión de que Solnit acometió este trabajo como quien se adentra por un túnel, sin saber hacia dónde la iban a conducir sus pasos, a la manera de una exploradora de vidas, enseñanzas, acontecimientos y paisajes exteriores, pero también interiores, un viaje hacia lo más hondo, hacia lo más íntimo y oculto. 



Deja la puerta abierta a lo desconocido, la puerta tras la que se encuentra la oscuridad. Es ahí de donde vienen las cosas más importantes...”, leemos al inicio de un recorrido sorprendente. Nos cuenta la escritora que cuando impartía un taller en las Rocosas, una alumna le hizo llegar una cita del filósofo presocrático Menón que la ha acompañado desde entonces. Una sabia voz del pasado acudió a ella para preguntarle: “¿Cómo emprenderás la búsqueda de aquello cuya naturaleza desconoces por completo?

DEJA LA PUERTA ABIERTA A LO DESCONOCIDO, LA PUERTA TRAS LA QUE SE ENCUENTRA LA OSCURIDAD. ES AHÍ DE DONDE VIENEN LAS COSAS MÁS IMPORTANTES…”, LEEMOS AL INICIO DE UN RECORRIDO SORPRENDENTE.

En esa interrogación, en las posibles respuestas, está la clave de esta obra filosófica, biográfica, artística y trascendente, que nos depara momentos de gran intensidad y emoción. “La pregunta que trajo esta alumna me pareció la pregunta táctica fundamental de la vida. Las cosas que deseamos son transformadoras, y no sabemos, o bien solamente nos creemos que sabemos, lo que hay al otro lado de esa transformación. El amor, la sabiduría, la gracia, la inspiración: ¿Cómo emprender la búsqueda de cosas que, en cierto modo, tienen que ver con desplazar las fronteras del propio ser hacia territorios desconocidos, con convertirse en otra persona?”, reflexiona Solnit.

Y más adelante recurre a Edgar Allan Poe, a su afirmación de que “son los elementos imprevistos los que debemos calcular principalmente”. Nuestra protagonista se detiene en la frase, da vueltas alrededor de la misma, se pregunta cómo se calculan los elementos imprevistos y argumenta: “Parece un arte de reconocer que lo imprevisto desempeña una función, de no perder el equilibrio ante las sorpresas, de colaborar con el azar, de admitir que en el mundo existen algunos misterios esenciales y, por lo tanto, lugares a los que no podemos llegar mediante los cálculos, los planes, el control. Calcular los elementos imprevistos quizá sea precisamente la paradójica operación que más nos exige la vida que hagamos”. 



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Estamos en el preludio, apenas en el inicio del trayecto. Menón y Poe son compañeros, brújulas que indican a Rebecca Solnit la ruta a seguir, la manera, o mejor la actitud mental, emocional, vital, con la que debe atravesar el túnel. Y también aparecen el poeta John Keats y el filósofo Walter Benjamin. Del primero toma Solnit sus ideas del “hombre de mérito” y la “capacidad negativa”, con las que se refiere a quien posee “la virtud de encontrarse sumergido en incertidumbres, misterios y dudas sin sentirse irritado por conocer las razones ni los hechos”. Del segundo repasa sus teorías sobre el perderse, en palabras de la autora: “una rendición placentera, como si quedaras envuelto en unos brazos, embelesado, absolutamente absorto en lo presente de tal forma que todo lo demás se desdibuja…”

A partir de todas estas referencias, Rebecca Solnit empieza a caminar sin mapas, a descubrir por sí misma, a encontrarse en su memoria y recorrer las carreteras del presente intentando desprenderse de los lastres, de las limitaciones. Si os interesa “descubrir”, ir más allá de la planura de lo conocido, de los senderos trillados, os recomiendo abrir las páginas de este ensayo, dejaros llevar, inspirar, por sus hallazgos. De entre todo lo que me ha ofrecido esta lectura, puedo destacar el haberme hecho tomar mayor conciencia de que la incertidumbre deja de ser menos paralizante cuando la entendemos como parte del camino; que asumir que estamos perdidos en determinados momentos ayuda a seguir la marcha; que las pérdidas, de cualquier tipo, siempre son tránsitos hacia otras direcciones. Y que muchas veces hay que dejar cosas para encontrar otras, para seguir creciendo.

Rebecca Solnit. Fotografía por Jude Mooney

Algo que me preocupa hoy en día es que muchas personas (…) nunca van más allá de aquello que conocen. La publicidad, las noticias alarmistas, la tecnología, el ajetreado ritmo de vida y el diseño del espacio público y privado se confabulan para que así sea”, argumenta la escritora, quien recuerda los enriquecedores deambulares de su infancia y lamenta que los niños de este siglo, debido a los miedos de sus padres -entendibles en el tipo de sociedades que habitamos- no puedan explorar por sí mismos, salir a la calle y perderse un poco “para después encontrar el camino de vuelta”. “¿Cuáles serán las consecuencias de tener a esta generación bajo arresto domiciliario?”, se pregunta.


FUENTE: https://lecturassumergidas.com/2020/08/30/rebecca-solnit-perdernos/

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