VOCES
entre VOCES
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La edad adulta es cuando te has encontrado con tanta gente que cada nueva persona te recuerda a otra.
(Ogden Nash)
TEMAS
TERTULIA 24-4-2020
TIEMPOS
INTERESANTES.
CUARENTENA
– V
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
Las
murallas de dos torres van a ser levantadas.
Los hombres —parece ser— marchan por las montañas.
Entre la vida y la muerte, ellas cubren el cielo azul.
El resultado: la libertad —como un viento ligero— provocará la controversia sobre lo que
verdaderamente sucedió.
El aire que se respira se parecerá a la electricidad y podrá sentirse en cualquier momento.
Hoy ya has dejado atrás los lugares que acogieron tus días difíciles, pero los cinco colores del
mar se pueden considerar todavía una basura.
El corazón asustado presiente que solo posee la podredumbre y la muerte de la ciudad.
Tú cuentas las veces que dejará atrás los tiempos oscuros y el nuevo día amanecerá radiante.
El Cosmos entero parece extenderse como la ceniza.
No puedes pararte, es por eso que tampoco llegas a sentirlo con las manos
A eso se le llama predicar en el desierto,
Eso es como pelearse con uno mismo.
1946
Xin Di, incluido en El cielo a mis pies. Antología de la poesía china moderna 1918-1949 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2013, selec. y traduc. de Blas Piñero Martínez).
Los hombres —parece ser— marchan por las montañas.
Entre la vida y la muerte, ellas cubren el cielo azul.
El resultado: la libertad —como un viento ligero— provocará la controversia sobre lo que
verdaderamente sucedió.
El aire que se respira se parecerá a la electricidad y podrá sentirse en cualquier momento.
Hoy ya has dejado atrás los lugares que acogieron tus días difíciles, pero los cinco colores del
mar se pueden considerar todavía una basura.
El corazón asustado presiente que solo posee la podredumbre y la muerte de la ciudad.
Tú cuentas las veces que dejará atrás los tiempos oscuros y el nuevo día amanecerá radiante.
El Cosmos entero parece extenderse como la ceniza.
No puedes pararte, es por eso que tampoco llegas a sentirlo con las manos
A eso se le llama predicar en el desierto,
Eso es como pelearse con uno mismo.
1946
Xin Di, incluido en El cielo a mis pies. Antología de la poesía china moderna 1918-1949 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2013, selec. y traduc. de Blas Piñero Martínez).
Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
(Gabriel García Márquez)
TEXTOS
TERTULIA 17-4-2020
LA
SOMBRA DE LA DUDA
CUARENTENA
– IV
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
LA
SOMBRA DE LA DUDA
EL
AMIGO NEGRO
A
veces la noche es el aliado perfecto de las confesiones, de los
secretos, de la comunicación en voz baja con los huéspedes de la
soledad. A veces la noche vela en silencio al fantasma de la comedia
diurna y se aleja al amanecer sin preguntas ni reproches. Vuelve una
y otra vez sin que le llamen, adivinando. Así es la noche, el amigo
negro.
No
hay cosa más humana ni más hermosa que la imaginación, que nos
hace crear, desde nosotros mismos, las infinitas posibilidades que
nos da el vivir.
HAYDÉE
ACOSTA (Nerja)
LA
SOMBRA DE LA DUDA
"La
inteligencia de una persona se mide por la cantidad de incertidumbre
que puede soportar". (Immanuel Kant)
¿Puede
haber razón más extraña que, siendo seres emocionales, apelemos a
la razón sin un ápice de duda?
Una
persona fuerte es aquella que conoce bien sus debilidades y no teme a
la sombra de la duda.
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CUARENTENA
– IV
Antes
de este confinamiento ya era consciente de que mi sentido de la
orientación nunca está cuando lo necesito, sin embargo, también lo
era de que poseía una clara noción del tiempo; ahora deben estar
haciendo causa común y hasta es posible que se hayan montado las
vacaciones juntos a pesar de la prohibición. Las clases y los
talleres, me ayudaban a administrar los días de la semana y cuando
enmudecía la algarabía de la entrada al colegio, ubicado frente a
la casa que habito, sabía que era san
fin de semana.
Noté
el primer síntoma el día que bajé al supermercado a las dos de la
tarde -horario que suelo emplear con asiduidad para evitar pelear
entre quesos y yogures- y estaba cerrado porque era festivo. No entré
en conmoción, pero algo rechinó en mi mente. Unos días más tarde
mi cabeza adelantó en siete días las fechas de Semana Santa y el
domingo pasado me convencí de que era sábado porque yo quería que
fuera sábado y poder, así, escribir sobre RAZONES EXTRAÑAS.
Nos
hemos quedado solos ante nosotros mismos y, faltos de referencias
externas, salen de nuestro interior las cosas más impredecibles;
como dice la canción de Serrat, EL METRO: «…El
autor ve personajes, el zapatero ve pies; el sombrerero, cabezas; el
peluquero, tupés; los médicos ven enfermos; los camareros, cafés…»
En definitiva, sale lo que somos, lo que siempre hemos sido y que,
tras más de un mes de confinamiento, está tan descontrolado como
nuestro pelo falto de peluquería.
Esa
es la razón de emplear mi tenacidad -que no terquedad- y hablar de
RAZONES EXTRAÑAS.
Las
razones ajenas siempre nos son extrañas; podríamos intercambiar el
orden de los adjetivos que, al fin y al cabo, son sinónimos o
podríamos llamarlas forasteras porque al forastero siempre queremos
echarlo de nuestra ciudad para que no perturbe lo que nos es
familiar; qué curioso que llamemos nuestro a lo que creemos
controlar: nuestro pueblo, nuestra casa, nuestra mesa, nuestro perro…
nuestras razones.
Pura
ilusión, no es más que pura ilusión, porque nuestras razones están
en permanente maniobra y no solo dependen de los hechos externos,
dependen de lo que biología manda, de lo que sentimiento toca y de
lo que emoción impone y la mezcla da lugar a un razonamiento
diferente cada segundo.
En
este tiempo lineal de aislamiento, me he encontrado con reacciones,
mías y de otros, absolutamente inesperadas que, tal vez, vivían
ocultas por la educación y el comportamiento políticamente
correcto: gentes que oran por el bien del mundo, pero ignoran al
vecino; vecinos que sin especial relación se brindan, sin orar, a
regalarte una sonrisa; seres que hacen favores a desconocidos, pero
evitan compromisos con los más cercanos; lejanos que te abrigan el
alma sin pedir nada a cambio; amigos que no lo eran y no pueden
aguantar la careta de bondad; bondades que salen del corazón;
silencios que retumban más que las palabras; palabras que acarician
como una pluma; críticas ácidas, cuando más bálsamos se
necesitan; desnudez sin tapujos a espuertas, eso sí, atrincherados
en nuestro hogar donde somos sanos, perfectos y mágicos, donde
creemos haber conseguido la madurez y no somos otra cosa que niños
luchando por conservar nuestro juguete más preciado. «Las
voces, las luces, las alegrías y las sorpresas, las esperanzas y los
miedos que encierra nuestra niñez, eso es lo que realmente amamos,
lo que buscamos durante toda la vida»,
decía Sándor Márai en La mujer justa.
Probablemente
saldré de esta -si salgo- con la misma falta de orientación que
entré y quizás me habrá dejado de importar la noción del tiempo
que tanto me preocupa ahora haber perdido; es posible que de aquí en
adelante mantenga la agotadora costumbre de limpiar cada producto que
entra en casa; hasta pudiera ser que la soledad deje de producirme
sensación de singularidad; casi con certeza seguiré sin entender
las razones que mueven a algunos otros como algunos otros no
entienden las que me mueven a mí. Este encierro y las extremas
conductas que ejerzo y recibo me llevan a considerar a los seres
humanos como chiquillos en un enorme jardín de infancia, semejante a
la Jaula
Imposible
de Escher, perdiendo el tiempo de juego que concede el recreo en
observar quién tiene el mejor bocadillo y envidiar el de chocolate…
aunque a nosotros no nos guste el dulce.
Sorprendida,
sí; removida, también; inquieta, pudiera ser; pero confieso que lo
que sí estoy es especialmente motivada porque, si bien es cierto que
no tengo esperanza alguna en un cambio social en bloque, sí que la
tengo en el cambio individual, en que esta pandemia nos otorgará la
libertad de cambiar sin razones aparentes, ya sean propias o
extrañas, y en que podremos decir como Foucault: «no
me pregunten quién soy, ni me pidan que siga siendo el mismo».
15/abril/2020
- Victoria
Blanco para
«VOCESentreVOCES»
CUARENTENA
– IV
CRUZADOS
DE BRAZOS
Sin
hacer nada, dormidos sin sueño, así quedan los muertos, Muertos de
silencio, muertos de espanto, muertos de incomprensión, muertos de
miedo. Solos y cruzados de brazos.
HAYDÉE
ACOSTA (Nerja)
”Quien ha osado volar como los pájaros, sólo una cosa más debe aprender: a caer”. (Rainer María Rilke)
CUARENTENA
– IV
"Esta
pandemia nos ha enseñado que que si no cuidas a tu vecino tú puedes
morir". (Rafael Correa)
Empecé
a comprender que la cosa iba en serio cuando la cuarentena empezó a
durar más de cuarenta días.
Ya
no cuento días, he caído en la cuenta de que es más saludable
leer, escribir o contar cuentos.
No
siento estar perdiendo ni ganando nada , sólo la extraña sensación
de navegar nuevos mares.
El
distanciamiento social, por lo visto lo más lógico para combatir
esta pandemia es, paradójicamente, lo más antinatural para una
especie social como la nuestra.
¿Dónde
quedaron las prisas?
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CUARENTENA
– IV
¿Cuál
es el problema?
Ése
es el problema,
que vamos a contracorriente.
Que lo imposible lo vestimos de blanco
para que no sea tan indigesto.
Ése es el problema,
que vivíamos tan felices
en aquella mentira,
que ahora nos duele vivir
en esta puta realidad.
Que nos gusta darnos a tortazos con los errores.
Que se echa tanto de menos lo que no tienes
que cuando lo tienes
no sabes como actuar.
Ése es el puto problema
de la mayoría de la humanidad.
que vamos a contracorriente.
Que lo imposible lo vestimos de blanco
para que no sea tan indigesto.
Ése es el problema,
que vivíamos tan felices
en aquella mentira,
que ahora nos duele vivir
en esta puta realidad.
Que nos gusta darnos a tortazos con los errores.
Que se echa tanto de menos lo que no tienes
que cuando lo tienes
no sabes como actuar.
Ése es el puto problema
de la mayoría de la humanidad.
José
María Rico – Spencer
CUARENTENA
– IV
AUDIO:
SOLEDAD
Rafael
Cotilla
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
***
Si
sólo una cosa pedir pudiera,
sólo
pediría conocimiento,
saber
porqué es lo que es
y
que saberlo
no
supiera a lamento.
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***
Día
de los santos inocentes
Hoy,
día de los santos inocentes
he
perdido las ganas de vestir
traje
gris de poeta abocado al silencio.
Por
lo pronto, y desde bien temprano,
ya
decidí que no maquillaría con polvos
de
mueble abandonado
el
reflejo decrépito de mi propia cara;
que
desde hoy dejaría al descubierto
cada
una de mis llagas. O cada cicatriz
-dicho
sea de paso-
que
a modo de adorno uso a veces como corbata.
Por
supuesto, el espejo convexo de mi cuarto
de
baño lo hice mil añicos. Luego,
apenas
comí, y tras el desayuno
no
tuve otra ocurrencia que ir visitando bares
de
reputación algo dudosa y en pleno centro.
(En
un intento –creo- de teñir de colores
diversos
esta triste percepción que padezco,
no
sé muy bien si mía. O de esta ciudad nuestra
pletórica
de mártires, tan pendientes ellos
de
lavarles el rostro a las imágenes
de
cartón piedra, antes que al tal prójimo
sin
nombre ni apellidos, que va y sin prolegómenos
y
se hinca de rodillas en la primera esquina
de
iglesia que se encuentra, a ser posible románica)
Y
tras abandonar el centro puse rumbo al río.
Era
ya media tarde
cuando
me dirigiera hacia el puente romano.
Poco
que comentar, salvo esa torre
que
acaricia la orilla, y señalar tal vez que hice
un
alto en el camino con la idea
de
ofrecerle un pez vivo a la imagen del arcángel.
No
conversamos, claro, sin embargo
parecía
feliz
con
aquellos turistas que gustan del flamenco
a
viva voz. Entonces me detuve de nuevo
sin
motivo aparente, distraído tal vez
con
esa dejadez que había sobre el asfalto
por
tanto cartón sucio
como
escupiera el río sobre mis pies. No pude
evitarlo,
y sacando papel y lápiz, voy
y
procuro cambiarme de corbata,
para,
a continuación, y en un inglés
del
todo cuestionable
aventurar
en prosa todo lo acaecido
en
un día inocente;
prosa
que acabaría siendo,
en
vísperas del año que comienza,
este
poema, estos versos que hoy os ofrezco
al
cabo de la noche, sin apenas
rima
ni orden, y como culminación, en fin,
en
esta jornada única
de
tedioso silencio.
José
Antonio Fernández
***
Deberías
buscar un hombre que, si te dice que le gusta un perfume que tú
tienes, te dé ganas de ponértelo inmediatamente, sin la menor
sombra de duda, y segura de que él haría lo mismo por ti.
Se
llama amor, si no, no vale la pena.
(Dedicado
a MCGC)
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sobre
el espino albar...
Entre luces y agujas,
la memoria
recupera enjambres de astros.
Sobre las sienes
de una luna caprichosa
garabatos de pensamientos
se mudan
en evolución de olas,
en espumear de crestas
y, en la mente,
palabras azules,
islas invertidas,
continentes sumergidos.
La luz revela
sobre imaginarios fondos
planimetrías de amor
y la historia del mundo
entre corales
y abismos de tiempo.
Maria Teresa Liuzzo, incluido en Doce poetas italianas para el siglo XXI (La Náusea ediciones, Barcelona, 2017, selec. y trad. de Carlos Vitale).
Entre luces y agujas,
la memoria
recupera enjambres de astros.
Sobre las sienes
de una luna caprichosa
garabatos de pensamientos
se mudan
en evolución de olas,
en espumear de crestas
y, en la mente,
palabras azules,
islas invertidas,
continentes sumergidos.
La luz revela
sobre imaginarios fondos
planimetrías de amor
y la historia del mundo
entre corales
y abismos de tiempo.
Maria Teresa Liuzzo, incluido en Doce poetas italianas para el siglo XXI (La Náusea ediciones, Barcelona, 2017, selec. y trad. de Carlos Vitale).
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