VOCES
entre VOCES
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TEMAS
TERTULIA 4-10-2019
COMO
YO
PRISAS
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
“Se
dice que nuestro enemigo es nuestro mejor maestro. Al estar con un
maestro, podemos aprender la importancia de la paciencia, el control
y la tolerancia, pero no tenemos oportunidad real de practicarla. La
verdadera práctica surge al encontrarnos con un enemigo”. (Tenzin
Gystaso)
El
umbral del dolor que abre la llave.
El candado que niega la salida.
El cuerpo en vilo que se rige por las leyes del taladro :
girar sobre el eje de su luz en tanto excava un surco en la mirada.
El surco
—que es la luz—,
la imagen de su vuelo suspendida en el instante
y un instante
después su consecuencia :
la plancha que fractura el fulgor en mil astillas.
Chispazos,
esquirlas de su sombra
que trazan en la lona un acertijo :
el nudo de rencor en que se trenzan
el cálculo científico,
la ira marrullera.
Y un instante después
El Fin
(que es la caída).
Víctor Cabrera en El libro de la arena, incluido en Un orbe más abcho. 40 poetas jóvenes (1971-1983) (Ediciones de punto de partida, UNAM, México, 2005, selec. de Carmina Estrada).
El candado que niega la salida.
El cuerpo en vilo que se rige por las leyes del taladro :
girar sobre el eje de su luz en tanto excava un surco en la mirada.
El surco
—que es la luz—,
la imagen de su vuelo suspendida en el instante
y un instante
después su consecuencia :
la plancha que fractura el fulgor en mil astillas.
Chispazos,
esquirlas de su sombra
que trazan en la lona un acertijo :
el nudo de rencor en que se trenzan
el cálculo científico,
la ira marrullera.
Y un instante después
El Fin
(que es la caída).
Víctor Cabrera en El libro de la arena, incluido en Un orbe más abcho. 40 poetas jóvenes (1971-1983) (Ediciones de punto de partida, UNAM, México, 2005, selec. de Carmina Estrada).
“¡Qué
mala es siempre por naturaleza la esclavitud, y cómo soporta lo que
no debe, sometida por la fuerza!”
(Eurípides,
dramaturgo griego del siglo V a C.)
TEXTOS
TERTULIA 27-9-2019
CASIS
SI
DIJERA... ¿SERÍA UN DELITO?
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
CASIS
(Dedicado
a Rafa)
De
“casis” está llena la vida:
Casi lo llamo.
Casi le escribo.
Casi se lo digo.
Casi nos vemos.
Casi lo llamo.
Casi le escribo.
Casi se lo digo.
Casi nos vemos.
Luego,
hay otros “casis”:
Casi llego tarde.
Casi dejo que se vaya.
Casi no se lo digo.
Casi se me escapa la vida.
Casi llego tarde.
Casi dejo que se vaya.
Casi no se lo digo.
Casi se me escapa la vida.
“Casis”
que nos hacen vivir al filo de la existencia, cayendo a veces a un
lado, a veces al otro.
Por
si acaso, a veces anunciamos nuestros “casis”. Por si acaso
fueran consuelo:
Casi me llama.
Casi me escribe.
Casi me lo dice.
Casi nos vemos.
Casi me llama.
Casi me escribe.
Casi me lo dice.
Casi nos vemos.
De
“casis”, en realidad, está vacía la vida.
Sara
Vi Ta
CASIS
"LOS
CASIS Y LOS PORSIS"
Teniendo
en cuenta que llenamos nuestra vida psicológica de "casis"
y "porsis" lógicamente alguna vez han desembocado en el
fin imaginario al que le hemos querido destinar, cuando sobre todo ,
los casis, son de lo más frustrantes y burlones ya que nos hacen
creer que estaba a punto de suceder algo que jamás llegaremos a
comprobar y te hacen perder el tiempo y la energía mental si se
vuelven obsesivos y te crees que esta vez si va a
suceder....horroroso, agotador....Pero hay gente que goza. Y los
porsis, si lo enfocamos en lo material, sólo consiste en tener un
enorme trastero si no quieres inutilizar una habitación de tu casa.
Yo tengo una, le llamo " LA HABITACIÓN DEL PÁNICO " que
no es precisamente para refugiarme de un bombardeo...es que da miedo
entrar.
Yolanda
Juste
SI
DIJERA... ¿SERÍA UN DELITO?
Si
dijera que somos mucho menos racionales de lo que creemos, que
nuestra mente es fantasiosa y vive en un mundo creado por si misma
que muy poco tiene que ver con el real, ¿sería un delito?
Si
dijera que todo no tiene más sentido que el que nos empeñemos en
darle, que es absurda la vida y hasta la misma muerte, ¿sería un
delito?
Si
dijera que el desarrollo tecnológico de una especie antes de llegar
al desarrollo mental y social es una aberración de la naturaleza que
posiblemente nos lleve a la extinción, ¿sería un delito?
Si
dijera que existen tantos dioses verdaderos como mentes humanas
vivas, ¿sería un delito?
Si
dijera que el amor, en cualquiera de sus manifestaciones, es la
energía mental humana más poderosa y menos comprendida, ¿sería un
delito?
Si
dijera que quien odia al diferente es un demente, ¿sería un delito?
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
SI
DIJERA... ¿SERÍA UN DELITO?
Según
la primera definición de delito que aparece en la R.A.E.: “Acción
que va en contra de lo establecido por la ley y que es castigada por
ella con una pena grave”, es
seguro que lo que pudiera decir no estaría considerado como delito,
pero tengo serias dudas.
Pero
también es cierto que arrastro desde muy joven una profunda
dicotomía entre justicia y legalidad, desconcierto que se hace más
hondo con el paso de los años, digamos que me resulta extraño que
sólo sea delito lo que va en contra de una ley establecida por unos
cuantos humanos.
Por
todo ello, aunque no fuera castigada a la pena capital, podría hacer
daño grave si dijera…
Porque
hay palabras con las que podría partir un alma, porque mataría
ilusiones que están por realizarse, porque algunas letras enlazadas
dañarían a quienes amo, porque el vómito de mis razones sería mi
cadena perpetua, porque mis palabras podrían estar teñidas de
antiguos rencores, porque las palabras no se las lleva el aire,
porque es sería mi ego quien tirara de mi lengua… sí, si dijera…
sería delito, delito moral, pero delito.
29/septiembre/2019
– Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES»
SI
DIJERA... ¿SERÍA UN DELITO?
Que
se joda la noche,
que
no supo entregarme el amor de la aurora.
Que se joda el ojo de Dios
que jamás ve la verdad
en nuestros vicios y nuestras faltas.
Que se jodan las palabras,
que no derriten,
como tú, el hielo de mi cuerpo.
Que se joda la poesía.
Que se jodan los poetas,
que no riman
el deseo de unas miradas en sus versos.
Que se joda el dolor de corazón,
porque ahora siento con las vísceras de una piedra.
Que se jodan los relojes,
que no saben contar la eternidad ciega de un beso.
Que se joda el ojo de Dios
que jamás ve la verdad
en nuestros vicios y nuestras faltas.
Que se jodan las palabras,
que no derriten,
como tú, el hielo de mi cuerpo.
Que se joda la poesía.
Que se jodan los poetas,
que no riman
el deseo de unas miradas en sus versos.
Que se joda el dolor de corazón,
porque ahora siento con las vísceras de una piedra.
Que se jodan los relojes,
que no saben contar la eternidad ciega de un beso.
JJC
– Juan Jiménez Caballero
SI
DIJERA... ¿SERÍA UN DELITO?
Y,
ya con un pie en el juzgado:
Si
dijera que es absurdo que combatamos el asesinato mediante la pena de
muerte, que no tenemos derecho a quitar nunca una vida pero que a lo
que sí tenemos derecho es a la expulsión de la sociedad, expulsión
a una isla con herramientas y comida para seis meses, a partir de
ahi... Tal vez fuera en algunos casos peor incluso que la pena
capital, dependiendo de la capacidad de supervivencia de cada
individuo, pero quien ha matado, rompiendo el primer y más básico
acuerdo social, no tiene derecho a disfrutar de cuanto la sociedad,
colaborando solidariamente ha conseguido, léase medicina,
tecnología, sociedades del bienestar, solidaridad, etc. . . .¿sería
un delito decir y proponer esto?
Si
dijera que es absurdo que a quien roba se le premie con unas
vacaciones sin trabajar, pagadas a veces, en vez de intentar
compensar a su víctima reintegrándole lo que le ha sustraído
mediante su trabajo, se llama derecho compensatorio, ¿sería un
delito?
Si dijera que decir algo, incluso la mayor barbaridad, decir, no hacer, no debería ser nunca un delito...¿sería un delito?
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
***
Bella
y fantástica
(Canción)
Déjalo
sentir.
Déjalo
fluir.
Deja
de fingir
Te
escondes dentro de ti.
Déjalo
sentir
Te
escondes dentro de ti.
Déjalo
fluir.
Hay
brotes y locuras sin fin.
Con
lo bella y fantástica que es la vida.
Tanto
sufrimiento y ¿para qué?
Y
lo malgastamos todo en tonterías.
A
nadie el miedo le hizo vencer.
Con
lo bella y fantástica que es la vida.
Tanto
sufrimiento y ¿para qué?
Y
lo malgastamos todo en tonterías.
A
nadie el miedo le hizo vencer.
La
verdad son las alas con las que debes volar.
Sentir
y gozar hasta el final.
José
María Rico – Spencer
***
Microcuento
Me
da igual mirar al cielo ahora
o
esperar a medianoche,
me
basta con una de tus caricias.
Lourdes
Pérez
Pues
todo entonces será abandonado.
El silencio del cielo será apartado, y para siempre
lo será el de la tierra hundida al fin del mundo,
y apartado el silencio en las perreras.
Por el aire bandadas de pájaros huyendo.
Y veremos el sol que se levanta,
mudo como pupila enloquecida,
e inmóvil como fiera en emboscada.
Pero velando en el destierro,
pues no podré dormir aquella noche,
estaré a la deriva, como con miles de hojas,
y habré de hablar como un árbol nocturno:
¿Sabéis del pasar de los años,
de los años por los campos fruncidos?
¿Comprendéis lo caduco y sus arrugas,
sabéis de las ajadas manos mías?
¿Y conocéis el nombre de lo huérfano?
¿Y conocéis de qué clase es la pena
que está pisando aquí lo eterno oscuro
con cascos rotos, patas membranosas?
¿La noche, el frío, la fosa,
la cabeza en oblicuo girar del prisionero?
¿Sabéis de abrevaderos congelados,
conocéis el dolor del hondo cosmos?
Salió el sol. Pinos árboles oscuros
al infrarrojo de un cielo iracundo.
Así comienzo a andar. Con paso quedo
frente a la destrucción camina un hombre.
No tiene nada, tiene sombra,
Tiene un bastón. Y ropas de presidio.
2
¡Por eso aprendí a andar! Por estos
pasos amargos y tardíos.
Y el ocaso vendrá, y la noche con su fango
me cubrirá, y yo, bajo los párpados
cerrados, seguiré velando ese pasar,
esos arbustos afiebrados, sus ramitas.
Velaré el bosquecito ardiente hoja por hoja.
En un tiempo aquí estuvo el paraíso.
Se renueva un dolor en duermevela:
¡oigo sus árboles inmensos!
Quería volver por fin, volver a casa,
como aquel en la Biblia que regresa.
Mi horripilante sombra está en el patio.
Silencio destrozado, padres viejos en casa.
Y los pobres ya vienen y me llaman,
ya lloran y me abrazan tropezando.
El orden ancestral me ha recogido.
En luceros de viento me apuntalo-
Si al menos esta vez pudiera hablarte,
a ti a quien tanto amaba. Año tras año,
no me cansaba de expresar, empero,
como un niño llorando por entre una rendija,
la esperanza ya casi fenecida
de volver y encontrarte.
Tu cercanía late en mi garganta.
Estoy alerta como fiera.
Tus palabras, la lengua de los hombres
yo no la hablo. Hay pájaros
huyendo en desbandada
bajo el cielo, bajo el cielo llameante.
Clavadas en un campo candente astillas huérfanas,
jaulas inmóviles y ardientes.
Yo no comprendo idioma humano,
y no hablo tu lengua.
¡Mi verbo es más apátrida que el verbo!
Ni verbo tengo ya.
Su inmenso peso
se desploma en el aire,
da sonidos el cuerpo de una torre.
No estás en parte alguna. El mundo es tan vacío.
Una silla plegable, una playera abandonada.
Entre afiladas piedras suena en trizas mi sombra.
Cansado estoy. Me yergo desde el suelo.
3
Dios ve que estoy parado bajo el sol.
Ve mi sombra en la piedra y el recinto.
Ve mi sombra de aliento detenido
en la prensa sin aire.
Para entonces seré como la piedra;
un pliegue muerto, esbozo de mil surcos,
poco más que un puñado de cascajo
será entonces el rostro de los seres creados.
Y en los rostros arrugas en lugar de las lágrimas,
y manando, manando esas fosas vacías.
János Pilinszky, incluido en Cincuenta poemas de quince poetas húngaros del siglo XX (Izana Editores, Madrid, 2012, selec. de András Simor, versión de Javier Pérez Bazo).Otros poemas de János Pilinszky
El desierto del amor
El silencio del cielo será apartado, y para siempre
lo será el de la tierra hundida al fin del mundo,
y apartado el silencio en las perreras.
Por el aire bandadas de pájaros huyendo.
Y veremos el sol que se levanta,
mudo como pupila enloquecida,
e inmóvil como fiera en emboscada.
Pero velando en el destierro,
pues no podré dormir aquella noche,
estaré a la deriva, como con miles de hojas,
y habré de hablar como un árbol nocturno:
¿Sabéis del pasar de los años,
de los años por los campos fruncidos?
¿Comprendéis lo caduco y sus arrugas,
sabéis de las ajadas manos mías?
¿Y conocéis el nombre de lo huérfano?
¿Y conocéis de qué clase es la pena
que está pisando aquí lo eterno oscuro
con cascos rotos, patas membranosas?
¿La noche, el frío, la fosa,
la cabeza en oblicuo girar del prisionero?
¿Sabéis de abrevaderos congelados,
conocéis el dolor del hondo cosmos?
Salió el sol. Pinos árboles oscuros
al infrarrojo de un cielo iracundo.
Así comienzo a andar. Con paso quedo
frente a la destrucción camina un hombre.
No tiene nada, tiene sombra,
Tiene un bastón. Y ropas de presidio.
2
¡Por eso aprendí a andar! Por estos
pasos amargos y tardíos.
Y el ocaso vendrá, y la noche con su fango
me cubrirá, y yo, bajo los párpados
cerrados, seguiré velando ese pasar,
esos arbustos afiebrados, sus ramitas.
Velaré el bosquecito ardiente hoja por hoja.
En un tiempo aquí estuvo el paraíso.
Se renueva un dolor en duermevela:
¡oigo sus árboles inmensos!
Quería volver por fin, volver a casa,
como aquel en la Biblia que regresa.
Mi horripilante sombra está en el patio.
Silencio destrozado, padres viejos en casa.
Y los pobres ya vienen y me llaman,
ya lloran y me abrazan tropezando.
El orden ancestral me ha recogido.
En luceros de viento me apuntalo-
Si al menos esta vez pudiera hablarte,
a ti a quien tanto amaba. Año tras año,
no me cansaba de expresar, empero,
como un niño llorando por entre una rendija,
la esperanza ya casi fenecida
de volver y encontrarte.
Tu cercanía late en mi garganta.
Estoy alerta como fiera.
Tus palabras, la lengua de los hombres
yo no la hablo. Hay pájaros
huyendo en desbandada
bajo el cielo, bajo el cielo llameante.
Clavadas en un campo candente astillas huérfanas,
jaulas inmóviles y ardientes.
Yo no comprendo idioma humano,
y no hablo tu lengua.
¡Mi verbo es más apátrida que el verbo!
Ni verbo tengo ya.
Su inmenso peso
se desploma en el aire,
da sonidos el cuerpo de una torre.
No estás en parte alguna. El mundo es tan vacío.
Una silla plegable, una playera abandonada.
Entre afiladas piedras suena en trizas mi sombra.
Cansado estoy. Me yergo desde el suelo.
3
Dios ve que estoy parado bajo el sol.
Ve mi sombra en la piedra y el recinto.
Ve mi sombra de aliento detenido
en la prensa sin aire.
Para entonces seré como la piedra;
un pliegue muerto, esbozo de mil surcos,
poco más que un puñado de cascajo
será entonces el rostro de los seres creados.
Y en los rostros arrugas en lugar de las lágrimas,
y manando, manando esas fosas vacías.
János Pilinszky, incluido en Cincuenta poemas de quince poetas húngaros del siglo XX (Izana Editores, Madrid, 2012, selec. de András Simor, versión de Javier Pérez Bazo).Otros poemas de János Pilinszky
El desierto del amor