TEMAS
TERTULIA 15-9-2017
HISTERIA
PADRE
MICRORRELATOS
Los
libros son maestros que nos instruyen sin amenazas, sin castigos, sin
palabras ásperas y sin ira. Si se acerca a ellos nunca están
dormidos, si se les interroga no ocultan nada, si se les interpreta
mal no protestan, y si no se les entiende no se ríen de uno.
(Richard de Bury)
No
hay sonido en el espejo.
No
habrá otro mundo tan callado como éste.
Mis orejas están en el espejo
y
no me oyen, lamentable.
Soy zurdo en el espejo,
por
eso no sabe cómo darme la mano.
A causa del espejo no puedo tocar al yo del espejo.
Sin
embargo, si no hubiera espejo, no podría encontrar al yo del espejo.
Aunque ahora no tengo espejo, siempre vivo en el espejo.
Aunque
no sé muy bien lo que está haciendo,
lo
imagino entregado a cosas solitarias.
Aunque el yo del espejo es opuesto al yo verdadero,
uno
y otro se parecen mucho.
Es
lamentable que no pueda examinarme en el espejo.
Aunque
estoy preocupado por el yo del espejo.
Yi Sang, incluido en Poesía coreana en España (Prometeo Digital, Internet, 2006, selecc. de Pío E. Serrano, trad. de Hwangbai Bahk).
Yi Sang, incluido en Poesía coreana en España (Prometeo Digital, Internet, 2006, selecc. de Pío E. Serrano, trad. de Hwangbai Bahk).
Nunca pienses que lo sabes todo. Por muy alto que te valores, ten siempre el coraje de decirte a ti mismo: soy un ignorante (Ivan Pavlov)
TEXTOS
TERTULIA 8-9-2017
COLOR
MORADO
EL
PÁJARO HELADO
MONÓLOGO:
SE RUEGA HUMOR
COLOR
MORADO + EL PÁJARO HELADO +
MONÓLOGO:
SE RUEGA HUMOR
El
pájaro se puso morado de helado de mora y, sobrecargado, no pudo
remontar el vuelo. Sólo un gato que le acechaba le encontró algo de
humor a tan dramática situación... ahora es él el empachado.
COLOR
MORADO
No
hay bozal
que
te resista
loca
insolente,
dame
tu espalda
que
yo seré viento
de
molino
a
contracorriente.
José
María Rico
COLOR
MORADO
Cuenta
una leyenda mora que moraba en una morada morada de Maro un moro que
cada día iba a Nerja a buscar moras moradas.
Hay
quien dice que no podía ser moro porque tenía morriña de la tierra
donde moraba la mora en cuyo corazón moraba, pero de eso no hay
evidencia histórica.
EL
PÁJARO HELADO
El
pájaro helado quemó sus alas heladas en el fuego del conocimiento.
Ya no pudo volver a volar, pero tampoco volvió a mirar a nadie desde
arriba.
EL
PÁJARO HELADO
A
la joven Marquesa, recién casada, le había sentado mal el
matrimonio. Al principio parecía feliz, pero pronto empezaron los
síntomas. Llevaba un mes postrada en cama, sin apetito, sin ganas de
vivir y con la piel cada vez más blanquecina. Su sonrisa había
desaparecido de su hermosísimo rostro.
El
Marqués, preocupado, ya que los días pasaban y la situación no
mejoraba , contrató a un famoso médico/masajista para que sus
delicados músculos no se entumecieran con tanta inmovilidad.
El
famoso médico, al quedarse a solas con la joven Marquesa, le dijo
que se desnudara completamente y se metiera debajo de las sábanas,
boca abajo, mientras él se lavaba las manos en el cuarto de aseo que
había en la habitación. El médico le descubrió la espalda hasta
la cintura y empezó un suave masaje empezando por los hombros.
Cuando tocó la piel de la marquesa se sorprendió de lo caliente que
estaba y de los temblores que padecía. Poco a poco parecía que el
masaje surtía algún efecto. Empezó a emitir suaves gemidos,
mezclados con suspiros, que fueron aumentando poco a poco. De pronto,
la Marquesa, movida involuntariamente por algún resorte oculto, giró
su cuerpo bruscamente, en un solo movimiento, quedando boca arriba y
completamente desnuda; las sábanas habían caído al suelo con la
brusquedad del giro.
El
médico, por un momento, quedó perplejo, por la inesperada reacción
y por la belleza de la joven. Pero reaccionó enseguida, como
iluminado, al ver a un pequeño pájaro que había entrado por la
ventana y revoloteaba por la habitación. Intuitivamente pensó que
allí se encontraba el remedio para los males de la enferma. Lo
atrapó con la cortina de la ventana . Era de color gris, con el
pecho negro y la cola naranja. Estaba helado. Lo tranquilizó con sus
manos y lo acomodó en el sexo de la joven. Lo mantuvo durante un
rato apretándolo suavemente con su mano hasta que se quedó
acurrucado allí mansamente. La Marquesa entró en un sueño
profundo. El médico la tapó con las sábanas, se lavó de nuevo las
manos, esperó unos minutos, le tocó la frente y comprobó que la
extraña fiebre había desaparecido. Retiró delicadamente el pájaro
de aquel nido tan acogedor. La Marquesa despertó y de nuevo apareció
la sonrisa en su hermoso rostro. El pequeño pájaro parecía
aturdido, pero ahora conservaba un poco del calor de la marquesa. Lo
dejó caer suavemente por la ventana y antes de llegar al suelo,
reaccionó y salió volando para perderse entre los árboles del
jardín.
Nadie,
ni la propia joven, supo jamás el tratamiento que le aplicó el
famoso médico. Podría traerle complicaciones con algunos sectores
de la pacata sociedad de la época.
José
Luis Álvarez
EL
PÁJARO HELADO
El
pájaro helado descubrió el calor del fuego pero para disfrutarlo
debía posarse en el suelo, mientras que volando podía conservar sus
alas heladas.
En
estas tardes cálidas o en estas noches frías nos seguimos
preguntando qué eligió el pájaro helado.
Sólo
él lo sabe . . .
EL
PÁJARO HELADO
El
pájaro helado siempre lleva consigo, en contra de todo sentido
común, una sonrisa cálida que para unos está a un paso del satori,
y para otros no es más que una sonrisa vulgar y bobalicona.
Siempre
está recogiendo chispas y con ellas construye su nido, también en
contra de toda lógica, de fuego.
El
pájaro helado es respetuoso con toda forma de vida, tampoco en eso
sigue la lógica primitiva de la especie dominante del planeta donde
vive, sólo come frutos y semillas que el tiempo ha dejado caer a los
pies de los árboles y las plantas.
Los
humanos, sin embargo, que todo lo comen sin muchos miramientos con la
vida, han cazado hoy una familia entera de pájaros helados y, tras
devorarlos, deprimidos, se preguntan porqué nada tiene hoy un
sentido lógico para ellos, ni siquiera ese sinsentido al que muchos
llaman vida cotidiana.
Sólo
los niños, en su lógica indestructible, estaban sinceramente
entusiasmados antes de ver a las aves muertas: pensaban que los
adultos, al decir “pájaro helado” hablaban de un helado en forma
de pájaro . . .
MONÓLOGO:
SE RUEGA HUMOR
Tengo
un loro en el patio que es de una vecina y el único sonido que imita
es el ruido de las cuerdas al tender, porque chirrían. ¿Será que
imitamos solamente lo que conocemos?
Victoria
Blanco
MONÓLOGO:
SE RUEGA HUMOR
Un
chiste, por favor, por el amor de Dios, que triste es estar triste
pero más triste es creerse lo que cuenta la prensa.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES LIBRES
www.arteslibres.net
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