sábado, 22 de abril de 2017

VOCES entre VOCES

TEMAS TERTULIA 28-4-2017

ROMPIENDO EL SILENCIO
AUGUSTOS Y PIERROTS
A LO TONTO, A LO TONTO . . .

"Escribir es la manera más profunda de leer la vida."(Francisco Umbral)










EL GORRIÓN Y EL PRISIONERO”, EN RECUERDO DE MIGUEL HERNÁNDEZ

El pasado 28 de marzo se cumplieron 75 años de la muerte del poeta Miguel Hernández y mañana es el Día Internacional del Libro, así que es fácil relacionar ambos acontecimientos y rendir un pequeño homenaje al gran poeta alicantino con su propio cuento “El gorrión y el prisionero“. En la cárcel, y pensando en su hijo, Miguel Hernández comenzó a escribir este cuento en el que narra la historia de un gorrión llamado Pío-Pa que llegó hasta su celda, entablándose un diálogo entre el pájaro y el preso. Lamentablemente, el cuento no pudo ser acabado… Miguel Hernández murió en la enfermería de la prisión de Alicante a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad.
Los gorriones son los niños del aire, la chiquillería de los arrabales, plazas y plazuelas del espacio. Son el pueblo pobre, la masa trabajadora que ha de resolver a diario de un modo heroico el problema de la existencia. Su lucha por existir en la luz, por llenar de píos y revuelos el silencio torvo del mundo, es una lucha alegre, decidida, irrenunciable. Ellos llegan, por conquistar la migaja de pan necesaria, a lugares donde ningún otro pájaro llega. Se les ve en los rincones más apartados. Se les oye en todas partes. Corren todos los riesgos y peligros con la gracia y la seguridad que su infancia perpetua les ha dado.
Ave de decisión, gorrión bueno, mejor entre los mejores, era Pío-Pa. Así llamaremos a este leve ser de mi cuento. Llevaba su pantaloncillo corto con remiendos y su blusa de pluma gris, más remendada que su pantaloncillo, con más dignidad que para llevar su corona y su cetro deseara el emperador de Carcunda. Volaba a grandes vuelos, y cuando tocaba tierra su pata andaba a saltos, rasgo alegre de entusiasmo juvenil. La alegría jamás faltó en su nido y en su pecho, donde permaneció arraigada por debajo y por encima de las tristezas que van y vienen. Tejió su nido como el soldado su tienda, donde le cogía la noche o la batalla por las migajas. No ambicionó, como los pájaros señoritiles, parasitarios, ni la rama elevada para piar ni el lugar regalado para yacer con la gorriona. Las innumerables vueltas que hacía al campo y los también innumerables tropiezos y asaltos que allí había experimentado acumularon sobre su cabeza de ajo bello y su corazón aleteante cierta sabiduría: llegó a saber más que una rata de cárcel: toda la que cabe entre una frente y un corazón loco.
Y, precisamente, una cárcel, no una jaula cualquiera, fue la causa de su gloriosa muerte. Pío-Pa, hemos dicho que así le llamaremos, experimentado sorteador de las ballestas, pedradas, trampas y artimañas humanas conjuradas contra su leve ser, volaba un día en busca del sustento de sus alas, que no es el aire precisamente, y fue a detenerse en un agujero de un muro denso de piedra. El agujero tenía rejas, rejas espesas, casi tupidas, que impedían el paso a la luz y a la libertad. Porque detrás del muro y el agujero se veía, y sólo un pájaro podía permitirse ver aquello, una celda con un hombre atalajado de cadenas. Era una de tantas celdas y sólo uno de tantos hombres sepultados en la tiniebla de uno de esos edificios que los albañiles han construido, a veces para ser sepultura de ellos mismos. A duras penas, sólo el ojo luminoso del pájaro es capaz de penetrar y esclarecer la tiniebla, consiguió Pío-Pa ver al hombre. Éste le miró, deslumbrado como ante un relámpago. Su opaco rostro de preso se iluminó, y Pío-Pa halló en sus ojos una mirada pura que en pocos seres se halla, aunque se busque con [ilegible], y se sintió recorrido por la confianza. Pío, pío, pío, dijo Pío-Pa, como si dijera: Tío, tío, tío.
¿Cómo se atreves a llegar hasta aquí, gorrión loco?
– Pío, pío, pío.
– ¿No te da miedo la prisión, no temes la mano del hombre, gorrión feliz?
– Pío, pío, pío.
– ¿No te has visto en la jaula jamás, gorrión sin pensamiento? Viéndote así, tan jovial, tan ligero, tan pequeño, me acuerdo de mi hijo.
– Pío, pío, pío.
– Oye, si sabes oír -continuó el preso-. Al cabo de un día y una noche me voy a morir. Me matarán. Dicen que soy una mala persona y que es preciso que muera. No sé qué habré hecho. Ni en sueños ni despierto me acuerdo de haber sembrado ni cosechado el mal. Sólo una mujer pudiera salvarme, pero su casa está lejos de aquí, en la región más soleada de estas tierras. Y habría de recorrerse mucha distancia y mucho pío para llegar hasta ella. Si tú pudieras llegar… Pero sólo hay un día y una noche de tiempo… Mañana no viviré… Lo siento por mi hijo ¡Quién tuviera tus alas, gorrión loco!
– Pío, pío, pío -repetía Pío-Pa-. Y entró de un salto en la celda y se posó sobre el hombro del preso. Adivinó el hombre con asombro que el ave le comprendía, y no se hubiera asombrado si supiera que un gorrión rodado sabe más que una rata de cárcel. Se proveyó al instante de lápiz y papel, que tenía consigo, y escribió de prisa unas cortas letras. En seguida buscó algo con que atar el papel, y hubo de desgarrar la tela de su camisa, y con un girón de la misma anudó el papel al cuello de Pío-Pa, que no cesaba de insistir en su pío, pío, pío.
– Adiós, gorrión loco. ¿Sabrás llegar hasta la mujer que [
ilegible]? En la región más soleada de esta tierra, en una casa pintada de azul y blanco con una palmera y el mar a la puerta vive. ¿Llegarás hoy? ¿Volverás antes de mañana con mi salvación? Ya sabes que estoy destinado a morir cuando nazca el alba del nuevo día si no estás aquí a esa hora. Ya sabes.
Se besaron Pío-Pa y el hombre: el hombre como pudo y el pájaro como supo. El hombre quedó solitaria en su celda, y el pájaro desapareció flechado por el agujero en su cielo y en su aire. No sé qué corazón latería con más fuerza, si el del hombre o el del gorrión. El hombre quedó más opaco en su ser y en su celda, más preso, desaparecidas las breves alas audaces, capaces de franquear hasta los muros de una prisión.
Mis ojos siguieron el vuelo del gorrión andar entre los [ilegible], a través de aquella mañana invernal con escarcha y sin una nube. El frío atemorizaba los campos. Sólo su valentía de gorrión se atreve con el invierno. Las otras aves rehúyen los malos tratos del diciembre y el enero, emigran a los países de primavera y verano constantes. Sólo el gorrión permanece ante los duros tiempos.
El mundo es breve para las alas atrevidas. Las de Pío-Pa baten y avanzan velozmente. Es un relámpago de pluma que renueva los horizontes por momentos. La tierra, abajo, gran punto de escarcha, desencadena su redondez girante. Ávido, impaciente por cumplir su misión salvadora, el pájaro deja atrás páramos, valles, montes, ciudades, ríos y bosques. Las horas avanzan con él, y el sol asciende como temeroso de que se produzca un choque entre la luz y las plumas. Los gorriones que se cruzan en el camino de Pío-Pa sufren el golpe de viento de su velocidad y piensan que aquel compañero ha enloquecido.
Avanza y avanza. Hasta que se siente rendido y en la necesidad de tomarse una tregua. Entonces, desciende y se detiene sobre un árbol para cobrar nuevos bríos. Pero la tierra, que no es transparente como el aire, está llena de asechanzas. En el aire no es posible el acecho invisible; en la tierra, sí. Pío-Pa ignora que, al detenerse, peligra su vida. Un hombre, concentrado todo él en apuntarle sobre un arma de pólvora, guiña el ojo, tuerce la boca, hunde un dedo en el gatillo del arma con sus manos peludas aferradas a ella. La mirada avizora del gorrión no ha reparado en el terrible bulto negro que procura disimularse tras un tronco. Suena el disparo. La rama en que descansa Pío-Pa cae cortada al suelo. ¿Y el gorrión? ¿Ha sido destrozado? Algo del plumón de su pecho flota y se aleja en la brisa. Pero nuestro héroe vuela ya muy lejos y muy alto, camino de la casa azul y blanca. No le ha sorprendido el incidente. Hecho su corazoncito a todos los golpes, no queda en él campo para la sorpresa. Vuela más raudo, más arrebatado, más alegre.
Se cumple el mediodía. Ya la luz llega su madurez. Ya el aire es caliente alrededor del pájaro, que penetra en la zona más caliente de la mañana. El cansancio se apodera otra vez de sus alas. Otra vez ha de renovarse su aliento en un breve descanso.

"No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan." (Jean Paul Sartre)


TEXTOS TERTULIA 21-4-2017

UN LIBRO
MÚSICA Y POESÍA
LORCA, HERNÁNDEZ Y TANTOS OTROS.

MÚSICA: Cante: Manuel Gallardo
Guitarra: José López Azuaga

TEXTOS:
Diego de Bonis
Juan Jiménez Caballero
José Marcelo Ruiz
F. A. Vidal - Nekovidal



UN LIBRO

Ya lo dijeron Munárriz y Aute hace “titantos” años, todo está en los libros: Alejandría, las minas del rey Salomón, las nieves del Kilimanjaro, los campos de Soria, el minotauro, Sandokán… y, añado yo, la ira, el amor, el miedo, la ternura, el dolor, la pasión, el alma en definitiva.
Porque ¿qué es un libro sino un método de terapia para el escritor? Si sueño con viajes exóticos y me meto en camisa de once varas imaginaré a don Alonso Quijano, si me enamoré de una mirada fugaz que se convirtió en mi obsesión Beatriz me llevará de su mano por todas las esferas del paraíso, si considerara el amor algo sublime e inalcanzable Los ojos verdes serán mi especial leyenda y si aún a mi pesar odiara la actitud burguesa de mi madre criticaré, sin perder tiempo, El mundo de Guermantes.
Un libro es, además, el mejor confesionario, en él plasmamos cuanto somos y hacemos guarecidos en el papel que recoge una amalgama de ideas propias o prestadas, invariablemente sinceras y por las que nunca podremos ser condenados pues depende de la interpretación que de ellas haga el lector, ya saben… “todo es producto de su imaginación, no le den más vueltas, no tiene sentido.” (Anthony Blake)

Madrid, 21 abril 2017 – Victoria Blanco

UN LIBRO

MIENTRAS LEES . . .
Miras la vida mientras el azar te regala un tiempo, un tiempo aparentemente vacío, pero nunca perdido.
Miras los mundos que, brotando en tu mente, pasan a formar parte de ti, como los juegos forman la infancia, como los recuerdos forman la existencia, como cada ladrillo de la memoria . . .
Mientras lees, miras la vida a través de la magia de un libro.
Nunca recibirás tanto a cambio de tan poco: el regalo de la ilusión y curiosidad por la vida . . . mientras lees.

MÚSICA Y POESÍA

CASAS VACÍAS
(Letra y música.- Babelain)

Casas vacías…. sueños de ayer
Telón de flores…besos sin fe

Bruma de ojos….aurora de abril
Piel que se oculta…luz de perfil

Coro:
Sangra la luna en el cristal
Colmando el delirio
La sed de suicidio

La cicatriz en el espejo
Se abre a la noche
Solo en el coche”

Silencio de locos…piel celestial
El tiempo se rompe…estrellas de mar

Bosque del cielo…rota la piel
Buscando silencio….sueños de ayer

Sangra la luna en el cristal
Colmando el delirio
La sed de suicidio

La cicatriz en el espejo
Se abre a la noche
Solo en el coche”

(Instrumental)

Sangra la luna en el cristal
Colmando el delirio
La sed de suicidio

La cicatriz en el espejo
Se abre a la noche
Solo en el coche”

Hubo silencio…el tiempo roto
Buscando colores…en el mercado del loco

Tiempo de bosques…hielo en el cielo
Mercado del tiempo…bosque de hielo


José Luis Álvarez

LORCA, HERNÁNDEZ Y TANTOS OTROS.

A Miguel Hernández
Mira, Miguel…
Mira, Miguel, escucha como brota
la voz sonora del agua.
De ese agua virginal que resquebraja la piedra.
De esa piedra, memoria del olvido.

Mira, Miguel, alarga tu mano
húndela en el vientre fecundo de la tierra.
Sentirás el palpitar de un corazón recién nacido,
el hondo quejido del olivo y la soledad de la higuera.


Miguel, está tu voz en ese viento,
en ese viento que viene con aire nuevo.
De ese aire que respira el alma de un pueblo
y trae el eco de tu palabra que se hace coro
rompiendo barrotes y fronteras.


Hasta que el hermano reconozca al hermano
como la granada muestra su fruto maduro y abierto.
Hasta que el padre joven se reconozca en su padre
como la semilla abonada conoce su destino.
Los hijos venideros sean herederos
como los árboles sabedores de sus raíces.


Ha llegado ese nuevo día con horizonte abierto
y, mira como la conciencia se extiende,
esa que universaliza lo humano,
porque beben sediento de la fuente,
de esa fuente inagotable, donde el agua
brota de lo hondo, en donde suspira
el aliento de la vida.

José Marcelo RuiZ
En Orihuela, 7 de febrero 2010
En el centenario de su nacimiento
Jornadas pedagógicas C.E.P Axarquía


LORCA, HERNÁNDEZ Y TANTOS OTROS.
FE
Estoy cansado de luchar
contra tus molinos...
De desangrarme gota a gota
y que no me creas.
Estoy cansado de que me perdonen la vida.
De que me vacilen,
los mediocres que nos gobiernan,
con su putrefacta camarilla.
Y de los ricos nuevos sin arte,
ni para sacar los billetes de la cartera.
Estoy cansado, de que no me leas las entrañas,
de que te vendas por nada
y nos sigan lloviendo piedras.
De alimentarme de la cáscaras
que envuelven los frutos.
Pero no me rindo...Mañana.
¿Cuándo quedamos mañana en la calle,
para pintar de rojo o verde los amaneceres?


J.J.C. - Juan Jiménez Caballero

AMANECIENDO
Me jode esta recuperación que nos está matando.
No tengo manos para el reparto de limosnas.
Dicen que vamos en buena dirección en este túnel
sin salida.
Me sangran los oídos de escuchar
que todo ya va bien…
Mientras miles de muertos vivos en esta cruenta guerra,
seguimos sin enterrar.
Entre tumbas y números el hambre, la indignidad
y la gran mentira con que llenan la boca
a los malheridos de indiferencia y frialdad.
Resuena, en el hilo musical la grosera propaganda,
nos piden opinión sobre el sexo de los ricos
y de los ángeles.
De noche, en el dolor de la verdad y del silencio,
cuando ya no hacen efecto las pastillas,
que nos dan para dormir,
adivinamos en pesadillas las carcajadas de los amos.
Mañana, con la misma tristeza maquillada en la cara,
les seguiremos tocando las palmas por alegrías,
a los que mandan.
El espectáculo debe continuar aunque ya no queden artistas ni arte.
Pero, necesitamos que alguien nos regale un buen cuento,
de final feliz aunque no haya perdices, ni princesas.
Deseamos que tú nos digas
que tenemos sangre en las venas.
Sangre de un color muy rojo clamando al cielo.
Queremos que él nos arranque
los pies del suelo
con una bocanada de libertad y un sueño.
Para sentir, pedimos que tú
hundas la mano en nuestro pecho
y nos toques más fuerte el corazón.
Buscamos un amanecer, que como un cuchillo
desgarre el velo
y de luz a nuestros ojos cerrados.
Pero primero, dejemos de alimentar ese dolor
que nos pone de rodillas.
Y apostemos cada uno, por ser ese alguien que ansiamos.
Agua de mayo para nuestros desiertos

J.J.C. - Juan Jiménez Caballero


LA PRESENCIA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Con estas palabras comienza la pensadora María Zambrano un artículo dedicado a Miguel Hernández: “Hay sucesos, lugares, personas, que han sido reales y verdaderas. Y, así el tiempo que pasa, va dejando ver la verdad realmente. Sus presencias vivientes que nos acompañan, son presencias reales a fuerza de ser verdaderas. […] Miguel Hernández, poeta, es una de esas presencias.”
María Zambrano conoció a Miguel Hernández en el 1934, en Madrid, fue a su casa acompañado por algunos poetas amigos, que entonces la frecuentaban. Y comenta ella: “el conocernos fue cosa de un instante.”
Nos sigue diciendo que fue acogido por las personas que ejercían la intelectualidad española, Ortega y Gasset, con su Revista de Occidente, y antes por José Bergamín, con la Revista Cruz y Raya. Y colaboró trabajando en la Enciclopedia taurina que Espasa- Calpe preparaba, dirigida por José María de Cosío por obra de Ortega. Y, con toda aquella “pléyade de poetas” que lo acogió como mejor podían, con la excepción de un poeta prometido al “sacrificio” en modo fulgurante, que experimentaba una especie de alergia ante su presencia personal. Y prosigue hablando de la tristeza que padecía Miguel Hernández: “Miguel acusaba la tristeza, mas no la causa. Y tampoco puedo saber si esta incompatibilidad de aquel gran poeta, era lo que más le acongojaba en medio de aquel gran esplendor y de aquella cordialidad sin reserva, que le rodeaba.”
María Zambrano mantiene una íntima amistad con Miguel Hernández, ella lo declara con estas palabras: “Mas él sufría, estaba sufriendo siempre. Lloraba hacía dentro y reía más que hablaba. Era el año 1935 y el 1936, cuando venía a casa y salíamos a pasear por aquellos lugares de la entrada a Madrid, cuesta abajo por la calle Segovia, para sentarnos algún rato en el puente o sobre alguna piedra de la entrada de la Casa de Campo; solos y como si estuviésemos abandonados”
Cuando María Zambrano se acerca a la poesía de Miguel Hernández nos dice que: “Lo veo como esa persona descubierta e indefensa. Sufridor de siglos contados y que no se cuentan. […] Y el hambre de Miguel le venía de lo hondo. Amor sin apenas esperanza. Esa esperanza que el hambre milenaria acalla para dejar paso al amor que la nutre y despierta en calma. […] Era de esos bienaventurados que tiene hambre sin avidez, y que aman sin afán de posesión, dispuesto a unirse únicamente. […] Era un creyente. Un creyente en la comunión que se da también por la palabra. Su poesía delata una especie de deslumbramiento de la palabra que ante él, heredero de tantos silencios, se abría. […] No más separación, no más distancia entre el poeta en sentido genérico –creador, hacedor- y el hombre. El Hombre, el Adán anónimo, humillado de siglos, el que padece hambre y sed de justicia y de pan. […] Su última poesía nace como chorro de la fuente del dolor y del amor. Era un creyente. Y creyó siempre en lo mismo, en el rayo que no cesa, y en el amor que no acaba.
Nos habla María Zambrano también de la muerte de Miguel Hernández y de su trascendencia, finalizando con estas bellísimas palabras: “Al morir, más que un cuerpo, debía de ser un signo. Sí, un signo de esos indelebles que el hombre deja sobre la tierra misma; en rocas, en grutas y laderas ha de haberlas aún sin descifrar grabados en ella por la pasión del hombre verdadero”

José Marcelo Ruiz

Este escrito es un extracto de un artículo del mismo nombre, publicado por María Zambrano en El País el 09 de julio de 1978. Publicado en su libro Algunos lugares de la poesía. Editorial Trotta. Edición, introducción y notas de D. Juan Fernando Ortega Muñoz. (Catedrático emérito de filosofía de la Universidad de Málaga)


LORCA, HERNÁNDEZ Y TANTOS OTROS.

Poesía del pueblo
Fotografías de la memoria,
 poesía del pueblo callada,
instantáneas de amor
en una calle mojada,           
camino de la fábrica donde trabajaba.

Segando altivo camisa blanca y faja,
detrás, haciendo haces, risas y miradas,
él, sabedor, besos al aire lanzaba.

Tac tac tac el corazón desbocado,
cuando por la oficina se asomaba,
se aceleraban los latidos del teclado.

Poesía del pueblo,
poesía callada
pasiones de fuego guardadas
y al terminar la jornada...
anhelan volver a verse mañana.

Instantáneas de amor
fotografías de color
en sepia plasmadas.

Diego Francisco Guevara de Bonis


LORCA, HERNÁNDEZ Y TANTOS OTROS.

-Homenaje a Miguel Hernández-

¿De qué nos servirían los tiempos felices, sin memoria donde conservarlos para cuando lleguen los tiempos difíciles?

¿De qué nos servirían los errores del pasado, sin memoria para aprender de ellos?

¿Qué dignidad puede conservar un pueblo que no conserva su memoria colectiva?

Nada somos como individuos, salvo un puñado de recuerdos. Nada somos como colectividad sin la memoria de los actos, ya mudos, de nuestros ancestros.
Tanta luz llegó a dar esta tierra, con rayos de poesía, ciencia, libertad y saber, que asustó y cegó a algunos de sus hijos, apenas un puñado, que, refugiados en su cobardía y sus miedos, decidieron apagar esa llama creativa de la que no sabían participar. . . El precio sería medio siglo de miseria material e intelectual.

Entre aquellas miles de llamas ahogadas cuando empezaban a brillar, estaba la de un hombre honesto, uno entre tantos, que supo por eso aglutinar el espíritu de todos: Miguel Hernández.
Su vida no vale más o menos que la de cualquier ciudadano de aquella generación que tuviera la dignidad suficiente para respetar el acuerdo social de entonces, y el ímpetu necesario para decir NO a quienes, en su locura, se creen con derecho a imponer por la fuerza de las armas sus ideas.

Pero este español de su tiempo y universal por sus versos, tuvo el merecido privilegio de sobrevivir al dolor, al miedo y a la infamia a través de su poesía.

Cada vez que ésta se imprime en un libro, suena en una escuela, o se recita entre amigos, vuelve a renacer la llama vital de Miguel Hernández, y con ella, nuestra dolorida, pero nunca muerta dignidad.

Hasta siempre, ciudadano Miguel.

Nekovidal nekovidal@gmail.com
ARTES LIBRES - www.arteslibres.net


MÚSICA Y POESÍA

Amantes que se quieren y se buscan,
una se puede entonar sin palabras
la otra se puede leer sin cantarla,
¡pero ay amor, cuando se juntan!,
cuando se juntan surge la magia,
y magia es el ritmo que las ata,
canciones brotan cuando copulan,
de melodías que llenan el alma,
de emociones evocan las palabras.
¡ay amor, ay, cuando se juntan!.

Diego Francisco Guevara de Bonis


MÚSICA Y POESÍA

Déjame decirte al oído
que tú eres el protagonista
de mis cuentos,
que estar contigo
no tiene precio.
Tal vez
un código de barra.

José María Rico

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