domingo, 27 de octubre de 2024

 VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

729 ES EL CÓDIGO COMERCIAL DE ISRAEL, TODOS LOS CÓDIGOS DE BARRAS DE LOS  PRODUCTOS QUE EXPORTAN EMPIEZAN POR ESE NÚMERO.
ADEMÁS, RECIENTEMENTE UN GRUPO FINANCIERO ISRAELÍ HA COMPRADO UNA GRAN PARTICIPACIÓN DE CARREFOUR.
LA CAUSA ÚLTIMA DE LAS GUERRAS SIEMPRE ES EL DINERO, NO COMPRES PRODUCTOS DE ISAREL MIENTRAS SEA UN ESTADO GENOCIDA.

4 poemas de Patricia Figuero

10 Jul 2024

Juan Domingo Aguilar

 

Patricia Figuero Correa es una poeta nacida en Madrid en 1975. Pasó los veranos de su infancia y adolescencia en el pueblo de su madre, Losar de la Vera, en Cáceres, donde desarrolló el gusto por andar descalza y bañarse en el agua helada de la sierra. Desde hace más de ocho años vive en La Palma. Allí coordina diferentes espacios de lectura: La cabaña existe, El cuarto inagotable y Un bosque propio (primer club de lectura feminista de la isla) y dirige el espacio de poesía & performance Nombrarse volcán y el festival del mismo nombre. Patricia ha escrito y estrenado las piezas teatrales La isla existeQue alguien llame a una de esas mujeresEres un buen momento para morirme Fisura, creada a partir de un poema de su libro La fisura entra por las manos (Libero Editorial, 2022).

***

I.

Nadie quiere quedarse sola en mitad del salón, nadie quiere mirar su propia cara en el espejo y sentir miedo y espesura, los dientes que rechinan haciendo huecos inmensos dentro del cuerpo. Nadie quiere que llegue la noche cuando hace tanto viento y cuando el sabor de los crisantemos está incendiando todas las casas vacías. Lo decían las abuelas: no aceptes caramelos de ningún desconocido, pero era demasiado pronto para saber que desconocidos son todos, que un desconocido está dentro de tu casa desde el día que naciste, que tiene el nombre de tu madre o los mismos ojos que tu padre, cómo saber cuándo sacar la espina, tú que ni siquiera te reconoces cuando haces ese gesto despreocupado con la boca ahora los gestos tienen medidas y directrices y norte y sur, antes, cuando eras pequeña los gestos eran las manos que llenaban la boca de pan, los pasos de baile rompiéndose encima de la cama, eran los saltos cerca del río, era un puente que desbrozaba veranos, antes las palabras no mentían y el idioma era un corro de aves encaramado al sol, antes había un lenguaje que hacía las veces de montaña y que trazaba surcos alrededor de tu almohada, soñar mañana, que los brotes retumben cerca del mar, que tu sexo se abra como un abrazo y un aullido venga desde el otro lado del mundo a ofrecer raíz y un sustento que se parece al campo, a un pueblo pequeño y empedrado que tiene una calle, solo una calle para que sepas regresar a casa cuando anochece. Lo decían las abuelas: tened cuidado cuando volváis tarde, y se quedaban junto a la ventana con la luz encendida y se tejían entre los dedos margaritas y guardaban crisálidas dentro de los bolsillos de su bata roída. Pero tú no veías las migas de pan y a veces en mitad del cielo negro alguien te agarraba del cuello para hacerte callar las piernas, pregúntale al que dijo ser dueño si depositó tu cuerpo con delicadeza encima del pasto, pregúntales a tus vecinos si cuando se escuchan costillas y un cristal está a punto de cegar el sol es posible seguir durmiendo como si nada, como si todavía tuviéramos tiempo para encaramarnos a las piernas de nuestras madres y pedir un poco de leche, por favor, mamá no me dejes sola, por favor, ayúdame a levantarme de la brutalidad de este paisaje, ayúdame a tener calor cerca de los invernaderos.

***

V.

Si tuviera que explicar cómo es mi hogar, señalaría tu pecho, madre, me despertaría en mitad de los charcos y con mi voz más descalza diría: yo soy la hija de Tina, soy la que no ha visto los campos de algodón ni las higueras guardadas bajo el estiércol, si tuviera que habitar tu misma infancia, madre, agarraría tu mano rota y te besaría despacio los ojos con todo el amor que tengo, para apartarlos de las ortigas y teñir su vuelo de crines doradas, después, anudaría mi vestido al tuyo y bajaríamos corriendo hasta el pueblo para alumbrar juntas el ramaje de las iglesias. Dejad que vaya a la escuela, sería mi advertencia, dejad que baile con los zapatos limpios llenos de heridas, que sus vértebras no carguen la sequía de las mulas. Madre, resiste. Te juro que ya no siento vergüenza de tu hambre, te juro que ya no voy a silenciar tus manos, ésas que creí frías y brutas porque limpiaban las casas de los ricos y no sabían sostener el lápiz, ya no voy a tapar el canto de una choza anudado a cada letra que pronuncias. Madre, resiste, que tu cuerpo siga cobijando amapolas y bordeando mis dientes de leche, que el pasto de tu orfandad siga tejiendo la azada, que tu abrazo sea el paraje donde nos recordemos vivas. Lo siento, madre, cómo pude olvidar que guardas en tu piel la sabiduría del barro, cómo pude escupir sobre tus ramas o en la memoria de tu trenza. Lo siento, madre. Si tuviera que habitar tu misma infancia te acompañaría al pedregal, y nuestro jornal traería el arrullo de un cazo en la lumbre, tendríamos cinco, seis, siete años y después de azuzar los montes treparíamos a los tejados de paja para contemplar la luna, hebra a hebra, yo tendría miedo porque vengo del asfalto y los sonidos de la noche me tapan la boca. Pero tú no, madre, tú nunca temiste la arcilla ni el grito en el cuenco nunca ocultaste la cicatriz del pobre ni la cavidad que se abre en los estómagos vacíos, tú atravesabas la linde radiante como un arcángel y metías tu cuerpo en el arrollo como quien vuelve incesantemente al vientre de la madre, tú defendías tu sangre de arado golpeando a los hombres con tu fe de hoguera. Me pregunto cómo pude sentir vergüenza de ti alguna vez, de tus cuadernos manchados de sombras que querían nacer letras, de tu desarraigo y tu ansia. Madre, perdóname, nunca más voy a borrar tu vestido cosido a la luz de un quinqué, nunca más voy a encerrar tu colcha de encaje bajo mi cuarto ni a vaciar plomo en tu taza. Si pudiera habitar tu misma infancia te construiría un trono de madera en lo alto de un riachuelo, te cargaría en brazos hasta allí y te sentaría delicadamente sobre las aguas. Después, en un juego de niñas, me arrodillaría frente a ti y con mi voz más descalza te suplicaría: déjame ser tu hija, déjame nacer de tu cuerpo y beber tu leche alguna vez. Déjame alzar tu nombre y llevar tu orgullo en un cesto de mimbre sobre mi cabeza.

***

X.

Me hablaron del hijo que engendraría, de la hija que iba a amamantar y del poso que anida ferozmente en la vid, pero yo era tan solo una niña, insistieron con terquedad en la raíz dorada que como sedal laceraría mi útero, insistieron en el cauce de jazmines derramados sobre el cuenco espeso y mudo de la noche, pero yo era tan solo una niña, querían el cuarto desnutrido los cebos rugosos alrededor de mis articulaciones mi vagina lustrosa precipitándose, ellos hablaban y hablaban mientras mis tejidos todavía incompletos intuían la gélida danza de mi hijo no nacido, mientras en las canciones de mi infancia acunaba a mi hija sin rostro, la que nunca vería revolcarse entre el claroscuro de la orilla, quise hablarles de los caballos salvajes que oía galopar dentro de mi vientre, oscuras criaturas atravesando las vastas estepas de Mongolia ondeando las praderas de China y las llanuras meridionales de Islandia, pero yo era tan solo una niña, había miles de caballos salvajes los escuchaba rajar mi piel durante el almuerzo abrir mi cuerpo en grandes estrías rojas, tan rojas como la locura, quise contarles que con sus fuertes patas los caballos trazaban una ruta secreta en mi abdomen el estuario donde las aves comerían tranquilas junto a los manglares el suelo invisible donde yo apoyaría mis pasos en la renuncia, quise contarles que no deseaba ser madre, a pesar de esa raíz dorada que me ata las pupilas a pesar del pulso derramado a la entrada de mi casa, quise contarles que era yo quien cabalgaba la niebla con el lomo hambriento del domador, pero ellos insistían en la brida y alzar los diques frente al cristal, ellos todavía no entienden que hay posibilidades que se tornan vacío, vacío blanco y fértil donde el sonámbulo no teme caminar con los ojos cerrados ni guardar equilibrio en el túnel.

(…)

No quiero ser madre
hijo, hija, no vengáis
aquí no hay sitio para recogeros
no reconozco vuestros pómulos ni comprendo vuestro silencio magullado
tendría tu misma cara, insisten ellos, pero yo sólo alcanzo a tocar la raigambre de las estrellas muertas,
la incógnita sobre mis ojos

ya lo he dicho
parimos el desorden y el altar
pero era tan solo una niña.

(…)

Hoy busco un lugar seguro donde quemar todas las canciones de cuna
y mi matriz se llena de lumbre
para dar calor a los gusanos del mundo.

(…)

Hace mucho que los niños callan

***

XVI.

También es violencia la sal que arrojan sobre la materia viva, que con la bota pisen mi cuello en jornadas de diez horas o el plagio detrás de mi almohada, por las noches una montaña de hormigón se me instala dentro de las piernas y secuestra mi juventud mientras ellos embaucan mis ojos con una letanía de árboles recién podados, siempre tuve frío siempre intuí la táctica del prestidigitador detrás del despacho pero eso no basta para descifrar toda la pólvora que como tormenta encuentra la ropa recién tendida al sol, no basta para predecir el crujido previo al secuestro, el otro día intenté abandonar el colapso a tientas encender la luz bajo el agua, intenté restaurar los contornos de mis brazos y recogí con la carne nómada la flecha que apunta afuera, a ese afuera que ellos no pueden expoliar, allí donde no es esclava mi lengua ni el ruido de mis pies danzando sobre la serpiente, en esa negrura que como limosna prestada nos arrojan, sobre la mesa hay un alimento que creen bastardo y rancio que no ofrecerían al perro guardián ni al verdugo que bebe el petróleo, sin embargo yo lo acojo en mi intemperie, con devoción lo mastico y así me exorcizo de sus células y caliento mis nudillos sobre la uralita, así me alzo con el puño en alto al tañido de sus dentaduras doradas, escuchadme bien, de ese cálido sudor vengo de ese estremecimiento al final del día y no olvido que también es violencia la cesárea que me practican mientras duermo, violencia cuando con su boca ebria intentan vaciar las líneas de mis manos agriar la tez, no olvido que las bolsas siguen vacías que de nada sirve anestesiar la escasez ni mostrar mesura en mi protesta, hace años soñé que prendía fuego a sus casas, soñé que apaleaba sus televisores con un cuchillo entre los dientes, soñé que los depredadores colgaban de los edificios grises como mantas sucias que una anciana hubiera puesto a secar justo antes de su entierro, ahora voy bajando por el puente con la frente henchida para palpar con mis manos el fuego, cuando llegue la noche sonreiré y masticaré vuestra sal con la misma insistencia que las madres de los ahogados recuerdan el sonido de las olas, antes de cerrar los ojos recordad la llama y mi fe implacable, recordad que autodefensa también es devorar vuestras camisas limpias, que no quede impune lo torturado así me acuséis de inmisericorde cuando vea vuestras alcobas arder y no grite, así nombréis ofensa mis delgadas rodillas manchadas de ceniza.

https://www.zendalibros.com/4-poemas-de-patricia-figuero/


TEMAS TERTULIA 1-11-2024

CAMBIO DE PLANES

MIEDO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


TEXTOS TERTULIA 25-10-2024

LA ÚLTIMA PALABRA

HABLAR CLARO

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

LA ÚLTIMA PALABRA

Cuentan los ancianos que, de entre todas las guerras, a cual más infame, que había creado la locura humana, aquella había sido la última, pero también la más cruel: tanto odio y frustración se habían acumulado, que se pretendió destruir lo más humano del ser humano: se asesinaron las palabras.

Sólo sobrevivió una, la que consiguió, con tesón, cariño y paciencia, resucitar a todas sus hermanas muertas y trajo este tiempo de paz y hermandad que desde entonces disfrutamos: Se llamaba Esperanza.

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HABLAR CLARO

10 febrero, 2019 

imagen de hablar claro-7   “Por las palabras nos hacemos libres, libres del momento, de la circunstancia que nos asedia, y es instantánea. Pero la palabra no nos recoge, ni por lo tanto, nos crea y, por el contrario, el mucho uso de ella produce una disgregación, vencemos a la palabra al momento y luego somos vencidos por ella”.

    Estas frases son de María Zambrano y pertenecen a su artículo ¿Por qué se escribe?, que está publicado en su libro Hacía un saber sobre el alma. En el artículo, la autora reflexiona sobre el oficio de escribir, sobre lo importante que es el buen uso de la palabra para desvelar los secretos de la vida.

    Pero cuando al ‘sentido de la palabra’ se le da un mal uso, se produce un efecto devastador y destructivo, porque se le niega su verdadero significado. Ello ocurre cuando hay una clara intención de manipulación del lenguaje. Porque la palabra es palabra en la medida que creemos en lo que contiene; es decir, su sentido. Cada palabra tiene una base de valores sobre los que se ha construido, y pervertir el lenguaje usando las palabras para lo que no significan, es un acto de violencia.

   Es evidente que para hablar y expresarse con claridad y precisión sea necesario pensar lo que se va a decir y cómo expresarlo; buscando el verdadero significado de la palabra. Escuchar y observar primero, antes de hablar.

   Actualmente, vivimos un acoso de desinformación por las redes sociales, que envían mensajes sin constatar su procedencia, con la única pretensión de influir en nuestro pensamiento y creencias, cuyos mensajes siembran miedo, inseguridad, enfrentamientos ideológicos y culturales, homofobia, xenofobia, misoginia…, los cuales conducen a violentar la convivencia. Es necesario reflexionar primero, para discernir en ese caos de información, lo verdadero de lo falso, así como las malas intensiones y la manipulación del lenguaje.

  Hay que tener presente lo ya conquistado, como son los valores democráticos y los derechos humanos, los cuales hay que preservarlos. Entender que la educación no debe de ser ninguna moneda de cambio para el adoctrinamiento, como fue en época pasada de la dictadura. Que la única doctrina verdadera es educar en la justicia social, que es tan fácil como enseñarle a valorar la desgracia ajena como la propia. Que hay que aceptar las diferencias individuales, para hacer desaparecer la desigualdad y la exclusión social. Que las barreras y las fronteras hay que derribarlas para tener una mente constructiva, ser consciente que vivimos en un planeta. Que la ‘patria’ es lo entrañable, las raíces…, pero aceptando la interculturalidad de los pueblos. Evitar que el exilio sea la patria de los disidentes. Porque, ante todo, somos ciudadanos del mundo. Que la diferencia que hay entre el hombre y la mujer es el sexo, pero por encima de todo, somos personas y, como tales, iguales en derechos y deberes. Que la palabra ´político´ recupere su verdadero significado: ser ciudadano comprometido con la comunidad y la sociedad. Seamos libres para elegir a nuestros gobernantes, teniendo una formación ciudadana para saber elegir con criterio.

  Que hablar claro sea una exigencia que nos impongamos y exijamos a los demás, para distinguir a las personas honradas de las deshonestas y malintencionadas.

                                                                     José Marcelo Ruiz

Este artículo ha sido publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, día 08 de febrero de 2019. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez y a su equipo de redacción por su interés por los temas de cultura, de opinión y pensamiento.

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2019/02/10/

hablar-claro/

HABLAR CLARO

Los no-poemas se escriben

con no-palabras y mucho olor a colonia rancia,

que espanta hasta los perros.

Los no-poemas se hacen

con no-sentimientos.

Y el tallo frío de una flor de plástico,

que te atraviesa la garganta.

Los no-poemas tienen muchas caras

por ejemplo la mía y la vuestra.

JJC – Juan Jiménez Caballero

HABLAR CLARO

DEJARLO TODO POR UNA VOZ

(A Montserrat Ferrando)

Me levanto al amanecer.

Llego a tu lado como una ladrona,

sin hacer ruido.

Ni mi marido ni mis hijos me oyen.

No saben que en cualquier momento podría marcharme,

seguir tu sombra, imaginar tu voz que me llama.

De momento, me siento en un rincón de tu lecho.

Te espero cada día, a las seis de la mañana.

A veces vienes, a veces no llegas nunca.

Soy constante en la espera.

Una de las veces te oí decirme:

No te desesperes.

El amante espiritual siempre espera al amado que a veces llega y a veces no llega. El amante está dispuesto a dejarlo todo por el amado y tiene la seguridad de ese amor que depende de su propia convicción y constancia.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.


HABLAR CLARO

Diálogo con mi Otro

-- El Lenguaje es el camino y la Poesía el atajo.

-- ¿ Te parece que es así ?

-- Seguro. Pero, ¡atención! en el atajo nos encontramos con lo inesperado del sendero. Todo pedrusco tosco.

-- ¡Furtivo risco! Te agrego que el poema-travesía requiere de un esfuerzo descomunal para poder levantar el velo del horizonte.

-- Velo... velo... rugoso acre. Nos obliga a revisitar todo de nuevo. Engendrar cordeles.

-- ¡ Reeducarnos ?

-- Si. Se espera siempre que la poesía desenvuelva aquello diferente que no está a la vista de lo que seduce la acción de los hombres.

-- ¿ De qué materia está hecha la seducción de los hombres ?

-- Se hace muy difícil percibirla. Seguramente, en una anómala época de improbidades, lo único que pueda salvarnos es abrir caminos con la poesía.

-- ¿ Volveremos a la senda de Homero ?

-- ¿¡... !?

https://verbosa-mudez.blogspot.com/

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

4 formas de superar el miedo escénico

Es un nerviosismo paralizante que te ataca en momentos realmente inoportunos. Ocupa toda tu mente y es capaz de dejarte en blanco. Hablamos del miedo escénico, un temblor incontrolable que se apodera de nosotros a la hora de enfrentarnos a un gran público. Ya sea para dar un discurso, cantar, actuar o recoger un premio. Cualquier situación puede causarte este tipo de pánico fulminante.

En primer lugar, debes saber que este miedo es algo muy común. Hasta el actor con más autoestima y confianza en sí mismo puede sentirlo en un determinado momento.

Por eso y, aunque no te haya pasado nunca, es conveniente que conozcas cuáles son las claves para superarlo y salir airoso de una situación tan comprometida. Es necesario un entrenamiento de cuerpo y mente, así como dominar tu respiraciónProfundicemos.

Relajación previa

Si vas a enfrentarte a un escenario repleto de un público que espera tu actuación, lo primero que debes hacer es tratar de serenar tu cuerpo y mente. Se trata de calmarte interiormente para que consigas salir al escenario despejado, tranquilo y con claridad de ideas.

Si vas a dar un concierto, eres actor o te toca pronunciar un discurso ante mucha gente, lo primordial es tratar de estabilizar tu voz. Va a ser la herramienta de la que te valgas, por lo tanto, tienes que asegurarte de que se encuentra en buen estado. Canturrea en voz baja, tararea una canción, haz gárgaras y caliéntala.

¡Muy importante! Susúrrate palabras de tranquilidad y de positividad. Y respira hondo. Repite 5 veces este proceso. Verás cómo consigues disminuir tus pulsaciones y sentirte más seguro. Para ello, algunas expresiones que puedes utilizar son:

  • Va a salir bien”.

  • Confía en ti”.

  • Puedes hacerlo”.

También puedes realizar estiramientos. Mueve la cabeza de un lado a otro, descarga los hombros, estira la espalda, las piernas y los brazos. Es una manera de liberarte de la tensión corporal que tú mismo te puedas estar generando.

Puedes tener tus propios trucos o rituales. Por ejemplo, comer chicle un rato antes, ingerir alguna bebida energética, meditar, vestir de un determinado color… El objetivo es que salgas al escenario con confianza en ti mismo. Y si para ello es necesario que salgas 5 minutos tarde, no te apures. Es mejor esperar un rato que no apresurarse y hacer que el miedo escénico se apodere de ti.

Prepara tu discurso

En muchas ocasiones, nos sentimos nerviosos porque no tenemos la seguridad de dominar el tema del que vamos a hablar. Es conveniente, por tanto, que lo conozcas y manejes con soltura su argumento y puntos clave.

Repite la disertación tantas veces como lo necesites para adquirir confianza. Esto no significa que te aprendas de memoria cada frase, pero sí que domines las ideas clave de la misma y sepas expresar con distintas palabras lo mismo. Así te será más fácil recuperar el hilo si te pierdes en cualquier momento. Se trata de que consigas estar cómodo y desenvolverte como pez en el agua en el escenario.

Busca un espejo y practica delante de él. Actúa, escúchate, y corrígete. Incluso puedes grabarte en video haciendo la presentación. Verte te ayudará enormemente en todo este proceso de superación del miedo escénico. ¡Más vale ser precavido!

Usa palabras que sean de fácil legibilidad y frases simples. Si utilizas términos complejos de pronunciar o frases subordinadas demasiado largas, seguramente termines por atascarte y confundirte durante el discurso. Esto te pondrá más nervioso y finalmente te paralizarás por completo.

Visualízate y conoce el entorno

Aunque en numerosas ocasiones es muy complicado visitar o conocer el lugar en el que vas a enfrentarte al público, es muy conveniente que lo hagas. Permite que te visualices dirigiéndote al resto de los allí presentes y ganar confianza.

Saber cuál es la distribución de la sala, la organización de las butacas, los espacios y las luces te hará sentirte más tranquilo.

Si te es imposible acudir antes de tu actuación, puedes presentarte unas horas antes de que llegue cualquier espectador. Así, te familiarizarás con el ambiente en el que vas a desenvolverte cuando esté lleno de gente.

Minutos antes de subir, también puedes probar a hablar con algunos espectadores. Esta cercanía aplacará tus nervios e intranquilidad.

Calma e imaginación durante el discurso

Habla despacio. Uno de los mayores indicativos de que estás viviendo un episodio de miedo escénico es que tu voz empieza a acelerarse. Al hablar demasiado deprisa, te trabas y no se te entiende bien. Al notar revuelo en el auditorio, empezarás a entrar en pánico y todos los esfuerzos que has hecho no servirán de nada. La clave es ejercitar la constancia de la velocidad de tus palabras.

Si notas que aún así te tiembla la voz, las manos o todo el cuerpo, trata de respirar hondo. Date 5 segundos e imagina que en esa sala está tu persona favorita. Alguien que te quiere, te respeta y te apoya. Considera que en cada butaca se encuentra ella sentada. Y siente cómo su fuerza y energía positiva están presentes y te acompañan.

Otro de los trucos que puedes emplear es figurarte que toda tu audiencia está ropa interior o lleva trajes realmente raros. Así, no solamente serás tú el que “desnude” su vulnerabilidad ante ellos.

Por último, recuerda: relajación, preparación, visualización y concentración. Esas son las 4 claves básicas para poder superar con éxito el miedo escénico. ¡Prueba todos estos consejos y verás cómo te empieza a gustar hablar en público!

https://lamenteesmaravillosa.com/4-formas-superar-miedo-escenico/

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