VOCES entre VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
“No sirve de nada volver a ayer, porque yo era una persona diferente entonces”.
(Lewis Carroll)
TEMAS TERTULIA 1-7-2022
FANTASMAS
¡HAY QUE JODERSE!
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
LOS JUSTOS
Un
hombre que cultiva un jardín, como quería Voltaire.
El
que agradece que en la tierra haya música.
El
que descubre con placer una etimología.
Dos
empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El
ceramista que premedita un color y una forma.
Un
tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le
agrada
Una mujer y un hombre que leen
los tercetos finales de cierto canto.
El
que acaricia a un animal dormido.
El
que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El
que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El
que prefiere que los otros tengan razón.
Esas
personas, que se ignoran, están salvando el mundo.
Jorge Luis Borges
Borges (1899-1986) es uno de los escritores más importantes del siglo XX, no solamente a nivel nacional en Argentina, su país de origen, sino mundialmente. Su obra incluye cuentos, ensayos y poemas. Sus ideas políticas fueron muy polémicas, lo cual se cree que conspiró en contra de que obtuviese el Premio Nobel de Literatura. De todos modos cosechó numerosos premios en el mundo, como el Cervantes en España. Entre sus poemas podemos encontrar Poema de los dones, Los justos, Ausencia, Ajedrez, Los espejos y Los Borges.
“El
problema de tener una mente abierta, por supuesto, es que la gente
insistirá en venir y tratar de poner sus cosas en ella”.
(Terry
Pratchett)
TEXTOS TERTULIA 24-6-2022
VECINOS
DIÁLOGO
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
VECINOS
MI
VECINO FAVORITO
Cuando
uno se traslada a una nueva vivienda, sabe que entre los vecinos por
descubrir se puede encontrar de todo: bebés llorando
desconsoladamente, parejas mal avenidas, melómanos sordos, o una
dulce y apacible pareja de ancianos . . . pero la vida siempre nos
sorprende. Haciendo memoria, creo que el vecino más extravagante que
he tenido fue en Aranjuez, cuando me trasladé a vivir allí con mis
hijos aún pequeños, siendo todavía un bebé el menor. Todo fué
como subir y bajar de una montaña rusa: primero me dijo: “Soy
gallego”, “Yo también”, respondí, “Soy maestro”, “Yo
también, encantado de conocerle.” Pero luego llegaron las cuestas
abajo y, con ellas, las decepciones: “Me he tenido que jubilar
anticipadamente, sabe usted, porque no soporto a los niños”. “¡¿Es
usted maestro y no soporta a los niños?!”, pregunté asombrado.
“No, no les soporto, no soporto el ruido”. “Ah, entonces es el
ruido, no los niños, lo que no soporta”. “No, lo que no soporto
son los niños porque hacen ruido, me alegro ya que los suyos parecen
tranquilos y bien educados. Menos mal que somos gente de orden”.
“¿Gente de orden? ¿Se refiere a esa expresión usada durante la
dictadura para definir a quienes eran fieles a los golpistas?” “Me
refiero a quienes comulgan con los principios del Caudillo y del
glorioso Movimiento Nacional que . . . “
“Espere, espere, creo que después de encontrar algunos puntos comunes, ya hemos encontrado un pequeño detalle discordante: a usted no le gusta el ruido de los niños, y a mi no me gusta el ruido que hacen las personas integristas, de cualquier religión o ideología, cuando proclaman que tienen derecho a matar a quien no piense como ellos o, hipócritamente, hablan de amor mientras siembran conflicto, guerras o dolor”. “En su orden no caben los niños y en el mío no caben quienes les excluyen, así que mantengamos una respetuosa distancia, que su forma de vivir cabe en la mía, mientras no la imponga, y la mía cabrá en la suya, al menos hasta que haya otro golpe de estado y otra dictadura.”
El hombre me miró consternado, y, para su desgracia y vergüenza, su cara se puso tan roja como la bandera de la entonces recién desaparecida Unión Soviética, se metió en su casa, y desde entonces unos respetuosos saludos de rigor pasaron a demostrar que sí es posible convivir con quien nada tiene que ver con nuestra forma de pensar, sólo es necesario aceptar un acuerdo de mínimos, un respeto indispensable para que dejemos de matarnos o hacernos daño por las diferencias de pensamiento, que siempre, por suerte, las habrá.
Así empezó y terminó mi extraña relación con el extraño maestro que no soportaba a los niños, y como sigo teniendo cada año vecinos nuevos, estoy pendiente de encontrar al más extraño que mi mente pueda concebir: un compositor sordo, un carnicero vegetariano, un pintor ciego, un político honrado o, más difícil todavía, un banquero altruista.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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DIÁLOGO
«El objetivo de la argumentación o de la discusión no debe ser la victoria, sino el progreso». Estas son palabras de Joseph Joubert de las que deduzco que argumentar es la base del diálogo y dialogar un privilegio del ser humano ya que, aunque en el reino animal existe la comunicación, esta no es una exposición de ideas, sino el anuncio de una decisión. Desde el casi imperceptible zumbido de una abeja para dirigir al resto de las obreras hacia el alimento hasta el ensordecedor rugido que emite el león para ahuyentar a merodeadores indeseables, los sonidos de los animales no humanos no dejan lugar a dudas. Seguidme y libaremos. Marchaos o seréis devorados.
Sin embargo, a pesar de que la teoría de Joubert dice lo contrario, cuando los seres humanos hablamos hacemos lo mismo que los animales e intentamos imponer nuestras ideas más que exponerlas; si extrapolamos esto a las conversaciones por la paz que han mantenido los gobernantes a lo largo de la historia, veremos que en realidad utilizan la paz como arma de guerra para convencer al enemigo de sus criterios; un enemigo que hace lo propio desde el otro lado de la frontera; frontera creada por los antecesores de ambos que también esgrimieron la palabra paz como instrumento bélico.
Y como todo se contagia, eso que sabemos de la historia y leemos en las noticias de actualidad lo ponemos en práctica en la vida cotidiana, en el tú a tú de cada día, actuando como hace el león con los visitantes incómodos que intentan ocupar su terreno. Claro que se podría alegar defensa propia, pero ¿por qué nos sentimos atacados cuando alguien piensa diferente? ¿Es posible que nuestra aparente seguridad sea tan inconsistente que las nuevas ideas nos hagan tambalear? ¿O es nuestra pretensión de ser superior al otro lo que nos conduce a esa irracional cruzada que no le sirve a nadie para nada?
Tal vez sean los años, tal vez el cansancio de las luchas absurdas que he mantenido conmigo misma por encontrarme; quizá sean las secuelas de los ya más de dos años de pandemia y muchos, muchos más, de guerras y éxodos; también pudiera ser que me pese demasiado el registro de ausencias que tengo en el libro de la vida. Sea cual sea la razón y a la vista de que los diálogos últimamente no conllevan el avance esperado, he renunciado a dialogar. Y es que cada día me cuesta más la confrontación, tanto por el hecho de sentir que se me quieren imponer ideas, como por el de tomar conciencia de querer imponerlas yo. Así es que he optado por el refugio del silencio y la rendición del «solo sé que no sé nada», haciéndome eco de Saramago cuando dijo: «He aprendido a no convencer a nadie. El trabajo de convencer es una falta de respeto, un intento de colonización del otro».
26/junio/2022 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»
DIÁLOGO
El intento de diálogo con un fanático es tristemente inútil, mil veces le puedes invitar a comprobar datos y números sobre el asunto que se está debatiendo, mil y una vez lo evitará y seguirá insistiendo en su discurso emocional, en sus consignas, en sus plegarias.
Es muy triste observar que, a partir de cierta edad, si no se ha recibido una buena educación, ésa que nos enseña a pensar de una forma analítica y crítica, ya parece imposible abrir una mente encerrada en si misma, tanto más cerrada cuanto más ignorante, tanto más ignorante cuanto más segura de sus dogmas.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
* Aprende a reírte de tus miedos o te harán llorar.
* Cuando las sombras comenzaron a sospechar que tal vez su verdad no era la única, descubrieron la luz.
* Comparte tus dudas y te sorprenderá cuanto dejan de pesar.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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TRAS LA HUELLA DE LA EXISTENCIA
24 JUNIO, 2022 JOSEMARCELORUIZ
Por José Marcelo Ruiz
Cuando queremos darle sentido a la vida humana, buscamos razones de por qué y para qué de nuestra existencia; recurrimos a analizar la realidad que vivimos. Pero la realidad, como cita María Zambrano: “la realidad, ha dicho Ortega y Gasset, se presenta siempre como fragmentaria; es decir, hace alusión a algo que le falta, jamás se da como un todo completo, sino más bien como una totalidad en la que le falta algo; la unidad se da así no por presencia, sino por ausencia”. (Cita recogida en el apartado ‘huella del paraíso’ de su libro El hombre y lo divino).
Para conocer ‘esa otra realidad’ que nos falta y que está ausente, recurrimos a la metáfora como medio de comunicación, y a “las razones del corazón, que el corazón no conoce”. Zambrano dice que “es el corazón el lugar donde alberga los sentimientos inextricables, que saltan por encima de los juicios de lo que puede explicarse”. Porque el corazón como metáfora es: ese motor que con su sangre mueve la vida y produce el latir de los sentimientos. Y en ese pasar ‘el tiempo de la vida’, nos acogemos a la nostalgia del pasado para mantener vivos los sentimientos, y a la esperanza para construir el futuro.
Emilia García Castillo, autora del poemario Calles de la memoria (edición libros de la Axarquía),en su introducción hace mención también a la búsqueda de esa huella dejada por la existencia; ella, citando a nuestra pensadora, expresa: “Dice María Zambrano que el arte parece ser el empeño por descifrar o perseguir la huella dejada por una forma perdida de existencia”. Y, como poeta, Emilia nos confiesa: “Y esa huella es, quizás, la que yo he estado buscando y busco con mi poesía”.
La autora realiza una introspección, devolviéndonos su mirada del pasado, con el que dialoga desde la realidad actual; confrontando la nostalgia y la esperanza, a ese porvenir incierto. Lo hace como quien nace de nuevo, yéndose al parto, a quien le dio la luz: “Vuelvo a mi cuna y alzo la mano/ al cabello joven de mi madre, /le palpo los labios que besan y sonríen, /siento su aliento que protege y alimenta”.
Las calles y plazas de su infancia han cambiado con el tiempo: ‘La Plaza Espinar’, lugar de fiesta y de verbena, ahora está vacía y le mira en silencio. La niña, ya mujer, no se calla cuando pasa por la calle `De los Gigantes, nos cuenta que: “le voy diciendo en voz baja, inaudible, / que aquí justo, en esta calle desolada y desierta / jugábamos hace tiempo”. En la calle ‘La Gloria’ busca la fuente donde “las mujeres llenaban sus cubos de hojalata/ […] Ya no hay fuente donde llevar los cubos”. Así recorre las calles con nostalgia, unas veces les vienen recuerdos alegres, otros son pesadumbres que persisten en el tiempo. Les pregunta a las calles − ¿por qué de su pesar? – Ella, como poeta, sigue su camino, buscando esas huellas que dan razón de ser a su existencia, porque “quiere penetrar el corazón de la piedra, / ese corazón duro de la piedra que traspasa el tiempo”.
Este artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la Axarquía), el viernes, 24 de junio de 2022. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de pensamiento y opinión.
https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/06/24/tras-la-huella-de-la-existencia/
¿Por qué nos gusta la música?
La capacidad de entender y producir música es única: es parte de lo que nos hace humanos
28 de junio de 2020 21:22h
Vaya pregunta más tonta. Nos gusta la música porque nos hace sentir bien.Sí, pero ¿por qué estos sonidos nos producen emociones? ¿Por qué no otros? ¿Qué es lo que distingue la música de, por ejemplo, el ruido del tráfico, y qué efecto tiene en nuestro cerebro?
La música es algo común a toda la humanidad y además nos define como especie. Es cierto que la música clásica reduce la ansiedad en los perros, mientras que el heavy metal les hace ladrar más. A los gatos les da igual la música que pongas.
Pero esto tiene que ver más con el ritmo y el tono. En realidad nosotros tenemos una capacidad que los perros y gatos no tienen: la tonalidad relativa. Los humanos no solo oímos los tonos separados, sino que también percibimos las diferencias entre las frecuencias de las notas de una canción.
Son estas relaciones entre las notas las que nos permiten recordar e identificar una melodía, algo que ningún otro animal puede hacer. Los pájaros pueden reconocer una secuencia de tonos, pero si cambiamos la tonalidad de toda la canción para hacerla más aguda o más grave, ya no pueden.
En otras palabras, algunos animales pueden distinguir melodías, pero solo nosotros, los humanos, podemos percibir la armonía, la estructura de la canción.
Hemos evolucionado para aprender a distinguir patrones, series que se repiten, y hacer predicciones. Cuando acertamos con las predicciones nuestro cerebro recibe una placentera descarga de dopamina.
Toda la música son series y patrones que aprendemos a reconocer. Tenemos las proporciones entre las notas tan metidas en el cerebro que somos capaces de adivinar cuál es la nota siguiente. Aquí puedes ver al músico Bobby McFerrin haciendo una demostración con un auditorio lleno de gente.
Pero los humanos también somos curiosos y nos gustan las sorpresas. Por eso, cuando una melodía o una armonía se sale de lo que esperamos, nuestro cerebro también recibe una recompensa.Esto ha permitido a una inteligencia artificial desvelar cuál es el secreto de que una canción sea pegadiza. El programa es capaz de componer un éxitoso tema musical.
Hay muchas hipótesis sobre el origen de la música en los humanos, entre ellas, que en un momento fue parte del lenguaje, y que nos permitió expresar emociones.Por eso tenemos gargantas que nos permiten cantar. Por eso nos gusta la música.
FUENTE: https://www.eldiario.es/comoyporque/gusta-musica_1_6060161.html
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