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TEMAS
TERTULIA 27-3-2020
CUARENTENA
SIN
MEDIDA
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
No es lo que te ocurre, sino cómo reaccionas lo que importa (Epíteto)
Leo
en el periódico que me van a matar a tiros a 30.000 haveldas
y estoy sorprendido por esa inmensa población
de la que nunca había oído siquiera hablar
aquí cerca, cuántos otros pueblos
lejos de aquí, por el mundo
Enciendo la estufa, barro el suelo
embellezco la casa para hacerla digna de mi esposa
voy a buscarla llega en autobús
cargada de bolsas,
ella puede llevar la validez
yo cojo la objetividad, en mis manos
pesa menos
Ya es primavera
La noche pasada Nixon empapeló los muros, hoy vuela hacia China
El gato pasea por la carretera, el viento parlotea en la estufa
todavía no está demasiado oscuro es el momento
en que el cielo está de un negro vulva
Van a matar a tiros a 30.000 haveldas, haveldas rusas
a las suecas las matan en aguas noruegas
cuántos pueblos a lo lejos, por el mundo
Tú que piensas que la sociedad puede ser mejorada
que el trabajo y los pensamientos tuyos y de tus camaradas
¡Lenin descansa en su mausoleo
tan definitivamente muerto!
se ha añadido una nueva cláusula a la ley
que prohíbe el trabajo contra la ley
que nos prohíbe a nosotros
pronto no habrá nada permitido excepto
las ideas que no saben cómo morir
Pentti Saarikoski en Tanssilattia vuorella (1977), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).Otros poemas de Pentti Saarikoski
En Helsinki firmé un contrato para mi próximo libro...
y estoy sorprendido por esa inmensa población
de la que nunca había oído siquiera hablar
aquí cerca, cuántos otros pueblos
lejos de aquí, por el mundo
Enciendo la estufa, barro el suelo
embellezco la casa para hacerla digna de mi esposa
voy a buscarla llega en autobús
cargada de bolsas,
ella puede llevar la validez
yo cojo la objetividad, en mis manos
pesa menos
Ya es primavera
La noche pasada Nixon empapeló los muros, hoy vuela hacia China
El gato pasea por la carretera, el viento parlotea en la estufa
todavía no está demasiado oscuro es el momento
en que el cielo está de un negro vulva
Van a matar a tiros a 30.000 haveldas, haveldas rusas
a las suecas las matan en aguas noruegas
cuántos pueblos a lo lejos, por el mundo
Tú que piensas que la sociedad puede ser mejorada
que el trabajo y los pensamientos tuyos y de tus camaradas
¡Lenin descansa en su mausoleo
tan definitivamente muerto!
se ha añadido una nueva cláusula a la ley
que prohíbe el trabajo contra la ley
que nos prohíbe a nosotros
pronto no habrá nada permitido excepto
las ideas que no saben cómo morir
Pentti Saarikoski en Tanssilattia vuorella (1977), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).Otros poemas de Pentti Saarikoski
En Helsinki firmé un contrato para mi próximo libro...
La falta de la humanidad de la computadora consiste en que una vez se la programa y trabaja adecuadamente su honradez es intachable (Isaac Asimov)
TEXTOS
TERTULIA 20-3-2020
YA
ME BAJO YO LA LUNA
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
YA
ME BAJO YO LA LUNA
Desde
siempre fue mi caballo de batalla, casi sin haberme sido concedido
eso de «el uso de la
razón», algo que yo
pensaba que me pondrían a modo de camiseta, combatía como podía la
excesiva condescendencia, mal llamada educación, no ya de hombre a
mujer -… y viceversa
que dijo don Mario Benedetti- sino entre amigos, entre padres e
hijos, entre vecinos.
Siendo
aún un mico, defendía mis derechos ante el mal hacer de maestros
grises o ante aquella monja enfadada con la vida, aunque yo entonces
no lo entendiera, que me acusaba de ser muy ligera de cascos porque
me gustaban los niños.
Pero
también escuchaba que no se podían hacer trampas al parchís o que
me tocaba ligarla
aunque fuera por quinta vez o que nadie me iba a dejar una de las
cuatro esquinas libres aunque yo me pillara el rebote del siglo
porque esas no eran las normas de juego.
Y
yo lo entendía. A mí me gustaba eso de que cada quien ayudara a que
otro cada quien comprendiera y pudiera hacer las cosas bien y por sí
mismo, que no tuviera que depender, que no necesitara depender.
Cuando
crecí llegaron las relaciones de pareja -heterosexual en mi caso-,
en unos tiempos en los que, si no permitías que él te controlara,
si tú trabajabas y él no, si tu carácter era más fuerte o si
llegabas al colmo de tener criterio propio y no te dejabas vapulear,
la sociedad y el partenaire te castigaban a no tenerte
como una reina, no
sacarte a pasear,
no llevarte al cine
y, sobre todo, a no
bajarte la luna.
Aquellas
sanciones me hicieron comprender que yo no quería a mi lado a un
suministrador, ni a un cuidador, ni a un tipo que me tratara como si
yo fuera una inútil; yo quería, quiero aún -la condena me dejó
solterita-, un igual, un ser humano que me ayude a ver lo que yo no
veo y que me permita mostrarle aquello que yo miro y que él no ha
mirado aún, con un alma y un cuerpo dispuestos a adaptarse pero no a
someterse, flexible pero no rígido, amable pero no en exceso y que
no se ofrezca a bajarme la luna.
Tengo
la seguridad de que si me brinda sus manos como escalera… la luna
me la bajo yo.
20/marzo/2020
– Victoria Blanco
para «VOCESentreVOCES»
YA
ME BAJO YO LA LUNA
Una
vez nacidos, se nos ofrece, con aparente, y sólo aparente,
generosidad, todo. No son nuestros padres quienes lo hacen, ellos,
simplemente, dan lo que pueden, les guían, para bien o para mal, dos
instintos como dos caballos tirando de una cuadriga: el sexo y
el amor.
Son
otros los que hacen la oferta: Te daremos todo a cambio tan sólo de
obediencia, sólo obediencia, nada más que obediencia...
Pondremos
a tu servicio un grupo de maestros en cada etapa de tu vida, guías
que dirigirán tu camino en el sentido correcto, luego vendrán tus
jefes, esos hombres sabios que te señalarán, una vez más, hacia
donde debes dirigirte.
También
tendrás un grupo enorme de hombres armados que te protegerán de
otros hombres armados, también un puñado de asesores que te irán
indicando con toda exactitud, disfrazados de políticos, sacerdotes o
expertos en la materia correspondiente, que debes y puedes hacer y,
por supuesto, que no debes ni puedes hacer.
Podemos
incluso, si eres lo suficientemente obediente bajarte la luna...
¡¡No,
no, no...!! La luna, señores, me la bajo yo.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES - www.arteslibres.net
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
De
vuelta a mi casa, me permití el "lujazo " de ir a ver el
mar desde mi coche, tenía la esperanza de que me calmara la
sensación de vacío que me provoca no poder disfrutar de él. Me
sentía como si fuera a robar, la poca gente que te cruzas te mira
desde sus coches con el ceño fruncido (¡a saber dónde va esta !)
La policía en ALERTA, lógicamente, pero yo quería robar....Robarle
una mirada inocente al mar, y eso hice ... desde el punto estratégico
y sin bajar del coche, bajé la ventanilla y miré....la sorpresa fue
la siguiente, sinceramente no me la esperaba....
El
mar me sonrió, estaba precioso...me guiñó un ojo y me dijo:
"Tranquila,
haz lo que tienes que hacer...estaré aquí siempre".
Naima
Guejd
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
TE
IBA A DECIR ALGO. . .
Se
me quedó enredado en el silencio.
A
veces pienso las palabras a destiempo
y
se quedan calladas en la soledad del cuerpo.
Miro
cuanta luz entra por el ventanal
a
costa de las ramas caídas.
Siento
pena de madera abatida
por
el imperativo del invierno.
Los
pájaros andan revoloteando desnortados
en
el vacío del aire deshojado.
Entra
la luz a raudal nuevo.
Entra
el mar por los ojos desde
el
horizonte despejado.
El
viento danza invisible,
no
hay rama que lo sostenga.
Sé
que está ahí, mas no lo veo.
También
él querrá hablar
y
se queda enredado en el silencio.
Haydée
Acosta Godoy
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
Audio:
LA VIDA SIGUE IGUAL
Rafael
Cotilla
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
Quisiera
empezar de nuevo y retirar todo lo dicho hasta ahora.
Ver por primera vez.
Quisiera arrancarme estos ojos viejos, para plantar margaritas frescas.
Vaciar de todo mi cabeza.
Llenarla
de ratas que se coman unas a otras.
Tú llévate mi lengua mordida. Y sécala al sol.
Estuvo demasiado tiempo en remojo presa.
Te lo doy. Ya me sirve.
Cocina mi corazón, si quieres, con alguna salsa.
Coge mis pies desmembrados y haz el milagro.
Dale, de mi parte, una patada en el culo a dios y otra al diablo.
J.J.C
– Juan Jiménez Caballero
¿OBSERVADOR
o EXPLORADOR?
Te
refugias en la palabra
te
sientes fuerte con la palabra
Deseabas
que llegara esa palabra
para
posar en tu trono
y
sentirte grande.
Esa
dichosa palabra
que
hacía tiempo que esperabas
para
que otros se sientan
derrotados,
hundidos,
incluso
decapitados.
Pues
ahí la tienes, disfrútala.
Sácale
todo su jugo
y
mantenla junto a tí,
sin
olvidar que, sin esa palabra,
tú,
no eres nadie.
José
María Rico
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
Los
verdaderos héroes de la Historia Humana
Los libros de historia, siempre escritos al dictado de los vencedores de alguna guerra o genocidio, están repletos de nombres de reyes, políticos, militares y otro tipo de personajes, cuyo mérito no ha sido más que saber encontrar la forma más rápida de asesinar al mayor número de seres humanos en el menor tiempo posible, utilizando para ello como disculpa el honor, alguna patria, alguna religión o alguna ideología.
Pero
la historia de la Humanidad está repleta de otros seres humanos,
apenas conocidos por la mayoría, que tuvieron una actitud
constructiva, que supieron ayudar a sus semejantes, bien mediante
gestos pacifistas o dialogantes que evitaron guerras, o mediante
estudios e inventos tecnológicos, a través de la investigación
médica, o creando filosofías humanistas. Casi ninguno de ellos ha
sido reconocido ni recompensado por la memoria ni la historia
oficial.
Creemos
que ha llegado el momento de reescribir nuestra historia, poniendo a
los reyes, políticos y estrategas militares, en el lugar que les
corresponde: el de seres enfermos de ambición y codicia que sólo
han provocado dolor y sufrimiento a lo largo de los siglos, y
colocando en el altar de la memoria a las personas que se
sacrificaron por la paz, el progreso y el bien común, por un mundo
algo mejor, del que ahora, los supervivientes, disfrutamos.
Desde
aquí queremos rendirles este modesto y merecido homenaje mediante la
serie titulada "Los verdaderos héroes de la historia humana".
ARTES
LIBRES - www.arteslibres.net
STANISLAV
PETROV, EL HOMBRE QUE SALVÓ A LA HUMANIDAD
En
1983, el búnker Serpukhov-15, era el centro de mando de la
inteligencia militar soviética, el lugar desde donde se coordinaba
la defensa aeroespacial rusa. Su misión era, en plena Guerra Fría,
alertar de cualquier ataque, con lo que se iniciaría el proceso para
contraatacar con armamento nuclear a su odiado enemigo, los Estados
Unidos de América, si éste se atrevía a iniciar una guerra.
El
26 de septiembre de ese año, de repente, una sinfonía de
alarmas sonoras y luminosas inundó la sala de mando del búnker:
“Camarada Petrov, alerta máxima”, gritó el oficial que se
encontraba ante las pantallas del radar.
Petrov
dio la primera orden: “Desconecten esas alarmas”. La sala se
sumió entonces en un profundo silencio, y en algunos oficiales, los
más jóvenes, las primeras gotas de sudor comenzaron a brotar de sus
frentes”.
La
información emitida por las máquinas, en su frío lenguaje, no
dejaba lugar a dudas: un misil balístico intercontinental
americano se había lanzado desde la base de Malmstrom (Montana,
EEUU) y en veinte minutos alcanzaría la U.R.S.S.
Todas las miradas se dirigían, alternativamente, hacia la pantalla del radar, en la que un minúsculo punto luminoso se desplazaba lentamente hacia el mapa de la Unión Soviética, y hacia la cara tensa del teniente coronel Stanislav Petrov, de cuarenta y cuatro años, que ese día era el oficial de guardia.
Todas las miradas se dirigían, alternativamente, hacia la pantalla del radar, en la que un minúsculo punto luminoso se desplazaba lentamente hacia el mapa de la Unión Soviética, y hacia la cara tensa del teniente coronel Stanislav Petrov, de cuarenta y cuatro años, que ese día era el oficial de guardia.
Todos
sabían que las órdenes eran informar inmediatamente, a fin de
lanzar los misiles nucleares de respuesta, y sabían también que esa
orden significaría el final de todo, de sus vidas, de la de todos
sus seres queridos, de la Unión Soviética, de esa revolución en la
que desde niños les habían dicho que vivían, la muerte de cientos
o miles de millones de personas, el Apocalipsis, la desaparición de
la Humanidad.
Petrov,
con la mirada clavada en el radar, pensó, sin quererlo, en voz alta,
y dijo lo que habría de repetir días después ante sus
encolerizados superiores militares: “No puede ser, nunca atacarían
con un sólo misil, tiene que ser un error de la computadora”.
A
los pocos minutos, otras cuatro señales aparecieron sobre la
pantalla, la tensión subió en la sala del búnker y hasta un joven
oficial se atrevió a recordarle a Petrov las órdenes recibidas:
“Debemos informar, camarada coronel”.
“Las
máquinas se equivocan, respondió Petrov, esperemos unos minutos
más”.
Nunca
sabremos qué pasó durante esos minutos por la cabeza de Petrov: tal
vez simplemente creyó que se trataba de un error de los satélites o
las computadoras, como siempre mantuvo, o tal vez pensó, con ese
extraño humanismo tan ruso que les hace disfrutar del canto, la
amistad y el alcohol, que si habría de desaparecer media Humanidad,
no había razón para destruir a la otra mitad, sólo por la decisión
demencial de algún político. Lo cierto es que nunca sabremos qué
pensamientos surcaron su mente durante esos minutos bajo presión.
Finalmente
se descubrió que era una falsa alarma, causada por una rara
conjunción astronómica entre la red de satélites rusos, la Tierra
y el Sol, coincidiendo con el equinocio de otoño.
Este
incidente, llamado precisamente así, el Incidente del Equinocio de
Otoño, avergonzó a los altos cargos soviéticos, que vieron poner
en entredicho la base misma de la llamada Guerra Fría, el miedo
mutuo a una mutua destrucción total. Consideraron que el teniente
coronel Petrov se equivocó en su decisión, a pesar de haberles
salvado la vida a ellos y al resto de la Humanidad, por lo que le
castigaron y ocultaron el incidente, hasta ese punto puede llegar la
estupidez de la muy mal llamada inteligencia militar.
Cuando
le preguntaron porqué no había dado la alarma y la orden de
contraataque, Petrov, simplemente contestó: “La gente no empieza
una guerra nuclear con sólo cinco misiles“.
Stanislav
Petrov, falleció el 19 de mayo de 2017, hasta entonces había
sobrevivido con una pequeña pensión en un diminuto apartamento en
Friasino, a 40 km de Moscú, sin que la Humanidad haya sabido
agradecer y recompensar su actitud lógica y humanista a la vez, su
inteligencia y sangre fría, gracias a la cual nuestra especie, y
tantas otras formas de vida, siguen habitando este planeta.
El
premio Nobel de la Paz, que nunca hubiera sido más justamente
adjudicado de habérsele concedido al ciudadano Petrov, sigue
reservados para otros.
Ese
26 de septiembre de 1983, como tantas veces había sucedido antes, y
como tantas otras volverá a suceder, un ser humano salvó a otro ser
humano, en este caso, a todos ellos, y para hacerlo comprendió que,
a veces, sólo hay un camino posible: desobedecer.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES - www.arteslibres.net
Una
abeja que ha perdido el alma
Es como un bonzo moribundo que sujeta el cuenco
Purificador junto al río: se desplaza hasta la cima
De una flor que las lluvias del otoño han dejado como papel mojado.
La fisgonea una y otra vez, y luego se marcha volando.
¡Ah, el dolor de la flor marchita!
¿Es el dolor de la abeja? ¿O el de la flor?
Wen Yiduo en La vela roja (1923), incluido en El cielo a mis pies. Antología de la poesía china moderna 1918-1949 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2013, selec. y traduc. de Blas Piñero Martínez).
Es como un bonzo moribundo que sujeta el cuenco
Purificador junto al río: se desplaza hasta la cima
De una flor que las lluvias del otoño han dejado como papel mojado.
La fisgonea una y otra vez, y luego se marcha volando.
¡Ah, el dolor de la flor marchita!
¿Es el dolor de la abeja? ¿O el de la flor?
Wen Yiduo en La vela roja (1923), incluido en El cielo a mis pies. Antología de la poesía china moderna 1918-1949 (Ediciones Hiperión, Madrid, 2013, selec. y traduc. de Blas Piñero Martínez).
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