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TEMAS
TERTULIA 29-3-2019
NO
ES MI CASO
TENER
LA FORTUNA DE VER.
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
"Con
el dinero ocurre al revés
que con las personas:
cuanto más libre, peor."
(Eduardo Galeano)
El
gesto con que reconozco el día
y que disipa la ambigüedad de la noche,
la fulguración con la cual recupero los nudos de mis actos,
de pronto carecen de sentido.
Cuanto habría de decir me es ajeno.
No comprendo las palabras
y ni siquiera las recordaría si alguien las nombrara por mí.
El ave del significado es una ráfaga sin forma.
Cuanto habría de enfrentar es inalcanzable.
Me vence el estancamiento de mi sangre,
el hastío de quien ha retornado sin gloria ni derrota.
Me abandona la tibieza de lo que había creído como una pertenencia,
y lo incierto me jala como una caída irreversible:
todo signo se convierte en vértigo.
Porque había decidido callar
y desertar de los puentes. Puentes de razón,
puentes de lenguaje,
puentes de poder,
puentes,
insondables puentes que se fueron tendiendo bajo una extraña vigilancia.
Porque había decidido abandonar la sombra
y no cumplir sus votos en palabra,
acto o pensamiento,
no ser para intuir hasta dónde me tomó la inmisericordia
y dejar lo que no me pertenece
y encontrar lo hermosamente mío.
Y todo en nombre de un corazón que desconozco
y que mínimo,
abisal,
sostiene mis cansados desafíos.
Y todo en contra del absurdo,
todo por reconstruir los tejidos de esta cárcel
a imagen y semejanza de la transparencia.
Pero inmóvil,
en esta orfandad,
nada existe sino el miedo.
¿Qué será de mi carne sin su altar de lo aprendido,
de lo visto,
una forma estéril e imprecisa,
sin los hilos a los que había atado su memoria?
Y si todo es aparente,
la construcción de una conciencia arraigada por costumbre,
¿podría permanecer sin asidero pensando que la cárcel no es real?
¿Qué es lo real entonces,
dónde su verdad que me es negada?
¿O mejor debería guardarme en la locura y fundirme en sus astros invisibles?
El salto, la caída, abandonar la irradiación de lo habitado,
cómo duele este paso decisivo.
Y todo por saberme,
por hallar otro fundamento,
un orden contra este invierno viejo,
inalterable,
donde el corazón es sólo el vestigio de una luz vencida por el tiempo.
Claudia Posadas, incluido en La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
y que disipa la ambigüedad de la noche,
la fulguración con la cual recupero los nudos de mis actos,
de pronto carecen de sentido.
Cuanto habría de decir me es ajeno.
No comprendo las palabras
y ni siquiera las recordaría si alguien las nombrara por mí.
El ave del significado es una ráfaga sin forma.
Cuanto habría de enfrentar es inalcanzable.
Me vence el estancamiento de mi sangre,
el hastío de quien ha retornado sin gloria ni derrota.
Me abandona la tibieza de lo que había creído como una pertenencia,
y lo incierto me jala como una caída irreversible:
todo signo se convierte en vértigo.
Porque había decidido callar
y desertar de los puentes. Puentes de razón,
puentes de lenguaje,
puentes de poder,
puentes,
insondables puentes que se fueron tendiendo bajo una extraña vigilancia.
Porque había decidido abandonar la sombra
y no cumplir sus votos en palabra,
acto o pensamiento,
no ser para intuir hasta dónde me tomó la inmisericordia
y dejar lo que no me pertenece
y encontrar lo hermosamente mío.
Y todo en nombre de un corazón que desconozco
y que mínimo,
abisal,
sostiene mis cansados desafíos.
Y todo en contra del absurdo,
todo por reconstruir los tejidos de esta cárcel
a imagen y semejanza de la transparencia.
Pero inmóvil,
en esta orfandad,
nada existe sino el miedo.
¿Qué será de mi carne sin su altar de lo aprendido,
de lo visto,
una forma estéril e imprecisa,
sin los hilos a los que había atado su memoria?
Y si todo es aparente,
la construcción de una conciencia arraigada por costumbre,
¿podría permanecer sin asidero pensando que la cárcel no es real?
¿Qué es lo real entonces,
dónde su verdad que me es negada?
¿O mejor debería guardarme en la locura y fundirme en sus astros invisibles?
El salto, la caída, abandonar la irradiación de lo habitado,
cómo duele este paso decisivo.
Y todo por saberme,
por hallar otro fundamento,
un orden contra este invierno viejo,
inalterable,
donde el corazón es sólo el vestigio de una luz vencida por el tiempo.
Claudia Posadas, incluido en La luz que va dando nombre. Veinte años de la poesía última en México (1965-1985) (Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 2007, selec. de Alí Calderón, José Antonio Escobar, Jorge Mendoza y Álvaro Solis).
"Ése es el simple secreto de la felicidad. Hagas lo que hagas, no dejes que el pasado se interponga, no dejes que el futuro te moleste". (Osho)
TEXTOS
TERTULIA 22-3-2019
MENOS
MAL
LA
GASEOSA
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
MENOS
MAL
Menos
mal que ante los peores dolores siempre queda esa esperanza que no
necesita motivos, esa ingenua perseverancia por seguir adelante, ése
no hacerse demasiadas preguntas, o el recurso infalible del silencio.
Menos
mal que nos queda un “menos mal” que nos impide preguntarnos a
cada paso: ¿qué hacemos todos nosotros aquí, llenos de preguntas y
condenados a muerte?
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
MENOS
MAL
SIN
FORZAR
El
“benditomaldito”
Facebook que nos avisa a los desmemoriados de los cumpleaños,
acostumbra también a traernos algunos recuerdos y hoy ha regurgitado
para mí un álbum de fotos; sin saber por qué he comenzado a
analizar mi rostro en esas fotografías hechas un lustro atrás... un
escalofrío ha recorrido mi espalda: mi semblante muestra mucha
incomodidad y poca, poquísima felicidad, ninguna. A mi cerebro -que
siempre se rinde ante los aluviones de ideas- le ha dado por pensar
qué motivo puede llevar a un ser humano a mantener a otro a su lado
cuando éste último no quiere estar allí, qué extraña ceguera
afectiva insta a alguien a imponer su presencia a quien desea estar
fuera de su alcance y qué le incapacita para hacerse eco de las
miradas de rechazo y las palabras de desprecio.
Al
principio ha sido un análisis casi defensivo: a mí me fue impuesta
una compañía que ni pedía ni agradecía y se ignoraban mis
demandas de alejamiento alegando, la otra parte, mil y una razones
aparentemente lógicas sin tener en cuenta que, fuera como fuera,
sencillamente yo no deseaba vivir aquella situación.
Sin
embargo la historia ha dado un giro inesperado y me he visto a mí
misma insistiendo en pertenecer a un círculo, en estar en el corazón
de alguien, en contar con la confianza y el afecto de otra persona;
puesta a ahondar en el tema -la tenacidad de los aluviones es
incombustible- he llegado a la conclusión de que lo que nos incita a
exigir que se padezca nuestra presencia es la necesidad de existir
para otro alguien que no seamos nosotros mismos y, por ello, forzamos
nuestra estancia e imaginamos fabuloso el receptáculo en el que
queremos depositar esa necesidad e inventamos los sentimientos de la
persona que hemos elegido para volcar nuestros anhelos, nuestros
sueños, nuestros besos; en definitiva, utilizamos a los demás para
ser lo que queremos llegar a ser.
Los
zapatos, ya sean de cristal o de piel, sólo sirven para el pie que
se corresponde con su número. Lo mismo pasa con las personas que van
apareciendo en nuestro camino, es preciso contar con los mismos
valores esenciales y reconocerse lugares comunes para que, a pesar de
los desencuentros que se producen periódicamente en las relaciones
humanas permanezca indemne el epicentro de la unión instalado, sin
lugar a dudas, en la similitud de las necesidades básicas y no
negociables que nos dotan de identidad; si para compatibilizar con
alguien hemos de modificar la esencia que sustenta nuestra filiación
natural habría que forzar la creación del vínculo, por lo tanto,
esa medida de zapato no es la nuestra.
No
es fácil verse en la obligación de invitar a alguien a salir de tu
vida y no es plato de gusto ser tú el invitado a hacerlo, así es
que mantén los ojos muy abiertos y los oídos bien despiertos,
presta atención a los vacíos, al desprecio solapado y al uso
estudiado que hagan de tus talentos y, ante todo, recuerda que es
elegante marcharse cinco minutos antes de que te echen, así evitarás
que el zapato se pierda al bajar las escaleras demasiado aprisa.
19/marzo/2019 - Victoria Blanco
MENOS
MAL
En
Siberia también hay playas.
Y
nieva sobre la arena.
Sara
Vidal Tanaka
MENOS
MAL
Audio:LA
ESPERANZA BLANCA
Rafael
Cotilla
MENOS
MAL
Menos
mal que has
llegado
a tiempo para salvarme,
porque otros
me sacaron los ojos,
me vaciaron los bolsillos,
se burlaron en mi
presencia,
se aprovecharon en mi
ausencia,
con sus gritos me
dejaron sordos...
pero tú, tú solo me
arrancaste el corazón.
José María Rico - Spencer
LA
GASEOSA
Vamos
a ver… No hay más remedio.
Nos
parieron sin el libro.
Nos
parieron sin un mapa
en
esta isla del tesoro.
Nos
parieron para darnos un golpe de llanto en las nalgas.
Pero,
no te quejes.
Después
te emborrachaste de leche,
en
un pecho caliente.
Así
es la cosa:
Una
de llanto y otra de leches.
JJC
– Juan Jiménez Caballero
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
***
El
gran problema del ser humano actual es que no está acostumbrado,
tras miles de años de miseria, ni a la abundancia ni a la felicidad,
por eso le cuesta tanto compartirlas o imaginarlas siquiera, de ahí
surge la codicia irracional que tantas muertes y dolor provoca.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
***
Cada
vez que me acerco a ti me haces daño. No importa una negativa más,
he recibido tantas en mi vida que sólo eres uno más.
Lourdes
Pérez
El
viento llamó con golpecitos,
como un hombre cansado.
Y, como una anfitriona, yo
contesté resuelta «Entra».
Entró entonces en mi habitación.
Un veloz convidado, sin pies,
a quien ofrecer una silla
era tan imposible
como ofrecer un sofá al aire.
No tenía huesos que lo sostuvieran.
Su hablar era como la arremetida
de numerosos colibríes a la vez,
desde un fabuloso arbolillo.
Su apariencia, la de una ola.
Sus dedos, al pasar,
producían una música, como melodías
que salían trémulas de un cristal.
Hizo la visita, también revoloteando;
luego, como un hombre tímido,
dio de nuevo unos golpecitos, de forma presurosa;
y yo me quedé sola.Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
Otros poemas de Emily DickinsonEl agua se aprende por la sed..., Nadie conoce esta pequeña rosa..., No puedo estar sola..., Salió una mariposa de su capullo...
como un hombre cansado.
Y, como una anfitriona, yo
contesté resuelta «Entra».
Entró entonces en mi habitación.
Un veloz convidado, sin pies,
a quien ofrecer una silla
era tan imposible
como ofrecer un sofá al aire.
No tenía huesos que lo sostuvieran.
Su hablar era como la arremetida
de numerosos colibríes a la vez,
desde un fabuloso arbolillo.
Su apariencia, la de una ola.
Sus dedos, al pasar,
producían una música, como melodías
que salían trémulas de un cristal.
Hizo la visita, también revoloteando;
luego, como un hombre tímido,
dio de nuevo unos golpecitos, de forma presurosa;
y yo me quedé sola.Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
Otros poemas de Emily DickinsonEl agua se aprende por la sed..., Nadie conoce esta pequeña rosa..., No puedo estar sola..., Salió una mariposa de su capullo...
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