VOCES
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TEMAS
TERTULIA 7-9-2018
AMISTAD
ABRE
LA VENTANA
MICRORRELATOS
"Existe
al menos un rincón del universo que con toda seguridad puedes
mejorar, y eres tú mismo."
(Aldous Huxley)
El
encuentro con la muchedumbre era demasiado para él.
Volver a ver las casas,
los coches, sentir las aceras
y oír el estrépito,
rodeado de velocidad,
propósitos, deberes.
Se encontraba en un mundo extraño
donde todo era demasiado familiar
para poder reconciliarse
con nada de lo que era externo a él.
Era demasiado para él
volver a nacer en ese mismo mundo.
Dio sólo algunos pasos.
Y así empezó la huida.
Volver a ver las casas,
los coches, sentir las aceras
y oír el estrépito,
rodeado de velocidad,
propósitos, deberes.
Se encontraba en un mundo extraño
donde todo era demasiado familiar
para poder reconciliarse
con nada de lo que era externo a él.
Era demasiado para él
volver a nacer en ese mismo mundo.
Dio sólo algunos pasos.
Y así empezó la huida.
Jóhann Hjálmarsson en Athvarf í himingeimnum (1973), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de José Antonio Fernández Romero).Otros poemas de Jóhann Hjálmarsson
Costas, El arce, Huida
“Criticamos
a menudo la misantropía de algunos individuos sin caer en la cuenta
de que es imprescindible la confianza previa en el ser humano para
llegar a la decepción propia del misántropo. En muchas ocasiones se
odia con intensidad a aquellas personas que antes se ha amado con
pasión. El misántropo es tan sólo un filántropo desengañado, y
se encuentra mucho más cerca de éste que el indiferente o
insensible, la persona “normal”. (Nekovidal)
TEXTOS
TERTULIA 31-8-2018
LA
MODA
ENCIENDE
LA LUZ
MICRORRELATOS
LA
MODA
El
ser humano es en parte gregario y en parte solitario, necesita
pertenecer a un grupo social para alcanzar el objetivo común de la
supervivencia sin prescindir de un área individual en la que
desarrollar su particular forma de ser. Formar parte de un colectivo
lleva implícito la aceptación de sus normas, esto se traduce en una
manera de vestir, unos lugares de ocio a los que acudir, un argot
específico que utilizar, de las que, en parte, cada quien se
despojará cuando entre en su espacio privado utilizando, en la
intimidad, esa otra parte de las normas que considere apropiadas para
su propio crecimiento.
Ese
comportamiento al que se rinde pleitesía para conseguir aceptación
en una determinada comunidad se llama moda, en definitiva,
un intento de la humanidad por hacer más fácil la integración a un
grupo. Don
equilibrio debería llevar las riendas y sería deseable que la carga
de lo social y la de lo individual no hicieran oscilar en exceso el
fiel de la balanza; sin embargo, la realidad muestra lo contrario
siendo capitaneado el comportamiento, en la mayor parte de las
ocasiones, por el temor a ser expulsado del consorcio elegido, si a
esto le unimos las crisis de valores que se instalan en el mundo
periódicamente, nos dará un resultado de desproporción
preocupante.
La
consecuencia forzosa de este proceso -cada vez más acelerado, como
el calentamiento global- es que, el individuo, necesitado
perennemente de identidad, se ve abocado a la miseria de aferrarse a
su imagen externa, a la moda, convirtiéndose en un maniquí
manipulable, olvidando su individualidad, perdiendo conocimiento,
desechando su peculiar manera de ser en aras de la aceptación social
consiguiendo, finalmente, instalar en su alma la desconfianza, la
desazón, el sinsentido y el deber de seguir una moda que no le gusta
y que no le vale a nadie para nada.
En
mi opinión habría que aplicar lo que me dijo un querido amigo hace
años: “La
comodidad antes que la elegancia y el buen gusto antes que la moda.”
31/08/2018
– Victoria Blanco
para “VOCESentreVOCES”
LA
MODA
Imagino
un futuro no muy lejano en que la moda se limite a un único traje,
tipo mono de trabajo, cerrado y con aire acondicionado alimentado por energía solar y movimiento. De hecho ya existen
estos trajes pero, asombrosamente, apenas se venden, mientras el ser
humano sigue padeciendo calor o frío. La razón, evidentemente, es
la atomización e hiperindividualización de las sociedades
postconsumistas. Por ello estos trajes tendrán una característica
muy especial, su exterior será una pantalla flexible donde cada vez
que lo desee su portador elegirá el color, dibujo, texto o imagen
que quiere que se vea reflejada al exterior, su cara de ese día ante
el mundo. Así verá saciada su sed de individualismo, su afán por
ser diferente al tiempo que vive en sociedades donde su libertad, sus
ideas y sus sueños serán cada día más parecidos a los de los
demás pero, eso sí, sin que lo imagine siquiera. No existe mejor
esclavo que aquel que ni sospecha que lo es . . .
Será
digno de ver.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES LIBRES
www.arteslibres.net
LA
MODA
Las
redes se han convertido en el reflejo personal de la prensa amarilla
de los que no tienen nada que contar, el lugar donde los
cabreados consigo mismo suelta toda su rabia y bazofia política
insultando, cuando menos, al que piensa diferente.
Es
la moda.
A
veces me dejo llevar, soy humano, no puedo con los atentados
ecológicos, pero siempre intento publicar belleza y amor. Y no
porque lo diga Cristo, Ala, Yahveh o Krishna, no soy creyente, sino
porque pensando que a alguien hago sentir algo positivo me siento
mejor.
Diego
Francisco Guevara de Bonis
"Voces
entre Voces" 31/08/18
ENCIENDE
LA LUZ
¡QUÉ
EXTRAÑO!
AUDIO:
Rafael Cotilla
ENCIENDE
LA LUZ
Milagro
de piel, sangre y sueños.
Un
mono desnudo con determinación de existir en la duda.
Nos
persigue la esperanza de andar erguidos.
Dos
ojos rasgados de vida.
Dos
ojos abiertos a un espacio tan inmenso que nos duele.
El
aullido en un orgasmo que llegó hasta la luna.
Un
escarbar en el barro con las manos,
para
desenterrar nuestros deseos y nuestros huesos.
Resistir
en tierra de amor. En tierra de nadie.
Somos
agua. Una promesa de tierra en el gran océano.
Seres
mágicos que sonríen, lloran y cantan.
Una
respiración de fuego que nos incendia el pecho.
Metáfora.
Una descarga eléctrica abriendo la flor
de
cada pensamiento en nuestra cabeza.
Un
embrión de hombre pájaro en el vientre eterno.
Preguntas
lanzadas a la cara del aire.
Un
estómago que digiere como puede la existencia.
Somos
niños que no se acostumbran a dormir sin un beso.
JJC
– Juan Jiménez Caballero
ENCIENDE
LA LUZ
Al
principio yo también creía en dioses.
Esperaba
paciente que su luz me impregnara e hiciera de mi el espejo en que
reflejar su grandeza.
Adoré,
con la debilidad que crea la dependencia, a mis padres, mis
profesores y esas personas tan serias a los que todos temían y
respetaban.
Era
aquel tiempo incierto pero dulce de la infancia, en que nada sabía,
pero no sufría, porque ni sabía que no sabía, ni sospechaba
siquiera que se pudiera llegar a saber o a creer que se sabe.
Siguiendo
el curso de la naturaleza, en mi adolescencia rompí todos los
ídolos, y con la candidez de la juventud, coloqué, sin saberlo, a
otros en su lugar.
Luché
con ira contra la ira, contra el dolor sembrando dolor, contra la
intransigencia de la injusticia siendo intransigente ante ella.
Creía, sin la menor duda, justa la ira de los justos.
Cometí
cuantos errores pueda cometer un ser humano, sólo el azar hizo que
mis manos no se mancharan de sangre. Conocí casi todos los placeres
que esta vida puede regalar y sufrí casi todos los dolores que el
destino pueda deparar, el peor, sin duda, la muerte de seres
queridos.
Era
torpe como todos los creyentes, obsesionado con vencer, sin sospechar
siquiera donde se encontraba mi enemigo, sin sospechar que todos
nuestros enemigos lo son tan sólo porque les concedemos tal puesto
en nuestra vida y en nuestra mente.
Era
un ciego intentando alcanzar la luz golpeándola con su bastón
blanco.
El
tiempo fue aclarando mis pensamientos algo más rápido que mi pelo,
fue domando tanta energía, enseñándome a no desperdiciar la vida,
enseñándome, poco a poco, a vivir. . .
A
mis padres, hermanos y amigos pude verles, al fin, como personas en
toda su magnitud y miseria, ni mejores ni peores que yo mismo.
Aprendí
a mirar con un mínimo de comprensión tanto al arrogante como al
codicioso, al iracundo o al que se engaña a si mismo hablando de
paz, amor y fraternidad, mientras autojustifica sus egoísmos y
mezquindades. Aprendí a mirar las ideas por las que en otro tiempo
hubiera dado la vida, como unas ideas más en un mar de ideas que a
diario dan a luz nuestras mentes.
Aprendí,
casi, a perdonar, y casi, a perdonarme a mi mismo.
En
todo encontré luz y sombra: En la sombra de nacer sin una tierra a
la que pudiera llamar mía, la luz de sentir que mi patria era todo
el planeta; en la sombra de haber padecido la soledad, la cálida luz
de la amistad; en la sombra de la muerte, el aprecio constante y
creciente por la vida . . .
Ya
hace mucho que no creo en los dioses que son predicados y
representados por mortales. Tiempo ha que escucho indiferente el
murmullo de las plegarias vacías que llenan los templos. Una
diminuta chispa de luz me hizo comprender un día que hay tantos
dioses como seres humanos, y que ninguno es mejor o peor que otro,
mientras su existencia no siembre dolor.
Mis
dioses, que nunca exigen adoración, aunque siempre solicitan
compañía, son de este mundo, son los hijos de esa especie
contradictoria, que con ímpetu adolescente, es incapaz de cuidar el
espacio que habita, de ser responsable de sus actos, de sospechar
siquiera el lugar donde se encuentra dentro su caótica juventud
evolutiva.
Esa
especie que, impregnada por igual de luz y de sombra, es capaz de los
más creativos y destructivos actos, pero tan entrañable en su
alocada inocencia, en sus utópicos ideales, que siempre consigue
alcanzar, en su desordenado crecimiento.
Pasó
el tiempo, y ya en el invierno, aquella chispa primigenia se
transformó, poco a poco, en la llama de una vela, diminuta, pero
suficiente para ver que no existe en lo humano ni un ápice de maldad
o bondad, tan sólo miedo, amor, fantasía y necesidad.
Tras
medio siglo con los ojos abiertos, sigo preguntándome:
¿Qué
es la luz? Y no me inquieta la pregunta, tan sólo me sorprende ese
empeño nuestro en intentar atrapar cuanto desconocemos, rindiendo
homenaje, sin saberlo, a lo más humano de nuestra naturaleza humana:
la curiosidad.
Todos
atrapados por la duda de si habrá primavera tras el último
invierno, si todo esto tiene sentido o es sólo un absurdo cuento con
mucho cuento, por la duda de si todo no se quedará, al final, en
apenas cien años de soledad.
Porque
aquí estamos todos, incluso quienes no lo sospechan, reunidos bajo
el anhelo común de atrapar la luz, bajo el estigma de la sombra de
nuestros miedos, todos tan diminutos como todopoderosos, tan frágiles
como eternos, y apenas consolados por el calor fraterno de cuanto
compartimos.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
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MICRORRELATOS
“Nadie
sabe nada de nadie, pero todos hablan”.
Le
dijo el mudo lúcido al sordo atento.
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MICRORRELATOS
Y
si me llamas
en
la madrugada
recuerda
que la
luciérnaga
brilla
con
su propia luz.
José
María Rico
MICRORRELATOS
Y
cuando él le preguntó:
¿Quién
eres tú?
El
silencio y la ausencia de manillas de reloj, contestó ella.
Lourdes
Pérez
Nadie
conoce esta pequeña rosa.
Podría haber sido una peregrina
si no la hubiera cogido yo de los caminos
y te la hubiera ofrecido a ti.
Sólo una abeja la echará de menos,
sólo una mariposa,
apresurándose tras un largo viaje
para descansar en su regazo.
Sólo un pájaro se preguntará dónde está.
Sólo una brisa suspirará.
¡Ah, pequeña rosa, qué fácil,
para alguien como tú, morir!Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
Otros poemas de Emily DickinsonEl agua se aprende por la sed...
Podría haber sido una peregrina
si no la hubiera cogido yo de los caminos
y te la hubiera ofrecido a ti.
Sólo una abeja la echará de menos,
sólo una mariposa,
apresurándose tras un largo viaje
para descansar en su regazo.
Sólo un pájaro se preguntará dónde está.
Sólo una brisa suspirará.
¡Ah, pequeña rosa, qué fácil,
para alguien como tú, morir!Emily Dickinson, incluido en El viento comenzó a mecer la hierba (Titivillus, Internet, 2016, trad. de Enrique Goicolea).
Otros poemas de Emily DickinsonEl agua se aprende por la sed...
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