TEMAS
TERTULIA 29-12-2017
TE
REGALARÍA
ESTATUAS
MICRORRELATOS
La paz no se puede mantener por la fuerza; sólo se puede conseguir por la comprensión. (Albert Einstein)
Las
palabras me hechizan
Me hacen señas
Pidiendo que les busque
Algún trabajo
El salario no importa--
Vienen como gentíos las palabras
A mi pluma
Igual que proletarios
Las palabras exigen
Su derecho a la voz
Queriendo establecer la dictadura
De las palabras en la vida--
Necesitan a uno que comprenda
A uno que las ponga a su servicio.
¡Pero yo no soy ése!
Las palabras se cruzan de brazos
Se sientan y se duermen
A los pies del poeta
El único que sabe su valía
Y se van a morir
Las palabras si alguien
No las agita a tiempo--
Las palabras son silencio que habla--
Burbujas de silencio que hablan.
Me hacen señas
Pidiendo que les busque
Algún trabajo
El salario no importa--
Vienen como gentíos las palabras
A mi pluma
Igual que proletarios
Las palabras exigen
Su derecho a la voz
Queriendo establecer la dictadura
De las palabras en la vida--
Necesitan a uno que comprenda
A uno que las ponga a su servicio.
¡Pero yo no soy ése!
Las palabras se cruzan de brazos
Se sientan y se duermen
A los pies del poeta
El único que sabe su valía
Y se van a morir
Las palabras si alguien
No las agita a tiempo--
Las palabras son silencio que habla--
Burbujas de silencio que hablan.
Sony Labou Tansi en El otro mundo, incluido en Letras libres (Edición para España, febrero de 2003, selec. de Landry Wilfrid Miampika, trad. de Javier del Prado).
La culpa, el arrepentimiento, el resentimiento, la tristeza y cualquier forma contraria al perdón, es causada por un exceso de pasado y una falta de presente. (Eckhart Tolle)
TEXTOS
TERTULIA 22-12-2017
EL
MUNDO ES UN PAÑUELO
LA
COLA
MICRORRELATOS
EL
MUNDO ES UN PAÑUELO
Un
pañuelo que envuelve a un recién nacido.
Un
pañuelo que seca el sudor de quienes, día a día, construyen y
mantienen el mundo en pie, esos tantos millones de héroes anónimos.
Un
pañuelo atado a un palo al que llamamos bandera, un pañuelo que
siempre acaba manchado de sangre.
Un
pañuelo al viento un día cualquiera sin viento.
Pañuelos
coloridos revoloteando en mil bailes.
Pañuelos,
uniformes y hábitos de uso obligatorio que pesan como si fueran de
plomo.
Pañuelos
de discordia por el color del pañuelo. Los colores, sabios ellos,
saben que son todos hermosos y se ríen de la locura humana sembrando
arcoíris en el cielo.
Pañuelos
en los que ir recogiendo migas de tiempo y felicidad.
Pañuelos
para cubrirse en las iglesias, para esconder obsesivamente ante Dios
la obra que dicen de Dios.
Pañuelos
de forajido para cubrir testas santas o coronadas.
Pañuelo
siempre solidario para ese brazo en cabestrillo.
Un
pañuelo blanco cubriendo la cara de un cadáver tendido en la calle.
Un
pañuelo cansado de secar lágrimas.
Pañuelos
de estrellas que, en nuestra arrogancia creemos poder imaginar.
Pañuelos
llenos de símbolos que significan cualquier cosa menos pañuelos.
Pañuelos
con tantos nudos que parecen pequeños planetas flotando en el
infinito.
Pañuelos
bordados de prejuicios, fantasía, locura y tristeza.
Pañuelos
finos como la muselina y fuertes como el agua.
Pañuelos
que no dejan pasar ni un rayo de sol y pañuelos que llevan el sol
con su presencia.
Pañuelos
con los que hacemos torniquetes para cortar hemorragias vitales.
Pañuelos
en las cabezas de recatadas mujeres rescatadas contra su voluntad de
supuestamente peligrosas tentaciones libertarias.
Pañuelos
que se creen manteles y manteles que sueñan con ser sábanas.
Un
pañuelo con tus iniciales, ese ego . . .
Un
pañuelo perfecto, un pañuelo invisible.
Un
pañuelo siempre impregnado con un perfume a eterno.
Un
pañuelo bordado con nuestros pasos, nuestros miedos, nuestras
ilusiones, nuestros amores y nuestro destino.
Un
pañuelo siempre al viento, tan cargado de risas como de lamentos.
Un
pañuelo de muchas justificaciones y disculpas y pocas razones.
Un
pañuelo que se deshilacha a cada instante en hilos irrecuperables.
Un
pañuelo con más risas que lágrimas aunque no lo veamos en nuestra
ceguera milenaria de miedos.
Un
pañuelo por igual de ira y templanza.
Un
pañuelo con más magia que las alfombras voladoras.
Un
pañuelo cargado con toda la insistente y obstinada fuerza de la
vida.
Un
pañuelo cuidadosamente doblado donde conservar, a pesar de todo, la
esperanza.
Sí,
eso es el mundo, tan sólo un pañuelo . . .
EL
MUNDO ES UN PAÑUELO
… y
allí estaban el Astrónomo Autónomo, el Médico Enfermo, y la
Santísima Trinidad. Esta última, en reunión privada y decisión
muy discutida, había acordado que su portavoz fuera El Espíritu
Santo.
La
sala era aséptica, pero tenía algo de Observatorio Astronómico,
algo de Hospital Privado, y unas goticas de Catedral (gótica, por
supuesto).
Los
roces entre los allí reunidos eran inevitables, aunque el Espíritu
Santo no paraba de salmodiar, con esa voz de pito característica,
que el Amor lo amor... tigua todo. “El Padre” tenía cara de
malas pulgas, probablemente por no haber sido elegido portavoz
oficial del triunvirato. “El Hijo” parecía divertirse con todo
aquello, pero no perdía la ocasión, y a la primera de cambio, se
ponía a inventar parábolas en plan escritura automática, sin
ningún tipo de filtro. El Astrónomo parecía ausente, como en la
Luna de Valencia, y de vez en cuando pensaba en la miseria que le
quedaría de pensión al jubilarse. El Médico Enfermo se auto
auscultaba y auto recetaba cada dos por tres, poniendo cara de
autosuficiencia.
Todos
llevaban batas blancas excepto El Espíritu Santo, que iba a pelo,
con sus plumas blancas. El Astrónomo Autónomo se había confundido
de estuche, y en vez del telescopio se había traído un violonchelo.
No se cortó un pelo y se puso a tocar bachata como un poseso. La
Santísima Trinidad aportó a la reunión unas tortillas de patatas
sabrosísimas y una garrafa de vino del Priorato.
El
Médico Enfermo se ofreció a recetar, al módico precio de 50
eurillos, cualquier medicamento que pudieran necesitar los
contertulios; pero al final nadie se fiaba de un médico enfermo.
Resultó
que no había tanto Amor para amor...tiguar todo y se lió la de Dios
es Cristo. Aquello terminó como el Rosario de la Aurora. El Médico
le dijo a “El Hijo” que se metiera sus parábolas por donde le
cupieran. “El Padre” se lió a bastonazos con el Astrónomo”,
al parecer odiaba la bachata. El "Espíritu Santo”, que era hembra,
se tomó todo aquello como una afrenta personal y empezó a volar por
encima de los asistentes y cagarse encima de ellos, con gran
puntería, por cierto. Parece ser que, en último término, fue “El
Padre” el que llamó a la Guardia Civil (uno de ellos venía
cantando fandangos de Huelva a voz en grito). Se los llevaron a todos
al calabozo. Para El Espíritu Santo habilitaron una jaula especial,
más pequeña y con barrotes más juntos. Como todos tenían muy
buenos abogados, salieron en libertad sin cargos. A partir de ese
momento intentaron evitarse, aunque a veces resultaba inevitable
algún encontronazo, como es lógico; el mundo es un pañuelo...
José
Luis Álvarez
LA
COLA
La cola de comprar pan
y dar los buenos días con la
boca chica.
Entredientes.
La cola de camas en el
pasillo de urgencias.
La cola del supermercado y
se me olvidó pesar el alma.
La cola de la iglesia para
que te den la hostia.
La cola de venga usted mañana
y su puta madre.
La cola de los corruptos y
los jueces riéndose en nuestra cara desde los paraísos fiscales.
Y
luego la cola para votar. Ésta sí que tiene guasa.
La cola para tatuarte en la
frente” tonto el que lo lea”
La cola del banco y los
números rojos. Dame algo.
La cola para que te pongan un
sello en el culo.
La cola, la gran cola del los
parados, que llega hasta un precipicio. Esperando que el S A E haga
su trabajo.
La
cola, la larga cola de los desencantados
y de los sapos que esperamos
algo más que un beso.
La cola para comprar un puto
décimo de lotería, con la fecha de cuando te casaste con tu
mujer. Que no te va a tocar.
La
cola de los
hambrientos. De los
que no tienen pa calentarse, en esta España donde se pone el sol.
La cola de mi gato sin cola.
La de Nacho Vdal.
La cola en las farmacias
comprando cosas para dormir y no despertar.
La banca gana con la deuda
pública más de lo que costó el rescate.Y esto no trae cola.
Abandona la cola y empieza a
tirar piedras...
J.J.C.
- Juan Jiménez Caballero
LA
COLA
“… y
algunas veces vi caer al que estaba delante de mí y al que estaba
detrás, mientras yo me palpaba el cuerpo extrañado de haberme
quedado en pie. Y, en definitiva, un poco contento, porque había
ganado un puesto en la cola y tenía una probabilidad más de
alcanzar el panecillo.”
(El Maestro Juan Martínez que estaba allí – Manuel Chaves
Nogales)
Estamos
condenados a la constante dicotomía entre la tristeza por la muerte
de otros y la alegría de seguir vivos, entre la compasión hacia los
más desafortunados y el agradecimiento por no ser uno de ellos,
entre la voluntad de querer ayudar y el temor a quedarnos sin lo que
nos pertenece. Queremos a veces ser y a veces no ser como aquel a
quien miramos.
Insiste
la esperanza en salir de su caja y ofrecernos expectativas que
aceptamos a ojos cerrados sabiendo que nada podremos hacer más que
resistir ante las embestidas de la vida y, pasado el espanto,
palparnos el cuerpo extrañados de haber quedado en pie.
Sin
duda alguna, vivimos haciendo cola.
Madrid,
20 diciembre 2017 – Victoria
Blanco
LA
COLA
La
cola quería ser caracola pero no sabía como buscarse la vuelta, como
colarse en la realidad, como ser ella misma sin caer en la cárcel de
viejas o nuevas ideas, como conocerse, realmente, a si misma . . . lo
que nos pasa a todos . . .
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES LIBRES www.arteslibres.net
MICRORRELATOS
¡Cuánta
ilusión y cuántos sueños que se han hecho realidad gracias a
él!
Ese hombre con mirada dulce y palabras cariñosas. Cuando llego a la puerta de su casa le llamo y enseguida sale a verme. Me saluda y a su manera me da a entender que se alegra de que haya llegado. Yo también me alegro mucho de que esté en casa cuando voy a visitarle. Cuando no estoy en su casa me llama, porque siempre tiene ganas de verme.
Los mejores ratos son junto a él, a veces hasta comemos juntos. Lo que más le gusta es el pollo asado, a mi también, le agrada compartirlo conmigo.
Pero hay algo que él no sabe y yo no me atrevo a confesarle, temo que si lo supiera quizás ya no querría verme, pero no puedo más y tengo que contárselo, sino nunca estaré tranquila.
Sí fui yo, fui yo quien destrozó el techo del velador y también soy yo la que duerme en el balancín de la terraza.
Lo siento mucho, las gatitas somos así.
Ese hombre con mirada dulce y palabras cariñosas. Cuando llego a la puerta de su casa le llamo y enseguida sale a verme. Me saluda y a su manera me da a entender que se alegra de que haya llegado. Yo también me alegro mucho de que esté en casa cuando voy a visitarle. Cuando no estoy en su casa me llama, porque siempre tiene ganas de verme.
Los mejores ratos son junto a él, a veces hasta comemos juntos. Lo que más le gusta es el pollo asado, a mi también, le agrada compartirlo conmigo.
Pero hay algo que él no sabe y yo no me atrevo a confesarle, temo que si lo supiera quizás ya no querría verme, pero no puedo más y tengo que contárselo, sino nunca estaré tranquila.
Sí fui yo, fui yo quien destrozó el techo del velador y también soy yo la que duerme en el balancín de la terraza.
Lo siento mucho, las gatitas somos así.
M.C.G.C.
- Mari Carmen Gómez Castro
MICRORRELATOS
*
Había una vez un gato callejero que quería s4er tigre para que los
humanos, que tanto daño le habían hecho, le temieran.
Había
también un tigre que qería ser gato para que los humanos, por los
qu esiempre había sentido curiosidad, no huyeran al verlo.
Y
había también un tercer personaje, un pajarillo que, observándoles
desde un árbol, les invitó, con su canto incomprendido, a que se
conocieran más a si mismos.
*Cuenta
la leyenda que aquella era la única sociedad humana que podía vivir
sin leyendas, pero se dice también que tal vez se trate tan sólo de
una leyenda.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES LIBRES www.arteslibres.net
MICRORRELATOS
Existe
un lugar
sólo
para mí
pensando
sólo en tí,
luego
existo.
Yo
pienso sólo en tí
y
tu piensas en mí.
Conjunción
o preposición,
luego
existimos.
¿Dónde
estan
aquellas
emociones?
¿Dónde
están,
dónde
se esconden?
¿Dónde
están
aquellas
emociones?
¿Dónde?
¡¡Dime
dónde!!
José
María Rico
Siendo
humano, jamás digas qué va a pasar mañana,
ni, al ver a alguien dichoso, por cuánto tiempo lo será.
Porque ni el moverse de la mosca de finas alas
es tan rápido como el cambio permanente.
ni, al ver a alguien dichoso, por cuánto tiempo lo será.
Porque ni el moverse de la mosca de finas alas
es tan rápido como el cambio permanente.
Simónides de Ceos, incluido en Antología de la poesía lírica griega (siglos VII-IV aec) (Alianza Editorial, Madrid, 2001, selec. y trad. de Carlos García Gual).
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