*VOCES
entre VOCES
“Los
hombres, para hacer el mal, deben primero creer que lo que hacen es
bueno” (Alexander Solzhenitsyn).
TEMAS
TERTULIA 23-9-2016
CEGUERA.
NAUFRAGIO
SOBRE
MIS RODILLAS
LA
ALEGRÍA Y EL DOLOR
Entonces,
dijo una mujer: Háblanos de la Alegría y del Dolor.
Y
él respondió:
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara.
Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue
muchas veces llenada con vuestras lágrimas.
Y ¿cómo puede ser de otro modo?
Mientras más profundo cave el dolor en vuestro corazón,
más alegría podréis contener.
¿No es la copa que guarda vuestro vino la misma
copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero?
¿Y no es el laúd que apacigua vuestro espíritu la
misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro
corazón y encontraréis que es solamente lo que os
produjo dolor, lo que os da alegría.
Cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro
corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por lo
que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís: «La alegría es superior al
dolor» y otros: «No, el dolor es más grande.»
Pero yo os digo que son inseparables.
Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con
vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo
en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza,
entre vuestra alegría y vuestro dolor.
Sólo cuando vacíos estáis quietos y equilibrados.
Cuando el tesorero os levanta para pesar su oro y su
plata, es necesario que vuestra alegría o vuestro dolor
suban o bajen.
Vuestra alegría es vuestro dolor sin máscara.
Y la misma fuente de donde brota vuestra risa fue
muchas veces llenada con vuestras lágrimas.
Y ¿cómo puede ser de otro modo?
Mientras más profundo cave el dolor en vuestro corazón,
más alegría podréis contener.
¿No es la copa que guarda vuestro vino la misma
copa que estuvo fundiéndose en el horno del alfarero?
¿Y no es el laúd que apacigua vuestro espíritu la
misma madera que fue tallada con cuchillos?
Cuando estéis contentos, mirad en el fondo de vuestro
corazón y encontraréis que es solamente lo que os
produjo dolor, lo que os da alegría.
Cuando estéis tristes, mirad de nuevo en vuestro
corazón y veréis que estáis llorando, en verdad, por lo
que fue vuestro deleite.
Algunos de vosotros decís: «La alegría es superior al
dolor» y otros: «No, el dolor es más grande.»
Pero yo os digo que son inseparables.
Vienen juntos y, cuando uno de ellos se sienta con
vosotros a vuestra mesa, recordad que el otro está durmiendo
en vuestro lecho.
En verdad, estáis suspensos, como fiel de balanza,
entre vuestra alegría y vuestro dolor.
Sólo cuando vacíos estáis quietos y equilibrados.
Cuando el tesorero os levanta para pesar su oro y su
plata, es necesario que vuestra alegría o vuestro dolor
suban o bajen.
Khalil
Gibran
"No
hay nadie que haya jamás escrito, o pintado, esculpido, modelado,
construido o inventado, a no ser para salir del infierno".
(Antonin Artaud)
TEXTOS
TERTULIA 16-9-2016
CREO
EL
AMOR Y LAS REBAJAS
LA
HOJA EN BLANCO
CREO
Creo
que si fuera un hombre de provecho,
no le daría azúcar y besos a las hormigas... Tal vez, nunca he estado bien del corazón, ni de la cabeza.
Pero qué le voy hacer, me fascina el pellizco de las causas perdidas. Y la razón de los Don Nadie. Soy peligroso porque me río. Porque no me creo ya tanta hostia. Ni tanto cuento.Hablemos de otra cosa. Me asquean las sotanas ,el balompíe y la baba de los políticos. Pero a ver, yo también me vendo por un cacho de pan duro y buen plato de jamón con su poquito de queso.Lo mismo, me hace falta que me calienten la cara. Tú, ¿me entiendes ?
no le daría azúcar y besos a las hormigas... Tal vez, nunca he estado bien del corazón, ni de la cabeza.
Pero qué le voy hacer, me fascina el pellizco de las causas perdidas. Y la razón de los Don Nadie. Soy peligroso porque me río. Porque no me creo ya tanta hostia. Ni tanto cuento.Hablemos de otra cosa. Me asquean las sotanas ,el balompíe y la baba de los políticos. Pero a ver, yo también me vendo por un cacho de pan duro y buen plato de jamón con su poquito de queso.Lo mismo, me hace falta que me calienten la cara. Tú, ¿me entiendes ?
Juan
Jiménez Caballero
CREO
Creo
que me he tomado demasiado en serio el creer a lo largo de mi vida.
Con
nueve años, recién llegado a la tierra de mis padres emigrantes,
felizmente criado en una república que en algo, al menos, se parecía
a la verdadera libertad, la única de América que consiguió separar
completamente Iglesia y Estado, me preguntaron unos niños de mi
edad: “¿Eres republicano?” “Claro”, contesté con la
inocencia y consecuencia que se tiene a esa edad, y me gané una
buena paliza, según ellos, por rojo, aunque yo todavía no
comprendía que significaba esa palabra.
Esos
mismos niños, todos hijos de falangistas, volvieron a preguntarme lo
mismo al día siguiente pero mi respuesta no fue la misma, fue otra:
“Más que ayer”, respondí, y esta vez me salvé de la segunda
paliza porque ya habían sido advertidos por algunos profesores que
mejor no meterse con ese niño que no entendía muchas cosas porque
venía de fuera y que era el mejor estudiante de la escuela a pesar
de haber perdido un curso en el viaje, tal era la diferencia de nivel
educativo entre aquella república que prohibía tajantemente a los
maestros hablar de política o religión a los niños y la España
grande y libre que, bañada en sangre, se había quedado anclada en
el siglo XIX.
Hoy
en día no le doy mayor importancia a que una sociedad sea una
república o una monarquía, creo que no vale la pena discutir tanto
por una familia más o menos de parásitos que mantener. Siendo
sistemas políticos verticales con una élite dirigente, poco importan
las formas si el fondo es el mismo: que sólo se consulta a los
ciudadanos cada cuatro años y se les adoctrina para que crean que
viven en una democracia mientras el resto del tiempo esa élite gobierna al
servicio de otra élite económica, la que dirige y toma las
verdaderas decisiones teniendo bajo su control los medios de
comunicación.
Y
así fui creyendo, una tras otra, en una sarta de ideas que
resultaron no ser más que eso, fantasiosas ideas, todas al servicio
de un grupo minoritario que vivía de ellas a costa del resto de la
sociedad o de la ingenuidad de quienes las aceptaran e hicieran
suyas. Fui católico durante algo más de un año y comunista menos
de dos, incluso fui del Real Madrid, hasta que caí en la cuenta de
que el funcionamiento era siempre el mismo: creer para caer en la
trampa de diferenciar nuestras ideas de las ajenas y perdernos en el
dualismo de lo supuestamente correcto e incorrecto.
Un
buen día, en mi trabajo, me encontré con un grupo compuesto por
personas de ideologías completamente opuestas, uno de ultraderecha y
otro de ultraizquierda, y yo en medio. Me sorprendió que, a pesar de
lo diferentes que eran, colaboraron con firmeza en el propósito común
que nos unía, concretamente, evitar que una empresa constructora
estafara a una comunidad de vecinos y desahuciara a medio edificio,
casi todos jubilados. Fue duro, hubo varios intentos de tentadores
sobornos ante los que ninguno de los tres claudicamos y hasta
amenazas de muerte, pero finalmente evitamos la estafa.
Entonces
comprendí que creer puede ser una gran trampa, fui conociendo a
través de amistades libertarias la existencia de otro tipo de
democracia, directa y horizontal, la que consulta a los ciudadanos de
forma continuada, la que busca intereses comunes, no ideologías
similares, comprendiendo que, por diferentes que sean nuestros
vecinos, con todos tendremos en algún momento un objetivo común, al
margen del partido o religión a que pertenezcan.
Desde
entonces, paradójica pero no contradictoriamente, creo, creo en la
democracia directa, esa que tanto miedo le da a políticos y
banqueros, tal vez porque sospechan acertadamente que sus intereses
poco tienen que ver con los de la mayoría de los ciudadanos.
Sobre
el resto: amores, ilusiones, filosofías y religiones, prefiero
observar y aprender en vez de creer porque ya sé que creer no es, al
fin y al cabo, más que crear una jaula mental de la que difícilmente
se sale, por muy convencidos que estemos de ser libres o de la
certeza incuestionable de cuanto creemos.
Nekovidal
– ARTESLIBRES - nekovidal@arteslibres.net
LA
HOJA EN BLANCO
“…tocamos
con
los dedos
el
presente,
cortamos
su
medida,
dirigimos
su
brote,
está
viviente,
vivo,
nada
tiene
de
ayer irremediable,
de
pasado perdido,
es
nuestra
criatura,…”
(Oda
al presente – Pablo Neruda)
Cada
día es una hoja en blanco para escribir en ella cuanto queramos,
podamos, necesitemos y sepamos. Algunas veces garabatearemos, otras
escribiremos decálogos, pero siempre será algo diferente, relevante
e insólito. Ningún día de nuestra vida debe quedar sin celebrar.
Victoria
Blanco Para VOCES entre VOCES (Nerja) – 16/09/2016
LA
HOJA EN BLANCO
"Voces
entre voces" 17/09/2016
La
hoja en blanco limita, ciñe tus pensamientos, amordazada tus
sentimientos, todo en lo que un rectángulo abarca, frontera física
de la palabra.
La
hoja en blanco vacía, misteriosa, aguarda curiosa que superes tu
miedo, miedo a que contar, miedo a que dirán, miedo al fracaso,
miedo a errar.
La
hoja en blanco impoluta a que la violes te reta, y desnudes tu alma
con letras, para que quien quiera lo lea y tu secreto en ella muera.
Autoritaria,
codicia de ti bosquejos, y negro sobre blanco producto de tus
desvelos, alguien lea los devaneos que tu intelecto crea.
Limpia
e inmaculada a ella te enfrentas, tus dudas superas, tus pensamientos
expresas, y siempre más de ti espera.
A
superarte obliga, a pasar de lo que digan, lo diga quien lo diga y
sin complejos abrir tu vida.
La
hoja en blanco es un tirana.
La
hoja en blanco seduce, se sabe amada.
Diego
Francisco Guevara de Bonis
LA
HOJA EN BLANCO
Ya no me mueve la rabia, ni siquiera la desidia, ante la hoja en blanco, la hoja maldita para los escritores como lo es el pánico escénico para los actores.
Escuché
consejos sabios, escuché bellas diatribas, pero ninguno logró
vencer el inmaculado blanco que el alma irrita.
Pensé
que pensando podía escribir cuanto quisiera, pero pensando podía
sólo pensar, como cualquiera.
¿Debo
censurar cuanto escribo porque alguien se sienta o haga el ofendido?
¿Debo
cuidar la calidad, la ortografía, la sintaxis y el estilo, para
librarme de la crítica fofa, del estúpido digo o no digo?
Nada
como un buen consejo a tiempo, y a tiempo llegó la memoria: "Quien
escribe sólo lo que le gusta a los demás puede ser un buen
escritor, pero nunca será un artista" dijo el abuelo Onetti, y
lo dijo todo.
A
la mierda la censura, los hipócritas y su hipócrita mesura, a la
mierda los hijos adoptivos de los malparidos dictadores de todos los
colores, a la mierda todo, que sólo hace falta un puñado de letras
para dar color al existir y poder decirlo todo, un oído vivo para
darles vida, y la eternidad para disfrutarlas, a la mierda tantos
miedos, a la mierda las falsas miradas . . .
No
pararéis, tristes hijos de la tristeza, hasta destruirlo todo,
porque os da miedo un poco de alba, os deslumbra un poco de juego, y
transformáis la vida en eso, en nada...
A
la mierda señores, a la mierda, que no hay página en blanco, sino
miedo a expresar, no hay buenos o malos escritores, sino cobardes
fingidores, no hay hoja en blanco, sólo disculpas ante el miedo a
recibir, a dar, a vivir.
EL
AMOR Y LAS REBAJAS
Nunca
me ha gustado “ir de tiendas”, tampoco “salir a ligar”; esto
no quiere decir que una no vaya a comprarse un vestido o que no pueda
conocer a alguien mientras se toma el aperitivo del domingo, pero
todos sabemos que la actitud no es la misma. Cuando salimos a comprar
se pone de manifiesto la tranquilidad con la que seleccionamos el
modelo que decidimos probarnos, nada más lejos de la compulsión que
nos invade al ir de tiendas; de igual modo no es comparable la
naturalidad de reacción ante un contacto inesperado que la
afectación de nuestro comportamiento cuando salimos a ligar. Aún no
sabéis dónde quiero llegar ¿verdad? Veréis, la manera de
conquistar y la forma de comprar dicen todo de nuestra personalidad,
y dicen lo mismo, ya que afrontamos ambas con idéntica condición;
los nerviosos compran por impulso, su arte de seducción marcha a
borbotones; los flemáticos se quedan sin lo que les gustaba porque
tardaron en decidirse, pierden trenes esperando que alguien insista
una vez más. Hay infinitos ejemplos que demuestran cómo estas dos
acciones nos desnudan, pero voy a detenerme en la que más llama mi
atención y de la que siempre he tratado de huir, a veces sin
conseguirlo: compras y amores… de rebajas. Cuando la necesidad, de
prendas o de amor, apremia y no hay solvencia, compramos lo que
podemos y aceptamos el amor que nos pilla más a mano; así nos pasa
que, al cabo de un tiempo, estamos hartos del jersey que nunca nos
quedó bien o tenemos que salir a trompicones de una relación que no
nos satisfizo ni un solo día. Para que esto no vuelva a pasar, para
evitar el infame desgaste al que nos someten las rebajas, la solución
pasará, en el caso de las compras, por usar aquella vieja prenda
comprada con tanto cariño y esperar a reunir el dinero suficiente
para adquirir la que nos gusta ahora; en cuanto a los temas amorosos,
la medicina será cobijarse al calor de los amigos, cuidarse, mimarse
y darse tiempo hasta recuperar el tono afectivo para luego, ya sin
miseria, enamorarnos desde la libertad y el respeto. Aunque no hay
que descartar la posibilidad de que un prodigioso día pasemos
delante de un escaparate y las rebajas se correspondan con nuestra
idea, nuestra talla y nuestra economía, entonces… ¡a por ello!
Victoria
Blanco para Para VOCES entre VOCES – 16/09/2016 – Nerja
EL
AMOR Y LAS REBAJAS
HACER
EL AMOR
es
ver cómo te acercas una taza de café a la boca.
Soñar
cuando te bañas, vestida de fiesta.
Hacer
el amor
es
que nos caiga el cielo encima sin paraguas.
Mojarnos
como sopas en la salsa.
Hacer
el amor
es
pasear persiguiendo el culo a la primavera.
Imaginar,
de camino al trabajo, el Kamasutra
en
los semáforos.
Hacer
el amor
es
dibujar los labios en una boca con la mirada.
Saludarnos
bajo el sol por las mañanas.
Hacer
el amor es cuando se estiran
con
el primer rayo de sol los gatos.
Es
andar descalzo,
buscando
la huella de tus pasos en el duro asfalto.
Hacer
el amor es ir a comprar pan
y
que te den con una sonrisa las gracias.
Hacer
el amor es comer con un extraño
en
el mismo plato.
Esperar
que te toque algún día
el
cupón de los ciegos.
Hacer
el amor es hacerme llorar con tu llanto.
Morir
haciéndole burla, sacándole la lengua
a
la muerte.
Hacer
el amor es resucitar al tercer día.
Ir
a misa sin Dios y confesarse los domingos.
Hacer
el amor es no tener oficio reconocido
y
escribirte versos.
Hacer
el amor es buscar trabajo de lavaplatos
y
que requieras máster de idioma en Esperanto.
Hacer
el amor es matar a los ricos
de
aburrimiento.
Es
“leer tonto el que lo lea” en lo que escribo.
Hacer
el amor es vomitar en la noria de la vida,
en
la cita de tu primera feria.
Es
tirarse a las vías y parar el último tren
para
que si quieres subas.
Ya
lo sabes,
hacer
el amor es todo lo que estoy pensando…
Juan
Jiménez Caballero
EL
AMOR Y LAS REBAJAS
No
he recorrido ese camino normal de las parejas normales, los bichos
raros solemos ir por senderos poco transitados de la selva, pero por
lo que he visto y me han contado, las cosas suelen funcionar así:
Primero
suele darse en las parejas, aunque no siempre, una locura transitoria
a la que se llama enamoramiento, provocada por un verdadero torrente
bioquímico, unida a un mágico misterio aún a medio descifrar.
En
esa etapa todo es mejor incluso de como debe ser, se inicia un juego
que sólo comprenden quienes lo juegan o ya lo han jugado alguna vez,
y cuyas reglas es imposible explicar a los profanos.
"Mis
ojos son tuyos, y sabes que sólo veo a través de tu mirada . . . "
o cosas similares se susurran en este tiempo con total seriedad,
sinceridad y convencimiento.
Dicen
que suele durar esta etapa tres o cuatro años, aunque he visto casos
extraordinarios que han encontrado la fórmula, generalmente
agridulce, de prorrogarlo durante bastante tiempo más.
Pero
luego, en la inmensa mayoría de las parejas, llegan las rebajas.
Un
día ese lunar, hasta entonces hermoso y turbador al lado de su
labio, pierde su encanto, o se le mira de otra manera, y resulta que
ahora, simplemente, es tan sólo un lunar.
Él
o ella ya no son esa persona interesante de no mucho tiempo atrás,
algo parece haber cambiado, se rebaja la ilusión, se rebaja la
empatía, las ganas de compartirlo todo, y parece que veinticuatro
horas es tiempo más que suficiente, si no demasiado, para estar al
lado de esa persona, algo impensable tan sólo un año antes.
Maleducadas
como suelen ser las personas normales, miran a su alrededor, ven a
sus padres y a otras parejas caer en la misma trampa y piensan que es
el proceso natural, que es así, y así está bien . . . y continúan
las rebajas.
Como
las cosas, en realidad, no están bien, ni mucho menos, él o ella, o
ambos, se sienten frustrados, y al apenas conocer su propia
naturaleza humana, porque lo de "Conócete a ti mismo" se
pasa cíclicamente de moda, buscan, y eso siempre se encuentra, una
salida para esa frustración, aunque no suele ser una salida muy
saludable.
La
rebaja mayor, hasta transformarse en una auténtica y dramática
ganga, se da en la comunicación, vía de agua que se suele intentar
tapar patéticamente con cenas con velitas y viajes más o menos
exóticos, con resultados, en el mejor de los casos, tan sólo
provisionales.
En
medio de toda esa metamorfosis y elegía a la rebaja nacen, nadan, y
muchas veces naufragan, los hijos, siendo al mismo tiempo muy bien
instruídos, de la forma más eficaz, mediante el ejemplo, de cuáles
son los errores que han de llevar a cabo llegado el momento, a fin de
perpetuar de forma normalizada el comportamiento normal de personas
normales, si quieren aspirar a tan egregia y respetable categoría
social.
Y
las rebajas continúan . . .
Cuando
la frustración pasa cierto límite, el aislamiento no es suficiente,
se necesita un chivo expiatorio a quien hacer responsable de todos
los miedos y miserias, a quien culpar por estar desperdiciando
nuestra vida, algo que intuimos con incómoda seguridad, y nadie
mejor que quien tenemos más a mano y vemos más a menudo: él o
ella.
Cada
uno, según su personalidad, lo expresará a su manera, con
silencios, con reproches, con agresividad, activa o pasiva, con
mentiras, con infidelidades, con gritos, como sea, pero siempre con
la certeza inmutable de estar haciendo lo correcto, y de que no hay
una alternativa mejor. Ah, y de que el otro u otra, por supuesto, se
lo merece. En nombre de un supuesto amor supuestamente incomprendido
se pueden llevar a cabo las peores canalladas . . .
El
carácter se vuelve agrio, él generalmente agresivo y arrogante,
portador de la soberbia certeza del idiota, y ella reprimida y no
menos agresiva, aunque lo disimule con mayor o menor arte, murmurando
y cotilleando sobre otras vidas, de mujeres no tan normales, y de las
que, secretamente, le gustaría participar o formar parte.
Así,
cuando las rebajas que han cercenado la comunicación y la
convivencia, se avalanzan sobre el respeto, el infierno ya está
completamente retratado.
Luego
unos recurren al divorcio, a fin de prepararse para repetir curso, o
sea todos los errores desde el principio, y otros recurren a la
paciencia, ya completamente convencidos de que son personas normales
que han llevado una vida completamente normal, una vida, en
definitiva, como debe ser, y criticarán con firmeza cualquier forma
de vivir alternativa y que no entre en sus estrechos esquemas
mentales.
Llegan
así al penúltimo paso, cuando acuden cada año, como un ritual
sagrado, y ya con cierta edad, a las rebajas de los grandes centros
comerciales, del brazo el uno del otro, mirando ambos pasar a su lado
una vida y juventud que nunca volverán, convencidos de que aquello
que sucedió al principio, y que ya apenas recuerdan, no eran más
que locos sueños de alocados jóvenes incapacitados en ese momento
para ser respetables personas normales.
Sospecho
que la mayoría ni siquiera tienen el valor para reconocer, en un
postrero acto de dignidad, que aquellos sentimientos y aquellos
momentos fueron los únicos, o los muy pocos, en que la vida no fue
rebajada en su mágico e inmenso valor.
Nekovidal
– ARTES LIBRES - nekovidal@arteslibres.net
EL
AMOR Y LAS REBAJAS
PANDORA
Pandora sostenía una caja de cristal
y en ella contenía la desolación ,
pero su conyugue le aconsejó
no destaparla por el miedo que
puede asolar.
No se contuvo de la tentación
y la infidelidad se esparció,
tan sólo queda en ella la
esperanza
y entre tantos estamos todos en añoranzas.
Tu sabes que eres perfecta
y nada te hará cambiar
Mi elección es selecta
porque eres especial.
Especial, eres la más perfecta
contigo quiero estar hasta el final.
Contigo... hasta el final.
Pandora sostenía una caja de cristal
y en ella contenía la desolación ,
pero su conyugue le aconsejó
no destaparla por el miedo que
puede asolar.
No se contuvo de la tentación
y la infidelidad se esparció,
tan sólo queda en ella la
esperanza
y entre tantos estamos todos en añoranzas.
Tu sabes que eres perfecta
y nada te hará cambiar
Mi elección es selecta
porque eres especial.
Especial, eres la más perfecta
contigo quiero estar hasta el final.
Contigo... hasta el final.
José
María Rico.
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