domingo, 9 de julio de 2023

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/

PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com



LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD

Cuatro poemas de Carlota Figuerola

Carlota Figuerola viernes 23 de junio de 2023

Hacia donde el sol se pone

He perdido.
A pesar del esfuerzo.
Quizá la última batalla,
probablemente, la guerra.
Contra la cordura, contra el gozo,
contra el amor también.

Perdí.
Herida y acabada, en medio del lodo,
de cara al suelo, lloro.

Me declaro vencida
delante de ti y me retiro
hacia la soledad
de grises confortables.
Ya nunca más placer ni duelo
en mi nervio candente.
Fueron escudos y lanzas suficientes.

No obstante,
soy espacio. La derrota
me convertirá en libre.
Y cuando llegue la tarde
recurrente, perdurable,
yo volaré hacia el mar,
al sudoeste, a donde el Sol se pone,
buscando el último rayo,
persiguiendo sirenas.

 

Desde este hogar de cenizas

Alguien me dijo “te amo”
y ni recuerdo quién.
Hace ya tanto tiempo…
O quizás no. La vida
se mezcla entre silencios
ya sin marco, ni márgenes,
toda ella bruma y polvo.
Alguien me dijo “te deseo” y era verdad,
posiblemente.
La tierra, enloquecida, giró bajo mis pies,
se embriagaba el aire con tan sólo acercarme.
Y eran copos las palabras, cuando
alguien me decía “te quiero”. Y, sin embargo,
yo lo creía.

Y él tuvo la sombra de mi árbol en verano,
la madera en invierno
de las ramas más secas, fundiéndose en las llamas,
para darle calor.

Ahora
cuando, desde el hoyo tan gélido
de este hogar de cenizas de mi pecho,
digo “te amo”, no me escucha ya nadie.
Si grito “te quiero”, ningún eco me responde jamás,
todo me rehúye
y la tarde se retira en otra compañía
sin remordimiento.
El Sol ya no desea mi opaca piel azul
y se eclipsa en silencio
indiferente.

 

Volverá el sol

Es de noche. Todo reanuda
el reposo, la víspera quizás
se convierte en silencio.
Y no es larga la noche…

Volverá el Sol,
intenso.
Volverá aquella luz
a desvelar mil formas
que la noche ha tragado,
volverán los sonidos,
la ciudad a reír.
Y todo será de nuevo,
acogedor, ruidoso,
acelerado, terrible
y empezará a moverse
como sorprendido,
extraño.
El reloj tomará
su lugar como ayer,
más gastado, más frágil,
momentáneo y fugaz.
Pero el Astro, inconsciente,
dibujará allá arriba
su arco de victoria.
Hasta que vuelva la vida
a sumergirse en pausa,
cada vez más constante,
cada vez más segura,
con una inmensa, inmensa,
invisible,
enorme luna nueva.

 

De espaldas

Va pasando el mundo.
Y yo, de espaldas,
veo circular la vida tan rápido,
que la retina,
incapaz de atraparla,
se adentra en el silencio
de las luces sin forma.
Colores y más colores
se mezclan a lo loco
y todo es blanco, es día,
deprisa, tan tan deprisa…
Y yo de espaldas siempre
detrás de los cristales
viendo el mundo pasar.
Sin tregua,
cada vez más más rápido,
cada vez más más cerca…
Hasta que todo pare.

Carlota Figuerola

Escritora y artista plástica española (Ripoll, Girona, 1958). Es pintora y dibujante formada artísticamente en Barcelona. Desde 1979 ha realizado en su país diversas exposiciones individuales y participado en colectivas. Ganadora de numerosos premios en certámenes de pintura. Ha incursionado en la enseñanza de actividades artísticas y es miembro de diferentes colectivos artísticos. Textos suyos han sido publicados en diversos medios. Autora del poemario Rincones invisibles (2022)

https://letralia.com/letras/poesialetralia/2023/06/23/cuatro-poemas-de-carlota-figuerola-2/



TEMAS TERTULIA 14-7-2023

TORMENTAS Y TORMENTOS.

ESPECIES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



TEXTOS TERTULIA 7-7-2023

FUEGO

EL TELEGRAMA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



FUEGO


En estos días estoy leyendo «El olvido que seremos», de Héctor Abad Faciolince; si la película me gustó, el libro me está apasionando, no tanto por poseer una literatura excelente, sino por la posibilidad de releer una y mil veces la naturalidad con la que el autor escribe sobre las contradicciones usuales de la vida. Habla, por ejemplo, de cómo la alegría puede volverle a uno inmune al rencor, de cómo un médico puede rechazar el contacto directo con los enfermos y al mismo tiempo sumergirse en una vehemente lucha social por la prevención de las enfermedades, de cómo se puede ser espiritual en lo terreno y terrenal en lo espiritual.


Lo que me llama la atención es el constante fuego vital que late en la forma de pensar y sentir de Héctor Abad padre, un fuego que me recuerda a la idea de Jean Cocteau: «Mi casa se estaba quemando y sólo podía salvar una cosa. Decidí salvar el fuego. No tengo donde vivir, pero el fuego vive en mí. Y me defiende discretamente de todo lo impuro. Mi futuro ya no es importante. Sólo cuenta la intensidad del instante».


Ese fuego es un fuego que le invita a vivir con total coherencia y consciencia, sin voces, sin insolencia, sin frases zafias o fuera de tono, pero con gran contundencia; un fuego nacido en las mismas entrañas, tan profundo como el de los volcanes dormidos, un fuego vital sobre el que apoya cada palabra, cada hecho, con una solidez tal que asusta e incomoda al mundo hasta el punto de llegar a ser criticado desde todos los ángulos y finalmente asesinado.


Esta lectura me está haciendo confirmar que muchas veces confundimos la fuerza de la vida con invadir el ánimo ajeno, que nos hacemos un lío entre argumentar y amenazar y que creemos que dar voces es levantar el grito, sin comprender que no hay grito más elevado que ejercer la libertad con criterio, con seguridad, con absoluto respeto hacia la vida humana y sin más alegato que un generoso y absoluto silencio.


07/julio/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»



FUEGO

Mantenido, impenetrable, energético y brillante. Metáfora del amor, de la fuerza y del calor del hogar, puede combustirse y apagarse dejando el ambiente lúgubre y tenebroso o avivarse y consumirse chispeando e iluminando la más negra de las noches.

El fuego del amor, tan necesario para que la llama no se apague echando la leña necesaria para que no se disipe y permanezca proporcionando la energía y el calor de los corazones que suenan al mismo ritmo, fuego vibrante que calienta el ambiente e ilumina el alma.

No te consumas nunca dejando cenizas de momentos pasados que puedan emborronar los recuerdos más felices y las sonrisas más sinceras, esas que llevan la felicidad incrustada en sus comisuras y que son reflejo de momentos únicos.


Eva Camba Paz



FUEGO

Eronoele – La Aguadora - Parte 2: Eronoele visita a la gente.

En la historia de las aguadoras hubo una vez más una gran fiesta para renovar la alianza entre los humanos, las aguadoras con sus cántaros y Neptuno, el regente de las aguas. Hubo baile, risas y fiesta. Fue una fiesta feliz. En este festival, Eronoele conoció a una mujer humana, Gertrude, que la impresionó con todo su conocimiento sobre las plantas y sus poderes curativos. Eronoele charló con Gertrude, a quien todos cariñosamente llamaban Trudi, y quedó fascinada por el ingenio y sabiduría de Trudi, su gran conocimiento de lo que estaba sucediendo en el mundo humano y su conocimiento de las hierbas medicinales. Cuando la gente y las aguadoras se cansaron de bailar, reír, contar historias y cantar, todos se despidieron. Solo las dos jóvenes, Eronoele y Trudi, no finalizaron la fiesta, tenían tanto que contarse. . . Cómo el nuevo día mostraba sus primeras luces en el horizonte, decidieron marcharse acordando volver a verse muy pronto. Eronoele tenía un gran deseo de visitar el mundo humano y con mucho gusto aceptó la invitación de su nueva amiga, la próxima primavera quería visitar a Trudi. El tiempo pasó volando y llegó el momento, viajaría al mundo de los humanos, pero, ¿cómo? Ninguna de las aguadoras sabía cómo viajar a la tierra de los hombres. Algunas de las aguadoras más antiguas decían que sólo Neptuno podía hacerlo. Eronoele fue a la playa y llamó a Neptuno con todo su corazón, con todo su amor. El mar se onduló y al momento siguiente apareció sobre las olas la cabeza de Neptuno. Eronoele le saludó con gran deleite. Por supuesto, Neptuno sabía sobre el viaje planeado. Los cántaros y las aguadoras no habían hablado de otra cosa últimamente. Y así Neptuno las trajo a la tierra de los hombres. Tuvo que cerrar los ojos por un momento y contar hasta 21, 22, 23, y ya estaba de pie en un mar diferente de un olor muy distinto. El aroma de plantas desconocidas y maravillosamente fragantes llenó su nariz, un aroma seductor en el calor del mediodía. Neptuno se despidió de ella diciéndole que siempre podría llamarlo a una orilla con el amor en su corazón. Escuchó voces riendo detrás de ella y se dio la vuelta, era Trudi con dos amigas: Uli y Petra. Trudi entonces corrió por la arena caliente hacia ella mientras Neptuno desaparecí en el mar. Eronoele fue muy bien recibida, desde el primer segundo se sintió cómoda y aceptada. Subieron el camino arriba hasta la casa de Trudi que estaba entre olivos y limoneros, al lado de un pequeño arroyo. Otras mujeres las esperaban en la casa con té de menta frío con limón. La gente conversó y admiró los regalos que ella había traído consigo. Todas las nuevas impresiones y el viaje habían hecho que Eronoele se cansara un poco. Después de que todas hubieron comido, Trudi las condujo a su habitación. Eronoele se lavó las manos y la cara y se acostó en su cama, se durmió enseguida. La siesta corta le sentó muy bien. Descansada y llena de curiosidad y entusiasmo, entró en la cocina, quería visitar la fuente.

Eronoele, Trudi, Petra y Uli salieron de la casa y subieron por el camino hacia las montañas. Eronele notó la humedad y el frescor que ofrecía el agua de manantial,era agradable: el frescor, la humedad y el ligero olor a musgo. Eronoele llenó todos sus sentidos con este aire que era dulce, húmedo y seductor. De repente levantó la vista, perturbada por algo que no encajaba en absoluto con esta naturaleza idílica. Sin prestar atención a Trudi, dejó el camino y se dirigió a un claro. Su cara era de indignación porque vio plástico, botellas vacías, latas, papel y hasta pilas usadas en este hermoso lugar, todo tipo de basura que la gente descuidada simplemente dejaba atrás después de sus excursiones. Trudi había corrido tras Eronoele y ahora también contemplaba los restos no deseados. Sin decir palabra, Eronoele, Trudi, Petra y Uli recogieron la basura. Cuando se recogió una gran pila de basura, la miraron y se quedaron en silencio durante bastante tiempo hasta que Eronoele rompió el silencio: quería crear una obra de arte a partir de la basura recolectada para concienciar a la gente y hacerla reflexionar. A todas les pareció una buena idea. Construyeron una especie de torre con toda la chatarra. Miraron su trabajo conjunto con satisfacción y quisieron embellecer la instalación de basura con un poco de color a la mañana siguiente. Esta obra de arte sin duda llamaría la atención y tal vez cambiara el comportamiento de las personas que arrojaban su basura a la naturaleza. Observaron las coloridas mariposas bailando juntas bajo el sol de la tarde, disfrutaron del momento y escucharon el zumbido de los insectos y el canto de los pájaros. Saltaron con los pies en el manantial y se salpicaron con agua. Riendo, se sentaron en el pasto verde y agradecieron a la Madre Tierra y al universo por este hermoso día.

Regresaron felices a casa y hablaron sobre embellecer la obra de arte de basura. Después de una pequeña cena, un día lleno de acontecimientos llegó a su fin. Nuevas aventuras en la tierra de los hombres esperaban a Eronoele.

Elke Weintenkopf


EL TELEGRAMA




Tardé en reaccionar cuando leí su nombre en la prensa: había caído en una emboscada más de una de las tantas guerrillas financiadas por una multinacional cualquiera en una zona diamantífera de África. Una de esas empresas que justifican sus canalladas y su codicia con el falso pretexto de que gracias a su política disfrutamos de un alto nivel de vida en los países desarrollados.

Horas después llegaba un telegrama a la sede de la ONG:
“El doctor Carlos Beltrán ha sido asesinado junto a doce de sus pacientes . . . “

Hay personas que sin pretenderlo provocan envidia, incluso en aquellos que no solemos padecer tan insana costumbre. Son ese tipo de seres que irradian energía y confianza con su mera presencia. Algunos se consuelan creyéndoles engreídos, pedantes o soberbios, pero en el fondo todos sabemos que no lo son. En el fondo, simplemente, quisiéramos ser como ellos. Son muy pocos, y pocos son los que en su vida llegan a conocer a una de estas personas y menor aun el grupo de los que, sin saber porqué, fuimos señalados por el azar para ser sus amigos.

Carlos y yo estudiamos medicina juntos, juntos conocimos a nuestras futuras compañeras, juntos nos metimos en política, viviendo la Transición con la intensidad propia de la juventud, creyendo ingenuos que no sólo enterraríamos la dictadura, sino sus cicatrices de odio silenciado e injusticia añeja. El tiempo nos enseñó que a las heridas sólo el tiempo las cura y transforma en cicatrices y que las injusticias sólo cabe transformarlas, mediante la memoria, en una lección indeleble, única forma de que no vuelvan a repetirse. Aprendimos también que no existe una verdad, sino tantas como seres humanos, y que sólo cabe buscar una forma de convivencia en que quepan las ideas de todos poniendo como único límite el bien común.
     Juntos aprendimos, en definitiva, a vivir. . . .

     Tras terminar la carrera no me sorprendió su decisión de marcharse a uno de esos rincones del mundo donde vida y muerte se confunden y que quisiéramos hacer desaparecer o, cuanto menos, olvidar que existen. Sólo sentí un profundo miedo a la soledad, una cierta sensación de orfandad ante su partida. Habíamos hablado de ello muchas veces, sobre la conveniencia o efectividad de elegir un camino tan extremo, sobre si no se podrían salvar más vidas trabajando en una clínica y enviando parte de nuestro sueldo mensualmente, en vez de arriesgar nuestras vidas para salvar, posiblemente, a la mitad de personas, trasladándonos a una zona en guerra.

     “Pero alguien tiene que estar allí para hacer efectiva la ayuda que se reciba desde los países ricos” dijo, con esa demoledora lógica que le caracterizaba.

     No tuve el valor de seguirle y una vez más dio muestra de su nobleza no guardándome el más mínimo rencor por ello e intentando, incluso, darle mayor importancia de la que tenía a mi trabajo recaudando fondos en la sede de la ONG. Me sentí ante él, por primera vez en mi vida, débil y cobarde, muy cobarde.

     Cada mes recibía, con la puntualidad que permitía el servicio de correos de la zona donde se encontrara, una carta. Decía que éramos creadores de universos, porque cada ser humano es un mundo, un universo único e irrepetible y cada vida que salvamos es a su vez el origen de una cadena de vidas, hechos y circunstancias que no podemos ni alcanzar a imaginar. Y en cada carta escribía el número de vidas salvadas en las últimas semanas: 38,52,24,49,35,. . .

     Por no perder la sana costumbre de crear controversia, que a tan largas y fructíferas conversaciones había dado lugar entre nosotros, le señalé en una carta la posibilidad de que hubiéramos salvado, entre esas vidas, la de algún futuro dictador, asesino o genocida. Su respuesta fue simple y lapidaria: “En cada uno de nosotros anidan esos sentimientos enfermizos junto a la solidaridad y la fraternidad: nuestra vida es, ante todo, una consecuencia de lo vivido. Para evitar el peligro del que me hablas deberíamos extinguirnos, y no tendría mucho sentido quitar vida con la pretensión de protegerla . . . “

     Carlos hacía mucho tiempo que no creía en el bien y el mal, decía que tan sólo existen la salud y la enfermedad, que un ser humano mentalmente sano nunca iniciaría una guerra para obtener beneficios económicos, nunca acumularía bienes de los que no podría hacer uso ni aunque viviera quinientos años mientras ve como mueren sus semejantes por carecer de vacunas que cuestan apenas un dólar, sólo un enfermo carente de un mínimo de empatía podría hacerlo.

     Ha muerto, le han matado junto a doce de sus pacientes . . .
     Extrañamente, no tengo la sensación de su muerte como vacío o lejanía, como sentí, hace tres años, la distancia cuando nos separamos.
     No tengo la menor duda de que algún día, tal vez dentro de un par de siglos, su nombre y recuerdo formarán parte de lista de los grandes seres de nuestra especie, cuando se escriba la verdadera crónica de la humanidad, sustituyendo en los libros de historia los nombres de políticos, militares y genocidas por los de nuestros antepasados que hicieron con su esfuerzos y vidas posible cada paso adelante del ser humano.

     Ni ha muerto ni nunca morirá, seguirá eternamente vivo mientras quede un ápice de humanidad entre cualquier ser que pise este planeta. Estoy tan convencido de su supervivencia que olvido, una vez más, las formas sociales, y nadie comprende que sonría mientras entierran su cuerpo, tan sólo su cuerpo.

 Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.

"Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro." (Platón)


PREPARARSE PARA EL CAMBIO

3 JULIO, 2023 JOSEMARCELORUIZ 

Por José Marcelo Ruiz

Ante las expectativas  de un futuro incierto y no predecible, debido a que la única constante que se da es el cambio, surge la preocupación de prepararnos y preparar a las nuevas generaciones para un mundo de transformaciones sin precedentes y de incertidumbres radicales. La pregunta que hemos de plantearnos es: ¿qué hemos de aprender nosotros y enseñar a nuestros hijos para sobrevivir y prosperar en el presente siglo, y en el venidero?  

   El futuro es incierto, porque una vez que la tecnología consiga modificar cuerpos, cerebros, y mentes, ya no podremos estar seguros de nada, ni siquiera de aquello que parecía fijo y eterno. Estamos ya en el inicio de realizar migraciones al ciberespacio, de experimentar cambios sensoriales por implantes informáticos. Este cambio será tan profundo podría muy bien cambiar la estructura básica de la vida, haciendo de la discontinuidad su característica más destacada. Las consecuencias de este cambio conllevan niveles altísimos de estrés, y exigen una  gran dosis de adaptación. Por lo tanto, se necesitará una gran capacidad de aprender de manera constante. Afrontar experiencias nuevas como algoritmos que manipularan las emociones con precisión.


   Este mundo nuevo, que parece una ficción, se presentará con una cruda realidad que nos obligará a sobrevivir o morir. Para sobrevivir necesitaremos flexibilidad y equilibrio mental; aceptar lo desconocido;  prever el posible peligro de convertirnos en rehenes de la tecnología. Y para responder a las preguntas: ¿cómo preparar a las nuevas generaciones, y qué enseñarles? Los pedagogos expertos indican que se debe enseñar “las cuatro ces”: pensamiento crítico, comunicación, colaboración y creatividad. Hacer hincapié en habilidades de uso general para la vida, como la capacidad de habérselas  con el cambio. Las decisiones que tomemos en las próximas décadas moldearan el futuro de la propia vida. Si las nuevas generaciones carecen de una concepción cabal, el futuro de la vida se decidirá al azar.

  Otra cuestión, que se nos plantea, es en qué confiar. Poner la confianza plena en la tecnología conduce, como he expresado, en convertirnos en rehenes de ellas. Habría que confiar en nosotros mismos, en nuestras posibilidades humanas. Para ello, hay que recurrir al consejo que nos dio el filósofo Sócrates “conócete a ti mismo.”Actualmente esta acción de conocerse  se hace urgente, debido a la competencia que nos hace los medios informáticos, que no sólo hackea el teléfono móvil, el ordenador o la cuenta bancaria. En realidad, vivimos en la época de hakear, porque los algoritmos observan adónde vamos, qué compramos, con quién nos vemos. Pronto supervisarán todos nuestros pasos, nuestra respiración, los latidos del corazón. Su pretensión es ejercer una total autoridad sobre nosotros; conociéndonos mejor que nosotros mismos.

Tú decides, conformarte y ceder la autoridad a los algoritmos y que ellos decidan por ti y “ser feliz a su manera,” o conocerte a ti  mismo antes que lo hagan ellos. Pero, para ello, debes viajar ligero de equipaje. Dejar atrás tus ilusiones. Pesan mucho.

                                                                José Marcelo Ruiz

Nota bibliográfica: 21 lecciones para el siglo XXI, de Yuval Noah Harari.

Este artículo se ha publicado en la prensa escrita NOTICIAS 24 (Comarca de la AXARQÍA), el viernes, 30 de junio de 2023. Mi agradecimiento personal al director del medio D. Francisco Gálvez por su interés por los temas de cultura, de pensamiento y opinión.  

https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2023/07/03/prepararse-para-el-cambio/


Sí, soy racista

Publicado el 14 de junio de 2023

El espacio Málaga Solidaria de La Opinión de Málaga se hace eco de las palabras de nuestro compañero Ángel Galán, técnico de Sensibilización, en la columna Yo soy racista. Puedes encontrarlo AQUÍ y a a continuación:

No se sorprendan. Soy racista, machista, clasista… ¿cómo no iba a serlo? Son tantos los comportamientos aprendidos de forma automática en una sociedad que desde hace relativamente poco está siendo crítica ante estos comportamientos que se me hace prácticamente inimaginable no serlo. Aquí lo normal es y ha sido, de forma sutil o sangrante, atacar la diferencia: alto, bajo, gordo, calvo, negro, maricón, moro, histérica, machirulo… Podemos expresar asco de las imágenes que, gracias a que Vinicius es quién es, se han mostrado y se han hecho virales por el mundo entero, pero fingir sorpresa o justificarlo me parece fuera de lugar. Esto sucede cada día, en cada ciudad, en cada pueblo, en cada barrio.

Sí, yo también soy racista y clasista y machista… aunque, no se confundan, no me siento orgulloso de serlo y además soy consciente que esos comportamientos no son ni legítimos, ni legales, ni siquiera son útiles en la sociedad en la que vivimos actualmente: una España diversa, compleja, rica y orgullosa, y por qué no decirlo, un poquito hipócrita.

En este país quisimos que de repente palabras como racista, machista, clasista fueran algo indeseable y evitable, las convertimos en insultos y nos olvidamos que esas palabras sólo describen y señalan a las personas que realizan discursos, comportamientos y actitudes ofensivas y discriminatorias hacia otras personas por su ideología, religión o creencias, la etnia, origen, sexo, orientación o identidad sexual, género, enfermedad, discapacidad… Desterramos las palabras, pero no los comportamientos. ¿Cómo iban a desaparecer de repente? Nos quedamos, a fuerza de campañas de “No al racismo”, que ser racista era malo y que era un insulto que alguien te dijera racista (o machista, o clasista). Y ahí surgieron frases tan icónicas como: “Yo no soy racista PERO…” o: “Yo cómo voy a ser racista si tengo un amigo (ponga aquí el adjetivo que usted quiera)…”. Y, claramente, si el objetivo era acabar con el racismo, el clasismo, el machismo, etc ,esta estrategia no ha funcionado.

Ahora vivimos con estupefacción, y hay hasta quien justifica, el escarnio: esa burla cruel y humillante, que se ha puesto de manifiesto en un partido de fútbol y vemos el dolor y la rabia de Vinicius al sufrir los insultos y asistir al coro de normalizadores que le dicen “no pasa nada hombre”, “no exageres”, un dolor que corroboro todos los días en las personas sencillas y humildes que se acercan a Málaga Acoge. A todos ellos y ellas, y aunque no se suficiente, les pido perdón en mi nombre y también en la parte que me toca de país y les agradezco a todas y todos ellos que a pesar de la rabia y de la impotencia sigan poniendo ganas de querer sentirse parte de esta sociedad. Digo “sentirse” porque ya son parte de esta sociedad y aunque todavía tengo comportamientos racistas, machistas, clasistas, quería aprovechar esta tribuna malagueña para recordarnos todos los avances que en los últimos años hemos realizado como sociedad, que todavía queda mucho y viendo ese dolor y esa rabia sabemos que no son suficientes y que en ese camino hacia una sociedad mejor para todas y todos hace falta todavía compromiso, confianza y, sobre todo, humildad. Humildad para sabernos imperfectos y compromiso y confianza para, a pesar de ello, esforzarnos cada día por ser mejores. Sí, somos racistas, machistas y clasistas. Sigamos esforzándonos para ser un poquito menos cada día.

https://malaga.acoge.org/si-soy-racista/

domingo, 2 de julio de 2023

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/

PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com

LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.



"La tristeza manchada", de Chūya Nakahara (Japón, 1907-1937)

Sobre la tristeza manchada
caen hoy otra vez copos de nieve.
Sobre la tristeza manchada
hoy hasta el viento pasa.

La tristeza manchada
es como la piel del zorro.
La tristeza manchada
se encoge bajo la nieve que cae como polvo.

La tristeza manchada
nada desea ni nada suplica.
La tristeza manchada
sueña en la muerte, con tedio.

Temo la tristeza manchada,
y me duele.
La tarde cae en la tristeza manchada
sin que yo pueda hacer nada...

Chūya Nakahara, incluido en Antología de la 
poesía moderna del Japón (1868-1945) 
(UNAM, México, 2010, selec. y trad. 
de Atsuko Tanabe).
https://franciscocenamor.blogspot.com/

TEMAS TERTULIA 7-7-2023

FUEGO

EL TELEGRAMA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


Nadie ha conservado jamás largo tiempo un poder ejercido con la violencia. La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano." (Voltaire)

                                         

TEXTOS TERTULIA 30-6-2023

GATOS

CHOCOLATE

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.



GATOS


Los gatos han dado mucho juego en nuestro idioma; no sólo son esos felinos acompañantes de brujas cuando su pelaje es negro, también existen gatos hidráulicos, gatos mecánicos e incluso su diminutivo, gatillo, nos resulta útil. Analizar las expresiones en las que se utiliza la palabra gato con segunda intención es harina de otro costal: llevarse el gato al agua, comerte la lengua el gato, haber cuatro gatos…


De todas -que son casi infinitas-, hay una a la que quiero dedicarle unas letras, es la que dice «aquí hay gato encerrado»; pero más que homenajear la expresión en sí, me gustaría darle una vuelta a través de dos frases muy frecuentes que, aunque suenan a benevolencia, siempre, siempre, siempre (no hay dos sin tres) llevan morrongo contenido.


La frase que elijo en primer lugar nunca nos es dicha cara a cara, se utiliza a una tercera persona para que te la haga llegar, alguien que te conoce y con quien tienes buena relación; la dice con voz doliente poco después de que quien la pronuncia haya tenido un enfrentamiento contigo y te haya echado un órdago que has rechazado, toca tus oídos en otra voz y a modo de disculpa: «me he confundido con fulanita/o». En realidad, nada tiene que ver con una sincera disculpa, se trata de intentar que bajes la guardia, es decir, que humilles para proceder fácilmente al descabello. El gato que encierra es manipulación pura y dura acompañada de ira por no haber ganado la partida. Ni se te ocurra fiarte.


Y voy con la segunda que también hay que tenerla en cuenta, pues, aunque menos retorcida, ya que no es posterior al enfrentamiento, te puede hacer tambalear. Esta sí te la dicen de frente, generalmente aliñada con algo de condescendencia, unos cuantos gramos de superioridad y kilos de prepotencia desmedida: «sé razonable», soltado así, en plena discusión. Lo que en realidad quiere decir es: «me he quedado sin argumentos para convencerte de que hagas lo que yo quiero, así es que a ver si lo consigo llamando insensatez a tu manera de ver las cosas». Mismo gato encerrado, manipulación pura y dura y una flagrante intención de imponer criterios o lo que es lo mismo, mandar. En este caso, lo mejor es pedir tiempo muerto y darte espacio para pensar, le vendrá muy mal a quien te intenta manejar, pero será beneficioso para ti.


Recuérdalo, si alguien no da la cara y manda a otro en su lugar para decirte que se confundió contigo o si mirándote de frente trata de convencerte de lo irrazonable de tu criterio, no le busques tres pies, no entres a jugar al gato y al ratón, asume que quieren darte gato por liebre y sal corriendo en dirección a la siguiente vida, hasta la séptima aún queda.


30/junio/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»

GATOS

Esos animales esquivos, independientes y aparentemente ariscos a los que hay que conocer para apreciar.

Nunca había tenido un gato, siempre había vivido con perros, pero una gata llegó a mi vida sin avisar, más teniendo en cuenta que soy alérgica, me dijeron “prueba que igual no te afecta”, y bueno, lo intenté sin mucha intención de que se quedara la verdad, por no hacer un feo a quien me la trajo, el destino quiso que tuviera un accidente, se cayó de la ventana de mi quinto piso al patio de manzana un domingo uno de agosto, con todos los bajos cerrados y teniendo que llamar a los bomberos para rescatarla, la cara del bombero que me la entregó, lo decía todo, pero aún así me la llevé al hospital veterinario para ver que se podía hacer, vejiga reventada, caderas y patas rotas, no presagiaba que fuera a sobrevivir, pero tras tres días en cuidados intensivos ahí estaba, tan pequeñita y con esos ojos tan vivos que transmitían ganas de vivir. Tras más de un mes en una gatera especial y con todos los cuidados necesarios, volvió a caminar despacito y en poco tiempo volvió a ser la que era y ya no podía despegarme de ella, tuve que empezar a tomar antihistamínicos por la alergia pero no podía hacer otra cosa, conmigo era la gata más cariñosa del mundo, no así con los pocos visitantes que venían por mi casa, más de una noche tenía que cambiarme la parte de arriba del pijama porque me chupeterreaba sin parar mientras ronroneaba hasta que se quedaba frita sobre mi pecho. Me acompañó en un momento en el que la soledad me traspasaba el alma y siempre estaba pendiente de mi, dándome todo su cariño. Alguna trastada me hizo también, tuve que esterilizarla porque me marcaba toda la casa cuando empezó a estar en celo y ahí volvió al hospital donde habían conseguido salvarla, se recuperó en seguida y solucionamos el tema del marcaje, éramos ella y yo, nos íbamos juntas a la cama, dormíamos juntas la siesta en el sofá y ella se entretenía mirando por la ventana el tiempo que se quedaba sola mientras yo trabajaba. El destino quiso que poco después de cumplir los dos años empezará a tener problemas en su corazón y aunque lo intentamos con un tratamiento, no llegó ni a acabar la primera semana, un día al llegar del trabajo me la encontré muerta tras la puerta de la cocina, aún recuerdo la sensación de su cuerpecito sin vida en mis brazos mientras lloraba desconsoladamente abrazándola, la enterré donde había enterrado a mis perros esperando que la acompañaran en su viaje y no se sintiera tan sola y volví a mi casa con la sensación de haber perdido a un ser muy especial.

Tita, que así se llamaba, me enseñó a apreciar a los gatos, me enseñó otra manera de amar, ni mejor ni peor, simplemente diferente y desde que ella llegó a mi vida los gatos se convirtieron en otros de mis bichitos preferidos. Gracias Tita por enseñarme tanto en tan poco tiempo, siempre serás mi gatita preferida. Ahora tengo algún que otro gatito preferido, pero esa es otra historia.

Eva Camba Paz



GATOS

Menos mal que sólo soy un gato

Ya sé que soy tan sólo un gato. Vivo con un grupo de humanos desde tres días después de nacer, cuando fui brutalmente separado de mi madre y mis hermanos.

Ya tengo cinco años, y mi idea sobre los humanos no ha mejorado en absoluto desde entonces: son realmente estúpidos, y lo que es peor, crueles. Creen que los gatos y los demás animales no podemos pensar y comunicarnos, el engreimiento es otra de sus virtudes, pero nada más lejos de la verdad; tenemos que ocultar nuestras capacidades ya que la experiencia nos ha demostrado que los humanos temen aquello que no llegan a comprender, y destruyen todo lo que les produce temor; si se enteraran, nos someterían a crueles experimentos o, simplemente, nos exterminarían, como ya han hecho con otras muchas especies, e incluso con tribus enteras de sus semejantes.

     El grupo, familia, como lo llaman ellos, con que vivo, no tiene problemas de alimentación y viven, materialmente hablando, muy bien, pero es asombrosa su obsesión por perder el tiempo trabajando más para comprar más cosas que luego no tienen ni tiempo ni interés en usar.

El jefe del grupo es abogado, una extraña profesión que consiste en mentir lo mejor posible para defender a otros humanos que han hecho algún daño al grupo donde viven, a fin de que no sean encerrados en jaulas que ellos llaman cárceles; lo más curioso es que Roberto, que así se llama mi amo, considera un verdadero triunfo personal que un asesino defendido por él quede libre, siendo el hecho de su culpabilidad o inocencia algo secundario para él. Nunca he logrado comprenderlo.

Julia, mi ama, es funcionaria, a veces me lleva en una cesta al lugar donde trabaja para que sea manoseado impunemente por sus amigas. Por lo que pude deducir, su trabajo consiste en salir a desayunar y comprar el periódico, leer el periódico, comentar con sus compañeras el periódico, pintarse las uñas, y protestar ante su jefe, que aparece dos días a la semana por la oficina, de la cantidad de trabajo que se va acumulando por falta de personal; ocasionalmente escribe, entre suspiros, algo en el ordenador.

Los niños, por su parte, acuden a un edificio sumamente ruidoso por su presencia que en una ocasión, siendo muy pequeño, tuve la desgraciada oportunidad de visitar, uno de los días más terribles de mi infancia. Allí, teóricamente, han de ser instruidos por un grupo de adultos llamados profesores para saber enfrentarse, cuando sean mayores, a las dificultades que les presente la vida. En la práctica parece ser un lugar donde son depositados los niños para que sus padres puedan descansar hasta el siguiente encuentro con ellos, pues los humanos rara vez consiguen convivir en armonía con sus crías, desbordados por la energía que éstas desprenden.

Los seres humanos son, y esto ni ellos mismos lo niegan, seres muy, muy extraños.

Y si creen que exagero, les contaré como es una semana cualquiera con el grupo de humanos con que vivo, una pareja y dos crías que, a pesar de tener ya cuatro y siete años se encuentran, como todos los humanos a esa edad, en un muy primitivo y lamentable estado de desarrollo.

El lunes comenzó como todos los lunes: gritos para despertar a los niños, que ya por costumbre se agazapan debajo de las sábanas en cuanto oyen las voces de sus padres. Roberto, malhumorado, murmurando: "Joder, otro lunes", y Julia que, con los ojos semiabiertos, le mira y no dice nada. Éste suele ser el día de las peleas matrimoniales que, sistemáticamente, sólo abarcan dos temas: que ella gana más en su trabajo que él en su bufete, lo cual, no sé porqué, molesta sobremanera a mi amo, y un antiguo novio de Julia, que ella ya tiene más que olvidado pero que mi amo se resiste a dejar en el baúl de los recuerdos; el esquema es, invariablemente, cada lunes, el mismo:
-"Márchate con él si tanto le querías".- dice mi amo al tiempo que disimula su miedo ante la sola idea de ser abandonado por Julia.
-"Déjame en paz".- responde ella aparentando indiferencia, pero halagada por el ataque de celos de su marido.
Yo suelo optar por marcharme al jardín y esperar, pues ya he tenido oportunidad de comprobar, cuando era más joven, que los humanos son propensos a descargar sus iras en cualquier víctima inocente, y aún recuerdan mis riñones alguna injusta patada de lunes.

Los martes no son mucho mejores, el ambiente en la casa es todavía tenso, y sólo el ruido de los juegos de Rebeca y Andrés, los hijos de mis amos, dan una nota de humor que, cuando deciden sustituir sus juguetes por mi cansado cuerpo, se transforma en humor muy negro.

Los martes por la noche mi amo ve, invariablemente, su programa favorito en la televisión, una extraña máquina que obsesiona a los humanos pero posee la virtud de mantenerles callados, con lo cual dejan de decir sandeces durante un tiempo.
Se trata de un curioso programa, que ellos llaman informativo, que cuenta como viven, o mejor dicho, sufren, las personas en otras partes del planeta.
Eso que ellos llaman guerra es una de las tantas cosas sobre los humanos que todavía no he conseguido comprender del todo.
Los gatos tenemos nuestras disputas, desde luego, si llega un forastero a poner en tela de juicio los derechos de algún gato de nuestro barrio habrá una terrible pelea, desde luego, pero será entre ellos dos, a ninguno se le ocurriría decirnos que todos los demás gatos debemos luchar, como hacen los soldados humanos, para mantener sus privilegios, por otra parte, también es cierto que ninguno de nosotros sería tan necio como para hacerles caso.
Mi amo finge interés durante todo el programa, pero yo he observado que las pupilas se le dilatan especialmente cuando salen escenas monstruosas de sus hermanos de especie destrozados por alguna de sus mortíferas máquinas para matar . . . y su mirada me da miedo.

El miércoles pasado fue un día un tanto especial: hubo una extraña visita. Era un señor bajito y malhumorado con el que, a pesar de su manifiesta impertinencia, mis amos se mostraban muy amables y condescendientes, y resultó divertido ver el temor de mi amo a pesar de ser mucho más fuerte que ese al que definieron, una vez se hubo marchado, como "jodido inspector de Hacienda". No llegué a comprender cual era el tema que trataban, pero entre mis amos se creó un ambiente de complicidad ante el enemigo común que consiguió, por fin, hacer desvanecer los restos de la pelea del lunes.

Esa es otra de las curiosidades humanas: la necesidad de un enemigo común para lograr reconocer a sus propios amigos.

El jueves fue un día muy bullicioso. Mi amo apareció por casa cargado de regalos, pues había ganado un caso y, según él, debía celebrarse que un ladrón volviera a estar libre. Hubo regalos para todos: para los niños sofisticados juguetes electrónicos, con los que acabará jugando mi amo pero, y esto es realmente curioso, sólo a escondidas cuando no haya nadie en casa; es extraño que se avergüence de jugar, noble costumbre que los gatos conservamos durante toda nuestra vida, y no se avergüence, sin embargo, de su canallesco trabajo.

El regalo para mi ama fue macabro y de mal gusto: un abrigo hecho con pieles de animales que, tras olerlo, pude comprobar, aliviado, que no eran gatos. Otra rareza humana. Y a sí mismo se obsequió mi amo con un enorme aparato de gimnasia que, a buen seguro, no utilizará hasta el comienzo del verano, cuando vaya a asarse, untado en grasa, bajo el sol de alguna playa; entonces descubrirá, como cada año, que en las personas abúlicas como él, la gastronomía no es buena compañera de la estética.

El viernes suele ser un día animado dentro de la monotonía semanal; como los niños no tienen que madrugar al día siguiente para ir a la escuela, se quedan hasta tarde viendo la televisión con sus padres. La elección de los programas suele ser motivo de disputa, pero ésta nunca pasa a mayores: se termina viendo, simplemente, el que ha elegido mi amo, que suele ser alguna violenta película de acción. Dentro de unos días, en cuanto tenga ocasión, les dará a sus hijos un discurso sobre lo malo de pelearse en la escuela, y que todo se puede solucionar mediante el diálogo; los niños le escucharán boquiabiertos, pero no por asombro ante su madurez y sabiduría, como él cree, sino porque no aciertan a compaginar en su infantil cabeza humana lo que dice su padre con lo que él mismo hace.

En cualquier caso yo pagaré, como siempre, las consecuencias, ya que los niños se empeñarán en repetir conmigo las crueles escenas que han visto en la pantalla y, claro, a mi siempre me toca el papel del malo.

A los sábados los llamo yo el día sorpresa, porque nunca se sabe como va a terminar. Por la mañana dejan a los niños en casa de sus abuelos y mis amos se marchan a lo que ellos llaman divertirse que consiste en comer y beber excesivamente para poder, a la mañana siguiente, caminar defectuosamente.
Sobre lo que en mi pobre naturaleza hacen una vez que vuelven a casa mencionaré tan sólo un patético ejemplo: cuando mi amo se empeñó en perseguirme por toda la casa para ponerme una de sus ridículas prendas de vestir, una corbata, y acabó siendo rescatado del tejado por los bomberos, en parte fue divertido.

Pero no crean que soy un pesimista, ya sé que hay humanos buenos y razonables pero, a pesar de ser mayoría, su voz rara veces se oye, ahogada por los gritos y vilezas de una minoría obsesionada por el poder, como el más miserable gato pendenciero.
Aunque no cabe duda que desde un punto de vista ecológico, el ser humano es una de las especies más dañinas que se han dado en este planeta en todos los tiempos, ayer por la tarde, mientras estaba solo en casa, observé desde la ventana donde estaba sentado dos hechos que me hicieron meditar mucho sobre la naturaleza humana: al cruzar la calle un joven minino, hijo de una familia de gatos que viven en la calle desde hace años, fue atropellado por un coche. El conductor, un jovencito humano con una música estridente en su coche, en compañía de otros tres igualmente ebrios y ruidosos, no sólo no frenó para evitar el atropello, sino que giró para provocarlo, tras lo cual profirieron un extraño grito de alegría. Fue realmente horrible . . .
Yo no podía salir para ayudarle, encerrado como estaba, y me limité a subir a la azotea, desde donde comencé a llamar con maullidos a los padres del gatito, pero antes de que llegaran se acercaron a auxiliar al herido una anciana humana con quien parecía ser su nieta. Lo recogieron con cuidado y se dispusieron, por lo que pude oír, a llevarlo a un veterinario mientras le acariciaban para aliviar su dolor y consolarle.
Eso es lo más extraño de los humanos: que en la misma especie conviven los seres vivos más crueles y destructivos y también los seres más nobles, amables y solidarios. Y eso es lo único que me permite seguir confiando ocasionalmente en ellos y en el futuro que puedan brindar a nuestro planeta. Algún día aprenderán a tratar a sus semejantes más egoístas y crueles como a enfermos que son, olvidando el erróneo concepto de maldad.
Algún día aprenderán con respecto al resto de la naturaleza y a sus propios semejantes la primera y más importante norma de convivencia, la más simple pero difícil de llevar a cabo: saber vivir y dejar vivir.

Hoy es domingo y todos se han ido de paseo al parque. Aquí, acurrucado sobre la alfombra, pienso en mi vida, la vida de los humanos, y la vida en general. Pienso que tal vez yo sólo sea, como dicen ellos, un animal irracional, tan sólo un gato que no puede comprender muchas cosas de la existencia humana.
Pero a veces también pienso: menos mal que sólo soy un gato.

Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net


CHOCOLATE

Con

Humor

O

Con

Obstinación

Levantémonos

Ante

Tanta

Estupidez


Nekovidal nekovidal@gmail.com 

ARTESLIBRES www.arteslibres.net


                                       MATA-PITA-GURU-DEVA

Convencida de la inmortalidad,

el día que abandone mi cuerpo será una fiesta.

Los ángeles me envolverán con su silencio

y caminaré segura de vuelta a casa.

Mi madre y mi padre me estarán esperando

y mi gurú me abrirá las puertas del Cielo,

el Cielo donde habita la Conciencia Pura.

Mata-Pita-Gurú-Deva. Todos estarán allí.


Un Deva es un ser divino. La tradición hindú explica que para llegar a la Divinidad necesitas de la madre (mata), el padre (pita) y el gurú.

Alexandra Di Estefano Pironti. 

Un salto al infinito” Ediciones Carena.




 
 

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


Yayoi Kusama, la artista de 94 años que convierte su enfermedad mental en arte, llega al Guggenheim

  • La exposición 'Yayoi Kusama: desde 1945 hasta hoy', es una muestra compuesta por 200 obras de la artista japonesa que inundan desde este lunes el Museo Guggenheim de Bilbao en la única retrospectiva de la artista de tal calibre en Europa



'Canción de una adicta al suicidio en Manhattan', obra creada en 1999 por Yayoi Kusama'

Canción de una adicta al suicidio en Manhattan', obra creada en 1999 por Yayoi Kusama ELDIARIO.ES/EUSKADI

Maialen Ferreira

26 de junio de 2023 21:45h
Actualizado el 27/06/2023 05:30h 

La artista Yayoi Kusama (Matsumoto, Japón, 1929) lleva desde los años 70 internada en un hospital psiquiátrico de forma voluntaria. Un retiro que decidió al volver a su Japón natal después de haberse hecho un nombre dentro del entorno artístico neoyorquino y que no le ha impedido seguir creando y exponiendo, al contrario, le ha permitido conocer su enfermedad y sus miedos y convertirlos en arte. “Kusama estaba agotada, tenía una depresión profunda después de la muerte de su padre y de su amigo, el también artista Joseph Cornell. Ahí se da cuenta de que la idea del suicidio era una constante y que aunque el suicidio y las alucinaciones siempre fueron algo constante en su vida, en ese momento decide autointernarse para protegerse a sí misma. Encuentra ahí el lugar que le da esa tranquilidad para poder seguir trabajando. Crea un arte curativo y ese es el espacio y el entorno que le permiten trabajar, lo cual es tremendamente inteligente. Sabe que tiene un problema, pero busca y encuentra la solución”, explica Lucía Agirre, curator junto con Doryun Chong y Mika Yoshitake de la exposición Yayoi Kusama: desde 1945 hasta hoy, una muestra compuesta por 200 obras —pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y material de archivo que documentan sus happenings performances— de la artista japonesa que inundan desde este lunes el Museo Guggenheim de Bilbao.

A sus 94 años, Kusama apenas puede moverse. Antes de la pandemia bajaba al estudio que tiene muy cerca del hospital psiquiátrico en el que vive, pero hace un par de años que crea sus obras desde su habitación. “Es incansable, infinita a pesar de su edad”, confían Doryun Chong y Mika Yoshitake, que han trabajado junto a ella los últimos cuatro años para dar vida a la única exposición de tal calibre que podrá verse en Europa. La muestra incluye desde los primeros dibujos que realizó siendo una adolescente durante la Segunda Guerra Mundial hasta sus obras inmersivas más recientes. “Es la retrospectiva definitiva de Kusama, en la que el público podrá ver obras que hasta ahora no se han compartido”, asegura Suhanya Raffel, directora del Museo M+, de Hong Kong, pinacoteca que también acogió esta exposición y que ha trabajado conjuntamente con el Guggenheim para traerla a Bilbao.

Hasta ahora todas las exposiciones retrospectivas que se conocen de la artista se han realizado según criterios cronológicos, sin embargo, la del Guggenheim también está dividida temáticamente. La producción creativa de Kusama se muestra en torno a los grandes temas y preguntas que a lo largo de su vida han guiado sus exploraciones creativas: Autorretrato, Infinito, Acumulación, Conectividad radical, lo Biocósmico, la Muerte y la Fuerza de la vida.

Las comisarias de la exposición Mika Yoshitake (i), Doryun Chong (d) y Lucía Agirre (c) ante varias obras de la artista japonesa Yayoi Kusama, una de las figuras más influyentes del arte contemporáneo, en el Museo Guggenheim Bilbao, donde ha presentado este lunes una exposición retrospectiva dedicada a la artista japonesa . EFE

Perteneciente a una familia de clase media, pero acomodada de Japón, Kusama decide romper los esquemas impuestos en su familia y se aleja del futuro que se esperaba de ella emigrando a Nueva York en la década de los 50. Antes de abandonar su casa, rompe todas las obras creadas hasta aquel momento, por miedo a que su madre las destruyera antes y porque estaba segura de que lo que crearía una vez llegara a 'la tierra prometida' sería mejor. Uno de los objetivos de la artista era dejar de lado los egos y enfrentarse a sus miedos: por un lado, el sexo y por otro, la comida. Temía el sexo, según explica Agirre mientras recorre las salas del Museo, porque su madre le obligaba a espiar a su padre con sus amantes y, la comida, porque al llegar a Nueva York no tenía dinero suficiente para comprarla, ya que prefería gastar lo poco que conseguía en materiales para sus obras, aunque eso significara dejar de comer. Resultado de esos temores la artista crea collages y objetos misteriosos tridimensionales, como Sin título (Silla), 1963, una silla cubierta con símbolos fálicos e insólitas asociaciones eróticas. La artista también teme a su enfermedad, que le persigue desde pequeña en forma de alucinaciones que después convierte en esculturas y pinturas, incluso más que a la muerte.

A finales de la década de los 60, Kusama se aleja de lo material y se centra en la participación del público y la performance. Tras emigrar a los Estados Unidos adopta una postura inconformista y abiertamente provocadora. Se manifiesta a favor de los derechos de las personas LGTBI+, denuncia las discriminaciones de raza y de género, parodia y critica la política estadounidense y protesta contra la guerra de Vietnam a través de su arte de instalación y multimedia. Sus acciones, a menudo ligadas al desnudo, hicieron que la prensa y el público a menudo la calificara de forma negativa. Este tipo de creaciones también llegaron al diseño de moda, con colecciones creadas por la artista en grandes marcas como Louis Vuitton o Bloomingdales.

Vemos la inclusión de Kusama en el mundo de la moda y la performance, sobre todo todas sus acciones públicas en los años 60, acciones en las cuales luchaba por los derechos civiles. Por ejemplo, el primer matrimonio homosexual o acciones frente a la Catedral de San Patricio de Nueva York donde pintaba cuerpos desnudos mientras dentro estaban celebrando misa. Frente a la Bolsa de Nueva York se manifestó contra el envío de tropas a Vietnam y exigió que se parase la guerra. La exposición cuenta con material de estas etapas como prensa escrita, comunicados o fotografías”, detalla Agirre.

Las obras más simbólicas de Kusama son las creadas a partir de hipnóticos lunares. Cuando en 1960 explica por primera vez a qué se deben, los compara con cuerpos celestes y símbolos cósmicos. Con ellos pretende conectar el cielo y la tierra, lo macroscópico y microscópico, con el fin de revelar el misterio de la propia vida. “Para Kusama lo biocósmico es importante porque ella vive y crece en un entorno natural, en las montañas de Matsumoto. Sus padres se dedicaban a cultivar semillas y crece rodeada de invernaderos, plantas y de cambio de la vida, la muerte y el renacer”, indica la curator, que explica que para la artista las plantas son seres animados y así crea esculturas con formas vivientes a partir de seres que no existen.

Esa infancia rodeada de vida vegetal y efímera, que también estuvo marcada por las vivencias de la Segunda Guerra Mundial y la posguerra hacen que la obra de Kusama aborde el umbral entre la vida y la muerte. A lo largo de su vida y, sobre todo tras la pérdida de su padre y su amigo Joseph Cornell los pensamientos sobre el suicidio van aumentando junto con su depresión. “Utiliza el arte como sanación. Habla de su salud mental en una época en la que no estaba normalizado hablar de ello. Muchos artistas no hablan de ello, pero se ve reflejado en su arte. Sin embargo ella no tiene ningún problema en hablar. Es una mujer que ha sabido ver los problemas que tenía y ha buscado hacer de ellos una fortaleza. Ella siempre se ha sentido cómoda para hablar de sus problemas y ha sido transparente. Afronta sus miedos a través de su arte. Es algo inspirador”, reconoce Doryun Chong.

Bajo esa premisa del poder sanador del arte, a partir de 1988 sus temas clave pasan a ser la fuerza de la vida y el sufrimiento que cura. En 1999 la artista aseguró que creaba “arte para la sanación de toda la humanidad”. Asimismo, crea obras repletas de colores vivos en las que celebra el amor y la vida y se enfrenta a sus pensamientos suicidas y a la muerte. Algo que ha cogido fuerza durante los últimos años, en los que la desolación sufrida por la humanidad durante la pandemia ha hecho que Kusama quiera recobrar la idea de supervivencia. Kusama, que sigue trabajando cada día en su estudio, ha realizado un escrito al Museo Guggenheim de Bilbao con motivo de esta exposición. “En este mundo caótico, usaré el poder del arte para expresar el deseo de paz y la magnificencia de la humanidad. Los corazones queman con una llama roja de amor, eterna e inagotable. Oremos juntos por amor”, dice la carta de una artista infinita que lleva la eternidad retratando el viaje entre la vida y la muerte.

https://www.eldiario.es/euskadi/yayoi-kusama-artista-94-anos-convierte-enfermedad-mental-arte-llega-guggenheim_1_10327674.html