VOCES entre VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
5 poemas de Ana Martín Puigpelat
Pocos temas tan universalmente humanos y sin embargo tan poco explorados como el deterioro y la vejez de la mujer, artesana histórica del cuidado. Como dice Julieta Valero, este poemario “aborda con hondura la sabiduría silente y la aspereza de dos vidas que sobreviven juntas a una tiniebla que se viene”.
En Zenda publicamos cinco poemas de La hermana aprendida (Bartleby), de Ana Martín Puigpelat.
***
UNA
mujer ha visto tempestades, domina el agua, el
resplandor de la
jungla y aun así supera en edad al tiempo.
Ha crecido de más y
nada corresponde a la premisa
niña/herida/madre/la que saltó a
la comba para comer
espacio y, quizá, ser dueña.
Ha llegado
hasta aquí volcada sobre sí misma.
Envejece. No está sola.
Otra
mujer diferente a su postura transita por su voz en el
trayecto
ciego ante los años.
***
HOY
la lluvia y la calima acortan los huesos.
Reverbera un suspiro en
la infusión como alas de zapatero
en la tormenta.
Manglares/otras
aguas.
O el suspiro, quizá, es solo memoria/materia
transparente
con aroma a cuarto sin ventilar.
Así se
sobreentiende que pasa la mañana mientras el agua
se muda en
caldo.
***
OTRA
vez entre sus manos la madeja y el ovillo en la otra.
Hubo tardes
de respaldo y soledad.
Ya son dos y parsimonia.
Es como el
sollozo: acorta el espacio
y lo comprime.
***
REMUEVE
la
tierra seca no hospeda gusano, apenas pueden los dedos
deshacer
manojos como acero.
Remueve. Desmadeja la raíz de las azaleas,
atrocha el hielo
y al intruso.
Remueve/Aparta/Olvida.
Saldrá
la flor. No dudes.
La sabiduría de la cuñada.
***
A Agustín Sánchez Antequera
CADA
vez que pasan los caballos
nos decimos adiós
con la
misericordia de quien siempre ha sentido
cercanía en las manos.
Nada
supo perturbar el silencio.
Nosotras, olvidadas, suplimos la
alegría con constancia.
La constancia del sueño impertinente,
a
cualquier compás del día,
la constancia de cocer cada patata,
la
constancia de la herida y su medicamento,
la constancia de lavar.
Nosotras,
las de entonces, las iguales,
las que ya no ven el cielo,
siempre
que nos despedimos
pasan los caballos.
—————————————
Autora: Ana Martín Puigpelat. Título: La hermana aprendida. Editorial: Bartleby. Venta: Todos tus libros.
BIO
Ana Martín Puigpelat (Madrid, 1968) ha publicado los libros de poesía Los amores de los días equivocados (Soneto, 1994), Álbum de fotos (Premio internacional de poesía Ciudad de Miranda, Ayuntamiento de Miranda de Ebro, 1998), Los enemigos del alma (Castalia, 2001), Naranjas robadas (Premio Marina Romero, Asociación de escritores y artistas españoles, 2004), Estado de noria (Sial, 2006), De la noche a la noche (El árbol de Afur, 2007), La deuda (EugenioCano editor, 2008), Apuntes para un génesis (Amargord, 2009), Lyon 1943 (El sastre de Apollinaire, 2011), Tabula rasa (junto a Nuria Ruiz de Viñaspre. La Garúa, 2013), El descanso del viento (Polibea, 2014), Pan duro, antología (Ars poética, 2019) y Caligrafías extrañas (Evohé, 2020). En teatro ha estrenado las obras Coches, robo y lunas en el año 2000 y Amortal en 2010, además de pequeños textos en montajes colectivos, asistencias poéticas, dramaturgias y adaptaciones de teatro clásico, y en especial la creación colectiva Heridas, un encargo de la Universidad Complutense para el Women’s Worlds 08 junto con las dramaturgas Carmen Losa, Gracia Morales, Rosa Molero y Nidia Moros.
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TEMAS TERTULIA 12-12-2025
APARIENCIAS
VÉRTIGO
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
TEXTOS TERTULIA 5-12-2025
SINCRONICIDAD
PUNTOS DE VISTA
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
Colaboración gráfica: Victoria Blanco.
SINCRONICIDAD
*Ante la coreografía silenciosa del universo nosotros bailamos creyendo que improvisamos.
*Coincidencia es el nombre que damos al lenguaje que todavía no sabemos interpretar.
Sabrina Chakour
SINCRONICIDAD
La obsesión del ser humano por imponer a sus semejantes su propio punto de vista es una de las pruebas más evidentes de nuestra naturaleza gregaria: tal intento de imposición no es, al fin y al cabo, más que búsqueda desesperada de alguien que comparta nuestros miedos.
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SINCRONICIDAD
Se
abre un pozo bajo mis pies
Pero no caigo
Se abre un cielo sobre
mi frente
Pero no vuelo
Solo permanezco aquí,
Suspendida e
Ingrávida
Al son del ruedo del mundo
Esperando una corriente
de viento
(Qué ironía)
Una suave brisa o un huracán
Que
me arranque de este estado de sueño sin ensueño
Para entonces…
Saltar
(Nadie sabe si hacia arriba o hacia abajo)
Sara Vi Ta
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PUNTOS DE VISTA
Hasta hace apenas un siglo, cuando la mayoría de la población era analfabeta, la superstición y el fanatismo lastraban la vida de nuestros ancestros. Hoy día parece que caemos en similares errores por razones opuestas: es tal la cantidad de información que a diario recibe cualquier ciudadano de un país industrializado que resulta muy difícil seleccionar los datos importantes entre tanta información superflua e inútil. Caemos así bajo el yugo de la mentira insistentemente repetida, la saturación y el hastío que llevan a la insensibilidad.
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PUNTOS DE VISTA
Te solté.
Te solté, mientras me seguía preguntando qué me quería enseñar la vida.
Te solté, mientras me seguía preguntando qué se suponía que debía aprender.
Todo cuanto agarramos, pesa. Obvio.
Pero a veces no vemos que todo lo que nos pesa depende de la fuerza con la que nos aferramos a ello. Solo eso, de nuestra fuerza.
Tomas una decisión. ¿Es por amor o por miedo?
Aferrarse nunca puede tener por respuesta el amor.
Pero qué difícil es.
Soltar.
Sara Vi Ta
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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
No hay error sin aprendizaje
Estos son los motivos por los que es necesario equivocarse para avanzar.
18 noviembre, 2025
A veces, tomar una decisión puede sentirse como pararse al borde de un abismo. Sabes que algo dentro de ti te empuja a dar el paso, pero también está esa voz que pregunta “¿y si me equivoco?”.
Has repasado una y otra vez las opciones, imaginando todos los posibles escenarios, deseando tener una certeza que nunca llega. Y, sin embargo, en el fondo lo sabes: no decidir también es una decisión.
El miedo al error suele acompañar el inicio, pero tal vez el error no sea el enemigo, sino el maestro que nunca quisimos escuchar.
Equivocarse no es tan malo como parece
Desde pequeños nos enseñaron que equivocarse es sinónimo de fallar. Que el error se castiga, que la nota baja, que “eso no se hace así”. Y crecimos creyendo que el acierto vale más que la experiencia, que el éxito se mide por la ausencia de tropiezos. Pero, con el tiempo, uno se da cuenta de que la vida no funciona así.
Cada vez que fallas, tu cerebro registra información nueva. La neurociencia lo explica bien: el error activa zonas relacionadas con la atención y la memoria, lo que te permite ajustar tu comportamiento la próxima vez. O sea, el error no destruye; te entrena. Aprendes a observar mejor, a cuestionarte más y a elegir con más conciencia.
Desde la psicología, autores como Carol Dweck hablan de la “mentalidad de crecimiento”, esa capacidad de ver los errores como parte del proceso, no como una sentencia. Y si lo piensas, los momentos en que más has crecido probablemente no fueron los más cómodos, sino los que te empujaron a mirarte de frente y decir: “Ok, esto no salió como esperaba, pero ahora sé más”.
Cómo darle otra mirada a los errores
Nos han educado para evitar equivocarnos a toda costa. Como si fallar dijera algo definitivo sobre quiénes somos. Pero, ojo, cuando vivimos con miedo al error, nos quedamos quietos. Evitamos probar, decir, decidir. Y en ese intento de “no fallar”, lo que terminamos haciendo es evitar vivir.
Los errores no son pruebas de incapacidad. Son señales de exploración. Cada vez que algo sale distinto a lo planeado, aparece una oportunidad de mirar con más claridad lo que antes no veías. Y eso tiene valor. Y no te diremos que hay que romantizar la equivocación, pero sí es importante entender que sin ella no hay evolución.
Abraham Maslow y Carl Rogers lo explicaron desde la psicología humanista: el crecimiento personal no nace del control, sino de la aceptación de lo imperfecto. Asumir que puedes equivocarte sin perder valor te libera. Te permite aprender sin miedo al juicio.
Y, a ver, ¿qué pasa cuando miras tus errores con compasión? Dejas de pelearte con el pasado. Lo usas como punto de partida. Porque el error no define quién eres, solo muestra por dónde puedes mejorar.
Claves para convertir los errores en aprendizajes
Aprender de los errores no es automático. Requiere intención, pausa y honestidad. Lo bueno es que todos podemos entrenar esa habilidad.
Aquí te daremos unas claves que ayudan a transformar las equivocaciones en motor de crecimiento real:
1. Cambia la idea de “fallar” por la de “ensayar”
Cuando te dices “me equivoqué”, en realidad estás diciendo “probé algo y no resultó como esperaba”. Esa diferencia de lenguaje cambia mucho.
Ensayar implica acción, curiosidad y posibilidad. Nadie aprende sin probar. Incluso las mentes más brillantes construyeron su conocimiento a partir de errores. El fallo no es un final, es parte del proceso de descubrimiento.
2. Haz una pausa antes de juzgarte
Después de un error, el impulso suele ser culparse. Pero, ese juicio rápido bloquea la oportunidad de entender.
Toma un momento para observar qué pasó sin convertirlo en drama. Pregúntate: ¿qué información me da esto? ¿Qué estaba intentando lograr? La autocrítica no tiene que doler; puede ser una forma de cuidado.
3. Lleva un registro de lo que aprendes
Escribir ayuda a ver con más perspectiva. No hace falta un diario perfecto, basta con anotar tres cosas: qué pasó, cómo te sentiste y qué aprendiste.
Este hábito desarrolla autoconciencia emocional, algo clave para no repetir patrones. Además, ver tu propio progreso por escrito refuerza la confianza en ti.
4. Cuida tu nivel de autoexigencia
Querer hacerlo todo impecable muchas veces impide avanzar. Si sientes que “deberías” haberlo hecho mejor todo el tiempo, terminas agotado y con miedo a actuar.
Ajustar la autoexigencia significa darte permiso para aprender. El crecimiento es más estable cuando aceptas que el proceso tiene errores incluidos.
5. Aprende a tolerar la incomodidad
Equivocarte duele, claro. Pero el dolor también informa. Te muestra lo que valoras, lo que te importa. No huyas de esa sensación.
La doctora Susan David, en su teoría de la agilidad emocional, explica que las emociones incómodas son útiles cuando se escuchan con curiosidad. Si no rechazas lo que sientes, podrás convertirlo en aprendizaje emocional real.
6. Pide miradas externas
A veces uno se queda atrapado en su propia interpretación. Escuchar otras perspectivas puede abrirte los ojos. No para que otros te digan qué hacer, sino para entender cómo perciben tu actuar.
Escuchar con apertura te enseña tanto como la experiencia misma. Y, claro, no todas las opiniones son válidas, pero escuchar sin defensas te vuelve más consciente.
7. Aplica lo aprendido sin miedo
De nada sirve entender el error si no lo usas para actuar distinto. Aprender implica aplicar. Si te diste cuenta de algo, ponlo en práctica. No esperes sentirte completamente preparado, porque eso rara vez ocurre.
La confianza llega después del movimiento, no antes. Y cuando vuelvas a fallar, sabrás que ese también será un paso más.
Apostar por tus decisiones, incluso cuando el resultado no sea perfecto, es una forma de respeto hacia ti. Significa que confías en tu criterio y en tu capacidad de adaptarte. Porque al final, lo que más te enseña no es tener todas las respuestas, sino atreverte a elegir y asumir las consecuencias con apertura.
Entonces, ¿qué pasa si empiezas a tomar decisiones como si cada una fuera la única? No porque no haya opciones, sino porque decides apostar con todo lo que tienes. Hacer, no intentar. Vivir, no ensayar mentalmente la vida desde el miedo.
@professional()
Los errores, vistos desde ahí, no restan. Suman información, experiencia y claridad. Nos obligan a detenernos y revisar, y eso vale más que cualquier manual. Aprender a equivocarte sin destruirte es un signo de madurez.
Así que la próxima vez que dudes, recuerda: no hay error sin aprendizaje. Lo importante es estar dispuesto a hacerlo y aprender algo que antes no sabías.
Referencias bibliográficas
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