domingo, 19 de marzo de 2023

 

VOCES entre VOCES

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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.

 "A veces llega un tiempo", de Yorgos Sarandis (Grecia, 1920-1978)


la poesía no es el instante,

la agonía es el todo.

la agonía de vivir,

después llega un tiempo en que no existes,


en los días que vienen, nadie,

en los barcos que zarpan, nadie,

en todos los rostros, nadie,

en las calles de las aglomeraciones, nadie,

en el límite de la oración, nadie,

en las colinas del silencio, nadie,

en el bosque de la ira, nadie,

en el recuerdo de la lluvia, nadie,

en los sueños de los ciegos, nadie,

en la meditación, nadie,

en todo el olvido, nadie,

en toda la música, nadie,

en tu amor, nadie,

en toda la negación, nadie,

en la revolución, nadie,

nadie,

a veces llega un tiempo vacío

en que no existes.



Yorgos Sarandis
, incluido en  Antología de la poesía griega. Desde el siglo XI hasta nuestros días  (Ediciones Clásicas, Madrid, 1997, ed. de José Antonio Moreno Jurado).

FUENTE: https://franciscocenamor.blogspot.com/



TEMAS TERTULIA 24-3-2023

EL PULPO

PESADILLAS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


TEXTOS TERTULIA 17-3-2023

CERTEZAS

SANTOS NADA INOCENTES

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


CERTEZAS


Decía Camilo José Cela que lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que, cuando tienen que demostrarlo, no aciertan ni una. Casi siempre ocurre así, porque los eruditos de verdad persisten en la duda y jamás se les pasa por la imaginación que la verdad que creen hoy no pueda convertirse mañana en menos verdad, cuando no en mentira.

La instalación en la certeza no demuestra otra cosa que una tremenda inseguridad por parte de quien la practica; suelen ser personas que han tenido la oportunidad de leer y aprender un poco más que otros de su entorno y se sintieron superiores en la comparativa, pero en el fondo saben que la información que poseen no está bien cimentada y que una nimiedad que les saque de su reducido campo de acción les hará tambalearse visiblemente.

Por eso tiemblan ante cualquier pregunta que se salte sus límites. No soportan la duda. Y no la soportan por dos razones: no son capaces de admitir su desconocimiento y no son capaces de deducir con rapidez. Por miedo a ser descubiertos, todas las acciones de su vida están pensadas y medidas, incluso las personas con las que se relacionan han sido elegidas para que nunca les cuestionen, ya sea por ignorancia, por dependencia emocional, dependencia económica o por todo a la vez.

Sin embargo hay algo que me provoca una especie de benevolencia para con estos seres, aunque es muy incómodo vivirlo en primera persona, son esos momentos en los que su inconsistencia vital les lleva al extremo de creerse conocedores hasta de los sentimientos ajenos más íntimos y se otorgan el derecho de decirle a otra persona lo que siente, cómo lo siente y por qué lo siente, llegando a deducir, incluso, si su infancia fue feliz, si fue amado por sus progenitores y por qué motivo fue un rebelde, con o sin causa, en la adolescencia; todo ello cocinado a fuego lento dentro de sus cerebritos maquiavélicos, más ocupados en salvaguardar la supuesta potestad intelectual de la que presumen que en consolidar y ampliar conocimientos.

Desconozco los motivos que llevan a algunas personas a actuar así, lo que sí conozco es el mecanismo de maniobra. Memorizan muy bien -que no es lo mismo que aprender- varios aspectos de un tema, generalmente poco usual para que no pueda ser rebatido con facilidad, y luego lo muestran al mundo -a veces con ánimo de lucro y otras veces por el placer de ejercer el poder- proclamándose maestros de vida. No admiten la confrontación, pero suelen atribuir esta dolencia a quien les cuestiona y les deja en evidencia, momento en el que pasan a utilizar la ironía como arma y a dirigirse «a su enemigo» de manera despectiva.

No, no es agradable relacionarse con ellos, obligan a estar siempre en guardia para no sobrepasar sus muros defensivos y evitar entrar en conflicto por algo que a uno ni le interesa, ni le atañe y que, además, desembocaría en una conversación sin sentido rematada con una disputa, pues al moverse solo en el ámbito de las certezas su capacidad de diálogo es muy limitada. Ellos jamás dudan ni quieren aprender a hacerlo. Probablemente desconocen aquello que dijo Octavio Paz: «aprender a dudar es aprender a pensar».

18/marzo/2023 – Vicki Blanco para «VOCESentreVOCES»


CERTEZAS

No hay certezas en la vida, nada está asegurado, la única certeza de la vida es la muerte. Cuando crees tener la certeza de algo viene la vida y te lo cambia, ya sea una idea, un pensamiento, un amor o una creencia.

En contraposición a las certezas está la duda, sin dudas no se puede aprender, la duda es la que nos hace evolucionar, investigar para descubrir otro camino, otra forma de ver las cosas. La certeza tiene que partir de la duda, igual que el sentimiento del pensamiento.

Como afirmó Descartes, “la duda es el principio de la sabiduría”. Borges dijo que “la duda es uno de los nombres de la inteligencia”. Voltaire pensaba que “la ignorancia afirma o niega rotundamente; la ciencia duda”. Y Aristóteles ya había indicado que “el ignorante afirma; el sabio duda y reflexiona”.

Eva Camba Paz

CERTEZAS

MANTRA

El maestro dice:

una palabra te regalo

para que tú la digas,

íntimamente, sin que nadie la escuche.

Tengo más palabras para regalarte

y te las daré poco a poco,

cuando yo esté seguro

y tú, preparada.


Un mantra es una o varias palabras que el maestro le da a su discípulo para que éste fije su mente sin distraerse. Hay varios tipos de mantra, según la tradición hindú, y cuanto más avanzado está el discípulo, más avanzado es el mantra. Esta enseñanza la va recibiendo el alumno poco a poco.

Alexandra Di Estefano Pironti. “Un salto al infinito” Ediciones Carena.

SANTOS NADA INOCENTES

Cuando llegó la noticia, todos se miraron con cara de incredulidad: ¿sería cierto? De ser así, sus vidas iban a cambiar como apenas podían alcanzar a imaginar.

Había que asumirlo: nada volvería a ser como antes: sus vidas cotidianas, sus pequeños y grandes intereses, sus inquietudes, pasarían, en unas horas tan sólo, a formar parte del pasado. Claudia fue la primera en hablar:

Sí, esta es la firma del jefe, estoy segura, y el texto no deja lugar a dudas: tras esa extraña letanía de arrepentimiento, dice querer devolvernos la plusvalía que obtuvo de nuestro trabajo desde que su padre fundó la empresa. Lo he calculado y los que llevamos más tiempo trabajando aquí recibiremos más de un millón de euros cada uno. Todo resultaba especialmente extraño al recordar el reajuste de plantilla hecho unos meses antes, a pesar de los buenos resultados económicos de la empresa. En ese instante entró el Sr. Golbert, con una extraña sonrisa en los labios, algo poco habitual en él, y dirigiéndose a los representantes sindicales de sus trescientos veinte empleados dijo:

Sé que ya han leído todos mi carta, ¿alguna pregunta?” “Sólo una”, respondió rápidamente Roberto:“¿Es cierto cuanto se dice en la carta?” Colbert guardó unos segundos de silencio, miró a quien había formulado la pregunta y, al tiempo que se marchaba, dijo en voz baja:

¡Qué curiosos son ustedes los obreros! La respuesta a su pregunta la encontrará, simplemente mirando la fecha de la carta. Y no olvide sonreir, caballero . . . Así lo hicieron, y comprobaron que la fecha era 28 de diciembre, dia de los Inocentes en España, donde es tradición hacer bromas.

Durante días Colbert fue el único ser sonriente por los pasillos de la empresa, y su sonrisa resultaba hiriente para cada uno de los empleados con los que se cruzaba. Hasta que, justo ocho dias después, el día de Reyes, parecieron invertirse los papeles, siendo la avinagrada cara de Golbert la única no sonriente entre decenas, que no podían evitar la risa mientras observaban, desde las ventanas, el afán con que los bomberos intentaban sofocar el incendio que devoraba el reluciente y recién estrenado Rolls Royce del Sr. Colbert . . .

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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.


16 de marzo 2023    /        por Javier Meléndez Martín          

Las fuentes de la creatividad: el desencanto (I)

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Abraza tu desencanto y nunca conocerás el bloqueo creativo. No es una frase insustancial impresa en una taza de café. Es una propuesta. No es necesario ir a buscarlo, llega a ti en distinto grado: la decepción, la desilusión, el chasco, y cada uno puede conducirte a territorios desconocidos.

Recuerda que el desencanto forma parte de la naturaleza de populares personajes de ficción como don Quijote, madame Bovary, Gregorio Samsa, Anna Karenina, Winston Smith, Tom Ripley… Personajes a través de los cuales los autores expresaron su desencanto por la vida o las personas.

EL DESENCANTO AMOROSO

El desamor puede inspirarte comedias o dramas, poemas agónicos, canciones de venganza o revelarte —si prestas atención— que puedes ser una persona autosuficiente, como canta Miley Cyrus en Flowers:

Cómo escribir mejor una historia

«Puedo comprarme flores, escribir mi nombre en la arena, hablar conmigo misma durante horas, decirme cosas que no entiendes».

También puede inspirarte cuentos de hadas, como a Hans Christian Andersen. La correspondencia privada del autor de El patito feo revela que amó sin suerte tanto a hombres como a mujeres.

The Little Mermaid - Hans Andersen - Illustration by Helen Stratton 1899The Little Mermaid – Hans Andersen – Illustration by Helen Stratton 1899

Con frecuencia, Andersen no fue correspondido y, cuando lo fue, el infortunio intervino o rechazó avanzar a lo físico por pudor o temor. Andersen disfrazó estas relaciones bajo relatos fantásticos. De todos ellos, La sirenita es el más amargo. Fue una carta de amor a su amigo íntimo Edvard Collin cuando este se casó. En el relato, Andersen se transmutó en la sirenita, que anhela el amor del príncipe y sin el cual se convertiría en espuma de mar.

EL DESENCANTO CON LOS TIEMPOS

El desencanto con los tiempos ha sido el germen de movimientos artísticos y culturales, y de las pequeñas y las grandes revoluciones que agitaron la sociedad. Conduce a los escritores a una fuga mental, a la fantasía o la crítica social. Un ejemplo es Cervantes.

El autor español escribió que a don Alonso Quijano se le secó el cerebro «del poco dormir y del mucho leer», pero fue el desencanto por la época lo que impulsó al héroe a transformarse en don Quijote de la Mancha. A través del caballero andante, Cervantes mostró su descontento con la España del Siglo de Oro de las artes y la literatura que también es la España de gobernantes corruptos, ineptos y crueles. La gente corriente pasaba hambre y fantaseaba con lugares donde ataban los perros con longanizas, y quien no tenía oficio ni beneficio se dedicaba al pillaje o la picaresca. Por eso, la otra gran figura de la España desencantada es Lazarillo de Tormes. No es raro que ante tales circunstancias surgiera en la mente de Cervantes la creación de un héroe, aunque este no tuviera más poder que la voluntad de «desfacer entuertos».

A diferencia de Cervantes, que se evadió fabulando un pasado, H. G. Wells se evadió imaginando el futuro. El escritor inglés era socialista, y su desencanto por la pobreza y la división de clases sociales de la Inglaterra victoriana lo trasladó a su novela La máquina del tiempo. En ella, el viajero temporal encuentra en el futuro una raza ingenua e ignorante que sirve como alimento a otra raza depredadora. Wells inició un subgénero que cada año ve aumentar el número de libros y películas: el viaje en el tiempo es una fuga mental de nuestra realidad.



EL DESENCANTO CON LA POLÍTICA O LA RELIGIÓN

Hay quienes se ilusionan con una ideología, una religión o incluso un político, pero, cuando no encuentran las respuestas que esperan, sufren un desencanto profundo similar al que se sufre ante un desengaño amoroso. George Orwell fue uno de ellos.

El periodista y escritor inglés soñaba con un mundo mejor y se alistó en el ejército republicano para combatir al fascismo en la Guerra Civil española. Como simpatizante del POUM (partido de izquierda antiestalinista) se desilusionó con el socialismo soviético cuando Stalin impuso el terror. La frustración por la traición de un sueño se reflejó en obras como 1984 y Rebelión en la granja.

En el extremo opuesto a Orwell, Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió El Gatopardo, una novela que narra cómo Don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, y su familia afrontan la llegada del revolucionario Garibaldi a Sicilia. Don Fabrizio ve cómo se reducen sus privilegios de clase y cómo se derrumba el universo de la aristocracia, aunque sigue controlando los acontecimientos. De ahí la famosa frase de la novela: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie».

DESENCANTO CON EL MUNDO

Quizás la desilusión más dolorosa sea sentirse fuera de lugar. Un desamor puede ayudar a tapar otro desamor, los tiempos cambian y podemos cambiar las ideologías, pero el sentimiento de no pertenecer al mundo parece estar incrustado en los huesos.

Un ejemplo de profunda alienación lo encontramos en las cartas que escribió J.D. Salinger, que revelan que se identificaba con Holden Caulfield, el personaje que creó para su novela El guardián entre el centeno.

Caulfield estaba desilusionado con el mundo falso e hipócrita de los adultos. No es de extrañar que la novela aparezca en las listas de los mejores libros de la historia de medios como The Guardian o Time. Millones de lectores pueden identificarse con Caulfield cuando expone su descontento con las apariencias y los convencionalismos sociales. El personaje expone lo que muchos de nosotros no decimos por eso que llamamos educación o decoro.

Encontramos otro ejemplo de alienación en Patricia Highsmith. En su manual de escritura Suspense anota:

«Me dedico a crear debido al aburrimiento que me producen la realidad y la monotonía de la rutina y de los objetos que me rodean».

Este aburrimiento se debe, en gran parte, a su decontento con la vida. No fue fácil. La escritora sufrió el rechazo y la discriminación por su homosexualidad, misoginia y misantropía. Además, se sentía estafada por los editores e incomprendida por la crítica y el público norteamericano. Debido a todo esto, consideró que no estaba en el lugar correcto y se trasladó a Europa en 1963, esperando encontrar mayor tolerancia (en la imagen de portada, con su gato en Locarno). A pesar de ello, la frustración y la amargura la acompañaron, como se refleja en sus diarios y cuadernos personales, así como en algunos de sus personajes literarios, sobre todo en el encantador y siniestro Tom Ripley.

Highsmith trasladó a Ripley sus frustraciones: sentirse fuera de lugar, sentir que no pertenece a la clase social que merece, que no se tiene suficiente dinero para vivir y que debe fingir sus sentimientos hacia las personas. Y aunque Highsmith no lo indica de manera abierta, su escritura inteligente sugiere que Ripley es homosexual, pero que lo oculta para evitar el rechazo. Estos sentimientos de alienación de Tom Ripley llevan al público a sentir simpatía por este personaje de ficción, a pesar de ser un asesino despiadado.

EL CHASCO

No desdeñes un simple chasco porque puede despertar la imaginación. Un ejemplo es Tolkien, quien, siendo niño, se emocionó al leer en el Macbeth de Shakespeare cómo el fantasma de un niño cubierto de sangre anunciaba al protagonista:

«Se fuerte como el león; que tu audacia no flaquee ni un solo momento; no cedas ante tus enemigos. Serás invencible hasta que el bosque de Birnam venga sobre ti y te cubra con sus ramas en Dunsinane».

A lo que Macbeth respondió: «Entonces no seré vencido. ¿Quién puede arrancar los árboles de su lugar y hacer que caminen?»

Sin embargo, el pequeño Tolkien siguió leyendo entusiasmado con la idea de que los árboles se levantaran en armas. Pero como esto no sucedió, Tolkien sintió que Shakespeare le había estafado. Al escribir El señor de los anillos consoló su frustración infantil llevando a los Ents, los árboles guerreros, a la batalla contra Saruman.

Ent - El señor de los anillos

Ent – El señor de los anillos

ESPERA, DISFRAZA

Como mostramos arriba, el desencanto no requiere esfuerzo. Para conseguirlo no necesitas emplear complejas técnicas creativas. El desencanto por esto o aquello llega solo cuando menos te lo esperas. Solo tienes que instalarte en él en lugar de buscar cómo acallarlo.

Si acaso, medita cómo disfrazarlo de fantasía o distopía, o quizás mostrarlo tal cual es, sin filtros, lo que sería un atrevimiento en nuestros días.

 

https://www.yorokobu.es/desencanto-creativo/



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