domingo, 18 de octubre de 2020

 

VOCES entre VOCES

http://artes-libres.blogspot.com.es/


TEMAS TERTULIA 23-10-2020

NI ES LO MISMO NI ES IGUAL

NOSOTROS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


PARA ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com








IN LÍMITE


Por el perdón del mar
nacen todas las playas
sin razón y sin orden,
una cada cien mares.

Yo nací en una playa
de África, mis padres
me llevaron al norte,
a una ciudad febril,
hoy vivo en las montañas,

me acostumbré a la altura
y no escribo en mi lengua,
en ciertos días del año
me dan vértigos y mareos,
me vuelve la llanura,

parto hacia el mar que puedo,
llevo libros que no
leo, que nunca abrí,
los pájaros escriben
historias más sutiles.

Mi mar es este mar,
inerme, muy temprano,
cede a la tierra armas,
juguetes, sus manojos
de algas, sus veleidades,

emigra como un circo,
deja todo en barbecho:
la basura marina
que las mujeres aman
como una antigua hermana.

Por él que da la espalda
a todo, estoy de frente
a todo con mis ojos,
por él que pierde filo,
gano origen, terreno,

jadeo mi abecedario
variado y solitario
y encuentro al fin mi lengua
desértica de nómada,
mi suelo verdadero.


Fabio Morábito

Fuente: https://www.poemas-del-alma.com/


TEXTOS TERTULIA 16-10-2020

INMORTALIDAD

RIESGOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.




LA INMORTALIDAD

Mi primer cuerpo del que tengo memoria, el más denso, surgió de materia inanimada a finales del siglo XXI, cuando la cotidianeidad de los ordenadores cuánticos de quinta generación permitió grabar no sólo las memorias vitales, sino la misma personalidad única de cualquier ser vivo. Toda una vida en un disco minúsculo, todas las emociones pasadas, todo. Cada disco constituía en si un programa complejo que seguía desarrollándose interactivamente en el momento en que era ejecutado. Cada vida entraba, una vez liberada del cuerpo, en un juego de árboles fractales de conciencia.

Ése fue el comienzo, luego fuimos, poco a poco, librándonos de todo tipo de materia y sus servidumbres, hasta que toda la vida consciente del mundo discurría, apenas dos siglos más tarde, y en forma de energía, por la fina capa de gas que recubría el planeta. Continuamos avanzando, el gas nos resultó pesado y nosotros, que ya sólo pensábamos colectivamente, deseábamos la levedad absoluta, alas aún más ligeras que el viento.

Y así llegamos a la luz, a viajar en fotones a través de espacios enormes que antes apenas podíamos mensurar. Y así pudimos, por primera vez, observar y leer atónitos el libro maravilloso que se extendía ante nosotros cada noche de cielo estrellado. Aprendimos que cada rayo de cada estrella era un mensaje, una idea o un poema, algo sentido y aprendido por algún ente en algún recodo del universo que era lanzado en un mar de estrellas para ser descodificado por cualquier especie que hubiera llegado a ese estado evolutivo. Dejamos de formar parte de las especies agresivas que competían por el control de un espacio que creían con derecho a llamar suyo. Fuimos, cuantos más fuertes y sabios, más ligeros, y ya mirábamos con sonrisa benevolente a las especies mortales que nos llamaban dioses.
No recuerdo mi edad, pero sé que hace mucho que habitamos esta estrella.

Y aquí estoy, estamos, ya inmortales, intentando imaginar que es la mortalidad como nuestros antepasados anhelaban o intentaban concebir la inmortalidad. Abandonada la angustia del deseo, de la incertidumbre material, sin miedo a nada, pues nada puede destruir cuanto no somos y sólo la sutil fuerza de una idea decide que somos o dejamos de ser. Ahora soy tan sólo un rayo de luz, uno de los trillones emitidos cada segundo por esta estrella que es y será nuestro hogar durante millones de años.

Atravieso una ventana y me poso, a flor de piel, sobre las manos y rostros de quienes han trasladado sus pesados y primitivos cuerpos de materia densa a un cubículo al que llaman hogar y me encuentro con antepasados que escriben con nostalgia sobre un futuro que aún no saben que es su pasado y que apenas pueden imaginar.

Ese pequeño grupo de ancestros soñadores se hacen llamar Voces entre Voces.


Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net



RIESGOS


Yo no puedo hablar de actividades de riesgo, el mayor riesgo que corro es sentarme en la playa a leer y, por comodidad, me bajo una silla; no me gusta mancharme de arena. Me arriesgo, claro está, a la picadura de una avispa o a que una gaviota incontinente excrete al vuelo y me dedique su relleno; confieso que para lo segundo también tengo amparo: utilizo el recurso del sombrero. Es más fácil tirar un sombrero que quitarse excremento del pelo. No obstante, disfruto, por ejemplo, viendo en la tele cómo los surfistas coronan las olas o cómo los escaladores ascienden por paredes verticales. Puede que el vértigo que padezco tenga que ver con la emoción que me producen. Sea como sea, siempre me han temblado las piernas ante ciertos retos y la cosa no ha cambiado con el paso de los años.


Pero yo creo que hay riesgos importantes que no son físicos, tal vez no se mate uno al ejercitar ciertas habilidades, quiero decir que no te matas físicamente, pero te puedes morir por dentro. Esos sí que los corro. Además, me crezco con las dificultades que entrañan. Me gusta mucho mirarme al espejo, pero por dentro, no para pintarme las pestañas, y reconocer las huellas que ponen de manifiesto el paso tiempo y las experiencias vividas. Me gusta, también, competirme, sí, competirme; porque yo no soy de medirme con otras gentes, de hecho, ninguno de mis profesores de baile consiguió que yo participara en una competición -aunque he bailado desde que tenía pocos años-, sin embargo, he aprendido todo tipo de bailes que se me han puesto a tiro. El reto siempre es conmigo. Me compito que, en realidad, es un riesgo extraordinario.


Tal vez por ser un riesgo extraordinario sea tan maravillosa la recompensa que recibo las veces que triunfo, que son esas veces en las que siento que he hecho un avance, ya sea por haber sido capaz de modificar una forma de actuar que me perjudicaba o por haberme atrevido a desplegar un don que mantenía oculto porque yo no pensaba que fuera un don, y menos que fuera mío. Entonces, la felicidad es tan enorme que me río yo de las paredes verticales y de las crestas de las olas gigantes. Claro que otras veces fracaso. Y me muero por dentro. Y me enfado conmigo. Y me pongo triste. Y hasta pago con los demás mi fracaso aunque los demás no tengan la menor idea de lo que está pasando por mi cabeza y mi corazón. De hecho, los demás nunca participan de estos riesgos; son deportes de bravura y hay que practicarlos en solitario. Siempre se comparte un poquito porque los grandes logros se consiguen con colaboración y una frase o una charla frente a un café pueden ser el bálsamo para el desánimo que provoca el fracaso o la cinta de la medalla en el podio del triunfo.


Me parecen muy valientes quienes hacen carreras de moto o de coche. También me lo parecen quienes hacen puénting. Por supuesto que no se puede comparar el riesgo de ir al mar para bucear entre tiburones con el de bajar a leer a la playa y que un excremento de gaviota me chafe el sombrero o una avispa me clave el aguijón. Y qué decir de los funambulistas -hasta me mareo de pensarlo- que son capaces de caminar sobre un alambre extendido entre dos edificios. Me quedo leyendo en mi silla. Pero si tuviera que votar para decidir cuál es el mayor de entre todos los riesgos que mi mente tiene registrados daría el máximo de puntos al riesgo que conlleva la lucha por conocerse y crecer sobre uno mismo. Y es que te puedes morir por dentro y convertirte en un zombie para siempre jamás.


«Conócete a ti mismo», rezaba el Oráculo de Delfos. «Y arriésgate a competirte», añado yo. Que me perdone Apolo por esta apostilla.


17/octubre/2020 – Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES


RIESGOS


¿Podemos hacer algo, cualquier cosa, sin que implique un riesgo?

¿Es más arriesgado creer que el riesgo existe o ignorarlo, creer o soñar?

¿Vale la pena arriesgarse a creer en una única respuesta?

¿Hay peor riesgo en ocasiones que no arriesgar?

¿Cuántos riesgos hay que correr hasta aprender a arriesgarse a vivir?

Sólo amando o muriendo vamos más allá del riesgo.

Empieza a ser arriesgado reflexionar sobre el riesgo. . .


Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net


RIESGOS


Mañana a esta hora se cruzarán nuestras miradas. Las sonrisas, alguna que otra producto de los nervios, iluminarán nuestros rostros.  Me fijaré en tus manos y hasta es posible que nos invadan silencios. El vino refrescará mi garganta y sonreiré  mucho más. Te agarraré de la mano y cuando menos lo esperes te daré un beso.

Tu hablarás sin parar mientras yo escucharé atenta tus historias. Mañana a esta hora el hablar, el ver y el deseo será el todo de los dos.

Magy Daniel


RIESGOS

Quiero relamerte la boca,

soplar tus rubias pestañas,

pellizcar con mis labios tu lóbulo

achuchando mi pecho a tu espalda.

Apretar con mis manos tus nalgas,

acariciar con dulzura tu cara

enredando a mis brazos los tuyos

y absorbiendo tu parte más intima.

Pero cuando se trata de penetrar…

Eso mejor dejarlo para otro día.


José María Rico - Spencer



MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


*Sólo transformándose en apátrida consiguió el dios nacionalista judío extender su mensaje por todo el mundo.



*La historia de los seres altruistas es la de solitarios que desean la abstracta compañía y bienestar de sus semejantes aún no nacidos.



*Hasta ser libre requiere un aprendizaje. Saber amar, un curso vitalicio.



*Si algo define genuinamente al ser humano contemporáneo es la irreparable pérdida de su capacidad de asombro.



*La duda va siempre impregnada de honradez y sabiduría. Es fácil reconocer a un necio o a un farsante: son aquellos que tienen siempre las ideas muy claras.



*Toda nuestra vida transcurre mientras nos morimos de miedo ante la muerte, mas es vano. Debiéramos aprender a amarla tanto como a la vida, ya que ambas van indisolublemente unidas y son, en última instancia, una misma y única cosa. Miles de animales y plantas mueren a lo largo de nuestra existencia para ser nuestro alimento, de igual forma nosotros deberemos, al final de nuestro camino, alimentar la tierra que fue, a su vez, su alimento.
No sólo es justo; es, además, inevitable.



*Aquello que diferencia a una persona de otra es, por encima de cualquier otra consideración, la matización de sus miedos.


Nekovidal nekovidal@gmail.com

ARTES LIBRES www.arteslibres.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario