domingo, 30 de junio de 2019


VOCES entre VOCES



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TEMAS TERTULIA 5-7-2019

UNA DE QUIJOTES
INERCIA
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.








"En el castellano de hoy en día, felicidad y satisfacción vienen a usarse como palabras casi sinónimas [...] Lo cual me hace pensar si no será que en un mundo de sujetos cada vez más dominados por el paradigma competitivo del 'ganar y perder' el lugar de la felicidad viene siendo usurpado y colmado por la satisfacción como única forma conocida de contento humano". (Rafael Sánchez Ferlosio)





No escribo poesía por la poesía
El poema que lleva las señas de Nadie no llega a ningún lector
Pero el poema tampoco va dirigido a las direcciones
demasiado claras, a las más conocidas...

A los correligionarios se les escriben opiniones
A los amigos se les escriben confidencias
y a los conocidos se les escribe lo ya conocido
¡Yo escribo a Uno! ¡Dirección desconocida!

Escribo para aquel que sé que he de alcanzar
Mi lector desconocido. Aquel que encuentra el poema
casualmente como una botella con mensaje en el mar del tiempo
y sabe: ¡Esto se ha escrito expresamente para mí!

No como una respuesta a una pregunta conocida
Sino como palabras nuevas a una pregunta desconocida
que busca y rebusca dentro de mí... Porque así es
yo escribo un poema para el más próximo de los lectores

El que abre el poema, ahora, mañana o
dentro de cien años. Él es el desconocido
que puede reconocerme. ¡Él sabe que éste
precisamente este poema lo ha buscado a él!

Stein Mehren en Vintersolhverv (1979), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de Francisco J. Uriz).

Hay que luchar por recuperar lo que hemos perdido y por llevarlo más allá, por conquistarlo enteramente, porque si no llegaremos a la aniquilación del país. Está claro que quienes nos gobiernan lo que quieren es meternos grumos en la cabeza” 

(Emilio Lledó, filósofo español)


TEXTOS TERTULIA 28-6-2019


OXIDOS
LA COLA
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

Óxidos


ÓXIDOS

A veces, la necesidad de equivocarse es tan imperiosa que solo podemos caminar hacia delante. Trastabillando como un pobre parkinsoniano, viendo a cámara lenta nuestro impacto final, pero incapaces de frenar. Ni de cambiar de dirección. Ni de dar un paso atrás.
Nada. Solo y solos, directos al suelo. Únicos testigos de nuestra propia caída.
Parece que aúlla el viento pero no, no es él; lloran los candados recordando el amor prometido décadas de óxido atrás. Perduran ellos mientras los prometidos -cuando no las promesas- se han convertido en cenizas en el mar. Por una pura cuestión férrica.
El mar, otro inerme pero aterrador testigo. Ni transparente ni turbio; sencillamente oscuro como un pozo, aguas negras acompañando a un cielo que hoy… no le cede el paso al sol.


Sara Vi Ta





ÓXIDOS


De la combinación de oxígeno y metal brota el óxido. Los daños que origina la corrosión pueden ser puramente estéticos, pero podría producir daños irreparables afectando el buen funcionamiento de una máquina, en cuyo caso desecharla es la única solución. La oxidación puede consumir lentamente enormes trozos de hierro debilitando partes esenciales de la maquinaría dando lugar no sólo a importantes atascos, también provocará riesgos de seguridad como un incendio por sobrecalentamiento o el fallo de una pieza esencial en un vehículo en movimiento.
De igual forma, la combinación de dolor y silencio genera rompimiento. Callar para evitar inquietar a otros es un acto de sensibilidad, pero enmudecer tras provocar una herida emocional en la seguridad de que el silencio y el tiempo servirán de bálsamo reparador, es un corrosivo para el alma humana. Para que la máquina de las relaciones, ya sean de pareja, de amistad o de familia, siga funcionando correctamente es necesario poner sobre el mantel aquello que molesta o duele y aclararlo pues si argumentar una idea para que sea entendida como deseamos es difícil dado que el lenguaje es susceptible de interpretación, el silencio no se queda atrás, de hecho, le gana con creces en el arte de descifrar situaciones.
Cuando recibimos el desprecio de alguien que pensamos que nos quiere, nos engaña la persona por la que hubiéramos puesto la mano en el fuego o nos difama por la espalda quien más nos halaga de frente y, tras su indecencia, pone el mutismo como aditivo dejando correr el tiempo, lo que consigue es darnos espacio para pensar, para montar la escena y organizarla mentalmente creando un cuadro a nuestra medida; la máquina de pensar que llevamos en el cuarto de atrás del cerebro lo archiva y se van formando fisuras en el trato: se merma la confianza, se agudiza la observación y hace entrada el secretismo.
Luego, un día, de forma inesperada, pasado ya el tiempo de silencio que aparentemente resolvió todo, un pequeño malentendido nos trae a la memoria aquella noche que el teléfono no “funcionó” y nos dejaron sin ir a la fiesta, resuena en nuestros oídos el «vamos a levantarnos que ya se ha ido» que nos obligó a coger el bus de regreso a casa, nos vuelve a incomodar la invitación que nunca llegó y la anhelada acogida que no nos dispensaron y el desparpajo con el que organizaron nuestro armario y nuestra vida y la facilidad con la que se apropiaron de nuestros recuerdos y aquella vez que compartimos mesa y mantel como si de la cena de los idiotas se tratara.
Y en ese momento nos duele más que entonces la cosificación que hicieron de nosotros ya que «La memoria donde se toque, duele» (Yorgos Seferis), y comprendemos que la mezcla de mudez y perjuicio lejos de paliar el destrozo ha conseguido lesionar de manera irreversible la mecánica de la relación y que, ya sea por sobrecalentamiento o por el fallo de una pieza esencial, no queda nada por hacer salvo asumir los hechos, recolocarse el corazón y alejarnos de la misma manera que llegamos, con las manos limpias y la mirada clara, con la ingenuidad que casi perdimos en la batalla, con nuestra forma infantil de ver el mundo, evitando que el óxido de los silencios perennes reaparezca en nuestras vidas.
Y es que, ya lo dijo Patxi Andión en su canción Compañera, «…no se olviden que el dolor lo callan quienes lo hicieron».

29 junio 2019 – Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES»




ÓXIDOS


Audio: HOJAS PERENNES



Rafael Cotilla




ÓXIDOS

El oxígeno te da vida al mismo tiempo que te la quita mientras te oxida, implacable, segundo a segundo, hasta el último de ellos.
Cómo esto, todo.


Nekovidal nekovidal@gmail.com 
ARTES LIBRES www.arteslibres.net




ÓXIDOS


Al vuelo de las golondrinas, a la libertad de volar, al sol, a la luna y  a la verdad, al amor, a la amistad y a la vida en general que nunca tiene óxido de más.


MCGC – Mari Carmen Gómez Castro


LA COLA


La cola de comprar pan
y dar los buenos días con la boca chica. Entre dientes.
La cola de camas en el pasillo de urgencias.
La cola del supermercado y se me olvidó pesar el alma.
La cola de la iglesia para que te den la hostia.
La cola de venga usted mañana y su puta madre.
La cola de los corruptos y los jueces riéndose
en nuestra cara desde los paraísos fiscales.
Y luego la cola para votar. Ésa si que tiene guasa.
La cola para tatuarte en la frente ”tonto el que lo lea”.
La cola del banco y los números rojos. Dame algo.
La cola para que te pongan un sello en el culo.
La cola, la gran cola de los parados,
que llega hasta un precipicio. Esperando que el S A E
haga su trabajo.
La cola de "sálvese quién pueda".
La cola. La larga cola de los desencantados
y de los sapos que esperamos algo más que un beso.
La cola para buscar un puto décimo de lotería,
con la fecha de cuando te casaste con tu mujer.
Que no te va a tocar.
La cola de los hambrientos. De los que no tienen
p'a calentarse en esta España donde se pone el sol.
La cola de mi gato sin cola. La de Nacho Vidal.
La cola en las farmacias comprando cosas para dormir
y no despertar.
"La banca gana con la deuda pública más
de lo que costó el rescate"
Y esto no trae cola. Mientras los ricos
y "el silencio de los buenos" ganen la liga.
Abandona la cola y empieza a tirar piedras...

JJC – Juan Jiménez Caballero




LA COLA


Se conocieron en una cola, esperando, ingenuos ellos, comprar unas colas que pusieran chispa, o azúcar, o algún cancerígeno camuflado, en sus vidas.
Sus corazones se unieron, parecían pegados con cola, eran dos en uno, pero ahí el aceite de la rutina empezó su diaria, constante y nefasta labor.
Hoy, al cabo del tiempo, vuelven a encontrarse en una cola, la del juzgado que tramitará su divorcio.


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ARTES LIBRES www.arteslibres.net




LA COLA


Ellos dos se conocen bien, se adoran, se quieren, se aman, él le enseña pasos elegantes, ella se deja enseñar, ella obedece, él la mima y con suavidad la lleva. Vuela con él. Ella sueña con él.  Y antes de salir a bailar él le hace una trenza en su cola blanca y en su crin pone madroños de lana. 
Es su yegua que para la fiesta la engalana.


MCGC – Mari Carmen Gómez Castro




MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

***
No, no eres nadie.
Ahora sí que no eres nadie.
Ya te delaté a los demás.
¿Acaso crees que voy
 a morder de la manzana?
Ahora sí que no eres nadie.


José María Rico - Spencer


***
Me muero por un abrazo. Y a veces me muero de miedo y a veces me muero porque no estás aquí.

Lourdes Pérez




Me miran.
Quiere decir que tengo cara.

De todos los rostros que conozco
del que menos me acuerdo es el mío.

A veces mis manos
viven sin comunicarse.
¿Tal vez sea mejor no sumarlas?
¿Dónde están mis límites?

Pues lo que me encrespa
es el moverme o vivir a medias.
Sin embargo siempre
se arrastra en mí
diminuto o lleno
un atisbo del ser.

Cargándome
cargo
un espacio propio a mí.

Si lo pierdo
significará que no existo.
No existo
ergo no dudo.


las civilizaciones: cómo han vivido
las culturas: qué han pensado y sentido

y según Ludwik / un día vino
y al quitarse el abrigo /:
— la civilización — ya lo sé
es una mecánica de la vida
¿Y qué opinó sobre el arte?
/ eso ya hace un tiempo /
                                    — ¿con qué
empieza?
              con un primer gesto desinteresado

Miron Białoszewski, incluido en Poesía polaca contemporánea (UNAM, México, 2008, selec. y trad. de Krystyna Rodowska).
Otros poemas de Miron Białoszewski
Discurso sobre el soyMitos de la guerraQué fácil perder la feVerde ergo esY ya


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