VOCES
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LA PRIMERA VÍCTIMA DE LA GUERRA ES SIEMPRE LA VERDAD.
"AFRICA, SIEMPRE ÁFRICA" - Collage, Nekovidal
TEMAS
TERTULIA 26-8-2022
CARTA
A MI MISMO
LA
DAMA DE NOCHE
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
¿QUÉ
LES QUEDA A LOS JÓVENES?
¿Qué
les queda por probar a los jóvenes
en
este mundo de paciencia y asco?
¿sólo
grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también
les queda no decir amén
no
dejar que les maten el amor
recuperar
el habla y la utopía
ser
jóvenes sin prisa y con memoria
situarse
en una historia que es la suya
no
convertirse en viejos prematuros
¿qué
les queda por probar a los jóvenes
en
este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína?
¿cerveza? ¿barras bravas?
les
queda respirar / abrir los ojos
descubrir
las raíces del horror
inventar
paz así sea a ponchazos
entenderse
con la naturaleza
y
con la lluvia y los relámpagos
y
con el sentimiento y con la muerte
esa
loca de atar y desatar
¿qué
les queda por probar a los jóvenes
en
este mundo de consumo y humo?
¿vértigo?
¿asaltos? ¿discotecas?
también
les queda discutir con dios
tanto
si existe como si no existe
tender
manos que ayudan / abrir puertas
entre
el corazón propio y el ajeno /
sobre
todo les queda hacer futuro
a
pesar de los ruines de pasado
y
los sabios granujas del presente.
Mario
Benedetti
Benedetti
fue un escritor y poeta uruguayo integrante de la Generación del
'45. Es autor de libros como La
Tregua y Gracias
por el fuego,
entre otros. Corazón
coraza, Currículum, Defensa
de la alegría, El
Sur también existe, Hagamos
un trato, Los
formales y el frío, No
te salves, Táctica
y estrategia y Viceversa son
algunos de sus poemas más famosos. Su lenguaje sencillo, para que
sus obras puedan ser accesibles a todo el mundo, además de combinar
con su propia personalidad, tiene defensores y detractores.
“¿DÓNDE ACOMODAMOS EL INSTINTO?
(Acción poética)
TEXTOS
TERTULIA 19-8-2022
ECHAR
LA CASA POR LA VENTANA
LA
LEY DEL EMBUDO
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
“Es
difícil disfrutar de las bromas pesadas cuando toda tu vida se
siente como una”.
(Rick Riordan)
ECHAR
LA CASA POR LA VENTANA
Alejandrito,
a quien sus padres llamaban Alex, era hijo de Alejandro y Alejandra.
Alejandro
era un hombre, como tantos, que no había jugado lo suficiente cuando
a él también le llamaban Alejandrito, e intentaba, como todos,
recuperar de alguna forma el tiempo perdido.
Alex,
a sus cuatro añitos, podía disfrutar con muchos juegos, pero no con
esa enorme Torre Eiffel hecha de palillos, que su padre se empeñaba
en hacer crecer día tras día, y a la que el niño llamaba, con su
limitado vocabulario, “la casa”.
Tarde
tras tarde, Alex solicitaba la atención y el tiempo de Alejandro:
“Vamos a jugar, papá”. “Sí, hijo, vamos a jugar con la casa”,
le respondía, lo cual significaba pasar la tarde pegando palillos, y
para Alex, limitarse a ir dando uno a uno a su padre los palitos que
éste pegaba. Fue un juego interesante el primer día, y hasta el
segundo, pero no lo era en absoluto al cabo de casi un año y medio
de rutinario trabajo, que el pequeño Alex llegó realmente a
aborrecer.
Faltaba
poco para que la magna obra paterna estuviera concluida, y una noche,
durante la cena familiar, Alejandro dijo a su esposa Alejandra y a su
hijo Alex: “Pronto terminaremos la Torre Eiffel, hay que celebrarlo
por todo lo alto. Por un día, nos olvidaremos de la hipoteca y
tiraremos la casa por la ventana”. Al oír esto, al pequeño Alex
se le iluminó la cara: “¿De verdad, papi”. “Sí, de verdad,
hijo, hemos trabajado duro y eso merece una recompensa”.
Alex,
a pesar de su corta edad, y de las limitaciones que su padre, sin
sospecharlo, ponía a su creatividad, comprendía perfectamente el
concepto de arte efímero, el extraño placer que conlleva la
destrucción de un objeto que ha costado, en ocasiones, mucho tiempo
y esfuerzo crear, como un homenaje a la naturaleza efímera de todo
cuanto ha existido, existe o existirá, las Fallas de Valencia se
pueden considerar un buen ejemplo. En el jardín de las artes, ése
era el privilegio natural de la música y la oratoria, el resto de
las expresiones artísticas debían, de alguna forma, provocarlo
artificialmente.
Esto,
sin saber que lo sabía, lo sabía perfectamente Alex a sus cuatro
añitos, y su alegría y nerviosismo aumentaban por momentos, sólo
con imaginar la realización de la propuesta paterna.
De
este modo, a la semana siguiente, acudieron a la casa de Alejandro,
Alejandra y Alejandrito, decenas de personas: vecinos, amigos,
compañeros de trabajo y todos los familiares que vivían a menos de
doscientos kilómetros a la redonda.
Pretendiendo
hacer un discurso apropiado de presentación de su obra, que
permanecía oculta bajo una sábana en la habitación contigua,
Alejandro levantó su copa y dijo:
“Mi
hijo Alex y yo hemos trabajado duramente a lo largo de un año y
medio para terminar una Torre Eiffel de palillos de más de tres
metros, y aprovecho la ocasión para comunicaros que mañana
recibiremos la visita del comisario del Libro Guinness de los
Records, donde será inscrita la obra para la posteridad. Era una
pequeña sorpresa que tenía reservada para este momento.”
“¡¡¡Oh
. . .!!!” exclamaron todos en un murmullo de admiración y
sorpresa.
“Y
ahora, prosiguió el anfitrión, disfrutemos de la fiesta, que hoy es
un día para tirar la casa por la ventana”.
Entre
el murmullo se oyó la voz de Alejandrito: “¿Cuándo, papá,
cuando . . .?” “Ahora, hijo mío, ahora mismo comienza la
fiesta”.
Alex
reunió rápidamente a sus amigos y primitos y se dirigieron a la
habitación donde se guardaba la enorme Torre Eiffel, al lado de la
cual tantas horas se había aburrido, esperando que su padre se
decidiera a compartir con él parte de su tiempo, en vez de con la
estúpida y pretenciosa torre. Entre todos la cargaron, abrieron la
ventana y la tiraron al exterior, estrellándola contra el suelo del
patio vecinal.
Aún
tardaron varios minutos los adultos en captar la razón de la alegría
del grupo infantil, y cuando al fin comprendieron lo sucedido,
Alejandro estuvo a punto de sufrir un desvanecimiento, y la fiesta,
bruscamente invadida por el silencio, tomó el ambiente de un
velatorio, no faltando incluso alguna sonrisa mal contenida por algún
cuñado malintencionado.
Los
meses siguientes fueron duros para toda la familia: Alejandro cayó
en una profunda depresión, Alejandra intentaba inútilmente
consolarle y Alejandrito no comprendía nada, por mucho que se lo
explicaran: “Papá dijo que podíamos tirar la casa por la
ventana”, repetía, para desesperación de su deprimido padre.
Pero
el infortunio, como tantas veces en la vida, se tornó fortuna, ya
que Alejandro tuvo la buena suerte de ir a parar a manos de uno de
los pocos psiquiatras cuerdos que hay por el mundo, quien, lejos de
atiborrarle de pastillas, tras escuchar la surrealista historia
familiar, y tras esbozar una sonrisa, se dedicó, simplemente, a
enseñar a Alejando a jugar con otras personas, a liberarse de la
enfermiza espiral del ego, a encontrar placer en el juego compartido,
sin necesidad de buscar obsesivamente el reconocimiento de otros egos
a costa de exponer las supuestas y casi siempre falsas virtudes del
propio.
Alejandrito,
el pequeño Alex, lo agradeció, y pudo disfrutar desde entonces de
una sana y divertida infancia, mientras Alejandro, su padre pudo, al
fin, completar el rompecabezas de la suya.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
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LIBRES www.arteslibres.net
"Ninguna
buena acción queda sin castigo."
(Óscar Wilde)
ECHAR
LA CASA POR LA VENTANA
CARPE
DIEM
Aprovecha
el día.
No
dejes que termine
sin
haber crecido un poco,
sin
haber sido feliz,
sin
haber alimentado tus sueños.
No
te dejes vencer por el desaliento.
No
permitas que nadie
te
quite el derecho de expresarte,
que
es casi un deber.
No
abandones tus ansias
de
hacer de tu vida
algo
extraordinario...
No
dejes de creer
que
las palabras y la poesía,
sí
pueden cambiar el mundo;
porque,
pase lo que pase,
nuestra
esencia está intacta.
Somos
seres humanos llenos de pasión,
la
vida es desierto y es oasis.
Nos
derriba, nos lastima,
nos
convierte en protagonistas
de
nuestra propia historia.
Aunque
el viento sople en contra,
la
poderosa obra continúa.
Y
tú puedes aportar una estrofa...
No
dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el
hombre.
No
caigas en el peor de los errores: el silencio.
La
mayoría vive en un
silencio
espantoso.
No
te resignes, huye...
"Yo
emito mi alarido
por
los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora
la belleza de las cosas simples,
se
puede hacer poesía
sobre
las pequeñas cosas.
No
traiciones tus creencias,
todos
merecemos ser aceptados.
No
podemos remar
en
contra de nosotros mismos,
eso
transforma la vida en un infierno.
Disfruta
del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela
intensamente, sin mediocridades.
Piensa
que en tí está el futuro,
y
asume la tarea con orgullo
y
sin miedo.
Aprende
de quienes pueden enseñarte.
Las
experiencias de quienes se alimentaron de nuestros Poetas Muertos te
ayudarán a caminar por la vida.
La
sociedad de hoy somos nosotros, los Poetas Vivos.
¡No
permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas !
Eduardo
Abenia
“CADA
UNO ES SU PROPIO ARGUMENTO“
(Acción
poética)
LA
LEY DEL EMBUDO
De
sobra conocida en el mundo entero, decir la ley del embudo es como
decir en modo fino que pa’uno mucho y pa’otro poco. Pero ocurre
que hay que tener mucho cuidado, pero mucho, y no fiarse nunca porque
el embudo es un elemento muy inestable al que cualquier golpe de
viento puede mover dejándolo, en el mejor de los casos, apuntando
hacia nadie o, en el peor, para quien antes estaba en la parte ancha,
dándole un giro de ciento ochenta grados que tambalearía los
cimientos del, hasta entonces, más favorecido.
Es
normal que los seres humanos gritemos a los cuatro vientos lo bien
que nos va la vida cuando nos va bien -algo que no es tan común-,
pero es bastante feo que miremos por encima del hombro a los que no
están tan felices, sintiéndonos incluso en el derecho de
restregarles por el morro nuestra fortuna, ya sea económica o
emocional;
quiero decir que si ese alborozo viene provocado por un querer
compartir la felicidad o el dinero con los demás -sobre todo con
aquellos a los que decimos querer- sería digno de elogio, pero por
el contrario, casi siempre se trata de parecer más altos subiéndonos
a espalda ajena. Es entonces, estando arriba, cuando el viento sopla
y cambia la posición del embudo haciendo que la estructura en la que
se apoya nuestra felicidad se escape por un
pequeño
agujero; y perdemos el trabajo, o a un ser querido, o nos arruinamos,
o nos enfermamos y, en ese momento, clamamos pidiendo ayuda a
aquellos en cuya columna vertebral tuvimos apoyados los tacones. Pero
ellos no están disponibles; tal vez se cansaron de soportar el peso
de nuestra felicidad o puede ser que el embudo les haya sorprendido
enfocándoles por su parte ancha y sean ellos quienes ahora estén
buscando dorsales disponibles a los que encaramarse.
Quién
sabe. Todo es posible con la ley del embudo.
20/agosto/2022
– Vicki
Blanco
para «VOCESentreVOCES»
LA
LEY DEL EMBUDO
Casi
tan universal como la Ley de la gravedad es la ley del embudo, aunque
todos nos autoconvencemos de no ser nosostros quienes la practicamos
sino el resto del mundo o, en último caso, si lo hacemos es porque
no queda más remedio o está sobradamente justificado hacerlo,
porque lo haría todo el mundo en nuestras circunstancias o porque...
Pero
hay escepciones, o quiero creer que las hay, ejemplos de personas con
tal sentido de la justicia que cualquiera quisiera tenerlas de vecino
en lugar de al descerebrado que pone bachata a tope a las tres de la
mañana.
Se
cuenta sobre Aristides, un ateniense del S.V a C. justamente apodado
el Justo que, cuando se iba a celebrar la asamblea en la que él
mismo sería condenado al ostracismo, un campesino que se encontró
camino al agora le pidió que escribiera en la tablilla el nombre de
su elegido, el propio Arístides. Éste le preguntó qué mal había
hecho Arístides para merecer su voto, a lo que el campesino dijo:
«No lo soporto, todo el mundo dice que es el más justo».
Arístides, sin preguntar más, escribió su nombre en la pieza de
cerámica y se la entregó al campesino.
Se dice también que tal vez fuera sólo una leyenda urbana del
momento pero personalmente, puesto que me van a cobrar lo mismo,
prefiero creer que es tan real como la vida misma.
Nekovidal - nekovidal@gmail.com
ARTES
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"Una
era construye ciudades. Una hora las destruye." (Séneca)
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS DE LOS PAPALAGUI.
CORAZÓN
HERIDO
19
AGOSTO, 2022 JOSEMARCELORUIZ
Bosque
calcinado: 236.575 hectáreas a fecha de 6 /08/2022
Llega
el verano con esa luz cegadora e intensa que ilumina todo el día,
con ese calor tórrido que abraza la estepa. Busco la arboleda o la
brisa marina, pero no encuentro el refugio de la sombra del árbol,
ni la brisa llega para refrescarme. Porque el corazón de la
naturaleza está herido de muerte, debido a los incendios
sufridos de sus bosques. ¡Tengo pavor, porque me siento morir! Así
lo expresa nuestra sensibilidad.
Lo
triste sería perder la sensibilidad, porque no nos conmovieran
las imágenes de los incendios de los bosques. Incendios que se
producen cada verano con mayor intensidad. Lo más grave sería
que no nos cuestionásemos la pérdida de los bosques, y la
gravedad que causa para la existencia de los seres vivos. A sabiendas
de que el estado de salud de la ‘madre naturaleza’ es un símil
de nuestras vidas, porque si su corazón está herido, también el
corazón de la humanidad está herido.
Desde
esta columna os invito a reflexionar sobre el tema: denunciar el
abandono de la vida rural; la falta de planificación del cuidado de
los bosques; hacer buen uso del agua; la sequía… Recuperar los
espacios de convivencias de las ciudades: las plazas, los parques con
sus árboles cuidados. Liberar las calles de tanto tránsito de
vehículos…. Recuerdo en mi infancia que, después de una jornada
de trabajo, los vecinos sacaban sus sillas a sus puertas y
conversaban en las noches de verano, porque había espacio, y eran
dueños del ‘tiempo’, al que le daban un verdadero sentido
y valor.
Y
se habla, y mucho, de las consecuencias dañinas que producen el
cambio climático, pero la expresión ‘cambio climático’ se hace
manida por el uso y abuso del concepto, el cual termina por
desvirtuarse. Esta actitud conduce a la inmovilidad, la cual
impide actuar sobre el cambio climático. Se dicen propuestas
para solucionar el problema, pero se posponen para hacerlas a largo
plazo. Las razones de esa inmovilidad son evidentes: mantener los
intereses económicos establecidos, y el miedo a que derribe ese
poder; ese otro temor social de perder la vida cómoda, a la que, en
apariencia, hemos logrado y creemos disfrutar. (De esto os he
hablado en anteriores artículos, dando distintas perspectivas).
Pero, en esta ocasión, quiero plantear el tema con un nuevo enfoque,
y preguntar: ¿Emocionalmente, cómo nos afectan los desastres
naturales?
Respondiendo
a dicha pregunta, obtendríamos un abanico de respuestas, y todas son
válidas. Pero la encuesta ganaría por el resultado: pérdida de fe
en la vida; pérdida de esperanza en el futuro. Cuyas premisas
muestran la vida que tenemos: desenfrenada, de estrés, aparentemente
cómoda, pero desencantada. Donde desaparece el
valor de ‘ser persona’, para convertirnos en ‘números’,
que se suman a la colectividad de individuos.
Pongamos
la fe en la ciencia, y ésta sólo al servicio de la vida.
Recuperemos la esperanza, de la que nos habla María Zambrano:
“La esperanza es, hambre de nacer del todo, de llevar a plenitud,
lo que solamente llevamos en proyecto”. “Y actuemos en calidad de
‘ser persona’ para renacer tantas veces como sea necesario”.
Exijámonos la obligación de dejar una buena herencia.
José
Marcelo Ruiz
Este
artículo se ha publicado en la prensa NOTICIAS 24 (Comarca de la
Axarquía), 19/08/2022. Mi agradecimiento personal al director del
medio D. Francisco Gálvez, por su interés por los temas de cultura,
de opinión y pensamiento.
https://josemarcelopoeta.wordpress.com/2022/08/19/corazon-herido/