domingo, 6 de septiembre de 2020

 

VOCES entre VOCES

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El Alzheimer colectivo es todavía mucho peor que el Alzheimer individual, y un país sometido a la falsificación de lo colectivo es un país condenado” (Emilio Lledó, filósofo español)

TEMAS TERTULIA 11-9-2020

EL BICHO

CIRCOS Y CIRCUITOS

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


Trabaja como si no necesitaras dinero, ama como si nunca te hubieran herido y baila como si nadie te viera. (Anónimo)


 "Safo", de Carmen Matute (Guatemala, 1944)



Repta la madrugada
entre dulcísima la lluvia.
Vagan enigmáticas las horas
sobre la pareja derramada
en el valle prohibido.
El amor alucinado
torna fuego las alas
del gorrión que se posa
en altos pechos,
mientras flotan los cabellos
como algas en el agua
persiguiendo las huellas de 
Safo
en el espejo fragmentado.


Carmen Matute, incluida en Para conjurar el sueño. Poetas guatemaltecas del siglo XX (Univ. Rafael Landívar, Guatemala, 1998, selec. de Anabella Acevedo y Aída Toledo).

FUENTE: Blog literario Asamblea de palabras

TEXTOS TERTULIA 4-9-2020

Y USTED MÁS...

DEMOCRACIA

MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.



Y USTED MÁS...


Hay un antes y un después del «y usted más…»


Esta expresión se utiliza con asiduidad durante el período mal llamado madurez, una época de guerras personales largas, sibilinas y estúpidas que se derivan, generalmente, de querer estar por encima del bien y del mal, por lo que no parece que correspondan a seres maduros; pero a lo que voy, es la época en la que más se utiliza el «y usted más…» porque solemos pelear con extraños dispuestos, todos ellos, sin excepción, a quitarnos nuestro ficticio poder eterno y a derribar el pedestal soporte de nuestra imagen, de modo que somos capaces de colocar cualquier tipo de adjetivo sobre esos acertados puntos suspensivos para dañar la estima del contrario o, al menos, agrietar la base de su podio.


Es una época en la que ganamos muchas batallas, pero perdimos más de una contienda. Algunos daños colaterales duelen toda la vida.


Para descubrir el precedente de la expresión hemos de remontarnos a la infancia y atrevernos a recordar aquel «y tú más», mucho más sencillo, sin puntos suspensivos, pero acompañado por el dedo índice de la mano dominante convertido en arma aguda, ojos cerrados y grito forzado para espantar el demonio del adversario; si bien es cierto que cuando nos encontrábamos perdidos porque el contrincante gritaba más y más fuerte y comenzaban a brotar las lágrimas de nuestros ojos -señal de que el sortilegio no había dado resultado- llegábamos a la carrera a las piernas de papá o mamá balbuceando entre sollozos: «mira lo que me ha dicho» mientras, sin mirar, señalábamos al ofensor con un dedo tembloroso que segundos antes había sido la más potente de las armas.


En esas cruzadas nadie perdía, las secuelas se reducían a un pañuelo lleno de mocos y, en ocasiones, un helado era el mejor bálsamo. Cuando las traemos a la memoria esbozamos una sonrisa.


Y ahora viene el después, momento en el que la locución da un giro de 180º. Dada mi capacidad de observación y el uso continuado que hago de ella, me arriesgo a asegurar que llegada cierta edad, aproximadamente una vez que creemos haber traspasado la línea el ecuador de la vida, invertimos el sentido de la estratagema, sustituimos el tú por el yo, y comenzamos a utilizar de manera vehemente el «y yo más» también sin puntos suspensivos. «Tengo piel atópica», dice uno «y yo más», dice otro sin dilación, sepa o no lo qué significa piel atópica. «Me fatigo bastante últimamente» informa alguien, de inmediato se escucha una respuesta «y yo más», aunque posiblemente el último no haya necesitado ni coger aire para contestar.


En estas guerras, que yo denomino encuentros en la tercera fase, la mayor victoria está en superar el mal ajeno con el propio, lo mismo que el grito infantil quería superar en volumen al del niño enemigo.


En conclusión, entre el último «y tú más» y el primer «y yo más» se nos concede un pequeño lapso de tiempo, lo que dura un pestañeo, un abrir y cerrar de ojos, durante el que nos está permitido soltar unos cuantos «y usted más…» que, analizados a toro pasao, se me hacen absurdos y arrogantes.


Por cierto, me duelen mucho los huesos con estos cambios de tiempo que trae el final del verano.


03/septiembre/2020 – Victoria Blanco para «VOCESentreVOCES»



Y USTED MÁS...

Audio:

HOMBRES NECIOS

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Rafael Cotilla



Y USTED MÁS...

A las cinco de la tarde

Aire

Mi cuerpo es como el aire

y mi piel es un globo

que se infla y desinfla

a su antojo.


Agua

Mi cuerpo contiene agua

que expulsa según los sentimientos,

puede ser salada

o a veces contiene alcohol.


Tierra

Mi cuerpo es de mi tierra

de donde yo he nacido

he crecido

y allí moriré.


Sangre

Por mi cuerpo corre la sangre

como la del toro

que se la juega en la plaza

a las cinco de la tarde

de un domingo de abril.


Si tú no posees

ni aire, ni agua,

ni tierra, ni sangre,

quizás te lo has de mirar,

porque significará que no

estás hecho de sentimientos

y anhelos para este mundo.

Perderás tus sentidos

y matarás a diestro y siniestro

criaturas inocentes,

dejándote llevar por tus

absurdas creencias

y dominado por

tus supuestos locos

llamados Dioses.

Entonces te lo has de mirar.


José María Rico - Spencer




DEMOCRACIA


La democracia representativa es un paradigma curioso, todos parecen coincidir en que es el menos malo de los sistemas, pero al mismo tiempo más del 70% de la humanidad desconfía de los partidos y los políticos, en algunos países sobrepasa el 90%, o sea, parece que pensamos que es buena, pero no confiamos en sus actores.

Hay una tendencia casi enfermiza a esperar la llegada de los “buenos” los salvadores, que lo son mientras los vamos a votar y hasta el día de la elección, al día siguiente se transforman en unos hijos de sus putas madres que hacen lo mismo que los anteriores, solo que un poco peor.

La demencia democrática es tal que incluso miramos con malos ojos a países que hacen las cosas de otra manera y hasta apoyamos, o al menos callamos, cuando los dueños del Mundo los invaden para imponer la dichosa democracia.

Hay quienes piensan que en materia política estamos en el fin de la Historia, nada nuevo bajo el sol, parece bastante poco alentador considerando ese 70% que no confía, es casi como aceptar que tenemos hambre y seguiremos teniéndola siempre, sin importar cuanta comida se produzca.

No, no tengo la fórmula mágica, alguna vez pensé tenerla, devolviéndole la soberanía al soberano, pero resulta que el ciudadano medio es un Homero Simpson, está deseando llegar del trabajo a tirarse en un sillón y ver TV basura, la “cosa pública” le importa una mierda.

Con esa materia prima no se puede construir nada, así que solo queda el largo camino de construir primero ciudadanos responsables, que, aunque no sean todos, al menos sean los suficientes para decidir lo importante, o al menos para controlar las decisiones de los representantes.

Vamos en esa dirección? Pues no estoy seguro, tenemos las herramientas, internet tiene el potencial, pero parece que lo usamos más para compartir chistes, chismes y mentiras, que para informarnos y educarnos. De lo único que estoy seguro es de que es el camino, de seguirlo depende nuestra supervivencia.


Edudardo Abenia.


DEMOCRACIA


¿Utopías o realidades?


 Hace apenas un par de siglos, cuando se alzaron las primeras voces manifestando que era indigno de la condición humana que una persona pudiera comprar a otra en un mercado y disponer de su vida como de la de cualquier otro objeto de su propiedad, no sólo se les llamó utópicos, ilusos e ingenuos, se les recordó, con cierta aunque insuficiente lógica, que nunca se cambiaría aquello que había sido costumbre durante miles de años, desde el mismo nacimiento de la humanidad. 
    Hoy, la sola idea de comprar un ser humano nos repugna y parece, simplemente, absurda.

    Hace exactamente un siglo, en la época de nuestros abuelos, cuando surgía en los distintos parlamentos europeos el debate sobre la posibilidad de otorgar derecho a voto a las mujeres, el proceso histórico se repitió una vez más: quienes eran tachados de utópicos, ingenuos y alejados de la realidad proponían la equiparación de derechos de esa mitad de la humanidad injustamente alejada de las decisiones sociales. Los conservadores de entonces, al tiempo que insultaban y se mofaban de los hombres y mujeres progresistas, aseguraban que tal cosa nunca sería realidad. 
    Hoy nos parece tan natural que las mujeres voten que ni los grupos ultraconservadores se atreven a cuestionarlo.

    Esos dos cambios sociales, posiblemente los de mayor trascendencia en la historia de la humanidad, no se produjeron tras una cruenta guerra mundial, a pesar de que afectaban, a todas las sociedades humanas del planeta, sino mayoritariamente mediante el diálogo.

    Hoy en día son cada vez más numerosos los grupos que plantean que es necesaria una reestructuración de los sistemas democráticos para transformarlos, mediante el voto electrónico a través de sistemas informáticos, en sistemas de participación continua de los ciudadanos, en sistemas verdaderamente democráticos, que evitarían tanto leyes injustas como el estallido de conflictos bélicos que sólo benefician a ciertas corporaciones empresariales.
     Lo denominan “democracia directa” o “democracia participativa”.
     Hay quien les tacha de utópicos e ingenuos.

Actualmente, la cifra de gasto anual en armamento equivale al 2,4% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial y a 217 dólares por cada habitante del planeta, sin embargo los gobiernos se muestran incapaces de apartar de ese gasto monstruoso el 1% necesario para evitar la muerte, cada día, de 36.000 niños por falta de comida o medicinas básicas.  ¿Sería posible un mundo tan injusto si los ciudadanos votáramos las principales leyes que nos gobiernan en una democracia más evolucionada?¿Cuánto tardaríamos en prohibir por ley las guerras y los paraísos fiscales?¿Votaría usted  regalar cientos de miles de millones de dinero público para salvar empresas y bancos privados mal administrados, los mismos que provocaron la crisis actual con su codicia y pésima gestión?¿O votaría usar la milésima parte de ese dinero público para salvar a diario la vida de esos 36.000 niños que mueren por causas evitables?

Imagine tan sólo dos reformas constitucionales perfectamente legales:

* Declaraciones de guerra: Se harán siempre tras consultar a los ciudadanos mediante un referendum vinculante.

* PGE. Los presupuestos Generales del Estado se votarán anualmente por los ciudadanos que elegirán mediante un sistema de + o - % al lado de cada columna en qué cuantía se ha de gastar el dinero público, su dinero.

¿No es posible hacer evolucionar la democracia hasta ese punto? Eso se decía, hace justo un siglo, sobre la capacidad de votar de las mujeres y hace dos siglos, sobre la capacidad de tomar decisiones sociales de quien no perteneciera a la aristocracia.

     Quienes hacemos del estudio de la historia un trabajo, un placer, o ambas cosas, sabemos que ese ha sido el continuo y repetido proceso que ha hecho evolucionar las sociedades humanas, el reparto, cada vez más igualitario y horizontal, de la toma de decisiones que afectan al conjunto de los ciudadanos.

     El tiempo ha venido a mostrar que, al final, el ingenuo no es quien plantea una idea aparentemente utópica o una solución basada en el diálogo en vez de en la fuerza.

     Los verdaderos ingenuos, la historia lo ha demostrado reiteradamente, han sido quienes han creído poder detener la evolución, quienes aún no han aprendido aquella magistral lección que Heráclito nos enseñó en una sola frase: 
     "Lo único permanente es el cambio".


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MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

***

La vida es tan bella o terrible como la podamos imaginar.


Cada siete u ocho años se renuevan completamente todas la células de nuestro cuerpo excepto algunas neuronas, todos tenemos unos diez cuerpos a lo largo de nuestra existencia.


Por mucho que vivas, donde y como vivas, siempre te quedará algo por aprender. Así de generosa es la vida para evitarnos el hastío.


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