domingo, 3 de noviembre de 2019


VOCES entre VOCES



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TEMAS TERTULIA 8-11-2019

ARRITMIAS
FUTURO
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

Los móviles son el sueño de Stalin, porque emiten cada dos o tres minutos una señal de ubicación. Y peor aún, uno de sus procesadores tiene una puerta trasera universal que los convierte en dispositivos de escucha que no se apaga nunca”.(Richard Stallman)





Ah el papel de brillo arde mal
ruido de orugas por qué fúnebre
una sílaba-clavo, dos, tres, y el día se hace noche, no más o
al revés
una sílaba se desclava, antes del sonido, en el sonido, después del sonido
(desconfiar) aullando todos los casos de rosa, sin ventana, en un latín absoluto,
así es mi vida allí
yo deshago los ruidos de flashs, las bandas y la momia dijo sin
labios (estaba mamando) is it as bad as that
cuidando de recalcar el that con una elegancia de 
crooner que no
engañó a nadie sobre la suma gravedad
de la literalidad

Dominique Fourcade, incluido en Poesía francesa actual (Biblioteca digital, República Dominicana, 2009).
Otros poemas de Dominique Fourcade
Yo explico, escritura negra...


"El tiempo es el mejor autor; siempre encuentra un final perfecto." (Charles Chaplin)



TEXTOS TERTULIA 1-11-2019

GOTA DE VIDA
GATOS
MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.


GOTA DE VIDA

En lo alto de una cuesta aparece un manantial. No es turquesa como el ideal de los manantiales. No brotan litros de agua ni cascadas, ni grandes ni pequeñas. Solo tímidas pero persistentes gotas surcan entre los musgos y helechos que pueblan su negra superficie.
Vida empecinada en existir sobre una roca en otro tiempo yerma, que en época estival hubiésemos declarado muerta sin dudarlo; terca vida empecinada en salir (adelante, afuera, arriba) contra todo pronóstico.
-Como aquel que salió de la más remota aldea castellana, sin expectativa ni perspectiva alguna.-
La vida siempre busca.
-Por eso muerto está el que se conforma.-
Te sientas y oyes las gotas del manantial, arrítmicas como un viejo corazón, arrítmicas como pudieran ser las notas de un piano. Glissando seguido de un tap, tap, tap. Benditos glissandi.
Notas en la cara que por unos segundos el sol se abre paso entre tanto gris.
Chilla un águila no muy lejos.
Te levantas, dispuesto a seguir rumbo este, noreste, este, noreste.
¿Una gota? Dos, tres, cuatro. Empieza a llover.
Bienvenido sea el concierto.

Sara Vi Ta




GOTA DE VIDA

IMPERCEPTIBLE COMO UNA GOTA DE VIDA

Así llegaste tú, gradual y progresivo,
desbordante y torrencial también,
eterno como la línea que marca el horizonte,
sedante lo mismo que la respiración,
plausible a noches, censurable a ratos.
Yo te dejé pasar a mis confines
abriéndote la puerta de mi desilusión,
tus manos impregnaron de fragancia mis lodos;
no fuiste sólo amante, aromático amor,
fuiste mi casi todo, fuiste falta de nada.
A través del sonido y el roce de tu voz
mis ojos pasearon alrededor del mundo
atrapando recuerdos que jamás yo viví,
rememorando versos que no había escuchado,
recorriendo senderos que nunca conocí.
Con toda aquella vida que inhalé entre tus brazos
descubrí sinfonías dentro del corazón,
bebí de tus deseos, respiré de tu alma,
quedó impreso en mi pelo el brillo de tu cuerpo
y en mi piel descarnada el sabor de tu amor.
Marchaste una mañana,
como marchan las noches al roce de la luz;
fui abriendo lentamente los ojos que aún te guardan
hasta tomar conciencia de aquella realidad,
sintiéndome feliz por no haberte soñado,
sintiendo la tristeza de no tenerte más.
Te fuiste de la misma manera que llegaste,
silencioso y preciso, realista, tenaz,
dejando entre mis dedos un beso imperceptible,
una gota de vida que no seca jamás.

Victoria Blanco



GOTA DE VIDA

AUDIO: Como ausente

Rafel Cotilla


GOTA DE VIDA

Una gota de vida es ésa que siembra lo eterno. A veces tiene forma de palabra, o de libro, o de viaje, o de sonrisa . . . Lo que ella riega siempre crece, es vida que da lugar a vida y siendo tan aparentemente poco, es eterna.

Nekovidal nekovidal@gmail.com
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GATOS
MENOS MAL QUE SÓLO SOY UN GATO

Yo sé que soy tan sólo un gato. Vivo con un grupo de humanos desde tres días después de nacer, cuando fui brutalmente separado de mi madre y mis hermanos.
Ya tengo cinco años, y mi idea sobre los humanos no ha mejorado en absoluto: son realmente estúpidos, y lo que es peor, crueles. Ellos creen que los gatos y los demás animales no podemos pensar y comunicarnos, el engreimiento es otra de sus virtudes, pero nada más lejos de la verdad; tenemos que ocultar nuestras capacidades ya que la experiencia nos ha demostrado que los humanos temen aquello que no llegan a comprender, y destruyen todo lo que les produce temor; si se enteraran, nos someterían a crueles experimentos o, simplemente, nos exterminarían, como ya han hecho con otras especies, e incluso con tribus enteras de sus semejantes.
El grupo, familia, como lo llaman ellos, con que vivo, no tiene problemas de alimentación y viven, materialmente hablando, muy bien, pero es asombrosa su obsesión por perder el tiempo trabajando más para comprar más cosas que luego no tienen tiempo de usar.
El jefe del grupo es abogado, una extraña profesión que consiste en mentir lo mejor posible para defender a otros humanos que han hecho algún daño al grupo donde viven, a fin de que no sean encerrados en jaulas que ellos llaman cárceles; lo más curioso es que Roberto, que así se llama mi amo, considera un verdadero triunfo personal que un asesino defendido por él quede libre, siendo el hecho de su culpabilidad o inocencia algo secundario para él. Nunca he logrado comprenderlo.
Julia, mi ama, es funcionaria, a veces me lleva en una cesta al lugar donde trabaja para que sea manoseado impunemente por sus amigas; por lo que pude deducir, su trabajo consiste en salir a desayunar y comprar el periódico, leer el periódico, comentar con sus compañeras el periódico, pintarse las uñas, y protestar ante su jefe, que aparece dos días a la semana por la oficina, de la cantidad de trabajo que se va acumulando por falta de personal; ocasionalmente escribe, entre suspiros, algo en el ordenador.
Los niños, por su parte, acuden a un edificio sumamente ruidoso por su presencia que en una ocasión, siendo muy pequeño, tuve la desgraciada oportunidad de visitar, una de las experiencias más terribles de mi infancia. Allí, teóricamente, han de ser instruidos por un grupo de adultos llamados profesores para saber enfrentarse, en la edad adulta, a las dificultades que les presente la vida. En la práctica parece ser un lugar donde son depositados los niños para que sus padres puedan descansar hasta el siguiente encuentro con ellos, pues los humanos rara vez consiguen convivir en armonía con sus crías, desbordados por la energía que éstas emanan.
Los seres humanos son, y esto ni ellos mismos lo niegan, seres muy, muy extraños.
Y si creen que exagero, les contaré como es una semana cualquiera con el grupo con el que vivo, una pareja y dos crías que, a pesar de tener ya cuatro y siete años se encuentran, como todos los humanos a esa edad, en un muy primitivo y lamentable estado de desarrollo.
El lunes comenzó como todos los lunes: gritos para despertar a los niños, que ya por costumbre se agazapan debajo de las sábanas en cuanto oyen las voces de sus padres. Roberto, malhumorado, murmurando: "Joder, otro lunes", y Julia que, con los ojos semiabiertos, le mira y no dice nada. Este suele ser el día de las peleas matrimoniales que, sistemáticamente sólo abarcan dos temas: que ella gana más en su trabajo que él en su bufete, lo cual, no sé por que, molesta sobremanera a mi amo, y un antiguo novio de Julia, que ella ya tiene más que olvidado pero que mi amo se resiste a dejar en el baúl de los recuerdos; el esquema es, invariablemente, cada lunes, el mismo:
-“Márchate con él si tanto le querías”.- dice mi amo al tiempo que disimula su miedo ante la sola idea de ser abandonado por Julia.
-“Déjame en paz”.- responde ella aparentando indiferencia, pero halagada por el ataque de celos de su marido.
Yo suelo optar por marcharme al jardín y esperar, pues ya he tenido oportunidad de comprobar, cuando era más joven, que los humanos son propensos a descargar sus iras en cualquier víctima inocente, y aún recuerdan mis riñones alguna injusta patada de lunes.
Los martes no son mucho mejores, el ambiente en la casa es todavía tenso, y sólo el ruido de los juegos de Rebeca y Andrés, los hijos de mis amos, dan una nota de humor que, cuando deciden sustituir sus juguetes por mi cansado cuerpo, se transforma en humor negro.
Los martes por la noche mi amo ve, invariablemente, su programa favorito de televisión, una extraña máquina que les obsesiona pero posee la virtud de mantenerles callados, con lo cual dejan de decir sandeces unos minutos.
Se trata de un curioso programa, que ellos llaman documental informativo, que cuenta como viven, o mejor dicho, se matan, las personas en otras partes del planeta.
Eso que ellos llaman guerra es una de las tantas cosas sobre los humanos que todavía no he conseguido comprender del todo.
Los gatos tenemos nuestras disputas, desde luego, si llega un forastero a poner en tela de juicio el liderazgo del rey de nuestro barrio habrá una terrible pelea, pero será entre ellos dos, a ninguno se le ocurriría decirnos que todos los demás gatos debemos luchar, como hacen los soldados humanos, para mantener sus privilegios. Por otra parte, también es cierto que ninguno de nosotros sería tan necio como para hacerles caso y secundarles en su locura.
Mi amo finge interés durante todo el programa, pero yo he observado que las pupilas se le dilatan especialmente cuando salen escenas monstruosas de sus hermanos de especie destrozados por alguno de sus mortíferos inventos para matar, y su mirada me da miedo. . .
El miércoles pasado fue un día un tanto especial: hubo una extraña visita. Era un señor bajito y malhumorado con el que, a pesar de su manifiesta impertinencia, mis amos se mostraban muy amables y condescendientes, y resultó divertido ver el temor de mi amo a pesar de ser mucho más fuerte que ese al que definieron, una vez se hubo marchado, como "jodido inspector de Hacienda". No llegué a comprender cual era el tema que trataban, pero entre mis amos se creó un ambiente de complicidad ante el enemigo común que consiguió, por fin, hacer desvanecer los restos de la pelea del lunes.
Esa es otra de las curiosidades humanas: la necesidad de un enemigo común para lograr reconocer a sus propios amigos.
El jueves fue un día muy bullicioso. Mi amo apareció por casa cargado de regalos, pues había ganado un caso y, según él, debía celebrarse que un ladrón volviera a estar libre. Hubo regalos para todos: para los niños sofisticados juguetes electrónicos, con los que acabará jugando mi amo pero, y esto es realmente asombroso, sólo a escondidas cuando no haya nadie en casa; es curioso que se avergüence de jugar, noble costumbre que los gatos conservamos durante toda nuestra vida, y no se avergüence, sin embargo, de su canallesco trabajo.
El regalo para mi ama fue macabro y de mal gusto: un abrigo hecho con pieles de animales que, tras olerlo, pude comprobar, aliviado, que no eran gatos. Otra rareza humana. Y a si mismo se obsequió mi amo con un enorme aparato de gimnasia que, a buen seguro, no utilizará hasta el comienzo del verano, cuando vaya a asarse, untado en grasa, bajo el sol de alguna playa; entonces descubrirá, como cada año, que en las personas abúlicas como él, la gastronomía no es buena compañera de la estética.
El viernes suele ser un día animado dentro de la monotonía semanal; como los niños no tienen que madrugar al día siguiente para ir a la escuela, se quedan hasta tarde viendo la televisión con sus padres. La elección de los programas suele ser motivo de disputa, pero ésta nunca pasa a mayores: se termina viendo, simplemente, el que ha elegido mi amo, que suele ser alguna violenta película de acción. Dentro de unos días, en cuanto tenga ocasión, les dará a sus hijos un discurso sobre lo malo de pelearse en la escuela, y que todo se puede solucionar mediante el diálogo; los niños le escucharán boquiabiertos, pero no por asombro ante su madurez y sabiduría, como él cree, sino porque no aciertan a compaginar en su infantil cabeza humana lo que dice su padre con lo que hace. En cualquier caso yo pagaré, como siempre, las consecuencias, ya que los niños se empeñarán en repetir conmigo las crueles escenas que han visto en la pantalla y, claro, a mí siempre me toca el papel del malo.
A los sábados los llamo yo el día-sorpresa, porque nunca se sabe como va a terminar. Por la mañana dejan a los niños en casa de sus abuelos y mis amos se marchan a lo que ellos llaman divertirse que consiste en comer y beber excesivamente para poder, a la mañana siguiente, caminar defectuosamente.
Sobre lo que en mi pobre naturaleza hacen una vez que vuelven a casa mencionaré tan sólo un ejemplo: cuando mi amo se empeñó en perseguirme por toda la casa para ponerme una de sus ridículas prendas de vestir, una corbata, y acabó siendo rescatado del tejado por los bomberos. . .
Pero no crean que soy un pesimista, ya sé que hay humanos buenos y razonables, pero, a pesar de ser mayoría, su voz rara vez se oye, ahogada por los gritos y canalladas de una minoría obsesionada por el poder, como el más miserable gato pendenciero.
Aunque no cabe duda que desde un punto de vista ecológico, el ser humano es una de las especies más dañinas que se han dado en este planeta en todos los tiempos, ayer por la tarde, mientras estaba solo en casa, observé desde la ventana donde estaba sentado dos hechos que me han hecho meditar mucho sobre la naturaleza humana: un joven minino, hijo de una familia de gatos que viven en la calle desde hace años, fue atropellado por un coche al cruzar la calle. El conductor, un jovencito humano con una música estridente en su coche, en compañía de otros tres igualmente ebrios, no sólo no freno para evitar el atropello, sino que giró para provocarlo, tras lo cual profirieron un extraño grito de alegría, fue horrible . . .
Yo no podía salir para ayudarle, encerrado como estaba, y me limité a salir a la azotea, desde donde comencé a llamar con maullidos a los padres del gatito, pero antes de que llegaran se acercaron a auxiliar al herido una anciana humana con quien parecía ser su nieta. Lo recogieron con cuidado y se dispusieron, por lo que pude oír, a llevarlo a un veterinario mientras le acariciaban para consolarle.
Eso es lo más extraño de los humanos: que en la misma especie conviven los seres vivos más crueles y destructivos y también los seres más nobles, amables y solidarios. Y eso es lo único que me permite seguir confiando ocasionalmente en ellos y en el futuro que puedan brindar a nuestro planeta. Algún día aprenderán a tratar a sus semejantes más egoístas y crueles como a enfermos que son, olvidando el erróneo concepto de maldad. Algún día aprenderán con respecto al resto de la naturaleza y a sus propios semejantes la primera y más importante norma de convivencia, la más simple pero difícil de llevar a cabo: saber vivir y dejar vivir.
Hoy es domingo y todos se han ido de paseo al parque. Aquí, acurrucado sobre la alfombra, pienso en mi vida, la vida de los humanos, y la vida en general. Pienso que tal vez yo sólo sea, como dicen ellos, un animal irracional, tan sólo un gato que no puede comprender muchas cosas de la existencia humana.
Pero a veces también pienso: menos mal que sólo soy un gato.

Nekovidal nekovidal@gmail.com
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GATOS

EL GATO VIRIATO
Al gato Viriato no le gustaba su nombre, le maullaba a sus dueños
y le daban boniatos.
El gato Viriato maullaba y maullaba para que le cambiaran el nombre
pero sus dueños creían que quería más boniatos, y se hinchó como un
globo el pobre Viriato.
El gato Viriato ya quería gata pero como se tiraba pedos sin parar
le daba vergüenza salir a "gatear".
El gato Viriato fué a una escuela de idiomas a aprender "personés"
para hablar con sus dueños del problema de sus flatos.
El gato Viriato se hizo famoso y daba conferencias con corbata
y tenía locas por él a todas las gatas.
Pero el gato Viriato ya estaba turulato de tanto tiempo de celibato
y como no sabía "gatear" con las gatitas, las puso a todas muy gordas dándolas boniatos.

Yolanda Yuste


MICRORRELATOS, AFORISMOS Y OTRAS COSAS.

RUBIA TONTA (canción)
Rubia tonta
de miles de ilusiones
y rompecorazones
de todo el país.
Rubia tonta,
al despertar te encuentro
posando en mí cuarto
y me haces feliz.
Quisiera coleccionarte
tenerte en todas partes
poder poseerme del todo
acerca de ti.
Tú que eres nuestra reina,
el mundo estaba en tus manos
no llegaste a la espera
y decides partir.
Rubia tonta
de miles de ilusiones
y rompecorazones
de todo el país.
Rubia tonta
si hubieras esperado
a estar entre mis brazos
igual te hago feliz.
Solo quedan los recortes
tus historias y los pósters,
conocida por muchos hombres,
menos por mí.

JMR – José María Rico - Spencer




Como si estuviesen petrificados se ubican en medio del espacio del cual disponen, a una cierta distancia no pueden observarse el uno al otro ni pueden distinguir el diseño de los objetos de su casa. Si observaran con detención descubrirían que tanto la madera del suelo como la tela de su vestuario están cubiertas por la trama de la impresión. Sienten que alguien los observa, como si la presencia de muchos ojos se instalara siempre en el mismo lugar para observarlos. Naturalmente ninguno de ellos sabe que en realidad así es. Aunque usted se instale frente a ellos y les escupa o les sople a los ojos no tienen conciencia de usted. Como es natural en ellos, su piel se eriza en una mezcla de horror y ansiedad ante la fuerte presencia de una mirada desde fuera de su espacio.

Nuevos hombres y nuevas mujeres habitan hoy la casa.

Gustavo Barrera Calderón en Creatur (2009), incluido en Doce en punto. Poesía chilena reciente (1971-1982) (UNAM, México, 2012, selec. de Daniel Saldaña París).
Otros poemas de Gustavo Barrera Calderón
Orificio de simios

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