VOCES
entre VOCES
PARA
ENVIAR TEXTOS O PROPONER TEMAS: nekovidal@gmail.com
"Para
mí, las únicas certezas dignas de fe son las que desayunan dudas
cada mañana."(Eduardo Galeano)
TEMAS
TERTULIA 8-2-2019
LÍNEAS
QUEBRADAS O QUEBRADEROS DE CABEZA
QUISIERA
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
Silencio.
Sólo de vez en cuando una araña mueve su tela,
o el viento roza suavemente un álamo delante de la ventana.
¡Oh! ¡Qué bien se respira, con qué dulzura puede soñar el alma!
No hay aquí ningún ruido, ninguna sonrisa que limite mis pensamientos.
Como el esclavo que con su fuerza rompe las ataduras
y siente de nuevo en el corazón la vida apagada,
así yo, liberado un instante de penosos tormentos,
siento y entiendo la belleza y el encanto del silencio.
Porque cuando nuestro corazón no se integra en el círculo del banquete,
cuando pensamientos diversos tienen que convivir,
cuando un alma es incapaz de entenderse con otra,
de nada sirve embriagarse con el néctar de la bebida,
ni la risa, ni el canto, ni la fiesta. ¡Todo es tormento!
Allí donde mi pensamiento sea libre, allí habitan el placer y la vida.
Cyprian Norwid, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
Otros poemas de Cyprian Norwid
Generalidades, Nervios, Oda a los contemporáneos
o el viento roza suavemente un álamo delante de la ventana.
¡Oh! ¡Qué bien se respira, con qué dulzura puede soñar el alma!
No hay aquí ningún ruido, ninguna sonrisa que limite mis pensamientos.
Como el esclavo que con su fuerza rompe las ataduras
y siente de nuevo en el corazón la vida apagada,
así yo, liberado un instante de penosos tormentos,
siento y entiendo la belleza y el encanto del silencio.
Porque cuando nuestro corazón no se integra en el círculo del banquete,
cuando pensamientos diversos tienen que convivir,
cuando un alma es incapaz de entenderse con otra,
de nada sirve embriagarse con el néctar de la bebida,
ni la risa, ni el canto, ni la fiesta. ¡Todo es tormento!
Allí donde mi pensamiento sea libre, allí habitan el placer y la vida.
Cyprian Norwid, incluido en Antología de la poesía polaca desde sus orígenes hasta la Primera Guerra Mundial (Editorial Gredos, Madrid, 2006, ed. y trad. de Fernando Presa González).
Otros poemas de Cyprian Norwid
Generalidades, Nervios, Oda a los contemporáneos
"No hay más calma que la engendrada por la razón". (Séneca)
TEXTOS
TERTULIA 1-2-2019
LUCIÉRNAGAS.
TENEMOS
QUE APRENDER.
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS.
LUCIÉRNAGAS.
Cuando
tenía ocho años mi padre compró una bodega donde se harían
durante dos años los mejores vinos de la comarca, que fuera el
preferido de curas y frailes de la zona, también vinicultores, era
la prueba de ello.
Allí
pasé, entre veinte hectáreas de viñedos, bosques y todo tipo de
animales, los que fueron sin duda los mejores años de mi infancia.
Narrar
todas aquellas vivencias supondría un libro que podría competir en
páginas con la “Historia de los heterodoxos españoles”, de
Menéndez Pelayo incluyendo, como no, mi primera historia de amor.
Vivir
en contacto con la naturaleza durante un tiempo debería ser una
materia escolar obligatoria para cualquier niño.
Recuerdo,
entre tantas cosas, la primera vez que vi luciérnagas en mi vida.
Lina,
mi hermana mayor, ya era entonces, con apenas diez años, una
consumada guitarrista, la música marcó su vida desde los cuatro
años y aún hoy sigue siendo, ya profesora de conservatorio y
concertista, el epicentro de su vida.
Aquella
noche de verano, como tantas, familiares y amigos pidieron a Lina que
tocara algo a la guitarra para amenizar la velada. Ella, como solía
hacer, dijo que tocaría sólo si Tony, yo, cantaba, en parte porque
era tímida, como yo, y en parte por molestar, estábamos en esa edad
en que los hermanos están constantemente compitiéndo y picándose.
Sabía bien que si me negaba los adultos se encargarían de
presionarme o chantajearme. Años después, ya siendo adultos, me
dijo que yo tenía muy buen oído, la voz se encargó el tabaco de
dejarla sólo para tangos.
Tras
las negociaciones habituales cedí a condición de que yo elegía las
canciones.
Lina
comenzó a tocar sacando a la guitarra, como siempre ha sabido hacer,
lo mejor de su alma musical, y yo empecé a cantar unos segundos
después, quiero recordar que la canción era “Zamba de mi
esperanza”, folclore rioplatense.
Cuando
la canción iba por la mitad y los adultos guardaban todos silencio
con una seriedad que no solían tener para sus propios asuntos, vi al
otro lado del velador, a la espalda de Lina, en el jardín cercano,
unas lucecitas intermitentes que centelleaban. Con un gesto, sin
dejar de cantar, le indiqué a Lina que mirara detrás de ella, lo
hizo sin dejar de tocar la guitarra y, durante apenas un minuto
ambos, hasta entonces niños de ciudad, quedamos extasiados con la
visión de centenares de luces que parecían seguir el ritmo de su
música y mi canto. Cuando terminó la canción los dos salimos
corriendo, ante la sorpresa de los mayores, para disfrutar
boquiabiertos de aquel espectáculo mágico y nuevo para nosotros,
intentando retener aquellas lucecitas entre las manos y corriendo
detrás de ellas mientras los adultos, la mayoría gente de campo,
sonreían.
Durante
un tiempo creí, con esa maravillosa capacidad infantil para
transformar lo cotidiano en fantasía, que las luciérnagas aparecían
cuando nosotros cantábamos, atribuyendo a la música poderes mágicos
que el tiempo se encargó de enseñarme que realmente tiene sobre los
seres vivos, aunque sobre las luciérnagas, todo hay que decirlo,
creo que está todavía pendiente de estudio.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
TENEMOS
QUE APRENDER
La
idea generalizada es que nadie nace sabiendo, pero yo creo que
nacemos sabiéndolo todo, incapacitados para la supervivencia física,
pero eruditos, casi místicos me atrevería a decir, y conocedores de
lo que los adultos llaman secretos de la vida. Traemos de fábrica lo
que actualmente se denomina el segundo cerebro, situado en nuestro
estómago da alojamiento a unos 100MM de neuronas y, al parecer,
tiene una precisa y dura vara de mando.
Salvo
casos puntuales, de niños somos sabios; comemos y defecamos a un
ritmo paralelo, dejamos de ingerir alimentos si nos saturamos y
dormimos cuando la fiebre nos asalta, no necesitamos las indicaciones
de un médico para hacer reposo cuando estamos rendidos y reconocemos
el momento exacto en el que retomar la actividad habitual, los ritmos
circadianos organizan a la perfección los ciclos de vigilia y sueño
y sabemos darle a todo su identidad y su espacio. La comida es sólo
comida y el agua, agua; el chocolate es dulce y el limón ácido; los
charcos están para chapotear y la nieve para jugar tirando bolas y
hacer el ángel; las baldosas sirven para marcar bien las rayas que
no hay que pisar y el plástico de burbujas para entretenerse
reventándolas una a una; las pipas son para comer a cualquier hora y
las palomitas para ver películas, los bocatas tienen que ser
grandes, las películas divertidas, el amor fácil, los jerseys no
tienen que picar y hay tiempo para la risa, los enfados, el juego,
los descubrimientos…
Venimos
a este mundo aprendidos y para convertirnos en personas respetables
tenemos que aprender a desaprender.
02/02/2019
– Victoria Blanco para “VOCESentreVOCES”
TENEMOS
QUE APRENDER.
Creo
que antes que aprender tenemos que aprender a desaprender, a borrar
de nuestra mente, sobrecargada de fantasías destructivas, tantos
miedos, prejuicios y mentiras que nos han inculcado las sociedades
enfermas y primitivas en que nos ha tocado nacer.
Desaprender
esos tópicos destructivos que tanto daño han hecho a la Humanidad:
Que
el único dios verdadero es el nuestro, sólo porque así lo han
dogmatizado durante siglos quienes más lejos han estado del
cristianismo y más cerca del poder y del dinero. Cualquier dios es
verdadero y necesario para la mente que lo crea o admite como suyo y
todos son respetables mientras no caigan sus prosétitos en la
aberración de intentar imponerlo a los demás como único.
Que
unas sociedades y culturas humanas son superiores a otras, nos
sorprenderíamos de la sabiduría de pueblos a los que llamamos
primitivos para solucionar problemas ya graves en nuestra sociedad
como las relaciones vecinales o la transición de la adolescencia a
la edad adulta de los jóvenes. Todas las sociedades humanas, de la
primera a la última, como todas las personas, tienen algo que
aprender y algo que enseñar.
Que
las personas, el mundo, es malo, que hay que desconfiar de todo y de
todos, que hay que golpear antes de que te golpeen, que el ser humano
es destructivo. No, el ser humano es un buen ser social, pero lleno
de miedos, por eso ataca y no comparte, no usa su mejor arma, el
apoyo mutuo, no conoce lo mejor de si mismo, no se conoce a si msmo,
es un ser casi todopoderoso, pero débil en sus miedos, cambiando a
menudo lo más valioso por bisutería, su poder por fruslerías, su
vida por teatro, lo esencial para su felicidad por lo superfluo.
Que
existen razas superiores o inferiores, la ciencia ya lo ha demostrado
sobradamente, no sólo no existen razas mejores o peores, el mero
concepto de raza no tiene sustento científico en nuestra especie.
Que
conceptos como patria o país son algo más que una fantasía
cambiante a lo largo de los siglos. Llegar a provocar guerras
amparándose en ese concepto no es más que una prueba más de cuanto
nos queda por evolucionar. Habitamos un planeta, ésa es la única
patria de nuestra especie, tener apego o cariño por las personas y
lugares más cercanos nunca debería chocar con un concepto más
amplio de grupo, la humanidad.
Y
tantas otras mentiras y prejuicios que lastran nuestra evolución y
nos alejan de un paraíso que, hoy por hoy, ya está alcance de
nuestra mano.
Aprendamos
a desaprender, luego estaremos ya preparados para nuestro bautismo de
cultura, arte, bienestar y, sobre todo, la sabiduría necesaria para
comprender la realidad.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
TENEMOS
QUE APRENDER.
A
CADA COSA SU ACENTO
Audio:
Rafael
Cotilla
TENEMOS
QUE APRENDER.
Tenemos
que aprender a vivir
sentados
sobre este volcán en erupción.
Con
una venda en los ojos
y
una brida en las manos,
dando
tierra de nadie y música a nuestros muertos.
Tenemos
que aprender a vivir
con
la alfaca clavada en el estómago.
Sin
piedras de culpa en los bolsillos.
Tenemos
que aprender a soñar
en
nuestra cama de faquir.
Tenemos
que aprender
a
anidar en la cuerda floja
Y
a andar borrachos de rosas y vino.
Tenemos
que aprender a despertar
desayunando
sonrisas y soles.
A
luchar
contra
sus gigantes y nuestros molinos.
Tenemos
que aprender a de ser
mecenas
de nuestra ruina.
Tenemos
que aprender
a
dejar derribar muros
y
a tender puentes.
A
desobedecer leyes y sacramentos.
Tenemos
que aprender
a
gozar, entre pirañas en la bañera.
Y
a comernos los mocos en la de las sirenas.
Tenemos
que aprender a decirles que no les debemos nada,
y
que tenemos derecho a todo.
Tenemos
que aprender a gritar "Basta"
y
que nos chupen … otra cosa en vez de la sangre.
Tenemos
que aprender a hacernos el amor,
todos
los días, y no la guerra a nosotros mismos.
Tenemos
que aprender a hacer canciones
con
los balidos de las ovejas negras.
Y,
sobre todo, tenemos que aprender a vomitar todas las cárceles
que
hemos mamado...
JJC
– Juan Jiménez Caballero
MICRORRELATOS,
AFORISMOS Y OTRAS COSAS
***
¡Pobres
mortales con complejo de inmortalidad, pobres niños que han perdido
el tesoro de la inocencia sin haber abrazado todavía el calor de la
sabiduría!
Aún
así, los amaneceres siempre estarán ahí para nosotros.
Nekovidal -
nekovidal@gmail.com
ARTES
LIBRES www.arteslibres.net
***
Acabaré
con
todos los insectos
que me rodean.
No soy segundo
plato de nadie.
José María Rico
***
Nada
. . . Aire e ilusión, eso es todo lo que has sido.
¿Te
he vuelto a pensar? Debe ser la luna . . .
Lourdes
Pérez
***
Si
hemos de buscar
un consenso al respecto,
concluyamos que la verdad, lo justo, lo correcto, es la
solución, camino
o alternativa, que
supone la felicidad de la mayoría de las personas implicadas.
El té está frío y
acaban
de apagar el televisor
(reportaje
sobre la pascua en Israel)
cuando
un hongo brillante llena la ventana,
el
rectángulo de paisaje cae al mismo tiempo de la
pared, un instante, se detienen, escuchan, se echan
al
suelo, se acurrucan en la raída alfombra,
vuelven
a cerrar los ojos,
recuerdas
el
horno
de
y
lloró
ay
grita
ella
quieres
decir
las
parcas
balbucea
él
tragando aire ardiente y ahogándose...
Gyrðir Elíasson en Einskonar höfudlausn, (1986), incluido en Poesía nórdica (Ediciones de la Torre, Madrid, 1999, ed. y trad. de José Antonio Fernández Romero).
No hay comentarios:
Publicar un comentario