VOCES
entre VOCES
TEMAS
TERTULIA 22-6-2018
APARIENCIAS
TESTAMENTO
MICRORRELATOS
"Enfréntate
a los malos, enfréntate a los crueles, enfréntate a todos, menos a
los tontos. Son demasiados y siempre serás derrotado." (Proverbio
hindú)
Tienes
casi la misma edad de la ciudad
cuelga la carne pálida desde el hueso amarillo-blanco, tus últimas amarras...
ellas te han abrazado como la cascara del ajo,
tu corriente violeta y azul de la sangre, muy antigua
de muchos días antes,
para ti es este mi himno
para ti este mi aliento dentro de la podredumbre de la ciudad,
el aire inmaduro y verde de la primera ciudad
y el viento ondulante, curvado, dentro del bosque,
hoy te sientas dentro de tu bruma
sentada con una manta blanca encima,
la mata de pelo triste más blanda que el algodón,
la cabeza está inclinada un poquito a la derecha
asoman tus ojos pequeños y pálidos
desde la piel arrugada,
ves en la luz de la mañana el bostezo rojizo
de las putas,
vienen y van los culos mal nutridos de los niños bastardos,
dos pies hacen torbellinos dentro de la falda,
miras todas estas cosas por la mañana
viene un cuervo desde la cima grande de la ciudad
viene hacia el burdel, a tu tejado,
tu gemela, la ciudad, te mandó otro pájaro negro y gris
antes de tu muerte o quizá dentro de tu pelo blanco la ciudad
hunde su divina mano más íntimamente...
Así sonríes un poco con tu larga encía sin límite, sin sonido,
una gata viene y se acuesta a tu lado,
así estiras las piernas bajo la rodilla artrítica del sol húmedo
que se revela redondo y dorado como una moneda,
la luz dentro de la memoria y el olvido de tus muslos y senos,
la luz y el viento pasan por tu cuerpo,
el viento juega, gira dentro de un puño lleno de blancura
juega y juega provocando escalofríos,
la luz solar dispersa, extiende e inclina
sobre tu sexo monte pequeño y peludo...
Arunesh Ghosh, incluido en La pared de agua. Antología de poesía bengalí contemporánea (Olifante Ediciones de poesía, Zaragoza, 2011, ed. y trad. de Subhro Bandopadhyay).
cuelga la carne pálida desde el hueso amarillo-blanco, tus últimas amarras...
ellas te han abrazado como la cascara del ajo,
tu corriente violeta y azul de la sangre, muy antigua
de muchos días antes,
para ti es este mi himno
para ti este mi aliento dentro de la podredumbre de la ciudad,
el aire inmaduro y verde de la primera ciudad
y el viento ondulante, curvado, dentro del bosque,
hoy te sientas dentro de tu bruma
sentada con una manta blanca encima,
la mata de pelo triste más blanda que el algodón,
la cabeza está inclinada un poquito a la derecha
asoman tus ojos pequeños y pálidos
desde la piel arrugada,
ves en la luz de la mañana el bostezo rojizo
de las putas,
vienen y van los culos mal nutridos de los niños bastardos,
dos pies hacen torbellinos dentro de la falda,
miras todas estas cosas por la mañana
viene un cuervo desde la cima grande de la ciudad
viene hacia el burdel, a tu tejado,
tu gemela, la ciudad, te mandó otro pájaro negro y gris
antes de tu muerte o quizá dentro de tu pelo blanco la ciudad
hunde su divina mano más íntimamente...
Así sonríes un poco con tu larga encía sin límite, sin sonido,
una gata viene y se acuesta a tu lado,
así estiras las piernas bajo la rodilla artrítica del sol húmedo
que se revela redondo y dorado como una moneda,
la luz dentro de la memoria y el olvido de tus muslos y senos,
la luz y el viento pasan por tu cuerpo,
el viento juega, gira dentro de un puño lleno de blancura
juega y juega provocando escalofríos,
la luz solar dispersa, extiende e inclina
sobre tu sexo monte pequeño y peludo...
Arunesh Ghosh, incluido en La pared de agua. Antología de poesía bengalí contemporánea (Olifante Ediciones de poesía, Zaragoza, 2011, ed. y trad. de Subhro Bandopadhyay).
TEXTOS
TERTULIA 15-6-2018
SUSTOS
A MEDIANOCHE
LITURGIA
MICRORRELATOS
SUSTOS
A MEDIANOCHE
La
mayoría de la población, en general, no estaba atemorizada, más
bien sorprendida: cada semana, matemática e inexorablemente,
aparecía un sacerdote o un obispo asesinado, castrado y con una nota
clavada en la frente: “OTRO SUSTO A MEDIANOCHE”.
La
evidente influencia y poder de la Iglesia Católica en aquel país
hizo que se pusiera a investigar esos casos a los más reconocidos
inspectores y detectives, pero todo fue en vano, tal como habían
comenzado, de repente, un día, desapareció de la prensa el
asesinato semanal de un sacerdote u obispo. Habían sido doce
asesinatos, uno por semana durante tres meses.
Los
policías que habían participado en la investigación sintieron una
cierta frustración personal por que el caso quedara impune y sabían
que, muy posiblemente, pasaría a ser uno de esos extraños casos
nunca resueltos, como el ya mítico de Jack el Destripador.
Uno
de esos detectives, Jaime Robles, llegó a obsesionarse de tal forma
con aquellos asesinatos que siguió tras cada pista, por minúscula
que fuera, hasta su jubilación e incluso después. No era creyente,
pero según su ética, quitar doce vidas no podía quedar impune de
ninguna manera, era un precedente muy peligroso para cualquier
sociedad.
Encontró
finalmente una pista, un hilo del que tirar, que le llevó hasta un
hombre de su edad, un exalumno de un colegio religioso, que no había
sido investigado por un error burocrático, el colegio no había
facilitado su ficha por alguna razón. Las pesquisas siempre se
habían centrado en antiguos alumnos, posibles víctimas de abusos
por parte de algún sacerdote o profesor pederasta, la castración de
las víctimas señalaba sin la menor duda esa posibilidad.
Aún
tardaría casi tres meses más en completar el rompecabezas, en
asegurarse sin la menor duda de que aquel hombre, Mario Rosillo, era
el asesino múltiple. Antes de entregar toda la documentación a sus
ya excompañeros para que procedieran a su detención quiso tener una
charla con aquel hombre, atar algunos cabos sueltos, confirmar que el
móvil había sido algún abuso sufrido durante su infancia, aunque
no dejaba de ser llamativo que hubieran sido tantos los abusadores.
Jaime
abordó a Mario cuando éste desayunaba, como cada mañana, en la
cafetería cercana a su casa. Se sentó a su lado y, con su
parsimonia habitual, le dijo: ”No intente huir, hay cuatro agentes
de paisano fuera y varios coches patrulla en el barrio, pronto
llegarán a detenerle, evite un escándalo delante de sus vecinos”.
No
era cierto, fuera no esperaba nadie, pero su experiencia de años le
había demostrado que la realidad es, tan sólo, lo que cada cual
cree, y cada cual cree cuanto sus miedos le dicta, muy pocas veces
había usado su arma reglamentaria en su trabajo.
En
realidad, quería saber el porqué explicado por el autor de aquellos
crímenes terribles, de quien sólo sabía que era un hombre muy
inteligente en vista de cuanto le había costado dar con él.
“Supongo
que fue usted víctima de abusos en su infancia pero, ¿por qué
tanto odio, tanta violencia, tantas vidas, doce vidas segadas?”,
preguntó Jaime, convencido de que una confesión, como suele suceder
en estos casos, supondría un alivio para la conciencia de aquel
hombre y ahorraría muchos trámites.
Pero
la respuesta de Mario no fue la esperada: “No fueron doce sino
trece, olvidó contarme a mi. No soy creyente, pero estoy convencido
de que determinados actos, como un asesinato, ensucian y destruyen
eso que llamamos alma, espíritu, sea eterno o no, me siento tan
muerto como cualquiera de esos doce pederastas. No necesito
justificarme en ningún sentido, no temo a la cárcel, a mi edad
sería casi una jubilación con gastos pagados y mucho tiempo para
leer. Además, padezco un cáncer terminal, me quedan apenas unos
meses de vida. Tampoco tengo, a pesar de todo, ningún tipo de
remordimiento”, concluyó Mario.
“¿Los
doce habían abusado de usted?”, preguntó Jaime.
“No,
sólo tres. Un encuentro casual hace un par de años con un antiguo
compañero de clase nos hizo rememorar lo sufrido más que vivido y
animarnos a comprobar si esos hombres seguían destruyendo vidas como
habían destruido las nuestras. Acordamos que, si era así, uno de
los dos, el que el azar eligiera, se encargaría de asesinar a
cuantos de ellos siguieran abusando hoy en día de niños. A algunos
ni les conocíamos, pero no nos costó mucho recopilar toda la
información en apenas unos meses, creamos una falsa red de
pederastia a través de internet. Todo seguía no ya igual, sino
mucho peor que cuando ambos éramos niños, aún más perversión si
cabe, sólo que mucho mejor encubierta”. Mario pidió otro café,
tal vez sospechando que no volvería a tomar uno bueno en mucho
tiempo.
“¿Y
la nota clavada en la frente de las víctimas, ese texto, Otro susto
a medianoche?”, preguntó Jaime con sincera curiosidad.
Mario agachó la mirada y una sonrisa que parecía más bien una mueca de
asco le hizo recordar el origen de esa frase.
“Durante
más de tres años, al menos dos veces por semana, sentía como a
medianoche un aliento nauseabundo se posaba en mi oreja para decirme:
“Hola, Mario, angelito mío, soy yo, hoy toca otro susto a
medianoche, Dios nos está esperando”. Despúes tenía que hacerle
una felación o cuanto su mente enferma pudiera imaginar. Comprobé
que le daba placer verme llorar, aprendí a evitar las lágrimas
pasara lo que pasara, imaginaba preguntas de exámenes para evadir mi
mente. Con el tiempo, al ver que ya no lloraba y, al menos por fuera,
sufría menos, fue perdiendo interés por mí y se espaciaron los
“sustos a medianoche.” Ése fue uno de los dos que llegaron a ser
obispos”, y concluyó Mario: “Reconozco con cierta vergüenza que
sentí algo parecido a placer al matarle”.
“Tardan
mucho en llegar sus compañeros . . .” observó mirando por la
ventana.
Jaime
le miró a los ojos, no serían más de ocho segundos, pero pudo ver
claramente en el fondo de ellos los de aquel niño todavía asustado.
Recordó
todos sus años de servicio, como se enorgullecía con cada detención
de un asesino, el peor crimen que puede cometer un ser humano, robar
vida. Recordó las varias medallas recibidas, recordó el peor caso,
ése que nunca pudo ni podría apartar de su memoria, aquella niña .
. .
Recordó
también que aquel hombre que estaba frente a él ya tenía dos
sentencias de muerte: una para su cuerpo y otra para su alma.
Apuró
el último sorbo de café y, por primera vez en su vida, tomó una
decisión que saltaba por encima de las leyes humanas. Pensó que si
aquellos crímenes quedaban impunes tal vez muchos pederastas, dentro
o fuera de la Iglesia, se lo pensarían antes de destruir una
infancia, una vida. Se levantó y, sin decir una palabra, se dirigió
a la puerta, convencido de que, a veces, sólo a veces, el silencio
es mucho más justo que la más justa de las sentencias judiciales
humanas.
Nekovidal -
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SUSTOS
A MEDIANOCHE
Todo
está oscuro, duermes plácidamente y quedan tres horas para que
suene el despertador, algo insólito hace que te despiertes
bruscamente y te invade una mezcla de temor y furor; levantarte no
sería conveniente, esconder la cabeza bajo la almohada no arreglaría
la situación e ignorarla conduciría a consecuencias insospechadas.
Tratas de convencerte de que es una pesadilla, no puede ser real, te
dices, dejándote caer sobre el lado izquierdo para calmar tu corazón
y seguir durmiendo; pero el extraño contexto se repite y esta vez
tienes la certeza de que no es un sueño, está sucediendo y tú eres
el único testigo, algo tienes que hacer. Decides tomar el mando,
aguantas la respiración, te envalentonas y enciendes la luz de la
mesita de noche mientras finges una fuerte tos.
- ¿Necesitas algo? -te dice tu pareja-
- Que dejes de roncar como si no hubiera un mañana.
Después
apagas la luz, te das media vuelta y retomas tu sueño reparador
saboreando la venganza de haber dejado de par en par abiertos los
ojos de tu consorte durante las próximas dos horas y media que
restan para que el reloj avise.
14
junio 2018 – Victoria Blanco para “VOCES entre VOCES”
LITURGIA
FE
Estoy
cansado de luchar
contra
tus molinos...
De
desangrarme gota a gota
y
que no me creas.
Estoy
cansado de que me perdonen la vida.
De
que me vacilen,
los
mediocres que nos gobiernan,
con
su putrefacta camarilla.
Y
de los ricos nuevos sin arte,
ni
para sacar los billetes de la cartera.
Estoy
cansado, de que no me leas las entrañas,
de
que te vendas por nada
y
nos sigan lloviendo piedras.
De
alimentarme de la cáscaras
que
envuelven los frutos.
Pero
no me rindo...Mañana.
¿Cuándo
quedamos mañana en la calle,
para
pintar de rojo o verde los amaneceres?
J.J.C.
Juan Jiménez Caballero
LITURGIA
Atronan
las campanas
murmuran
su letanía
tristes
de amor almas
que
lloran la vida
Una
diosa en el altar
invocan
el
cuerpo agita
se
contorsiona
provoca
deseosos
la miran
sin
solución de amar
pobres
de corazón
la
envidian.
la
odian
Es
la liturgia del amor.
Diego
Francisco Guevara de Bonis
LITURGIA
NADIE
RESPONDE
Audio:
Rafael
Cotilla
MICRORRELATOS
Ahora
nos toca a nosotros
ser los espectadores.
Comienza la función.
¿Por dónde empezamos a cortar cabezas?
ser los espectadores.
Comienza la función.
¿Por dónde empezamos a cortar cabezas?
José
María Rico
MICRORRELATOS
Ya
sabes amor,
los
poemas de la piel
no
se escriben.
Te
espero
en
la avenida de los cuerpos.
Alcoba
del tacto.
Sin
número, ni letras.
J.J.C.
Juan Jiménez Caballero
"Ojalá
podamos tener el coraje de estar solos, y la valentía de
arriesgarnos a estar juntos".(Eduardo Galeano)
La
naturaleza herida de Morris
Graves
no es el mismo Oeste salvaje
que halló el hombre blanco
Es la tierra descubierta por Buda
yendo hacia otra parte
es un salvaje nido blanco
en el enloquecido Norte
de la introspección
donde los «halcones del ojo interior»
se lanzan en picada y mueren
atisbando en la mortal caída
toda la memoria vital
de la existencia
y con alas de tiza sombría
dibujan las imágenes entretejidas
de mil vuelos
en el cielo plomizo
La noche es el «refugio natural»
de esos «pájaros del espíritu» con alas sangrantes
de esas bandadas de chorlitos
águilas barbudas
pájaros ciegos que cantan
en campos de vidrio
de esos cisnes enamorados de la luna y gansos en éxtasis
garzas atrapadas
búhos de carbón
símbolos de tortugas que trotan
de esos peces rosáceos entre las montañas
urracas en busca de nido
zumbidos de cartílagos
apareándose en el aire
entre lunas alucinatorias
Y de un pájaro enmascarado
pescando en un arroyo dorado
y un ibis dando alimento
«de su propio pecho»
y un «espectro de Connemara» perdido
(de tamaño natural)
Y luego de esos pájaros cansados y mudos
que llevan peces y papeles
entre dos arroyos
los arroyos
del olvido
donde la imaginación
vuelve sobre sí misma
con una visión blanca y eléctrica
y se redescubre en medio de las Hébridas
aún enloquecida y hambrienta
Lawrence Ferlinghetti, incluido en Cinco poetas de la Generación beat (Ediciones Alma_Perro, s.l., s.a.).Otros poemas de Lawrence Ferlinghetti
Escritura (I), La calle larga, La naturaleza herida de Morris Graves..., Perro, Poema (IV, VI, X)
no es el mismo Oeste salvaje
que halló el hombre blanco
Es la tierra descubierta por Buda
yendo hacia otra parte
es un salvaje nido blanco
en el enloquecido Norte
de la introspección
donde los «halcones del ojo interior»
se lanzan en picada y mueren
atisbando en la mortal caída
toda la memoria vital
de la existencia
y con alas de tiza sombría
dibujan las imágenes entretejidas
de mil vuelos
en el cielo plomizo
La noche es el «refugio natural»
de esos «pájaros del espíritu» con alas sangrantes
de esas bandadas de chorlitos
águilas barbudas
pájaros ciegos que cantan
en campos de vidrio
de esos cisnes enamorados de la luna y gansos en éxtasis
garzas atrapadas
búhos de carbón
símbolos de tortugas que trotan
de esos peces rosáceos entre las montañas
urracas en busca de nido
zumbidos de cartílagos
apareándose en el aire
entre lunas alucinatorias
Y de un pájaro enmascarado
pescando en un arroyo dorado
y un ibis dando alimento
«de su propio pecho»
y un «espectro de Connemara» perdido
(de tamaño natural)
Y luego de esos pájaros cansados y mudos
que llevan peces y papeles
entre dos arroyos
los arroyos
del olvido
donde la imaginación
vuelve sobre sí misma
con una visión blanca y eléctrica
y se redescubre en medio de las Hébridas
aún enloquecida y hambrienta
Lawrence Ferlinghetti, incluido en Cinco poetas de la Generación beat (Ediciones Alma_Perro, s.l., s.a.).Otros poemas de Lawrence Ferlinghetti
Escritura (I), La calle larga, La naturaleza herida de Morris Graves..., Perro, Poema (IV, VI, X)
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